Tiempos violentos Se presenta como un problema nuevo pero, aunque actualmente adquiera mayor visibilidad y tenga un nombre específico, está presente en el sistema educativo desde siempre. La violencia escolar parece incontenible y alarma a maestros, padres y niños. Desde los casos particulares y hasta en una ley nacional: el bullying está entre nosotros. Especialistas explican el fenómeno y dan pautas de intervención y prevención.
por Gabriela Baby Mañana de sol en el patio de la escuela. Recreo. Los chicos de cuarto grado salen rápidamente del aula. Varios de ellos rodean a un compañero y lo llevan mediante empujones y forcejeos hasta un rincón oculto tras unas plantas. El acosado se resiste pero no puede zafarse de los cuatro o cinco que lo toman de los brazos. Enseguida inmovilizan al compañero y uno de ellos comienza a pegarle: cachetadas, patadas, algún puño que va al estómago. Por las dudas, otro vigila que ningún adulto esté cerca. Dos nenas miran la escena y le dicen al “pegador” que pare, pero él las mira con furia y esa mirada las atemoriza. A los pocos minutos, el “campana” da la señal y la escena se desarma. Quizás en pocos días, vuelva a repetirse. “El bullying es una de las formas que tiene la violencia en la escuela. Para que sea bullying tiene que haber un hostigado, un hostigador y un grupo que vea y festeje o sea cómplice de eso que está pasando. Y tiene que haber desequilibrio de poder”, señala María Zysman, psicopedagoga, directora de Libres de Bullying, un equipo interdisciplinario de diagnóstico e intervención. “El bullying además ocurre a escondidas de los adultos, por supuesto”, aclara la especialista. Es importante entonces diferenciar una pelea aislada de un hostigamiento sistemático. “Si un chico se pelea con otro –incluso a las piñas- o una chica no quiere hacerse amiga de otra, eso no es bullying: los chicos tienen la libertad de relacionarse con quien quieran, ninguno está obligado a ser amigo de todos. Quiero decir, un chico (o un adulto) puede tener antipatías importantes, pero no por eso proyectarlas a otros