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Victor Jaeger
“Te

encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la Palabra…”

2 Timoteo 4:1-2.

Así comienza el capítulo 4 de la segunda epístola del apóstol Pablo a Timoteo. Timoteo era como un hijo para Pablo. No es de extrañar que el apóstol en las últimas líneas a su amado, le diera los consejos que consideró más importantes para el desarrollo espiritual y el liderazgo del muchacho. El primero de esos sabios y sublimes consejos fue: “Que prediques la Palabra”. Pablo sabía que es imposible desarrollarnos espiritualmente, sin un compromiso con la comisión que el Señor Jesús le dejó a su iglesia. El mismo decía “Ay de mí, si no predico el Evangelio” 1 Cr. 9:16

De manera particular, es necesario que el consejo de Pablo a Timoteo sea escuchado por todo aquel que desee ser un buen líder y quiera crecer en el reino espiritual del Señor Jesús.

Es sabido que, en el bendecido territorio de la Unión del Sur, tenemos un gran número de líderes que quieren cumplir con el mandato de Jesús y desean predicar “La Palabra”. El detalle es, que muchas veces no saben cómo hacerlo. Por tal razón y con el fin de ayudarles, se ha preparado esta serie de sermones evangelísticos, para que esos buenos líderes se unan a la proclamación de la buenas nuevas de Jesús y juntos, al compartir nuestras casas en los grupos pequeños, prediquemos la Palabra.

Líder querido/a, utiliza este material. Adáptalo, amplíalo y compártelo con todo aquel que desee unirse a la proclama; y en esta Semana Santa, unidos a la iniciativa Pentecostés 2025: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, ¡que prediques la Palabra!”

por Julio Chazarreta, director del Departamento hispano de la Unión del Sur

¡Jesús Gana! Aunque parezca que comienza perdiendo

I. INTRODUCCIÓN

1. La serie de temas que comenzaremos a estudiar hoy, y en la cual nos centraremos toda esta semana, tiene que ver con una historia de amor y de victoria. Esta historia comenzó en algún momento de la eternidad pasada, la cual no podemos datar con exactitud; y terminará en algún momento de la eternidad futura, también imposible de determinar. Sin embargo, por las profecías bíblicas y la situación actual del mundo, creemos que será muy pronto.

2. Esta historia de amor comienza con la creación.

a. Dios crea primeramente seres celestiales. En algún momento de la eternidad pasada creó a los ángeles.

b. Luego, en este planeta, creó al hombre a su imagen y semejanza. Es decir, ¡perfecto! Fue la corona de la creación, y se llevó a cabo en el sexto día.

c. En ambos casos, tanto en el cielo como en la tierra, se produjo una rebelión de alcance cósmico y consecuencias terribles.

d. El primer tema que presentaremos será la historia de la entrada del pecado en el universo y sus consecuencias.

e. La historia de amor, que es el plan de salvación, se escribe sobre un telón de fondo que bien podemos llamar “el gran conflicto”, “el conflicto de los siglos” o “el conflicto entre el bien y el mal”.

II. DESARROLLO

1. La entrada del mal en el cielo

a. La Biblia habla de dos grandes misterios: el misterio de la iniquidad y el misterio de la piedad.

b. El misterio de la piedad es todo lo relacionado con el plan de salvación que Dios puso en funcionamiento desde el momento en que entró el pecado. Comenzó por la encarnación de Cristo, un misterio insondable de amor. Ese acto produce un movimiento descendente, porque el Creador se hace criatura. Dios se hace hombre.

c. El misterio de la iniquidad es todo lo contrario. Se trata de una criatura creada, queriendo ser Dios y en este caso, el movimiento es ascendente. Es una farsa, un delirio, algo demencial que como tal, no tiene explicación. ¿Cómo surgió el mal en la mente perfecta de alguien que no había conocido la maldad anteriormente? Es algo que excede toda imaginación y análisis.

d. Nuestra mente no puede entender esos misterios, precisamente porque son misterios. Así como no podemos comprender el origen del mal ni explicarlo, ni captar completamente la profundidad o los alcances que tiene, tampoco podemos explicar cómo Dios puede amarnos tanto, ni cómo pudo haber hecho todo lo que hizo para salvarnos.

e. Algunos textos en el Antiguo Testamento (bajo los símbolos del rey de Babilonia y el rey de Tiro), relatan cómo fue que el querubín Lucifer permitió que comenzara a operar el misterio de iniquidad, y cómo dejó que su corazón se llenara de maldad. (Isa. 14:12-14; Ez. 28:12-18).

f. En el Nuevo Testamento (Ap. 12:7-12), Dios, mediante una revelación retrospectiva, le muestra a Juan en la isla de Patmos lo que ocurrió en el cielo en algún momento de la eternidad pasada, antes de que el mundo fuera creado.

(1) Allí se describe en lenguaje figurado, la gran batalla que tuvo lugar en el cielo.

(2) No sabemos si fue una batalla literal o figurada.

(3) Fue un conflicto ideológico. El bien y el mal contrapuestos. Fue también un conflicto sobre la adoración, a pesar de que solo el Creador la merece. No obstante, Lucifer se atribuyó el derecho de ser adorado y exaltado al mismo nivel que Dios.

(4) Pero Dios tuvo paciencia. Esperó. Se reunió en los concilios celestiales con Lucifer e intentó convencerlo de su desvarío y error. Le dio oportunidad.

(5) El Creador respeta la libertad de sus criaturas. Así las creó, con libertad. Pero era su gobierno, y estaba siendo puesto en tela de juicio, es decir, en entredicho.

(6) Lucifer tuvo que ser expulsado del cielo, y los ángeles que se convencieron de sus argumentos y participaron de su rebelión, fueron arrojados a la tierra también (Ap. 12:4, 9).

(7) La consecuencia de eso para el cielo fue dolor y división. Ya no reinaría la paz y la armonía en el universo. La nota discordante del pecado llenó el universo del misterio del mal. Ahora había un enemigo que no aceptaría su derrota pasivamente. Desde allí lo tenemos haciendo daño, acarreando sufrimiento, dolor, enfermedad y muerte.

2. La entrada del mal en la tierra

a. Cuando Dios creó al hombre, las condiciones, los límites y las “reglas de juego” estaban claras y explícitamente establecidas.

b. Dios le dijo: “Puedes comer de todo árbol del huerto, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás. El día que comas de él, ciertamente morirás” (Gén. 2:16, 17).

c. El relato de la caída es sumamente interesante y al mismo tiempo, triste. Está lleno de lecciones acerca de cómo opera la tentación y qué debemos hacer para vencerla. Estas lecciones deberían servirnos de advertencia.

(1) Primeramente: la mujer se separó del hombre; o sea, se aventuró sola.

(2) Luego se dejó deslumbrar por la belleza y astucia de la serpiente. Los animales no hablan. Eva debió saberlo, pues jamás había escuchado hablar a un animal y sin embargo, se dejó seducir.

(3) Tercero: El diablo siempre trabaja mezclando la mentira entre las verdades que Dios establece. Dios había dicho que, si comían morirían. (Gn. 2:17). Pero el diablo contradice a Dios, diciendo: “No es cierto. No moriréis” (Gn. 3:4). Y agregó con atrevimiento y descaro: “Sino que Dios sabe que el día que coman de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal” (v. 5).

(4) Cuarto: No se dialoga con el enemigo. Eva se aventuró en una conversación con él, como si fuese a tener éxito explicándole, e interpretando que su interlocutor era honesto y sincero. Cuando alguien contradice la

Palabra de Dios, hay que tomar conciencia de que estás frente al engañador y queda un solo camino: huir de él y del lugar donde está el riesgo de la tentación. El versículo 6 del capítulo 3 de Génesis, es una demostración de lo peligroso que puede ser entrar en el “coqueteo” con el enemigo. Esto acaba en seducción segura. Cabe subrayar la manera en la que el enemigo presenta las cosas: “Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió. Y también dio a su esposo, que comió igual que ella”. ¡Qué tragedia!

(5) Quinto: La independencia de Dios y la desobediencia siempre traerán consecuencias funestas.

3. Las consecuencias del pecado

Tan pronto la mujer fue seducida, desobedeció a Dios e hizo partícipe a su marido, quien manifestó falta de carácter al transigir junto con ella. Las consecuencias no se hicieron esperar.

a. La conciencia de la desnudez o vergüenza (v. 7). En Génesis 2:25, cuando Dios acababa de formar a la mujer para entregársela al hombre, dijo de ambos: “Y Adán y su esposa estaban desnudos, y no se avergonzaban”. Es que antes de la entrada del pecado, no existía la vergüenza. Cuando entró el pecado, apareció la vergüenza.

b. El hombre comenzó a esconderse de Dios y a huir, como un presagio de lo que sucedería con la humanidad a partir de ese momento (Gn. 3: 8).

c. El miedo (v. 10).

d. La culpa (v. 12, 13). El hombre culpa a la mujer de su desobediencia, pero cuando Dios le reclama a ella, Eva acusa a la serpiente que la engañó.

e. El inicio de la enemistad entre Satanás y la humanidad (v. 15).

f. Los dolores para la mujer en sus embarazos y partos (v. 16).

g. El dominio del hombre sobre la mujer (v. 16).

h. La maldición sobre la tierra, antes fértil: desde ese momento produciría cardos y espinas (v. 18).

i. El trabajo como algo gravoso, cuando había sido concebido por Dios como una bendición (v. 19).

j. La muerte. El anuncio confirmatorio de la muerte bajo la figura: “polvo que vuelve al polvo” (Gn. 2: 19). El hombre y la mujer no cayeron muertos inmediatamente después de comer el fruto, pero a partir de ese momento, comenzaron a experimentar un proceso desconocido para ellos, manifestado en la degeneración de sus cuerpos por la enfermedad y el envejecimiento. En otras palabras, el camino hacia la muerte. Aunque la traducción dice, “el día que comas de él, de cierto morirás” (Gn. 2:17); el texto original en hebreo donde aparece la advertencia divina dice literalmente: “muriendo moriréis”, lo cual indica un proceso de muerte que comenzaría a partir de allí.

k. La pérdida del hogar edénico. Fueron expulsados definitivamente del lugar donde habían sido puestos para guardarlo y disfrutar de él. (Gn. 3: 23, 24).

l. Perdieron el carácter recto y la perfección con que habían sido creados, aunque no se mencione explícitamente. A partir de allí, sus hijos nacieron con tendencia al mal (Sal. 51:5; Rom. 3:10-18).

m. Otra de las pérdidas fue la vida eterna condicional con la cual habían sido creados (Rom. 3:23; 6:23).

Porque provee la solución al pecado

I. INTRODUCCIÓN

1. Ayer hablamos acerca del surgimiento del pecado en el universo y luego en la tierra, como el inicio de una historia de amor que comenzó con una nota triste.

2. Hoy platicaremos acerca de la solución. El pecado es un grave problema, el más grande que alguna vez se haya manifestado en el universo, y el más grande que el hombre debe enfrentar. No obstante, hay solución, porque ¡Jesús Gana! Y aunque el pecado sea una enfermedad, la peor que alguna vez pueda aquejar al hombre, hay cura y remedio porque, ¡Jesús Gana!

3. ¿Quién tiene la solución y el remedio? ¿El hombre? ¿Dios? ¿Ambos? Eso es lo que estudiaremos a continuación.

4. Primeramente, hablaremos de los fallidos intentos humanos por resolver el problema del pecado. Luego veremos la efectiva solución que Dios ofrece.

II. DESARROLLO

1. El intento humano

a. La Biblia enseña con claridad evidente, la imposibilidad humana para resolver el problema del pecado.

b. El hombre no puede eliminar la barrera que este ha levantado en su relación con Dios. Tampoco puede atravesar esa muralla o abismo de separación.

(1) Jeremías 2:22 dice: “Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aun delante de mí, dice Jehová, el Señor”.

(a) La lejía era un mineral alcalino que se depositaba en ciertos lagos de Egipto y que se usada para blanquear.

(b) “La auto expiación del pecado mediante el propio esfuerzo es imposible, a pesar de que los hombres lo hayan intentado en todas las épocas” (Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 4, p. 396).

(2) Jeremías 13:23

(a) Un gramo de melanina (sustancia que oscurece la piel), hace la diferencia entre el negro y el blanco, pero ese elemento interno no puede cambiarse por una acción externa.

(b) El esfuerzo humano es inútil para vencer el mal (Sal. 130:3; Prov. 20:9; Ecl. 7:20; Rom. 3:9-12, 23; 1 Jn. 1:8).

c. Todos los caminos que el hombre ha inventado tratando de llegar a Dios, no dan resultado.

(1) El más frecuente: el camino de las buenas obras, los méritos o el sacrificio propio. En algunas épocas más que en otras, la vía del auto castigo.

Ilustración: Por mucho tiempo, Martín Lutero trató de encontrar paz para su conciencia culpable. Ingresó al

Monasterio Agustino de Wittemberg. Allí practicó rigurosos ayunos, a menudo de tres días. En su claustro hacía vigilias y oraciones extremas. Mortificaba su cuerpo quitándose las frazadas en las noches de invierno hasta casi morir de frío. Finalmente, descubrió una manera diferente de encontrar a Dios, y ese hallazgo revolucionó la historia del cristianismo.

(2) El Menos frecuente: el retiro del mundo. El misticismo es transitado por algunas personas.

(a) El “monasticismo” parece haber comenzado con un joven nativo de Egipto llamado Antonio. Había nacido en el año c. 251. A los 18 años dio todo a los pobres y se retiró al desierto donde vivió una vida ascética y solitaria por 20 años. Otros comenzaron a seguirle.

(b) Durante los siglos IV y V surgió otro modo de vida contemplativa llamada “santidad de las columnas”. Simeón el Estilita (396-459), vivió en una columna de 24 metros y se dedicó a la contemplación.

(3) Otros eligen la ruta del conocimiento humano, la lógica y la filosofía. Esa vía no es mala en sí misma, pero no es el camino que conduce a Dios.

d. El hombre más bien se esconde de Dios.

(1) Ilustración: Cierta familia sufrió una dramática experiencia cuando su hijita se perdió en la selva de Misiones, Argentina. A menudo, la humilde familia se trasladaba desde su casa al pueblo, que distaba aproximadamente, 7 km. (4 ½ millas).

Una tarde regresaban por el angosto sendero, cuando la niña decidió adelantarse e ir corriendo hacia la casa, que no estaba lejos. A unos pocos metros, pasaba el Río Paraná. Al llegar, el padre llamó a su hijita, pero no recibió respuesta. Intentó nuevamente, pero nadie contestó. Linterna en mano, volvió por el sendero y se internó en el bosque gritando y llamando desesperadamente. La niña se había extraviado en la selva, donde ya había caído la noche.

Pasaron las horas y los vecinos más cercanos fueron llamados para ayudar en la búsqueda. Pronto casi todos los lugareños estaban internados en el bosque con faroles y linternas. Con el correr de las horas comenzaron a imaginar la causa de la desaparición. ¿Se habría caído al río y ahogado? ¿La habría herido alguna fiera? ¿Sería que la había mordido una serpiente de las que abundan en esa zona? La realidad y la superstición comenzaron a mezclarse mientras que, sombríos presentimientos inundaron el corazón de los padres y lugareños.

Al día siguiente los soldados de gendarmería colaboraron con la búsqueda. Llegó el tercer día y para entonces las esperanzas eran escasas. De pronto, un bulto oscuro que pareció moverse tras un árbol llamó la atención de uno de los soldados. Corrió hasta el lugar y para su sorpresa allí estaba la niña, escondida tras un árbol. La pequeña había tomado un sendero equivocado y se vio perdida sin saber cómo regresar. Asustada al ver tanta gente extraña cruzando entre las marañas gritando y portando luces, tuvo miedo y decidió esconderse silenciosamente entre los troncos. Allí había estado todo el tiempo.

(2) Esta historia se parece a la nuestra.

(a) En el principio, nuestros primeros padres caminaron felices de la mano de Dios, pero el hombre quiso aventurarse solo. Equivocó el camino y se apartó del Señor, quien permitió esa partida. El hombre perdido, conoció las marañas de la enfermedad, el dolor de las espinas, las espinas del dolor, la sombra de la tristeza y el frío de la soledad. Se alejó del hogar y no sabía el camino.

¡Jesús Gana!

Por su muerte en la cruz

I. INTRODUCCIÓN

1. El texto inicial para el tema de hoy se encuentra en Filipenses 2:8.

2. “La muerte de Cristo en la cruz del Calvario es nuestra única esperanza en este mundo y será nuestro tema en el mundo venidero. Oh, ¡cuán poco comprendemos el valor de la expiación! Si lo comprendiéramos, hablaríamos más de él” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, p. 1132).

3. Muchas veces pensamos en la cruz y la vemos con cierta reverencia y misticismo. Y no está mal que sea así, pero no siempre entendemos en qué consistía y el significado que tenía la muerte de cruz en aquella época.

4. El desafío consiste en estudiar el sentido de la muerte de Cristo. Dividiremos este tema en dos partes. Hoy analizaremos el significado histórico de la cruz y mañana veremos lo que significa espiritualmente para nosotros.

II. DESARROLLO

1. Una descripción de la crucifixión

a. El estadista, orador y filósofo romano Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) definió la crucifixión como “la pena capital suprema, la más dolorosa, espantosa y repugnante”.

b. La crucifixión como pena capital era practicada en Asiria, Egipto, Persia, Grecia, Cartago y Palestina desde el siglo V o VI a. C.

c. De acuerdo con la legislación romana, un hombre no era crucificado sin haber sido flagelado previamente. Marcos describe los sufrimientos de Cristo antes de la cruz (Mr. 14:65; 15:15-20).

d. El látigo o azote romano con el que golpeaban la espalda de los condenados, constaba de un mango de madera del cual partían cuatro o cinco cadenas que a su vez, tenían en sus extremos esferas de plomo cubiertas de aguijones de hierro. Jesús seguramente fue desnudado hasta la cintura y atado a un poste. Usualmente los verdugos golpeaban con todas las fuerzas hasta destrozar los músculos. Los flagelados podían desmayar, enloquecer o morir por los azotes.

e. Las crucifixiones se realizaban en lugares altos y transitados para humillar a los condenados y disuadir y amedrentar a los espectadores de cualquier intento de rebeldía o sedición. El condenado, ensangrentado y maltrecho, debía cargar su cruz hasta el lugar de la ejecución (Mr. 15:21-25).

f. Muchas veces cortaban el órgano sexual y lo colgaban en la cruz, con el fin de hacerlo todo más vergonzoso.

g. No podemos asegurar que el caso de Jesús haya sido así, ya que la Biblia no lo dice. Solo estamos describiendo cómo eran las crucifixiones en aquella época. Tal vez por eso, los artistas cristianos pintan piadosamente a Jesús con un taparrabos. Pero lo importante no es saber si la crucifixión de Jesús fue o no así, sino que esa clase de muerte fue la que Él aceptó enfrentar.

¡Jesús Gana!

Por su Sacrificio

I. INTRODUCCIÓN

1. En nuestro tema anterior analizamos el significado de la cruz en la historia y la verdadera causa de la muerte de Jesús.

2. Hoy veremos en primer lugar, el significado teológico que le asigna el Nuevo Testamento a la cruz. En segundo lugar, analizaremos lo que significa para nosotros la muerte de Cristo y cómo nos afecta.

II. DESARROLLO

1. El significado teológico de la cruz

a. ¿Por qué murió Jesús? ¿Qué consiguió con su muerte?

b. Es claro que la muerte de Cristo no es la de un mártir, sino la de un Salvador. El Nuevo Testamento presenta el asunto desde cuatro ángulos distintos.

(1) La cruz como propiciación. Salvar al hombre requería satisfacer la justicia de Dios (Rom. 3:25).

(a) “El significado primario de la palabra propiciación es ‘apaciguar’, quitar la ira por medio de una ofrenda. Así se la usaba en el griego clásico, cuando los adoradores ‘apaciguaban’ a los dioses griegos por medio de sacrificios” (Atilio R. Dupertuis, El carpintero divino, p. 127).

(b) Los autores del Nuevo Testamento usaron la palabra propiciación (del griego “hilasterion”) para expresar lo que se logró en la cruz.

(c) A causa del pecado el hombre se colocó bajo la ira y la condenación de Dios (Rom. 1:18). La ira de Dios no es otra cosa que su actitud de rechazo hacia el pecado.

(d) Lo llamativo es que Dios mismo proveyó la propiciación (Rom. 3:25). Cristo vino para expiar o hacer propiciación por los pecados (Heb. 2:17; 1 Jn. 2:2; 4:10).

(2) La cruz como sacrificio. Fue simbolizada por el sacrificio de la pascua (1 Cor. 5:7).

(a) Todo el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento era símbolo de Cristo como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29).

(b) Los animales sacrificados derramaban su sangre (Lev. 17:11) y eran símbolos de Cristo (Heb. 7:22; 9:14; 10:4, 10).

(c) “La cruz satisfizo la justicia de Dios, la justicia que demandaba la muerte del pecador” (Ibid., 130).

(3) La cruz como sustitución. Jesús ocupó voluntariamente nuestro lugar en la muerte y restauró la paz con Dios (Rom. 5:1).

(a) “Su muerte fue sustitutiva, murió en lugar del hombre” (Ibid., 131). La idea de sustitución comenzó luego de la caída (Gn. 3:21).

(b) El sistema de sacrificios enfatizaba el concepto de sustitución. El pecador ponía sus manos sobre la cabeza del animal y transfería simbólicamente sus pecados al animal que recibía el castigo (Lev. 1:4). Luego, él mismo debía matarlo, mostrando que el castigo del pecado es la muerte.

(c) La idea de sustitución es clara (Jn. 10:11; Mr. 14:24). La preposición griega anti (“en lugar de”) se encuentra en el Nuevo Testamento (Mt. 20:28).

(d) Jesús tomó nuestro lugar. Nuestros pecados fueron puestos sobre Él, y sufrió el castigo que el pecador merecía (Is. 53:6; Gál. 3:13; 2 Cor. 5:21; Heb. 9:28; 1 Pe. 2:24).

(4) La cruz como redención. En la cruz el hombre fue redimido.

(a) La redención implica un pago, un rescate. La cruz pagó la deuda y logró la redención.

(b) Por Dios, Israel fue redimido de la esclavitud egipcia (Éx. 6:6; 15:13). Jesús redime al hombre de la esclavitud del pecado (Jn. 8:34-36; Gál. 4:4-5; Rom. 6:23; Mt. 20:28; Ef. 1:7; 1 Pe. 1:18-19).

(c) “Antes de la cruz, la raza humana estaba legalmente condenada; después de la cruz, la humanidad está legalmente redimida” (Ibid., 135-136).

(d) “En la cruz, la salvación fue provista para todos, pero es eficaz sólo para los que la aceptan” (Ibid., 136).

2. La importancia de la crucifixión para nosotros

a. Nos recuerda el amor de Dios y su deseo de salvarnos (Jn. 3:16).

(1) En Cristo, Dios sale a buscar y a salvar a los perdidos: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).

(2) Ilustración: El diario Época (Corrientes, Argentina), publicó una historia el martes 4 de septiembre de 1984 titulada: “Caminó 40 kilómetros con su hija quemada en brazos”. SALTA (TELAM).

“Un cuidador de ganado vacuno y porcino, caminó 40 kilómetros cargando a su hija de cuatro años, hasta la localidad de Santa Victoria Oeste, para que fuera atendida de las graves quemaduras sufridas al incendiarse el poncho que vestía la pequeña.

Timoteo Ruiz, viudo de 45 años y padre de cincos hijos- regresaba hace un par de días a su vivienda cuando encontró a la pequeña Anita, de cuatro años, con graves quemaduras sufridas al encenderse el poncho con que se abrigaba para protegerse del frío. Ruiz, quien trabaja y vive en el paraje ‘La Represa’ (a 40 kilómetros de la frontera argentina en pleno territorio paraguayo), comenzó a caminar con su hija en brazos y acompañado por sus otros cuatro pequeños. Durante dos días y dos noches transitó por los estrechos senderos de la zona en busca de auxilio para Anita. Al llegar al paraje “Pedro Peña”, consiguió las primeras curaciones en un centro sanitario, y continuó hasta las orillas del río Pilcomayo, donde se embarcó en una pequeña canoa.

Tras un penoso viaje con todos sus hijos, Ruiz logró llegar a la frontera argentina y solicitar ayuda a las

autoridades sanitarias del gobierno provincial. De inmediato se fletó un avión en el que se trasladaron hasta esta capital. La pequeña presenta quemaduras en un 30 % de su cuerpo y rostro, y se encuentra actualmente internada en la sala de terapia del Hospital de Niños. El estado de Anita –según el doctor Carlos Villa- evoluciona favorablemente, estimándose que el tratamiento llevará un mes de atención. Mientras tanto –como desde el principio- Timoteo Ruiz permanece al lado de su hijita, pronunciando palabras de agradecimiento hacia los médicos” (p. 9).

(3) Esta historia me hace recordar a Jesús, quien también recorrió un largo camino para salvarnos. Dejó la gloria del cielo, la adoración de los ángeles y se humanizó. Vino a sobrellevar nuestra hambre y nuestra sed; a ser rechazado, insultado, golpeado, escupido, juzgado infame e injustamente en un juicio con testigos falsos, y finalmente, clavado cruelmente en un madero.

b. La muerte de Cristo elimina la causa de nuestra separación de Dios: el pecado.

(1) “La cruz es la única escalera de longitud suficiente para alcanzar el umbral del cielo”. G. D. Boardman

(2) Cuando miramos hacia la cruz y pensamos en el dolor que nuestros pecados causaron al Señor, comenzamos a arrepentirnos y apartarnos de ellos (Rom. 2:4).

(3) Su muerte fue suficiente para pagar el castigo por todos los pecados (Rom. 6:23).

c. La muerte de Cristo es la única motivación genuina para nuestra respuesta de amor, servicio y obediencia.

(1) “El amor de Cristo nos constriñe (2 Cor. 5:14-15).

(2) Constreñir es impeler, dominar, obligar, apremiar, impulsar, inducir.

III. CONCLUSIÓN

1. Jesús, que no tenía pecado, no merecía morir. Sin embargo, lo hizo por nosotros, para ofrecernos la mejor solución al mayor problema del hombre: el pecado.

2. Nosotros que somos pecadores, merecíamos morir, pero podemos vivir por Cristo y para Cristo.

3. ¿No es esta una maravillosa historia de amor?

4. ¿Cómo reaccionaremos ante tanto amor? ¿No rendiremos también nuestra vida como respuesta de amor, gratitud, adoración, servicio y obediencia? Si lo hacemos, ¡Jesús Gana!

d. Afecta su lenguaje y su manera de expresarse, su vida familiar, sus actividades comerciales, afecta también sus hábitos de salud, la manera como se divierte, su filosofía en cuanto al empleo del dinero, etc. Es posible que nos cueste entender cómo sucede este proceso, pero entenderlo no es lo importante, sino experimentarlo. El cambio es posible por el poder de Dios. Así como nadie hace nada para nacer físicamente, tampoco sirve el esfuerzo humano para nacer espiritualmente. Solo el Espíritu de Dios lo hace posible.

e. El hombre del cual les hablo también nació del Espíritu.

4. El nacimiento de agua

a. Como una expresión natural y testimonio público del nuevo nacimiento, la persona debe ser bautizada.

b. Eso fue lo que enseñó el apóstol Pedro en el poderoso sermón que predicó luego del Pentecostés (Hch. 2:37, 38).

c. Es importante notar que el bautismo del que se habla aquí es distinto al que algunas personas conocen.

(1) El bautismo que muestra la Biblia, no se trata de rociar con agua la cabecita de un bebé que no tiene conciencia acerca del pecado, el arrepentimiento, la confesión, ni el nuevo nacimiento.

(2) Esto no debe malinterpretarse. Respeto las ideas de los demás, pero la enseñanza bíblica es muy clara y diferente a la práctica de la mayoría. El rociar la cabecita de un bebé, no le hará vivir la experiencia del nuevo nacimiento del cual habló Jesús.

d. Solo una persona con plena consciencia podría tomar una decisión tan trascendental como lo es entregarse a Cristo a través del bautismo. Obviamente un bebé no podría hacerlo.

(1) Un bebé no peca. Hasta adquirir conciencia y ser responsable de sus actos, Dios no lo inculpa de pecado.

(2) Debido a que no pecó, no tiene nada de qué arrepentirse, ni una confesión que hacer o una vida que enmendar a través de la conversión.

(3) Tampoco está en condiciones de recibir instrucción bíblica acerca de la vida cristiana y el nuevo nacimiento. Jesús dijo, hablando de la misión que todos sus seguidores tenemos, “… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt. 28:20).

e. De acuerdo con la Biblia, solo el bautismo por inmersión es válido. Y quiero presentar cuatro razones para apoyar lo que acabo de decir.

(1) La palabra “bautismo” es una traducción del vocablo griego “baptizo”, que significa “sumergir”. Es la misma palabra para referirse a lo que hace una persona que quiere teñir una tela: sumergirla completamente dentro del agua con tintura.

(2) Cada vez que se habla del bautismo en la Biblia, queda clara la idea de que la forma de administrarlo era por inmersión. Estos son algunos ejemplos:

• Juan el Bautista bautizaba por inmersión (Jn. 3:23).

• Jesús fue bautizado por inmersión (Mt. 3:13-16).

• Los discípulos bautizaban por inmersión (Hch. 8:38, 39).

(3) La historia y la arqueología demuestran que, en la iglesia cristiana primitiva el bautismo siempre fue por inmersión. Las viejas iglesias con sus pilas bautismales o bautisterios atestiguan de eso. Recién en torno al siglo XIII se incorporó la costumbre de bautizar por aspersión. Al principio aplicaban esta forma solo con los enfermos; luego por conveniencia y comodidad, a todos.

(4) El simbolismo del bautismo se cumple solo cuando este se administra por inmersión (Rom. 6:3, 4).

f. Jesús puede darnos lo que necesitamos: El nuevo nacimiento.

(1) Él le habló a Nicodemo de la necesidad de un nuevo nacimiento: “Le respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios (Jn. 3:3).

(2) “¿Cómo es posible?” preguntó Nicodemo. “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” (Jn. 3:4).

(3) Si hubiésemos estado allí o hubiésemos sido nosotros, le hubiéramos dicho: “¿Cómo es eso? No entiendo, explícame un poco mejor”.

(4) Jesús le dijo que el nuevo nacimiento solo es posible a través del agua y del Espíritu. Lo que estaba queriendo dejar en claro, es que solamente podría entrar en el reino de Dios, si el Espíritu del Señor producía un milagro en su vida que lo llevara a cambiar y transformarse completamente. Y como resultado, se bautizaba.

(5) Nicodemo necesitaba entenderlo.

(6) Nosotros también debemos entenderlo hoy.

(7) Algunos piensan que no es tan importante ser bautizado, pero Jesús lo presentó como un resultado inevitable de la Fe, que obra por Gracia haciéndonos aceptar la salvación: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere será condenado” (Mr. 16:16).

III. CONCLUSIÓN

1. Nadie quiere ser condenado. Todos queremos salvarnos. Cristo no vino a condenarnos sino a salvarnos (Jn. 3:17).

2. Si no queremos vivir bajo condenación, solo podemos hacer una cosa: Aceptar a Cristo, creer en Él y ser bautizados. Mientras no lo hagamos, estamos bajo condenación. El Señor quiere librarte de la condenación y la esclavitud del pecado para que seas salvo y libre en Él.

3. Dios te dice hoy, como un día Ananías le dijo al recién convertido Saulo: “Ahora, pues ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre… y levantándose, fue bautizado” (Hch. 22:16; 9:18).

4. Y ahora quiero presentarte al hombre que nació cuatro veces, tal como te lo había prometido. Sencillamente, ¡soy yo! (o puede presentar a cualquier otro creyente cristiano que haya pasado por esa experiencia). Y puedes ser tú también. ¡Tú puedes experimentar esos cuatro nacimientos!

5. Toma hoy tu decisión. Entrega tu vida a Jesús por medio del bautismo. Conversa con el amigo que te invitó a estas reuniones, para que responda a tus inquietudes a fin de que puedas prepararte. No te demores ni permitas que nada ni nadie te impida hacer aquello que es necesario para la salvación. Es la decisión más importante que puedas tomar. No te arrepentirás, pues Dios te bendecirá. Tendrás gozo y paz al saber que tu vida está en las mejores manos, las de Jesús. ¡ ¡Jesús Gana! y tú también!

¡Jesús Gana!

Cuando tienes una relación viva con Él - Parte I

I. INTRODUCCIÓN

1. En Hechos 11:26, encontramos el registro de cuando los discípulos y seguidores de Cristo, por primera vez en la historia y en las Escrituras, fueron llamados “cristianos”.

2. Fue una especie de apodo que les fue dado.

3. Podemos imaginar por qué los llamaron así. Es posible que lo hicieran solo por burlarse, o en un modo peyorativo por el hecho de que siempre hablaban de Cristo.

4. Me inclino a pensar que fue porque todo el tiempo los escuchaban hablar de Cristo y declararse sus seguidores, conduciéndose de acuerdo con sus enseñanzas. Desde entonces, todos los que declaramos creer en Cristo, aceptándolo como Salvador personal, y profesando su doctrina como sus seguidores, somos llamados “cristianos”.

5. Pero ¿qué es ser un cristiano realmente? De eso tratará nuestro tema de hoy.

II. DESARROLLO

1. Las dos dimensiones de la vida cristiana

a. Quiero compartir contigo un cuadro o imagen para ayudarte a captar en una mirada un resumen de lo que presentaré en este tema.

b. Lo que ves en esta imagen representa la esencia de lo que es la religión personal y la vida cristiana. Esta tiene dos dimensiones, una vertical y otra horizontal. En cada dimensión hay dos actividades o prácticas fundamentales para que mantengas viva tu comunicación y comunión con Dios.

c. La dimensión vertical, son las prácticas que nutren tu relación personal, individual e íntima con Dios. Aquí están el estudio, la reflexión, la meditación en la Palabra de Dios, y la oración.

que deberían saber de religión.

b. Entiendo que algunos piensan en la palabra “religión” como sinónimo de religiosidad artificial o mero ritualismo. La entienden como la práctica de formas sin sentido alejadas de la esencia, concentradas en todo lo que es periférico como la iglesia, la estructura, la parte humana, etc.

c. Esta es la causa por la que muchos dicen: “A mí no me hablen de religión, solo háblenme de Cristo, de lo espiritual”. El que piensa así ha sido obviamente afectado por alguna experiencia negativa y piensa que todo lo mencionado anteriormente es religión. Es lógico que estas personas rechacen esta idea. No se puede hablar de Cristo y no hablar de religión, ni hablar de religión y no hablar de Cristo.

d. Este es el motivo por el que hoy quisiera reivindicar el significado de esta palabra y aclarar que su significado es positivo. “Religión” es el término correcto para describir la clase de relación que deberíamos tener con Dios.

e. La palabra “religión” viene del latín “religare”. Es una palabra compuesta. El prefijo “re” en español significa “volver a” - “hacer de nuevo”. Así que “religare” significa volver a unir o ligar.

f. ¿Qué es lo que hay que volver a unir o ligar? Solamente algo que antes estuvo unido y por alguna razón se cortó, se quebró o se separó.

g. ¿Qué es lo que hay que religar en este caso? La relación entre Dios y el hombre.

h. Antes de la entrada del pecado, Dios descendía al jardín del Edén y hablaba con Adán y Eva cara a cara. Pero el pecado produjo un abismo de separación entre Dios y el hombre (Isa. 59:2). La relación se quebró, se cortó.

i. A través de Cristo, Dios tendió un puente para volver a traer al hombre a un estado de comunión con Él. (Hch. 4:12; 1 Tim. 2:5).

j. De eso se trata la religión. Es la herramienta que Dios tiene para volver a unir al hombre con Él en una relación íntima, estrecha y personal.

k. Por lo tanto, hablar de religión es hablar de relación. La relación personal, íntima, vivencial e imprescindible que Dios quiere que tengamos con Él. Sin esta relación no existe la religión.

l. Por lo tanto, la próxima vez que escuches hablar de religión como una palabra de connotación negativa, recuerda que “religión” es un hermoso término que habla del intento divino por traerte de nuevo al estado de comunión con Él. Implica la restauración de una relación rota que se sanó en Cristo.

III. CONCLUSIÓN

1. Hoy te invito a que vivas una religión auténtica y verdadera. Si lo haces, ¡Jesús Gana y tú también!

2. La vida cristiana no es otra cosa que una relación estrecha, permanente e íntima con Cristo, quien nos da el nombre de cristianos. No hay vida cristiana sin las cuatro prácticas o actividades que describimos cuando hablábamos de las dos dimensiones que la conforman. (vertical y horizontal)

3. No nos amoldemos o resignemos a vivir en algo menor que eso. Cualquier otra cosa, es una imitación de vida cristiana. No es verdadero cristianismo ni verdadera religión.

alguna de ellas, estaría decidiendo no ser cristiano.

f. Las siguientes declaraciones de Elena de White, escritora cristiana, refuerzan la idea de que no debemos darle tanto crédito a nuestros sentimientos. Las partes subrayadas están solo para resaltar el peligro de confiar en las emociones, pero no forman parte del texto original.

(1) “No debe despreciarse un sentimiento de seguridad; debiéramos alabar a Dios por ello; pero cuando vuestros sentimientos están deprimidos, no penséis que Dios ha cambiado. Alabadlo tanto como antes, porque vuestra confianza está en su Palabra y no en los sentimientos. Habéis hecho el pacto de andar por fe y no de ser dominados por los sentimientos. Los sentimientos varían con las circunstancias. ...Andad por fe delante de Dios, y confiad plenamente en sus promesas. Jesús dijo: ‘He aquí, yo estoy, con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mateo 28:20)” (Nuestra elevada vocación, p. 126).

(2) “Muchos cometen un grave error en su vida religiosa al mantener la atención fija en sus sentimientos para juzgar si progresan o si declinan. Los sentimientos no son un criterio seguro. No hemos de buscar en nuestro interior la evidencia de nuestra aceptación por Dios. No encontraremos allí otra cosa que motivos de desaliento. Nuestra única esperanza consiste en mirar a Jesús, ‘autor y consumador de nuestra fe’ ” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 59).

(3) “Con frecuencia los sentimientos son engañosos, las emociones no son una salvaguardia segura; porque son variables y están sujetos a circunstancias externas. Muchos se dejan seducir al confiar en las impresiones sensacionales. La prueba es: ¿Qué estás haciendo para Cristo? ¿Qué sacrificios estás haciendo, qué victorias estás obteniendo? Un espíritu egoísta vencido, una tentación a descuidar el deber resistida, una pasión subyugada y la obediencia voluntaria y alegre prestada a la voluntad de Cristo, constituyen una evidencia mucho mayor de que somos hijos de Dios que la piedad espasmódica y la religión emotiva” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 100).

(4) “Vi que el cristiano no debe dar demasiado valor a los sentimientos de felicidad ni depender demasiado de ellos. Esos sentimientos no son siempre verdaderos guías. Cada cristiano debe procurar servir a Dios por principio, y no ser regido por los sentimientos” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 54).

(5) “Satanás induce a las personas a pensar que, porque han experimentado un arrobamiento de los sentimientos, están convertidas. Pero su vida no cambia. Sus actos siguen siendo los mismos que antes. Sus vidas no demuestran buen fruto. Oran frecuente y largamente, y se refieren constantemente a los sentimientos que experimentaron en tal o cual ocasión. Pero no viven la nueva vida. Están engañados. Su experiencia no va más allá de los sentimientos. Edifican sobre arena, y cuando soplan vientos adversos, su casa se derrumba…” (Mensajes para los jóvenes, p. 69)

(6) “La verdadera grandeza y nobleza del hombre se miden por su poder de subyugar sus sentimientos, y no por el poder que tienen sus sentimientos de subyugarle a él” (Hijos e hijas de Dios, p. 86).

g. Es posible que alguno de ustedes se pregunte: “¿Quiere decir entonces que hay que hacer estas cosas, independientemente de mis deseos, como una fría y rígida disciplina?”

h. La respuesta es Sí y No.

Sí, en el sentido de que, desde el momento en que comenzamos, hasta que hayamos formado el hábito, es posible que tengamos que practicar por disciplina, rigiéndonos por el principio de la obediencia, independiente del deseo.

La respuesta es No, en el sentido de que, no será siempre así. Tan pronto como se comience a transitar por ese camino, se experimentará gran bendición y gozo.

i. Es posible que todos al principio, hayamos estudiado la Biblia sin deseos. No obstante, al pasar los días, terminamos agradeciendo a Dios, porque ese tiempo se convirtió en bendición; en él pudimos escuchar su voz de manera especial o descubrir una joya bíblica que no habíamos visto antes.

j. Seguramente todos en muchas oportunidades, hemos orado sin ganas. No obstante, después de conversar con Dios recibimos consolación, alivio o sencillamente nos sentimos bendecidos por haber pasado unos minutos en su presencia.

k. Cuántas veces hemos ido a la iglesia casi arrastrándonos con nuestra tristeza o cansancio y aun así, sentimos que Dios nos habló a través de un canto, un concepto; una apelación a través del sermón o sencillamente, una conversación con un hermano, un abrazo, un apretón de manos, una palabra de ánimo.

l. Es posible que hayamos salido a hacer alguna tarea de servicio o actividad misionera sin demasiada convicción o deseo, prefiriendo quedarnos en casa descansando. Pero luego, al envolvernos en la actividad, experimentamos el gozo del servicio, la satisfacción de haber testificado o compartido la Palabra de Dios con alguien. Es una alegría indescriptible.

m. Allí está la respuesta. ¿Es todo mecánico, frío, o por obligación? ¿Será siempre algo gravoso? Definitivamente no. Dios es sabio, y cuando nos pide que hagamos algo, sabe que hay bendición detrás de la obediencia y gran placer al hacer su voluntad.

III. CONCLUSIÓN

1. Hoy quiero invitarte a que dejes de hacer de Dios y la religión un accesorio, y comiences a verlos como algo esencial e imprescindible para tu vida. En realidad, como la única fuente de felicidad y satisfacción.

2. Quiero invitarte también, a que dejes de manejarte en tu vida cristiana con la mentalidad de “llanta o rueda de auxilio”, acordándote de Dios y la religión solo cuando estás en necesidad, desesperado o en angustia.

3. Cuando no tengas deseos de hacerlo, recuerda que Dios no te está preguntando si quieres o no, si te parece bien o no. Él te está diciendo que lo hagas. Es imperativo. No puedes dejar de hacerlo y seguir siendo cristiano.

4. Dios te bendecirá si le permites operar en ti un cambio de paradigma o de forma de pensar.

5. Si haces de Dios lo más importante en tu vida, y caminas constantemente con Él, vivirás la plenitud de gozo en esta tierra, a pesar de los problemas que experimentes. Finalmente, heredarás el reino de los cielos para vivir la eternidad con tu Padre.

¡Jesús Gana! Al final, ¡Jesús Gana!

I. INTRODUCCIÓN

1. En nuestro último tema, hablaremos de cómo ¡Jesús Gana! el conflicto cósmico. Gana la victoria final en ocasión de su Segunda Venida, que acabará con el dolor, el sufrimiento, la miseria, la enfermedad y la muerte causados por la entrada del pecado en el universo.

2. Encuentro por lo menos dos razones fundamentales por las cuales podemos creer que esta promesa bíblica se cumplirá:

a. La primera es la profusión con la cual se habla de ello. Según los grandes teólogos hay en la Biblia aproximadamente 2,500 declaraciones acerca del regreso de Cristo. Teniendo en cuenta esto, podemos decir que hay un versículo de cada seis que habla de la segunda venida de Cristo. Solo en el Nuevo Testamento en uno de cada siete versículos se nos asegura que Jesús volverá.

b. Hay otra razón fundamental para creer en su venida, y es que el plan de salvación no estaría completo si el Señor no volviera para llevarnos a la presencia de Dios. Su sacrificio nos liberó de la culpa del pecado; su intercesión nos está liberando del poder del pecado, y su regreso nos liberará finalmente de la presencia del pecado.

3. Repasemos juntos algunas afirmaciones bíblicas acerca de esta maravillosa esperanza.

II. DESARROLLO

1. La Segunda Venida: una promesa

a. Una promesa de Cristo (Jn. 14:1-3).

Ilustración: Durante la segunda guerra mundial en las Filipinas, las fuerzas aliadas debieron replegarse paso a paso. El general Douglas Mac Arthur subió a bordo del avión que lo llevaría a Australia. Al retirarse de Batán, dijo a sus soldados: “Volveré”. El porvenir parecía incierto, pero esa promesa estimuló y unificó las tropas que continuaron la lucha. Meses más tarde, los diarios anunciaron que el general había vuelto. Fiel a su promesa, Mac Arthur volvió y logró la victoria.

b. Una promesa de los ángeles (Hch. 1:9-11).

c. Una promesa apostólica (Ap. 1:7).

2. La Segunda Venida: una esperanza

a. Hay pasajes básicos del Nuevo Testamento, tales como Tito 2:11-14; Heb. 9:28.

b. “La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos” (El conflicto de los siglos, p. 347).

3. La Segunda Venida: una perspectiva maravillosa

f. Un retorno repentino e inesperado (Mt. 24; 38-39, 43; 1 Tes. 5:2-6).

g. Un acontecimiento cataclísmico (Mt. 25:31-34; Dan. 2:32-35, 44).

5. Los resultados de la Segunda Venida

a. La segunda venida afectará a todo ser humano: a aquellos que acepten la salvación y los que la rechacen.

b. Los salvados serán reunidos (Mt. 24:31; 25:32-34; Mr. 13:27; Jn. 14:3). Esa reunión será posible debido a dos acontecimientos:

(1) La resurrección de los muertos en Cristo (1 Cor. 15:52-53, 55; 1 Tes. 4:16).

(2) La traslación de los creyentes vivos. Los muertos son resucitados y los vivos son transformados (1 Cor. 15:53; 1 Tes. 4:17).

c. Los impíos serán destruidos. Será para ellos una escena de terror (Ap. 6:16-17). Habrá destrucción definitiva del mal (2 Tes. 2:8; Ap. 18:8; 19:20-21).

III. CONCLUSIÓN

1. Aceptar a Cristo como nuestro Salvador y Señor, el Camino, la Verdad y la Vida, nos llevará a experimentar la victoria final. ¡Jesús Ganará y viviremos en el reino eterno de Dios!

2. Quiero terminar con un hermoso poema de Braulio Pérez Marcio, quien fuera por muchos años, el fundador y conductor del programa radial, La voz de la esperanza.

RETORNA, MAESTRO

Retorna, Maestro, te necesitamos; esta vida nuestra no es vida sin ti. Pon fin a este loco y audaz frenesí que humilla y agosta lo que más amamos.

¿Qué vale la vida si no la vivimos desde que la matan pecado y dolor?

¿Qué vale esta tierra desde que el horror de todos los males en ella sufrimos?

Señor Jesucristo, tú lo has prometido y no has fracasado en ninguna ocasión: vuelve por aquellos a los que has querido y de quienes eres única ilusión.

¡Vuelve ya, Maestro, te espera rendido del amor más tierno nuestro corazón!

3. Entrega completamente tu vida a Jesús. Bautízate, uniéndote a la familia de Dios en la tierra: su iglesia, y experimenta la victoria final en ocasión de su segunda venida, porque recuerda: ¡Jesús Gana!

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