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CONTENEDOR DE SALUD Sede de Atención Ambulatoria Hospital Privado de Comunidad. Mar del Plata

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Instrucciones para

Instrucciones para

Eduardo Agüero, Martín Marcenaro, Marcelo Dorzi, Leonardo Jáuregui, Leandro Zapata y Gustavo Gómez Jones

Memoria

Como estudio de arquitectura Agüero&Marcenaro es la primera vez que asumimos el desafío de proyectar y dirigir un edificio dedicado a la atención primaria de salud, que será visitado por cientos de personas diariamente y que además representa a la mayor institución dedicada a la atención médica de la ciudad. Recibimos el encargo en plena etapa de aislamiento obligatorio con motivo de la pandemia de Covid 19, marco de una crisis sanitaria que nos obligaba a repensar infinidad de aspectos de nuestra vida cotidiana.Para llevar adelante esta tarea conformamos un equipo de trabajo asociados con Marcelo Dorzi, Leonardo Jáuregui, Leandro Zapata y Gustavo Gómez Jones.

La Fundación Médica Mar del Plata, entidad creada en el año 1965 y que desde el año 1971 administra el Hospital Privado de Comunidad asiste hoy a casi un cuarto de la población marplatense con cobertura social. En la misma se desempeñan casi 1.500 colaboradores y profesionales de la salud distribuidos en 6 centros de atención.

El edificio en cuestión viene a reemplazar, aunque triplicando su capacidad, las instalaciones que hasta principios del año en curso estaban ubicadas sobre la calle Güemes. La Fundación tiene una estructura interna muy horizontal en cuanto a sus recursos humanos, lo que para nosotros significó trabajar con múltiples clientes, todos con capacidad de decisión. A la hora del armado del programa de necesidades, debíamos ir recabando información, no solo de las distintas especialidades médicas, sino de las áreas de mantenimiento, recursos humanos, marketing y comunicación institucional, informática, enfermería y administración entre otras. Esto nos llevó a desarrollar nuevas estrategias para escuchar y tomar decisiones, que de todas formas podían ir cambiando a lo largo de la obra.

La obra se ubica en un predio que tiene un frente de 17.32 mts, sobre calle Gascón y un fondo de 43.30 mts. Se encuentra a 50 metros del centro comercial a cielo abierto de calle Güemes El sector tiene un importante flujo de tránsito peatonal durante toda la semana y todos los meses del año. Además, es un área muy bien servida por el transporte público de pasajeros y con una variada gama de servicios que van desde el comercio minorista, hasta hotelería.

El programa de necesidades está constituido por 38 consultorios médicos para estudios técnicos y de imágenes, área de

Datos

Las fotos son de Obralinda. Cálculo estructu- ral Arquitecto Fernando Redivo e Ingeniero

Juan Pablo Sanmartano. Asesores eléctricos

Consorti y Silva, Instalaciones Sanitarias

Arquitecto Adrián Pozzobon, Instalaciones

Termomecánicas Boreas, Instalaciones contra incendio Ingeniero Juan Pablo Vignolo, Inte- riorismo Agostina Castro San Martín. Asesores internos del HPC Ingeniero Juan Pablo Lahos y Arquitecto José Luis Castorina. recepción, salas de espera con espacio para 4 personas por consultorio, y servicios como vestuarios de personal, áreas técnicas, sectores para enfermería, depósitos, sanitarios públicos y propios de cada consultorio. Además cocheras en el subsuelo y una planta de remate destinada íntegramente a actividades de capacitación, sociales y culturales. También debíamos resolver en un sector de planta baja y subsuelo el laboratorio de análisis clínicos, con un funcionamiento totalmente independiente. Nuestra primera certeza, fue que teníamos que idear un edificio flexible, adaptable a los cambios de usos y de requerimientos tecnológicos. También nos dimos cuenta desde un comienzo, que el programa de necesidades requerido, se veía algo comprimido por las condiciones reglamentarias del terreno, ubicado en un distrito urbano de media densidad, que privilegia el uso residencial. Esta condición nos llevó a pensar desde un principio en proyectar un subsuelo denso, con múltiples funciones, para no exceder la volumetría reglamentaria. Por otra parte, el ambiente pandémico imperante, nos llevaba a imaginar muchos espacios al aire libre. Teníamos presentes las historias estudiadas en época de facultad, sobre Alvar Aalto en Paimio, en tiempos de la epidemia de tuberculosis. Las imágenes en blanco y negro, de esas terrazas con camas al aire libre, eran parte de nuestro imaginario.

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Otra idea originaria, era que el edificio debía implantarse con una actitud respetuosa con su entorno inmediato, lindando con la sede de la Universidad Caece y con una casa, donde al momento del proyecto funcionaba la Escuela de Gastronomía, hoy demolida y donde irá un futuro edificio. Clara demostración, que no solo nuestro encargo trataba de resolver un programa de necesidades cambiantes, sino que hasta el entorno demostró la misma condición.

Comenzamos a imaginar, en las primeras reuniones de proyecto, un gran contenedor, especie de cubo de medianera a medianera, soportado por una estructura de hormigón armado de luces homogéneas. Si bien en los primeros esquemas, este volumen tenía una importante cantidad de vacíos, las exigencias programáticas fueron llevándonos a ir macizándolo, dejando sólo una comunicación espacial vertical en torno a la escalera abierta. Pensábamos desde un comienzo que este cubo tendría similares proporciones de ancho, profundidad y altura, y este postulado se verificó a lo largo del proceso, dada la necesidad que teníamos de aprovechar al máximo el volumen edificable de acuerdo a la normativa municipal.

En cuanto a la implantación, siempre lo pensamos algo retirado del frente como gesto de respeto hacia el edificio ladrillero de la universidad Caece. Única referencia inmediata dotada de un grado cierto de permanencia, a la luz de la suerte corrida por el chalet que albergaba a la escuela de gastronomía. Los primeros bosquejos en planta, marcaban la necesidad de un retranqueo que marcara el acceso, más precisamente los accesos al centro de atención médica y a los laboratorios de análisis clínicos situados en planta baja. También la necesidad de dos núcleos de circulaciones verticales, uno público con un ascensor y una escalera abierta, que invite a usarla, y otro de uso médico, asociado a una tira de servicios y al acceso vehicular. Otra idea inicial fuerte, fue el corte del edificio, con una ocupación intensiva del subsuelo, una planta baja transparente y que rematara en una plaza interior, y una sucesión de pisos superiores más bien repetitivos. En estos niveles superiores, comenzamos a imaginar horadaciones, que albergaran esperas cambiantes, tanto en espacios interiores como en terrazas exteriores, una vez más imbuidos del clima que se vivía en la parte más dura de la pandemia. La incorporación del subsuelo con consultorios y patios ingleses, colaboró para acentuar el atrio de accesos, despegado de la medianera por un patio con árboles que vienen desde el nivel inferior. Esto sumado a la doble altura le da al ingreso la importancia que creemos necesaria.

En todo el proceso de diseño, al cubo siempre lo imaginábamos recubierto por un juego de dobles pieles, tanto al frente como al contra frente.

Planos absolutamente vidriados como primera piel, sistemas de parasoles como piel exterior, y entre medio, balcones corridos. Protegiendo del clima los lugares de uso, a la vez de garantizar ventilaciones naturales, y circulaciones semi cubiertas alternativas entre consultorios. Luego de conversaciones con nuestros clientes, se definió solo preservar esta idea en el frente que da a la plaza interior, y reemplazar la fachada a Gascón por un frente vidriado más tradicional. Solo cuando nuestros clientes pudieron ver un edificio recubierto en vidrio, lograron visualizarlo y sentirse identificados.

En cuanto a las funciones, comenzamos imaginando un uso intensivo del subsuelo, destinado principalmente a pediatría. Así es como la plaza inclinada en el corazón de la manzana, estaba unida por unas escalinatas que la conectaban con el interior, actuando como lugar de juegos y espera de esta especialidad. La planta baja sería bien transparente y libre de consultorios, y el resto de las especialidades se distribuirían en los pisos superiores. Esto fue cambiando en el proceso por pedidos de los clientes, y pediatría pasó a planta baja. A nuestro criterio se perdieron ciertas condiciones espaciales, pero el contenedor imaginado desde un principio, terminó dando pruebas de su versatilidad.

Al tener un uso intensivo del subsuelo, planta baja y primer piso, se logra que gran parte del movimiento de los usuarios se pueda resolver por escaleras. En planta baja y subsuelo también se desarrolla el laboratorio de análisis clínicos, resolviendo esta actividad con total independencia funcional del resto del edificio. Los pisos superiores alternan áreas específicas como cardiología o dermatología, con consultorios genéricos para distintas especialidades. El edificio tiene unas condiciones de iluminación y ventilación natural que superan ampliamente los estándares hasta hoy manejados por todas las instituciones de salud de la ciudad.

La plaza verde proyectada en el pulmón de manzana, tiene también por objeto generar superficies absorbentes que mitiguen los efectos de las lluvias torrenciales sobre el sistema de desagüe pluvial, de un sector de la ciudad que supo sufrir muchas inundaciones en este tipo de eventos.

Acostumbrados los estudios asociados a realizar una producción volcada principalmente a la vivienda (tanto individual como de propiedad horizontal), este edificio supone un desafío de otro orden. Confiamos en que tendrá un uso muy intenso y que de a poco se irá insertando silenciosamente en la memoria de la comunidad.

Opinión

Este proyecto arranca en su definición, de una implantación muy interesante (un lote urbano grande de 17x43 en una zona de nueva centralidad en MDP, el área Güemes) ensamblada con un programa denso (38 consultorios, sus esperas y muchos servicios adicionales, como laboratorio) que ponía a prueba la edificabilidad permitida para esa zona y predio. Ello sumado a la necesidad cada vez más imperiosa de diseñar equipamientos con la mayor capacidad de adaptación a los cambios tecno-funcionales cada más acelerados que los avances de las terapéuticas medicinales están deparando y que se acrecentrará en futuros próximos. De allí que los autores indican que nuestra primera certeza, fue que teníamos que idear un edificio flexible, adapta- ble a los cambios de usos y de requerimientos tecnológicos. También nos dimos cuenta desde un comienzo, que el programa de necesidades requerido, se veía algo comprimido por las condiciones reglamentarias del terreno, ubicado en un distrito urbano de media densidad, que privilegia el uso residencial. Esta condición nos llevó a pensar desde un principio en proyectar un subsuelo denso, con múltiples funciones, para no exceder la volumetría reglamentaria. Allí se evidencian factores centrales del proyecto como enfocar un esquema flexible y adaptable a cambios y cierta constatación de que el programa requerido exigía un aprovechamiento máximo de la edificabilidad permitida y que ello probablemente iba a impactar en las intenciones de proponer una espacialidad conectiva generosa. Lo cuál incidió en la decisión de operar con un gran contenedor cúbico de tres dimensiones equivalentes y en un trabajo que iba a ser detallado escalarmente para conseguir el mejor corte posible, en el sentido de maximizar condiciones de espacialidad interna.

Y asi señalan que comenzamos a imaginar, en las primeras reuniones de proyecto, un gran contenedor, especie de cubo de medianera a medianera, soportado por una estructura de hormigón armado de luces homogéneas. Si bien en los primeros esquemas, este volumen tenía una importante cantidad de vacíos, las exigencias programáticas fueron llevándonos a ir macizándolo, dejando solo una comunicación espacial vertical en torno a la escalera abierta. La decisión de operar un cubo, de plantear una caja estructural regular que acogiera la diversidad y complejidad del programa tratando de conseguir el mayor espacio co- nectivo posible permitía además, mediante la opción de retiro frontal no solo el ofrecer un abra urbana mas generosa para la cantidad de público que usaría este edificio sino además, proveer un gesto proyectual sensible en contextualizarse con el lindero edificio de la Universidad Caece (relevante obra del estudio

Mariani-Pérez Maraviglia-Cañadas) tal como lo reconocen los proyectistas:

En cuanto a la implantación, siempre lo pensamos algo retirado del frente como gesto de respeto hacia el edificio ladrillero de la Universidad Caece. El avance del proyecto debió matizar la envergadura del programa –que requería muchos metros– con la idea básica de acomodar el mismo dentro del prisma máximo que permitía la codificación pero aspirando a conseguir más alternativas espaciales que las surgidas de una mera acumulación de pisos de ocupación completa, según lo indican en su memoria los proyectistas alrededor de ideas como trabajar una planta baja más bien libre así como conectada a un retiro de fondo que se viera como una plaza:

Otra idea inicial fuerte, fue el corte del edificio, con una ocupación intensiva del subsuelo, una planta baja transparente y que rematara en una plaza interior, y una sucesión de pisos superiores más bien repetitivos. En estos niveles superiores, comenzamos a imaginar horadaciones, que albergaran esperas cambiantes, tanto en espacios interiores como en terrazas exteriores.

Esa búsqueda dirigida a maximizar posibilidades de generación de espacios libres, transparentes y que esponjaran la densidad

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requerida por el metraje programado dio paso a un proceso de proyecto en el cuál cobra interés tratar de obtener recursos como los emergentes de usar el motivo del patio inglés en subsuelo o la búsqueda inherente a darle espacialidad al atrio de acceso como lo indican en su memoria:

La incorporación del subsuelo con consultorios y patios ingleses, colaboró para acentuar el atrio de accesos, despegado de la medianera por un patio con árboles que vienen desde el nivel inferior. Esto sumado a la doble altura le da al ingreso la importancia que creemos necesaria.

En cuanto al proceso de generación de la piel del cubo –o la definición de la cualidad del cerramiento– en principio se previó con el recurso de una envolvente compleja basada en un paramento interior transparente debajo de otro con parasoles de sombreo, pero como también observan en su memoria, esta definición –por razones de presupuesto– sólo se pudo mantener en la fachada de contrafrente, lo cuál se acopló adecuadamente al tratamiento paisajístico del patio-parque posterior, como también se observa en un pasaje de su memoria:

En todo el proceso de diseño, al cubo siempre lo imaginábamos recubierto por un juego de dobles pieles, tanto al frente como al contrafrente. Planos absolutamente vidriados como primera piel, sistemas de parasoles como piel exterior, y entre medio, balcones corridos.

Protegiendo del clima los lugares de uso, a la vez de garantizar ventilaciones naturales, y circulaciones semi cubiertas alternativas entre consultorios. Luego de largas discusiones con nuestros clientes, logramos solo preservar esta idea en el frente que da a la plaza interior, y reemplazar la fachada a Gascón por un frente vidriado más tradicional. En resumen es altamente valorable este desarrollo de un complejo programa de salud ocupando un contenedor regularizado y transparente tal que la solución obtenida –después de las variadas contingencias de adaptación de las exigencias de dicho programa que los autores describen en su memoria- maximiza una espacialidad que trata de ir mas allá de proveer puros espacios conectivos y de circulación así como engendrar motivos paisajísticos interesantes en la plaza posterior y en el ensamble espacial del subsuelo con la planta baja. También proponer una sana operación de contextualización con el entorno barrial, tan pujante del área Güemes, tanto como, en la articulación inmediata con el célebre edificio lindero, haciendo que la calidad urbana pueda depender del diálogo entre buenas piezas de arquitectura a lo largo del tiempo y de la diversidad de usos.

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