Reporte sobre dolor, esperanza y desazón. El cine documental político argentino entre 1984 y 1989

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Reporte sobre dolor, esperanza y desazón. El cine documental político argentino entre 1984 y 1989

Por Javier Campo

Entre 1984 y 1989 se realizaron una gran cantidad de films que abrieron otras perspectivas dentro de la vertiente política en esos años. Se seleccionarán aquellos documentales que solo tienen como foco la política represiva de desaparición de personas de la última dictadura militar. Este conjunto de films guardan una línea temática afín a los films de los períodos anteriores, independientemente de que se encuentren bajo signos ideológicos diferentes. Se prefiere tomar aquellos documentales que se dedicaron a la violencia represiva debido a que, siguiendo a Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga, “en los años 80 las intervenciones estuvieron centradas en el debate en torno a los alcances y las significaciones de la dictadura y, sobre todo, en la denuncia de los crímenes cometidos por el Estado” (2012: 37). Es decir que no formarán parte del análisis aquellos que no se dediquen a describir o denunciar cuestiones que tengan que ver con políticas represivas (desaparición de personas, específicamente) de la etapa 1976-1983.1 La producción documental de la década del ochenta ha “quedado asociada a la ‘teoría de los dos demonios’”, para Lior Zylberman (2011: 211). Básicamente debido a que, argumenta Gustavo Aprea, se ha considerado que “La república perdida 2 es el film en que se presenta de forma explícita la mirada dominante en la cinematografía nacional durante los años ochenta” (2007: 97). Sin embargo también fueron realizados otros films testimoniales que, según Paola Margulis, no intentan minimizar el conflicto sino que, por el contrario, abren toda una línea de preguntas, incertezas y denuncias en torno de los horrores vividos durante la última dictadura militar. En el grueso de los casos, se trató de documentales que no accedieron a un estreno comercial en salas argentinas (2011: 20). Los films documentales políticos argentinos sobre violencia represiva realizados entre 1984 y 1989 en su mayoría, excepción hecha del film canónico al que se refieren Zylberman y Aprea, están estructurados coralmente por las voces testimoniales (Margulis, 2014).

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Serán dejados a un lado aquellos que construyeron un relato histórico democrático-institucional que se plantea como legítimo: La república perdida (Miguel Pérez, 1983), Evita, quien quiera oír que oiga (Eduardo Mignogna, 1984), El misterio Eva Perón (Tulio Demicheli, 1987), DNI (Luis Brunati, 1989), y Permiso para pensar (Eduardo Meilij, 1989). También serán marginados aquellos documentales que se dediquen a problematizar cuestiones del período reciente no vinculadas directamente con la desaparición de personas, Por una tierra nuestra (Marcelo Céspedes, 1984), Buenos Aires, crónicas villeras (Marcelo Céspedes y Carmen Guarini, 1988) y País cerrado, teatro abierto (Arturo Balassa, 1989). Asimismo aquellos films que coinciden temáticamente con esta selección pero fueron dirigidos y producidos por extranjeros: Las madres de Plaza de Mayo (Susana Blaustein Muñoz y Lourdes Portillo, 1985) y De la Argentina (Werner Schroeter, 1985).

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