COMO SI NO HUBIERA NADIE Hay muros que están hechos para ser derribados
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as cosas importantes de la vida, simplemente, suceden. Viajas miles de kilómetros con el propósito de encontrarte a ti mismo, pretexto aporístico y desgastado, pero útil como tal, para embarcarse en esos viajes en los que uno nunca sabe lo que va a encontrar. Así fue como, buscando, y de manera fortuita, di con una persona y un lugar que no pude evitar llevarme conmigo. Buntty Gurung es una maestra humilde. Children’s Paradise es una escuela sencilla en la ciudad de Pokhara, Nepal. Es tan modesta que, es la única en la que todas las personas son iguales en sus derechos. Un paraíso, un oasis en un desierto de incomprensión y desahucio para aquellas personas cuya discapacidad los diferencia y los tacha. Nadie enseñó a Buntty Gurung a tratar a niños autistas. Simplemente llegaron a ella y los aceptó. No leyó en ningún libro cómo acercarse al sujeto autista, a esa fortaleza aparentemente vacía de la que nos hablaba Bettelheim. Ella simplemente lo hizo, demostrando con sencillez, que asiendo a un sujeto, este deviene como tal. El autismo es una de las barreras del ser más difíciles de franquear. Es un como si no hubiera nadie. Ese abismo llama, en ocasiones, a la soledad y a la desesperación. En una comunidad en la que se considera la discapacidad como el castigo por una falta moral y como una consecuencia kármica, Buntty Gurung se siente sola. Por eso, hoy quiero hablarles de ella, y permitir que la escuchen. Porque así, siento que, de alguna manera, la acompaño en su titánica empresa de pasos pequeños y logros sutilmente agigantados.
92 92 SALUD
Mª Luisa Balaguer Guilabert Lic. en Psicología y Psicopedagogía
Buntty, usted es maestra, ¿Cómo empezó a trabajar con niños discapacitados? El 20 de Julio de 2002, nació mi hijo a la vez que mi madre se encontraba gravemente enferma de cáncer y no podía ayudarme. Así que debí cuidar de él mientras trabajaba. Se me ocurrió lo maravilloso que sería un lugar en cual cuidar de los niños y ayudar a los padres. Así fue como abrí el centro infantil Children’s Paradise en 2004, inicialmente con 6 alumnos considerados “normales”. Un día, una madre vino con su niña de dos años con una parálisis parcial. Sus piernas y sus manitas no funcionaban correctamente, a pesar de su buen esta-
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