Vivencias

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traducción de las películas en español, a otros idiomas, requería un procedimiento muy distinto, pero también muy minucioso y profesional. En la entrada de los estudios nos topamos con el gran actor Arturo de Córdova y la bella artista Magda López, que salían charlando y riéndose de un tema que me llamó la atención. Hacían un análisis de la psicosis caracterizada por la vanidad, la desconfianza y la inquietud conocida como "paranoia", y De Córdova hablaba de los miles de paranóicos que abundaban en el mundo, no solo en la farándula, sino en todos los niveles de la vida humana, principalmente entre los grandes empresarios y los políticos. Y es que Arturo de Córdova pese a su gran popularidad y su prestigio de talentoso actor, fue un artista dotado de modestia y sencillez, que conversó amablemente por algunos minutos, con los delegados de los países americanos, que asistíamos al almuerzo que se serviría en pocos instantes. Vimos de cerca o de lejos a bastantes de los famosos artistas, que brillaban en el firmamento de la industria del celuloide de ese entonces. Caminando despacio o presurosos, en los pasillos, patios y corredores, no fue ninguna sorpresa ver a la lindísima María Félix, a Pedro Armendariz, a la ex reina de la belleza americana, Elsa Aguirre, a los hermanos Fernando y Julián Soler, al humorista del siglo Mario Moreno (Cantinflas), a don Joaquín Pardavé y a Libertad Lamarque. A lo lejos vimos también al "Indio" Fernández, Dolores Del Río, a Pedro Infante, Jorge Negrete, Tintan, al cómico Resortes, a la atractivísima Carmen Montejo, a Marta Roth, Guillermina Grin, y un interminable desfile de compositores, directores de orquestas, directores de escenas, guionistas, camarógrafos y productores, que entraban o salían de los estudios a filmar o después de filmar. El menú del suculento almuerzo consistió en platos típicos de la cocina mexicana, sin faltar naturalmente el

famoso "mole" que es elaborado con una especie de salsa, chile, tomates, cacahuetes, chocolate, almendras, cebolla, ajo y especias; tampoco faltaron los tacos de tortilla con pollo, chile, legumbres o queso. En vez de whisky, e indudablemente haciendo honor a su acendrado nacionalismo, el "chef" responsable del típico almuerzo, sirvió tequila Cuervo especial, y a los postres un plus de los viñedos del norte. El banquete estuvo amenizado por la espléndida orquesta del maestro Miguel Lerdo de Tejada, y el tenor Juan Arbizu, que incluyó en el programa, si mal no recuerdo, los siguientes números musicales: "Lamento Borincano, Murcia, Un viejo amor, Valencia, Yo vendo unos ojos negros, y La Paloma". Para finalizar el ágape, del compositor Juventino Rosas, el maestro Lerdo de Tejada dirigió el siempre gustado vals "Sobre las olas". La Secretaría de Turismo también brindó múltiples atenciones al resto de las delegaciones de otros continentes, pero creo sin temor a equivocarme que los delegados del hemisferio americano, ocupamos un primer lugar en el derroche de atenciones. Ese mismo día al anochecer, partimos en dos buses al puerto de Acapulco del estado de Guerrero, en la bahía de Acapulco. Imponente centro turístico, famoso por sus hermosas playas. Allí disfrutamos de un ambiente paradisiaco, refrescados con la suave brisa del mar, en compañía de muy lindas y risueñas damas, a manera de edecanes, asignadas por la Secretaría de Turismo. La música de los mejores mariachis, en las entradas de los suntuosos hoteles, ponía el marco musical de la recordada excursión, que se prolongó hasta el día siguiente con las primeras luces de la noche, cuando emprendimos el retorno al Distrito Federal. En la siguiente semana visitamos los estudios de la XEW en Ayuntamiento 54, una callejuela incrustada cerca de San Juan de Letrán, y allí conocimos a los populares

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