Haciendo Somos III

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Tercera Edición - Pág 4

ENTREVISTAS Un espacio para compartir recuerdos y reflexiones con los que hoy no trabajan con nosotros. Preguntas, emociones, recuerdos y anécdotas: lugar para el pasado y su proyección en el hoy.

En este espacio vamos a traer a nuestra memoria una especie de encuentro con alguien muy importante en la historia del Idejo: Mirtha Palma. Ella se integró al colegio en los primeros años de la institución. Primero fue maestra del primer ciclo escolar, luego fundó el taller de animación a la lectura. Este espacio creado por Mirtha sigue creciendo y tomando caminos, recorridos tan impredecibles como toman los buenos libros. En la actualidad coordino este espacio y la raíz de ella es tan potente que me dieron ganas de volver a contar de sus andanzas, con mis palabras y las de otros tantos que como yo la valoramos y extrañamos. Una vez pude escribirle antes de su muerte: me seguís aportando en el recuerdo. Y no fue solo una frase de tarjeta, realmente al leer en voz alta a otros me reconocí, o más bien la reconocí en mi voz. Mi voz que es de mi adentro que tiene tanto de su adentro que ya no sé qué tan mía es al leer. Lo que sé es que me aparecen entonaciones, pausas, muecas, tímbricas que solo me aparecen al leer a un grupo, su manera de contar que tuve la suerte de escuchar tantas veces durante un tiempo en el que me recibió de aprendiz. Esas voces aparecen para ese vestuario de mi vida que ella cosió, y que no son míos, que es prestado para siempre porque eso no se devuelve, se agradece. Tanto agradecimiento como detalles de ella siguen apareciendo en el Idejo, tantos que tuve que reunirlos en un baúl con su nombre, tantos que tuve que nombrar la biblioteca con un libro que ella me regaló, tantos que cada vez que escribo algo pienso en si a ella le gustaría leerlo. La muerte entre otras cosas es muy extraña, como los recuerdos. Mirtha aparece y desaparece como fantasma que no es tal, como niños que juegan a las escondidas y dejan pistas. Cada pista que abrí tenía dentro mucha gente que la quería tanto o más que yo, si es que eso es medible. Lo que sí es medible es el tiempo, porque las fechas de las muchísimas dedicatorias para ella tienen años, años de esos en los que yo no había nacido. Si hay algo que Mirtha tenía en abundancia es gente que la quería desde hace mucho tiempo, y que seguro que la sigue queriendo, porque su presencia fue tan fuerte para tantos que sus marcas siguen intactas, buscando vida para multiplicarse, grietas por donde brotar. Les dejo algunos recuerdos de algunos que quisieron escribir, o más bien concretaron escribir, porque querer, o más bien quererla son tantos que no nos dan las páginas. Otros recuerdos aparecieron en la oralidad de nuestros corredores y nos quedaron de perfume. El perfume de Mirtha, el destello de sus ojos enmarcados en sus rojos rulos: un regalo para cuando podemos cerrar los ojos y celebrarla.


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