Que nadie te diga que no. Yésica termina su jornada laboral. Desea volver a su casa lo más rápido posible. Mañana habrá prueba de jugadoras en Excursionistas y quiere preparar la ropa y buscar el apto médico que debe andar por algún recoveco de la casa. Le pregunta a Carla – Su madre – en donde está aquella ficha médica que trajo hace dos semanas. Pero, Carla una mujer de pocas palabras (y muchas menos pulgas), le responde que “se fijara ella”. Es que, estaba ocupada lavándole las zapatillas a manos al Ernesto, el padre y jefe de hogar. Pasan las horas y los nervios crecen. Será la primera vez que Yésica Blanco va a probarse en un club. Llega el momento. Suenan las cinco alarmas en su celular – tantas para levantarse sí o sí - y junto a ella se despierta aquel deseo de gambetear y correr junto a una amiga que no falla y que siempre es confidente: la pelota. Pasa por el único kiosco que está abierto y carga la sube. Son las 10 am. Yésica piensa en el recorrido que debe hacer hasta Constitución y luego tomarse el 59 que la deja a pocas cuadras del club Excursionistas. Botines Nike, verde flúo, la toalla que le regaló Maitena para su cumple y una botella de agua casi congelada. En un bolso que Yesi cuidará como oro puro. Es que Ernesto, con mucho sacrificio sacó en 6 cuotas aquel bolso en el local deportivo del barrio. Ernesto es apenas changarín. Pero creanlo a su familia nunca les faltó un plato de comida. Engendró valores y cosechó honores. Espera que sus hijas hagan lo que les apasiona. No les exige. De