Tentativas sobre el actor en el cine moderno argentino (1957-1976) Jorge Sala Yo te filmo, te registro, te miro, te conservo. Conservo tu imagen en la emulsión. Y te revelo. Química o alquimia. Te proyecto. Algo tuyo (¿el alma?) te fue robado. Desnudo te publican. Te proyectan. Tu alma a la intemperie, impúdicamente exhibida como en un mercado de esclavos. ¿Ignorabas el contrato? El diablo lo sabía y vos vendiste tu intimidad por la futilidad y la banalidad de la eterna juventud y la belleza. Yo te registro y te reproduzco. Te duplico, te triplico y te multiplico. Yo soy el padre, la ley y vos sos el hijo. El actor obediente y disciplinado como todo hijo. Autoritarismo, autoridad, autor. Alberto Fischerman. Actor rebelado, actor revelado.
Hacia el final de The Players Versus Ángeles caídos (Alberto Fischerman, 1969) el actor Clao Villanueva concreta un acto subversivo orientado a romper (infructuosamente) con las imposiciones a las que se vio sometido a lo largo del rodaje de la película. En un primer plano, amontonado junto a otros cuerpos de los que apenas logra divisarse fisonomía alguna, Villanueva se dirige a cámara para impugnar una propuesta que buscaba ilustrar una pretendida espontaneidad en el juego de los intérpretes pero cuya decisión última corría por cuenta del director, tal como afirmó el propio Fischerman cuando definió a su ópera prima como un “discurso explícito sobre el actor quien, en sus improvisaciones, cree ejercer una libertad que el montaje castrador hará aparecer como ilusoria” (Fischerman, 1993: 32). El fragmento de este film –con toda seguridad el más radical tour de force acerca de la actuación que ha dado el cine local- pone en evidencia el problema de las relaciones entre los actores respecto a este medio en lo que fue la concreción de la modernidad. Un proceso que tuvo como escenario la larga década del sesenta (Jameson, 1997) que, en el caso argentino, se extendió entre 1957 y 19761. Dicha época, dominada por la
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Diversos estudios (Cfr. Gilman, 2003; Sigal, 1991; Terán, 1991) establecen como punto de inicio de los sesenta el derrocamiento del segundo gobierno de Juan Domingo Perón en 1955. Sin contradecir estas opiniones y en tanto preferimos optar por una periodización interna a los movimientos del campo cinematográfico proponemos situar la fecha inaugural en los años sucesivos, es decir en el momento en que se promulga la ley 62/57 de creación del Instituto Nacional de cinematografía (INC), el mismo año del estreno del film La casa del ángel (Leopoldo Torre Nilsson), obra emblemática de la modernidad. Por otra parte, acordamos con los autores cuando afirman que el golpe de 1976 marca un quiebre no sólo