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5. Un acercamiento geográfi co al Octubre del 34 en Oviedo

5. Un acercamiento geográfi co al Octubre del 34 en Oviedo

Adrián Gayo Rodríguez

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6.1. Introducción

La Revolución de Octubre de 1934 en Oviedo se fraguó en el contexto de una región y ciudad industrial, un espacio urbano consolidado como principal centro de referencia en el marco institucional, logístico y fi nanciero en Asturias.

Los combates afectaron precisamente a los principales edifi cios institucionales, hoteles y bancos de la localidad, donde generalmente se recluyeron las fuerzas del orden —debido a la mayor resistencia de sus pilares que el resto de edifi cios comunes— para frenar las acometidas de los revolucionarios. Por tanto, los espacios destacados del confl icto se dieron en el «Oviedo redondo» y en torno al Ensanche1 decimonónico: principalmente la calle San Francisco y el eje Fruela-Uría, que conecta con la Estación del Norte.

La topografía tuvo también un papel relevante en la disputa y en torno a esto se desarrolló gran parte del perímetro defensivo de las tropas gubernamentales. La ciudad se emplaza en una colina —en la falda del monte Naranco— que por uno de sus extremos presenta un

1 A pesar de que la ciudad no contó con un proyecto de Ensanche propiamente, generalmente nos referiremos a este espacio como el correspondiente entre las calles citadas. desnivel muy suavizado y excepcional, como es el entorno de la plaza de la Escandalera; lo que aporta al extremo opuesto enormes irregulares en el terreno: desde los 195 metros a los 235 metros de altitud —que se alcanzan en la cima de esta colina— en tan solo 400 metros de distancia. Por tanto, la orografía facilita o difi culta los avances de los insurgentes al interior de la urbe. Con estos criterios se realiza la línea defensiva, a partir de varios puntos de ametralladora en torno a Uría, para impedir el avance de los rebeldes en caso de que tomen la Estación del Norte —lo que les facilitaría la entrada—: si se atraviesa esta calle se penetra directamente al corazón de Oviedo (actual plaza de la Escandalera) y se encontrarían a un paso del principal espacio central: la plaza Porlier y la Catedral, donde se instaló el centro de mando de los defensores y se amparaban los principales cuadros y municiones. Este edifi cio gubernativo era el Gobierno Civil, que se encontraba en las cercanías de la plaza Feijóo, en el espacio correspondiente al antiguo monasterio de San Vicente,2 muy bien defendido desde

2 Existe cierta controversia en torno a la ubicación exacta de este edifi cio ya que unas fuentes defi enden que se situaba en el actual Museo Arqueológico y otras en las cercanías de la calle Águila; e incluso autores como Aurelio de Llano lo representan en torno a la calle Schultz. Pensamos que esta difi cultad para su

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el convento de las Pelayas y la Delegación de Hacienda (hoy Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo), que se encargaba de reprimir las incursiones que pudieran darse por la calle Azcárraga y Martínez Vigil; este último espacio se trataba de un arrabal medieval dispuesto en longueros en el que hay que destacar la persistencia de uno de los primeros modelos de vivienda obrera, los barrios ocultos: la Calleja la Ciega. A este perímetro defensivo se sumó una dotación de guardias de asalto que ascendió a la torre de la Catedral —desde la que causaron grandes bajas— y la plaza de Porlier, lugar de duros combates entre los siguientes edifi cios: la Universidad, el Banco Asturiano, el hotel Covadonga, la Telefónica y el palacio de la Audiencia, que serían seriamente dañados en la contienda.

El cuartel de Santa Clara fue uno de los principales núcleos de resistencia; su acoso fue tal que tuvieron que ser asistidos con víveres y municiones desde el aire por la aviación que realizaba reconocimientos y bombardeos. Desde este inmueble se ocupaban de surtir con alimentos y munición a la línea de ametralladoras que tenían dispuesta en Uría.

Otra muestra de cómo la topografía tomó un papel fundamental en el combate fueron los cañonazos que

representación se debe a la multitud de edifi cios públicos que se encontraban en torno al antiguo monasterio. Aunque sabemos que ocupaba una segunda planta de uno de esos edifi cios. En este texto vamos a situar el Gobierno Civil en torno al edifi cio del actual Museo Arqueológico, por lo tanto, se localizaría en el centro del perímetro defensivo levantado por las fuerzas del orden. dispensaban los revolucionarios por distintos puntos de la localidad, aprovechándose de terrenos más elevados: monte Naranco, el depósito de aguas —cercano a El Cristo— y desde el cementerio (hoy Seminario). La noche anterior al asalto a la ciudad fue tomada la fábrica de cañones de Trubia y los insurgentes disponen de esta importante herramienta, pero con difi cultades para usarla: los obuses no explotan porque les faltaba espoleta (aunque trataron de sustituirla por un instrumento casero). Como atestiguan fotografías aéreas del confl icto, la fábrica de la Vega es cañoneada por los rebeldes pero sus disparos no provocan explosión. Finalmente, los revolucionarios consiguen que uno de los ofi ciales les enseñe a disponer de estos cañones, que además, como señala Aurelio de Llano en su libro, eran de última generación —sistema Schneider— y las únicas piezas de todo el país. Estas aparecen en la fi lmación que posteriormente se emitirá en los cines de toda España con fi nes propagandistas: Luctuosos sucesos de Octubre del 34 en Asturias realizada por José Capúa. De la misma forma, algunos eclesiásticos dispararon desde el convento de Santo Domingo (actual colegio de los Dominicos) para reprimir las columnas de mineros que se acercaban entre Otero y San Lázaro.

Estas diferentes alturas y relieves de la capital permitieron, incluso, que el propio Aurelio de Llano redactara su crónica Pequeños anales de quince días: la Revolución de Asturias con lo que aconteció en la contienda y que él pudo observar desde la azotea de su vivienda,

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situada en la calle Cervantes. Con esta guía vamos a tratar de aportar otra mirada al paisaje urbano, a priori ajeno para jóvenes o viandantes.

A través de métodos de arqueología urbana trataremos de reconocer los usos urbanos en el Oviedo del 34, lo que junto a las edifi caciones persistentes, la trama urbana, las vistas, imágenes y fotografía aérea que conservamos del enfrentamiento, nos hará ser capaces de mirar Oviedo con los ojos de un revolucionario; analizando este territorio y los cimientos donde se desarrolló y triunfó la última revolución de componente obrero en Europa occidental, hasta conseguir integrar esta experiencia entre los atractivos culturales y turísticos de la ciudad.

6.2. Bases del desarrollo urbano contemporáneo

Para entender el contexto urbano y social en el que emergió y triunfó la Revolución debemos detenernos a analizar las bases de crecimiento urbano durante el siglo xix: la desamortización de Mendizábal, la nueva división territorial española de Javier de Burgos, el auge de las ciudades —y por tanto de los servicios y fi nanzas—, las mejoras en la red de comunicaciones —carreteras y ferrocarriles— y el desarrollo industrial asturiano y ovetense —en todo el municipio—. En este último aspecto, especialmente en lo que respecta a las industrias militares y similares, hay que destacar el traslado de la industria armamentística del País Vasco —para difi cultar que fuera requisada ante una posible invasión francesa— a Oviedo y su posterior ramifi cación en Trubia —como la fábrica de cañones—. Por otro lado, dada la necesidad de asistir con material explosivo a las minas asturianas, se desarrolló también en el municipio, a las afueras de ciudad, una fábrica de explosivos en la Manjoya. Este potente crecimiento fabril trajo consigo un fuerte componente obrero y tendrá un papel crucial en la contienda, especialmente en la segunda fase del confl icto, tras la disolución del Primer Comité Revolucionario y la retirada de gran parte de los mineros a las cuencas.

Oviedo, en 1934, era una ciudad burguesa por excelencia, donde predominaban nuevas actividades y empleos asociados a la capitalidad administrativa: funcionariado, fi nanzas y comercio; pero también aportaba un importante empleo industrial: la urbe contaba con tres estaciones de ferrocarril (Estación del Norte, Económicos y del Vasco), un depósito de máquinas y abundantes industrias como la ya mencionada factoría de fusiles, fábrica de gas (entre otras de menor tamaño) y también en las afueras de la capital: Trubia, Colloto, San Claudio, Tudela Veguín y la Manjoya.

Este desarrollo fabril y burgués no podría haberse desarrollado sin la desamortización de Mendizábal, que permitió el crecimiento interno y espacial de la ciudad —propiciando que se pudiera disponer de propiedades y terrenos hasta entonces en «manos muertas» (nobleza y clero)—, aspectos que tienen especial relevancia en Oviedo ya que es una urbe de importante componente eclesiástico y el lugar de residencia pre-

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dilecto para la nobleza asturiana desde el siglo xvi. Gran parte de estos terrenos, debido a su centralidad, pasaron a ser sedes administrativas como ocurrió en los siguientes casos: el convento de San Francisco, donde se construyó la Diputación y el Banco de España (hoy Junta General del Principado de Asturias y Presidencia, respectivamente), y su huerta, que se habilitó para espacio de recreo y actualmente representa todavía el pulmón de la ciudad (Campo de San Francisco).

Sin la nueva división territorial de Javier de Burgos, de corte liberal, tampoco podríamos comprender el Oviedo del 34, ya que muchos inmuebles gubernamentales se gestaron a raíz de esta nueva división territorial del Estado —que afecta también al ámbito judicial y militar—. Edifi cios como el hospital (situado por aquel entones en la actual plaza España), instituto (hoy en la parcela del instituto Alfonso II), Diputación, Banco de España, la cárcel (actual Archivo Histórico de Asturias) y la Audiencia Provincial —junto con un juzgado de primera instancia—. El Gobierno Civil ocupaba la segunda planta de uno de los inmuebles en torno al antiguo monasterio de San Vicente (Museo Arqueológico y plaza Feijóo) y en ese espacio se desarrollaron gran parte de las sucursales de esta nueva organización del Estado compuesta por delegaciones y jefaturas creadas a tal efecto: Gobierno Político (Museo Arqueológico), Intendencia de Rentas, Agricultura, Minas, Hacienda (ahora Facultad de Psicología), Montes, Obras Públicas, Estadística, Sección de Fomento, Junta Provincial de Sanidad, etcétera. Es el equivalente de la época a nuestra contemporánea plaza de España, donde se encuentran la mayor parte de consejerías y delegaciones del Gobierno central.

Junto a lo anterior hay que añadir las guarniciones militares del cuartel de Pelayo (Campus del Milán) y otras fuerzas del orden público: Guardia Civil (en el barrio de Pumarín), de Asalto —cuartel de Santa Clara— (actual Delegación de Hacienda) y Carabineros (hoy ese inmueble alberga en su bajo comercial una farmacia, esquina calle Magdalena con Marqués de Gastañaga). Todo esto hacía de Oviedo una urbe claramente institucional. Estos edifi cios tuvieron un papel fundamental en la contienda, ya no solo por la localización estratégica de los mismos, sino también por la mayor robustez de sus estructuras: en muchos casos sirvieron de cárceles, guarniciones, líneas de frente, etcétera.

En las inmediaciones del Gobierno Civil, centro de mando de las tropas gubernamentales en la contienda, se levantó el perímetro defensivo de más importancia: desde las Pelayas, pasando por la manzana correspondiente al antiguo monasterio de San Vicente, torre de la Catedral y la línea que cubría desde la plaza de Porlier (Casino, Audiencia, Telefónica y Gran Hotel Covadonga) hasta el Banco Asturiano (esquina calle San Francisco) y que cerraba el Hotel Inglés (actual El Termómetro), cuartel de Santa Clara y el frente de ametralladoras dispuesto en la calle Uría.

Pero estos espacios liberados a raíz de la desamortización no solo albergaron dependencias administrati-

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vas sino que también propiciaron el avance industrial y comercial en la localidad, como fue el caso del monasterio de la Vega, en cuyo solar se levantó la Fábrica de Armas; el convento de Santa Clara pasó a ser el cuartel de la Guardia de Asalto (hoy Delegación de Hacienda) y en su huerta se edifi có el teatro Campoamor y el mercado del Progreso (edifi cio La Jirafa). Este último fue el equipamiento comercial de mayores dimensiones construido en la capital. Estos lugares fueron centro de ataques y escaramuzas que garantizarían el triunfo o la resistencia para cada uno de los bandos.

A lo sumo, hay que destacar el auge del comercio y las fi nanzas. En cuanto al primero, el tradicional eje comercial medieval de Oviedo —compuesto por Magdalena, Cimadevilla, la Rúa— ya había sido relegado en favor del esplendor comercial que vivía el Ensanche: FruelaUría, calle San Francisco y el mercado del Progreso otorgaban el espacio principal para las actividades comerciales y fi nancieras. Entre estas últimas cabe destacar: Banca Masaveu, Banco de España, Banco de Oviedo, Banco Asturiano y el Banco Herrero, entre otros. Estos dos últimos todavía mantienen las edifi caciones originales (plaza Porlier y calle Fruela, respectivamente).

6.3. El contexto urbano de Oviedo

En el año 1930 el municipio de Oviedo contaba con unos 75.463 habitantes, similar al de Gijón —78.239— , pero muy por detrás de esta en cuanto a la población urbana: la ciudad portuaria sumaba 52.653 vecinos en su núcleo y la capitalina 42.210.3 Hasta el siglo xix la industrialización en España todavía era muy leve y tan solo se localizaba en enclaves singulares: Cataluña, Madrid, País Vasco o Asturias. Es a partir de ese siglo cuando comienza el desarrollo del transporte por carretera (vías: Gijón-Oviedo-León, junto con un ramal hacia Avilés; y Santander-Galicia) y ferrocarril, cuyo crecimiento fue progresivo hasta alcanzar la llegada de más de cuarenta trenes diarios en las primeras décadas del siglo xx a las tres estaciones (Vasco, Norte y Económicos), proveyendo a la ciudad de una centralidad más allá de las funciones antes destacadas.

A partir del auge de las actividades industriales y los transportes —junto con otras reformas liberales ya mencionadas— comienza a desarrollarse el capitalismo en España, con su emergente clase social a la cabeza —la burguesía— que será la que desarrolle la ciudad sobre sus criterios; es en este contexto en el que se desarrolla la Revolución de Octubre. En una ciudad de contrastes, de contradicciones, donde casi la mitad de su población son proletarios4 —a pesar de la pujanza de los servicios y la capitalidad administrativa—, donde la segregación de las distintas clases sociales no solo se produce en el suelo

3 Datos tomados del Censo de Población de 1930 (Instituto Nacional de Estadística) y Criado, M.C. y Pérez González, R.: La Población de Asturias. (1875-1970). Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, 1975. 4 En 1930 la población activa de Oviedo estaba distribuida: primario 8,4%, secundario 48,2% y terciario 43,4%. Datos tomados de Quirós Linares, F.: El crecimiento espacial de Oviedo, Departamento Geografía, Universidad de Oviedo, 1978.

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—los Ensanches burgueses frente a los arrabales medievales y los barrios ocultos en los que vivían gran parte de los obreros— sino que en el propio núcleo preexistente también se establece una jerarquización en altura: los sótanos y buhardillas eran ocupados por obreros y la planta principal (la primera) era la residencia de la pequeña y mediana burguesía. Pero en estos espacios del «Oviedo redondo» comienzan a desarrollarse importantes procesos de reforma interior, lo que provoca la expulsión5 de manera paulatina de la población más humilde hacia los arrabales medievales: Puerta Nueva Planta, Los Estancos (camino a Grado), la Argañosa (hacia San Claudio), la Vega (salida a Santander), el Rosal (camino a Castilla) y los surgidos a partir de la construcción de la carretera a León (hacia San Esteban y la Manzaneda: San Lázaro), el Postigo o el Campillín, entre otros.

En este sentido destacamos otros modelos o tipologías de vivienda obrera como los barrios ocultos y casas de vecindad: tipo de vivienda obrera que caracterizó al primer modelo de vivienda obrera surgida a raíz de la primera Revolución Industrial en Europa. Con carácter general solían establecerse en los patios traseros de otras viviendas, tenían de uso común el suministro de agua y el retrete, carecían de un sistema de alcantarilla-

5 Al encarecerse los alquileres de las nuevas viviendas tras las reformas hacían inaccesible para los trabajadores estos espacios que anteriormente habitaban. Los inquilinos que los ocuparán serán población de mayor poder adquisitivo, lo que describe por tanto, un proceso de gentrifi cación. do y no eran visibles desde la calle principal, de ahí su carácter «oculto».

Esta necesidad de vivienda se incrementó a medida que se producía el crecimiento industrial, ya que este desarrollo no se dio progresivamente, ni mucho menos, a este incremento: por un lado se produjo un incremento del precio del alquiler y el hacinamiento, como ya destacamos, lo que contribuyó de nuevo a que los obreros permanecieran más recluidos y al empeoramiento de sus condiciones de vida. Es en este contexto cuando surgen las primeras leyes e iniciativas que pretenden resolver esta falta de vivienda para los trabajadores: las Colonias y Casas Baratas, de las que también podemos encontrar un ejemplo durante nuestra ruta: las Casas Baratas del Marqués de San Feliz, vinculadas a la factoría de la Vega, eran viviendas destinadas a armeros que se levantaron fuera del perímetro industrial por falta de espacio en el parcelario interior. Y Colonias como las de la Prensa (Teatinos), Ciudad Naranco y Colonia Astur (orientadas a estratos medios, localizadas en el Naranco y desarrolladas en la década de 1930), Manuel Gutiérrez (Pontón de Vaqueros) o El Rayu (la Tenderina).

La vivienda obrera, por tanto, siempre estaba vinculada a elementos de rechazo: en el caso de Marqués de San Feliz, enclaustradas en torno a la frontera que ejercía la línea del ferrocarril, la Fábrica de Armas y la de gas; y en un espacio topográfi camente más bajo, lo que suponía que los desagües de los barrios altos (Cimadevilla) desembocaban sobre este espacio: Postigo, Cam-

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po de los Patos, etcétera y que a su vez estos residentes utilizaban para regar y abonar las huertas. Este hecho no solo recrudecía la vida de los obreros sino que la vida en estos espacios resultaba denigrante.

Los barrios obreros también se desarrollaban en torno a carreteras, aislados y de manera anárquica: la Argañosa (tras el ferrocarril y de camino a San Claudio), la Tenderina (carretera a Santander), Pumarín y Rubín (hacia Lugones), etcétera. Se extendieron generalmente sobre espacios húmedos, topográfi camente más bajos, desconectados y carentes de servicios básicos, alejados del centro de la ciudad y algunos totalmente aislados (como El Rayu), pese a que también otros se establecieron en torno al tranvía. Más ejemplos de barrios obreros en la ciudad son: San Lázaro, el Postigo, Los Estancos, la Vega, el Campillín —y Santo Domingo— o el Rosal.

Las condiciones materiales de vida de los obreros, producto de su alojamiento, no solo eran penosas sino que se veían endurecidas por las condiciones higiénicas y de salubridad que ya de por sí tenían que soportar en sus centros de trabajo y con una alimentación «básica», casi vegetariana, lo que provocaba que en estos espacios urbanos no solo existiera mayor densidad urbana y hacinamiento sino que se produjera mayor mortalidad y enfermedades específi cas.

Esta segregación social y espacial en Oviedo se ve reforzada, como destacamos, por la topografía: las clases altas vivirán en las zonas topográfi camente elevadas y las viviendas obreras —como hemos comprobado— se levantarán incluso en espacios marginales, ligadas a elementos de rechazo y en espacios más bajos y húmedos. El espacio ocupado por la burguesía —eje Fruela hasta Uría y calle San Francisco— era el más óptimo y saludable —ambientalmente—; disfrutaban de todos los servicios: pavimentación, abastecimiento de agua, alcantarillado e incluso alumbrado público. Era el barrio que iba dar cobijo a la clase dirigente y también el espacio topográfi camente más llano, no muy abundante en Oviedo, y por tanto cotizado. En este espacio burgués también se daba cierta jerarquización ya que las clases más adineradas vivían en quintas —residencias permanentes o de recreo— localizadas a varios kilómetros del casco o palacetes en el barrio de Uría. Este último espacio contaba con equipamientos de tipo cultural como el teatro Campoamor y comerciales como el mercado del Progreso, dentro de la ya amplia actividad comercial instalada. El Ensanche irá copándose progresivamente por los sectores burgueses desde Fruela y San Francisco; por tanto, cuanto más se acercaba a la Estación del Norte, este espacio iba perdiendo valor y todavía se mantenían ciertos salpicados industriales como La Amistad (que a principios del siglo xx ocupaba a más de cien obreros y fabricaba cocinas, camas, maquinaria, etcétera), pero progresivamente fueron desplazados para dejar más espacios al Oviedo burgués. Por tanto, observamos cómo la ciudad se polariza: por un lado aparecen los espacios de crecimiento correspondientes al Ensanche burgués y por otro arraba-

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les y lugares asociados a los barrios obreros. Mientras los primeros disfrutaban de todos los servicios, los segundos vivían hacinados en condiciones degradantes —donde incluso se les irrigaba con aguas fecales— y soportaban duras enfermedades provocadas por esa ausencia de condiciones higiénicas y ambientales.

Este hecho no fue producto del azar sino que se planifi có: los obreros debían salir del casco histórico y fueron recluidos en las zonas menos nobles de la ciudad, esto es, las que eran topográfi camente más bajas y de peores condiciones ambientales: lugares húmedos, oscuros y ligados a elementos de rechazo, para separarlos, por el contrario, de la ciudad señorial como era el nuevo Oviedo: principalmente el eje Fruela-Uría.

6.4. La fotografía aérea como herramienta de análisis del conflicto

Uno de los testimonios más interesantes con los que contamos de la Revolución de Octubre de 1934 es la fotografía aérea realizada por el Ejército del Aire para reconocer, evaluar y comunicar la precisión de sus ata- ques y tácticas durante el confl icto. Los aparatos aéreos, con este fi n, utilizaban técnicas y herramientas que van desde el reconocimiento —imagen y radio— hasta bombardeos o disparos de ametralladora. Su base principal fue el aeródromo de La Virgen del Camino en León (Grupo de Reconocimiento número 21) en coordinación principalmente con la Primera Escuadrilla del Grupo de Reconocimiento número 31 de Getafe.

El Ministerio de la Guerra, a cargo de Diego Hidalgo Durán, encomendó a Francisco Franco el asesoramiento para las operaciones debido a su conocimiento de Asturias: había estado destinado en la región y tenía experiencia en reprimir revueltas en este territorio, como la huelga de 1917. Estos trabajos se centraron en reconocimientos y bombardeos que se ejecutaron previa co- municación entre el jefe de Aviación y el jefe del Estado Mayor Central.

Oviedo fue la primera ciudad española peninsular en la que se bombardeó sobre población civil. En la Revolución de Octubre también llegaron a ser instigados algunos pueblos mineros del País Vasco, pero nada que ver con el nivel de actividad que tuvo el ejército durante la contienda en Asturias.

Como destaca el catedrático del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, Felipe Fernández García, sobre la Revolución de Octubre:

El confl icto determinó las tres funciones de la aerofotografía: la interpretación, es decir, la naturaleza e importancia de la actividad y los elementos de la organización del enemigo visibles en la fotografía; el análisis, el traslado al mapa de toda la información útil relativa al enemigo; y la utilización de la información, el traslado de la misma al Estado Mayor para determinar las intenciones del enemigo.

Gracias a su labor investigadora contamos con un nutrido testimonio de la disputa que no solo se fun- damen-

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ta en la propia fotografía aérea —que implíci- tamente arroja otros contenidos cualitativos: usos del suelo y cultivos, organización de la ciudad, edifi cacio- nes, etcétera— sino que nos aporta documentación de los partes de operaciones con las órdenes establecidas y las comunicaciones entre los principales protagonistas: el jefe de Aviación y el jefe del Estado Mayor Central. Disponer de fotografía aérea en esta década es un hecho exclusivo de las ciudades asturianas, ya que habrá que esperar hasta el Vuelo Americano (1945) —a cargo del Ejército de EEUU— para obtener imágenes aéreas de todo el país.

En los años 30 del siglo xx ni siquiera se habían avanzado gran parte los trabajos del Mapa Topográfi co Nacional (recordemos que Franco dirigió las campañas de 1936 con el mapa de carreteras de la Guía Michelín). Por tanto, estas representaciones del confl icto fueron cruciales para que las tropas gubernamentales planifi caran desembarcos, accesos a las ciudades, localizaran la presencia del enemigo y evaluaran sus operaciones.

A continuación ofrecemos a los lectores, gracias a la inexcusable colaboración de Felipe Fernández García y el Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, un material inédito con las órdenes durante la disputa, a partir de las cuales vamos a analizar y seguir el confl icto tal y como recibían las notifi caciones los mandos militares. Las imágenes que vamos a presentar son fotografías aéreas oblicuas sin horizonte. Este tipo de material permite analizar con mayor precisión lo que sucede en el interior de la trama urbana, ya que no se obtienen de manera perpendicular a la superfi cie -presentan cierta inclinación- y de este modo permiten un mayor análisis que facilita su lectura e interpretación.

imagen del 8 de octubre de 1934

Nos encontramos ante una vista vertical de Oviedo y su esquema de interpretación (Figura 1). La fase inicial de las operaciones, por parte del Ejército del Aire, consistía en labores de reconocimiento del territorio. Como destacamos anteriormente, al carecer España de un mapa topográfi co para el conjunto del país, no se disponía de un conocimiento claro del mismo, lo que difi cultaba cualquier operación militar: un desembarco, la entrada a una ciudad, etcétera. Estas fotografías corresponden al reconocimiento inicial para planifi car la entrada de las tropas del Gobierno en la ciudad y localizar posiciones rebeldes. Una vez fotografi aban el terreno volvían a su base de operaciones para realizar la interpretación (como muestra la fi gura siguiente) y añaden una cartela con los elementos destacados para que pueda ser fácilmente legible por terceras personas. Estas fotografías aéreas tomadas durante los sucesos de Octubre de 1934 en Asturias fueron utilizadas posteriormente como prácticas de fotointerpretación para los alumnos de la Academia Básica del Aire de la Virgen del Camino.

Además, en el parte de operaciones remitido por el jefe de Aviación, podemos constatar, a partir de la Figura 2, que el día 7 —previo a la foto actual— se ha realizado un bombardeo a la Fábrica de Armas de Tru-

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Figura 1. Vista vertical de Oviedo obtenida el día 8 de octubre y esquema de interpretación. Fuente: Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino (Departamento de Geografía, Universidad de Oviedo.

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Figura 2. Parte de operaciones, día 11 de octubre. Fuente: Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino. (Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo)

bia y a las posiciones desde las que los revolucionarios cañoneaban Oviedo: monte Naranco, depósito de El Cristo y la loma del cementerio.

La imagen muestra una instantánea previa a la explosión máxima del confl icto, y constatamos que el grueso de la ciudad no ha sido afectada visiblemente, por tanto, nos encontramos ante el Oviedo del 34 en su estado original. Esta fotografía es de tipo vertical –no tiene inclinación sobre la superfi cie- y con orientación oeste, nos aporta gran detalle para conocer los espacios urbanos preexistentes en los que se produjo el confl icto, así como importantes edifi cios destacados (refl ejados en la cartela). También podemos percibir las vías de acceso más propicias —tanto terrestres como por ferrocarril— que describen para la toma de Oviedo por el ejército.

imagen del 12 de octubre de 1934

En la Figura 3 observamos principalmente el espacio correspondiente a la calle Uría y Nueve de Mayo y gran parte del Oviedo señorial, con varios edifi cios incendiados. Se trata de una fotografía oblicua —orientada al sudeste— que nos permite analizar con gran detalle la trama urbana.

En el centro, encontramos edifi cios de importancia como el teatro Campoamor, el mercado del Progreso, el cuartel de Santa Clara y la Casa Blanca (Uría).

En las órdenes de operaciones correspondientes al día 11 (Figura 2), la aviación bombardea el frente sur y sureste de la ciudad, ya que es solicitado por la resistencia gubernamental en la ciudad. El nivel de acoso al que son sometidos los defensores es muy alto y los víveres y municiones escasean. Desde el cuartel de Santa Clara trasladan (según el parte de operaciones comproba-

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Figura 3. Oviedo, 12 de octubre de 1934. Fuente: Ejército del Aire. Archivo del cecaf. (Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo)

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Figura 4. Oviedo, 13 de octubre de 1934. Cuartel de Pelayo. Fuente: Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino. (Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo)

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do) a la aviación mediante un cartel: «hasta mañana tenemos municiones de artillería». De la misma manera, los defensores del cuartel de Pelayo destacaban mediante pintadas en el suelo: «tenemos municiones y agua hasta mañana».

Desde estos fortines los soldados y tropas no solo reclamaban sus demandas y necesidades sino que le comunicaban a la aviación las tácticas a desempeñar, por ejemplo: desde el cuartel de Pelayo se indicaba: «bombardear estación de ferrocarril»; y desde Santa Clara se anunciaba: «ocupamos casas próximas al cuartel»..

Imagen del 13 de octubre de 1934

En la Figura 4 nos encontramos en el centro de la imagen el cuartel de Pelayo -su fachada principal en primer término- y la Fábrica de Armas, que se insinúa en el ángulo superior izquierdo. Constatamos su carácter aislado y fortifi cado –existe un perímetro amurallado-, lo que facilitó la defensa de las tropas en su interior e impidió a los revolucionarios utilizar su táctica más habitual y exitosa: el uso de dinamita desde los edifi cios colindantes.

La imagen, con una disposición sur, constata en esta fecha la llegada de columnas del ejército en el cuartel. Debido a que son visibles multitud de vehículos que permanecen en el cuartel (en imágenes anteriores no aparecen). También podemos percibir en la trasera del cuartel, en el suelo, parte de la mensajería -escrita en blanco con grandes letras- buscando comunicarse con la aviación (aparece al revés según la disposición actual de la foto), generalmente solicitando víveres, munición y objetivos de ataque para sus aliados. En este caso anunciaban la escasez de víveres y municiones.

Por último, en la derecha de la imagen, a partir de técnicas de fotointerpretación, se ha detectado que en el patio –al lado de los vehículos estacionados-, se está produciendo un fusilamiento de varios revolucionarios: se comprueba que las personas están alineadas y los cuerpos yacen en el suelo con presencia humana alrededor.

Imagen de Oviedo, 20 de octubre de 1934

La imagen de la fi gura 5 revela parte de las destrucciones provocadas por los bombardeos e incendios tras la contienda, al término de la Revolución. Son visibles algunos daños provocados desde la calle San Francisco hasta el edifi cio de la Universidad, presente únicamente sus pilares maestros. Pasados ya los combates, observamos las calles abarrotadas con gente paseando; un detalle que refl eja el fi nal del confl icto, frente a las fotos de días anteriores. Por otro lado, la imagen nos aporta una espléndida panorámica del centro de Oviedo, desde Uría hasta la Estación del Norte, calle Pelayo, el Hospicio (actual Hotel de la Reconquista), los almacenes industriales cercanos a la Cárcel Modelo y la iglesia de San Pedro de los Arcos -al fondo-, un enclave que tuvo gran relevancia en la retirada de los revolucionarios y donde se produjo el acontecimiento de Aída Lafuente.

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Figura 5. Oviedo, 20 de octubre de 1934. Cuartel de Pelayo. Fuente: Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino. (Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo)

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