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MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA
¿Cuánto sabía Jesús y cuándo lo supo? Isaías 50,4-9a; Mateo 26,14-25 Hoy tenemos el tercer Cántico del Siervo como nuestra Primera Lectura, la cual es una serie memorable de imágenes llamativas: “un oído abierto,” “una lengua bien entrenada” y “cómo hablarle a los que están cansados.” “Ofrecí mis espaldas para que me azotaran, y dejé que me arrancaran la barba, y no retiré la cara a los que me insultaban y escupían… endurecí mi rostro como una roca” (Isaías 50,4-7). Si esto es atribuido a Jesús, como nosotros los cristianos siempre lo hemos hecho, entonces claramente nos muestra a alguien que está totalmente sujeto a la condición humana, hasta el mismo fondo. Él sabe escuchar y sabe hablar, pero a fin de cuentas, el suyo es un acto de confianza en otro quien total y confiadamente lo va a “reivindicar” “para que no quede avergonzado.” El “Siervo Sufriente” se muestra aquí como un ser humano igual que tú y yo. Él no sabe de antemano el resultado, de serlo así su confianza estaría puesta en sí mismo o en Dios para que lo rescatara, y entonces sería cuestión de la fuerza de voluntad de la fe. Pero la fe es mucho más que una gran fuerza de voluntad. En el texto del Evangelio según San Mateo, Jesús ciertamente parece saber de antemano que Judas lo va a traicionar, tanto es así que le dice 131