Manifiesto Fundación Basura

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Manifiesto Fundación Basura

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First Edition. PRIMERA EDICIÓN 2020 SANTIAGO, CHILE

EQUIPO Carlos Molina Macarena Guajardo Agoustin Raboulle Karina Arteaga Belén Contador Johan Glad

www.fundacionbasura.org

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Índice Manifiesto ..................................................................................................................... 1 Introducción .................................................................................................................. 3 La Basura no Existe ........................................................................................................ 4 Crisis Climática y Ecológica ............................................................................................. 6 Biocentrismo ................................................................................................................. 8 Elementos v/s Recursos Naturales ............................................................................... 10 Buen Vivir.................................................................................................................... 12 Género y Crisis Climática.............................................................................................. 14 Basura Cero ................................................................................................................. 16 Prevenir, prevenir, prevenir ......................................................................................... 18 No a la Incineración ..................................................................................................... 20 Aguafiestas.................................................................................................................. 22 Bibliografía .................................................................................................................. 23

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Introducción Los seres humanos somos seres sociales. Las ideas y reflexiones son aquellas cosas que compartimos para presentarnos, para dar a conocer nuestra visión del mundo y, con ello, permitir a otras personas comprender por qué hacemos lo que hacemos. Este manifiesto es una manera de explicar, con fundamentos profundos y argumentos científicos, por qué consideramos necesaria la existencia misma de esta organización y las razones que dan sustento y respaldo a nuestras acciones. El manifiesto contiene 10 principios que son la base de nuestro quehacer como organización y, manifiestan el pensar de las personas que la componen. Estos principios fueron estipulados de manera conjunta por parte del equipo de la fundación y validados en una asamblea junto a miembros del directorio, colaboradores y miembros de la Comunidad Basura Cero. Por eso, hacemos el llamado general a compartir y apropiarse de nuestros pilares para una transformación social en cuanto a nuestro rol como seres humanos dentro del planeta tierra, y a ser aguafiestas si es necesario, ya que al igual que ustedes leyendo este manifiesto, las personas de esta organización amamos al ser humano y a todas las especies que habitan el hermoso planeta en el que convivimos, por ende, compartir este manifiesto, es también compartir una manera de ver y vivir la vida.

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La Basura no Existe Para dar a entender nuestra propuesta sobre la inexistencia de la basura podemos comenzar internalizando el concepto de “Ciclo Biogeoquímico”. El Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno del Niño (CIIFEN) define un ciclo biogeoquímico como: “La deriva del movimiento cíclico de los elementos que forman los organismos biológicos (bio) y el ambiente geológico (geo) en donde interviene un cambio químico. Gracias a los ciclos biogeoquímicos, los elementos se encuentran disponibles para ser usados una y otra vez por otros organismos; sin estos ciclos los seres vivos se podrían extinguir, por esto son muy importantes. Estos son procesos naturales que reciclan elementos en diferentes formas químicas desde el medio ambiente hacia los organismos, y luego a la inversa. Agua, carbono, oxígeno, nitrógeno, fósforo y otros elementos recorren estos ciclos, conectando los componentes vivos y no vivos de la Tierra.” La tierra es un sistema cerrado donde no entra ni sale materia. Las sustancias utilizadas por los organismos no se "pierden" aunque pueden llegar a sitios donde resultan inaccesibles para los organismos por un largo período. Sin embargo, casi siempre la materia se reutiliza y a menudo circula varias veces, tanto dentro de los ecosistemas como fuera de ellos. 1 Siguiendo la definición planteada de los ciclos biogeoquímicos, indispensables para la presencia de la vida en la tierra, podemos observar que en los procesos naturales no existe “algo que no sirva”, es decir, no existe naturalmente algo que pueda ser denominado como “basura”. En la Naturaleza todo puede ser reutilizado o revalorizado, ya sea en forma de vida o de nutrientes para la generación de nueva vida, manteniéndose un constante ciclo de movimiento y transformación natural. Los elementos de un cuerpo en descomposición regresarán rápidamente a una nueva vida, mientras que, por ejemplo, los minerales que se erosionan de las rocas en un río se transportan al mar para ser sedimentados en el lecho marino, pudiendo eventualmente incorporarse a una entidad viviente. Toda la vida ha evolucionado para ser tan eficiente como sea posible; las especies se adaptan y responden a los cambios en su entorno constantemente, llegando incluso a hacer uso de la energía disponible en cualquier forma. (Weathers, Strayer, Likens 2013) Como ya mencionamos, la basura no es algo que aparezca o que sea generado naturalmente, es decir, su origen es únicamente antropogénica. “La basura es el resultado de la actividad humana doméstica, comercial o industrial, la cual se la considera de valor igual a cero por el desechado. No necesariamente debe ser odorífica, repugnante; eso depende del origen y composición de esta.” (Say Chamán, 1989) Vemos así, que la basura no es más que el desecho de recursos bajo una concepción en donde dicho recurso posee un valor igual a cero luego de su uso. Para la fundación, esta estructura de pensamiento está directamente relacionada con el sistema de producción industrial y su nula

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Párrafo propuesto por el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno del Niño (CIIFEN). Recuperado de: http://www.ciifen.org/index.php?option=com_content&view=article&id=580:ciclosbiogeoquimicos&catid=98&Itemid=131&lang=es

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Manifiesto Fundación Basura 2020 integración de los efectos derivados en su proceso, la irresponsabilidad en el consumo de la sociedad y de la cultura de lo desechable. “Como sabemos, la civilización del capital no solo busca ganancias sin fin, sino que las necesita para subsistir. Acumula explotando la mano de obra y la Naturaleza. Acumula fomentando un proceso sostenido cada vez más en el crecimiento económico permanente, en el consumo desbocado y en el masivo desperdicio. (…) Ese modelo dominante de crecimiento infinito, ha roto el equilibrio interno de la Naturaleza, en donde el residuo de una actividad productiva podría ser el recurso para otro uso provechoso para la vida. De esta manera, no solo se acumulan desperdicios, sino que se desperdician recursos. El nacimiento de esta barbarie se plasmó cuando a la Naturaleza se le despojó de su poder generador y regenerador, cuando pasó a ser un conglomerado de materias primas mercantilizables, no simplemente subordinada al ser humano, sino a la voracidad del capital.” (Acosta, Martinez, 2017). Como se aprecia en el párrafo anterior, se plantea que el estilo de vida del ser humano y la forma de producción a macro escala presente en la sociedad, son en gran parte factores causantes de la pérdida del carácter generador y regenerador de la naturaleza. El concepto de “basura” nace directamente de lo anterior, ya que debido al actuar y a la concepción que tenemos los seres humanos sobre los elementos y/o recursos de los que disponemos, se ha desfigurado el ciclo natural de reinserción y revaloración de estos, creando materiales como el plástico, el cual demora demasiado tiempo en degradarse y que además está compuesto por una aleación de elementos potencialmente tóxicos para distintos organismos, incapaces de ser reintroducidos en los ciclos naturales debido al daño que pueden producir, e inhibiendo a su vez la realimentación de nuevos ciclos biogeoquímicos. Creemos necesario expandir la concepción de que la basura no existe, y que a lo que denominamos basura no es más que lo que las personas botan o desechan sin que se aproveche de una manera óptima. “Es claro que el manejo que la gente le dé a los residuos es lo que los convierte en basura, lo que para una persona es residuo para otra puede ser materia útil.” (Moreno & Rincón, 2009). Nuestra especie simplemente ha decidido crear el concepto de “basura” para denominar a aquellas cosas frente a las cuales no ha encontrado solución. Lo positivo es que está en nuestras mentes y en nuestras manos, dejar de generarla. Proponemos así, que es momento de adaptarnos como especie y encontrar soluciones para eliminar de nuestro vocabulario el concepto de “basura” y habitar un mundo nuevo, donde la basura no existe.

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Crisis Climática y Ecológica Es probable que más de alguna vez hayamos escuchado conceptos como Cambio Climático o Calentamiento Global. Muchas veces, y de manera errónea, estos conceptos suelen confundirse y tomarse como sinónimos. Así mismo, no debemos confundir los conceptos Cambio Climático y Crisis Climática, ya que éste último no hace alusión solamente a las causas físicas o biológicas del cambio en el clima y sus efectos, sino que la intención al utilizar este concepto es precisamente entender los efectos del Cambio Climático como una situación producida por el ser humano en donde las consecuencias nos afectan directamente como especie, por ende, es deber de la humanidad buscar respuestas y hacerse cargo de los efectos de este fenómeno. En palabras de Anahí Urquiza, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, “Cuando hablamos de Cambio Climático, estamos desde una postura mucho más escéptica en el sentido de observar transformaciones en el clima, en cambio cuando hablamos de crisis climática, referimos al problema y las consecuencias que eso tiene para nosotros como humanidad.” (Palma, F., 2019). Por su parte, la Crisis Ecológica tiene un trasfondo similar a la Crisis Climática, ya que también deriva del Cambio Climático antropogénico y de sus efectos sobre los sistemas naturales y las distintas especies pobladoras del planeta tierra, incluyendo al ser humano. Al respecto, Nicolás Martín enuncia lo siguiente: “Nuestro sistema de vida está fuertemente impregnado de las características de nuestro modelo económico: desarrollista, basado en el optimismo tecnológico, en la creencia en un crecimiento ilimitado, y apoyado en una arrogante concepción antropocéntrica de las relaciones de los seres humanos con el medio. La crisis ecológica, de ámbito planetario y de trascendencia generacional, a la que ha conducido este modelo, obliga a su propio cuestionamiento, toda vez que, siendo responsable de la degradación del medio natural, sanciona al mismo tiempo la profunda desigualdad entre los pueblos de la Tierra, obligando a las poblaciones más empobrecidas a sobreexplotar recursos que luego son consumidos de manera irresponsable en nuestros mercados... pero sin que ellos salgan de la pobreza.” (Martin Sosa, N., 1998). Si bien cuando hablamos de crisis climática y ecológica no nos referimos al concepto de Cambio Climático como tal, es indispensable reconocer que dicho proceso es el principal motor y causante de ambas. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático define en su Artículo 1 lo siguiente, “Por "cambio climático" se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables.” (Naciones Unidas, 1992). Para muchos/as investigadores/as nos encontramos en un momento decisivo para afrontar el cambio climático, señalado como el mayor desafío de nuestro tiempo. Este fenómeno ha producido y seguirá produciendo enormes transformaciones, desde cambiantes pautas meteorológicas que amenazan la producción de alimentos; hasta el aumento de eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones, aluviones, entre otros. Los efectos del cambio climático nos afectan de manera transversal. Si no se toman medidas drásticas desde ya, será mucho más difícil y costoso adaptarse a sus efectos en el futuro. 2 2

Información proporcionada por la página web de la Naciones Unidas con respecto al Cambio Climático. Recuperada de: https://www.un.org/es/sections/issues-depth/climate-change/index.html

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Manifiesto Fundación Basura 2020 En esta misma línea el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señala que “Las emisiones antropógenos de gases de efecto invernadero han aumentado desde la era preindustrial, en gran medida como resultado del crecimiento económico y demográfico. De 2000 a 2010 las emisiones registraron un máximo histórico. Las emisiones históricas han hecho que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso alcancen niveles sin precedentes en como mínimo los últimos 800.000 años, lo que ha dado lugar a un secuestro de energía por el sistema climático.” (IPCC, 2014). Por lo tanto, podemos observar que los efectos del Cambio Climático no van en disminución, sino que todo lo contrario, han ido en aumento en las últimas décadas debido a las diferentes actividades humanas como la alimentación, industria, producción de energía, movilización, sobreconsumo, sobreproducción, entre otras. “Cada vez es más claro que el paradigma dominante del crecimiento económico es uno de los obstáculos más significativos a un esfuerzo global serio de tratar el cambio climático. Pero este paradigma desestabilizador y fundamentalista del crecimiento-consumo es en sí mismo más un efecto que una causa. El problema central, que se vuelve cada vez más evidente, es un modo de producción cuya dinámica principal es la transformación de la naturaleza viva en bienes muertos, creando un desperdicio tremendo en el proceso. El piloto de este proceso es el consumo –o más adecuadamente sobre-consumo. Y la motivación es la ganancia o acumulación de capital.” (Bello W.F., 2012). La importancia de este extracto es señalar al sobreconsumo como un gran desestabilizador en cuanto al Cambio Climático, y además exponer la idea de que nuestros hábitos y actividades como especie humana son fundamentales para la confrontación de la Crisis Climática y Ecológica. Como hemos señalado a lo largo de este principio, el Cambio Climático y la Crisis Climática y Ecológica tienen su causa central en el ser humano. En este sentido, señalamos que, la sobreproducción, nuestros hábitos de consumo y la forma en que generamos y disponemos residuos han producido un desequilibrio en nuestro entorno, el medio ambiente y nuestra salud. En esta misma línea, el Banco Mundial señala que los desechos constituyen un desafío amplio que afecta la salud humana y los medios de subsistencia, el medio ambiente y la prosperidad. (Banco Mundial, 2018). Visibilizar la Crisis Climática y Ecológica, transformar los paradigmas del pasado y configurar una relación respetuosa entre medio ambiente y sociedad, es fundamental. En nuestras manos está la posibilidad de afrontar y encontrar respuesta a estas crisis, por lo tanto, nos acogemos al llamado de una comunidad de más de 11 mil científicos/as que han declarado emergencia climática.

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Biocentrismo El planeta ha pasado, pues, del templado Holoceno – una época geológica que duró más de 10.000 años y conoció el desarrollo de las civilizaciones agrícolas y urbanas – al turbulento y probablemente catastrófico Antropoceno (del griego anthropos, hombre), la primera era condicionada por la actividad humana. Puede afirmarse que esa transformación se operó a partir de 1945 (con nuestra entrada a la era nuclear), pero sin duda empezó mucho antes, hacia finales del siglo XVIII, cuando la Revolución Industrial alteró de modo significativo la manera en que el ser humano se relaciona con el ecosistema en el que vive. (UNESCO, 2011). Esta información, presentada en una revista de la UNESCO el año 2011, nos propone una definición del Antropoceno y además nos plantea cómo el ser humano ha desatendido y desfigurado su relación con la naturaleza. En dicha relación se puede entender a la naturaleza como la fuente de recursos para el cumplimiento de los deseos y necesidades del ser humano, sin considerar el efecto que tiene este exacerbado aprovechamiento en ella y en las demás especies con las que cohabitamos. Así, la naturaleza es concebida como un conjunto de objetos que son valorados en función de las personas. Los valores son brindados por el ser humano, y sus expresiones más comunes son, por ejemplo, la asignación de un valor económico a algunos recursos naturales o la adjudicación de derechos de propiedad sobre espacios verdes. Esta es la postura antropocéntrica donde la Naturaleza no tiene derechos propios, sino que estos residen únicamente en las personas. (Gudynas, 2010, p.48) Esta mirada antropocéntrica de la Naturaleza como objeto y fuente de recursos para el ser humano nos ha llevado a las circunstancias actuales, en donde convivimos con problemas como el cambio climático, la extinción de especies, la pérdida de biodiversidad, etc. Es por esta misma razón que planteamos la posibilidad de transformar la visión antropocéntrica hacia una Biocentrista, en donde se perciba a la Naturaleza con un valor en sí misma. En general, el biocentrismo es una perspectiva la cual dota a la naturaleza como sujeto de valores, y regresa la idea de la naturaleza como un conglomerado de especies vivas, y no como un mero agregado de mercaderías o capitales. (Gudynas E., 2014). El biocentrismo propone una igualdad biocéntrica, es decir, todas las especies vivientes tienen la misma importancia, y por ende, todas ellas merecen ser protegidas con el fin último de propiciar el bienestar de los seres vivos. Al respecto, Eduardo Gudynas, postula en “Derechos de la Naturaleza” (2014) que la postura biocéntrica no rechaza la valoración económica, sino que dice que ésta es sólo un tipo de valor entre varios. Así mismo, tampoco rechaza los usos productivos, sino que reclama que sean hechos en armonía con el entorno y no a costa de su destrucción. También se señala que dichos balances deben estar limitados y ajustados para asegurar la sobrevida de especies e integridad de ecosistemas, por sus propios valores, independiente de utilidades o estéticas humanas. Por último se menciona que, el biocentrismo no es una postura primitivista o anti - tecnológica, sino que tiene el fin de usar la tecnología de maneras apropiadas. (Gudynas E., 2014).

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Manifiesto Fundación Basura 2020 “Más allá de cómo se reconoce ese valor intrínseco, e incluso más allá de la discusión sobre la particularidad del ser humano como único capaz de reconocer los valores, lo importante es que se generan obligaciones morales sobre el ambiente. (...) La cuestión clave es que esas obligaciones y responsabilidades se imponen sobre las personas, y es precisamente nuestra propia capacidad de atender la dimensión ética la que nos obliga entonces a proteger el ambiente. Dicho de otra manera, incluso para los antropocéntricos que entienden que el único agente ético es el ser humano, sólo las personas pueden construir una moral que asegure la protección ambiental.” (Gudynas E., 2014). La existencia humana debe alinearse al biocentrismo y ambientalismo, extendiendo a todos los organismos vivos una posición moral equilibrada, eliminando las supremacías entre especies, estableciendo que todos los organismos son parte de la misma comunidad ecológica y moral (DesJardins, 2015). Un día dejaremos de existir como personas, como especie. El Biocentrismo es un llamado a recordar que habrá otros seres acá luego de nuestra partida y vemos como nuestra responsabilidad, dejar en buen estado para los que vendrán con el tiempo.

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Elementos v/s Recursos Naturales A lo largo de la historia, la humanidad ha convivido y subsistido en la tierra con la naturaleza. Al igual que todas las especies, el ser humano tiene una relación con su entorno natural que ha pasado por diversos procesos. Por ejemplo, la relación entre la naturaleza y los pueblos prehispánicos de América era muy distinta a la que se da actualmente, en palabras de Juan Collado Soto “Para los pueblos prehispánicos, la naturaleza representaba el elemento sustancial de su supervivencia; la vida provenía de la madre tierra, el sol, la luna, los astros y las estrellas, el agua, el maíz, la flora y la fauna simbolizaban el origen de su existencia.” (Collado Soto, J.R., 2010). Podemos ver la importancia de la naturaleza para los pueblos prehispánicos en este breve extracto que, si bien recurrían a ella para su forma de vida, se ve claramente la diferencia con el pensamiento hacia la naturaleza en el mundo contemporáneo. Como apreciamos en el párrafo anterior, la concepción sobre la naturaleza ha cambiado en la historia de la humanidad, llegando al punto en el que hoy en día nos encontramos, en donde al referirnos a recursos naturales pareciera que estamos hablando de la naturaleza en sí misma. Pero, al hablar de recursos naturales estamos hablando implícitamente de una apropiación de la naturaleza por parte del ser humano. Recurso se define biológicamente como aquel elemento que abastece de distinta manera los procesos de ciclaje o circulación, sea mineral, biológico o brinde un servicio –como limpieza e información. De modo que los recursos naturales se definen como aquellos componentes de la naturaleza que no son alterados por parte del ser humano, pero al requerirse, pueden ser utilizados y transformados a través de la mediación del trabajo (Brailovsky y Timm, 2014; Densereau, 1981). Es acá donde ponemos el foco en la distinción entre recursos y elementos naturales, ya que la dinámica social y económica de las últimas décadas y siglos nos ha llevado a generar una concepción en donde el ser humano se posiciona por sobre la naturaleza, y en la cual vemos a la naturaleza como un depósito de recursos para abastecer las necesidades de la especie humana. Ahora bien, esta dinámica nos ha llevado hasta un punto en donde la especie humana ha sobreexplotado a la naturaleza debido a las pautas de sobre producción y consumo, alterando los sistemas naturales de una forma nunca vista, dejando en claro el entendimiento de la naturaleza como un mero recurso, a través del control material ejercido sobre las entidades naturales o artificiales, que se basa en la idea de que tal control hace posible la supervivencia humana en la naturaleza. (Lezama, 2004). Sin embargo, el tema de la apropiación de la naturaleza y la naturalización del recurso natural como comprensión de la misma no es simplemente en un ámbito material, sino que a su vez tiene una componente simbólica, que incluye a la cultura de las sociedades. Así que, para que se dé el proceso cultural de apropiación material existe un proceso de apropiación que también es cultural e involucra a la ideología (Lezama, 2004), sin embargo, cuando hablamos de ideología no nos referimos a creencias o estructuras políticas, si no que hacemos alusión a las dinámicas sociales y culturales de una sociedad, o como lo expone Gerardo Morales: “Así que la ideología es constitutiva de lo social y forma parte de las circunstancias sociales de sus actores al movilizar significados para construir realidades y percepciones.” (Morales J., 2016). Para avanzar hacia la comprensión de que la naturaleza no nos pertenece, sino que esta especie (ser humano) pertenece a ella y debe respetar ese equilibrio para asegurar su propia subsistencia, es que

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Manifiesto Fundación Basura 2020 hablamos de “elementos” naturales. Este concepto permite establecer una relación - a través del lenguaje y la cultura - que permite evitar ejercer la ilusión de soberanía.

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Buen Vivir ¿Qué es el Buen Vivir o el Vivir Bien? Al responder esta pregunta uno podría asociar el buen vivir al concepto occidentalizado de una buena calidad de vida, es decir, crecimiento económico, aumento del PIB nacional, consumo, etc. Sin embargo, ya en el 400 A.C. Platón acuñaba el concepto de eudaimonía, o en una traducción al español, “Vivir Bien”. Para Platón, vivir bien no era alcanzar el bienestar material, honores o placeres, sino vivir de acuerdo con virtudes tan fundamentales como la sabiduría, la devoción y sobre todo, la justicia. Además, Platón creía que era deber del Estado promover esas virtudes de manera que sus ciudadanos pudieran llevar esa vida buena. (Kelly P., 2016) Además de Platón, en la tradición originaria de Sudamérica también existía una concepción o entendimiento sobre el buen vivir y la relación entre el ser humano y la naturaleza. Etimológicamente, el Buen vivir en Ecuador −o Vivir bien en Bolivia− ha sido vinculado a la tradición de sus pueblos originarios, así como al Sumak kawsay y Suma qamaña, ya que lenguas de otros pueblos también lo registran. (Cardozo-Ruiz et al., 2016). Dentro de las interpretaciones de pueblos originarios de sudamérica acerca del Buen Vivir, mencionaremos las recolectadas y expuestas por María Eugenia Choque Quispe (2006), “El Suma Qamaña (vivir y convivir bien) es el ideal buscado por el hombre y la mujer andina, traducido como la plenitud de la vida, el bienestar social, económico y político que los pueblos anhelan. El desarrollo pleno de los pueblos.” (Territorio Indígena y Gobernanza, s.f.) y la de David Choquehuanca (2010, “El Vivir Bien es recuperar la vivencia de nuestros pueblos, recuperar la Cultura de la Vida y recuperar nuestra vida en completa armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza, con la Pachamama, donde todo es vida, donde todos somos uywas, criados de la naturaleza y del cosmos. Todos somos parte de la naturaleza y no hay nada separado, y son nuestros hermanos desde las plantas a los cerros.” (Territorio Indígena y Gobernanza, s.f.). Estas dos definiciones nos permiten dar a conocer un panorama general del significado del Buen Vivir en la tradición sudamericana, en donde se pone énfasis en la recuperación de la cosmovisión y cultura de pueblos originarios y su relación con la naturaleza, con la intención de promover un cambio en los paradigmas de desarrollo contemporáneo, enfocados en el crecimiento económico. El Buen Vivir surge como respuesta ante una urgente necesidad de transformación de las formas de desarrollo de la sociedad, evidenciado en el escenario contemporáneo de crisis climática y ecológica. “El Buen vivir se inscribe directamente en el campo discursivo del desarrollo sostenible porque busca responder de manera holística a los imperativos de sustentabilidad socioeconómica en armonía con la naturaleza.” (Vanhulst & Beling, 2010). También, el Buen Vivir es planteado como un término de encuentro de los cuestionamientos frente a la dinámica del desarrollo convencional, y a la vez como una alternativa a este, desde diversas perspectivas y saberes. Es decir, se puede delimitar al Buen Vivir, como una plataforma donde se comparten diversos elementos, con una mirada puesta en el futuro. (Gudynas E., 2011). Asi mismo, es necesario entender que cada pueblo o cultura puede tener su propia concepción y saberes sobre el Buen Vivir, sin embargo, Gudynas (2011) plantea elementos comunes con respecto a las manifestaciones de esta plataforma llamada Buen Vivir, dichos elementos son: Abandonar la

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Manifiesto Fundación Basura 2020 pretensión del desarrollo como un proceso lineal; Reconocimiento de la Naturaleza como sujeto de derechos; No se economizan las relaciones sociales, ni se reducen todas las cosas a bienes o servicios mercantilizables; El Buen Vivir reconceptualiza la calidad de vida o bienestar; El Buen Vivir no puede ser reducido a una postura materialista, ya que en su seno conviven otras espiritualidades y sensibilidades. (Gudynas E., 2011). El planteamiento del Buen Vivir como una plataforma de saberes con miradas a futuro puede entenderse de mejor manera si miramos el ejemplo de las constituciones políticas de Ecuador (2008) y Bolivia (2009) las cuales se desarrollaron sobre la premisa del Buen Vivir. Al respecto, es interesante destacar en el Título II de Derechos, el Capítulo Segundo sobre Derechos del Buen Vivir, en donde en los diferentes Artículos se enfatiza la importancia del Buen Vivir para el desarrollo de temáticas como agua y alimentación, ambiente, comunicación e información, educación, etc. (Constitución de la República del Ecuador, 2008). Es por todo lo anterior que, posicionamos al Buen Vivir en un lugar estratégico para reorganizar el desarrollo del ser humano y su relación con la naturaleza. Así mismo entendemos que cualquier aporte en sustentabilidad, cambio climático, biocentrismo, gestión de la basura, entre otros, vienen desde el entendimiento de un mundo más allá del materialismo, en donde los seres vivos se respetan entre sí y colaboran para sostener una manera de vivir en equilibrio.

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Género y Crisis Climática En apartados previos de nuestro manifiesto ya habíamos mencionado sobre la crisis climática y ecológica, además de recalcar que la acción antropogénica es el principal acelerador del cambio climático. En los siguientes párrafos daremos a conocer la importancia de abordar la crisis desde una perspectiva de género, ya que, si bien el cambio climático se puede entender como transformaciones físicas, biológicas o químicas del medio ambiente, esta concepción puede quedar algo corta en cuanto a la raíz del problema y de sus efectos, debido a que, como dijimos, es la componente antropogénica la principal causa del cambio climático y consecuentemente son las estructuras sociales, políticas y económicas, junto con la desigualdad asociada, la génesis y en donde se sentirán las consecuencias más profundas de la crisis. Para entender el planteamiento de abordar la crisis desde una perspectiva de género, es necesario comprender qué significa y abarca dicho concepto. “La perspectiva de género permite apreciar cómo las diferencias biológicas derivan en desigualdades que se van construyendo desde muy temprana edad, se mantienen y reproducen en estructuras sociales y mecanismos culturales establecidos, y colocan a las mujeres en desventaja frente a los hombres. Señala también cómo las necesidades, prioridades, soluciones, aspiraciones y visión de las cosas difieren entre ambos géneros.” (Instituto Nacional de las Mujeres México, 2003). Podemos comprender así que, al enfrentar el cambio climático desde una perspectiva de género estamos considerando las dinámicas sociales y desiguales que se presentan entre el hombre y la mujer en la sociedad, conocimiento fundamental si tenemos en cuenta que el cambio y crisis climática no repercute a todos los seres humanos de la misma manera ni con la misma intensidad. “En cuanto a la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático, la pobreza juega un papel importante. Debido a las condiciones de vida de los pobres, a menudo están más expuestos a los peligros y tienen menos opciones para evitar o hacer frente a los impactos. Dado que, según el PNUD, más del 70% de los pobres del mundo son mujeres3, la proporción de mujeres entre los más vulnerables es desproporcionadamente alta. Además, hay factores adicionales que indican que la vulnerabilidad implica grandes diferencias de género que deben tenerse en cuenta.” (Gotelind A., 2011). Debido a las desigualdades sociales y de género, el machismo y el sistema patriarcal en el cual estamos insertos, características de la sociedad que acrecientan el cambio climático y que se traducen en pobreza y vulnerabilidad de miles de mujeres y niñas alrededor del mundo es que se hace necesario abordar la crisis climática y ecológica desde una perspectiva de género. Sin embargo, la relación entre género y cambio climático no se basa únicamente en la inclusión de las mujeres a razón de padecer mayores vulnerabilidades ante los efectos del cambio climático, sino que tiene una total relación en cuanto a la mitigación y adaptación de la sociedad frente a este. Por ejemplo, el principio 20 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo hace hincapié en la importancia del rol de la mujer en la consecución de un desarrollo sostenible. “Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo. 3 UNDP, 2015 (UNDP: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en Inglés)

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Manifiesto Fundación Basura 2020 Es, por tanto, imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible.” (Naciones Unidas, 1992). Por otra parte, en la India, según las Naciones Unidas, el número de proyectos de agua potable es un 62 % más elevado en las áreas con consejos locales dirigidos por mujeres que en los dirigidos por hombres. Por otro lado, según Oxfam 4, las granjas de países en desarrollo dirigidas por mujeres educadas tienen un 22 % más de productividad. (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, & González, S., 2017). Por esta razón, decidimos tomar un enfoque de género en nuestros proyectos e iniciativas, procurando beneficiar al sector para incrementar el impacto que potenciales aprendizajes podrían tener en la vida diaria de las mujeres, sus familias y comunidades.

4 Oxfam es una organización de desarrollo mundial que moviliza el poder de las personas contra la pobreza

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Basura Cero Según GAIA (Alianza Global contra la Incineración), Basura Cero es un objetivo que apunta tanto a conservar recursos como a la justicia ambiental y social, la regeneración, la equidad y el respeto por la naturaleza (GAIA; s.f.). Además, esta misma organización, reconoce la definición de la Alianza Internacional Basura Cero, la cual es “Basura Cero es la conservación de todos los recursos a través de la producción y el consumo responsables, la reutilización y recuperación de todos los productos, envases y materiales sin incinerarlos y sin generar emisiones al suelo, agua o aire que supongan una amenaza para el ambiente o la salud humana”. (ZWIA, 2018). Pero ¿Cuáles son los inicios de este movimiento? Una de las primeras personas en dar mayor relevancia y convertir el Zero Waste (Basura Cero) en un movimiento a nivel internacional fue Bea Johnson, quien, en el año 2008, en una reflexión sobre el futuro que le quería dejar a sus hijos, decidió dar un giro a su vida y a la de su familia adoptando una filosofía que alentaba a la reducción de desperdicios y al reciclado. Para ello, elaboró una simple, pero importante lista de normas básicas para iniciarse en la vida “basura cero”, dichas normas fueron “Rechazar”, “Reducir”, “Reutilizar”, “Reciclar” y “Compostar”. (Torres A., 2019). En la actualidad, estas normas que propuso Bea Johnson en un inicio son la base del movimiento Zero Waste a nivel internacional. Es más, en su página web, la Alianza Internacional Zero Waste describe una jerarquía de acción la cual es una progresión de políticas y estrategias para respaldar el sistema “Zero Waste”. Dicha jerarquía, en su versión más actualizada, considera los siguientes elementos en su respectivo orden: Repensar/Rediseñar; Reducir; Reutilizar; Reciclar/Compostar; Recuperación de Material/Revalorizar; Manejo de Residuos (Tratamientos Biológicos y Estabilización de rellenos sanitarios); Inaceptable (Incineración y Pérdida de Energía). (ZWIA, 2018). Optar por un estilo basura cero no es simplemente un modelo o estilo de vida que suena atractivo, sino que tiene una gran trascendencia si hablamos de, por ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), las cuales son uno de los principales catalizadores de la crisis climática. Según información del Banco Mundial, “Una reducción en la generación de residuos tiene un beneficio doble en términos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Primero, se evitan las emisiones asociadas con la fabricación de materiales y productos. El segundo beneficio es la eliminación de las emisiones asociadas con las actividades de gestión de residuos, las cuales son evitadas.” (Banco Mundial, 2012). Por otro lado, “Basura Cero” es una filosofía de vida que busca, en su seno, imitar el comportamiento de la naturaleza, es decir, incorporar la actividad del ser humano en la cadena natural, eliminando así la persistente externalización de nuestros comportamientos, acuñando el término basura para desligarnos de la obligación de hacernos cargo de lo que hacemos. Lo anterior puede ser mejor explicado con la siguiente cita, “Basura Cero es un plan de estrategias que busca copiar el modelo cíclico de la naturaleza. Si observamos el comportamiento de la naturaleza, vemos como esta no produce basura. Al terminar el ciclo de una hoja, el árbol la expulsa no porque la considera basura sino porque sirve de abono para el suelo, del cual el árbol a su vez se nutre. Todos los procesos naturales y sus ecosistemas son procesos cooperativos y simbióticos,

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Manifiesto Fundación Basura 2020 donde el desecho de uno es el alimento de otro. En el proceso natural, la basura no existe, es un producto humano.” (Quiñones J. S., s.f.). Cada uno de nuestros principios se basan en la contribución personal que cada individuo de la especie humana puede generar a partir de sus comportamiento y hábitos. Es por esto que se hace indispensable fomentar el acercamiento de nuestros/as lectores/as a iniciativas como “Basura Cero” que buscan reducir al mínimo el perjuicio de la naturaleza y el medio ambiente como consecuencia de nuestros actos. Al igual que hemos comentado en otros principios, fomentamos la idea de que la basura no existe y que de hecho es una invención del ser humano para desligarse de su obligación como especie natural, es por lo mismo que incentivamos a hacernos parte del estilo de vida “Basura Cero” para así eliminar de nuestro vocabulario definitivamente la palabra basura.

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Prevenir, prevenir, prevenir El mejor residuo es el que no se produce, es decir, la mejor forma que tenemos como individuos y sociedad de contribuir frente a la crisis medioambiental, es no generar residuos. En línea con nuestro principio anterior, el principio prevenir, prevenir, prevenir es parte del estilo de vida basura cero, ya que fijándonos en la jerarquía de la Alianza Internacional Zero Waste antes expuesta, las primeras estrategias a seguir son repensar/rediseñar, reducir y reutilizar. Estas 3 estrategias van de la mano con la filosofía de basura cero, ya que en su génesis se encuentra la premisa de no consumir, por ende implica una nula emisión de gases de efecto invernadero y residuos. Por otro lado, en los últimos años, el reciclaje ha sido posicionado como una efectiva solución para la reducción de emisiones de GEI, en la práctica, el proceso productivo relacionado con la reinserción del material reciclado a la cadena productiva implica también emisiones de gases de efecto invernadero. En palabras del Banco Mundial, “Las emisiones de GEI relacionadas provienen del dióxido de carbono asociado al consumo de electricidad para la operación de instalaciones de recuperación de materiales. El reciclaje informal por parte de los recicladores tendrá pocas emisiones de GEI, excepto para procesar los materiales para la venta o reutilización, que pueden ser relativamente altos si se queman incorrectamente.” (Banco Mundial, 2012). Si bien en la gestión de residuos el reciclaje se presenta como una opción viable y sumamente importante, ésta puede ser a veces algo engorrosa por distintos factores además de lo mencionado en el párrafo anterior,, como por ejemplo la inversión económica, las disposiciones sanitarias y de salubridad, pero por sobre todo el contexto social en el cual nos situamos. Según la OCDE, a nivel mundial se recolectan el 15% de los residuos plásticos con fines de reciclaje. Si bien no es una cifra alta, representa casi el doble del plástico que se recicla en Chile y está bastante alejada del porcentaje promedio de los municipios. (Agenda País, 2019). Aunque el reciclaje aparece como una opción viable en cuanto a la gestión de residuos, esta alternativa no es una solución concreta al problema de la basura, no presenta un gran impacto en cuanto a la reducción de emisiones y además también significa elevados costos para municipios y localidades, por lo cual el rechazo, la reducción y la reutilización como estrategias mucho más eficientes en esta temática. Es por todo lo anterior que nuestro objetivo es fomentar un estilo de vida en el cual los principios basura cero y prevenir, prevenir, prevenir, sean primordiales, ya que así aportamos directamente con nuestro grano de arena en la lucha contra la crisis climática. Es más, en el mismo documento del Banco Mundial antes citado se menciona que, “Las emisiones de gases de efecto invernadero de los RSU se han convertido en una gran preocupación, ya que se estima que los residuos postconsumo representan casi el 5% (1.460 mtCO2e) de las emisiones globales totales de gases de efecto invernadero. Los residuos sólidos también incluyen importantes emisiones de GEI incorporadas. Por ejemplo, la mayoría de las emisiones de GEI asociadas con el papel ocurren antes de que se convierta en RSU.” (Banco Mundial, 2012). A nuestro parecer, son aquellas acciones preventivas las que tendrán más y mejores resultados. Por ende, hacemos el llamado a prevenir, prevenir y prevenir como opción viable para combatir la crisis

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Manifiesto Fundaciรณn Basura 2020 climรกtica y ambiental actual. Antes de la reutilizaciรณn, el reciclaje o la disposiciรณn final es necesario prevenir, o dicho de otro modo, mejor prevenir que gestionar residuos.

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No a la Incineración Hemos dejado claro en nuestros pilares anteriores la necesidad de migrar hacia pensamientos, hábitos y políticas en torno a “Basura Cero”, así como también se ha presentado la importancia de suspender de nuestro vocabulario el concepto de basura para dichos efectos. Sin embargo, no podemos pasar por alto que, en la actualidad, y debido en gran parte a nuestro sistema de producción y consumo a nivel global, la basura, o aquello que denominamos y descartamos como basura es un grave problema y contribuye de gran manera al cambio climático, sobre todo por la forma de eliminación y/o tratamiento que reciben nuestros residuos. Según un informe de Gestión de Residuos para América Latina y el Caribe realizado por la ONU, se ha estimado que para el año 2014 la generación de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) para 33 países de la región llegó a una cifra cercana a las 514.000 toneladas diarias, y además se proyecta que según el incremento de la población en la región dicha cantidad llegaría a un total de 670.000 toneladas diarias en el 2050 teniendo en cuenta que en la proyección no se considera un aumento en la tasa de generación per cápita de RSU. (ONU Medio Ambiente, 2018). En este mismo informe se consideran como lugares de disposición final de RSU en América Latina y el Caribe los rellenos sanitarios, vertederos controlados (Antiguos basurales en donde se implementaron algunas medidas de control) y vertederos a cielo abierto (Basurales). Con respecto a esta información se reporta que para el año 2010, en promedio, un 54,4% de los RSU generados se depositan en rellenos sanitarios, un 18,5% en vertederos controlados y 27,1% en vertederos a cielo abierto, quema u otras prácticas inadecuadas. (ONU Medio Ambiente, 2018). Si bien en América Latina y el Caribe la incineración no es algo común, y se ha utilizado principalmente para el tratamiento de residuos tóxicos o peligrosos, es inevitable pasar por alto el hecho de que esta tecnología ha sido una tendencia a nivel global, como por ejemplo en el caso de Dinamarca, en donde, en palabras de Joan Marc Simon, coordinador en Europa de la Alianza Internacional Residuo Cero para el año 2014, menciona que éste país es uno de los países de la Unión Europea que genera más residuos per cápita y es líder mundial de incineración, quemando el 80% del total de residuos generados. (Simon J.M., 2014). Según la Alianza Global por Alternativas a la Incineración (GAIA, por sus siglas en inglés), los incineradores son instalaciones que tratan los residuos quemándolos. Su denominación más común es la de “Waste to Energy” (WTE) o plantas de “conversión de residuos a energía”, e involucran procesos de combustión, pirólisis, gasificación o arco de plasma, bajo la afirmación de que quemar los desechos hará que desaparezcan nuestros problemas. Sin embargo, el proceso de incineración simplemente transforma los desechos en otra forma de desechos, tales como cenizas tóxicas y contaminación del agua, por lo general más contaminantes y difíciles de tratar. Además, estiman que, los incineradores desperdician más energía de la que producen, principalmente porque lo que es incinerado necesita ser reemplazado por nuevos productos, consumiendo enormes cantidades de energía en comparación con reutilizar o reciclar, emitiendo más dióxido de carbono (CO2) por unidad de electricidad que las plantas eléctricas de carbón. (Global Alliance for Incinerator Alternatives, 2018).

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Manifiesto Fundación Basura 2020 “Utilizar este tipo de disposición de residuos, dificulta el proceso de reciclaje y reutilización de residuos, y compite con los objetivos de la Economía Circular y Basura Cero. Además, los residuos reciclables son los que poseen mayor poder calorífico, por ende, son los más requeridos para la incineración. Quemar los residuos con el fin de disminuir su cantidad y volumen ocupado, no es una solución sustentable a largo plazo.” (Rodriguez L., 2020). Es por todo lo anterior que estamos tajantemente en contra de la incineración como método de tratamiento y/o disposición final de nuestros residuos, ya que, como se menciona en el párrafo anterior, la incineración no es una solución sustentable a largo plazo. Así mismo creemos que la incineración es una forma de evitar responsabilizarse de las acciones y circunstancias que como seres humanos hemos creado, lo cual nos llevará a mayores problemas y menos soluciones a futuro. En esta misma línea reafirmamos que la incineración no es una opción viable para combatir la crisis climática y ecológica, y a su vez recalcamos la importancia de apropiarse de la propuesta y estilo de vida “Basura Cero” como camino a seguir.

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Aguafiestas Solemos entender por aguafiestas a una persona que disturba o interrumpe alguna situación que puede entenderse como de tranquilidad o entretención. Es más, según la Real Academia Española, aguafiestas es definido como “Persona que turba cualquier diversión o regocijo.” (Real Academia Española, s.f.). Sin embargo, para Fundación Basura, aguafiestas es una persona que ha tomado conciencia de la situación crítica en la cual nos encontramos y es capaz de visibilizar ciertas actitudes o hábitos que acrecientan la crisis climática y ecológica así como el buen vivir, por ende, los y las aguafiestas son necesarios/as para la comunicación de nuestro mensaje dentro de la sociedad. Como hemos mencionado a lo largo de nuestro manifiesto, la crisis climática y ecológica en la que nos encontramos es principalmente fomentada por nuestro sistema de producción y por los hábitos y costumbres de sobreconsumo que hemos perpetuado en las últimas décadas, sobre todo si hablamos de la generación de residuos. Por lo tanto, creemos que es crucial la acción de cada persona para hacer frente al panorama contemporáneo en cuanto al medio ambiente y a nuestra responsabilidad en la crisis climática, ecológica y de buen vivir. En este sentido, es prioritario que cada persona tome un papel protagonista para cambiar y transformar las costumbres que hemos estado reproduciendo como sociedad a lo largo de la historia, en especial después de la revolución industrial. Es aquí donde entra el papel del aguafiestas, principal agente de cambio para transmitir y compartir el mensaje, para de una vez por todas hacernos cargo de nuestras responsabilidades como cohabitantes del planeta tierra. Aguafiestas son aquellas personas que piensan más allá de la individualidad dirigiéndose hacía un buen vivir común. Aquellas personas con pensamiento colectivo que muchas veces conlleva expresar aquello que, en ocasiones, puede ser incómodo de comunicar, puesto que implica un cambio en la conducta o la modificación de un hábito de una persona que podría estar dañando el entorno sin saberlo o a plena conciencia. Y es que así también como se genera la cultura, compartiendo el conocimiento, de manera amigable y respetuosa, es necesario entender que, en el contexto actual, si no hay aguafiestas hoy, no habrá fiesta que aguar mañana.

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