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III. GPSC COMO ENFOQUE PARA SITUACIONES SENSIBLES AL CONTEXTO/CONFLICTO

III.

GPSC COMO ENFOQUE PARA SITUACIONES SENSIBLES AL CONTEXTO/CONFLICTO

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La Gestión de Proyectos Sensible al Contexto/Conflicto (GPSC) es un enfoque estratégico de análisis de una determinada situación que contribuye a un mejor posicionamiento en el espacio en el que se desarrollan las iniciativas de cambio social, atenuando las tensiones sociales y los conflictos a partir de tres aspectos clave: a) profundización del conocimiento sobre el contexto y el conflicto; b) comprensión de la interacción entre el proyecto y el contexto; y c) desarrollo de alternativas y acciones consensuadas y viables que identifiquen y prevengan los riesgos en relación al contexto/conflicto, permitiendo lograr los objetivos trazados, fomentando la resiliencia, promoviendo los derechos humanos, el acceso a la justicia y la interculturalidad en el marco de la Cultura de Paz.

Es una guía que coadyuva al análisis de los Proyectos y Programas (P/P) que no son neutrales y que –en sus diferentes fases de implementación, planificación, monitoreo y evaluación–se desarrollan en contextos frágiles o conflictivos, permitiendo identificar fuentes de tensionamiento y capacidades de paz, posibilitando generar ajustes de los P/P que favorezcan al logro de las metas y los objetivos trazados. También permite formular la estrategia de salida en procura de la consecución de iniciativas de desarrollo públicas y privadas,5 identificando oportunidades y amenazas, generando ajustes que contribuyan al logro de los objetivos.

El eje central de este enfoque es la “Acción sin daño” (Do no Harm), que propone –desde una perspectiva creativa, no violenta y empática– la necesidad de efectuar un análisis contextual como elemento transversal a todo el proceso, en torno a los derechos.

Su aplicación se realiza pensando fundamentalmente en:

i. considerar los factores del contexto (amenazas y oportunidades);

ii. mejorar las relaciones con los actores;

iii. potenciar a los elementos conectores;

iv. atenuar las fuentes de tensionamiento y conflicto;

v. así como valorar los mensajes éticos implícitos o explícitos.

El principio Do no Harm6 implica que, en muchas oportunidades, a través de los proyectos y las acciones, se transmiten mensajes éticos referidos a cómo se entienden los conflictos, cómo se maneja la ayuda, cómo se transfieren los recursos (físicos, humanos, económicos y otros) y cómo –por medio de las acciones institucionales– se pueden fortalecer relaciones de poder y dinámicas que no contribuyen a disminuir el conflicto, sino a exacerbarlo.

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6 Cooperación Suiza en Bolivia, Guía de Gestión de proyectos sensible al contexto / conflicto, noviembre de 2018.

Do no Harm, cuyo significado en castellano es No Hacer Daño.

El procedimiento se basa en la idea de que, en cada conflicto, dependiendo de la situación, existen elementos que separan a las personas (divisores) y otros que las unen (conectores). Un mismo elemento, según las circunstancias, puede ser un divisor o un conector. Entre los conectores figuran todos aquellos aspectos que contienen factores y recursos para unir a las personas y contribuir a un sentimiento de pertenencia y de responsabilidad compartida.

Este planteamiento se enmarca en una propuesta de transformación de conflictos, 7 para lo cual se concentra en primera instancia en el restablecimiento de las relaciones interpersonales a fin de avanzar en la conformación y el fortalecimiento de plataformas humanas que se rijan por la horizontalidad, el respeto, la participación, la inclusión, la diversidad, la comunicación no violenta, la equidad, la imaginación, el pensamiento positivo y constructivo y, sobre todo, estén orientadas por el bien común, permitiendo de esa manera generar transformaciones significativas y sostenibles en el tiempo.8

Otro enfoque fundamental –que alimenta con la teoría y la práctica a los procesos de diálogos– son los derechos humanos porque, históricamente, son producto de un consenso político entre los Estados y un código ético para la humanidad, que trasciende la dimensión meramente legal y, en cuanto tal, su legado más importante se encuentra en su valor simbólico y en su significado para la comunidad internacional en su conjunto, en razón de su vocación universal y su carácter innovador.

De la misma manera, la Cultura de Paz es una contribución que se erige en forma de una convivencia social y cultural que se caracteriza por la vigencia de los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la justicia, el respeto a las diferencias, la democracia, la relación interdependiente con la naturaleza, el desarrollo humano, la superación de la pobreza y la solidaridad, vinculando componentes tanto universales como nacionales.9

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9 Con la finalidad de tener un panorama claro del conflicto, el enfoque de transformación propone mirar más allá de lo visible (los episodios), que implica indagar sobre los patrones de relacionamiento y la historia (el epicentro). A partir de esta mirada en profundidad es posible proponer alternativas de cambio que sean una respuesta oportuna y adecuada a esa realidad.

Documento de soporte técnico de la consultoría Diálogos Ciudadanos y Visiones Compartidas: Acercamiento al Enfoque de Transformación de Conflictos (2019).

Fundación UNIR Bolivia, Proceso de diálogo ciudadano “Construcción de Cultura de Paz” (mayo de 2012).

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