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Los dueños extranjeros de la Argentina

¿A quién protegen Cristina y Dilma?

De los 170 millones de hectáreas productivas que hay en el país, el 20% estaría en manos de capitales extranjeros

Por Gabriel Massa

bres. Garantizará a las cooperativas precios mínimos, financiación e implementos. Nacionalización bajo control obrero de todas las fábricas de alimentos y bebidas, incluyendo la industria frigorífica. Nacionalización de la producción de semillas y agro-químicos. Nacionalización bajo control obrero de todas las fábricas de tractores y maquinarias agrícolas y de sus partes e insumos. Nacionalización del comercio interior y exterior agropecuario. Todas las empresas acopiadoras y comercializadoras de alimentos son expropiadas y nacionalizadas bajo control de sus trabajadores. Los excedentes para exportación, una vez cubiertas las necesidades de los trabajadores y el pueblo argentino, tendrán como destino prioritario las poblaciones de América Latina y el mundo más afectadas por el hambre. Plan Desnutrición Cero. El estado garantizará la distribución de alimentos gratuitos a toda la población de modo de erradicar la desnutrición de la Argentina.

mpromete a no tocar

Los reyes de la Patagonia

os extranjeras equivalen a la superficie

Tienen 1.276.316 Hectáreas Benetton 970.000 Douglas Tompkins 152.885 Ward Lay 80.000 Ted Turner 55.431 Joseph Lewis 18.000

empresarios millonarios de diferentes …) El grupo de seguros estadounidense o es, casi el 7% del territorio provincial. oncentran 970 mil hectáreas en las además, 8000 hectáreas en la loas anuales de trigo, maíz y soja. ans, o la cadena de heladerías Freddo la provincia de Río Negro; se adueñó sticia rionegrina obligó al polémico emnsistentes pedidos de los pobladores. n de helicópteros, Peter Lee MacBride, a superficie de 117 mil hectáreas, con ores agropecuarios, los cuales perma-

básicos de consumo popular, como el tomate y la papa”. (idem) Además se fortaleció la tendencia a la monopolización en todos los rubros alimentarios: “Por ejemplo, en el complejo lácteo siete compañías –entre las que se destacan SanCor y Mastellone (La Serenísima)– controlan el 80% del mercado; el 90% de las ventas de aceite refinado de girasol es manejado por apenas seis empresas lideradas por Molinos Río de la Plata y Aceitera General Deheza. En panificación, Fargo, Bimbo y La Veneciana acumulan el 85% de las ventas; en el negocio de galletitas, la francesa Danone (Bagley), la estadounidense Nabisco (Terrabusi, Mayco, Capri y Canale) y Arcor concentran el 80% del mercado. (…) En otros casos,

la concentración y centralización del capital facilitó la captura de negocios altamente rentables, como es el caso de la cuota Hilton, donde cinco empresas (Swift Armour, Quickfood, Friar, Gorina y Finexcor) dominan el 55% del mercado (si se toma a las diez primeras empresas del sector, el control asciende al 77%). Al analizar el caso de las empresas multinacionales dedicadas a la exportación de cereales, se observa que siete empresas (Cargill, Bunge, Nidera, Vincentín, Dreyfus, Pecom-Agra y AGD) concentran el 60% del volumen de granos exportados. En consonancia con lo anterior, también se observa que creció la concentración en el mercado de insumos (dependencia de las semillas y del “paquete tecno-

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lógico” de Monsanto en la producción de soja y maíz)”. (idem) Esta “sojización” y concentración agropecuaria ha dado como resultado la caída de la producción y la enorme trepada de los precios de los alimentos que venimos sufriendo los trabajadores. Recordemos datos que dábamos en AS Nº 4: hace siete años 10 kilos de carne costaban promedio $ 100 y hoy cuestan $ 466. Lo que explica que de un consumo anual de 72 kilos de carne por habitante en 2004 hoy hayamos caída a 57 kilos. En 2004 con $ 100 se compraban 19 kilos de pollos, que hoy cuestan $ 365. En 2002 el kilo de azúcar costaba 0,40 centavos. Hoy cuesta no menos de cinco pesos.

Distintos medios internacionales sostienen que los gobiernos de la Argentina y Brasil estarían en un giro nacionalista o proteccionista. La última edición de la revista The Economist cita como ejemplos de esto en Brasil el anuncio de un aumento del 30% en el impuesto a los autos importados, aumentos de impuestos al capital extranjero y una medida que sólo permite a petroleras extranjeras actuar como socias minoritarias de Petrobrás en la explotación de yacimientos bajo el mar. Y agrega The Economist: “El año pasado, asustado por la idea de que fondos soberanos y firmas estatales extranjeras compraran grandes extensiones de tierra, el gobierno revivió una ley de 1971 que limitaba la cantidad de tierras rurales que pueden comprar los extranjeros”. Respecto de la Argentina, además de referirse a que aquí también se han aumentado las barreras a la importación de autos, la revista dice: “Copiándose de Brasil, el próximo blanco del nuevo proteccionismo argentino probablemente sea la tierra. En abril el gobierno presentó un proyecto de ley para poner un techo a la tenencia total de tierras en manos extranjeras del 20% del territorio del país e impedir que cualquier individuo adquiera más de 1000 hectáreas.”.

¿De qué se trata? ¿Hay realmente un giro proteccionista o nacionalista con centro en la protección de la tierra en Brasil y la Argentina? El gobierno de Dilma Rousseff se encargó de aclarar que con la aplicación de la ley de tierras de 1971 no se afectará las inmensas extensiones de la Amazonia y otras regiones en manos de multinacionales. Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner explicó los alcances, límites y objetivos en la presentación original del proyecto de “Ley de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales”. en abril de este año: “…Es una ley (…)

con una limitante de 1.000 hectáreas para la tenencia extrajera (…) El límite del dominio extranjero es del 20 por ciento de lo que puede ser la totalidad de las tierras rurales. (…) También debo aclarar que esto no afectará los derechos ya adquiridos. (…) Esto aún cuando resulte del catastro que hay más de un 20 por ciento [en manos extranjeras] no va a afectar a aquellos que adquirieron sus derechos legítimamente. (…)”. Así queda claro que tanto en el caso de Brasil como el de la Argentina, los respectivos gobiernos han dado plenas garantías de que no se afectará a las actuales propiedades de las multinacionales. Mucho menos se tocará a los terratenientes brasileños y argentinos.

Pero entonces, ¿para qué es la ley de tierras? Frente a la enorme crisis que se concentra hoy en Estados Unidos, Europa y Japón, las multinacionales están buscando invertir sus capitales donde pueden obtener las altas ganancias que hoy no consiguen en los países imperialistas. Y hay un creciente vuelco de esos capitales a la compra de tierras en los llamados países emergentes, ya sea para la especulación o para participar en el negocio de la soja y otros productos con alta rentabilidad. ¿Con quién competirían esos fondos y empresas capitalistas extranjeras –estatales o privados- que vendrían a hacer compras masivas de tierras en Brasil y en la Argentina? Con las multinacionales y los terratenientes locales que ya controlan las mejores tierras de nuestros países y su producción agropecuaria. Por eso, así como con el aumento de las barreras a la importación de autos los gobiernos de Cristina y Dilma protegen los intereses de las multinacionales automotrices que operan en nuestros países y sus socios locales, con las limitaciones a las nuevas compras de tierras por extranjeros, los gobiernos de Brasil y la Argentina protegen los intereses de las monopolios –extranjeros, con sus socios nacionales- que ya dominan nuestra producción agropecuaria.


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