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ALTERNANCIA DE SOMBRAS Y LUCES Pabellones de Baños y Fiestas en Parque Indepedencia. Rosario

Rafael Iglesia

Memoria

El trabajo consistió en proyectar la infraestructura de un parque de diversiones en el Parque de la Independencia de la ciudad de Rosario. Para ello, se diseñaron dos edificios y se amplió otro existente, además del equipamiento urbano y demás instalaciones del predio. Los edificios son pabellones. Uno destinado a sanitarios públicos, oficinas y vestuarios del personal y otro pensado para albergar un salón de fiestas, un bar y un local vidriado para juegos electrónicos. La ampliación del edificio existente fue concebida para que pudiera cumplir la función de depósito del parque.

El primer pabellón se ha emplazado al ingreso del parque. La ubicación de los baños es un tema aparte, ya que siempre se les asigna el lugar más oscuro, cuando no el más sórdido. Recluidos en el peor de los sitios, aquél que solemos identificar como al fondo a la derecha (o izquierda, pero siempre al fondo), no podría decir aquí cuánto hay en esta elec- ción del dictado de la moral o de la cultura, lo cierto es que, ya en los tiempos de Homero, los baños ocupaban su lugar al fondo del salón principal –megaron– y a su derecha, tal como aparecen descriptos en la Odisea. Así las cosas, hemos hecho con ellos una operación que ya aparece en otros trabajos anteriores: sacar a la luz ámbitos que permanecen ocultos asignándoles nuevos lugares. Su localización a la entrada del parque no sólo es una manera de marcar el ingreso sino que expresa nuestra intención de que oficie de linterna en una zona que siempre ha presentado poca iluminación. Se trata de una estructura de hormigón armado cerrada con vidrio, cuyo lenguaje no es más que la propia estructura. Esta estructuración interna permite por un lado, el grado de privacidad que requieren estos ámbitos y por otro, el vidrio translúcido hace visibles las siluetas a través de él y con ello la cir- culación interna, de manera que quien está afuera puede ver si hay alguien en el interior del local. Al mismo tiempo, la luz y el vidrio imprimen color a la fachada. Esta estructuración, además, hace posible la ubicación de los lucernarios en los pliegues de los tabiques que se expresan en la cubierta. El edificio se mantiene de hormigón visto en su exterior tanto como en su interior, buscando contrastar la rusticidad del hormigón y el quebracho colorado de las mesadas con las superficies pulidas y brillantes del vidrio y el acero inoxidable que ofician de espejos que confunden fondo y figura a la manera de Magritte en La condición humana. El segundo pabellón es para fiestas y es un pabellón de troncos pre-moldeados. Cuando visité el lugar, la primera impresión que tuve fue el notable contraste de la luz del día –visible en el cielo– y la sombra cerrada bajo la arboleda que sumía al terreno en una noche imposible, a la manera de las pinturas de Magritte que corresponden a la serie El imperio de las luces. Por otro lado, bajo la masa oscura del follaje de la arboleda, la luz pasa recortada a través de los troncos a la altura humana. Una luz compartimentada, cuyo flujo está sujeto al ritmo que le imprimen los troncos, (tal como se la ve entre las arboledas al costado de la ruta), una luz rasante que parece perseguirnos a través de las líneas verticales de la vegetación. En esa alternancia de sombras y luces está el proyecto. Éste, entonces, plantea una losa que se sostiene sobre unos troncos de quebracho colorado, colocados en el perímetro. La losa simplemente está apoyada y anclada con un tabique en uno de sus extremos. En esta estructura los tabiques divisorios cuelgan del techo para otorgarle más peso y darle a ésta mayor estabilidad. En el interior nada llega al piso, incluso el desagüe de las piletas se detiene unos centímetros antes de llegar al suelo para que el agua pase libremente. Las mesadas, barras y pisos del depósito están acuñados a estos cortinados rígidos de hormigón. Estamos en presencia de lo que comúnmente llamamos una planta libre. La imagen resultante responde a lo pretendido al comienzo: es decir, el edificio desaparece, los troncos se confunden con los árboles y sólo se manifiesta la línea recta de la losa gravitando en la arboleda como única señal de la intervención del hombre. Es decir: el árbol no tapa el bosque. Sin embargo, los troncos han sido cortados en tres lonjas para favorecer su manipulación y con el fin de interrumpir el efecto mimético y mostrar en ellos la huella de la mano humana, porque lo que se pretende no es imitar a la naturaleza (o forzar a la naturaleza a que imite a la arquitectura), sino con- tar qué pasa del otro lado. Otra vez Magritte, pero aquél de Amoríos peligrosos. A pesar de su aspecto artesanal, los troncos pueden ser pensados como columnas pre-moldeadas cuya fabricación ha quedado en manos de la naturaleza. No obstante, con el tiempo los troncos irán perdiendo la corteza para dejar paso al color rojo que el tanino le da a la piel y, más tarde, adquirirá el color plateado que le da el tiempo: las canas, la vejez. Mientras proyectaba este pabellón tuve también muy presente la imagen de los ranchos arreglados para el festejo de un cumpleaños.

Recortada sobre la llanura, la mancha marrón del rancho se transforma con los colores de los globos y las guirnaldas que hacen su trabajo aún en la casa más modesta. Soslayando clases sociales y presupuestos dispares, globos y guirnaldas son, donde quieran que estén, la señal inequívoca del festejo. En conjunto, los dos edificios se presentan contrapuestos. El edificio de los baños está sobre elevado para que su luz asemeje estar suspendida, flotando; el segundo edificio se resume en la presencia firme de los troncos que se levantan desde el suelo, tal como lo hacen las plantas.

Cuando tuvimos que diseñar la señalética observamos que, generalmente, en las señales las figuras se presentan realizando la acción que deben indicar; sin embargo, al llegar a los baños, éstas se mantienen estáticas y sólo se distinguen por el género. De allí que, siguiendo la lógica de la acción a graficar, hemos optado por dejarlas hacer lo que necesitan hacer.

En cuanto al equipamiento se han diseñado bancos que sólo son unos durmientes zunchados con cintas de embalaje que se colocaron entre los árboles y una sillas de hormigón que son una reconceptualización de un modelo hecho en Barcelona al cual le hemos desplazado el apoyo para hacerla más cómoda.

Datos

La obra se denomina Parque de Diversiones en un predio de 3 hectáreas dentro del Parque Independencia de Rosario. El arquitecto fue Rafael Iglesia siendo arquitecto colaborador J.J.Dapello además de otros colaboradores como el arquitecto G. Castiglione, el ingeniero R. Osela y los señores A.Barton, G. Farias y L. Villanueva. El cálculo estructural los realizaron l@s ingenier@s Rita Campodónico y Roberto Paloma.

Se proyectó y construyó entre 2002 y 2003. Las fotografías son de Gustavo Frittegotto.

Opinión

La obra de Rafael Iglesia, truncada por su prematura muerte (considerando la bastante habitual larga duración de los arquitectos), merece un continuo análisis aun después de las más de dos décadas transcurridas en algunas de ellas, revisión que empezamos en nuestro MAR anterior con la Casa de la Cruz. Esta revisita para difundir y volver a discutir las novedades proyectuales del complejo experimentalismo desplegado por El Rafa decanta en esta ocasión en los dos pabellones –de Baños y de Fiestas– que proyectara y construyera en el muy céntrico Parque Independencia al inicio de este siglo. Se trata de dos experimentos diferentes pero consonantes, casi un ejercicio demostrativo de alternativas para diseñar cajas de usos o complejos contenedores de diferentes relaciones lleno/vacío, exterior/interior, figura/ fondo que como su autor lo consigna en su memoria (otra pieza de escritura arquitectónica de densidad conceptual para nada

ARQUITECTURA-CIUDAD

habitual en las memorias piadosamente llamadas descriptivas, lo que en general significa que se escriben para repetir cosas que podrían leerse con los planos): En conjunto, los dos edificios se presentan contrapuestos. El edificio de los baños está sobre elevado para que su luz asemeje estar suspendido, flotando; el segundo edificio se resume en la presencia firme de los troncos que se levantan desde el suelo, tal como lo hacen las plantas. Son dos operaciones diferentes que dialogan: los baños como una caja translúcida iluminada y en que se adivinan las siluetas de los usuarios, que además levita despegada del suelo y la reservada para fiestas como un implante de un pequeño bosque artificial, en la alineación de esas columnas hechas con troncos, sin embargo aserrados y manifestando una intención de des-naturalizarlos. Con los baños su autor hasta recurre a citas homéricas que refieren a los sanitarios como aquello que debe ocultarse (al fondo a la derecha…) para situar su intención proyectual en línea con torcer ese anonimato habitual y hacerlos muy pregnantes, presentes y evidentes, como lo indica en la memoria: sacar a la luz ámbitos que permanecen ocultos asignándoles nuevos lugares. Su localización a la entrada del parque no sólo es una manera de marcar el ingreso sino que expresa nuestra intención de que oficie de linterna en una zona que siempre ha presentado poca iluminación. Más que un lugar a disimular ahora el asunto se presenta como una linterna, un foco de relevancia, construido de una manera cuasi lujosa (asi definida: estructura de hormigón armado cerrada con vidrio, cuyo lenguaje no es más que la propia estructura) que destinará a la resolución de esta pieza normalmente subsidiaria con toda la potencia expresiva y compositiva que Iglesia reservaba para su arquitectura más relevante y asi lo dice, incluso comparando su proceder con técnicas plásticas de imbricación de figura/fondo operadas por el surrealista belga Magritte:

El edificio se mantiene de hormigón visto en su exterior tanto como en su interior, buscando contrastar la rusticidad del hormigón y el quebracho colorado de las mesadas con las superficies pulidas y brillantes del vidrio y el acero inoxidable que ofician de espejos que confunden fondo y figura a la manera de Magritte en La condición humana. Los baños iglesianos (como también ocurriera con proyectos aparentemente menores como una escalera o un quincho) reciben de su autor el resultado de sus investigaciones más ambiciosas en la relación material-expresión con el vidrio, el metal, el hormigón o la madera ennobleciendo el trabajo de proyecto.

Asi como el pabellón sanitario resulta resignificado y convertido en protagónico, el otro volumen también recibirá un tratamiento singular especial para acogerlo tanto a la naturaleza funcional y simbólica de sus usos (un sitio para celebraciones) cuanto al interés en insertarlo en el entorno paisajístico del parque.

Por empezar disponiendo una neta cubierta de hormigón que queda sostenida por una alineación de columnas-troncos, en que estos están segmentados en varias tablas que reconstruyen la sección original pero disolviéndose en un juego de lleno/vacio que RI evoca o describe del siguiente modo: Una luz compartimentada, cuyo flujo está sujeto al ritmo que le imprimen los troncos, (tal como se la ve entre las arboledas al costado de la ruta), una luz rasante que parece perseguirnos a través de las líneas verticales de la vegetación. En esa alternancia de sombras y luces está el proyecto.

Pequeña apelación a la percepción cinética de las líneas de arboledas que se visualizan cuando el sujeto se mueve, como en las miradas del paisaje lindero que se expresa al borde de rutas arboladas.

Pero también este pabellón será depositario de investigaciones iglesianas sobre el recurrente tema de la tectónica y su negación o desafio que prácticamente se repite en toda su obra y que lo lleva en este caso a colgar todo lo físico y pesado del sitio (cortinados rígidos de hormigón) aumentando la carga de la losa apoyada en las columnas compuestas y a la vez liberando el anclaje al suelo de todas esas piezas que cuelgan y que asi contribuyen a definir de modo literal eso que la modernidad supo llamar planta libre: En esta estructura los tabiques divisorios cuelgan del techo para otorgarle más peso y darle a ésta mayor estabilidad. En el interior nada llega al piso, incluso el desagüe de las piletas se detiene unos centímetros antes de llegar al suelo para que el agua pase libremente. Las mesadas, barras y pisos del depósito están acuñados a estos cortinados rígidos de hormigón. Estamos en presencia de lo que comúnmente llamamos una planta libre.

Se trata de desarrollar una construcción de puro techo, definidor de un lugar semiprotegido, pero que se presenta como un exterior acondicionado levemente (para dar sombra o protección frente a la lluvia) cuya intención es asegurar una fiesta en el continuo paisajístico del parque y no en un recinto delimitado y asi lo escribe: el edificio desaparece, los troncos se confunden con los árboles y sólo se manifiesta la línea recta de la losa gravitando en la arboleda como única señal de la intervención del hombre. Es decir: el árbol no tapa el bosque. Con lo cuál nos encontramos con algunos de los aspectos de tensión que alimenta toda la tradición teórico-conceptual del pensamiento proyectual de Iglesia; es decir tensión entre cultura y naturaleza, entre acondicionamento y lugar, entre proyecto y paisaje.

Tensión o dialéctica que se expresa en operar proyectualmente piezas de factura natural (las columnas aserradas y colocadas rearmando el tronco original, ahora con estrías de espacio-luz) que se hacen artificiales o culturales al ser manipuladas: A pesar de su aspecto artesanal, los troncos pueden ser pensados como columnas pre-moldeadas cuya fabricación ha quedado en manos de la naturaleza.

Y esa dialéctica también atraviesa el espesor cultural de como diseñar un espacio de juego y recreación para lo cuál Rafael recurre a utilizar imágenes que su memoria retenía y que venían de expresiones populares, como se advierte en este otro tramo significativo de su memoria: Mientras proyectaba este pabellón tuve también muy presente la imagen de los ranchos arreglados para el festejo de un cumpleaños. Recortada sobre la llanura, la mancha marrón del rancho se trans- forma con los colores de los globos y las guirnaldas que hacen su trabajo aún en la casa más modesta. Soslayando clases sociales y presupuestos dispares, globos y guirnaldas son, donde quieran que estén, la señal inequívoca del festejo.

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