Resena Historica de Casanare

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Fondo Mixto de Casanare

Centro de Historia de Casanare

políticamente de los cabecillas: Los hermanos Bautista y dentro de ellos lógicamente Don Tulio. Utilizando como enlace elementos resentidos y desleales a quienes sobornó, la inteligencia oficial logró penetrar hasta los mandos medios de los tres grupos, a quienes convenció de que había que eliminar a los capitanes porque, a cambio de una gran suma de dinero entregarían el movimiento para marcharse fuera del país. Utilizaron también los traidores como agravantes justificadores, el despotismo y el autoritarismo de los jefes, pretextos que más que eso, lo que ellos habían hecho era imponer una disciplina

Acompañado de su guardaespaldas, de Feliciano y otros, a caballo se dirigió al cuartel de Barreto. Minutos antes de llegar, en un sitio llamado Planadas, varios complotados lo estaban esperando. Habían amarrado la puerta de un potrero con el fin de que no pudiera abrirla desde el caballo y tuviera que desmontarse. En este momento recibió varios tiros de revólver, que le propinó Feliciano. Moribundo, alcanzó a sacar el revólver y disparó sobre su atacante, logrando herirlo en el estómago. Quedó tendido en el suelo con el revólver empuñado, a los pies de su cabalgadura y allí fue rematado de un tiro en la cabeza.

Muerte de los Bautista

El 21 de diciembre se encontraba Tulio en su campamento de Iguaro, cerca al hato La Esperanza. Verbalmente un mensajero le comunicó a nombre de Manuel, cuya muerte ignoraba, que viniera enseguida porque un caballo lo había tumbado y estaba vomitando sangre y que seguramente moriría. En el acto ensilló dos mulas, y acompañado del estudiante de medicina Álvaro Guevara siguió al baquiano que le trajo la razón, en dirección al campamento de El Porvenir, donde debía estar Manuel. Subiendo el cerro, al pasar por el medio de altos matorrales, le hicieron la primera descarga, sin herido. Se desmontó, y con pistola y revólver en mano, se metió al monte echando plomo sobre los asaltantes. Sin más prosiguió la marcha. En El Porvenir fue notificado vagamente de lo que sucedía. En vista de que ya no tenía confianza en el personal armado, nombró una guardia de civiles. A la siguiente mañana se presentaron varios guerrilleros de los suyos, y mataron a uno de los hombres que la noche anterior llegaron a reforzarlo.

E

l veneno de la anarquía hervía en la sangre revolucionaria como consecuencia de la ambición y la angustia de sobresalir, de la natural inconformidad de los unos con los otros, fenómeno frecuente y humano en agrupaciones de ésta índole, de cuyo gobierno depende la fuerza. Diferencias personales se presentan en todas partes, y en algunas tan acentuadamente que para dirimirlas no hay otra justicia que el duelo a muerte. Nadie puede negarle a los Bautista que fueron guerrilleros valientes y decididos. Por su carácter rígido eran obedecidos ciegamente por los suyos. Poco amigos de la prudencia e impetuosos y temerarios, tuvieron astucia y arrojo, atributos que supieron inculcar en sus subalternos. Con fundamento en una pequeña inquina, los nuevos guerrilleros Laurentino Rodríguez y Chucho Feliciano, subalternos suyos, influyeron en reducida parte de sus hombres para asesinarlos. Los acusaban especialmente de ser extremadamente rígidos y mandones, y de persistir en su propósito de retirarse de la guerrilla, siendo esto falso. La mayoría del Comando, que no estaba con los conspiradores, no hizo por debelar el complot y prefirió situarse a la expectativa. Habíase fijado en los tres comandos Bautista el día 20 de diciembre de 1952 para asesinarlos. Ese día por la mañana recibió Manuel en su Comando una comunicación avisándole que su reemplazante Quintiliano Barreto se había herido ocasionalmente con el revólver y que estaba agonizando.

Con ellos se batió por largo rato mientras pudo escaparse. Inmediatamente mandó un baquiano a su cuartel de Iguaro para que trajera dos de los soldados desertores de Barranca, y al piloto González. Salió a un cerro cerca al Porvenir, sobre el camino, para llamarlos cuando los viera venir. Más o menos a las tres de la tarde se encontraron y ocultos en el monte hablaron sobre la situación. Tulio comprendiendo que se trataba de un complot general, en adelante tomó las precauciones posibles. Resolvieron marchar sobre el campamento de Iguaro por entre el monte, para caerles de sorpresa. Caminaron hasta las nueve de la noche, durmieron algunas horas, y muy de madrugada el 23 llegaron

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