Cumbres Su cabellera roja es la llama de Irlanda, el corazón en guerra de los ruiseñores. La negrura de su barba es lánguido anuncio de la cercanía al abismo. Su alarido gatuno es la única voz de la vida en el Norte, el arañazo púrpura en el celuloide. La exasperada inquietud lo lleva a conectar ejes magnéticos entre vértices opuestos. Pero su tierra del Sur está echada, prefiere la molicie. En la oscuridad de la noche que la Razón desampara se encolerizan sus ojos, sus pelos y su poema francés. Se asfixia en horca y se ahoga en sangre, su credo africano es: respirar. 23