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LUNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA
Buen reflejo y mal reflejo Daniel 9,4-10; Lucas 6,36-38 Parece ser que los humanos sólo pueden conocerse a sí mismos por medio de la mirada de otros. A esto le llamamos “reflejar.” Buenos papás, igual que Dios, bendicen naturalmente a sus hijos con su rostro receptivo y positivo. Esta es la bendición eterna para los hijos de Israel, “Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te dé la paz” (Números 6,25). Los malos padres, no iguales a Dios, transmiten el rechazo a sus hijos. En la primera lectura del libro de Daniel, vemos a alguien que no está siendo reflejado para nada bien. Toda su oración parece estar llena de culpa, de miedo, de odio a sí mismo y de rechazo propio. Tenemos el rostro “lleno de vergüenza,” Daniel dice dos veces, y proyecta sus ojos entristecidos a “todo el pueblo de Israel” que ahora comparte su evidente falta de dignidad. Pero ¡gracias a Dios por el Evangelio! Aquí se describe perfectamente un reflejo positivo en su totalidad. Recibe la compasión de Dios y podrás ser compasivo. Si no recibes juicio negativo de Dios, no serás una persona criticona. No condenes y no serás condenado. Da y recibirás. Jesús describe la reciprocidad perfecta entre lo que hemos 46