PCM. Traiciones y mentiras 1920-1950

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En el siguiente congreso de la Internacional comunista se elaboró una táctica de frente popular antifascista e imperialista, buscando abrir camino al socialismo al tiempo que se cerraba al fascismo. El Partido no logra el punto medio ante estas directrices, por lo que algunas actuaciones se consideraron sectaristas, lo que los llevó a romper con una experiencia importante, como lo fue la defensa de la independencia de clase del proletariado frente a la burguesía y la pequeña burguesía, con lo que hacían evidente la incapacidad que tenían para defender la dependencia de la clase obrera, e “impedía que ésta a su vez pudiera atraer a las fuerzas de clase que aspiraban a transformaciones cada vez más profundas y dirigirles contra la burguesía en cuanto ésta volviera las espaldas al proceso de reformas. En consecuencia, en febrero de 1936 se lleva a cabo el Congreso de Unificación Proletaria, seno del que surgió la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organización clasista que fundía en una sola, las fuerzas representadas por el CSUM (que actuaban bajo la dirección de Lombardo Toledano y Fidel Velázquez, escindidos de la CROM en octubre de 1933). Éstos últimos, Lombardo y Velázquez, buscaron a toda costa frenar la influencia comunista en los sindicatos cetemistas, imponiendo a los representantes de cada sindicato, “que utilizaban los puestos para la politiquería burguesa, medrar con las cuotas y apaciguar a los trabajadores”. La crisis vino en 1937, un año después, durante la reunión del IV Consejo Nacional de la central, donde la CTM se escindió y sindicatos dirigidos por el PCM, así como los de líderes independientes, abandonaron el consejo. Resultaban ser estos sindicatos los más importantes, y permanecieron en la Confederación los sectores más atrasados del proletariado. Earl Browder, Secretario General del PC Estadounidense, intervino para resolver el conflicto a solicitud de Lombardo, y proclamó la consigna “Unidad a toda costa”, presionando a los dirigentes del partido para que restituyeran a los sindicatos al seno de la CTM, a pesar de la resistencia existente. En consecuencia, la influencia del partido en los sindicatos decreció, y tiempo después este argumento sirvió para revertir la labor de Hernán Laborde y Valentín Campa, sin considerar que la línea les había sido impuesta, aunque es cierto que tampoco fueron capaces de condenarla aún ante la crisis; la línea fue más bien de capitulación, donde el partido renunciaba a defender posiciones propias y hacía concesiones que no ayudaban de ninguna manera al desarrollo de las fuerzas de la clase obrera, de tal modo que en junio de 1939, el Comité central decidió suprimir las fracciones comunistas en algunos sindicatos; las palabras de Laborde fueron: “¿Creemos que las fracciones son un obstáculo para la unificación completa de los trabajadores de la enseñanza? Pues suprimamos las fracciones”. Previo a esta errónea decisión, el Partido había decidido hacerse a un lado en el asunto de la sucesión presidencial, argumentando que el PRM era el “Frente Popular en las condiciones peculiares de México”, y acabaron imponiendo la candidatura de Manuel Ávila Camacho, aunque no se puede dejar de lado el hecho de que aún con la participación de los comunistas, es muy probable que hubieran impuesto su candidatura. Esto evidenció una vez más el error de continuar la línea de la unidad sin considerar los intereses de clase.

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PCM. Traiciones y mentiras 1920-1950 by Flor Esqueda - Issuu