PRINCIPIOS BÍBLICOS
Los principios bíblicos son verdades que sirven de base para saber cómo actuar en diversas situaciones. Éstos, son reglas o normas que orientan la acción del ser humano tanto en el ramo espiritual, como en el racional. Se trata de normas de carácter general y universal. Entendiendo esto, un principio bíblico hace referencia a las verdades infalibles y prácticas que se encuentran en la Palabra de Dios y pueden ser aplicadas a la vida cotidiana tanto en lo personal como en lo laboral. Estos principios deben seguirse con cierto propósito.
SOBERANÍA
La soberanía de Dios representa la capacidad de poner en práctica Su santa voluntad o supremacía. El Altísimo, Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que haya resuelto. Al ser absolutamente independiente, Dios hace lo que le place. Nadie puede disuadirlo, nadie puede obstaculizarlo. En Su Palabra, Dios declara: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejante a mí. . . "que digo: 'Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero'" Isaías 46:9-10). Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, edificó obras arquitectónicas que fueron clasificadas entre las Siete Maravillas del Mundo. Aún así, alabó la soberanía del Altísimo. "Cuyo dominio [el de Dios] es sempiterno, y su reino por todas las edades. . . Y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga su mano...” (Daniel 4:34-35).

Aunque la supremacía de Dios no tiene restricciones, hasta la soberanía de Dios tiene sus parámetros. "En última instancia, Dios tiene completo control sobre todas las cosas, aunque Él puede escoger permitir que ocurran ciertos acontecimientos según las leyes naturales que Él ha ordenado."2 Dios no puede hacer nada que vaya en contra de Su propio carácter. Debido a que Dios es inmutable, Sus palabras deben reflejar Su integridad (Números 23:19). Dios no puede mentir (Hebreos 6:18). En todos los casos, Dios no sólo continúa siendo veraz, sino que cumple todas las promesas que hace. Dios no puede ser tentado por el mal. No existe ningún elemento en Su naturaleza que pueda ser tentado por el mal (Santiago 1:13). Aunque Dios a menudo nos prueba, Él no tienta a nadie. De hecho, Dios utiliza Su poder ilimitado para permitirnos resistir y escapar del mal (Primera de Corintios 10:13). Dios no puede negarse a Sí mismo ni contradecirse. Dios permanece fiel a las promesas de Sus pactos (Malaquías 3:6). Una promesa es tan verdadera como la persona que la hace. Al igual que Dios, Su Palabra es inmutable (Primera de Samuel 15:29). Dios no revoca lo que ha dado ni desecha a quién ha escogido (Romanos 11:29). Dios no puede perdonar el pecado mientras no haya sido pagado. Debido a que Dios es justo, no puede simplemente "hacer borrón y cuenta nueva" (Romanos 6:23). Cristo clamó en el Jardín de Getsemaní, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. . .” (Mateo 26:39). Cristo tuvo que soportar una terrible agonía física y espiritual, la justicia perfecta de Dios pronunciada sobre el pecado. Dios no puede forzar nadie a amarlo ni a recibir Su regalo de salvación eterna mediante Jesucristo. Es un acto de libre albedrío del hombre (Juan 1:11–13). Cuando un individuo escoge responder con fe, recibiendo a Jesús en su vida, se convierte en una nueva criatura.
Dicho esto la Soberanía como principio bíblico nos indica a tener el poder de gobernarnos a nosotros mismos, de ser fieles a nuestros principios y a nuestras promesas, a tener el control sobre nuestras vidas y decisiones, no deambular por el mundo al azar, tener un plan y ejecutarlo, a tener el control sobre nuestras emociones y deseos, a no caer en la tentación, a no retractarse y actuar con seguridad.
INDIVIDUALIDAD

La esencia de este Principio, consiste en fortalecer nuestra identidad, de la cual deriva nuestro propósito y nuestro futuro. En otras palabras, estar completamente seguros de conocer ¿Quién son yo? Porque sabiendo quien soy, entonces puedo entender con mayor facilidad: ¿Por qué y para qué estoy aquí en la tierra? y ¿Cuál es el futuro que me espera? La Biblia es la historia del hombre, su origen, naturaleza y destino. De acuerdo a la Biblia, el origen del hombre es Dios, su destino es glorificarlo y su final es reinar eternamente con El.
Unidad en diversidad
Los estudios científicos me aseguran que no hay nadie como yo en toda la tierra. Que en realidad soy único(a) Dios me creó con un diseño único para cumplir con un propósito único: llevar una vida que agrade a Dios, utilizando las características personales que Dios me ha dado. Dios me diseñó para algo que nadie más podrá realizar. “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”. (Efesios 1:11) Dios creó al hombre a Su propia imagen, sin embargo, a cada uno le dio una marca distinta de personalidad, talentos y habilidades, haciéndolo distinto de cualquier otro ser humano tanto social y físicamente. El Señor es un Dios de diversidad y expresión única y presta atención al detalle más pequeño. Dios nos conoce a cada uno por nombre y no nos trata en masa, sino que en lo individual. “Pues aún vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30) Dios crea individuos distintos. Dios no colectiviza su creación. Cada cosa ha sido creada en forma diferente y con un propósito específico. De todas maneras, la creación se unifica con el sello del Creador. “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. (Apocalipsis 4: 11) El más claro ejemplo de esta expresión de unidad en diversidad, lo constituye la forma en que opera el Cuerpo de Cristo, en donde cada parte del cuerpo es diferente, importante y valiosa, y al mismo tiempo, todas juntas forman un solo Cuerpo. “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12: 4- 5)
Familia
El principio de individualidad nos es muy útil para aprender a tratar a cada uno de nuestros hijos de manera personalizada, puesto que cada uno tiene su individualidad y su necesidad específica y diferente de la de los demás. Como cristianos debemos inculcar en cada uno de nuestros hijos, una identidad correcta, basada en la Palabra de Dios. Daniel, al ser llevado como esclavo a Babilonia, junto con otros jóvenes hebreos, tenía una identidad clara de quien era en Dios, por lo que estuvo dispuesto aún a morir, antes que renunciar a su identidad. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse” (Daniel 1: 8) EDUCACIÓN: En el campo de la educación, este principio le muestra al maestro que cada uno debe responder por lo que hizo, no es sabio tratar a todos por igual. El maestro que castiga a toda una clase por lo que hizo una persona, no está aplicando correctamente este Principio y seguramente que tendrá problemas de rebeldía y de amargura entre sus alumnos.
Rasgos incambiables de nuestra individualidad
Es importante aceptar que Dios tiene un propósito en los rasgos incambiables que nos dio como parte de nuestra individualidad: sexo, color, raza, estatura, parientes, etc. Y es que estos rasgos son en realidad, herramientas para moldear nuestro carácter y entrenar nuestra alma, para que por fé, podamos creer que todo lo que Dios diseña, sin importar las apariencias, lo hace para nuestro bien. Dios está en control.
Responsabilidad
También, este principio nos recuerda que de manera individual daremos cuentas a Dios por nuestras acciones. Puesto que todos compareceremos ante Dios. “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. (Eclesiastés12: 7) “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”, (Hebreos 9: 27) “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. (2ª Corintios 5: 10) Dios desea que todos regresemos a Él, en comunión para gozarnos eternamente en Su presencia y gobernar juntamente con El.
Para el cristiano, mayordomía significa: Responsabilidad de guardar, velar y administrar todo lo que Dios ha confiado. El uso de esta mayordomía tiene que ver con la vida, el físico, el tiempo, los talentos, dones, dinero, posiciones materiales y la creación, etc. La mayordomía abarca el uso sabio y abnegado de la vida en relación a nuestro Dios en todo lo que poseemos. Entonces mayordomía es inversión de tiempo que requiere sacrificio, es un estilo de vida que reconoce y acepta el Señorío de Cristo en su vida y trabaja en sociedad con Dios. Mayordomía es la buena inversión de los bienes, la cual se le entrega el manejo a una persona para su cuidado. Nuestro Dios colocó al hombre en la creación bajo su custodia, en un gobierno compartido. El hombre ejerció la mayordomía en el Edén al actuar como agente de Dios. Lo vemos en la misma etimología (origen o procedencia) de la palabra: Mayordomo = encargado. (Epítropes) alguien que cuida. Mayordomía = administrar (oikonomia) tesorero y mayordomo. la mayordomía se originó cuando Dios, desde el principio, nos creó a su imagen y semejanza. Recuerde, Dios nos hizo socios en el cuidado de la creación. En síntesis, la mayordomía es una posición de deberes y responsabilidades que un mayordomo hace en servicio gozoso y entrega de su vida misma

La Mayordomía Cristiana “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” 1 Pedro 4:10 La mayordomía es una de las partes más importantes de la vida cristiana.
¿Qué significa la Mayordomía? Mayordomo era el que manejaba o el que administraba la casa y los asuntos del otro, pero siempre tenía que rendir cuenta de su mayordomía al dueño; y mayordomía es el arte de administrar aquello que hemos recibido, tener responsabilidad con los bienes que Dios nos ha dejado, hasta que Él venga a pedirnos de lo que hemos hecho con ello. Un mayordomo cuida de los asuntos de una casa o hacienda, o administra las cuentas y la propiedad de otra persona. Somos administradores de lo que tenemos.
La Mayordomía Cristiana es ser responsable, administrando las cosas de Dios. La mayordomía significa la forma correcta de administrar las posesiones de Dios como siervos suyos. Todo pertenece a Dios: este mundo, los recursos naturales, las riquezas, nuestros talentos, nuestro tiempo, nuestros propios cuerpos y almas. Dios nos ha entregado todo para administrarlo. En su nombre, en una forma responsable. Nosotros tenemos todo este mundo como una muestra de confianza para administrarlo en el nombre de Dios. Nosotros, como administradores de lo que nos ha sido entregado por Dios, tendremos que rendir cuenta a Dios por el uso que hacemos de estas cosas
«Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». El Señor da principios en las Escrituras que cumplen la función doble de advertirnos y alentarnos. Su Palabra dice: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6.7). Esta es una ley inalterable que afecta a todas las personas en todas las áreas de la vida, la familia, el trabajo y el placer. Los agricultores entienden el significado de este principio: cosechamos aquello que sembramos, más de lo que sembramos y después de sembrarlo. Veamos cada parte del principio para asegurarnos de entender todo lo que implica.
1. El principio se aplica a todos, tanto creyentes como incrédulos. Este principio es irrevocable; nadie escapa sus consecuencias porque es una ley de la vida. Gálatas 6.7 Dice: «no os engañéis; Dios no puede ser, burlado». Esta es la causa del estilo de vida libertino e indulgente de muchos: se han engañado. Bien sea porque no creen la verdad, o piensan que de alguna manera son la excepción a la ley de Dios. El que se atreve a burlarse de Dios cree que sabe más que Él. Tal necedad tiene consecuencias, como lo revela 2 Corintios 5.10: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo». Si a usted le tocara comparecer ante el tribunal de Cristo dentro de cinco minutos, ¿qué clase de fruto podría mostrar?
2. Cosechamos lo que sembramos.
Segar lo que sembramos es buena noticia para aquellos que tienen buenos hábitos, pero es una idea espantosa para aquellos involucrados actualmente en actividades impías tales como promiscuidad, drogadicción, alcoholismo, abandono de hogar o maltrato a los demás en la escalera al éxito. No podemos sembrar malezas y esperar que produzcan manzanas. No podemos sembrar desobediencia a Dios y anticipar una cosecha de bendiciones. Lo que sembramos, eso cosechamos. No nos engañemos: segaremos la cosecha de nuestra vida.
3. Cosechamos más de lo que sembramos.
¿Por qué el labrador esparce su semilla? Porque espera cosechar mucho más de lo que sembró. Una sola semilla que germine puede producir docenas o hasta centenas de semillas más. El mismo principio se aplica al pecado y la rectitud: una pequeña decisión de hacer el bien o el mal produce una cosecha mucho más grande, de gozo o pena.

Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo.
Jesús usó la imagen de la semilla que germina para mostrar que si dejamos que la Palabra de Dios produzca cosas buenas en nosotros, los resultados se multiplican: «Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno» (Mt 13.23). Al otro extremo, el profeta Oseas describe lo que les espera a quienes optan por desperdigar semillas de maldad: «sembraron viento, y torbellino segarán» (Os 8.7).
4. Cosechamos después de haber sembrado.
Algunos se engañan porque su semilla actual parece no producir una cosecha inmediata. Por eso no cambian sus hábitos, creyendo erradamente que nunca tendrán una cosecha. Pero a diferencia de las cosechas del campo, que se recogen cada año casi en la misma época, la cosecha de la vida no tiene una fecha en el calendario. Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo. Pero no nos engañemos, el tiempo de la siega llegará. Si decidimos esforzarnos y dar más que el requisito mínimo, cosecharemos más adelante ricos dividendos.
«Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». Este pensamiento trae consuelo y seguridad a quienes se esfuerzan fielmente bajo circunstancias difíciles. La fidelidad en tales situaciones producirá una cosecha abundante en el futuro, pues nuestro Padre celestial siempre cumple sus promesas. Lo que somos hoy es resultado de lo que hayamos pensado y como hayamos vivido en el pasado. Quienes actúan sabiamente hoy tendrán sabiduría en el futuro para tomar decisiones sabias. El mismo principio se aplica al área financiera. Aquellos que son sabios y ahorran en el presente, tendrán mañana en abundancia. Los que gastan hoy todo lo que tienen, tendrán muy poco o nada en el futuro. Es miope aquel que piensa nada más en el ahora y hace el menor esfuerzo posible, pues al llegar su día de pago tendrá una recompensa igualmente mediocre. La nación de Israel tuvo que aprender esta lección a un nivel muy personal. Su descarrío y su renuencia a seguir las instrucciones de Dios les dejó en una posición que no les permitió acceder a sus bendiciones.
CARÁCTER
El carácter se define como la fuerza del valor moral. A.W. Tozer describió el carácter como "la excelencia de los seres morales". Así como la excelencia del oro es su pureza y la excelencia del arte es su belleza, la excelencia del hombre es su carácter. Las personas con carácter se destacan por su honestidad, ética y amabilidad. Descripciones como "hombre de principios" y "mujer íntegra" son declaraciones de carácter. La falta de carácter es una falta moral, y las personas que no tienen carácter se comportan de forma deshonesta, sin ética y con poco amor.
El carácter de una persona es el resultado de su actitud, sus pensamientos, sus intenciones, sus deseos y sus acciones. Está bien recordar que el carácter se mide por la actitud general, no por algunas acciones concretas. Hay que mirar la vida en su conjunto. Por ejemplo, el rey David era un hombre de buen carácter (1 Samuel 13:14) aunque pecó a veces (2 Samuel 11). Y aunque el rey Acab actuó con nobleza una vez (1 Reyes 22:35), siguió siendo un hombre de mal carácter general (1 Reyes 16:33). Hay varias personas en la Biblia que son descritas con carácter noble: Rut (Rut 3:11), Hanani (Nehemías 7:2), David (Salmo 78:72) y Job (Job 2:3). Las vidas de estos personajes se distinguieron por una persistente conducta moral. El carácter es influenciado y desarrollado por nuestras decisiones. Daniel "decidió no contaminarse" en Babilonia (Daniel 1:8), y esa decisión piadosa fue un paso importante para la formación del carácter intachable en la vida del joven. El carácter, asimismo, influye en nuestras decisiones. "La integridad de los rectos los encaminará" (Proverbios 11:3a). El carácter nos ayudará a resistir las tormentas de la vida y nos mantendrá alejados del pecado (Proverbios 10:9a).
El propósito del Señor es desarrollar el carácter en nosotros. "El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones" (Proverbios 17:3). El carácter piadoso es el resultado de la obra de santificación del Espíritu Santo. El carácter en el creyente es una manifestación constante de Jesús en su vida. Es la pureza de corazón que Dios da y que se convierte en pureza en la acción. Dios a veces usa las pruebas para fortalecer el carácter: "Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza" (Romanos 5:3-4). El Señor se alegra cuando Sus hijos desarrollan su carácter. "tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada" (1 Crónicas 29:17; véase también el Salmo 15:1-2).

Podemos desarrollar el carácter controlando nuestros pensamientos (Filipenses 4:8), poniendo en práctica las buenas acciones (2 Pedro 1:5-6), guardando nuestros corazones (Proverbios 4:23; Mateo 15:1820) y rodeándonos de las buenas compañías (1 Corintios 15:33). Los hombres y las mujeres de buen carácter serán un buen ejemplo para que otros los sigan, y su buena fama se hará notar (Tito 2:7-8).
GOBIERNO
El autogobierno es la capacidad que cada persona posee para poder controlarse a sí mismo durante las diferentes situaciones que se le presentan, a éste también se le conoce como gobierno interno. Como en toda situación llevar el autogobierno al extremo, tanto positivo y negativo, pueden causar un desequilibrio en la vida de la persona. Por ejemplo, tener demasiado autogobierno puede causar que no confíe en ninguna persona por miedo a que le cause algún tipo de daño y por lo tanto se quedaría solitario, por otro lado el no aplicar el autogobierno puede causar que a las demás personas no les agrade estar con esa persona, también se quedaría solo y en algún momento se encontrará a una persona que tampoco tenga autogobierno en su vida y causaría una situación muy grave.

Como habíamos visto antes, el autogobierno interno tiene que ver con la persona individual, o sea controlarse a sí mismo pero también existe otro tipo de autogobierno: "Autogobierno Externo". El autogobierno externo ya son las personas en nuestro alrededor, es decir, cómo la actitud de las demás personas afecta a cómo nos comportamos.
Autogobierno bíblico
Cuando hablamos de autogobierno bíblico hablamos del deseo y la capacidad de cada persona de someterse voluntariamente a la autoridad ordenada por Dios, sin ser forzado o constantemente recordado de hacerlo. Dios nos dio la capacidad de elegir si queremos seguirlo o no, no es que no le importe sino que sabe que nosotros sabremos si elegimos bien o mal aun cuando lo que elijamos sea malo delante de Él.
Los pactos son un concepto significativo en la Biblia que juega un papel rol crucial en la relación entre Dios y la humanidad. Comprender qué es un pacto y su significado en la Biblia puede ayudarnos a comprender mejor la naturaleza de la relación de Dios con su pueblo. Como cristianos, es esencial tener una comprensión profunda de la pactos en la Biblia para vivir una vida que honre a Dios y cumpla sus propósitos. Un pacto es un acuerdo entre dos partes que describe los términos de su relación. En la Biblia, un pacto es un acuerdo vinculante entre Dios y su pueblo. Es una promesa que Dios le hace a su pueblo y describe los términos de su relación. El concepto de pacto es esencial en la Biblia porque revela la naturaleza de la relación de Dios con su pueblo. Dios no está distante, pero desea estar íntimamente involucrado con su pueblo. En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea para pacto es “berith”, que significa “una obligación o acuerdo vinculante”. En el Nuevo Testamento, la palabra griega para pacto es “diatheke”, que significa “testamento o testamento”. Un pacto es más que un simple contrato; es un acuerdo sagrado que establece una relación entre Dios y su pueblo. Importancia de los pactos en la Biblia Los pactos son importantes en la Biblia porque revelan la naturaleza de la relación de Dios con su pueblo. A través de los pactos, Dios muestra Su fidelidad y amor por Su pueblo. Los pactos también revelan el plan de Dios para la salvación y Su deseo de restaurar la relación entre Él y la humanidad Dios hizo varios pactos con Su pueblo a lo largo de la Biblia, y cada uno reveló más acerca de Su carácter y Su plan de salvación. Los convenios eran un medio de gracia y proporcionaban una manera para que Dios bendijera a Su pueblo.
Sólo una unidad interior de ideas y principios produce una unión externa entre la gente. Si otra persona ama y obedece a Jesús, entonces estamos en la misma familia espiritual. Los amaré con el amor de Dios y los ayudaré en todo lo que pueda. En la medida de lo posible, intentaré estar en paz con todos los hombres. (I Corintios 1:10)
