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4. Ruta de la Revolución de Octubre de 1934 en Oviedo

4. Ruta de la Revolución de Octubre de 1934 en Oviedo

Ruta guiada en la Noche Blanca, Oviedo, 2015

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Como ya explicamos en la introducción general, nuestro objetivo es poner a disposición de los ciudadanos una ruta turística partiendo de los contenidos históricos y los vestigios aún presentes en la ciudad. La abundante bibliografía existente ha sido nuestro material de referencia, en un proyecto que quiere trasladar la historia a una ruta y convertirla en una guía turística de referencia. No se trata de una clase de historia al uso sino de acercar el conocimiento del entorno a partir de la imagen de la ciudad, como diría Kevin Lynch, y dar a conocer la historia tanto a vecinos como visitantes para convertirla en un elemento turístico de primer nivel.

Partimos de que los hechos han tenido una relevancia estatal y una repercusión internacional y además es considerada la última revolución en Europa occidental, al nivel de hitos como la Comuna de París o la República Soviética de Baviera. En octubre de 1934 el mundo entero sabía que en una ciudad llamada Oviedo se estaba dando la batalla de una revolución, ya fuese en la Alemania nazi o en la Rusia soviética era noticia. A la vez que un obrero en eeuu lo leía en su prensa y el patrón en la suya, era parte del contexto histórico mundial del periodo de entreguerras.

4.1. Ruta propuesta

Comenzamos explicando el contexto internacional de auge de los fascismos y comunismo y crisis de las democracias parlamentarias. En España, en el contexto de la crisis de la II República, el desencanto en la izquierda y la inexorable entrada de la extrema derecha —la ceda— en el Gobierno de Lerroux, se fue tejiendo la Alianza Obrera de 1934 entre socialistas y anarquistas, a la que se sumaría en el último momento el pce.

Uno de los lemas revolucionarios fue «antes Viena que Berlín», en referencia a la claudicación ante Hitler de los sindicatos alemanes, frente a la sublevación en el

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Itinerario

1. Calle Magdalena 2. Plaza de la Constitución Calle Jesús Calle Fruela 3. Plaza de la Escandalera y vista de Uría 4. Calle Argüelles y teatro Campoamor 5. Santa Clara (Delegación de Hacienda) 6. Calle Mendizábal al edifi cio histórico de la

Universidad y plaza Porlier 7. Plaza Alfonso II (catedral) Travesía de Santa Barbara 8. Corrada del Obispo 9. Calle San Vicente al monasterio de las Pelayas Calle Martínez Vigil 10. Calle Marcelino Fernández (Fábrica de Armas) Calle Teniente Alonso Martínez 11. Campus de Humanidades del Milán

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barrio Karl Marx de la izquierda austriaca. En ese contexto internacional, prefi eren morir luchando y no parten de una idea asturiana —o regional— sino estatal dentro de una realidad internacional; quieren asaltar los cielos, es una revolución.

La consigna uhp (Uníos Hermanos Proletarios) unirá a socialistas y anarquistas primero, después izquierda minoritaria y fi nalmente al pce, pese a sus diferencias estratégicas e ideológicas. Años de enfrentamientos, incluso armados y con muertos, desde la dictadura de Primo de Rivera y la misma proclamación de la II República y su desarrollo. Esa Alianza Obrera no superará las desconfi anzas de siglas en la mayor parte del Estado, quedándose en mera declaración. El 4 de octubre con la constitución del nuevo Gobierno se declara la huelga general revolucionaria en toda España, que duraría días u horas según el lugar. En Cataluña sería en forma de una declaración de independencia y en las zonas mineras se convertiría en revolución: fundamentalmente en Asturias y otras zonas mineras del norte de España. En Asturias dos factores fueron determinantes: la unidad de acción y la dinamita como elemento de fuerza. La abundancia de este explosivo dio una capacidad de combate que convirtió a los mineros en vanguardia revolucionaria y que generó un mito que pervive aún hasta nuestros días.

En Oviedo varios cientos de revolucionarios esperan sin éxito en el monte Naranco la señal de inicio y la llegada de las armas para tomar la ciudad. Fracasa, pues, el inicio el día 5 y no será hasta el día siguiente, con la llegada de refuerzos de las cuencas que tras tomar sus cuarteles trasladan la lucha a Oviedo como objetivo principal. Gijón y otras zonas de Asturias donde también prende la Revolución quedan a la espera de las armas y refuerzos que no llegarán, ya que la lucha fundamental se centra en la capital.

El Gobierno ha declarado el estado de excepción y un camión militar recorre las calles del centro anunciándolo; en el ambiente se palpa este ambiente prebélico, ya que las calles se mantienen desiertas. Mientras tanto, la fuerza pública (Ejército, Guardia Civil, Asalto, Carabineros y demás cuerpos policiales) se pertrecha en sus cuarteles, edifi cios públicos y en el centro de la ciudad; pero sin un perímetro defensivo como tal para acometer una buena defensa. Tres columnas de revolucionarios avanzan sobre la ciudad: la columna encabezada por González Peña entra por Buenavista, la de Arturo Vázquez por San Lázaro y la columna de Pedro Vicente desde Colloto y ascienden por la Tenderina; así comienza el asalto a Oviedo.

4.2. Inicio ruta

Iniciamos la ruta en la calle Magdalena esquina Marques de Gastañaga, lugar donde se encontraba el cuartel de Carabineros.

El día 6 se calcula que unos 1200 revolucionarios luchan en Oviedo contra 2000 miembros de la fuerza pública. En los días sucesivos llegarán a ser más de

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3000 revolucionarios armados —y otros tantos sin armas— pero sin un mando centralizado y coordinado. En el otro bando hay que valorar que de los 1400 soldados, los mandos no se fían en su totalidad de la tropa, por no ser profesionales, y dudan de su lealtad en un combate con sus hermanos proletarios. Los soldados de la fábrica de dinamita de la Manjoya se rinden y confraternizan con los revolucionarios. Pero junto a la ofi cialidad profesional y tropa leal hay 300 guardias de asalto y 100 guardias civiles, ambos cuerpos profesionales. Son contados los civiles que se suman a los defensores. Mientras, en los barrios, la clase trabajadora espera la revolución y en el centro la rotativa del diario Avance y el café Cervantes son un hervidero prerrevolucionario.

Tras la batalla de Manzaneda el camino a Oviedo está libre y el primer combate de envergadura se produce en San Esteban de la Cruces, con una nueva victoria revolucionaria y retirada de la fuerza pública. El cuartel de Carabineros, en la esquina de la calle Magdalena, es el lugar del primer combate importante en el centro. Durante el primer día se producen dieciséis muertos entre los asaltantes. Su emplazamiento afecta a la seguridad de la retaguardia del ayuntamiento. La resistencia de los carabineros, fuerza profesional y disciplinada, retrasa el asalto fi nal al día 7, bajo el mando del revolucionario sargento Vázquez y con los refuerzos llegados de las cuencas, que por fi n toman el cuartel. En un primer momento se abrirá fuego sobre los guardias que se estaban rindiendo pero rápidamente se toma control y queda prohibido ejecutar prisioneros.

4.3. Calle Magdalena

Avanzamos por la calle Magdalena y a la derecha en su número 23 nos encontramos con la casa natal de Indalecio Prieto, histórico dirigente del psoe, más ligado a Euskadi pero nacido Oviedo, y una de las personas que formaron parte de los preparativos de la Revolución de 1934 y en el desembarco del Turquesa. Prieto era un moderado dentro de la dirección del psoe pero le encargaron organizar el envío de armas en barco a Asturias, envío que fue interceptado y que tuvo gran repercusión. Aún se teoriza sobre el porqué de enviar armas a Asturias donde había dinamita y fábricas de armas, pero todo indica a la desconfi anza socialista de enviarlas a otros puntos, donde la cnt tenía mayor poder.

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Mapa de Victoriano García publicado por la Fundación Barreiro en Revolución del 34 en Asturias

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A la izquierda de la calle vemos la esquina de la plaza del Fontán, uno de los primeros puntos de entrada de los revolucionarios y también de retirada. En su plaza se organiza la reunión —y constitución— del denominado Segundo Comité Revolucionario, el Comité Comunista, que dirigió la Revolución en los días fi nales y cuando se acercaban a la ciudad las tropas dirigidas por López Ochoa y Yagüe. La plaza porticada es perfecta ya que su estrechez y altura protege de francotiradores y de la aviación. Al avanzar por la calle Magdalena podemos ver que se conserva la idea de segregación urbana, abajo los negocios y encima las viviendas. Pensemos en los revolucionarios entrando por las calles mientras la población permanecía escondida: los dueños de los negocios en sus sótanos con familia y servicio, y las profesiones menos adineradas en los áticos. Imaginaos diez días de combates, explosiones…, escondidos sin saber quién va a ganar: cuando se abra la puerta ¿quién mandará, el señor o su criada? 4.4. Plaza de la Constitución

El ayuntamiento fue el primer punto importante tomado y donde se estableció el centro de mando revolucionario —fue tomado con suma facilidad— y a pocos cientos de metros en Fruela y la plaza de la Catedral, se encontraban fuerzas del orden y a sus espaldas también: el cuartel de Carabineros.

En el consistorio se establecerá el Comité Revolucionario. No hay un mando único sino organizaciones: ugt, psoe, cnt, pce… Dirigentes como Ramón González Peña —apodado «el Generalísimo de la Revolución»— son líderes obreros al servicio de sus compañeros, ya que las decisiones se toman en los comités. Los revolucionarios no son soldados sino trabajadores organizados en escuadras —grupo de diez o quince de una misma organización u origen o fábrica— y en el ayuntamiento se reunían sus responsables para tomar decisiones militares, políticas y de

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avituallamiento. De esta manera se establece un nuevo orden revolucionario: se suprime el dinero —deja de ser válido— y pasan a circular vales del Comité —que se entregan en el ayuntamiento— y también se utiliza este edifi cio para encerrar a los prisioneros —a modo de cárcel junto al instituto—; será por tanto el cuartel general revolucionario. Se produce un vacío de poder en las calles, pero de manera paralela a la construcción de este nuevo orden se crea la Guardia Roja, para controlar los saqueos y el orden civil. Las decisiones eran tomadas en asamblea por los comités, el debate es continuo. Se plantea incluso «socializar» las prostitutas, aunque se decide que estas son hermanas proletarias y se las respeta.

Otro personaje fundamental es el sargento Vázquez, que se unirá a los revolucionarios la noche previa al inicio y será un personaje fundamental como asesor militar del Comité Revolucionario. Tras la derrota será uno de los dos ejecutados por un jurado militar y es condenado a muerte por su «traición».

4.5. Calle Jesús

Existe un desconocimiento de la guerra muy palpable por parte de los revolucionarios, que suplen su falta de experiencia militar con arrojo ante sus innumerables bajas. Pero también hay que tener en cuenta que los revolucionarios están familiarizados con la idea de la muerte, en especial los mineros. Son personas acostumbradas a convivir con el riesgo cada día y con la inexorable silicosis, por lo que la idea de jugarse la vida por un mundo mejor para sus compañeros y descendencia no parecía tan arriesgada comparada con su día a día. Existe una anécdota que cuenta que al subir en Sama en los camiones que los llevarían a la capital, alguno de ellos dijo: «Vamos a Oviedo a morir» y otro le contestó: «También se muere en la mina». Los mineros serán como una fuerza de choque en su llegada a Oviedo, pero la ayuda de los propios habitantes va a ser fundamental, trasladándoles el conocimiento de las calles, la organización de la comida, sanidad, la Guardia Roja; en defi nitiva el nuevo orden revolucionario. En barrios como la Argañosa, el barrio de los ferroviarios, se organizará todo un sóviet: una vez tomado el depó-

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sito de máquinas, los vecinos salen a la calle a celebrar la victoria y realizan una asamblea, a partir de la cual eligen un comité que será el encargado de organizar los abastos, a partir de vales de alimentos. Se organiza una cocina colectiva para servir a los combatientes de esta zona y se establecen incluso las comunicaciones; en este lugar se respiraba al mando de los revolucionarios. Las mujeres del barrio tuvieron un papel fundamental ya que fueron las responsables principales de la gestión de este comité de ámbito inferior.

4.6. Calle Fruela

Los revolucionarios irán tomando los edifi cios de la calle Fruela. Entre ellos la Diputación provincial y el Banco de España (actual Junta General del Principado y Presidencia, respectivamente). El banco es tomado, aunque no tiene utilidad en la Revolución —el dinero no tiene uso, ni valor—. La cámara acorazada se vuela para requisar el dinero —una vez se conoce el fracaso en el resto del Estado— y es utilizado por los socialistas en la huida para volver a poner en marcha el diario Avance —destruido por las fuerzas gubernamentales al inicio de la huelga general—, en la campaña electoral del Frente Popular y se cree que una parte llego al exilio francés primero y mexicano después, bajo el control del denominado Cuarto Comité Socialista. En total unos dieciocho millones de pesetas de la época, una cantidad que equivaldría a millones de euros en la actualidad.

4.7. Plaza de la Escandalera

El Hotel Inglés (actualmente edifi cio denominado el Termómetro) se hallaba en la esquina entre Fruela y la Escandalera. Su destrucción se debió a que en él había un puesto militar que tenía como objetivo complementar el sistema defensivo de la zona. Los revolucionarios ofrecieron la rendición a los mandos que estaban atrincherados en el hotel, pero estos se negaron, incluso im-

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pidieron la salida de los huéspedes, aunque fi nalmente aceptan entregarse. Nos encontramos en el pleno corazón de Oviedo, un espacio que comienza a ser controlado por los revolucionarios el día 9. Mientras, en el otro extremo de Uría, hace dos días que la Estación del Norte ha sido tomada por los rebeldes y en el taller de maquinas de la Argañosa se trabaja en la construcción de un tren blindado que hostiga la cercana Cárcel Modelo. Dicho tren hubiese sido la punta de lanza de la Revolución hacia Castilla, emulando el modelo soviético.

4.8. Vista calle Uría

En la calle Uría se han situado puestos de fuerza bien armados, en la Casa Blanca (edifi cio del número 13) aún igual; en el margen derecho de esta calle también situaron puestos defensivos en los números 12, 18, 22 y 26. Las riadas revolucionarias asaltan dichos enclaves pares y van tomándolos a lo largo de los días, sin conseguirlo con el número 13. El día 7, según testimonios de la época, una columna sale del cuartel de Santa Clara a la calle Uría (era habitual que desde este edifi cio se nutriera de víveres y munición a estos puestos) con vítores a España y la República. En días posteriores les es imposible abastecer desde Santa Clara estos puestos; ellos mismos tienen que ser abastecidos desde el aire por el ejército.

Un ofi cial relata incluso la anécdota de cómo un revolucionario, inconsciente del peligro, y en una apuesta con otros de «a ver quién se acerca más al enemigo», acabó prisionero. El ofi cial le dijo: «¡Estás loco! ¡Esta revolución no tiene sentido, ni futuro!». La cuestión es que a las pocas horas el mando era el prisionero y al ser llevado al ayuntamiento se encontró con este mismo revolucionario, que se le acercó y le dijo: «¿Ves cómo no tenías razón? Pero no te preocupes, no te va a pasar nada».

Tras la Estación del Norte al fi nal de la calle Uría, está el Naranco; a unos cientos de metros de la esta-

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ción, en la ladera, la iglesia de San Pedro de los Arcos. Se producen en este lugar intensos combates al inicio y fi nal de la Revolución y que provocarán la muerte —y el mito— de Aída de la Fuente. Según las fuentes de la época, era una muchacha de entre catorce y dieciséis años que fue ejecutada cuando cubría la retira de los revolucionarios por el barrio de la Argañosa con un grupo de compañeros. Su muerte tiene gran repercusión y se convierte en mito, en «la rosa roja asturiana», aún hoy recordada, con monumento en San Pedro de los Arcos y homenaje anual. Con canción popular y la famosa versión de grupo Nuberu:

Deciséis años tinía, guapos años gayasperos que xueguen y salten semeyando xilgueros. Yeres una neña Aida, que na rexión asturiana xugabes dando a la comba ú tos amigues saltaben. Llegó la güelga d’Ochobre, fuisti revolucionaria, tú yá nun coyisti comba, que coyisti la metralla… 4.9. Calle Argüelles

Nos situamos en torno al teatro Campoamor y cuartel Santa Clara (antes convento y en la actualidad Delegación de Hacienda).

La destrucción del teatro Campoamor es perfecta para explicar el papel de la propaganda —e incluso su pervivencia— más allá de lo que sucedió en el confl icto. Buena parte de los principales edifi cios del centro de la ciudad quedaron severamente afectados o destruidos por completo, como sucedió con el Campoamor, y los vencedores emprendieron la propaganda contra el Terror Rojo. Incluso había una película informativa en España que se ponía en los cines en 1935, generando aplausos o pataletas según el público. La propaganda aún pervive y la mayoría de la gente cree todavía que el teatro fue destruido por los mineros. Pero las investigaciones sobre el confl icto, los testimonios de la época y demás documentos ofi ciales demuestran el papel

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gubernamental, ante el avance de los revolucionarios y para evitar que desde el tejado del teatro se lanzase dinamita y se destruyera el cuartel de Santa Clara. La orden de incendiar el Campoamor fue por tanto defensiva, ni siquiera tuvieron tiempo de sacar del sótano a varias personas que allí tenían presas. Esta táctica defensiva de incendiar los edifi cios para impedir el avance del enemigo fue común por parte del ejército, de hecho también sucedió con el convento de las Pelayas.

El hecho de reconocer que una de las joyas de Oviedo había sido destruida por orden de la fuerza pública era cuestión sabida desde el primer momento pero negada ante la opinión pública. La investigación histórica nos permite conocer la realidad frente a la propaganda; es cierto que la mayoría de edifi caciones fueron destruidas por los revolucionarios en su avance, pero no el Campoamor. Otro ejemplo interesante ocurrió en la cercana zona de la calle la Lila, donde se encontraba el diario Avance, principal periódico socialista de la región y que fue incendiado por órdenes gubernativas sin que en él hubiese armas ni combate alguno; fue una destrucción premeditada.

4.10. Calle Mendizábal hasta edificio histórico de la Universidad y plaza Porlier La Universidad es uno de los edifi cios de más interés y la investigación de su destrucción aún está abierta. La propaganda del régimen trasladó a la opinión pública

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—incluso actual— que fue destruida por los revolucionarios en su retirada, al ser centro del conocimiento burgués, aunque la Universidad de Oviedo era una institución progresista —de hecho muchos mineros habían aprendido a leer gracias a ella—. La toma del edifi cio histórico de la Universidad fue realizada sin combates y quedó bajo control de los hijos de Manuel Llaneza. Desde la puerta que da a la calle San Francisco se estableció un duro enfrentamiento con las fuerzas situadas en el Banco Asturiano y el Hotel Covadonga, justo enfrente. Una vez incendiado este, situado en la plaza Porlier, se asalta la Telefónica. Y después el edifi cio de la Audiencia, que aún hoy se conserva. Frente al de telefonía nos encontrábamos el Casino de Oviedo.

Al fi nalizar el confl icto, la Universidad quedó totalmente destruida y sus importantes fondos perdidos. La huella de la destrucción aún se puede ver en su claustro, reconstruido años después. La postura más generalizada hoy en día sobre la destrucción de este edifi cio es que se debe a los bombardeos de la aviación. En la Universidad se guardaba dinamita y gasolina para el asalto fi nal a Santa Clara —intento que realizaron con un camión desde un garaje frente al cuartel—, pero en esos días hasta cuarenta aparatos del ejército sobrevolaban y bombardeaban la ciudad. Existe un testimonio de un religioso que plantea que uno de los obuses impactó en el edifi cio y en contacto con el polvorín existente produjo la explosión y posterior incendio del edifi cio. Aún así, por desconocimiento, todavía se asume hoy con normalidad la versión más propagandística y menos científi ca.

4.11. Plaza Alfonso II

Esta zona es parte del perímetro defensivo del Gobierno Civil —centro de operación de las tropas del Gobierno— que abarca Porlier y las calles San Vicente, Gascona, Jovellanos, Águila y San Juan con una com-

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pañía de infantería reforzada por otros cuerpos e incluso civiles.

La Catedral no es parte de la contienda hasta que un grupo de guardias de asalto se sitúa en la torre, precisamente para garantizar la defensa de la franja en torno al Gobierno Civil y hostigar movimientos en calles aledañas. Se convierten por un lado en observadores de todo lo que ocurre, y por otro actúan como francotiradores contra cualquiera que circule por la calles. Los revolucionarios les hostigarán disparando desde la casa de la Rúa, el edifi cio más antiguo de la ciudad, donde todavía se pueden ver impactos producidos desde esa vivienda así como en la propia torre de la Catedral. También algún cañonazo impactará en la torre pero la decisión de proteger el edifi cio por parte del Comité Revolucionario limitará los ataques a la misma. Respecto a los impactos en la casa de la Rúa está claro que corresponden a 1934; por el contrario, los de la Catedral pueden ser tanto del 34 como de la Guerra Civil.

4.12. Travesía Santa Bárbara

El daño que se causa desde la torre de la Catedral es tal que se plantea dinamitar la basílica. Esta cuestión fue debatida en el Comité Revolucionario, aunque fi nalmente se descartó la medida. Una escuadra sin autorización de dicho órgano voló la Cámara Santa; la explosión no llegó a afectar milagrosamente a las reliquias allí guardadas. Dentro de la Catedral los revolucionarios no dinamitan el lugar, aunque sí se producen importantes daños. Mientras, los guardias en la torre resisten; tan solo uno de ellos que fue incapaz de soportar la sed, descendió a beber de una pila bautismal y automáticamente fue abatido de un disparo.

4.13. Corrada del Obispo

Otro acontecimiento histórico de primer nivel fue el hecho de que en octubre de 1934 por primera vez se realizaron fotos aéreas de las ciudades españolas; fue

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una necesidad del Gobierno republicano para saber qué estaba pasando en las principales urbes. Al mando de la situación estaba el ministro de la Guerra, el cual se buscó un asesor al que puso un despacho adjunto: ese asesor fue Francisco Franco, buen conocedor de las calles de Oviedo por razones familiares y porque tenía experiencia en la represión de la huelga de 1917. También se produjo otro hecho inédito en la historia de España: el bombardeo sobre población civil desde aviones sobre una ciudad peninsular.

El aeródromo que llevó el control de las operaciones sobre Asturias fue el de La Virgen del Camino en León. El día 8 de octubre llegó a haber cuarenta aparatos operando sobre Oviedo.

Inicialmente la lealtad de la guarnición del aeropuerto no estaba clara, hasta el punto de que en los combates de Manzaneda un piloto saludó «puño en alto» a los revolucionarios. Pero fi nalmente el Gobierno desarrolla su acción aérea: primero de reconocimiento de la zona —estado de los frentes, posibles desembarcos del ejército, etcétera—, posteriormente arrojando octavillas con las portadas de los diarios de tirada nacional para convencerlos del fracaso de la Revolución en el resto del Estado y después comenzaron los bombardeos. El objetivo no son los edifi cios, por desconocer

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Octavilla lanzada por la aviación quienes los ocupaban, sino las concentraciones humanas; provocar terror y pánico era lo fundamental para incentivar la desmovilización. Una de las escenas más catastrófi cas fue durante los primeros bombardeos: los revolucionarios desconocían lo que ocurría cuando sobrevolaban esos aparatos y en una de las colas que se originaban para recoger vales de comida, se produjo muerte de civiles. También operaban contra grupos de revolucionarios que se acercaban en automóviles y camiones a la ciudad u hostigaban el avance del ejército. La fuerza aérea juega un papel fundamental también en el apoyo a las columnas militares en su entrada en Oviedo y la posterior toma de la ciudad, incluso en su resistencia proveyéndoles de avituallando —casos del cuartel de Santa Clara y cuartel del Milán— y también realizaban operaciones que la propia resistencia les solicitaba con pintadas en el suelo, de forma que podían coordinar avanzadillas de manera conjunta.

4.14. Calle San Vicente

En esta zona del perímetro del Gobierno Civil tiene lugar una acción contada por los dos bandos. Son innumerables las crónicas de protagonistas directos. Se cuentan diferentes historias sobre camiones blindados en esta zona entre la Catedral, calle Jovellanos y San Vicente. En este caso se trata de la versión de un revolucionario que ante la llegada de un camión blindado de

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La Felguera decide adentrarse por estas calles para ver a qué nivel de resistencia se enfrentan. A esta versión de los hechos también se acompaña la del ofi cial, que recibe atónito cómo un camión penetra a toda velocidad por la calle de su posición y es respondido con abundante fuego por parte de los defensores desde todos los edifi cios ocupados en la zona. El camión recorrerá las calles del casco histórico a toda velocidad; comprueba el nivel de resistencia gubernamental pero a costa de que todos sus ocupantes quedan muertos o heridos. Lo que les anima a realizar operaciones sin conductores con cubas de gasolina para volar los edifi cios, que no llegarán a realizarse.

4.15. Convento de las Pelayas

Es difícil trasladar toda la intensidad producida en apenas una decena de días. Inicialmente se habla de gente que viene a luchar a Oviedo y vuelve a su casa a dormir, como quien después de una jornada laboral regresa a casa, pero la realidad general era de una intensidad difícil de imaginar: pasar 40 horas sin dormir, arriesgando la vida y viendo morir a tus compañeros. En Asturias se calculan unos 2000 muertos: 1500 revolucionarios, 300 de las fuerzas republicanas y unos 200 civiles de los cuales unos 40 clérigos. Hay que pensar que pese a la destrucción de muchos edifi cios, son en su mayoría edifi cios administrativos y por tanto sin residentes. La intensidad de los combates de Oviedo, con cientos de heridos y muertos diarios, se da principalmente entre los revolucionarios, mientras que entre la fuerza pública las bajas son menores por estar parapetados y por ser su acción más defensiva, pero también porque fueron mucho más respetadas sus vidas cuando caían prisioneros. Por parte de la población civil, entre los muertos se encuentran las víctimas de masacres como las de Villafría y otros barrios periféricos. No son en sí resultado de combates sino de la propia represión por parte del Tercio. También hay que sumar el fusilamiento de revolucionarios que estaban presos o heridos, como en el Hospital Provincial.

La represión ejercida sobre el clero es otro elemento en el que también ha hecho mucho hincapié la propaganda, aunque muchas veces se mezclan indistintamente sucesos del 34 con el 36. En Octubre de 1934, la investigación demuestra una clara diferencia por sexos. Mientras que a las monjas se las intenta molestar

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lo menos posible, a los varones de la Iglesia se les busca como parte signifi cada del bando antirrevolucionario para ponerlos bajo custodia en el mejor de los casos. Se dieron casos de confraternización como el del cura de San Pedro de los Arcos que convive con los revolucionarios e incluso trata de convencerlos de cambiar el saludo por otro más fraternal: «¡Salud camaradas!» por «¡Salud hermanos!». En Asturias, el asesinato de clérigos tendrá como principal referencia la ejecución de los Hermanos de La Salle en Turón. En Oviedo las muertes producidas suelen estar vinculadas al uso o tenencia de armas. Como por ejemplo, los seis seminaristas de Santo Domingo o el cura de Olloniego, acusados de posesión y disparos. O el canónigo de la Catedral, muerto en el fuego cruzado al ser usado de escudo humano en respuesta al ejército, que usó esta práctica en su avance hacia Oviedo.

El número de víctimas en Oviedo no aumenta gracias a que los prisioneros antirrevolucionarios que se encuentran en el Instituto de Segunda Enseñanza (civiles y militares) consiguen escapar antes de que el edifi cio explote como resultado de una defl agración provocada de la dinamita que allí se encontraba almacenada. Es una acción de la retirada que hizo retumbar toda la ciudad.

4.16. Calle Martínez Vigil

Se ha generado un mito de los mineros basado en su coraje, organización y, cómo no, el uso de la dinamita. Pero en la realidad, junto a ellos también estaban los metalúrgicos y otras ramas de trabajadores. En Asturias había 50.000 mineros y metalúrgicos y 70.000 afi liados sindicales (58% en la ugt y un 35% en la cnt).

En el caso de Oviedo, la población de los barrios obreros como la Argañosa o el Postigo serán parte activa y fundamental en la segunda parte del confl icto, tras la retirada del Primer Comité Revolucionario.

Oviedo es una ciudad de izquierdas pese a la propaganda posterior, y pese a la destrucción producida en la ciudad la izquierda gana las elecciones de 1936: 24.000 votos frente a 16.000, estos datos también rompen la idea de «invasión» que la propaganda utilizó tras la Revolución. Los resultados electorales refl ejan que a pesar de la capitalidad y de ser la ciudad burguesa por excelencia, la población de izquierdas era mayoritaria.

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4.17. Calle Marcelino Fernández (Fábrica de Armas)

Al principio de la Revolución las armas escasean, lo que se suple con dinamita. Se llega a luchar por turnos: delante el que va con el arma y detrás le sigue un compañero desarmado; si el primero es abatido, el segundo recoge arma y sigue en la lucha. La toma de cuarteles de las cuencas permite tener más armas pero son insufi cientes hasta que se toman las fábricas de armas. Con la de Trubia se consiguen cañones —que son traídos a Oviedo tirados con cuerdas y al canto de La Internacional—; con la de la Manjoya se consiguen explosivos ilimitados; y con la de la Vega se suman 21.115 fusiles, 198 ametralladoras y 281 fusiles-ametralladoras, la mitad del armamento se reparte. El problema que surgió con este armamento fue la falta de munición, cuestión de la que se encargó el ejército, ya que la había evacuado en su retirada al cuartel de Pelayo antes de abandonarla. Los revolucionarios consiguen poner en funcionamiento un par de máquinas y consiguen una producción de hasta 5000 balas diarias, una cantidad a pesar de todo insufi ciente.

Los cañones de Trubia se emplazaron en el Naranco, en el depósito de agua de El Cristo y en el cementerio. Se llega a amenazar de muerte a quienes se nieguen a dispararlos. Pero se acuerda que no es legítimo fusilar a nadie por negarse. Ponen en uso los cañones abriendo fuego contra el cuartel de la Guardia Civil de Pumarín, la Cárcel Modelo, el cuartel de Pelayo y el perímetro defensivo de Uría. Los rebeldes tenían obuses pero sin espoletas; estas también habían desaparecido como pasó con la munición, por lo que al efectuar un disparo y hacer blanco en los muros del cuartel del Milán lo hacen sin explotar. Para suplir estas defi ciencias tiran de ingenio: se les ocurre adherir al obús dinamita encendida pensando que así estallará al impactar, el resultado es que explota en el cañón. Los cañones incautados en Oviedo también serán usados en Lena para atacar a la columna de militares que se acercan desde León y que habían sido frenados en la zona de Vega del Rey y Campomanes.

4.18. Calle Teniente Alonso Martínez

El cuartel de Pelayo era el principal y estaba en las afueras, en el actual campus universitario del Milán, rodeado de prados y con un muro circundante. El entorno hacía que la dinamita aquí no fuese determinante.

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El asedio del cuartel se benefi ció de la falta de acción ofensiva de sus ocupantes. Sin un mando claro, sino con tres ofi ciales de misma graduación y con soldados poco fi ables para sus mandos, más la presencia de familiares y huidos de combates con los revolucionarios, y escasez de víveres y agua. Asediados y con poca moral, dudan si rendirse y asisten cada día como oyentes a los combates que se efectúan en la ciudad. Hay que pensar que las explosiones y humaradas del centro de Oviedo eran notorias y no solo en los límites de la ciudad sino en buena parte del centro de Asturias.

Entre los que se habían refugiado estaban los supervivientes del cercano cuartel de la Guardia Civil de Pumarín, donde el mando ordenó una salida a caballo de la que solo uno de sus participantes llegó galopando al cuartel de Pelayo; los mandos que se escabulleron por un prado y la parte que iba en vehículos también llegan al cuartel militar. 4.19. Campus del Milán

En la fase fi nal el Comité Revolucionario aumenta la presión sobre el cuartel militar. Las tropas del ejército venidas desde Galicia que han controlado Avilés y las desembarcadas en Gijón han puesto fi n a la Revolución en esos lugares y avanzan sobre Oviedo, hostigadas por grupos de revolucionarios. Para los revolucionarios es necesario tomar el cuartel para conseguir munición y espoletas; de esa forma se podría intentar frenar el avance del ejército e incluso contraatacar: tomar el cuartel —y sus municiones— es la única opción de supervivencia. Intentan abrir brechas en los muros, pero son incapaces de salvar esa distancia a campo abierto y contra el bien pertrechado cuartel. Dentro permanecen 900 hombres y 300 mujeres y niños. El asalto fi nal se produce el día 10 y se ve frustrado por la aviación, pero aun así se espera que se rindan por sed, hambre y desmoralización por tantos días allí atrincherados.

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Las tropas del ejército rompen fi nalmente el asedio del cuartel. Se generaría después la polémica de quién fue realmente su libertador, si Ochoa o Yagüe. Al día siguiente el ejército desfi la por la calle Uría mientras aún se combate en los barrios de las afueras. Los revolucionarios en su retirada son capaces de frenar el avance militar a las cuencas mineras. Con la entrada de las tropas africanas se producen casos de saqueos y la matanza de Villafría entre otras. El mando militar tiene que atajar esas prácticas propias de la guerra de Marruecos, mientras Yagüe respalda las prácticas represivas.

4.20. El final

Los revolucionarios mantienen las cuencas mineras centrales, sin munición pero con abundante dinamita: ha llegado el momento de negociar el fi n. Se envía al prisionero pero colaborador teniente Torrens de la Guardia Civil a parlamentar. Tras su regreso con las condiciones y ante lo inadmisible de ellas, Belarmino Tomás volverá con él a Oviedo sin saber cómo será recibido. Llega a la presencia del general Ochoa en el cuartel de Pelayo y no es detenido sino que se sienta a negociar. Es otro momento único: la negociación entre el representante del Estado republicano y el represente de una revolución. Se dialoga y se llega a un acuerdo de puntos donde la parte sustancial es que se rendirán y entregarán armas por un lado; y por la otra parte, mientras no haya disparos, las tropas africanas al mando de Yagüe no entrarán en vanguardia en las cuencas. Tras la negociación se despiden ante la mirada de periodistas y militares, que no se pueden creer la situación producida. López Ochoa llega incluso a preocuparse de la integridad de Belarmino, le da la mano y le ofrece el mejor vehículo para garantizar su regreso a las cuencas. López Ochoa era un militar liberal republicano que si bien fue el máximo responsable militar de poner fi n a

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Mapa de Victoriano García publicado por la Fundación Barreiro en Revolución del 34 en Asturias

la Revolución, intentó cortar toda espiral reaccionaria. En 1936 Belarmino Tomás se convertirá en máximo dirigente de la Asturias republicana y López Ochoa será ejecutado y su cuerpo paseado por las calles de Madrid al ser considerado responsable de la represión en la Asturias del Octubre de 1934.

Con la paz llegó la posterior represión, llegando a producirse unos 30.000 encarcelados, 15.000 torturados por el comandante de la Guardia Civil Lisardo Doval como máximo responsable, la matanza de Carbayín… Pero no solo se llevó a cabo una represión política sino también laboral: los contratos quedaron anulados y los trabajadores debían presentarse nuevamente a sus puestos de trabajo y ser contratados a voluntad del patrón. A la destrucción se unían los muertos, heridos, las viudas, huérfanos, las cárceles llenas y la pobreza producida por la persecución patronal, todo bajo la mirada de la prensa nacional e internacional y la sociedad española dividida. En los siguientes meses 10.000 personas serían procesadas en Consejo de Guerra.

4.21. Conclusión

La Revolución de Octubre 1934 no fue el inicio de la Guerra Civil, como teorizan los que intentan justifi car el alzamiento fascista. A lo largo de los años anteriores había habido alzamientos militares y revueltas sociales: la Revolución también es parte de esa crisis de la II República… Simplifi car que los que fueron revolucionarios en 1934 son los mismos que son republicanos en julio de 1936 y que los que defendieron el Gobierno legítimo en el 34 son los mismos que se alzan en el 36 es mero reduccionismo interesado. En 1934 se rebelan socialistas, anarquistas y comunistas pero no los republicanos moderados o de izquierdas.

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Frente a ellos estará la fuerza pública, pero parte de esos ofi ciales y cuerpos que luchan contra los revolucionarios, en 1936 seguirán siendo leales al Estado republicano, lucharán en su defensa contra los facciosos y serán ejecutados por los sublevados. La Revolución de 1934 no es el antecedente que justifi que la Guerra Civil sino que el fracaso de la Revolución es el antecedente que da lugar al Frente Popular que ganará las elecciones de 1936.

Tras la derrota del 34 ni psoe ni pce volverán nunca más a plantear la revolución; y en la derrota la unidad se producirá en las cárceles donde socialistas, anarquistas y comunistas estarán por igual. Toda la izquierda se unirá realmente y la izquierda moderara republicana también. Lo harán para frenar la represión y la involución fascista. Al grito de «Amnistía», hasta los anarquistas votarán en 1936: será un acontecimiento histórico. El 34 es una lección que contribuirá a la victoria electoral del 36. La Revolución del 34 será un tema central en la campaña electoral de 1936: por un lado el miedo a ella y por otro por la libertad de sus presos, según quien lo mire. Será la derrota de la derecha lo que será determinante en el alzamiento militar y comienzo de la Guerra Civil.

El uso partidista de la historia y el interés por mantener viva la propaganda hacen que la Revolución del 34 sea un tema controvertido aún; de hecho realizar esta ruta del 34, más de ochenta años después, se asemeja a algo tan raro como hace cuarenta años sería hacerlo de la Regenta y sin embargo la obra de Clarín hoy es parte del día a día de la ciudad. Mientras, el recuerdo del 34 pervive no solo en el ámbito académico o ideológico, es parte de nuestra cultura como asturianos, ¿quién no ha cantado la Asturias de Víctor Manuel sin saber que los versos de Pedro Garfi as cantan a la Asturias del 34 y el 37?:

Dos veces, dos has tenido ocasión para jugarte la vida en una partida y las dos te la jugaste. […] Millones de puños gritan su cólera por los aires, millones de corazones golpean contra tus cárceles…

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4.22. Epílogo ruta

Reivindicar, conocer la historia cercana y el papel de la sociedad como motor de la historia es fundamental en una sociedad libre. Un acontecimiento de primer orden como la Revolución del 34 y que fue vivido por nuestros familiares directos, a favor o en contra, con miedo o esperanza, pero como parte de la realidad de aquella sociedad, es parte también de nuestra historia social e incluso familiar desconocida. Su recuperación no busca reabrir confl ictos, al contrario, se trata de conocer nuestra propia historia ya que como diría Marc Bloch «la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado».

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