Prosas Profanas

Paris. —liuprenta de la Vdade C. BOUBET

Paris. —liuprenta de la Vdade C. BOUBET
Era un aire suave51 Divagncion.55 Sonatina61 Bias6n<*3 Del campo u'i» Alaba los ojos negros de Julia<>7 Canci6n de CarnavalW Para una cubana'2 Para la misma73 Bouquet74 El TaUan75 Garc.onniere77 El pais del sol70 Margarita . . . . •81 Mia82 Dice Mia83 Heraldos. . ,S^ He, rmssa est85 COLOQUIO DE LOS CHNTAUROS 87
El poeta pregunta por Stella10t Pdrtico 1<>2 Elogio de la seguidilla10$
La pAg-fna blanca . . . Alio nuevo Sinfonia en gris mayor La Dea Epitalamio barbaro. .
In 11 la In 17 18
No es el poeta de America, oi decir una vez que la corriente de una animada conversacion literaria se detuvo en elnombre delautor de Prosas prof anas y de AzuL Tales palabras tenian un sentido de reproche; pero aunque los pareceres sobre el juicio que se deducia de esa negaci6n fueron distintos, el asenlimiento para la negaci6n en si fue casi unanime, Indudableroente, Ruben Dario no es elpoeta de America.
I Necesitarc decir que no es para sehalar en ellouna con dici6n de inferioridad literaria, como hago mias las palabras delrecuerdo?... Me parece muy justo deplorar que las condicionesdeunaepocadeformaoion, que noliene lopoe tleo de lasedad'es primitivas niJo poetico de las edadesrefinadas,posterguen indefinidamenteenAmerica iaposibilidad dc un arte en verdad libre y autonomo, Pero asi como me pareceria insensato tratar de suplirlo con lamezquina ori ginalidad que se obtiene al precio de la intolerancia y la incomunicacion, creo pueril que nos obslinemos en fingir contentos deopulenciadondesolopuede vivirse inteleetual
mente de prestado. Confesemoslo : nuestra America actual es, para el Arte, un suelo bien poco generoso. Para obtener poesia, de las formas, cada vezmas vagas e inexpresivas de su sociabilidad, es ineiicaz el reflejo; seria necesaria la refraccion en un cerebro de iluminado, la refraccion en el cerebro de Walt Whitman. —Quedan, es cierto, nuestra Naturaleza soberbia, y las originalidades que se refugian, progresivamente estrechadas, en la vida delos campos.— Fuera de esos dos motivos de inspiracion, los poetas que quieran expresar, en forma universalmenle inteligible para lasalmas superiores, modos depensar y sentir enteramente cultos y kumanos, deben renunciar a un verdadero sello de americanismo original.
Cabe, en ese mismo genero de poesia, cierta impresion de americanismo en los accesorios ; pero, aun en los acce sorios, dudo que nos pertenezca colectivamente el sutil y delicado artista dc que hablo. Ignoro si algiin espiritu zahori podria deseubrir, en tal cuai composicion de Ruben Dario, una nota fugaz, un instantaneo reflejo, un sordo rumor, por los que se reconociera en el poeta al americano de las calidas latitudes, y aun al sucesor de los misteriosos artistas de Utallan y Falenke; como, en sentir de Taine, se reconoce — comprobundose la persistencia del antiguo fondo de una raza, —al nieto de Neslor y de Ulises en los teologos disputadores del Bajo lmperio. Por mi parte, renuncio i\ tan aventurados motivos deinvestigaeion, y me limito a reiterar ml creencia de que, ni para el mismo Taine, nl para Buckle, seria un hallazgo feliz el de tal per sonalidad en ambiente semejante.
Su poesia llega al oido de los mas como los cantos de un rito no entendido. Su« alcazar interior)) —ese de que el nos habla con frecuencia —permanece amorosamente prolegido por la soledad frente a la vida mercantil y tumultuosa de nuestras socicdades, y solo se abre al sesamo de los que piensan y de los quesuerian... Tal,enla antigiiedad, la granja del Tibur, el retiro de Andes 6 Tarento, la estan cia sabina ; lottos losseguros de aquel grupo de belenizados espiritus que, con el pensamiento suspenso delas manos de Atenas y sin mczclarse a la avasalladora prosa dela vida
exterior, formaron como una gota de aceite alico en las revueltas aguas de la on(hi romana. Aparte de lo que la eleccion de sus asuntos, el persona lismo nada expansivo de su poesia, su maniliesta aversion a las ideas e inslituciones eircunstantes, pueden conlribuir a explicar el anti-americanismo involuntario del poeta, bas taria la propia indole de su talento para darle un significado de excepcion y singularidad. Hay una linea que, como la que separa de lo azul la franja irisada del crepusculo, separa en poesia americana elimperio deloscoiores francos y uniformes, —oro y purpura, como en Andrade ; plata y celeste, como en Guido, —del sens ties nuances He Ruben. Habiamos tenido en America poelas buenos, y poetas ins pirados, y poetas vigorosos; pero no habiamos tenido en America un gran poeta exquisito. Joya es esa de estufa ; vegetacion extrafia y mimosa que maI podia obtenerse de la explosion vernal de savia salvaje en que ha desbordado hastaahora lajuvenil vitalidad del pcnsamienloamericano; algunas veces encauzada en toscos y robustos troncos que duraran como las formas brutales, pero domiuadoras, de nuestra naturaleza, y otras muchas vecesdit'usa en garrulas lianas,cuyos despojos enriquecen aIsuelo deiierra vegetal, util a las iloresceneias del futuro Agreguemos, incidentalmente, que tampoco es fruto facil dehallar, denlro dela moderna literatura esponola,el de la exquisitez literaria; entendiendo por tal la seleccion y la delicadeza que se obtienen a favor de un pt-ocedimiento relinado y consciente; no lo «delicado » sentimental c ins tintivo de las Rirnas. Suele tener aquella condicion la prosa de don Juan Valera, por ejemplo; pero es includable que, ni la genialidad tradicional de la raza,ni mucho menos las acluales influencias del medio sohre la produccion, conspiran a favorecer, en el solar denuestra lengua,tal modalidad de la belleza y del arte. En cuanto a America, la esponta neidad voluntariosa e ineonsulta, rcnida con todo divino ensueno de pcrfeccion, ha sido cosa tan natural en la obra de su pensamiento, como las improvisaeiones agitadas en su obra de organizacion y de desarrollo material. Preferida escuela de sus poetas (como de sus republicos !) ha sido
hasta hoy la que,con intradueibie modo de decir, llamarian en Franeia I'eeole baissonniere de la poesia y la politica. For otra parte, los romantlcos pusieron excesivamente en boga entre nosotros las abstracciones de cierta psicologia estetica que atribuia deinasiada reatidad al miio del «numen » So ereia eon una candorosa buena fe en la ins piracion que desciende, a jnodo de relampago, de los ciclos abiertos; se tenian para cualquier severa discipiina los rencores del eseoiar para el latin; se iba a pasear a los prados y los bosques y, como Mathurin Regnier, se « eaza ban los versos con reclamo. »
Ademas, toda manil'estacion de poesia ha sido mas 6 menos subyugada en America por la suprema necesidad de la propaganda y de la accion. Kl arte no ha sido, por lo general, sino la forma mas remonlada de la propaganda; y poesia que lucha no puede ser poesia que cincela. Este uiilitarismo batallador que, bien 6 mal depurado de la inevitableescoria prosaica,aparece en casitodas las paginas de nuestra Antologia, basta para que resaile con un ener* gico relieve de originalidad la obra, enteramente desintere sada y libre, del autor de Azul. No cabeimaginar una indi viduabdad literaria mas ajena que esta a todo sentimiento de solidaridad social y a todo interes por lo que pasa en lorno suyo. Se diria que es lo menos Beranger que puede ser un poeta; lo que, en sentir de algunos, equivaldria a decir que es todo lo poeta quepuede ser un mortal. Alguna vez tuvo su musa la debilidad de eanlar combates y victorias; pero la creo convencida de que, como en la frente de la Herminia del Tasso, el casco de guerra sienta mal sobre su frente, hecha para orlarse de rosas y de mirtos Heredia, Olmedo, Andrade, dibujan, mas 6 menos conscientemente, en derredor de sus versos, el circuito de un Forum, las gradas que se dominan desde una tribuna; en tanto que la de Ruben Dario es una mente de poeta que tendria su medio natural en un palacio de principes espirituales y conversadores. Yo no le creo incapaz de prediear la buena nueva; pero afirmo que,para hacerle maestro de la verdad, seria necesario prepararle una decoracion renovada de los mas bellos pasajes del Genezareth de idilio, de Renan;
vestir al apostal con tunica de ora y de seda; ungir de nardo su cabeza y sus hombros... y todavia, conseguir del Enemigo Malo que las prostitutas y los publicanos t'uesen gentes delicadamente perversas, sin ninguna emanation de vulgaridad.
Cierta referenda del misnio autor de La Abadesa de Jouarre, que glosarenios con una frase de Bacon, nos dara deanteniano la sxntesisdenuestro estudiode la personalidad y las ideas del poeta. « La verdad de los dioses debe infe rirse unicamente por labelle/a delostemplos queseles ban levantado, »le decia a Kenan un artisla aintgo. « No hay refinada bellezasin algo extrano en sus proporeiones, »aiir maba el genial y abyecto Canciller. —Todo Ruben Darfo esta en la doctrina que puede deducirse Iogicamente de esos dos postulados. — El Dios bucno es adorable porque es hermoso ; y sera la mas verdadera aquella religion que nos lo haga imaginar mas hermoso que las otras.,. y un poco raro adenias. — Le rare eat le bon, dijo elmaestro. — Satan es digno deser ponderado en tetaniassicmpre quese encarne en formas que tengan la selection de Alciblades, los fulgores de Apolo,la impavidez de Don Juan,la espirituaiidad de Mercurio, la belleza de Paris. En cuanto a las cosas de la tierra, ellas solo ofrecen, para nuestio artista, un interes reflejo que adquieren de su paso por la llermosura, y que se desvanece apenas ban pasado. Frente a la realidad posi tiva, a las que el Evangelio llama disputas de los hombres, a todo lo oscuro y lo pesado de la agitation humana, su actitud esunestupor exoterico6un silentio desdenoso.ISada sino el arte. Y como el arte significa esencialmente la Apariencia divinizada, y pone en las cabezas el mareo faeil de la alondra para ir hacia«todo lo que luce y hace ruido», preiiere un rey a un presidente de republica, t y a Washington, Italagabal. Se reina Men cuando se reina de manera adecuadapara proporcionar a una reducida portion de hombres elegidos las mas frecuenles e intensas sensa ciones defelicidad y de belleza Laaction vale como parodia del ensueiio. El grande hombrede action seria elabsoluto y todopoderoso monarca que, considerando la sociedad como el marmot donde el estaria obligado a cinceiar una estatua
a mi ticmpo enormc y exquisila, la reeortara, la trozase despiadadamentc, para organizarla con arreglo a una suprema idea de originalidad novelesca y tie magnilieeneia exterior.
Nada sino e) arte, repito. Su «naturaleza literaria »vibra enlera en esa palabra, Su talento lalleva por signo lomismo en la iaz que mira al Capttolio que en la que mira a la Tarpeya : en la de los aciertos y en la de las culpas. Imaginad sumundo intimocomoun horizonteavasalladopor una cumbre solitaria, donde la Belleza hace llegar sus rayos de cerca y donde el amor de la Belleza se levanta poderoso, altivo, vencedor. Todo lo demas de la realidad y de la idea queda en el lbndo oscuro del valle... Las cosas solo salen de la oseuridad tie la indifcrencia cuando un rayo de aquel amor las iiumina. Y del imperio de ese sentimiento unico, —receloso tirano de su reino interior, — ha naeido esta organizacion de poeta, verdaderamente extrana yescogida, eoinonaee, delacristalizacion delcarbono puro, la piedra incomparable.
Los que, ante lodo, buscais en la palabra de los versos, la realidad del mito del pelfcano, la ingenuidad de la con fesion, el abandono generoso y veraz de un alma que se os entrega toda entera, renunciad por ahora acoseehar estrofas que sangren coinoarrancadas aentranas palpilantes. Nunca el aspera grito de la pasion devoradora e intensa se abre paso al traves de los versos de este artista poeiicamente calculador, del que se diria que liene el cerebro macerado en aromas y el corazon vestido depiel de Suecia. Tambicn sobre la expresion del sentimiento personal Iriunfa la preo cupacion suprema del arte, que subyuga a ese sentimiento y lo limita ; y se prefiere, — antes que los arrebatados impetus de la pasion, antes que las actiludes tragicas, antes que los moviniientos que desordenau en la Iinea la esbelta y pura limpidez, —los morbidos e indoJentes escorzos, las serenidades ideales, las languideces pensalivas, todo lo que hace que la tunica del actor pueda caer constanteroente, sobre su cuerpo flexible, en pliegues llenos de gracia.
Y ese mismo amaneramiento voalu de seleccion y de mesura que caracteriza en el sentimiento, le domina tarn
bien en la description. Esla lleno de imagenes, pero todas ellas son tomadas a un mundo donde genios celosos niegan la enlrada a toda realidad que no sehaya banado en veinle aguaspurifieadoras. PorqueRubenDario^erta absolutamente' incapaz <ie extraer poesfa de las excursiones en que el pie felino de la musa de Beaudetaire hollaba, eon cierta mor bosa deleclacion, elcieno delos barrios inmundos, y en que ella desplegaba sus alas de murcielago para remover la irnpureza de las nieblas plomizas. Ve inteiisamenle, pero no ve sino ciertos delicados aspeetos del mundo material. La intensidad de su vision se reserva para las cogas hermosas., Cierra los ojos a la impresion <lelo vulgar. Lleva conslan teniente a la descripcion el amor de la suntuosidad, de la elegancia,del deleile,delaexterioridad graciosa y escogida. Su taller opulento no da enlrada sino a los materiales de que,si fuese suya laiampara de Aladino, habria de rodearse en la realidad. Oro,marmoi y purpura, para construir, bajo la advocacion de Schelierazada, salones encantados. Todas las formas que ha iijado en el verso revelan esemismo culto de la plaslicidad triunfal, deslumbradora, que se armoniza en el con el de la espirilualidad selecta y centelleante. El instinlo del lajo, —del lujo material y el del espiritu, —la adoracion de la aparieneia pulcra y hermosa, con cierta indolente non curanza del sentido moral. "
Tal inclinacion, entre epicurea y platoniea, a lo Renaci miento ilorentino, no serfa encomiable como modelo de una escuela, pero es perfectamente tolerable como signo de una elegida individualidad. De ese modo de ver no naceran en el arte Jiterario, las obras arquiteeturales e imponentes (y desde iuego, es indudable que no naceran poemas cosmogo nicos, ni romances sibilinos, ni dramas cejijuntos); pero nacen versos preciosos; versos de una disUnebm impecable y gentilicia, de un incomparable relinamiento de expresion; versos que parecen brindados, a quien los lee, sobre la espuma que rebosa de un vino de oro en un eristal de bac carat, o en la perfumada cavidad de un guante cuando apenas so lo ha quitado una mano principesca... Todas las seleceiones importan una limilacion, un empeqiienecirniento extensivo; y no haydudadeque el relinamiento de la poesia
del alitor de Azui la cmpequefiece del punto de vista del contenido humano y de la universalidad. No sera nunca un poeta popular, un poeta aclamado en medio de la via. El lo sabe, y me figuro que no le inquieta gran cosa. Dada su manera,el papel de represenlante de multitudes debc repug narle tanlo como aI poela de las Flores del maly que, con una disculpable petulancia, sejactaba de no ser lo suficien temente bete para merecer el sufi-agio de las mayorias.... Lejos del vano estrepito del circo; en la « sede del arte severo y del silencio, » eomo el gusta decir evocando la grave frase d'annunziana, pule, cincela, a modo de « un buen nionje artilice, » y consulta a los « habitantes de su reino interior. »— Hecnerdo a esle proposito que uno de los personajes de L'Immorlel de Daudet, plantea esta cues tion interesante :—Si acaso Kobinson hnbiera sido artista, poeta, escritor, hubiera continuado siendoio en la soledad, hubiera producido? »Heahi una duda que, para los artistas de la raza del nuestro, apenas admite explicacion. En el individualismo soberbio de este poeta —aunque prive a su poesia de la amplitud humana ygenerosa que realza a la de losque cantan convocacion y majestad de liierofantes hay nnfondolegitimoque ningun ahnadolada de«entendimiento de hermosura » sera osada a negar. Cicrto : la Belleza sonada es, de todas las cosas del mundo, la que mejor jus tilica los individualismos buranos y rebeides; es un santo horror el que tiene el artista a la tirania de los mas, al pen samiento vestfdo con Iibrea de uniforme; el arte y la. multitud estan bechos de distinta substantia. El arte es cosa leve y Caliban tiene las manos toscas y duras. Pero se Je' puede abominar en el arte y aniarle eristianamente en la realidad. Ruben Dario no le ama ni en la realidad ni en el aTle. Se que no se indignara conmigo si alribuyendole un sibaritisnio de corazon que haria rngir aEdmundo Scherer, cuyasinvectivas contra Gautieracabode dejar delas manos, me creo antorizado a pensar que, como el personaje de Mademoiselle Man pin, solo sesiente inebnado a darlimosna cuando la sordidez y los andrajos tienen aspecto de cuadro de Ribera 6 de Goya!... *Todas las predilecciones que revelan sus versos ; todo
ese grupo favoritode imagenes, de reminiscencias, do nom bres, que forman un caracteristico corso e ricorso al rededor de la obra decada artista, responden en el nucstro aImismo delicado insUnto de seleecion. La Grecla clasica y la Francia de Luis XV le daran, allernativamenle, objetos para sns decoraciones; simbolos todas dc una organization espiritual que huye lo ordinario coirio el armino lo impure Ama prodigar la seda, el oro, el marmoi, como terminos de comparacinn. Ai'm mas que la rosa purpurada «en sangre pecadora », es el lirio heraldico y beato la flor con que nos encontraremos al leerle. Y si se nos preguntase pop el ser ammado en que debcrta simbolizarse el genio familiar de su poesia, serfa necesario que citasemos, — no al Icon ni el aguila que obsedian la imaginacion de Victor Hugo, ni siquiera al ruisenor querido de Heine, —sino al cisne, el ave wagneriana: elbianco y delicado cisne que siirge a cada instante, sobre la onda espumosa de sus versos, Itamado por insistence evocacion, y cuya imagen podrfa grabarse, el dia que se blasonara la nobleza de los poetas, en uno de los cuartelesde su esciulo, de lamanera como se grabaria en el escudo poetico de Poe el cuervo ominoso, y el galo pensativo y hieratico en el biason de Baudelaire.
Toda la complejidad de la psicologia de esle poeta puede reducirse a una suprema unidad, todas las antinomias de su mente se resuelveu en una sintesis perfectamente logica y clara, si se las mira a la luz de esta absoluta passion pOT lo selecto y por lo hermoso, que es el unico quicio inconmovible en su espiritu. —No es el parnasianismo helado y pero es, en cierta manera, un parnasianismo extendido al mundo interior, y en el que las ideas y los sentimientos hacen el papcl de lienzos y bronces. —TeofHo Gaulier no tenia reparo en conlesar que,consideradaslas cosas ponien dose en el mirador del arte, le pareeia prcterible una magnifica panlera a un ser racional \ lo que no impedfa que el hombre pudiera hacerse superior a !a pantera despojan dola <le su piel pararecortarse una hermosa UYnica. Hay en Ruben Dario la virtualidad de una esUHica semejante. El pensamiento maio que viene revestido con una pintada piel de pantera, valemas queelpensamiento*bueno que viste de
librea 6 con una correccion afectadamente vulgar.' Pero se concede a los moralistas que si el ijuen pensaniiento des nuda de su bizarra piel al animal feroz y se la pone regia mente sobre los hombros, valdra mas que el pensamiento malo.
Y ahora que he tratado de caracterizar a mi manera la genialidad del poeta, y he sintetizado todo lo dicho en ese ejemplo extremoso, oigo que me prcgunta una voz interior que se anticipa a muchas voces extraiias :£No crees tu que tal concepcion de la poesia encierra un grave peligro, un peiigro mortal, para esa arte divijia, puesto que, a fin de haeerla enfermar de wdeccion, It limita la luz, el aire, el jugo de la tierra? Seguramente, si todos los poetas fueran asi. Pero acaso £no existiria un peligro iglial para la armonia de laNaturaleza y para la soeiedad delos hombres, si todas las plantas fueran orquideas; diamantes y rubies todas las piedras; todas las aves cisnes u (aisanes; y todas las mujeres sirvieran para figurar en cronicas de Gyp y cuentos de Mendes!...
Para proseguir nuestra esquisse de la personalidad que estudiamos, de la manera mas segura : teniendo ante ios ojos el inequivoco trasunto desu obra,elegiremos de ella lo que nos parece mas caracteristico y de mas alto valor. Es su ultima coleccion de versos la que representa —por asi decirlo —la plena tension del arco del poeta. El autor de Azul no es sino el boceto del autor de POSAS PUOFANAS
Entiendase que me refiero, exclusivamente, al poeta, en este parangon de los dos libros ; no al prosista incompa rable de Azui; no al inventor de aquellos cuentos que J)ien podemos calificar de revolucionarios, porque, en ellos, la urdimbre recia y tupida de nuestro idioma x)ierde toda su densidad tradicional, y — como sometida a la action del trozo de vidrio que, segun Barbey d'Aurevilly, servia para trocar los fracs deJorge Brummell en gasas vaporosas, — adquiere la levedad evanescente del encaje. Tomaremos, pues, la ultima coleccion del poeta por punto de partida. Los que conoceis de las nuevas tendeneias lite rarias la parodia y deRuben Dario la leyenda, podeis alejar
todo teraor de que os jucgue una mala pasada conducien doos al traves de an libro sorabrfo, diabolico 6 impuro. Es un libro casi optimista, — a cond\ci6n de que no confnndais a\ optimismo poetico con la alegria de Roger Bontcmps.fNo encontrareis en el una sola gota del amargo ajenjo verle niano, porquc el Verlaine que aparece no es el Verlaine que sabe la cicncia del dolor y el arrepentimiento ; ni una onda sola del helado ncphente de Lecoute de Lisle; pi x\n solo porno de la farmacia toxica de Baudelaire Encontrareis mucha claridad, mucho champagne y muchas rosas. No bien haeemos nucslra entrada en el libro, el pocta DOStoma de la rnano, como el genio de algun cuento oriental, para que reirocedamos con <*1 a la vida de una epoca llcua de ameni <Jad y de gracia. Vamos enviaje al sigloxvm francos. Cierto <;s que a mi, como a muchos de los que se decidan a se guirmc, nos ugrada de una manera mediana aquel ambieote en que la Naturaleza no era sino un inraenso madrigal; en que un erotismo rococo ocupaba el lugar de la pasion fucrte y fecunda; y en que cierta mitologia de abanico hacia de Mercurio un mensajero de billetes galantes, y de Eolo un paje encargado de dar aire a las reiuas, y de las butacas de salon los tripodes de Apolo. Pero no importa, por mi parte. 5'resumo tener, enIre las pocas excelencias de mi espirilu, la virtud, literariamente cardinal, de la amplitud. Soy uu docil secuaz para acompanar en sus peregrinaciones a los poelas, a doudequiera que nos llamela irresponsable volun tariedad de su albedrio; mi temperamenlo deSimbad litera rio es un gran curioso desensaciones. Busco de intenlo toda ocasi6n de hacer gimnasia de flexibilidad ;placeme Iripular, por ejemplo, la nave horaciana que conduce a Atenas a Virgilio, antes de embarcarme en el bajel de Saint-Vol Houx 6 en el raro yat de Mallarme. i Que"mucho que no me intimide ahora la peregrinacion a que convida este deslerrado delos jardines de Versalles y los trianones cucos, auuque el no haya de llevarme precisamente a las regiones por que suspira mi alma cuando toma la actitud de Mignon? La hospitalidad de las Marquesas es, al fin y al cabo, una hospitalidad envidiable, y la presentacion sera hecha por un pocta de la corte!
Era un aire suave....* dice el liiulo de estos primeros versos. Y ademas del aire efectivamente acariciador que simula en ellos el ritrao, ellos os balagara'n los ojos con todos los primores de la lmea y todas las delicadezas del color. Imaginaos un escenario que parezca compuesto con figuras de algiin sulil miniaturista del siglo xvm, Una noche de fiesta. Un menudo castillo de Le Notre, en el que lo exquisito de la decoracion resalta sobre una Arca dia de parqucs. Los jardines, celados por estatuas de dioses humanizados y mundanos, no son sino salones. Los salones, traspasados por los dardos de oro de los candelabros, arden como pastillas de quemar que se consumen. Un mismo tono, delioado y altivo, femenil y alegre, de la Gracia, triunfa por todas partes, en el gusto de la ornamentaci6n, en los tintes claros de las tolas, en las alego rias pastorales de los tapices, en las curvas femeninas de las molduras.... Las Horas danzan festivas. Se esta en el siglo del ingenioy la conversacion ha desatado enleves ban dadas sus trasgos y sus gnomos. Declaraciones, risas, sus piros, Pueblan el aire los pastores acicaiados de Walleau, repartidos, en grupos que se eclipsan y reaparecen, en los pianos de soda delos abanicos, que conversan en el lengnaje de las senas. Se oye la sinfonia de las telas lujosas. Tane la seda su pffano inseclil, el gro rczonga su voluptuosidad, los encajes tiemblan azorados Crnzan la sala las mujeres de Marivaux. Por alia pasa Sylvia> por alia Araminta, por alia Angelica y Hortensia. Los rostros, que semejan de estampas, y que parecen pedir, sobre las mejillas consteladas de lunares, la firma de Boucher, llevan, ellos tambien, esa nota de araaneramiento querido que surge en todas partes en el siglo de la artificialidad. El baile luego. Una orquesta de Italia deslie en el airela musica de un repertorio voluptuoso. Los tacones de purpura dibujan sobre la alfombra florida la Z del minuc, 6 se abandonan a la fugacidad de la gavota, 6 haccn la rueda en la pavana. Oro, rosa, celeste, sobre los paniers de las danzantes y en los trajes de sus caballeros. Todo el ambieiitc es una caricia y todo lo que pasa parece salir de la aljaba de la voluptuosidad.
Tai amplifica mi fantasia, docil a toda poetica sugestion,
el fondo hechizado del cuadro en que la magia del poeta liace revivir a esa marquesa Eulalia que, colocada enlre uu abate madrigalista y un vizconde galante, reparte risas y desvios con una malignidad encantadora Un paje audaz, de los que piraleabau con la palenle de corso de los reyes en los mares mundanos de la Regencia y de Luis XV, sabe el secreto que hara desvanecerse la risa de Eulalia, y la esperara, a. la media noche, en una glorieta del jardin que duerme ^nvuelta en sombras azules. Pero entre tauto, Eula lia rie, rie incansablemente; y mientras la graciosa Eco mezcla en la copa del aire las desgranadas perlas de su reir con las notas perdidas que eudulzan las ondas mausas del viento, la fiesta, en lorno, continua; las Horas danzan fcs tivas, como en la pintura matinal de Guido Rcni...
^Tocar asi la obra del poeta, para describirla, como un cuadro, con arreglo a un procedimiento en que intervenga. cierta actividad refleja de la imaginaci6n, es un procedi miento legitimo de critica? Solo puede no serlo por la incapacidad de quien lo haga valer. — La composicion es de un tono enteramente nuevo en nuestro idioma; porque el matiz de la Gracia que hay en ella, no tiene la correcla simpli cidad de la elegaucia clasica, ni la vivacidad del donaire pu ramente espafiol, hecho de especias y de zumo de uva, que nuestro propio poela ha cantado, con versos de gesticula ciones gitanas, en el Elogio de la seguidilla. Es la gracia Watteau, la gracia provocativa y sutil, incisiva y amane rada, de ese siglo xvm francos, que los Goncourt, que tan profundamente la amaron y sintieron, llamaban « la sonrisa de la linea, el alma dela forma, la flfonomfa espiritual de la manera. » La originalidad de la versificacion concurre admirablemente al efecto de ese capricho delicioso. Nunca. el compas del dodecasilabo, el metro venerable y pesado de las coplas de Juan de Mena, que los romanticos rejuvene cieron en Espafia, despu^s de largo olvido, para conjuro de evocaciones legendarias,habia sonado a nuestro oido de esta? manera peculiar. El poeta le ha impreso un sello nuevo en su taller; lo ha hecho flexible, melodioso, lleno de gracia \. y libertandole de la opresi6n de los tres acentos fijos e inmutables que lo sujetaban como hebillas de su traje de-
hierro, le ha dado un aire de voluptuosidad y de molicie por cuya virtud parecen trocarse en lazos las hebillas y el hicrro en marfil. Tienen su destino los metros! podriamos exclamar, a este proposito, parodiando al anonimo poeta de la aniiguedad. He aqui que el viejo ritnio del Libro de las quercllas y de la Danza de la muerte ha doblado sus petri jficadas rodillas de Campeador sobre el almohad6n de rosas de la galanterial
El misrao cielo, azul y opalo, de cuadro de Watleau, el de las verlenianas FMes galantes, se tiende sobre la Divagacion que viene luego. El poeta, haciendo gala de un cos mopoiitismo ideal, que liba voluptuosidades en la copa de lodos los sibaritismos humanos para refundirlas en una suprema quintaesencia, declara que quiere dar a su amor todos los encautos y todos los colores propios del eslilo de amar de cada raza. Carioso mer cad ante del verso, reune en su lienda, para preparar un cscenario nupcial, estatuas de Clodion y bandolines florentinos; copas para el vino teuton y copas para el vino de Espana; mil tesoros exoticos : tor tugas y dragones chinescos, y joyas de bayaderas de la India, y labrada plala del Japon Quiere un amor que sea universo. Quiere que, en sucesivos avalares, su amada lo sea todo; desde la Diana de muslos de marfil que blanquea en el rincon de un parque de Luis XV, hasta la negra Sula mita del «Cantico »... Pero fijaos bien, y vereis corao, por debajo de esta mutacion superficial, ella sigue siendo siempre una francesa del siglo de los duques-pastores, una joven marquesa, una nieta mimada de Marivaux, como aquella deliciosa Eulalia que parece escapada de una pagina de los Juegos del amor y el azar 6 de las Falsas confidencias. Ella sabe de Grecia por las Arcadias de aquel siglo; de Alemania por Gerard de Nerval; de EspaSa por Meri mee; de Oriente por Loti.. Hay en todas estas estrofas toques realmente incomparables; y se diria que el poeta, ai mismo tiempo que hace la corte a su viajera, hace tambien la corte a todas las exquisiteces del decir y atodas las gra ciosas petulancias de la forma.
Pienso que la Sonatina que desgrana sus notas en la siguiente pagina, hallaria su comentario mejor en el acorn
panamiento de una voz femenina que le prestara melodioso realce. El poeta mismo ha ahorrado ala critica la tarea de clasificar esa composicion, dandole un nombrc que plena mente la caracleriza. Se cultiva casi exclusivamente — en ella, la virtud musical de la palabra y del ritmo poetico. Alados versos que desfilan como una mandolinata radiante de amor y juventud. Acaso la imagen, en ellos evocada, de la trisley sonadora princesa, seha desvanecido en vosotros, cuando todavfa os mece el eco interior con la repereusion puramente musical de las palabras, como el aire de un canto cuya letra habeis dejado de saber... Imaginais que os arrulla una berceuse muy suave, y que vuestra alma esta en la cuna; imaginais que teneis el alma en la epidermis y que unas manos de hada os la acarician; aquellas leves manos que dibujo una vez Regnier, — inmunes de «haber hilado el lino de toda vil labor » y que sobre las (iebres en que se posaban « hacian nevar el celeste reposo desu frescura ».... Una berceuse, nada mas; pcro i no vale y no se juslifica asi tambien la obra de los poetas? No ha mucho tiempo que estuvo mas de moda que hoy saludar a la poesfa versificada con el melancolico adios de cierta heroina del Ricardo HI a la reina de los tristes destinos. Pero todavia escuchamos a menudo que, condenada a ser proscrita — en cuanto alada mensajera del pensamiento, y en cuanto arte descriptiva, — por otras formas mas amplias de la expresi6n, lo esta tam bien a serlo de los dominios del sentimiento por la potencia infinita de ]a miisica, que es la unica fuerza capaz de evocar y reunir soberanamente, en el concierto de la Naturaleza, las confidencias de todas las cosas que lloran y las confidencias de todas las cosas que rien.. Ceci tuera cela. — Cuando lo oigo decir, El Cuervo de Poe, El Lago lamartiniano, — que son para mi los dos hitos terminales de la armonia verbal. los sollozos rimados del Souvenir y de Las Nockes, cien cosas mas, aletean en mi roemoria como pajaros amenazados de muerte.... Yjuro eutonces que, por masque lo infinito se abra tras el horizonte revelado por la magia sublime de los Schumann y los Wagner, ella compartira perpetuaraente el imperio de las vibraciones sonoras con esta otra musica que no precisa adherirse a cosas tangibles; la que nace
directamcnte del roce de la idea al entrar en el molde de la palabra; la quo, a un tiempo mismo, signifieay sugiere; la •que tiene instrumentOS sutiles y maravillosos en la orquesta de sus letras iumoviles, cuyos rasgos — como tendidas cuerdas 6 sonoros tubos de metal — parecen plegarse y •desplegarse de cien modos extranos/ para arrancar a la onda prisionera de aire vibraciones desconocidas.... Si; yo creo •que para que se sostcnga el tripode del verso, es suficiente que dure el pie que reposa sobre la musica. Mucrto para la idea, muerlo para el seutimiento, el verso quedaria justili -cado todavfa coraojinete de la onda sonora! Dos composiciones ha consagrado Ruben Dario a glorificar ia Candida hermosura del cisne, en quicn he dicho que tiene su poesia una especie de genio familiar. Blason s£ llama la primera, y con el propio nombre del ave la segunda. Son dos fiomenajes diferentes. Para cantar ai cisne pintado sobre azur en el blas6n de una condesa espanola, el poeta parece prepararle en sus versos el claro y espumoso lecho de un Jago en un parque de Le JNdtre; y enlonces, la imagcu que se levanta, d6cil al llamado del poeta, en nuestro* espiritu, •es la del cisne meridional, el cisne de Leda, — ese bianco remero del Eurotas, — glorioso en el cuadro de Leonardo, •divinamente cantado por Leconte en su evocacion de Helena. Y cuando,para saludar la aurora de Wagner, llama segunda vez al cisne al acento del poeta, despliegase ante nuestros ojos la otra ala del ave legendaria; y es el cisne del Norte «1 que canta entonces, dominando el estrepito del martillo formidable de Thor y las trompas que celebran la espada de Argantir.
He dicho antes por que me parece bien queunpoeta como •el de que se habla en esta confesion de impresiones, ame al cisne y le acaricie en sus versos. Adcmas, una poesia de los •caracteres de la suya, que ha.hecho sus trlunfos invocando un proposito, mas 6menos bien fundado, de renovaci6n, tiene •que reconocer algo propio en el simbolismo clasico del •cisne. — El cantico del ave de armiuo es, para la leyenda iradicional, simbblo de crepusculo, simbolo de cosa que muere; pero, en cambio, el cisne sagrado cntre cuyas alas «1dios de la luz volvi6 sobre Delfos desde la region helada,
I no simbolizaba tambien, denlro de la fabula gricga, la revelacion de la luz nueva, y no llevaba en la blancura de su plumaje inmacnlado el einblcma de la claridad que naee?... Aspirando la poesia revolucionaria de Ruben a representar, adetnas de una renovacion, un tamizamiento de la luz, osta nueva luz, cernida entre espumas, no podria ser anunciada, como la de todas las auroras, por el canto del gallo prego nero, sino porla presencia hcraldica de un cisne. — (; Quien duda de que es el cisne la menos terrenal y la mas aristo cratica de las aves? Aristocratica por su pureza de nieve no tocada 6 de bianco lino monacal; aristocratica por su « saudoso )>ensimismamiento; aristocratica por su asocia cion inseparable, en la ficci6n bumana, con las cosns mas delicadas de la tradici6n y con las ensofiaciones mas her mosas del mito, dcsde el episodio de Leda hasta la leyenda blanca de Loheugriu Las alas diafanas, la silueta del cuello largo y candidisimo, parecen dibujarse, al traves de la transparencia del papel, bajo los versos que nuestro poeta dedica al blason de la condesa de Peralta. — Delicada, feme nina, graciosa, ^no se podria decir que, como la Helena clasica, su poesia tiene sangre de cisne en las azules venas ?..
Hay en el libro otras dos composiciones en que el poeta revela la volunlad de ser amable con el ambiente de la ciu dad en que su figura literaria ha adquirido rasgos domina dores y dcfinitivos; con el ambiente en que ha florecido este « ultimo mes de primavera » de su produccion, represen tado por las Prosas.
Son ellas una deliciosa canci6n carnavalesca, y unos elegantes cuarletos alejandrinos, en los que se hace la descrip ci6n de una mafiana de campo, con la gracia, menos rustica que palaciana, de la jardineria de Yersalles. — Una y otra composicion son plausibles por el desempeiio La Cancion es uno de esos graciosos alardes de agiiidad y desenfado en que Banville, no prelendiendo ser mas que un Debureau, un mimo, de la lirica, encuenlra modo de ser, como Debureau, un mimo de talento. Pero, en realidad, el toque local no csta representado, en ambas, mas que por nombres. No hemos
salirio sino a mcdias del amhicnte que hasla ahora hemos respirado en el libro y al que volveremos — pasadas pocas paginas — con la cena galante do El Fa isan y el coloquio de amigos de hi Garvonriiere. Lo mismo hajo la copa del viojo ornbu de Santos Vega y enlre las ramas de los espi nillos en flor, que al confundir su musa, puesta de mascara, en el corso de miestras earnestolondas de capa eaida, el poeta evoca sicmore, como por una obsesion tirana de su numen, el genius loci de la escenografia de Pan's. — A Guido Spano le pasa algo semejante con eiertas composi ciones de moli\o local, en que las lernmiscencias del Atica se transparenlan muy luego bajo los nombres del terruno y en que parecenos ver una enredadera de nneslros bosques salvajcs abrazando la fina columna de un templete, — La poesia enteramente anti-americana de Dan'o produce tam bien cierto efecto de disconvenieneia, cuando resalta sobre el fondo, aim sin expresion ni color, de nuestra americana Cosmopolis, toda becha de prosa. Zahutnerio de boudoir que aspiia a dihnrse en una bocanada de fabrica; polvo de oro parisien sobre el neo-yorkismo porteno.
Contenta mas volver a verla en su medio natural. El Faisdn, al que hemos aludido bacc un instantc, nos brinda una ocasion soberbia para ello — Una composicion que es la obra maeslra de la Frivolidad. Un Icina de una fugacidad y una ligereza que parecen hacerla tanto mas encantadora El recuerdo de una aventura galante, de un posarse en la ratna del amor volandcro, la cena de una noche de carnaval en el gabinetc de un cafe parisiun. La estrofa de Brizeux, el monorriino tcrnario de los himuosjrafos mcdioevales — cas tellanizado en El Faisdn de manera propia para haeerie quedar, de esta vez para siempre, cntre las copas y los tirsos de nuestra metriea, — sc rtnde blandamente para recibir en su seno este oro liqnido, excitador y dulce. Des cribe el poela, con un vocabulario que se diria seleccionado en un taller de mosaistas curiosos, la escena, aeompanada musicalmente por la triunfante sinfonia del carnaval, zahumada por los aromas de los vinos, las rosas y las fresas, y presidida por el ave de oro, simbolo dc la mesa exquisila. El nos cuenta que veslia en aqueila noche de mascaras la
vestimenla blanca de Pierrot; y la melaucolja final que suena, couio una espuma que se apaga, en eslos monorrimos lnjosos, se parece a la palidez del enharinado gourmand. No es qiuv « nieve por dcittro » ; es npen as un copo de harina plateado por la lima Pero j qu6 sugestiva liabilidad en el trasunfo de la sensacion del ambiente! j Que arte adorable en la orfcbrcria de csta expresion, donde cada palabra se cuida como una faceia de la piedra preciosa, como una vena de la nacar, como una inasihle chispa de luz de las que han do consielar de diamante el oro brunido!... Con El Faisdn vino prisionera una ra'faga del aire fosforieo que hace cos quillas en el talento de Mendes, de Anrciiano Scholl, de Halevy... En nucstro idioma severoj cuando la voluptuosidad .Jia oblcnido del verso, para su carcax de cazadora, dardos semej antes? Porque la voluptuosidad es el alma misma de eslos versos; se hunden, se estiran, ronronean, como los gatos regalones, en los rojines de la voluptuosi dad !Versos golosos, versos lentado-res y linos, versos capaces tie hacer languidccer a una legion i\^i Esparta Si se tratase do ir a la guerra, yo los proscribiria como a la Maga oferta dot-a de un iiltro perfido y enervador. — Y si — merced al pequefio grano de sal que casi todos hemos recibido de las Gracias — mi ineorregible inclinacion ai arte que combate y que piensa no cstuviera lejos de ser pedante como la de los pedagogos, dirfa que son una mala sugestion.,.,
La capacidad de admirar es, sin duda, la gran fuerza del critico; pero los que lo somos, 6 aspiramos a serlo, tenemos nueslro inevitable trasgo familiar, a quien atormenla el prurito infantil de afilar sus dienles menudos hincandolos en carnc noble. Cierta araargara mittgada y espiritual es un Fermento sin el cnal el licorque elaboramos no hace espuma. Yo lornaria mi divisa del titulo de cierta composicidn del poet a de los « l£smalles » : Bonbons et potnmes verts. Hasta ahora no se ha justificado en cstas paginas mas que la primera parte del mote. Pero he aqui que siguen a la Cancidn de carnaval, — que es, como he dicho, un juguete que podria haber salido de manos de Banvillc, — y preceden a El Ftusfhi, — que considero una verdadera golosina de arte,
tres composiclones madrigalescas que parecen intercaladas de intento para complaccr a ml deseo de no dejar intacto el capitulo de las censuras. Recotivengo a Rub^n Dari'o por csas seis paginas triviales de la coleccion. Ellas estan admirablemente en los albumes donde Cuerem escritas; pero, quitadas de alii, me parecen indignas de que scinejante poeta las continue y reconozca por suyas; pues va sans dire que si le tengo por un espirilu del siglo XVIII frances, no es porque le erea de la especie poetica de los Bertin y los Dorat No direyo — i y quien se atreveria a confesar, aunque lo pensase, ese pecado de galanterfa ? — que los poetas de veras esten moralmente imposibilitados de hacer versos de album. Un poeta no ha de ser feroz. Lo que yo pietiso es que la fiesta solenine que siguifica para el poeta el acto de vendimiar entre las frucii ficantes vidcs de sus rimas y colmar las cestas doradas de BUS Caneforas, debe ser consagrada con la resolucion viril del sacrificio, y debe acallar, en sn corazon de aulor, todas las predilecciones interesadas. — Efectivamenie : una antologia, aunque ella sea personal; un Cancionero, para decirlo a losiglo xvy a lo Heine, es pornaturaleza obra de estricta seleccidn, — y si procede, como en este caso, de g**an poeta, — de seleccion llevada a la crueldad Pasen las humildes desigualdades en nuestra prosa plobeya, y pasen, tambien, fuera del libro, las complaeencias con la musa. Pero uu libro de versos es la dclicada fuenlc de fresas. donde solo place ver admilidos, sobre el esmalte 6 el crista!, las frutas perfumadas, el azucar niveo y bien ceruido, los ampos mas biancos de la nata....
El Yerlaine de las Fetes ha solido dejar la huella de su paso por las paginas que hasta ahora hemos rccorrido en la obra del poeta. Las composiciones que se Litulan Mia y Dice mia nos colocan frente a otra faz del grande y raro maestro. Henos ahora en los brumosos dominios del Yerlaine de las Romances sans paroles; en los dominios del Verlaine convertido por Rimbaud al culto de su pocsia ultra-espiritual y sutilisima. Estamos en un pais de cosas fcremulas, donde debe marcharse reprimiendo el aliento. —
Esas cantilenas vagas y como tejidas de bilos de aire; esos versos caliiicados de enfantillages amorphes por Maurras, y en los cuales la sombra de tin pensamiento 6 una emocion se expresa en una forma de balbuceo, tienen en Verlaine un encanto que nace desu propia falta de realidad ycontenido; de que nada preciso entra en lo que significan 6 figuran; porque a la fantasia del lector Ie basta con la cspuela de plata que la liierc, abandonandola Iuego asu espoutaneidad. Cada uno de nosotros pone, a su capricho, la letra a esta vcrdadera musica verbal en la que las palabras hacen de notas Cada uno tiene derecho a una interprefcacion personal sobre esta rara clase de versos, que son apenas como un papirotazo sugestivo, un resquicio instantaneo abierlo sobre una perspectiva ideal, un golpe rapido de lilo sobre cristal vibrante Acepto el genero, legilimado por muy curiosas naderias de los decadentes. Pero ^sera posible usar, como arco, el verso espanol, sobre esa cuerda de la lira novisima? Pienso que no. — Soberbiaraente hermosa, nuestra lengua, para el efeeto pla'stico y para la precisi6n y la firmeza de la forma sonora! Pero ella no ha teuido jamas —por su naturaleza, por su genio ; no tan s61o por dcflcientemente trabajada, — esa infinita flexibilidad, esadislocacion demimo antiguo, que hacen del frances un idioma admirablemente apto para registrar las mas curiosas sutilezas de la sensacion, un idioma todo compuesto de malices... Esta hecho, el nuestro, como para complacer al personaje de Gautier, que enamorado de lo lirme, lo escultural y lo atrevido, sofiaba cuadros que parecieran bajo-relieves de colores ; figuras que resaltaran, herculeamente esculpidas por un sol triunfal, y nubes cuyos contornos mordaces sobre el azul les diesen las apariencias de pedazos de marmol. Por lo dermis, el analisis tiene poco que bacer con estas composicioues enteramente irresponsables por su indole. Gopos de espuraa h'rica que se desva necen apenas se les quiere recoger en las manos
Salvando el Portico escrito para el libro En tropel de Sal vador Rueda y que precede, en la coleccion que recorremos, a una composicion del mismo lono :el Elogio de la Seguidilla,
iibrvsu ante uuestro paso lo que podn'amos llamar el patio andahtz de esta eiudad soiiada de las Prosas. Enlremos. Es el inediodia; la caricia del aire deja en las sienes perfumes deazahar; culidos canlares se diluyeu en el sileneio; una fuente discrela arrulla el reposo enla frescura de la sombra; y las puertas de ebano de los sueiios se abren movidas por un genio infantil que usa turbante y albornoz...
Salvador Rueda es, reconocidamente, en el parnaso nuevo de Espafia, el duetto del troquel con que estan selladas eslas composiciones. El lirismo pictorico y lleno de locuaz amenidad, del autor de los Cantos de la vendimia, — a cuya briosa evocaci6n parece haber renacido la genialidad de la vieja lirica andaluza, la del Gungora de los buenos tiempos, para conciliate con el eco lejano de algunas nuevas co rrientes literarias, — pone su nota earacteristica y vivaz en estas pinlorescas atidaluzadas de Dario.
El Portico que precedi6 a la obra del poeta sevillauo, no tiene olro defecto que el de estar versilicado en un metro asaz acompasado y nion6tono para emplearse en composition de tan largo aliento. Evoca el poeta a la musa de los paises amados por el Sol. Nos la mueslra primero,juvcnil y alliva, con su lirso de rosas y su frente dorada por la Iuz meridional, en los p6rticos griegos y en las tibias granjas de Yenusa; la sigue, luego, al Oriente encantado, donde liabila el rey del pais Fantasia, « que tiene un claro lucero en la frente, »y donde ella acompana las danzas moras y conversa con los viejos kalifas de las barbas de plata; la ve parlir, como una golondrina, ala ventura, con la caravana indolente que un dia se deiiene en suelo audaluz. Canta entotjces el poeta a la musa indigena de Espaiici. Arde la eslrofa con los ocresy rojos dela plaza de toros, la alegria delas verbenas, el reir de las cliulas, el relampaguear de las navajas ebrias de sangre, el ca'lido son de los inslrumentos caracteristicos; la amorosa guitarra, admirablemente dibujada en el verso que le atribuye talle y caderas de muter* los negros crotalos convocadores y el sonoro pandero que, en las brunas y son rosadas manos, bace de fuentc donde recoger los claveles y las guindas. — El canto es nuevo, lleuo de garbo, y lo desenlaza bien la bizarria del rasgo final, en que el poeta
envia su saludo a Hugo, soberanu do la monarquia poetica, emperadorde la hatha flnrida, romo hermosamenle le llama, eon hi frase do los cantos do grata evocada por el propio verso hujroniano on .tymerillot : Charlemagne, empercur d la barbe fleurle...
Notione el mismo Rueda una composition donde tan pode rosumonte se condense y resuma su propio eslilo de pintar. En el Elogio de la Sega id ilia vihra tambicn la cuerda netamente cspanola; y esa cslrofa alada y halzante, esa pequena anfora lirioa donde el pueblo ha clerrainado lodos los jngos de su corazon, esla cantada como cifra de cspano Hsmo poetico y como el alma melodiosji dola vida de Espafia.
Pcro, entre tanto* nombres signiiicativos e ingeniosos como se dan en esos bi/.arros versos a la seguidLlla; ^por que se lellama rosa metrica, con lo que se ha dado prctexto al lapiz inquieto de mis glosas para rccordar qife aiin exisle la crilica ralonil en los desvanes y subsuelos del arte? Tal modo de decir sugiere en mi, por una explicable asociacion, una extrana imagen de flor geomdtrica angulosa.. Y heaquf que mi Iapiz ha descendido a' imitar, en la margen del libro, la glosa hermosillesca... Quede ahora la observaci6n sin borrar, para que no falte ni aun el mordisco hincado en el detalle, en estas paginas donde he puesto en moviiniento Cantos modos del juicio.
Para hacer su peregrinaci6n a Grecia ; para ser fiel a ese precepto del buen gusto, que acaso no desobedecera impunemente ningiin alma religiosa del arte, nuestro poeta no ha buscado siempre el camino que indican las Arcadias de los trianones y las diosas de Clodi6a. Hay veces en que ha seguido una ruta menos sinuosa; porque tambicn la Grecia original y verdadera, la que no ee adora en las diosas de Clodi6n, sino enlas de Fidias, le parece digna de ser amada Su espfritu, —-sonambulo para lo actual, — se atirma en el pasado sobre dos tripodes : la Francia del siglo xvin, y la Helade clasica que aquella Francia iroit6 caprichosaraente, trocando en domin6 la tunica antigua. — He ahi sus dos palr'nis. — Siempre be creido que todo verdadero espiritu
de poeta elegira, con mas 6 menos conciencia de ello, su ubicacion ideal, su patria de adopcion, en alguna parte del pasado, cuya imagen, evocada perpotuamente, sera un ambiente personal quelo aisle dela atmosf'era de la realidad.
Lo presente solo puede dar de si una poesia limitada por los cuatro muros de la prosa — « No hay poesia — ha dicho Anatole France — sino en el deseo de lo imposible, 6 en el scntimiento de lo irreparable. » Honda verdad, a' cuya luz aparece laincurable nostalgia delo que fue COmo el ma's inmaculado y ma's fecutido de los senlimienlos poelicos!... El porvenir es tambien lierra de poesia; pero al porvenir le faita concrecion, forma cvocable, plastici<lad y color de cosa que ha existido El liempo mnerto ha palpitado con visccras y sangre humanas; es la soledad de la casa que ha tenido habiladorcs, elvaso en que elagotado licor ha dejado su esencia;la vida del pasado tiene el sugestivo desarreglo de un lecho que ha ocupado el amor... Y por sobre todas las promiuencias legendarias del pasado, — fabuloso Orienle, Egipto 6 Israel; Edad Media 6 RenacimientO, — es todavia la atracciou de la Helade, luminosa y serena, la que triunfa cuando se trata de ISjar ('1 rumbo de los pere grinos. Nueslro siglo es, despues del que vio propagars* sobre el mundo asombrado las mariposas atieas salidas de las larvas de los codices, el que mas sincera y profuuda mente ha aniado a Grecia. — El rornanticismo tuvo una fa/, cuya signiheacion es la de un segundo y prestigioso Renaci mientO.* llase hablado del «rornanticismo delos clasicos »; y. ciertamenle, no se aludirfa a una realidad menos posiliva un la historia de las letras modernas si, invirtiendose los lerminos de la paradoja, se hablase del «clasicismo de los romanticos ». Conquista de los primeros revolucionarios del arte y de la estetica fue, como todos saben, la verdadera inteligencia.de lo antiguo, la peneiracion de su belleza ma's escondida y substancial, largo tiempo vedada a los ojos de los que habian hecho vocinglero alarde de clasicos. — Era aunel siglo xvm; Andres Chenier cincelaba en el portico de la renovada poesia la figura homerica de El Ciego, revelador delsccreto perdido dela naturalidad de los rapsodas; al par que Goethe, el Goethe transfigurado por el influjo de las
ruinas y los vientos de Italia, evocaba. para nplacar In tempeslad que se habia difundido en su Werther, la Heh-na cla sica y el simholisino de Euforion. — Esla vena de manned corrcra, sin iuterruinpirse un momento, al traves de lodas las piedras goticas del romanticismo La purcza de la inn tacion autentica, esencial, sera, sin duda, secreto de pocos iniciados; pero la inagotable virtud sugeridora de la poesia y do la fabula, se mezclara con las nacientes de toda iuspi raciun. Limitandonos a las corrientes literarias qnc mas imperii) han ejercido en la formnoinn del poeta que estu diainos, es includable que el propio oriontulismo de Hugo no impide que el Maestro busque, alguua vez, en esa fabula, el punto de partida de su perp<>tua alucinaci6n, y labre, por ejemplo, el Sutiro asombroso dc la Leyenda. De Tcofilo Gauticr ha podido decirse que, habiendo sido rhino de adoption durante seis meses, arabe durante Ires, indio por un ano, fue gricgo de toda la vidn. En el « Parnaso », el niarmol helenico fue el material preferid0 para la anhclada dureza de la obra En vano se 1amenta Lcconte de que hayamos perdido para siempre el camino de Paros La Grecia rediviva de sus traducciones y sns poemas ^ no bace en vosolros, como en mi, la ihlsion de unos litauicos hom bros que rasgan las ondas del Egeo y se hundcu en la pro fundidad de sus abismos, para resurgir alzando serenamente a los cielos todo el peso dc aquella tierra sagrada? —£Que es sino griego el Banvillc de Les Cariatides y Le sang de la coupe? — Los mitos clasicos,* no son- hoy mismo objeto de una tcnaz evocacion que puebla de ima'genes y simbolos el fondo portico de la decadencia conte.mporanea ? — El principio greco-latino <ino ha sido reivindicado por Moreas y Mauricio Du Plessys, en el seno mismo de esa decadencia, y no ha senalado uno de los rumbos mas eficaces en esa aventurera navegacidn de poetas que una briijula desorde nada impulsa tan pronto al Norte como al Mediodia?
Cabe preguntar con Lemaitre si todos esos helenismos, tan desemejantes en la forma y en la interpretaci6n de la antiguedad, no son mas modernos que paganos ; pero, aun asi, queda como nna realidad indudable la persistencia del impulse, del deseo, la tenacidad de la aspiracion; y en los
transportes de la iraitacion poetica, como en los del misti cismo rcligioso, es lo primero la infinita voluutad de identi ficarse con el objeto amarlo.
Del « elasicisino modern ista » de Ruben hay varios ejem* plos en su libro. El Coloquio de los Centauros y el Palimpscsto, que son los nuts hermosos, versan sobre una misma liccion de la inagotable fa hula : la fieri on del centauro, esculpida, como uno de los grandes bnjo-relieves de la prosa francesa de este siglo, en la pagin a perdurable de Mauricio de Guerin.
La inspiraci6n del Palimpsesto no ha ido a buscarse, ciertamcnle, en los episodios de la mitologia heroica No son los suyos los asperos centauros homericos, como el Eurito que traiciona la hospitalidad de Piritoo y se euamora de Hipodamia; los monstruos Feos y brulales, a cuyo naci mien to cuenta la fiibnia que se desdenaron las Gracias de asistir, y cuya imagen, esculpida en los frisos del Parlenon y las metopas de Olimpia, sugiere una idea de beslialidad y de ficreza — Las Gracias amarian a estos otros descen dientes de Ixi6n. — Gallardos, correctos, elegantes, loa heroes del Palimpsesto hacen peusar mas hien en aquellos blandos y enamoradizos centauros en que dcgencro la enfla quecida posleridad de los monstruos biformcs, cuando, proscrilos por la vcnganza de Hercules, fuoron guiados por Neptuno a la isla en que las sirenas teudian sus redes de voluptuosidad No pclean como los heroes de la Centauro maqula, contendores de los Lapitas; ni lamentan con que rela s simbolicas el conflicto de su doble naturaleza, cifra tal vez de la prision del alma en la carnc; ni cantan la voluptuosidad salvajc del galope y del conlacto con las asperas fuerzas de la Naturaleza, con la unci6n panteisla del admirable fragmento de Guerin. — Son unos delicados monstruos Van al rapto amoroso con una elegancia entera mente hum ana ; retozan como en una fiesta de Eros; y la verdad es que nos parecen dignos de aspirar a la conquista de las ninfas bonitas.
El poeta los presenta dispersos t en bullicioso bando, sobre los prados dorados por el sol, cuando de subito un ruido de ondas y de joviales gritos los detiene. Diana se
bail a c-crea con sus ninfas. Cautelandose, el inquieto tropel se acerea a las aguas con sileneioso paso. — Impcra la blanca Desnudez; bullcn exaspcradas las cantaridas de la teniae ion -•• Una de las divinas baigneuses ha avivado la llamarada del sa'liro en el ma's joven y hermoso de la tropa; cenlauro esbelto y pulero como el Cillaris descrito por Ovidio, el (Pilaris de las Motamorfosis cuya parte hum ana semejaba una estatua y a quien el poela llama « bello si cabe nombre de bclleza en Ios monstruos. » Koba el eentauroAdonis a la ninfa azorada, y huye veloz, con el orgullo y la felicidad de su eonquista. Pero Diana le vo. La casta Diva se lanza tras el galope del raptor, y en via sobre el un dardo que se hunde, mortal, on sus entrafias, como la flceha de Hercules en el ruerpo de iNeso. lliiycn dispcrsos los cen tauros; Ilegan las ninfas; • y las ninfas, desconsoladas, lloran porque el dardo de l;i cazadora celeste ba matado tambien a' la robada... Tal es la esc ena., que me figuro como un bajo-relieve de Scopas 6 de Fidias Tendjdo en tierra, el Centauro, como el altar de un sacrittcio, sobrelleva a la victima, clavada, exanime, sobre el, por el dardo tod a via vibrante. Kn derredor, el coro gracioso de las ninfas toma actiiudes laslimeras. Diana, en ultimo termino, se ycrgue alliva y majestuosa. — La simplicidad de la descripcion escenica, y de la del tropel de los centauros, en pocos rasgos firmes y severos, acentua la ilusi6n de un bajo-relieve. La forma metrica, — el decasilabo repartido por la manera de acentuarse en dos hemistiquios de sonoridad aulonoma, — imila el gracioso compas del asclepiadeo Todo es hermoso, fresco, juvenil, en esta encantadora evocaci6n de la fabula, cuyos versos quedan vibrantes en nosotros, con una deli ciosa sonoridad, aun despues de extinguidos, como un golpear de cascos leves sobre una caja sonora....
Los Centauros del Palimpsesto componen algo parecido a una cabalgata avenlurera y galante. Kn el Coloquio de los Centauros — que es quizas el trabajo de ma's aliento y reposo en la coleccion que recorremos — domiua una con cepcion ma's amplia del mito. Folo y Caumanlcs, dos de los monstruosos inlerlocutores, la expresau lapidariamente, cuando atribuyen a su raza el signiiieado de una triple per
soniiiraeion, en que se eonlundeu la priviK»i^i«i<Ia naturaleza del <lios, 1sts pasiones de la naluralc/.a humatia, y el impulso saivaje de la beslin. — Coudurenos i»| poi/la a una plava aearieiada por la luz malinal. — Quirun, el sabio centauro, maestro y ronsejero do Aquiles, — que ha desecudido de los rielos y que ami muestra, presns en sus crines, las abejas grie^as recogidas en los Campos del Aliea, renne a sn al rededor u los « crinados cuadrripedos divines ». Y entre las frescas galas de la Isla de Oro, invitados por la calma silenle que se tiende sobre la arena de la plava, los Centau ros (U'p'irhMt Versa el r.oloquio sobre la provida fecundidad de la naturaleza y sabre, el alma universal que se reparte en el alma de las COSaS; sobre las aparienrias opuestas del enigma, y sohrc lo que cucntan Ins voces leg'<*ndarias: sobre el perlido areano que csconde la helle/a de la mujer, y la sagrada majestad v la inviolable herinosnra de la muerte, que es el t'niico bien a que los Dioses no alean/.an Este coloquio de Centauros es flor de esa poesfa grariosamentc docla y erudita, —para los inieiados. para los entendedores, que, expulsada, eon modales groseros. de los dominios del arte, por los que no encneutran inspiiacion, ni poesia de buena lev, sino en los fruios de una naivete ma's 6 menos regresiva, tendra siempre, para reivindiear stj legitimidad los sufragios decuantos nose uvienen ;i imaginar.se las cosas de erudicioii y de esLudio con la desapaeibJe. aridez de los pedatites Lo ha versificado el poeta en los di'sticos ale jandrinos, a la usanza franr.esa; y esta forma foranea, que al scr rehabililada en espanol, evoea siempre en mi memoria el recuerdo de los viejos ritmos del Alexandre y de Bercco, imprime, para mi, a la versification de ciertos fragmenios cierto aire de antigiiedad, eierto sahor areairo, que no deja de formar armonia eon la indole legendaria de la compo sition.
Pasenios a los versos del Friso, que el alitor ha calificado, al par de los del Palimpsesto, de Recreaciones arqueologicas. — li!l clasicismo de esos versos es de un genero que sera mas fcicilmente reconocido por la generaHdad. — La terstira de la elocucion; el arte puramente horaciano del epiteto y de la pintoresca eleccion de las palabras; la versi
ficacion enteramenle ortodoxa, dentro de la poetica tradicio nal, y la oiaeslria con que se maneja el verso sueito, resca tandosc por la gallardia del rtiuviiuiento n'tmico y la pure/a escultural del eontorno lodo el eneanto de que le priva la ausencia de la rinia son oiras lantas eondieioues que coniri bnyen a' dar tin cararter de singnlaridad a esta composition, en uw conjunto donde lo normal v cararterisiico es lo raro No es ya la Grecia de parnasiatios y romani.stas la que surge, sino, seneillamente. la que aparcriu hajo el sol de Italia euando Pericles revivia en el avatar de los Medieis. Esos sonoros versos lienen todo el aire de la por sia del renaeimiento italiano y cspaiiol: de la poesia de Sannazaro, de tiarriiaso, de Fray Luis, tal coma proho a rejiivenecerln en la Hspana de nueslro tienipo id formidable batallador que ha evocado en los endcrasilahos de la fCnistolfl n flora* cio el himno do Irinnto de los huiuanislas de Salamanra V de Sevilla. — I'll poela quiere, pues, que reposemos. panada tanla a (readable avrntura, a' la sotnbra de un mirto Iradieio nal! Pero no olvidrmos que se Irata en lodo caso de obia de poela, v que no hay Lemor <le encontrarsc con una de esas fVias y laboriosas exhninaciones que hacen sobre lo antiguo « el efeelo de la hnmedad sobre el f'osforo » — para valermo de una feliz imaged de Daudet; — pontile la sensaci6n es ma's bien la de una reslanrada habitation de gineceo, donde la gracia clasiea soitrie, despues de habcrse lavado la cara para quitarse el polvo de los cstantes, como en esas deliciosas composiciones de (iuido que ostent an, a' la vez, la pa'lina del bronce viejo y la hiimeda frescura de la esponta neidad.
Tambien debc incorporarse el Epitalamio bdrbaro que iigura en el libro, al numero de las composiciones inspira das en motivos cla'sioos, — Sagilario, la encarnacion celeste de Quiron, — el cenlauro transfigurado en un arquero divino y colocado entre las estrellas despues de haber represen tado, en su biformc raza, la austeridad y la sabiduria, — es una de las imagenes que se presentan con mas complacienle asiduidad al espirilti de nuestro poeta. Brilla en muchas otras de sus composiciones el torso altivo del Arquero; y despues de haber evocado en el Coloquio de los Centauros
la actitud terrena dc Quiroil, le busca ahora en el cielo, blonde resplandcce dominando con su ballesta argenlina uno <le los blancos baluartes do la noche. — Sagilario es, efecti vamente, el heroe del Epilalamio. — Acordandose de las legendaries aventuras de su eslirpe, y olvidado a la vez de la gravedad de su saber y de su dignidad celeste, Quiron ha robado amorosamenle una estrella y la lleva a su grupa por el cspacio azul, con gran asombro de las Ninfas y de las Nayades. — La origiualidad do ese pensamicnto es f'tdizj y an cuanto a la forma, me parece que puede entrar enla eale goria de las extravagancias loablcs. Tiene un singular cncanto la gracia tosca do csos versos La aspereza « quo*' rida » de la versiiieaciou parecc bien en la envollura de este fragmento curioso y Ic da las aparieurias de una vieja medalla, de hordes roi'dos por el tiempo.
Homos terminado de recorrer lo que Uainarianios el « reparlimiento clasico » en el palacio de ideas y palabras <me nos tiene de huespcdes. La eomposicion que lleva por «'pigrafe El pacta pre.gunta por Stella, nos conduct? ahora a una eslancia en la que el duro marniol ba dejado dc reinar; «i una sombria y delieada eslancia encuyo lestero esla escul tiido el hnsto de Kdgard Poe jRecordais u« Ligcia », la heroina concebtda en un suefio por la fantasia de los prodigios y las maravillas; la quo en la sobrenatural virtud de sus ojos llevaba el liimno de triunfo de la volunlad sobre la mucrte que no pudo apagar los? « Hermana de Ligeia », ha llamado el poeta a esa Stella apenas nombrada fugazmenlc en sus versos y por cuya alma, que ha volado de retorno al nido celeste, pregunta al lirio que acaso la habra vislo pasar... Yla emocion que levanta con ese ha'lilo de verdad que no se Simula ni remoda, el melancolico verso en que se la evoca, sugiere en nuestro antmo la sospeeha de una hisloria real; hace pensal* en la realidad de una memoria triste y querida sobre la que tienda su sombra esa palida Astapho, de alas de niebla, que propici6 oscuramente el amor de la horoina de Poe y que patrocinaba, en el pais de las Esfinges, el amor malogrado. Me detengo a seualar en esta coraposici6n la probabilidad
de una hotida realidad personal, porque ea Ruben Dario no son los mas freeuentes ni caracteristicos los versos que se sienten brotar asi, espontanca y rapidamente, del secreto del sentiniit'tilo. I,a cadencia senlimental con que concluye la elegia en <|iic afiora me ocupo, tiene una inefable virtud de sngestiun, rcforzada por la asociaci6n de ideas merecd a la vihracion iufiuita que induce en la memoria el nombre poeniano de Ligeia. Y Stella es tambien un nombre poeniano, porque se vincula al recnerdo de aquella dulce y gcnerosa poetisa que uso ese nombre de scudonimo; a quien Poc recotnponso con la dediratoria de El Enigma', y que fue una de las liadas buenas del pobre poeta martirizado por las ^nicsas Kumeiiidrs de la vulgaridad, Otra ;ifortUnada visita del Sentirnienlo a la mansion de este ariisa, gran-sefior, nw**no lo lieneentre SUSaminos mas couslanles, es un delicadr'simo soneto de alejandrinos, en el que se evoca, — asi eomo en la anterior composicion el reeuerdo de Ligeia, — el renuerdo de Margarita Gautier. Cantundo aunnuevo avatar de la etenia apasionada, el poeta ha ballado medio decomunicar auna imagcn queno tiene, ei* si misma, el prestigio de la novedad —la dela flor deshojada por la Muorlc, — un perfume original, intenso, inelable... jPaso ahora a la Sinfonia en gris mayor que destaca sus notas vibrantcs sobre la blancura del papel! Rien de plus cker que la chanson grise... Eucuentro que mi la'piz — que es, mientras leo7 algo asi como el secretario de mis ncrvios e invade con correrias de colegial las margenes blancas dc los libros, — ha marcado la pagina con csa reminiscencia de Yerlnine. — Expreso en ella una preferencia que puede ser exclusivamentc personal en mucha parte, porque se asocia con la superior intensidad de las sensaciones de sor presa. Fue la Sinfonia en gris mayor la primera composi cion de Ruben Dario que paso bajo mis ojos, entonces igno rantes de ciertas sensaciones ya definitivamente trai'das al idioma e impresionados, ante aquella revelacion de lo ori ginal, con la impresion del colorista en el momento en que sorprende una nota inesperada y nueva en el relampagueo de una piedra, en el matiz de una flor, en la caprtchosa coloracion de una tela, en la cristalizacion luciente de ML
csmalte... — V Ja impresinn aun dura. — Desde la blanca Symphonic de Gautier, balsamo iiidisipablc, para la fanta sia!, creo que pocla alguno ha acertado ;i converlir Ian pro digiosamcntc en indigenes <"1 poder sugcslivo de uti color. Henri Mariol os6 dar mi petulant a la misma Symphonic del maestro con las Variaciotte.s azules; pero ui en la sonrisa do sus eielos, ui en la inocencia do sns flores, ni en la transparencia tie sus aguas, hay para mi la condensation de poesia que en est.i ccmcienta marina tropical. Pocsia que liace, como la maripos;i <lela larva, del color del ledio. Las playas aridas, el plomo de la ola desvaida, la niebla, el buino del carbon, la espuma sneia de las darscnas, todo eso que en la realidad s<*llama liash'o, so llama, en la con tetnplacion del irasunto, singularisimo dtdeite; y — triun fatites paradojas del arte! — el iris resnlta vencido por la brurna...
Equiparo a mi impresinn <le la Sinfonia la de un alcg6 rico cuadro de Ann /Vurvo que ornpa puesto inmediaio en la coleccion. Apeuas lo lie cilado, cuando lo sicnlo rcprodu cirse, radiante, en mi memoria. Vsin embargo, es una com. posicion de Ruben Dario que lie oido disculir. La opini6n 6e dividia entrc los que la lieni'ii por trivial y los que la cousideran encantadora. Ksla' dirho que yo me cucnto entre los ullimos; pero la verdad es que remiuciaria a justificarlo en las formas liubititales dela crilica. —•Leedla vosotros. — Por mi parte, sigo ereyeudo lo qui: afirmo en otra ocasion : esc ingrato pelear eon la insuiiciencia de la palabra, limitada y rcbclde, que hizo que el poeta auhelara trocar el idioma mezquino de los hombros por olro que diesc a un tiempo sensacion « de suspiros y do risas »,que fuese color y f'uese musica, atormciita, mas iuntilmenle aun, al espiritn del jucz en cosas liiorarias, al esforzarse por iraducir en \ocablos ciertas suliles recoudileces de la impresion, ciertos malices y delicadezas del juicio. — A las voces, transcribir es una manera de juzgar. — El, para mi, admirable donaire de esa alegoria, es de las cosas que solo podrian demostrarse por el facil procedimiento <le la trauscripcion, que considero inoportuno y ocioso cuaudo se trata de arliculos cscritos, como este, para quieues conocen la obra que se juzga.
Bajo el titulo de Verlaine, el poeta ha reunido en la colcecion dos do sus mas singulares romposieiones. Ellas me inducen a fbrniular aqui una precutita que me itiquieta. desde que he oido vulgarizarse la oomparaoion entre Ru ben Dario y el poeta de Sagesse; comparacion ;• que Michel de Kaplan ha adhcrido con sn voto de ealidad en 11110de los ultimo* numero^de El Mercuric de America. —(: Ks vcrdii deramenle, el alma del ultimo grail poeta de la Fiancia el troqnel donde se ha fundido el alma poelica de Knb<n Da rio? No me pareee dndoso que puedan reeonorerse en la genialidad de uucslro poeta, muchOS de los elementos psi quicos y muchos de los elementos litcrarios que entran en la composition del rom[)lejo legado de Vorlaine: pero no creo que pucda verse igualmente reprodtieido el rara'cter del COtijunto, de uno siolro poeta :esa qnimira virhid del conjuulo que engendra el preciphado de la t/ersonalidad'. — Sellan de una manera peeuliarisima, a Verlaiue, el consorcio de barbaric1 v de bizantinismo, de infaneia y de radneidad, de perversion y de ternura; el alma Candida, ii mo.do de a/.o rada palonia, engarzada en una garra perversa que. bi'ota de los senti<los exasperados v del cora/uu oprimido; la divina inconseiencta, que par.-idojulmcnie se ealificaria como de un imposible aeda refillado 6 de un juglar dodo en alambica tnientos de manias y de amorcs; todo cso que suele <lar a su poesia el aspeeto de un eielo limpido, Iransparente y azul, por donde so arrebata tie subito una uube formidable* mente leuipesluosa, para volver muv lueg"0el azul y 1«•sere nidad. — Yesa dualidad exIranisimat por la que Verlaine, sin dejar de set' la ma's refinada de las organizaciones literarias v el simholo viviente de nuestras conlrailtrriones v nuesiras dudas, es, al mismo tiempo, el unico de los poetas modernos que rnerezca el nombre sagrado y religioso de bardos quo rcclatuaba para Shelley el principe rJ<r los cri ticos ingleses; esa dualidad no se reproduce, por cierto, en Ruben Dario artista enteramente consciente y dueiio de si, artista por completo responsable de sus empresas, desus vic torias,de sus derrotas, y en cuyo lalento —plenamente civilizado — no queda, como en el alma de Lelian, ninguna tosca reliquia de espoutaneidad, ninguna parte prirniiiva.
El Response sobre la tumba de Verlaine es, a pesar del nombre ausloro que llevar una elegia impregnada de una ideal serenidad ; Elena de gracia y de luz, como los ritos de las exequias clasicas, y sobre la que se diftmde el balsn'mico aroma do los tiitnulos griegos — lin euanto al Canto de la Sangre, evoca algunas de las cosas iragicas 6 conmovedoras que la asor.iacion puede hacer representarse al espirilu f'rente al encendido jugo dc la vida. Cada estrofa lleva su uncion sangrienta, y eada maricha de sangre de las que pur puran ese ramillele coseehado entre zarzas, ha sido rerogida en la elusion de una herida diferento. Ondea en el verso la purpura exlendida de las batallas; viertese el vino de (iiego de las venas del ma'rlir; florecen las rosas liquidas del sacrificio virginal; y se desborda, como de una fuenle impura, la sangre del suicida y el ajustieiado que colora los cuartelos postreros con el rojo sombrfo de la bematiles. El poeta ha asociado a cada estrofa — usando un procedirniento seme janle al de las primeras estnncias de Les Voiv de Verlaine, el nombre del instrumento adecuado para sugerir musi calmente la idea que se expresa 6 la escena que se describe en ella.
Pone terrnino al libro una interesante composicion simb6 lica que se titula El reino interior, y que puede relacionarse con las que bemos citado ultimamente por alguna reminis cencia del Crimen amarls verleniano. — Joven cautiva, el alma del poeta mira pasar, desde su Castillo carnal, — avan zando sobre una senda de color de rosa como las que se pintan en las vidas de santos de Fra Dornenieo, — una pro cesi6n de virgencs, que son las siete Virtudes, y un grupo de mancebos, que son los siete Pecados. Y el Alma, que los sigue desde su soledad, queda pensativa, lo mismo por la sata'nica hermosura de los Pecados que por la divina gracia de las Virtudes. — Admirable, ia originalidad de la ejcc\i« cion. Hay un hecbizo propiamente pre-rafaelista en ese cua dro simbolico. La descripcion dela blanca teoria virginal es de una eucantadora y femenina gracia Todo color se rinde en ella misticamente desvanecido. La beatitud de la blancura envuelve al cuadro en una sonrisa ideal. Del choque de las rimas brotan ampos de espuma. Parece que se deshojan
lirios sobre cl verso.., Y luego, cuando pasan por el los satanes de la tentacion, resplandecientcs y fascinadores con la nota violcnta de sus purpuras, — se cnciende, sc ensangrienta admirablemcntc ol Iondo dclcuadro; dinase quo lo a/.ola duramoule una pcdreria de magnificcticia infernal; ascuas v earbunclos lo iluminan; y las rimas que chocan hacen, en vez de la Candida espuma de la escena anterior, relampagos rojos y siniestros. — Me parece de un efecto supremo la oposicion de esos dos cuadros. El verso opalo hace juego eon el verso rubi. Y, en cuanto a la intima significacion del fragmenlo, croo que lo dicho antes sobre la naturaloza lileraria de Ruben Dario me cxcusa de reconoccr la propiedad de este admirable simbolo del alma del pocta, igualmente sensible a los halagos de la Virtud y a los liala gos del Pecado, cuando uno y otro se revisten del fascinante poder de la apariencia....
La crilica no ha detenido hasta ahora su atenci6n en un asj)eeto Ian interesante de las Prosas profanas como el de las ciiestioues relaciouadas POII la tecnica de la versificaci6n y dc la forma que este libro promueve, y que conducirian a estudiar una de las raanifestaciones mas positivasy curiosas del talento innovador de Ruben Dario.
No aludo, eiertamente, con ello a originalidades tan poco recomendables como la de la hibrida contextura dc El Pais del Sol; composici6n en prosa que lleva intercalada, al mediar y el concluir de cada parrafo, una frase que aconsonanta, a modo de informe verso, con la que le precede. — I Quien duda ya de que la caricia para el oido, la virtud musical, sean tan propios dela prosa como del verso? Midas no serviria mas para prosisla que para versificador. Toda frase tiene un ocuito numero. El parrafo cs estrofa. Ruben Dario, que domina con soberana majestad el ritmo del verso, ha probado que domina, soberanamente tambien, el ritmo prosaico. Ved la Cancion del oro, La Ninfa, ciertos Raros que estan hechos en bronce Pero, por lo misrao que es indudable que hay un ritmo peculiar y distinto para cada forma tie expresi6n, uno y otro ritmo no deben confundirse nunca, y mucho menos debe intentar combinarse la flotante
iirmonia de la prosa con el recurso de la riraa, para obtener una hibridaciou comparable1 a la de ciertos cronicones lati nos de la l£dad Media ; porque esta rima parvenue, inle rrumpiendo el curso libre y desembarazado de la elocution prosaiea, hace el efcclo de tin incomodo choque, y porque le acontece al poeta que, por lal medio, ha intentado refundir dos modos diversos de armonia, !o out? al enamorado voraz que, presuroso por besar las dos mejillas a'un ticnipo, no acerto a poner el beso eu ningnna.
Al bablar de las novedades tecnicas de Prosas pro fa nets, me he refcrido a his que pienso que piteden dejar una huella mas 6 mcuos durable en el proredimieuto poelieo, y que consisted principalmetite e.11 la preferencia otorgadu a los metros que llevau menus nota de rtasicos y mas gencrosos en virtualidad musical; la eonsauraeion de nuevas lormas eslrofieas, como el monorrimo (ernario de doderasilabos;la* (recueneia y la ilimitada liberlad con que so tnlcrrumpe mciricamciilc la coiiexion gramaheal de la clausula, detcnicndola ami en palahras de simple relacion, via libre mo-vi lidad de la cesura, considerada indepeiidientemente de las pausas de scntido; y como nota aventurera de la reforma las disonancias calculadas, que de improviso inferrumpen elorden ritmico deuna composieion eon versos de una inesperadamedida, 6simplemente con una linea amorlade palabras
La evolucion amplisima eumplida en la leeniea del verso francos desde que el poeta de las Orientates pudo jaclarse de haber sustiluido en el las plurnas ciel volante por las alas del pa'jaro, — evolucion cuyo scntido se representana en el paralelismo de dos fuerzas que se apartasen, con impulso creciente, de la reguiaridad simelrica, para acercarse a la varied ad y a la earpresion, — no ha lenido tin movimienlo equivalents en las formas generosas y flexible* de nuestro idioma. Apenas si Salvador Rueda ha consagrado a estudiar la cuestion revolucionaria del ritmo algunos ensayos sagaces; y es, seguramente, de poetas como el de quienes puede par tir, con el ejemplo, la propaganda de la innovacion; porque la forma metrica no sera nunca Ja obra del calculo profano, labrando artificiosos rnoldes; sinolaobra divina del instinto, el resultado de esa misma econorafa misteriosa e iufalible
que ha cnsenadoa la abeja las ventajas de la forma exagonal puralos alveolos do sus panales.
'Iotiii a los poetas de America ctisavar la no bieu bosque jada euipresa de reforina. Advierlo que no si^nilira uada do esto coticeder los honores do la seriedad a las aventuras de Gustavo Kahn, por ejomplo. cuyos Palais nomaclcs me harcn el cfccto de la laboriosa falsification deuu dihiijo tro^Uxiita: reproeho a Hueda haber eoincidido demasiadn con la afir ci6li paradoxal de Mallarmc, scgun la cual seria iulutidada e inutil la distincion del verso y la prosa, y runlquicra anto jadiza aglomeraci6n tie palahras tendria dereeho ;i (pie so le reconoeiesen las frauqnieias del metro; no cs sin reservas como lie aplaudido las amlaecs tontalivas de .laiines Frevre, quo ha sido el radical en el proposito de Iraer ;i nuoslra poesia ainericana el iidlujo del vrr.s Uhvisme trailers eontompora'neo. Pero, rcahiicnlc ronveneido deque las iniiovacioues con que las modernisiinas oscuolsis IVanoesas ban aguzado y perfccrionado el soniido de la Ibrrtia, quedara'n outre sus conquislas mas duraderas, y de (jne no HOha afirmado sin sontido prof'uiido que loda conception particular de la poesia tioue derecbo a crear su melrica propia, mc oncuenlro muy dispuesto al estimulo para toda teulativa qu«! so encamine a COmuuicar uueva flexihilidad y soitura a Jos viejos huesos de esta poesia castellana, onyo soporoso cslado do espirilu se complementa — como dos'achaques de una misma vejez < con uiia verdadera anquilosis del verso.
No he de extremar la prolijjdad, ya iinpertinente, de esle analisis. Queden sin glosasdos sonotos primorosamente cincelados (fie missa esty La Dea; llameanto de sensualidad el primcro; el ultimo, un hermoso simbolo de esteiiea idea lisla); una alabanza, muy liena de elegante vivacidad, a unos Otos negros; y una original alegoria en la que se pinta la proyeccion de las figuras de un ensueno sobre el vacio de una patina en bianco y so nos muestra el tardo desfilar de los camolios quo condiicen al traves del desierto el bagaje de la caravana de la Vida. — Pero al cerrar el libro, algo hallo en la portada que me dolieiie para pedirme unaopini6n. Ha hecho hablar a la critica el titulo de Pros as prof anas,
aplicado ;i mi lonto do versos. La antifrasis aparcnle del nomhri ha dlsLCiislado alexcclentc bibliografo americano (.lei Met cure dc Franca y le ha pareeido de perlas a Remy do Gourmonl. Ruben Dario habra reeordado que no es la priDiei'ci vcz que la portada de sus libros se discute Don Juan Valera luvo una arruga de su frente de marmoI para el nonibre de Azul, y Enrique Gomez Carrillo hallo que no todos los liaros eran raros. Y la cuestion no debe parecerle enleramente trivial, si cousidera que el talento de enconlrar titulos buenos es el unico que ha querido reeonocer Max Nordau ;ilos oficiantes de las nuevas capillas literarias, esos clienU.'s molgre OUJC de su cliuica. — En el presonte caso, partiendo las voces de censura de los que ban enlendido la palabra Prosas en la acepciou que fue preciso ensenarle a Mr. Jourdain, creo que bastara con recordarles que el adje tivo que la sigue revclaba el proposito evidente de aludir a una do las anliguas formas de la poesia eclesiastica — In dudabloruente, la antifrasis subsisie, a pesar de <>so; porque nada podria sefialarse dc mas eontrario a la indole esencial mente refinada y erudita de la poesia de esle libro goloso, que el balbucir informe y eandido de la poesia de las pro sas y las secuencias Pero yo creo que el autor ha contado, muy parlicularrrienle, para la invencion de su titulo, eon aquella misma iuterpretaeion vulgar, y ha sonreido al pensa miento de que el publico ingenuo se sorprenda de ver apli cado a tan exquisita poesia el bumilde nombre de prosa. —• ^Coqueteria de poeta? — £<) acaso el pudoroso escrupulo de la virtud en el saccrdote bueno que, por serlo, tiene la obsesion desuindignidad ante el ara? De cualquier modo a mi me gusta la originalidad de ese bautismo, como rasgo votunlarioso y como cortcsania de sefior que nos invita a que pasemos adelanle con un alarde de espiritualidad. Lau dable es quela espuma del ingenio snba hasta el litulo, que es como si subiera hasta el borde * » *
Mai entendera a los escrilores y a los artistas el que los juzgue por la obra de los imitadores y por la predica de los
sectarios. Si yo incurriera en tal extravfo del juicio, no Iri bularia seguramente. al poeta, este homenaje do mi equidad, que no es el de mi discipulo, ni el de Tin oficioso adorador. Por lo demas. esja aim mas lejos de ser el homenaje arranrado, ;i tin espeetador de mala volnntad, por la irresis tible imposicion de la obra. — No ereo ser un adversario de Ruben Dario. — De mis convcrsacioues con el poeta he ob leni{lo la conlirmacion de que sn pensamicnto esla mucho mas fielmente en mi que en casi todos los que le invocan por credo a eada pa so Yo tengo la scguridad de que, ahon dando un poco mas bajo nuestros pensares, nos reconoce riamos buenos camaradas de ideas Yo sov un modernista tambien; yo pertenezco con toda mi alma a la gran reaccion que da caracter y senlido a la evolucion del pensamiento en las postrimerias de esle siglo; a la reaccion que, partiendo del naturalismo literario y del posiiivismo filosofico, los con duce, sin desvirtuarlos en lo que ticnen de fec.undos, a disol verse en concepciones mas altas. Y no hay duda de que la obra de Ruben Dark) responde, comouna de tantas inanifcs Lactones, a '*SC sentido superior; es en el arte una de las for mas personates de nuestro anarquico idealismo ftontemporaneo; aunque no lo sea — porque no tiene in tensidad para ser nada serio — la obra frivol a y fugaz de los que le imi tan, el vauo producir de la mayor parte de la juventud que hoy jnega infantilmcnte en America ai juego literario de los colorcs.
Por eso yo he separado cuidadosamente en otra ocasion, el talento personal de Dario, de las causas a que debemos tan abominable resultado ; y le he absuello, por mi parte, de toda pena, recordando que los poetas de individualidad poderosa tienen, en sentir de uno de ellos, el alributo regio de la irresponsabilidad. — Para los imitadores, dije enton ces, ha de ser el castigo, pues es suya la culpa; a los imita dores ha de considerarseles los falsos democratas del arte que, al hacer plebeyas las ideas, al rebajar a la ergastula de la vulgaridad los pareceres, los estilos, los gustos, come ten un pecado de profanacion quitando a' las cosas del espi ritu el pudor y la frescura de la virginidad.
Pero la imitacion servil e imprudenle no es. por cierto, el
iii/lujo madurador que irradia de toda fuerie empresa intoIschial; de toda alia produe.eion pnosla al servirio do una idon y ronseieutemerite aleruiida. — I'll porta viaja ahora, rumbo a Espana. — Enoontrara mi gran silencio y 1111doio rido estupor, no intorruinpidos ni aim por la nola de una rfogi'a, Hiaim por el rumor de las hojas sobre el siirco, en lasoledad dondc aquella madre de wncidos eaballeros sobre!levnt — menos eomo la Hoeube do Ivuripides que eomo la Dolorosa del Ticiano, — la austera sombra <le su dolor in morooido. — Llegne alii el poeta llevando buonos anune.ios para el floreeer del espirilu en el habla comi'in, que es el area santa de la raza; destdtftiese en hi sombra la venrcdora figura del Artfiiero: liable u la juvoutud, a aquella jnvenlud incierta y aterida, ruya primavcra no da floros Iran el invierno de los maostros que se van, y onrieiidnla en ntievos amores Vnucvos ouliisiasmos. — Acnsn, en el sono de esa juventtid que dnerrne, su Ihimado pueda ser v\ si#no <le una ronovaeion ;acaso pueda ser*saludada, en el reino de aqurlla ngosiada poesia, su preseneia, oomo la de los prtneipes que, enel cuento oriental, traeu de remotOH paiscs la fuente que da oro, el pajaro que habla y el arbol que canta..
Montevideo, 1800.
NOTA —Prontas para ser dadas a la publiciriad estas p£ginas, mis amigos do Buenos Aires, y entre ellos los que ban formado el circuit) Ultimo de Ruben Dario, me sugieren el penaamiento de (ermiuar el estudio de la per sonalidad del poela con el analisis de Los Kayos y de Azul. Tengasc, pues, lo leido, como la primera parte de un e*tudio mas amplio, que acaso ha de completarse ea breve
Deapritfs dc Azul... dcspurs da Los Raros, voces i/tsiuuanteSi huetin y mala intention^ etitusuismo sotioro y rm'iilia subterrdnea, — todo he!la cosrc/ia — solicitaron lo que, en concicncia, no lie ere (do fructuoso id oportuno : un mani/icsto. JYi fructuoso ni oportuno : a) I*or la ubsolutu falta dc clcvacidn mental dc la tnayoria pensante dc nuestVO continents* en la cual impcra el universal personajc clasijicado por Remy de Gounnont con el notnbrc dc Celui-qtti-ne-comprend-pas. Cetui-quinc-comprend-pas es cntrc nos<tiros profesor, acadd/nico correspondiente de la Real Acadetnia ICspoflola^ periodista, abogado, poeta, rastaqtiouer; h, Porfiue la obra colectiva de los nuevos de America es aun vana, eStan do muckos de los mejores talentos en el limbo de un complete desconocitniento del mismo Arte d que se consagran; c) Porque proclarnando como proclamo, una estetica acrdtica, la imposition de un modelo 6 de un eddigo, itnplicaria una contradiction. Yo no lengo literatura "mia,, — como L ha manifestado una magistral autoridad, — para mar car el rumbo
de las demds : mi litera/ura es mia en nil; — quicn siga servilrnente mis hue lias perderd sa tesoro personal y, pa/e 6 csclavo, no podrd ocultar sella 6 librea. Wagner d Augusta Holmes, su discipula, dijo un dia : "/o primeroy no imitar d nadie, y sobre (odo, a mi'\ Gran dccir,
*
Yo he die ho, en la rnisa rosa de mi juventud, mis andfonas, mis secuencias, mis prof anas prosas — Tiempo y menos fatigas de alma y corazdn me ban heeho (alia, para, como un buen monje artifice, hacer mis maydscidas dig/ins de cada pdgina del breviario. [A traves de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas, me rio del vie nto que sop Ia afuera, del ma I que pasa.) Tocad, campanas de oro, campanas da plata, tocad todos los dias llamdndome d la fiesta en que brill an los ojos de fuego, y las rosas de las bocas sangran delicias itnicas. Mi drgano es un viejo clavicordio pompadour, al son del cual danzaron sus gavotas alegres abuelos; y cl perfume de tu pecho es mi perfume., etc mo incensario de carney Varona inmortaly flor de mi cost ilia, IIombre soy.
I Hay en mi sang re alguna gota de sangre de Africa, 6 de indio chorotega 6 nagrandano? Pudiera scr, d despecho de mis manos de marque's : mas he aqui que vereis en mis versos princesas, reyes, cosas imperialcs, visiones de paises lejanos 6 imposibles : que' quereis! yo detesto la vida y el tiempo en que me toed nacer; y d un presi-
dente de Re publico, no podrd saludarle en el idioma en que te cantaria d tiy oh Halagabal! de city a corte — oro, seda, mar mo I — me acuerdo en sue/1 OS,., [Si hay poesia en nuestra America ella estd en las cosas viejas, en Palenke y Utatldnt en el indio legendario, y en el inca sensual y lino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demds es tuyo, demderata Walt Whitman*}
liuenos Aires : Cosmdpolis* Y man una! *
El abuelo espafiol de barba blanca me se/iala una serie tie retratos ilustres ; " Esle, me dice, es el gran don Miguel de Cervantes Saavedra, genio y manco; este es Lope de Vega, este Garciifiso, este Quintana. Yo le pregunto por el noble Grucidn, por Teresa la Santa, par el bravo Gongora y el mds fuerte de todos, don Francisco de Quevedo y Villeins. Despues exclarnn : Shakespeare! Dante! Hugo!... [Yen mi interior : Verlaine*.. !\ Luego, a I despedirme : — " Abuelo, preciso es deciroslo : mi esposa es de mi tierra; mi querida^ de Paris. " *
Y la cuestion me'lrica? Y el ritmo?
Coma cada palabra tiene una alma, hay en cada verso, ademds de la armonia verbal\ una melodia ideal. La musica es sdlo de la idea, muc/ias veces.
• *
La griteria de trescientas ocas no te empedird, silvano, wear tu vncantadora jlauta, con tat de que tu arnigo el ruisenor este" contento de tu melodia. Cuando el no este" para escucharle, cierra los ojos y taca para los habitantes de tu reino interior. ; Oh pueblo de desnudas ninfas> de rosadas reinas, de arnorosas diosasf
Cae d tus pies una n osa, otra rosat otra rosa. Y besos! * * *
Y, la primera ley, creador : crear. Bufe el eunuco; cuando una musa te d6 un ftifo, que den las otras ocho en cinta.
R. D.
Era un aire suave, de pausados giros; HI liada Harmonia ritmaba sus vuelos; K iban frases vagas y tenues suspiros Entre los soilozos de los violoncelos.
Sobre la terraza, junto a los ramajes, Dirfase un tremolo de iiras eolias Cuando acariciaban los sedosos trajes Sobre el tallo erguidas las blancas magnolias.
La marquesa Kulalia risas y desvios Daba a un tiempo misrno para dos rivales, El vizconde rubio de los desafios Y el abate joven de los madrigales
Gerca, coronado con hojas de vina, Rei'a en su mascara Termino barbudo, Y, como un efebo que fuese una nina, Mostraba una Diana su marinol desnudo.
Y bajo un boscaje del amor palestra, Sobre rico zocalo al modo de Jonia, Con un candelabro prendido en la diestra Volaba el Mercurio de Juan de Bolonia.
La orqucsta prrlaba sus magiras riolas, Un I'oro de soncs aiados se oia; Galantcs pavanas, fugaces gavotas Cantaban los dulees violines de Ilungria.
AI oir las quejas de sus caballcros Rie, rie, rie, la divina Eulaiia, Pues son su tesoro las flechas de Eros, EI cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.
;Ay de quien sus mieles y frases recoja! I Ay de quien del canto de su amor se fie! Con sus ojos lindos y su boca roja, La divina Eulaiia, rie, rie, rie.
Tiene azules ojos, es maligna y bella, Cuando mira vicrte viva luz cxtraiia : Se asoma a sus humedas pupilas de cstrella El alrna del rubio crislal de Charnpaua.
Es nocbe de liesta, y el baile de trajes Ostenta su gloria de triunfos rnundanos. La divina Eulaiia, vestida de encajes, Una flor destro/a con sus tersas manos.
El teclado barmonico de su risa fina r A la alegre musica de un pajaro iguala, Con los staccati de una bailarina Y las locas fugas de una colegiala
j Amoroso pajaro que trinos exhala Bajo el ala a veces ocultando el pico; Que desdenes rudos lanza bajo el ala, Bajo el ala aleve del leve abanico!
Cuando a media no(he sus nolas arranque Y en arpegios aureos gima Filomela, Y el eburneo cisne, sobre el quielo estanque Como l>lanca gondola imprima su estcla,
La marquesa alegre llegara al boscaje, Boscaje que cubre la amable gloriela Donde luui de estrecharla los bi-azos dc un paje, Que siendo su pajt: sera su poeta.
Al compas de uu canto de arlista de Italia Que en la brisa errant« la orquesta deslie, Junto a los rivales la divina Kulalia, La divina Kulalia, riV, ne, rie.
(j Vnv araso en el (iempo del rey Luis de Francia, Sol con cortc de astros, en campos de azur? £Cuando los alea/ares llenode fragancia
La regia y pornposa rosa Pompadour?
^Fue cuando la bella su falda cogia Con dodos de ninfa, bailaitdo el mimie, Y de los eompascs el riimo seguia Sobrc el tacori rojo, lindo y leve el pie?
i O cuando pastoras de lloridos valles Ornaban con cinlas sus albos corderos, Y oian, divinas Tirsis de Versalles, Las dectaraciones de sus rabalieros? 9
^Fue en ese buen tiempo de duques pastores, De amantes princesas y tiernos galanes, Cuando entrc sonrisas y pcrlas y (lores lban las casacas de los chambelanes?
<sFue acaso en el Norte 6 en el Mediodia? Yo el tiempo y el dia y el pais ignoro, Pero se que Eulalia rie todavj'a, IYes cruel y eterna su risa de oroj
1893.
^Vienes? me llega aqui, pues que suspiras, Un soplo de las magicas fragancias Que hicieran los delirios de las liras En las Grccias, las Romas y las Francias.
;Suspira asi! Revuelen las abejas; Al olor de la olimpica ambrosia, Kn los perfumes que en el aire dejas; Y el dios de piedra se despierte y ria,
Y el dios de piedra se despierte y cante La gloria de los tirsos florecientes En el gesto ritual de la bacante De rojos labios y nevados dientes;
En el gesto ritual que en las bermosas Ninfalias guia a la divina hoguera, Hoguera que hace llamear las rosas En las manchadas pieles de pantera.
Y pues amas reir, rfe, y la brisa Lleve el son de los liricos cristales De tu reir, y haga temblar la risa La barba de los Terminos joviales.
Xlii't'i hacia el latlo del boscaje, mira Blauqucar el inuslo cle marlil de Diana, Y tiespurs de la Virgen, la Heiaira Diosa, su blanea, rosa, y rubia hermana Pasa en busca de Adonis; sns aromas Delritan a las rosas v los nardos; Siguela una pareja de palornas Y bay tras ella una fuga de leopardos.
I Te gusta araar en griego?Yo las fiestas Galanks busco, en donde se reeuerde Al suave son de ritmicas orqut'stus La lierra de la luz y el mirto vcrde.
(Los abates refieren aventuras A las I'ubias rnarquesas. Soriolicntos Filosofos defienden las ternuras Del amor, con sutiles argumentos,
Mientras que surge de la verde grama, En la rnano el acanto de Gorinto, Una ninl'a a quien puso un epigrama Beauraarchais, sobre el maririol de su plinto.
Amo mas que la Grecia de los griegos
La Grecia de la Francia, porque en Francia Al eco de las Risas y los Juegos Su mas dulce licor Venus cscancia.
Denmeslran mas encantos y perfidias Coronadas de (lores v desnudas, *
Las diosas de Clodion que las de Fidias. Unas cantan francos, otras son mudas. Yerlaine es mas que Soerales; v Ar&cnio Houssave supcra al viejo Anai'rronte. Kn Paris reinau el Amor y el Genio : 11a perdido su iuipcrio el dios hiIronle.
Monsieur Priidhomme vllomais no sabrn nada. liny Clripres, Pafos, T<»mp<*s y Arnafuntcs, Donde ai amor de tni madriria, tin liada, Tus frescos lahios ;i lost ruios mutes,i
Sones de bandoliu. Kl rojo vino Conduce un paje rojo. (;AHIJIS los SOJICS Del bandolin, y un amor llorentino? Seras la reina en los decarnerones.
(Un coro de poetas y pintores Guenta historias picantcs. Con maligna Sonrisa alegre aprueban los senores. Clclia enrojece. Una duena se signa.)
^0 un amor aleman? — que no han sentido Jamas los alemanes — : la celesie Gretchcn; claro de luna; el aria; el nido Del ruisenor; y en una roca agreste,
La luz de nieve que del cielo llega Y bana a una hermosura que suspira La queja vaga que a la noche entrega Loreley en la lengua de la lira.
Y soI)re el agua azul el caballero Lohengrin; y su cisne, cual si fuese Un cincelado tempano viajero, Con su cuello enarcado en forma de S.
Y del divino Enrique Heine un canto, A la orilla del Rhin; y del divino Wolfang la Iarga cabellera, el man10; Y de la uva teutona el bianco vino.
O amor lleno de sol, amor de Espafia, Amor lleno de purpuras y oros; Amor que da el clavel, la flor extrana Regada con la sangre de los toros;
Flor de gilanas, flor que amor recela, Amor de sangre y luz, pasiones locas; Flor que trasciende a clavo y a canela, Roja cual las heridas y las bocas.
• *
,jLos amores exoticos acaso...? Como rosa de Oriente me fascinas : Me deleitan la seda, el oro, el raso« Gautier adoraba a las princesas chinas.
\ Oh bello amor de mil genuflexiones; Torres de kaolin, pies imposibles, Tazas de te, tortugas y dragones, Y verdes arrozaies apacibles!
Amame en chino, en el sonoro rhino De Li-Tai-Pc. Yo igualare a los sabios Poetas que interpretan el destino; Madrigalizarc junto a tus labios.
Dire que eres mas bella que la luna; Que el tcsoro del cielo es menos rico Que el tesoro que vela la irnportuna Garicia de marfil de tu abanico.
*
Amame japonesa, japonesa Antigua, que no sepa de naciones Occidentales : tal una pritfeesa Con las pupilas llenas de visiones,
Que aun ignorase en la sagrada Kiolo, En su labrado camarin de plala Ornado al par de crisantemo y loto, La civilizacion de Yamagata.
O con amor hindu que al/a sus llamas En la vision suprema de los mitos, Y hace temblar en misteriosas bramas La iniciacion de los sagrados ritos,
En tanto mueven tigres y panteras Sus hierros, y en los fuertes elefantcs Suenan con ideales bayaderas Los rajahs constelados de brillanies.
O negra, negra como la quo canta En su Jerusalem el rev hermoso, Negra que liaga brotar bajo su planla La rosa y la cicuta del repose..
Amor, en fin, que todo diga y cante, Amor que encante y deje. sorprendida A la serpiente deojos do diamante Que esla enroscada al arbol de la vida.
Amaine asi, fatal, cosmopolita, Universal, inmensa, unica, sola Y todas; mislcriosa y erudila : Amamc mar y nube, espuma v ola.
Se mi reina de Saba, rni tesoro; Descansa en mis palacios solitaries. Duerme. Yo encendere los incensarios Y junto a mi unicornio cuerno de oro, Tendran rosas y miel tus dromedaries.
Tigre Hotel, didembre 1894
La princcsa esta triste... ^quc tendra la princesa? Los suspires se escapan de su boca de fresa, Que ha pcrdido la risa, que ha perdido el color La princcsa esta palida en su silla de oro, Ksta raudo el teclado de su clave sonoro; Y en un vaso olvidada se desmaya una fior.
Eljardin puehla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la duefia dice cosas banales, Y, vestido de rojo piruetea el hufon. La princesa no rie, la princesa no siente; La princesa persigue por el cielo de Oriente La libeUula vaga de una vaga ilusion.
4 Piensa acaso en el principe de Golconda 6 de China, O en el que ha detenido su carroza argentina Para ver de sus ojos la dulzura de luz? O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, O en el que es soberano de los claros diamantes, O en el dueno orgulloso de las perlas de Ormuz?
j Ay! ia pobre princesa de la boca de rosa, Quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
Tener alas ligeras, bajo el cielo volar, Ir a! sol por la escala luminosa de un rayo, Saludar a los lirios con los versos de Mayo, 0 perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, Ni el halcon encantado, ni el bufon escarlata, Ni los eisnes unanimcs en el lago de azur. Y estan tristes las (lores por la flor de la corte; Los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, De Occidente las dalias y las rosas del Sur.
j Pobrecita princesa de los ojos azules! Esta presa en sus oros, esta presa en sus tules, En lajaula de marmol del palacio real; El palacio soberbio que vigilan los guardas, Que custodian cien negros con sus cien alabardas, Un lebrel que no duerme y un dragon colosal.
iOh quien fuera hipsipila que dejo la crisalida! (La princesa esta triste. La princesa esta palida) ; Oh vision adorada de oro, rosa y marfil! j Quien volara a la tierra donde un prfncipe existe (La princesa est4 palida. La princesa esta triste) Mas brillante que el alba, mas hermoso que Abril!
Galla, caila, princesa, — dice el hada madrina — En caballo con alas, hacia aca se encamina, En el cinto la espada y en la mano el azor, EI feliz caballero que te adora sin verte, Y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, A encenderte los labios con su beso de amor!
Para la condeaa de Peralla*
El olimpico cisne de nieve Con el agala rosa del pico Lustra el ala euraristica y breve Que abre al sol coino un casto abanico.
En la forma de un brazo de lira Y del asa de un anfora griega Es su candido cuello que inspira Como prora ideal que navcga.
Es el cisne, de estirpe sagrada, Guyo beso, por campos de seda, Ascendio hasta la cinia rosada De las dulces colinas de Leda.
Blanco rey de la fuente Castalia, Su victoria ilumina el Danubio; Vinci fue su baron en Italia; Lohengrin es su principe rubio>
Su blancura es hermana del lino, Del holon de los blancos rosales Y del albo loison diamanlino De los tiernos corderos pascualcs.
Rimador de ideal florilegio, Es de armino su liriro manto, Y es el magico pajaro regio Que al rnorir rima el alma en un canto.
El alado aristocrata mucslra Lises albos en campo de azur, Y ha senlido en sus plumas la diestra De la amable y gentil Pompadour.
Boga y boga en el lago sonoro Donde el sueno a los trisles espera, Doride aguarda una gondola de oro A la novia de Luis de Baviera.
Dad, Condesa, a los cisnes caririo, Dioses son de un pais halagiieno Y hechos son de perfume, de armino, De luz alba, de seda y de sueno
Pradera, feliz dfa! Dei rcgio Buenos Aires Quedaron alia lejos el fuego y el hervor; Hoy en tu verde triunfo tendran mis suenos vida, Respirare tu aliento, me banare en tu sol.
Muy buenos dias, huerto. Saludo la frescura Que brota de las ramas de lu durazno en flor; Formada de rosales tu calle de Florida Mira pasar la Gloria, la Banca y el Sport.
Un pajaro pocta, rumia en su buche versos; Chismoso y petulante, charlando va un gorridn; Las plantas trepadoras conversan de polilica; Las rosas y los iirios, del arte y del amor.
Rigiendo su cuadriga de magicas libclulas, De suenos milionario, pasa el travieso Puck; Y, esplendida sportwoman, en su celeste carro, La emperalriz Titania seguida de Oberon.
De noche, cuando muestra su medio anillo de oro, Bajo el azul tranquilo, la amada de Pierrot, Es una fiesta palida la que en el huerio reina, Toca en la lira el aire su do-re-mi-fa-sol.
Curiosas las violetas a su balcon se asornan. Y una suspira : « ; lastima que falte el ruiseiior 1" Los silfos acompasan la danza de las brisas En un walpurgis vago de aroma y de vision.
De pronto se oye el eco del grito de la pampa, Brilla como una puesta del argentino sol; Y un espectral jinete, como una sombra cruza, Sobre su espalda un poncho; sobre su faz, dolor. (((jQuie^n eres, solitario viajero de la noche?" Yo soy la Poesia que un tiempo aqui reino : «Yo soy el poslrer gaucho que parte para siernpre, De nuestra vieja palria llevando el corazonl"
£ Eva era rubia ? No. Con negros ojos Vio la inanzana del jardin : con labios Rojos probo su inicl; con Iahios rojos Que saben hoy mas ciencia que los sabios.
Venus tuvo el azur en sus pupilas Pero su hijo no. Ncgros y fieros Enciendcn a las tortolas tranquilas Los dos ojos de Eros.
Los ojos de las reinas fabulosas, De las reinas magnfficas y fuertes, Tenian las pupilas tenebrosas Que daban los amores y las muertes.
Pentensilea, reina de amazonas, Judith, espada y fuerza de Betulia, Cleopatra, encantadora de coronas, La luz tuvieron de tus ojos, Julia.
Luz negra, que es mas luz que la luz blanca Del sol, y las azules de los cielos. Luz que el mas rojo resplandor arranca Al diamante terrible de los celos.
Luz negra, luz divina, luz que alegra La luz meridional, luz de las ninas De las grandes ojeras, ;oh luz negra Que hace cantar a Pan bajo las viuas!
Le carnaval sy amuse! Viens U chanter, ma Mu*e+~ BANVILLE.
Musa, la mascara apresta, Ensaya un aire jovial
Y goza y rie en la fiesta Del Carnaval.
Rie en la danza que gira, Muestra la pierna rosada, Y suene, como una lira, Tu carcajada.
Para volar mas ligera Ponte dos*hoias de rosa Comofcacotu companera La mariposa.
Y que en tu boca risuena Que se une al alegre coro Deje la abeja portena Su miel de oro.
Uncle a i;i mascarada, Y mientras muequca un clown Con la fa/ pintarrajeada Como Frank Brown;
Mientras Arlequin revela Quo al prisma sus tintes roba Y aparcce Pulchincla Con su joroba,
hi a Coloiiibiria la bella Lo que de clla pienso yo, Y descorcha una botella Para Pierrot.
Que el te cuente como rima Sus amores con la luna Y te haga un poema en una Pantomima.
Da ai aire la serenata, Toca el aureo bandoiin, Lleva un latigo de plata Para el spleen.
Se lirica y s6 bizarra; Con la citara se griega; 6 gaucha, con la guitarra De Santos Vega.
Mueve tu esplendido torso Por las calles pintorescas Y juega y adorna el corso Con rosas frescas.
De perlas riega un tesoro I)e Antirade en el regio nido
Y en la liopalanda de Guido Polvo de oro.
Penas y duelos olvida, Canta deleites v amores• Busea laflor de las flores Por Florida :
Con la armonia le encantas De las rimas de cristal, Y deshojas a sus plantas, Un madrigal.
Piruetea, baila, inspira Versos locos y joviales; Celebre la alegre lira Los carnavalcs.
Sus gritos y sus canciones, Sus comparsas y sus trajes, Sus perlas, tintes y encajes Y poropones.
Y lleve la rauda brisa, Sonora, argentina, fresca, La victoria de tu risa Funambulesca!
Poesia dulce y raistica, Busca a la blanca cubana Que se asomo a la ventana Como una vision artistica.
Misteriosa y cabalistica, Pucdc dar celos a Diana, Con su faz de porcelana De una biancura eucaristica.
Llena de un prestigio asiatico, Roja, en el rostro enigmatico, Su boca purpura finge
Y al sonreirse vi en e!la El resplandor de una estrella Que fuese alma de una esfinge.
Mire al sentarmc a la mesa, Hanado en la luz del dfa El retrato de Maria, La eubana-japonesa.
El aire acaricia y besa Como un amante lo haria, La orguliosa bizarria De la cabellera espesa.
Diera un tesoro el Mikado Por sentirse acariciado Por princesa tan gentil,
Digna de que un gran pintor La pinte junto a una flor En un vaso de marfii.
Un poeta egregio del pais de Francia Quo con versos aureos alabo el amor, Formo un ramo arraonico, llcno de elogancia, En su SinfonCa en Blanco Mayor.
Yo por ti forrnara, Blanca deliciosa, El regalo lirico de un bianco bouquet^ Con la blanca eslrella, con la blanca rosa Que en los bellos parques del azul se ve.
Hoy que tu celebras tus bodas de nieve, (Tus bodas de virgen con el suefio son) Todas sus blancuras Priraavera llueve Sobre la blancura de tu corazon.
Cirios, cirios blancos, blancos, blancos lirios, Cucllps de los cisnes, raargarita en flor, Galas de la cspuma, ceras de los cirios Y estrellas celestes tienen tu color.
Yo al enviarte versos de mi vida arranco La flor que te ofrezco, bianco seraffn : jMira corao mancha tu corpifio bianco La mas roja rosa que hay en mi jardinl
Dijo sus sccretos el faisan de oro : —En cl gabiuele mi bianco tesoro, De sus claras risas el divino eoro.
Las bellas Oguras de los gobclinos, Los cristales llenos de aromados vinos, Las rosas francesas en los vasos chinos.
(Las rosas francesas, porque fu<* alia en Francia Donde en el retiro de la dulce estancia Esas frescas rosas dieron su fragancia.)
La cena esperaba. Quitadas las vendas, Iban mil amores de flechas trernendas En aquclla noche de Gamestolendas.
La careta negra se quito la nifia, Y tras el preiudio de una alegre rina Apuro mi boca vino de su vina.
Vino de la vina de la boca loca, Que hace arder el beso, que el mordisco invoca, ;Oh los blancos dientes de la loca boca!
En su boca ardiente yo bebi los vinos, Y pinzas rosadas, sus dedos divinos, Me dieron las fresas y los langostinos.
Yo la vestimenta de Pierrot tenia, Y aunque me alegraba y aunque me refa, Moraba en mi alma la melancolia.
La carnavalesca noche luminosa Dio a mi triste espiritu la mujer hermosa, Sus ojos de fuego, sus labios de rosa.
Y en el gabinete del cafe galante Ella se encontraba con su nuevo amante, Peregrino palido de un pais distante.
Llegaban los ecos de vagos cantares; Y se despedian de sus azahares Miles de purezas en los bulevares.
Y cuando el champana me canto" su canto, Por una ventana vi que un negro manto De nube, de Febo cubria el encanto.
Y dije a la amanda de un dia: —i No viste De pronto ponerse la noche tan triste? £ Acaso la Reina de luz ya no existe?
Ella me miraba. Yel faisan cubiertodeplumas d^oro: « Pierrot! ten por cierto Que tu fiel amada, que la Luna ha muertol M
Como era el instanle, digalo la musa Que las dichas trac, <jue las penas lleva : La ti'isteza pasa, velada y confusa; La alegria, rosas y azahares nieva.
Era en un amable nido de soltero, De risas y versos, de placer sonoro, Era un inspirado cada caballero, De suenos azules v vino de oro.
Un rubio decfa frases senteneiosas Negando y arnando las rausas eternas : Un bruno decia versos como rosas, De sonantes rimas y palabras tiernas,
Los tapices rojos, de doradas listas, Cubrian panoplias de pinturas y armas, Que hablaban de bellas pasadas conquistas, Amantes coloquios y dulces alarmas.
El verso de fuego de D'Anunzio era Como un son divino que en las saturnales Guiara las manchadas pieles de pantera, A fiestas soberbias y amores iriunfales.
r
E iban con manchadas pieles de pantera, Con tirsos de (lores y copas paganas Las almas de aquellos jovenes que viera Venus en su templo con palraas hermanas.
Venus, la celeste reina que adivina En las almas vivas alcgrias francas Y que les confia, por gracia divina, Sus abejas de pro, sus palomas blancas*
Y aquellos amantes de la eterna Dea, A la dulce musica de la regia rima, Oyen el mensaje de la vasta Idea Por el companero que recita y miraa.
Y sobre sus frentes que acaricia el lauro, Abril pone amable su beso sonoro, Y llevan gozosos, satiro y centauro, La alegri'a noble del vino de oro.
Para una artisla ctibana.
Junto al negro palacio del rey de la isla de HieiTO — (ioh, cruel, horrible desiierro!) — < i como es que tu, her mana harmoniosa, haces canlar ai cielo gris, tu pajarera de ruiseuores, tu formidable caja musical? <*No te entris tece recordar la primavera en que oiste a un pajaro divino y tornasol en el pais del sol?
„
En el jardin del rey de la isla de Oro — (; oh, mi ensueno que adoro!) — fuera mejor que tu, harmoniosa her raana, amaestrases tus aladas flautas, tus sonoras arpas; tu que naciste donde mas lindos nacen el clavel de sangre y la rosa de arrebol, en el pais del sol!
6 en el alcazar de la reina de la isla de Plata (Schubert, solloza la Serenata..,} pudieras tambien, hermana harmoniosa, hacer que las rafeticas aves de tu alma alabasen dulce, dulcemente, el claro de luna, los vfrgenes lirios, la monja paloma y el cisne marques. La mejor plata se funde en un ardiente crisol, en el pais del sol!
Vuelve, pues, a tu barca, que tiene lista la veia — (re suena, lira, Cefiro, vuelaj — y parte, harmoniosa hormana, a clonde un principe bello, a la oriila del mar> pide liras, y versos y rosas, y acarieia sus rizos de oro bajo un regio y azul parasol, en el pais del sol! New-York , WdZ.
In memoriam.„
<*Recuerdas que querias ser una Margarita Gautier? Fijo en mi mente tu extrario rostro esta, Cuando cenamos juntos, en la primera cita, En una noche alegre que nunca volvera.
Tus labios escarlatas de purpura maldita Sorbian el champafia del fino baccarat; Tus dedos deshojaban la bianca margarita «S1... no... sf... no..." y sabias que te adorabayal
Despues, |oh flor de Histeria! llorabas y reias; Tus besos y tus lagrimas tuve en mi boca yo; Tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mias.
Y en una tarde triste de los mas dulces dfas, La Muerte, la celosa, por ver si me querias, Como k una margarita de amor, te deshojo!
Mia : asi te llamas. <jQu($ mas liarmonia? Mia : luz del dia, Mia : rosas, llamas.
j Que aroma dcrramas En el alma infa Si se que me arnas, iOh Mia! joh Mia!
Tu scxo fundiste Con mi sexo fuerte, Fundiendo dos bronces.
Yo triste, tu triste,,* ^No has de ser entonces Mia hasta la muerte?
Mi pobre alma palida Era una crisalida. Luego mariposa De color de rosa.
Un c£firo inquieto Dijo mi secrete... $Has sabido tu secreto un dia? IOh Mia! Tu secreto es una Melodfa en un rayo de luna... ^Una melodia?
Helena!
La anuncia el blancor de un cisne. Makheda! La anuncia un pavo real. IGgenia, Eleclra, Galalina! Anuncialas un caballero con un hacha. Ruth, Lia, Enone! Anuncialas un paje con un lirio. Yolanda! Anunciala una paloma. Clorinda, Carolina! Anuncialas un paje con un rarao de vina.
Sylvia!
Anunciala una corza blanca, Aurora, Isabel! Anuncialas de pronto Un resplandor que ciega mis ojos. Ella ? (No la anuncian, No llega aun.)
A Reynaldo de Rafael.
Yo adoro a una sonambula con alma de Elofsa Virgen como la nieve y honda como la mar; Su espiritu es la hostia de rai amorosa misa Y alzo al s6n de una dulce lira crepuscular.
Ojos de evocadora, gesto de profetisa, En ella hay la sagrada frecuencia del altar; Su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa, Sus labios son los unicos labios para besar.
Y he de besarla un dia con rojo beso ardiente; Apoyada en mi brazo como convaleciente Me mirara asombrada con intimo pavor;
La enamorada esfinge quedara estupefacta, Apagar6 la llama de la vestal intacta Y la faunesa antigua me rugira de amorl
En la isla en que detienc su esquife el argonauta Del inmortal Ensueno, donde la eterna pauta De las eternas liras se escucha:— Isla de Oro En que el triton elige su caracol sonoro Y la sircna blanca va a ver el sol—un dia Se oyc un tropel vibrante de fuerza y de armonia.
Son los Ccntauros. Gubren la llanura. Les siente La montafia, De lcjos, forman son de torrente Que cae; su galope al aire que reposa Despierta, y estremece la hoja del laurel-rosa.
Son los Centauros. Unos enormes, rudos; olros Alegres y saltantes corao jovenes potros; Unos con largas barbas corao los padres-rios, Otros imberbes, agiles y de piafantes brios, Y de robustos musculos, brazos y lomos aptos Para portar las nmfas rosadas en )os raptos.
Van en galope rftmico. Junto a un fresco boscaje, Frente al gran Oceano, se paran. El paisaje Recibe de la urna matinal luz sagrada Que cl vasto azul suaviza con limpida mirada.
Y oyen seres terrestres y habitantes inarinos La voz de los crinados caadriipedos divinos.
QU1RON
Calladas las bocinas a los tritones gratas, Calladas las sirenas de Jabios escarlatas, Los carrillos de Eolo desinflados, digamos Junto al laurel ilustre de florccidos ramos
La gloria inmarcesible de las Musas hermosas Y el triunfo del terrible misterio de las cosas. He aqui que renacen los lauros milenarios; Vuelven a dar su lurabre los viejos larapadarios; Y animase en mi cuerpo de Gentauro inraortal La sangre del celeste caballo paternal.
Arquero luminoso, desde el zodiaco llegas; Aun presas en las crines tienes abejas griegas; Aun del dardo herakleo rauestras la roja herida Por do salir no pudo la esencia de tu vida. Padre y Maestro excelso! Eres la fuente sana De la verdad que busca la triste raza humana : Aun Esculapio sigue la vena de tu ciencia; Siempre el veloz Aquiles sustenta su existencia Con el manjar salvaje que le ofreciste un dia, Y Herakles, descuidando su masa, en la harmonia De los astros, se eleva bajo el cielo nocturno...
La ciencia es flor del tierapo: mi padre fue Saturno.
ABANTES
Himnos a la sagrada Naturaleza; al vientre De la tierra y al mermen que entre las rocas y entre
Las carnes de los arboles, y dentro humana forma Es un mismo secrcto y es una raisma norma, Potente y sutilisimo, universal resumen De la suprema fuerza, de la virtud del Nurnen.
Himnos! Las cosas tienen un ser vital: las cosas Tienen raros aspcctos, miradas misteriosas; Toda forma es un gesto, una cifra, un enigma; En cada atomo existe un incognito estigma; Gada hoja de cada arbol canta un propio cantar Y hay una alma en cada una de las gotas del mar; El vate, el sacerdote, suele oir el acento Desconocido; a veces enuncia el vago viento Un misterio; y revela una inicial la espuma O la flor; y se escuchan palabras de la bruma. Y el hombre favorito del nurnen, en la linfa O la rafaga, encuentra mentor; — demonio 6 ninfa*
El biforme ixionida comprende de la altura, Por la materna gracia, la lumbre que fulgura, La nube que se anima de luz y que decora EL pavimento en donde rige su carro Aurora, Y la banda de Iris que tiene siete rayos Cual la lira en sus brazos siete cuerdas; los mayos. En la fragante tierra lienos de ramos bellos, Y el Polo coronado de candidos cabellos. El ixionida pasa veloz por la montana Rompiendo con el pecho de la maleza buraiia Los erizados brazos, las carceles hostiles; Escuchan sus orejas los ecos mas sutiles:
Sus ojos atraviesan las intrincadas hojas Mientras sus manos toman para sus bocas rojas Las frescas bayas altas que el satiro codicia; Junto a la oculla fuente su mirada acaricia Las curvas de las ninfas del s^quito de Diana; Pues en su cuerpo corre tambien la esencia humana Unida a la corriente de la savia divina Y a la salvaje sangre que hay en la bestia equina. Tal el hijo robusto de Ixion y de la Nube.
QUIRON
Sus cuatro patas, bajan; su testa erguida, sube. ORNEO
Yo comprendo el secreto de la bestia. Malignos Seres hay y benignos. Kntre ellos se hacen signos De bien y mal, de odio 6 de amor, 6 de pena 0 gozo : el cuervo es malo y la torcaz es buena.
QUIRON
Ni es la torcaz benigna, ni es el cuervo protervo : Son formas del Enigma la paloraa y el cuervo.
ASTILO
El Enigma es el soplo que hace cantar la lira.
NESO
El Enigma es el rostro fatal de Deyanira! Mi espalda aun guarda el dulce perfume de la bella; Aun mis pupHas llama su claridad de estrella. j Oh aroma de su sexo! \ oh rosas y alabastros! iOh envidias de las flores y celos de los astros!
QUIRON
Guando del sacro abuelo la sangre luminosa Con la marina espuma formara nieve y rosa,
Hecha de rosa y nieve nacio la Anadiomena. Al cielo alzo los brazos la lfrica sirena, Los curvos hipocampos sobrc las verdes ondas Levaron los hocicos; y caderas redondas, Tritonicas melenas y dorsos de delfmes
Junto a la Rcina nueva se vicron. Los confines Del mar Ilcno el grandioso clamor; el universo SiuticS que un nombrc harmonico, sonoro corao un verso Llenaba el hondo hueco de la altura; ese nombre Hizo gemir la tierra de amor : fue para el bombrc Mas alto que el de Jove : y los nuraenes mismos Lo oyeron asombrados; los lobregos abismos Tuvieron una gracia de luz. | VENUS impera!
Ella es entre las reinas celestes la primera, Pues es quien tiene el fuerte poder de la Hermosura. Vaso de miel y mirra broto" de la arnargura!
Ella es la mas gallarda de las emperatrices*, Princesa de los gormenes, reina de las matrices, Seuora de las savias y de las atracciones, Senora de los besos y de los corazones.
No olvidare' los ojos radiantes de Hipodarnial
Yo s^ de la hembra humana la original infamia. Venus anima artera sus maquinas fatales, Tras los radiantes ojos rien traidores males, De su floral perfume se exhala sutil dano; Su craneo obscuro alberga bestialidad y engano. Tiene las formas puras del anfora, y la risa Del agua que la brisa riza y el sol irisa; Mas la ponzona ingenita su mascara pregona :
Mejores son el aguifa, la yegua y la leona. Dc su humeda impureza brota el calor que enerva Los rnismos sacros dones de la imperial Minerva; Y entre sus duros pechos, linos del Aqueronte, Hay un olor que llena la barca de Garonte.
Como una rniel celeste hay en su lengua fina: Su piel de flor aim humeda esta de agua marina. Yo he visto de Ilipodamia la taz encantadora, La cabellera espesa, la pierna vencedora. Ella de la hembra humana fuera ejemplar augusto; Ante su roslro oli'mpico no habria rostro aduslo; Las Gracias junto a ella quedarfan confusas, Y las ligeras Horas y las sublimes Musas Por ella detuvieran sus giros y su canlo.
Ella la causa fuera de inenarrable espanto : Por ella el ixionida doblo su cuello fuerte. La hembra humana es hermana del Dolor y la Muerte
Por suma ley un dia liegara el himeneo Que el sonador aguarda : Cinis sera Geneo; Claro sera el origen del femenino arcano : La Esfinge tal secreto dira a su soberano.
Naturaleza tiende sus brazos y sus pechos
A los humanos seres; la clave de los hechos Conocela el vidente; Homero con su baculo, En su gruta Deifobe, la lengua del Oraculo.
El monslruo expresa un ansia del corazon del Orbe, En el Ccntauro el bruto la vida bumana absorbe, El satiro es la selva sagrada y la lujuria, Une sexuales impetus a la harmoniosa furia.
Pan junta la soberbia de la montana agreste Al ritmo de la inmensa mccanica celeste; La boca melodiosa que atrac en Sirenusa Es de la fiera alada y es de la suave musa; Con la bicorne bestia Pasifae se ayunta, Naturaleza sabia formas diversas junta, Y cuando liende al hombrc la gran Naturaleza, El monstruo, siendo el sfrnbolo, se viste de belleza.
Yo arno lo inanirnado que amo el divino Hesiodo.
Grineo, sobre el mundo tiene un anima todo.
He visto, entonces, raros ojos fljos en mi : Los vivos ojos rojos del alma del rubi; Los ojos luminosos del alma del topacio Y los de la esmeralda que del azul espacio La maravilla imitan; los ojos de las gemas Be brillos peregrinos y magicos emblemas. Amo el granito duro que el arquitecto labra Y el marmol en que duermen la linea y la palabra,..
A Deucalion y a Pirra, varones y mujeres
Las piedras aun intactas dijeron : « £ Que nos quieres
Yo he visto los lcmures flotar, en los nocturnes Instantes, cuando eseuchan los hosqucs taciturnos El loco grito de Alis que su dolor revela O la maravillosa cancion de Pilomela. El galope apresuro, si en el boscajc miro Manes que pasan, y oigo su funebrc suspiro. Pues de la Muerte el hondo, desconocido Imperio, Guarda ei pavor sagrado de su fatal misterio.
ARNEO
La Muerte es de la Vida la inseparable hermana.
QUIRON
La muerte es la victoria de la progenie humana.
MEDON
S La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia Ni ase corva guadaiia, ni tiene faz de anguslia. Es semejante a Diana, casta y virgen coino ella; En su rostro hay la gracia de la nubil doncella Y lleva una guirnalda de rosas siderales. En su siniestra tiene verdes palmas triunfales^ Y en su diestra una copa con agua del olvido. A sus pies, como un perro, yace un amor dormido.
AMICO
Los mismos dioses buscan la dulce paz que vierte.
QUIRON
La pena de los dioses es no alcanzar la Muerte.
EURETO
Si el hombre — Prometeo — pudo robar la vida, La clave de la muerte serale concedida.
La virgen de las virgenes es inviolable y pura. Nadie su casto cuerpo tendra en la alcoba obscura, Ni bebera en sus labios el grito de victoria, Ni arrancara a su frente las rosas de su gloria. •
Mas lie aquf que Apolo se accrca al meridiano. Sus Iruenos prolongados repite el Oceano; Bajo el dorado carro del reluciente Apolo Vuelve k inflar sus carrillos y sus odres Eolo. A lo Iejos, un templo de marrnol se divisa Kntre laureles-rosa que hace cantar la brisa. Con sus vibrantes notas de Cefiro desgarra
La veste transparente la hel^nica cigarra, Y por el llano extenso van en trope! sonoro Los Centauros, y al paso, liembla la Isla de Oro.
Lirio divino, lirio de las Anunciaciones; Lirio, florido principe, Hermano perfumado de las cslrcllas castas, Joya de los abriles.
A ti las blancas dianas do los parques ducalcs, Los cuellos de los cisnes, Las mi'sticas cstrofas de canticos celestes Y en el sagrado empireo la rnano de las virgenes.
Lirio, boca de nieve donde sus duleos labios La primavera imprime, En tus venas no corre, la sangre de las rosas pceadoras, Sino el icor excelso de las fiores insignes.
Lirio real y lirico Que naces con la albura de las hostias sublimes De las Candidas pcrlas Y del lino sin macula de las sobrepellices, c * Has visto acaso el vuelo del alma de mi Slella, [triste? La licrmana de Ligeia, por quien mi canto a veces es tan
Libre la frente que el casco rohusa, Casi desnuda en la gloria del dia, Alza su tirso de rosas la musa Bajo el gran sol de la eterna ilarmonia.
Es Floreal, eres tu, Primavera, Quien la sandalia calzo a su pie breve; Ella, de tristes nostalgias muriera En el pais de los cisnes de nieve.
Griega es su sangre, su abuelo era ciego; Sobre la cumbre del Pindo sonoro El sagitario del carro de fuego Puso en su lira las cuerdas de oro.
Y bajo el pdrtico bianco de Paros, Y en los boscajes de frescos Iaureles, Pindaro diole sus ritmos preclaros, Di61e Anacreonte sus vinos y mieles*
Toda desnuda, en los claros diamantes Que en la Castalia recaman las linfas, Vieronla tropas de faunos saltantes, Cual la mas fresca y gentil de las ninfas.
i. Para el libro En tropel. del poela cspanol Salvador Rueda, 1892.
Y en la fragante, harmoniosa floresta, Pucsto a los ecos su oido de musa, Pan sorprendidla escuchando la orquesta Que el daba al viento con su cornamusa.
Ella resurge despues en el Lacio, Siendo del tedio su lengua exterminio; Lleva a sus labios la copa de Horacio, Bcbe falerno en su eburneo triclinio.
Pajaro erranie, ideal golondrina, Viiola de Arabia a un confin solilario, Y ve pasar en su torrc argenlina A un rey de Oriente sobre un dromedario;
Rev misterioso, magnffico y inago, Dueno opulento de cien Eslambules, Y k quien un genio brindara en un lago Gondolas de oro en las aguas azules.
Ese es el rey raas bermoso que el dfa, Que abre a la musa las puertas de Oriente; Ese es el rey del pats Fantasia, Que lleva un claro lucero en la frente.
Es en Oriente donde ella se inspira En las moriscas exoticas zambras; Donde primero conternpla y admira Las cinceladas divinas alhambras;
Las rauelles danzas en las alcatifas Donde la mora sus velos desata, Los pensativos y viejos kalifas De ojos obsuros y barbas de plata.
Es una bella y alegre maiiana Guando su vuelo la musa eonfia
A una errabunda y fugaz caravana Que hace del viento su brujula y guia.
Era la errante familia bohemia, Sabia en extranos conjuros y cstigmas, Que une en su boca plegaria y blasfemia, Nombres sonoros y raros enigmas;
Que ama los largos y negros eabellos, Dan/.as Iascivas y linos punales, Ojos llameantes de vivos destellos, Flores sangrientas de labios eamales
Y.con la srente inorena v liurana Que a los caprichos del aire se enttcga, Hace su entrada triunfal en Espana Fresca y riente la n'tmica griega.
Mira las cumbres de Sierra Nevada, Las bocas rojas de Malaga, lindas, Y en un pandero su rnano rosada Fresas recoge, claveles y guindas.
Ganta y resuena su verso de oro, Ve de Sevilla las hembras de llama, Suefia y habita en laAlhambra del moro; Y en sus cabellos perfumes derrama.
Busca del pueblo las penas, las flores, Mantos bordados de alhajas de seda, Y la guitarra que sabe de amores, Calida y triste querida de Rueda;
roar ico
iUrnaamorosa de voz femenina, Caja de musica de duelo y placer : Tiene el acento de un alma divina, Talley caderas como una mujer.)
Va del tablado flamenco a la orilla Y ase en sus palmas los crotaios negros, Mientras derrocha la audaz seguidilla Bruscos acordes y raudos alegros.
Ritma los pasos, modula los sones, Ebria risueila de un vino dc luz, Hace que brillen los ojos gachoncs, Negros diamantes del patio andaluz.
Campo y pleno aire refrescan sus alas, Ama los nidos, las cumbres, las cimas; Vuclve del campo veslida de galas, Cuelga a su cuello collares de rimas.
En su tesoro de reina de Saba, Guarda en secreto celestes cmblemas; Flechas de fuego en su su magica aljaba, Perlas, rubies, zafiros y gemas.
Tiene una corte pomposa de majas, Suya es la chula de rostro risueno, Suyas las juergas, las curvas navajas Ebrias de sangre y licor malagueno.
Tiene por templo un alcazar marmoreo, Guardalo esfinge de rostro egipciaco, Y cual Iabrada en un bloque hiperboreo, Venus enfrente de un triunfo de Baco,
Dentro presenta sus formas de nieve, Brinda su amablc sonrisa de piedra, Micntras se cnlaza en un bajo-relievc A una driada ceilida de biedra,
Un joven fauno robusto y violcnto, Dulee terror de las ninfas incautas, Al son triunfante que lanzan al viento Timpanos, liras y sistros y flautas.
Oman los muros mosaicos y frescos, Aureos pedazos de un sol fragmentario, Iris trenzados en mil arabescos, Joyas de un habil cincel lapidario.
Y de la eterna Belle/a en el ara, Ante su sacra y grandiosa escultura, Hay una lampara en albo carrara, De una eucarfstica y casta blancura.
Fuera, el frondoso jardin del poeta Ri'een su fresca y genlil hermosura ; Agata, perla, amatista, violeta, Verdor eclogico y tibia espesura.
Una andaluza despliega su manto Para el poeta de miisica eximia; Rusticos Titiros cantan su canto; Bulle el hervor de laalegre vendimia.
Ya es un tropel de bacantes modernas EI que despierta las Iocas lujurias; Ya bumeda y triste de lagrimas tiernas, Da su gemido la gaita de Asturias.
Francas fanfarrias de cobres sonoros, Labios quemantes de humanas sirenas, Ocres y rojos de plazas de toros, Fuegos y chispas de locas verbenas.
*
Joven bomerida, un dia su tierra Yiolc que alzaba soberbio cstandarte, Buen capitan de la lirica guorra, Regio cruzado del reino del arte.
Viole con yelmo de acero brillante, Rica armadura sonora & su paso, Firnie tizona, broncfneo olifante, Listo y piafante su excelso pegaso.
Y de la brega tornar vi61e un dfa De su victoria en los bravos tropeles, Bajo el gran sol de la eterna Harmonfa, Dueno de verdes y nobles laureies.
Fu6 aborrecido de Zoilo, el verdugo. Fue por la gloria su estrella encendida. Y esto pas6 en el reinado de Hugo, Emperador de la barba florida.
Metro magico y rico que al alma expresas Llameantes alegrias, penas arcanas, Desde en los suaves labios de las princesas Hasta en las bocas rojas de las gitanas.
Las almas harmoniosas buscan tu encanlo, Sonora rosa metrica que ardes y brillas, Y Espana ve en tu ritmo, siente en tu canto Sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.
Vibras al aire alcgre como una cinta, El rnusico te adula, te ama el poela; Rucda en ti sus fogosos paisajcs pinta Con la audaz policromia de su paleta.
En ti el habil orfebre cincela el marco En que la idea-perla su oriente acusa, 0 en tu cordaje harmonico formas el arco Con que lanza sus flechas la airada rnusa.
A el u voz ent baile crujen las faldas, Los piececitos hacen brotar las rosas E hilan hebras de amores las Esmcraldas En ruecas invisibles y raisteriosas.
Laandaluza hechicera, paloma arisca,„ Por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra, Con el languido gesio de la odalisca 0 las fascinaciones de la culcbra.
Pequeiia anfora lirica de vino llena Compilesto por la dulce musa Alegria Con uvas andaluzas, sal macarena, Flor y canela frescas de Andalucia.
Subes, creces, y vistes de pompas fieras; Retumbas en el ruido de las mcirallas, Ondulas con el ala de las banderas, Suenas con los clarines de las batallas.
Ticnes toda la lira :tienes las manos Que acompasan las danzas y las canciones; Tus organos, tus prosas, tus cantos llanos Y tus Ilantos que parten los corazones.
Ramillete de dulces trinos verbales, Javalina de Diana la Cazadora, Ritmo que tiene el filo de cien punales, Que muerde y acaricia, mata y enflora.
Las Tirsis campesinas de ti estan llenas, Y aman, radiosa abeja, tus bordoneos; Asi riegas tus chispas las nocbebuenas Como adornas la lira de los Orfeos.
Que bajo el sol dorado de Manzanilla Que esta azulada concha del cielo bana, Politona y triunfante, la seguidilla Es la flor del sonoro Pindo de Espana. Madrid, 1892.
A Ch. Del Gouffre.
Fue en una hora divina para el genero humano El Gisne antes cantaba solo para morir. Cuando se oyo el acento del Cisne wagneriano Fue en medio de una aurora, fue para revivir
Sobre las tempestades del humano oceano Se oye el canto del Cisne; no se cesa de oir, Dominando el martillo del viejo Thor germano O las trorapas que cantan la espada de Argantir.
i Oh Cisne! \ Oh sacro pajaro! Si antes la blanca Helena Del huevo azul de Leda broto de gracia llena, Siendo de la Hermosura la princesa inraortal, Bajo tus blancas alas la nueva Poesia, Concibe en una gloria de luz y de harraonfa La Helena eterna y pura que encarna el ideal.
A A. Lambcrii.
Mis ojos miraban en bora de ensucilos la pagina blanca.
Y vino el desOle de ensuenos y sombras. Y fueron mujeres de rostros de estatua, Mujcres de roslros de estaiuas de marmol, Tan tristes, tan dulces, tan suaves, tan palidasl
Y fueron visiones de extrarios poemas, De extranos poemas de besos y lagrimas, De historias que dejan en crudes instantes Las testas viriles cubiertas de canas !
Que eascos de nieve que pone la suerte! Que arrugas precoces cincela en la cara! Y como se quiere que vayan ligeros Los tardos camellos de la caravana f
Los tardos camellos, — Como las figuras en un panorama, — Cual si fuese un desierto de hielo, Atraviesan la pagina blanca.
PAGIXA BLANC AEste Ileva una carga
De dolores y angustias antiguas, Angustias de pueblos, dolores derazas; Dolores y angustias que sufren los Cristos Que vienen al mundo de victimas tragicasf
Otro Ileva en la espalda El cofre de ensueiios, de perlas y oro, Que conduce la Reina de Saba.
Otro Ileva una caja
En que va, dolorosa difunta, Como un muerto lirio la pobre Esperanza.
Y camina sobre un dromedario la Palida, La vestida de ropas obscuras, La Reina invencible, la bella inviolada ; La Muerte.
Y el hombre, A quien duras visiones asaltan, El que encuentra en los astros del cielo Prodigios que abruman y signos que espantan, Mira al dromedario de la caravana Como al mensajero que la luz conduce, En el vago desierto que forma la pagina blanca!
A J. Piquet.
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A las doce de la noche por las puertas de la gloria Y el fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, Sale en hombros de cuatro angeles, y en su sillagestatoria, San Silvestre.
Mis hermosoque un rey mago, Ileva puesta la tiara, De que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orion; Y el anillo de su diestra, hecho cuai si fuese para Salomon.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina, Y su capa raras piedras de una ilustre Visapur; Y colgada sobre el pecho resplandece la divina Cruz del Sur.
Vael pontilice hacia Oriente < t va encontrar el iureo barco, Donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero? Ya la aljaba de Diciembre se fu6 toda por el arco Del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno El inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
Le sustenta el frfo Polo, lo corona el bianco Invierno, Y le cubre los riilones el vellon azul del mar. Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora; Doce aljabas, cada ario, para el trae el rey Enero; En la sombra se destaca la figura vencedora Del Arquero.
Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo Misterioso y fugitivo de las almas que se van, Y el ruido con que pasa por la boveda del cielo Con sus alas membranosas el murcielago Satan. San Silvestre bajo el palio de tin zodiaco de virtudes, Del celeste Vaticano se detiene en los urnbrales Mientras himnos v niotetes canta un coro de laudes Inmortales. Reza el santo y pontifica; y al mirar que viene el barco Donde en triunfo Ilega Enero, Ante Dios bendice al mundo; y su brazo abarca el arco y el Arquero.
El mar como un vasto cristal azogado Refleja la lamina de un cielo de zinc; Lejanas handadas de pajaros manchan El fondo brufiido de palido gris.
El sol como un vidrio redondo y opaco Con paso de enferrao carnina ai cenit; El viento marino descansa en la sombra Teniendo de almohada su negro clarin.
Las ondas que mueven su vientre de plomo Debajo del muelle parecen gemir. Sentado en un cable, fumando su pipa, Esta un marinero pensando en las playas De un vago, lejano, brumoso pafs.
Es viejo ese lobo. Tostaron su cara Los rayos de fuego del sol del Brasil; Los recios tifones del mar de la China Le han visto bebiendo su frasco de gin.
La espuma impregnada de yodo y saliire Ha tiempo conoce su roja nariz, Sus crespos cabellos, sus biceps de atleta, Sn gorra de lona, su blusa de dril.
En medio del humo que forma el tabaco
Ve el viejo el lejano, brumoso pafs, A donde una tarde caliente y dorada Tendidas las velas partid el berganiin...
La siesta del tropico. EI loibo se aduerme. Ya todo lo envuelve la gama del gris. Parece que un suave y enornne esfumino Del curvo horizonte borrara el con(in.
La siesta del tr6pico. La vieja cigarra Ensaya su ronca guitarra sendl, Y el grillo preludia su solo inon6tono En la unica cuerda que estd en su violfn.
4 Alberto Ghiraldo.
Alberto, en el propilco del templo soberano Donde Renan rezaba, Verlaine cantado hubiera* Primavera una rosa de amor tiene en la mano Y cerca de la joven y dulce Primavera
T6rmino su sonrisa de piedra brinda en vano A la desnuda nayade y a la ninfa hechicera Que viene a la soberbia fiesta de la pradera Y del boscaje, en busca del Krico Sylvano.
Sobre su altar de oro se levanta la Dea, —• Tal en su aspecto ictfnico la virgen bizantina — Toda belleza humana ante su luz es fea; Toda vision humana, a su luz es divina ; Y esa es la virtud sacra de la divina Idea Cuya alma es una sombra que todo lo ilumina.
A Lugones.
El alba aun no aparece en su gloria de oro. Canla el mar con la musica de .sus ninfas en coro Y el aliento del carnpo se va cuajando en hruma. Teje la nayade el cncaje de su espuma Y el bosque inicia el himno de sus flautas de pluma.
Es el momento en que el salvaje caballcro Se ve pasar. La tribu aulla y el ligcro <Jaballo es un relampago, veloz como una idea. A su paso, asustada, se para la marea; La nayade interrumpe la labor que ejecuta Y el director del bosque detiene la batuta
«<i Que pasa? »desde el lecho pregunta Venus bella. Y Apolo : « Es Sagitario que ha robado una estrella. »
A Angel Estrada, pocta.
Padre y maestro magico, lirciforo celeste Que al instrumento oltmpico y a la siringa agrcste Diste tu acento encantador; Fanidal Pan tu mismo, que coros condujiste Hacia el propileo saero que amaba tu alma triste, Al son del sislro v del latnbor!
Que tu sepulcro cubra de flores Primavera, Que se humedezca el aspero hocico de la fiera, De amor si pasa por alii; Que el funebre recinto visile Pan bicorne; Que de sangrientas rosas el fresco Abril te adorne Y de claveles de rubi.
Que si posarse quiere sobre la tumba el cuervo, Abuyenten la negrura del pajaro protervo, El dulce canto del crista!
Que Filomela vierta sobre tus tristes huesos, O la harmonia dulce de risas y de besos^ De culto oculto y florestal.
Que puberes caneforas te ofrenden el acanto, Que sobre tu sepulcro no se derrame el llanto, Sino rocio, vino, micl :
Que el pampano alii brote, las flores de Giteres, Y que se escuchen vagos suspiros de mujeres Bajo un siinbnlico laurel!
Que si un pastor su pifano bajo el frescor del baya, En amorosos dias, como en Virgiiio, ensaya, Tu nombre ponga en la cancion, Y que la virgen nayade, cuando ese nombre escucbe, Con ansias y temores entre las linfas lucbe, Llena de miedo y de pasion.
De noche, en la rnontana, en la negra montana De las Visiones, pase gigante sornbra extrana, Sombra de un Satiro espeetral; Que ella al centauro adusto con su grandeza asuste; De una extra-humana flauta la melodia ajusle A la harmonia sideral.
Y huya el tropel ecjuino por la rnontana vast a; Tu rostro de ultratumba bane la luna casta De compasiva y blanca luz; Y el Satiro contemple sobre un lejano monte, Una cruz que se eleve cubriendo el horizonte Y un resplandor sobre la cruz!
A Miguel Estrada,
Sangre de Abel. Glarin do las batallas. Luchas fraternales; estruendos, horrores; Fiolan las banderas, hieren las metrallas, Y visten la purpura los emperadores.
Sangre del Gristo. El organo sonoro. La viiia celeste da el celeste vino; Y en el labio sac.ro del caliz de oro Las almas se ahrevan del vino divino.
Sangre de los martirios. El salterio. Hogueras; leones, palrnas vencedoras; Los heraldos rojos con que del misterio Vienen precedidas las grandes auroras.
Sangre que vierle el cazador. El cuerno. Furias escarlatas y rojos destinos Forjan en las fraguas del obscuro Infierno Las fatales armas de los asesinos.
Oh sangre de las virgenes! La lira. Encanto de abejas y de mariposas. La estrella de Venus desde el cielo mira El purpureo triunfo de las reinas rosas.
Sangre que la Ley vierte. Tambor k la sordina. Brotan las adelfas que riega la Muerte Y el rojo cometa que anuncia la ruina.
Sangre de los suicidas. Organillo. Fanfarrias macabras, responsos corales, Con que de Saturno celebrase el brillo En los manicomios y en los hospitales.
A Julio L. Jaime$>
Cabe una frcsca viiia de Corinto Que verdc techo presla al siimilucro Del Dios viril, que artifice de Atenas En iutaclo pentelico labrara, Un dia alegre, al deslumbrar el rnundo La harmonia del carro de la Aurora, Y en tanto que arrullaban sus ternezas Dos nevadas palomas venusinas Sobre rosal purpureo y pintoreseo, Corno olimpica flor de gracia llena, Vi el bello rostro de la rubia Eunice. No mas gallarda se encamina al teinplo Canefora gentil, ni mas riente Llega la musa a quien favor prodiga El divino Sminteo, que mi ainada Al tender hacia rai sus tersos brazos
Era la hora del supremo triunfo Concedido a mis lagrimas y ofrendas Por el poder de la celeste Cipris,
Y era el ritmo potente de mi sangre Verso de fuego que al propicio numen Cantaba ardiente de la vida el himno. Guando mi boca en los bermejos iahios De mi princesa de cabellos de oro Licor bebia que afrentara al nectar, Por el sendero de fragantes mirtos Que gufa al bianco portico del templo, Subitas voces nuestras ansias turban. *
Lfrica procesion al viento esparce
Los cantieos rituales de Dionisio, El evohe de las triunfales fiestas, La algazara que enciende con su risa La impuber tropa de saltantes ninos, Y el vivo son de musicas sonoras Que anima el coro de bacantes ebrias. En el concurso baquico el primero, Regando rosas y tejiendo danzas, Garrido infante, de Eros por hermoso Emulo y par, risueno aparecia.
Y de £1en pos las menades ardientes, Al aire el busto en que su pompa erigen Pomas eburneas; en la mano el sistro, Y las curvas caderas mal veiadas Por las flotantes, descenidas ropas, Alzaban sus cabezas que en consorcio Circundaban la flor de Citerea Y el pampano fragante de las vinas.
Aun me parece que mis ojos toman Al cuadro lleno de color v fucrza : Dos robustos maneebos que los cabos De radcnas metalicas empuilan, Y cuyo porte y musculos de Ares Divinos dones son, pintada fiera Que felino peztfn nutrio en Hircania, Con gesto heroico entre la tnrba rigen; Y otros dos un lcopardo cuyo cuello Giacias de Flora cirien y perfuman Y euyos ojos en las anchas cuencas De furia hcnchido.s sanguinosos giran. Pelalos y uvas el sendcro alfombran, Y desde el rampo azul do el Sagitario De comscantes flechas resplancede, Las urnas de la luz la lierra banan. *
Pas<'> el tropel. En la cercana selva Lugubre rcsonaba el grito de Atis, Triste pavor de la inviolada ninfa. Deslizaba su paso misterioso El apacible coro de las Horas. Eco volvia la acordada queja De Ja flauta de Pan. Joven gaJJardo, Mas hermoso que Adonis y Narciso, Con el aire gentil de los efebos Y la lira en las manos, al boscaje Como lleno de luz se dirigia. Amor paso con su dorada antorclia.
Y no lejos del nido en que las avcs, Las dos aves de Cipris, sus arrullos Gual tiernas rimas a los aires dieran, Fui mas feliz que el ltiminoso cisne Que vio de Lada la inmortal blancura, Y Eunice pudo al templo de ,\a diosa Purpurea ofrenda y tortolas arables Llevar el dia en que mi regio iviunfo Vio el Dios viril en marmot cimelado Cabe la fresca vifia de Gorinto.
Escriia en viejo dialccto eolio IIa Iie esta pdgina dcntro un in folio Y entre los libros de un monasterio Del venerable San Agustin. Un ffaile acaso puso el cscolio Que alii #e encaentra; ddmine serioDe flacas manos y huen latin. Hay sus (agunas.
Cuando los toros De las earnpanas, bajo los oros Que vieite el hijo de Hiperion, Pasan mugiendo, y en las eternas Rocas salvajes de las cavernas Esperezandose ruge el leiin;
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Cuando en las vfrgenes y Yerdes parras Sus secas notas dan las cigarras, Y en los panales de Himeto deja Su rubia carga la leve abeja Que en bocas rojas chupa la rniel, Junto alos mirtos, bajo los lauros, En grupo lirico van los centauros Con la harmonfa de su tropcl.
Uno las patas rilmicas inueve, Otro alza el cuello con gallardia Como en hermoso bajo-relicve Que agolpes magicos Scopas liana; Otro alza al aire las manos blancas Mientras le dora las finas ancas Con bano calido la luz del sol; Y otro saltando piedras y tronros Va dando alegre sus gritos roneos Como elruido de un raraeol.
Silencio. Senas bace ligero El que en la tropa va delantero; Porque a un recodo de la raiupaila Llegan en donde Diana se bana Se oye el ruido de claras linfas Y laalgazara que hacen ias ninfas. Risa de plata que el aire riega Hasta sus avidos otdos Ilega, Oolpes en la onda, palabras Iocas, Gritos joviales de frescas bocas, Y los ladridos de la trailla Que Diana tiene junto a la orilla Del fresco rio, donde esta ella Blanca y desnuda como una eslrella.
Tanta blancura que al cisne injuria Abre los ojos de la lujuria : Sobre las margenes y rocas aridas Yuela el enjambre de las cantaridas Con su brunido verde metalico, Siempre propicias al culto falico
Auiplias raderas, pie linoy breve; Las dos eolinas de rosa y nieve... Cuadro soberbio de tentaci<Sn! jAy del cuitado que aver se atreve I,o que fue espanto para Acteon! Cahcdlos ruhios, mejillas tiernas, Marmoreos niellos, rosadas piernas, Graoias ocultas del Undo coro,
En el herido cristal sonoro; Seno en que hicierase sagrada eopa; Tal ve CM silcneio la ardiente tropa. gQuirn adelanta su firme busto? I Quiron experto ? i Folo robusto? Es el mas joven y es el mas bello; Su piel es blanca, crespo el cabello, Los cascos finos, y en la mirada Brilla del satiro la llamarada. En un instante, veloz y listo, A una tan bella como Kalisto, Ninfa que a la alta diosa acornparia, Saca de la onda donde se bana : La grupa vueive, raudo galopa; Tal iba el toro raptor de Europa Con el orgullo de su conquista.
(jA do va Diana? Viva la vista
La plantaalada, la cabeilera Mojada y suelta; terrible, iiera, Corre del monte por la extension; Ladran sus perros enfurecidos; Entre sus dedos humedecidos Lleva una flecha para el ladron.
Ya a los centauros a ver alcanza Lacazadora; ya el dardo lanza, Y un grito se oye de Hondo dolo : La casta diva de la venganza Mato aI raptor... La tropa rapida se esparce huyendo, Forman los cascos sonoro estruendo. Llegan las ninfas. IJoran. cQue vcn? En {a carrera la ca/adora Con su saeta castigadora A la robada mato tambicn.
A fStttfcfuo fi<" C*is?rom
with Psych is, my son if POE
lT na selva sunluosa En el azul celeste su rudo jiei'lil calca. (ni camino. La tierra es de color de rosa, dial la que pinta fra Domcnico Cavalca En sus Vidas de santos. Se ven cxtraiias flores De la flora gloriosa de los men los axules, Y entre las rarnas encantadas, papemores Cuvo canto extasiara de amor a los bulimies, [Papemor : ave rara. Bulbules : ruiseiiores.)
*
Mi alma fragil se asoma 4 la ventana obscura De la torre terrible en que ha treinta anos suena. La gentil Primavera primavera le augura. La vida le sonrie rosada y halagiiena. Y ella exclama: lt\ Oh fragante dfa! \ Oh sublime Se dirfa que el mundo esta en flor j se diria Que el eorazdn sagrado de la tierra se mueve Con un ritmo de dicha; luz brota, gracia Ilueve.
Yo soy la prisionera que sonn'e y que canla! ' Y las rcianos liliales agila, como infanta Real en los balcones del palacio palerno. * * *
I Que son se escucha, son lejano, vago y tierno:' For el Iado derecho del oamino, adclanta
Kl paso leve una adorable teon'a Virginal. Siete blancas doncellas, semcjantes A siete blancas rosas de gracia y de hannonfa Que el alba constelara de perlas y diamantes. jAlabastros celestes hahitados pop aslros : Dios se refleja en esos dulccs alabastros! Sus vestes son tejidas del lino de la iuna. Van^descalzas. Se mira que posan el pie breve Sobre el rosado suelo corno una flop de nieve. Y los cuellos se inclinan, imperiales, en una Manera que lo excelso prcgona de su origen. Como al eompas de un Verso su suave paso rigen. Till ol divino Sandro dejara en sus figupas, Esos graciosos gestos en esas lineas puras. Como a un velado son de liras y laudes, Divinairiente blancas y castas pasan esas Siete bellas princesas. Y esas bellas princesas Son las siete Virtudes. *
AI Iado izquierdo del carnino y paralelaMente, siete rnancebos — oro, seda, escarlata,
Armas ricas <ie Oricnte — herinosos, parcridos A los sataaes verlenianos de Echaiana, Viciicn tambien. Sus labios senstiales v encendidos. De efebos criminates, son cual rosas sangrientas; Sus pufialcs dc piedras prrciosas reveslidos —Ojos de viboras de luces fascinantes— Al einlo penden; arden las purpuras violenlas En los jubones; cinen las cabezas triunfanles Oro y rosas; sus ojos, ya languidos, ya ardientes, Son dos earbunclos magicos de fulgor sibiliuo, Y en sus manos de ainbiguos principes decadentes, Relucen como gemas las ufias de oro fino. Hellamente infernales, Llenan el aire de hechiceros veneficios Esos siele mancebos. Y son los siete Yicios, Los siele poderosos Peeados capitales, * » *
Y los siete mancebos a las siete doncellas Lanzan vivas miradas de amor. Las Tcntacioncs De sus liras melifluas arrancan vagos sones. Las princesas prosiguen, adorables visiones En su blancura de palomas y de estrellas. *
Unos y otras se pierden por la via de rosa, Y el alma mia queda pensativa a su paso.
I Oh, que hay en ti, alma mia? " j Oh, que hay en ti, mi pobre infanta misteriosa?
Acaso piensas en la blanca teon'a ? Acaso Los brillantes raancebos te atraen, inariposa?"
Ella no me responde. Pensativa se aleja de la obscura ventana, —Pensativa v risuoiia. De la Bella-durmiente-del-Bosque licrna hermana Y se adormece en donde Hace treinta anos suena. * * *
Y en sueno dice: " j Oh dulces delicias de los cielos! jOh tierra sonrosada que acaricid mis ojos! ' j Princesas, envolvedme con vuestros blancos velosl *-jPrincipes, estrechadme convuestros brazosrojos T
A Francisco A. de Ttaza.
Cuenta Barbey, en versos que valcn bien su prosa Una bazaria del Cid, frusta como una rosa, Pura como una perla. No se oven en la bazana Kesonar en el vienlo las troinpetas de Kspaua, Ni el a&orado nioro las ticndas abaudona Al ver al sol elalma de acero de Tizona.
Bahieca desrausando del linraean gucrrern, Tranquilo pace, mientras el bravo caballero Sale agozar del aire de la estacion florida. Ri'e la Primavera, v el vuelo de la vida Abre lirios y suenos en eljardin del mundo. Rodrigo de Vivar pasa, meditabundo, Por una senda en donde, bajo el sol glorioso, Tendiendole la mano, ledetiene un leproso.
Frenle a frente, el soberbio prfncipe del estrago Yla victoria, joven, bello como Santiago, Yel horror animado, la viviente rarroiia Que infccla los suburbios de bcdor y de poiizona.
Y al Cid tiende la mano el siniestro mendigo, Y su escarcela husca y no encuentra Rodrigo.
I Oh Gid, una limosna!—dice el precito. Ilermano Te ofrezco la desnuda limosna de mi mano!— Dice el Gid; y, quitando su ferreo guante, extiende La die Ira al miserable, que lloray que comprende.
•
Tal es el sucedido que el Condestable escancia Como un vino precioso en su copa de Francia. Vo agregare este sorbo de licor castellano : +
Guando su guantclcle bubo vuelto a la mano El Gid, siguin su rumbo por la prirnaveral Senda. Un pajaro daba su nota de cristaI En un arbol. El cielo profundo deslcia Un perfume de gracia en la gloria del dia. Las ermitas lanzaban en el aire sonoro Su mclodiosa Uuvia de tortolas de oro; EI alma de las (lores iba por los caminos A unirse a la piadosa voz de los peregrinos, Y el gran Rodrigo Diaz de Vivar, satisfecho, Iba cual si llevase una estrella en el pecho. Guando de la campina, aromada de esencia Sulil, salio una nina vestida de inocencia, Una nina que fuera una mujer, de franca Y angelica pupila, y muy dulec y muy blanca.
Una niria que fucra nn hada, o que surgiera Encarnacion de Ja diviria Primavera.
Y fue al Gid y le dijo: «Alma de amor y fuegof Por Jimena y por Dios un regalo te entrego, Esta rosa naeiente y este fresco laurel.»
Y el Cid, sobre su yelino las frescas hojas siente, En su guantc de liierro hav una flor naciente, Y en lo nitlino del alma como un dulzor de miel.
Dezir. (A ia manera de Juliau de Uuenyasv
Reina Venus, soberana capitanii de deseos y pasiones, en la tempcsLad humana por ti mana sangre de (os corazoncs. Una copa me dio" el sino y en ella bebi tu vino y me embriague de dolor, pues me hizo experimentar que en el vino del amor hay la amargura del mar.
Di al olvido el turbulento semimienlo, y halle un satiro ladino que did & mi labio sedienio nuevo aliento, nueva copa y nuevo vino. Y al llegar la primavera, en mi roja sangre fiera
triple llama fue eneendida : yo al flaii)ante amor entrego la vendimia de mi vida hajo pampanos de fucgo.
En la frula mislcriosa, ambar, rosa, su deseo sacia el labio, y en viva rosa se posa, mariposa, beso ardiente o beso sabio. ; Bicn haya el satiro griego que me enseiio el dulce juegot En el reino de mi aurora no bay ayer, hoy ni manana; danzo las danzas de abora con la rnustca pagana.
FF1NID A
Bella a quien la sucrtc avara ordenara martirizarme a ternnras, dio una negra pcrla rara Luzbel para tu diaderna de locuras.
Ponte el traje azul que mas conviene a tu rubio encanto. Luego, Mia, te pondras otro, color de amaranto,
y elque rima con tus ojos y aquel de reflejos rojos que a tu blanror sienla tanto.
Kn elobscuro cabello pon las pcrlas que conquistas, en el columbino cuello pon el collar de ainatistas, v ajorcas en los tobilios de lopacios amarillos y esmeraldas nunca vistas.
Un camarin te decoro donde sabras la leccion que dio aAngelica Medoro v a Belkiss dio Salomon: ardera mi sangre loca, y en el vaso de tu boca te sorbere el corazon.
Lux de sueiio, flor de mito, tu admirable cuerpo canta la gracia de Hermafrodito con lo aereo de Atalanta; y de tu beldad ambigua la evocada musa antigua su himno de carne levanta.
Del anfora en que esta el viejo vino anacreontico bebe; Pcbe arruga el entrecejo y Juno arrugarlo debe,
mas la joven Venus rie y Eros su filtro deslfe en los calices de Hebe. Lay. {k la manera de Johan de Torres.)
I Que pude yo hacer para merecer la ofrenda de ardor de aquella mujer 4 quien, como a Ester, macero el Amor ?
Intenso licor, perfume y color me hiciera sentir su boca de flor; dile el alma por tan dulce elixir. C&ncldn. (A la maoera de Vallierra.)
Amor tu ventana enflora y tu amante esta manana preludia por t( una diana en la lira de la Aurora.
Desnuda sale la bella, y del cabello el tesoro pone una nube de oro en la desnudez de eslrella;
y en la matutina bora de la clara fuentc mafia la salutacion pagana de las navadcs a Flora.
En el bano al beso inoita SQbre el cristal de la onda la sonrisa de Gioconda en el rostro de Afrodita; y el cuei'po que la luz dora, adolescente, se herniana con las formas de Diana la celeste cazadora.
Y mientras la hermosa juoga con el sonoro diamante, mas encendido que aiuaute el fogoso amante llega k su divina senora.
FFIN
Pan, de su flauta desgrana un canto que, en la manana, perla a perla, rfe y llora.
Quo el amor no admite cuerdas reflexiones. (A U mnnera de Santa Ffe.)
Senora, Amor es violcnlo, y cuando nos transfigura nos enriende el pensamiento la locum.
No pidas paz a mis bra/.os que a los tuyos tiencn presos : son de guerra mis abrazos y son do incendio mis besos; y seria vano intento el tornar mi mente obsrura si me enciende el pensamiento la locura.
Clara esta la mente mfa de llamas de amor, senora, como la tienda del dia c>el palacio de la aurora. Y al perfume de tu unguento te persigue mi ventura, y me enciende el pensamiento la locura.
Mi go/.o tu paladar rico panal conceptua, corao en el santo Cantar ; Mel et lac sub lingua tua. La delicia de tu aliento en tan fino vaso apura, y me enciende el pensamiento la locura. Loor.
(A la manera del mismo.)
r lk que comparar la pura arquitectura
de tu cuerpo ? i A una sutil torre de oro y raarlil ? ^ 6 de Abril 4 la loggia florecida ? Luz y vida ilurainan lo interior, y el amor tiene su antorcha encendida.
Quiera darrae el garzon de Ida la henchida copa, y Juno la oriental pompa del pavon real, su cristal Castalia, y yo, apolonida, ia dormida cuerda bar6 cantar por la luz que esta dentro tu cuerpo prendida.
La blanca pareja anida adormecida : aves que bajo el corpino ha colocado el dios nino, rosa, armino, fni rnano sabia os convida A la vida. Por los boscosos sendcros •viene Eros A causar la dulce berida.
Senora, suelta la brida y tendida la crin, mi corcel de fuego va; en £1llego a tu campaiia florida. Copla Esparoa. (A la maueru del mismo.)
; La gata blanea! En el lecho maya, se encorva, se extiende* Un rojo rubi se enciende sobre los globos del pecho. Los desatados cabellos la divina espalda arornan. Bajo la camisa asoman dos cisnes de negros cueiios, TORNADAI. IB HE
Princesa de mis locuras, que tus cabellos desatas, di, i por que^ las blancas gatas gustan de sedas obscuras?
La espiga. Mira el signo sutil que Jos dedos del viento Hacen al agitar el tallo que se inclina Y se alza en una ritmica virtud de inovimiento. Con el aureo pincel de la flor de la harina Tra2an sobre la tela azul del firmamento El misterio inmortal de la tierra divina Y el alma de las cosas que da su sacramenio En una interminable frescura matutina.
Pues en la paz del carnpo la faz de Dios asoma. De las flor idas urnas mistieo incienso aroma El vasto altar en donde triunfa la azul sonrisa; •
Aun verde esta y cubierto de flores el madero, Bajo sus ramas llenas de amor pace el cordero Y en la espiga de oro y luz duerme la misa.
La fuente.
Joven, te ofrczco el don de esta copa de plata Para que un dfa puedas calmar la sed ardiente,
La sed que con su fuego mas quo la inuerte inata* Mas debes abrevarte lan solo en una fuente,
Otra agua que la suya tendra que serte ingrata, Busra su oculto origcn en la gruta viviente Donde la interna ruusiea de su cristal desata, Junto al arbol que llora y la roca que siente.
Guiete el misterioso eco de su murmullo, Asciende pop losriscos asperos del orgullo, Baja por la constancia y desciende al abisino Guya entrada sombria guardan siete panteras : Son los Siete Pecados las siete bostias floras. Llena la copa y bebe : la fuente esta en ti mismo.
Palabras de la Satiresa.
Un dia oi una risa bajo la fronda espesa, Vi brotar de lo verde dos manzanas lozanas, Erectos senos eran las lozanas rnanzanas Del busto que bruma de sol la Satiresa :
Era una Satiresa de mis fiestas paganas, Que hace brotar clavel 6 rosa cuando besa; Y furiosa y riente y que abrasa y que mesa, Con los labios manchados por las moras tcrnpranas
« Tu que fuiste,.me dijo, un antiguo argonauta, Alma que el sol sonrosa y que la mar zafira, Sabe que esta el secreto de todo ritmo y pauta
En unir carne y alma a la esfera que gira, Y amando a Pan y Apolo en la lira y la Hauta, Ser en la flaula Pan, romo Apolo en la lira.
La anciana.
Pues la anciana me dijo : mira esta rosa seca Que encanto elaparato de su estacion un dia : El tierapo que los muros altisimos derrueca No privara este libro desu sabiduria.
En esos secos petalos hay mas lilosofia Que la que darte puoda tu sabia biblioteca; Ella enmis labios pone lamagica armonia Con que enmi torno encarno los suerios demi rueca. « Sois unhada », ledije : « Soy unhada, me dijo : Y de laprimavcra celchro el regocijo Dandolcs vida y vuelo a estas hojas de rosa. »
Y transformose enuna princesa perfumada, Y en elaire sutil, de los dedos del hada Void la rosa seca como una mariposa.
Ama tu ritmo y ritma tus acciones Bajo su ley, asf como tus versos; Eree un universo de universos Y tualma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones Hard brotar enti raundos diversos, Y alresonar tus numeros dispersos Pitagoriza entus constelaciones. Escucha laret6rica divina Del pajaro delaire y la nocturna Irradiacion geomctrica adivina;
Mata la indificencia taciturna Y engarza pcrla y perla cristalina En donde la verdad vuelca su urna.
A los poetas risuehos.
Anacreonte, padre de la sana alegrfa; Ovidio, sacerdote de la ciencia amorosa; Qucvedo, en cuyo caliz licor jovial rebosa; Banville, insigne orfeo de la sacra Harmonfa,
Y con vosotros toda la grey hija del dfa, A quien habla el amante corazon de la rosa, Abejas que fabrican sobre la humana prosa En sus Himetos magicos inieles de poesia :
Prefiero vuestra risa sonora, vuestra musa Risuenat vuestros versos perfumados de vino, A los versos de sombra y a la cancion confusa
Que opone el numenbarbaro al resplandor latino; Y ante la Cera mascara de la fatal Medusa, Medrosa huye mi alondra de canto cristaiino.
La hoja de OTO.
En el verde laurel que decora la frente Que besaron los suenos y pulieron las boras, Una hoja suscita como la luz naciente En que entreabren sus ojos de fuego las auroras;
0 las solares pompas, 6 los fastos de Oriente, Preseas bizantinas, diademas de Theodoras,
O la lejana Colquida que el sonador presiente Y adonde los Jasones dirigiran las proras.
Hoja de oro rojo, mayor estu valia, Pues para tus colores imperiales evocas Con el triunfo de otono y la sangre del dia, El marfil de las frentes, la brasa de las bocas, Y )a autumnal tristeza de las virgenes locas Por laLujuria, madre dela MelancoKa. Marina.
Como al fletar mi barca con destino a Citeres Saludara a las olas, contestaron las olas Con un saludo alegre devoces de mujercs. Y los faros celestes prendian sus farolas, Mientras temblaba elsuave crepusculo violeta.
« Adios — dije — paises queme fuisteis esquivos, Adios peiiascos enemigos del poeta; Adios costas en dOnde se secaron las viiias Y cayeron los terrainos en los bosques deolivos. Parto para una tierra derosas y de nifias, Para una isla melodiosa Dondc mas deuna musa me ofrecera una rosa. » Mi barca era la misma que condujo a Gauticr Y que Verlaine un dia para Chipre fleto, Y provenia de El divino astillero del divino Watteau
Y era un celeste mar de ensueilo, Y la luna empezaba en su rueca de oro A hilar los mil hilos de su manto scdcfio. Saludaba mi paso delas brisas el coro
Y a dos carrillos daba redondez alas velas. En mi alma cantaban celestes filomelas Cuando oi que en la playa sonaba como un grito. Volvi la vista y vi que era una ilusion Que dejara olvidada mi antiguo corazon.
Entonces, fijo del azur en lo inhnito, Para olvidardel todo las amarguras viejas, Como Aquiles un dia, me tape las orcjas. Y les dije d las brisas : « Soplad, soplad mas fucrlc; Soplad hacia las costas de la isla de la Vida. » Y en la playa quedaba desolada y perdida Una ilusion que aullaba como un perro a la Muerte. Dafne.
IDafne, divina Dafne ! Buscar quiero la love Cana que corresponda a tus labios esquivos; Hare de ella mi flaula e inventare motivos Que extasiaran de amor a los cisnes de nieve.
Al canto mio el tietnpo parecera mas breve; Como Pan en el campo hare danzar los chivos; Como Orfeo tendre los leones cautivos, Y movere" el imperio de Amor que todo mueve.
Y todo sera, Dafne, por la virtud secreta Que en la fibra sutil de la cana roloca Con la pasion del dios el sueiio del pocta;
Porque si de la flauta la boca mia toca El sonoro carrizo, su misterio interpreta Y la armonia nace del beso de tu boca.
La gitanilla. A Carolus Duran.
Maravillosamente danzaba. Los diamantes Negros dc sus pupilas vertfan su destcllo; Era hello su rostro, era un rostro tan bello Comoel de las gitanas de don Miguel Cervantes,
Ornabase con rojos claveles detonantes
La redondez obscura del casco del cabello, Y la cabeza firme sobre el bronce del cuello Tenia la patina de las horas errantes.
Las guitarras decfan en sus cuerdas sonoras
Las vagas aventuras y las errantes boras, Volaban Ios fandangos, daba el clavel fragancia;
La gitana, embriagada de lujuria y carino, Sintio c<5mo cafa dentro de su corpino El bello luis de oro del artista de Francia.
A maestro Gonzalo de Berceo.
Amo tu delicioso alejandrino Corao el de Hugo, espiritu de Espana; Este vale una copa de champana Como aquel vale «tin vaso debon vino ».
Mas a uno y otro pajaro divino
La primitiva carcel es extrana; El barrote maltrata, el grillo dana, Que vuelo y libertad son su destino.
Asi procuro que en la luz resalte Tu antiguo verso, cuyas alas doro Y hago brillar con mi moderno esmalte; Tiene la libertad con el decoro Y vuelve, como al puno el gerifalte, Trayendo del azul rimas de oro. i Alma jnia.
Alma mia, perdura en tu idea divina; Todo esta bajo el signo deun destino supremo; Sigue en tu rumbo, sigue hasta el ocaso extrcmo Por el caraino que hacia la Esfinge te encaroina,
Corta la flor al paso, deja la dura espinaj En el rfo de oro lleva a compas el remo, Saluda el rudo arado del rudo Triptolemo, Y sigue como un dios que sus suenos destina... Y sigue como un dios que la dicha estimuia, Y raientras la relorica del pajaro te adula Y los astros del cielo te acompafian, y los Ramos de la Esperanza surgen priiuaverales, Atraviesa inperterrita por el bosque de males Sin temer las serpientes; y sigue, como un dios...
Yo perstgo una forma..*
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, Bot6n de pensamiento que busca ser la rosa; Se anuncia con un beso que en mis labios se posa Al abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palinas el bianco peristiio; Los astros me han prcdicho la vision de la Diosaj Y en mi alma reposa la luz como reposa El ave de la luna sobre un lago tranguilo.
Y no hallo sinola palabra que huye, La iniciaeion melodica que de la flauta fluye Y la barca del sueno que en el espaeio boga;
Y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente, El sollozo continue del chorro de la fuente Y el cuello del gran cisne bianco que me interroga.
Era un aire suave51 Divagncion.55 Sonatina61 Bias6n<*3 Del campo u'i» Alaba los ojos negros de Julia<>7 Canci6n de CarnavalW Para una cubana'2 Para la misma73 Bouquet74 El TaUan75 Garc.onniere77 El pais del sol70 Margarita . . . . •81 Mia82 Dice Mia83 Heraldos. . ,S^ He, rmssa est85 COLOQUIO DE LOS CHNTAUROS 87
El poeta pregunta por Stella10t Pdrtico 1<>2 Elogio de la seguidilla10$
La pAg-fna blanca . . . Alio nuevo Sinfonia en gris mayor La Dea Epitalamio barbaro. .
In 11 la In 17 18