ESTANISLAO ZULETA Aproximación a su pensamiento

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ESTANISLAO ZULETA Aproximaciรณn a su pensamiento ESTANISLAO ZULETA An Approach to His Thinking



ESTANISLAO ZULETA Aproximación a su pensamiento ESTANISLAO ZULETA An Approach to His Thinking Editores/Editors: José Jesús Osorio Luz A. Ortiz Julio C. Serna Valencia


ESTANISLAO ZULETA Aproximación a su pensamiento ESTANISLAO ZULETA An Approach to His Thinking Diseño de Portada/ Cover art: Dan Cuenca Traductores/Translators: Leonard Morin, Rosene Zaros, Steven Stewart. Las fotografías de Estanislao Zuleta son propiedad de la familia Zuleta. Editores/Editors: José Jesús Osorio Luz A. Ortiz Julio C. Serna Valencia Primera Edición Bilingüe/ First Bilingual Edition: Febrero/ February, 2008 ©2008 Momentos de… Publicado por Momentos de… and John Jay College of Criminal Justice. Puerto Rican/Latin American Studies Department ISBN www.momentosde.org Impreso en Nueva York/ Printed in New York Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de los editores.


ÍNDICE / CONTENTS AGRADECIMIENTOS

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PRESENTACIÓN

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SEMBLANZA. José Zuleta

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ESCRITOS DE ESTANISLAO ZULETA: 1. Elogio de la dificultad

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2. Sobre la guerra

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3. Sobre la lectura

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RESEÑAS: Teorías de Freud al final de su vida. Introducción. Estanislao Zuleta

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Arte y filosofía. Sandra Lucía Jaramillo Restrepo

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Conferencias sobre historia económica de Colombia. Alejandro López Carmona Tres rescates.

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Comentario a Así habló Zaratustra. Alejandro López Carmona 55 El pensamiento psicoanalítico. Carlos Mario González

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Estudios sobre la psicosis. Luis Antonio Restrepo

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La poesía de Luis Carlos López. Carlos Mario González

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Educación y Democracia. Un campo de combate. Alberto Valencia Gutiérrez 68 Psicoanálisis y criminología. Sandra Lucía Jaramillo Restrepo 70 La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi. Alberto Valencia Gutiérrez El Quijote, un nuevo sentido de la aventura. Alberto Valencia Gutiérrez Ensayos sobre Marx. Luis Antonio Restrepo

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Elogio de la dificultad y otros ensayos. Alberto Valencia Gutiérrez Ensayos selectos. Luis Antonio Restrepo

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Conversaciones con Estanislao Zuleta. Alberto Valencia Gutiérrez Colombia: Violencia, democracia y derechos humanos. Alberto Valencia Gutiérrez Thomas Mann, la montaña mágica y la llanura prosaica. Alberto Valencia Gutiérrez Lecciones de Filosofía. Lógica y crítica. Alberto Valencia Gutiérrez Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. Alberto Valencia Gutiérrez

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ACKNOWLEDGEMENTS

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PREFACE

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BIOGRAPHICAL SKETCH. José Zuleta

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IN PRAISE OF DIFFICULTY. Estanislao Zuleta

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ON WAR. Estanislao Zuleta

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ON READING. Estanislao Zuleta

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FREUD’S THEORIES AT THE END OF HIS LIFE. REVIEWS: INTRODUCTION. Estanislao Zuleta

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ART AND PHILOSOPHY. Sandra Lucía Jaramillo Restrepo

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DON QUIXOTE: A NEW SENSE OF ADVENTURE. Alberto Valencia Gutiérrez

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COMMENTS ON FRIEDRICH NIETZSCHE’S THUS SPAKE ZARATHUSTRA. Alejandro López Carmona

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THOMAS MANN: THE MAGIC MOUNTAIN AND THE PROSAIC PLAIN. Alberto Valencia Gutiérrez

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COLOMBIA: VIOLENCE, DEMOCRACY, AND HUMAN RIGHTS. Alberto Valencia Gutiérrez

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AGRADECIMIENTOS Momentos de… grupo cultural creado con el objetivo de unir a la comunidad hispana residente en la ciudad de Nueva York, a través de la difusión y promoción de la cultura y el arte en sus diferentes manifestaciones; pretende con este libro: ESTANISLAO ZULETA Aproximacion a su pensamiento. ESTANISLAO ZULETA: An Approach to His Thinking, contribuir en la labor de divulgación de quien fuera declarado como el pensador más destacado de todos los tiempos en Colombia. Para nosotros, en el papel de promotores de la cultura y en especial como seguidores de su pensamiento, es más que un honor habernos encaminado en esta apasionante tarea. Por ello queremos dar especial agradecimiento a todas las personas que han hecho posible la publicación de este libro: a José Zuleta por brindar todas las posibilidades; Alberto Valencia Gutiérrez, de la Universidad del Valle; Sandra Jaramillo, de la Corporación Estanislao Zuleta; Luis Barrios, del John Jay College of Criminal Justice (CUNY); Federico Perez Bonfante, de la Universidad del Valle; Leonard Morin, por su trabajo de coordinación en las traducciones; a los traductores: Rosene Zaros, Steven Stewart; Dan Cuenca, por el diseño de la carátula; y por supuesto, a todo el grupo de apoyo en la realización del coloquio: Fabiola Osorio, Richard Prado D'Achiardi, Lourdes Vela, Jaime Atencio, Afsaneh Moradian, Valente Aldana, Victoria Cardona, Inés Arrubla; a Fredy Castiblanco de Terraza Café, y a los asiduos participantes en las presentaciones de Momentos de…en Terraza Café, por su apoyo continuo a nuestra labor cultural. Momentos de… Editores: José Jesús Osorio Luz A. Ortiz Julio C. Serna Valencia 7


PRESENTACIÓN Tomar en serio la vida, el arte y el pensamiento es ya una manera de oponerse a la tendencia dominante de nuestra civilización.

Estanislao Zuleta El pensamiento de Estanislao Zuleta y su legado intelectual es algo que por fortuna ha traspasado ya las fronteras generacionales y que hoy en día en Colombia se divulga de manera ininterrumpida, no solo por los que tuvieron la fortuna de conocerlo, en tiempo, espacio y palabra sino por todos aquellos que llegamos a sus ideas a través de la palabra escrita, esta misma palabra que en el mayor de los casos no es más que el hermoso recuerdo de lo que fue su enorme talento como orador; como bien lo menciona William Ospina: “Zuleta hizo de la conversación un arte admirable”1. Y fue a partir de la conversación que nos dejo su obra, en numerosas charlas y conferencias, en auditorios, salones de clases, cafeterías o simplemente con algunos amigos fue donde imprimió sus ideas, allí fue donde él se atrevio a pensar, “pensar por si mismo” era para Estanislao una de sus principales frases de batalla; por eso criticó la educación manipulada por las exigencias del sistema: “la educación y los maestros nos hicieron un mal favor: nos ahorraron la angustia de pensar”. Es quizás por esta misma razón que Zuleta amaba el arte, sabía que nuestra humanidad necesita un acercamiento más directo con la filosofía y el arte si queremos evitar ese “Cataclismo de Damocles”2 del que nos habla García Márquez. Afirmaba que desde el arte se puede emprender la más alta revolución social y ponía como ejemplo el Renacimiento. Toda su vida la dedicó a la aventura de leer. Mientras cursaba el cuarto grado de bachillerato abandonó el colegio, porque le quitaba tiempo para sus propias lecturas, y emprendió entonces una tarea sistemática de lectura, de investigador; “lenta, cuidadosa y rumiante”. De allí surgiría su concepción de una lectura que afecta y 1

Revista Semana del 25 de agosto de 2003, como parte de la edición especial “El colombiano de todos los tiempos”. 2 Conferencia pronunciada por Gabriel García Márquez el 6 de agosto de 1986, en el aniversario 41 de la bomba de Hiroshima. Ixtapa, México, 1986.

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que transforma, que nos libra de caer en el círculo vicioso del consumismo, de la acumulación de una serie de libros e información que no logra plantearnos ningún problema ni ninguna angustia. Para Zuleta: “Leer a la luz de un problema es pues leer en un campo de batalla, abierto por una escritura y por una investigación”. Este libro recoge tres de los ensayos más representativos de la obra de Estanislao Zuleta, los que se han elegido para que junto con las reseñas de toda su obra publicada hasta el momento y una semblanza escrita por su hijo José Zuleta, el lector pueda lograr una aproximación general a su pensamiento. “El Elogio de la Dificultad”, es el ensayo más publicado y difundido de toda su producción intelectual, en el que el autor pone en contraposición al ideal de felicidad como meta posible y alcanzable, la realidad y la necesidad de “… una vida difícil y tormentosa que nos impulse el anhelo de vivir”. El segundo ensayo, “Sobre la Guerra” es una propuesta desde un punto de vista político e intelectual sobre la solución del conflicto y la guerra, invitando a este mismo “el conflicto” a hacer parte de un espacio social en el cual pueda desarrollarse. El tercer ensayo, “Sobre la Lectura” representa lo que para Zuleta era la felicidad de leer, “que leer es trabajar” nos dice mientras nos habla de Niestzshe como un povocador de la lectura, de aquella lectura que afecta y transforma, que plantea problemas. Finalmente, “Semblanza” de Jose Zuleta, es una biografía con un tono poético para que los lectores conozcan un poco más acerca de la vida del pensador. En la amplia bibliografía, que el lector encontrará en este libro, se observa no sólo la riqueza de su pensamiento -manifestado en las diversas disciplinas que abordó- sino también el gran interés que Zuleta mantuvo por comunicar que el saber no era labor de una área especializada. Ponemos en sus manos la obra del pensador e intelectual más importante de los últimos tiempos en Colombia3, y esperamos que este nuevo descubrimiento pueda forjar en todos una vida comprometida con el arte, capaz de instigar en nosotros el anhelo por sociedades mas justas; entendiendo como nos dice Zuleta que “…el conflicto y la dificultad son partes constitutivas de la sociedad”. Julio C. Serna Valencia 3

Ver revista Semana, edicion No. 1.112, agosto 25 a 1 de septiembre de 2003.

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SEMBLANZA Por José Zuleta A la memoria de Margarita Velásquez El 3 de febrero de 1935 nació en Medellín Estanislao Zuleta Velasquez. Su padre, Estanislao Zuleta Ferrer, era un abogado con múltiples inquietudes intelectuales; había escrito varios ensayos de crítica literaria y de opinión política en la revista Claridad, que circuló por los años treinta en esta ciudad. Tenía una tertulia con Fernando González, Fernando Isaza y otros amigos, con quienes leía a Montaigne y hacía experimentos de hipnosis para observar el comportamiento del psiquismo humano. Eran ateos y anticlericales, algunos de ellos eran masones y, en general, el tipo de intelectuales que por esos años producían las facultades de Derecho. En 1933, Estanislao Zuleta Ferrer se casó con Margarita Velásquez, y dos años más tarde, y a la usanza antioqueña, de ese matrimonio ya tenían dos hijos. La familia se había trasladado a Bogotá, donde el joven abogado de 29 años era asesor de una compañía de petróleos. Pero como había abierto en Medellín una oficina con Fernando Isaza, debía viajar con frecuencia a esta ciudad para atender sus negocios. El 19 de junio de 1935 Estanislao Zuleta Ferrer viajó por última vez a Medellín; el 23 su esposa recibió un marconigrama que decía: "He terminado mis asuntos. Esta tarde visito a Fernando González. Mañana viaja SCADTA. Me gustaría verte en el campo. Lleva a los niños. Un abrazo. Estanislao". al día siguiente Margarita arregló a la nena y al niño, y a mediodía tomó el tranvía del campo de aviación de Techo. Estaba lloviendo. Margarita miraba por la ventanilla esa ciudad fría y empañada, donde se sentía extranjera. El niño tenía cuatro meses y tres semanas: era el 24 de junio de 1935. En el aeropuerto, se acercó a la oficina de SCADTA y preguntó: "Señorita, estoy esperando a mi marido que viene de Medellín, se llama Estanislao Zuleta". La señorita dejó caer el labio y clavó la mirada en el niño que Margarita tenía dormido sobre el hombro; entonces dijo: "Señora, pasó una cosa muy horrible. Váyase para su casa, hubo un accidente: murió Gardel". Los aviones se chocaron en la pista y explotaron; desde el barrio Manrique se vio una bola de candela como un sol anaranjado y humeante. Desde su finca "Otraparte", Fernando González se quedó 10


mirando el brillo magnífico de las llamas que consumían a su amigo, y por la noche, cuando aún no se habían apagado los escombros, y luego de escuchar el radioperiódico, dijo "Ahora ya no hay con quien hablar en este país...". Unos años después, Estanislao Zuleta Velásquez ingresó a la escuela. Allí nunca se sintió bien. Cuando cursaba cuarto año elemental, el profesor de aritmética llamó a Margarita y le sugirió que le hiciera un chequeo al niño porque "no podía entender, vivía abstraído y se asfixiaba en clases". Los médicos dictaminaron que padecía asma y que tal vez sufría una especie de retardo mental. En adelante, sus relaciones con la escolaridad y con la salud mental fueron más bien conflictivas. La ausencia del padre vino a ser reemplazada por la evocación maravillosa y continua que de él hacía Margarita; ella se sentaba horas enteras con su hijo, antes de dormirlo, para narrarle un padre extraordinario, mitificado y glorioso. Estanislao no tuvo, pues, un sustituto de su padre: tuvo un padre configurado por la narración. En esa narración había un ingrediente fundamental que era un desprecio por lo actual, por lo real, por el presente, que obedecía a la negación de Margarita a otro amor, a otro hombre,, pues ninguna pasaba la prueba de la confrontación con su maravilla irrecuperable. Esta actitud difería de la de Penélope, en que la esperanza, para Margarita, fue lo primero que se perdió. Estanislao fue influenciado para siempre por esas referencias al pasado y al origen que vinieron a crear en él una inusitada pasión por lo narrado, durante la infancia, y más adelante, por los libros. Para Estanislao el mundo quedó dividido en dos: por un lado estaba el mundo de lo práctico, o sea, el mundo inmediato, y por otro, estaba el mundo de lo verdadero y de lo sublime, que se encontraba oculto y en reposo dentro de los libros. De este modo, se fue alejando cada vez más del ámbito cotidiano de la vida práctica, de las relaciones familiares, de ciertas formas sociales de relación, para que la timidez y la idealización se apoderaran para siempre de su carácter. Entre los 10 y los 17 años, Fernando González se constituyó en el tutor y en el "padre"; él orientó las primeras lecturas e introdujo un ánimo de independencia del entorno social e intelectual, que sería definitivo en la ulterior trayectoria de sus ideas y de su vida. La lectura fue su gran refugio; leía con una avidez incolmable. Por esa época Margarita tenía un costurero donde se confeccionaban los trajes de novia de las niñas ricas de Medelllín, y allí, en medio de 11


sedas y velos blancos, Estanislao seguía leyendo, esperando el fin de semana para irse a "Otraparte" a caminar con Fernando por las quebradas de Envigado y confrontar entre los bosques las ideas que habían surgido en el costurero de su madre. Esa fue su primera influencia y su primera formación. Fue durante esos paseos con Fernando González cuando Estanislao conoció la filosofía, pero ese conocimiento, según sus propios recuerdos, no fue en modo alguno un conocimiento teórico: "En esas caminadas, Fernando se detenía a cada momento y de pronto se quedaba mirando una hormiga que bajaba por una rama; entonces me decía: para tí la hormiga está a nuestro lado, y creemos que el suelo que pisamos está abajo y que la luz que nos permite ver viene de arriba, pero para la hormiga las cosas son de otro modo". Estas reflexiones ingenuas, esa filosofía de paseante, descorrió los velos de lo evidente, y una mirada crítica sobre el mundo comenzó a alborear en la mente de aquel joven de trece años. De los amigos, en primer lugar habría que hablar de Fernando Isaza, tío político y de quien diría don Gabriel Cano en un editorial de El Espectador: "Las condiciones del estilo de Fernando Isaza fueron en él innatas y consubstanciales, porque no escribía más correcta y elegantemente al final de sus días que como lo hacía hace 50 años, en plena adolescencia intelectual, y porque sus lecturas literarias fueron voluntariamente escasas y no sujetas a método alguno. Ecléctico en literatura como escéptico en filosofía, sus lecturas se orientaron menos hacia el pensamiento o la doctrina de los libros, que hacia el estilo y, sobre todo, hacia la personalidad humana de sus autores". En efecto, Fernando Isaza regaló a Estanislao Zuleta La Montaña Mágica cuando éste cumplió 14 años, y lo alentaba a que no pensara solamente en las historias que leía sino también en sus autores, en lo que éstos proponían en sus vidas. Fernando Isaza rehusaría una candidatura presidencial y varios ministerios, pero no rehusó ser, al lado del otro Fernando, un maestro y un alcahueta en los días de juventud de mi padre. Cuando Estanislao comunicó a su familia el propósito de abandonar el colegio, se armó un revuelo que parecía iba a romper para siempre los vínculos con la parentela. Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a la familia y les dijo: "Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita mucho tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable". Este fue un acto de amistad que inauguraría la contravía en la cual se iba a desarrollar su existencia. Con esa licencia filial y con la libertad que su autoridad le 12


daba, Estanislao continuó con el proyecto que se había trazado, cuyo primer paso era abandonar el colegio. Después... Mario Arrubla, Oscar Hernández, Carlos Castro Saavedra, Oscar Ochoa, Delmiro Moreno, Ramiro Montoya y Gonzalo Arango, fundaron el Centro Literario Porfirio Barba-Jacob. Las reuniones tenían lugar los sábados en la Biblioteca Santander; leían lo que escribían ellos mismo. Después de las reuniones, y en medio de la excitación de las discusiones y de la charla, sobrevino la bohemia. En el Café Regina, en el Metropol, en la Tienda del Sordo y en las calles de Medellín se oyeron sus poemas, recitados por voces afirmativas, jóvenes y ebrias. En las mesas de los cafés, los tangos vendrían a recordar el origen y la tragedia. Al final de las noches esculcaban los bolsillos, buscando la moneda que podría prolongar el exceso y la palabra. Por esos días había un muchacho en Medellín que pintaba. Se llamaba Fernando Botero. Había estado trabajando en unas obras que reunió bajo el nombre de "Las mujeres azules", y consiguió que este trabajo fuera expuesto en el Museo de Antioquia. Estanislao se entusiasmó con las obras y realizó la presentación en un texto casi desconocido que tituló "La pintura de Fernando Botero". En este texto decía: "...¿Por qué emociona la pintura?, ¿qué puede ser para que haya hombres que eligen su vida a través de ella?, ¿qué significa esta lección? Sabemos bien que la pintura empezó con el hombre; como todo lo esencial, nunca pudo ser inventada y permanece igualmente nueva, tampoco termina nunca, ni se agota, pues como dice Hölderlin "Difícilmente abandona el lugar lo que habita cerca del origen". Y la pintura habita cerca del origen, es decir, que está presente como una posibilidad siempre indicada de nuestra vida en la estructura misma de la conciencia. Es necesario que nos dirijamos a esta posibilidad original si queremos comprender realmente la obra de un pintor". "Los cuadros de Botero parecen imágenes que hubieran encarnado de pronto. Una preocupación estética muy semejante al amor ha descartado de ellos todo lo que pudiera reforzar la impresión de existencia real. Los colores, repartidos en grandes planos, producen una especie de decoración afectiva; el dibujo se impone ampliamente como en los frescos, destacando el objeto de su existencia ideal, 13


suprimiendo todas las complicaciones de la percepción. Son formas sintéticas, sencillas, y presentan la hermosa característica de que sólo quieren ser lo que son; fantasmas imaginarios, es decir, productos de una pasión que busca desembarazarlos de lo que en ellos no sea sensible para todos"4. Ese escrito fue la primera publicación que hizo en su vida. De los amigos del Centro Literario, Oscar Ochoa era el más bohemio: con él, los tangos y los poemas de Barba-Jacob recorrieron las noches y llenaron las horas. Alguna vez, en un aniversario, recordaron que León de Greiff había traído de México, en una comisión consular, los restos del poeta que había dado nombre a su tertulia. Entonces fueron al Cementerio Universal y, ante la tumba de Miguel Angel Osorio (Barba-Jacob), leyeron ensayos sobre sus obras y recitaron sus versos. Esa era la vida y la actividad del grupo. Pero Oscar Ochoa, Ochoíta, el más frágil de todos, comenzó a derrumbarse y finalmente enloqueció. Este acontecimiento conmocionó a Estanislao y a Arrubla, que hasta esos días sólo habían leído algo del psicoanálisis. Entonces comenzó una lectura sistemática del psicoanálisis, en la cual se pedía cuentas sobre la pérdida del amigo. En 1953, Estanislao había ingresado al partido comunista y fue invitado a Bucarest al Encuentro anual de Juventudes Comunistas. A ese viaje se oponía Fernando Isaza y la familia, pero Fernando González en esta ocasión salió en su defensa y le escribió una carta a Fernando Isaza donde hablaba de la juventud como la época en la cual se deben vivir todas las experiencias, sin avaricia, y concluía diciendo: "En tu caso personal, Fernando, entiendo que te opongas, porque estás viejo y además has leído mucho Selecciones". Este viaje terminó con la relación entre Estanislao y Fernando Isaza, quien, sin embargo, seis años más tarde, fue padrino de bodas de su primer matrimonio. Ese viaje en compañía de Oscar Hernández fue definitivo en sus ulteriores lecturas. De allí trajo algunos libros de Sartre, que consiguió en París, y también algunos números de Les Temps Modernes. Había observado el movimiento intelectual de París, y, al 4

“Consideraciones sobre la pintura y sobre la obra de Fernando Botero”, fue publicado en Elogio de la dificultad y otros ensayos, FEZ, Cali, 1994, pags. 313-318.

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confrontarlo con el que se realizaba en Colombia, vio que era necesario replantear las lecturas y trabajar por una cultura más universal que comprendiera otras miradas y abriera espacio, para que también aquí fuese posible promover el conocimiento de la antropología y el psicoanálisis. Además vio que había que sumar otras miradas y otras disciplinas en el pensamiento de nuestros problemas políticos. La vida intelectual de Estanislao se puede definir como esa búsqueda. Como es obvio, mi conocimiento de esta época de la vida de Estanislao, mi padre, obedece a sus propios recuerdos y a los de Margarita y las tías. El período de Bogotá fue resumido por él en una entrevista, de la cual transcribo unos apartes: "Mis primeros estudios -si se descuentan unos pocos inútiles, completamente estériles, años de bachillerato- fueron, hacia 1951 y 1952, la lectura de diversas obras filosóficas, entre las cuales me causaron una muy grande impresión principalmente Platón y Descartes. En el año 1952 comencé a leer a Freud, con poca compresión pero con mucha pasión. Leí los trabajos que podrían denominarse de análisis directo: La interpretación de los sueños, El chiste, La psicología de las masas, y La psicopatología de la vida cotidiana". "Si no recuerdo mal, un poco más tarde, en el año 1954, comencé a estudiar a Heidegger muy detenidamente, principalmente El ser y el tiempo, y poco después a Sartre, El ser y la nada y las obras sobre psicología: La imaginación, Lo imaginario y La fenomenología de las emociones. Hasta ese momento había recibido influencia pesonal de algunos amigos de mi padre: Fernando Isaza y Fernando González, quien escribió un libro que se llama Cartas a Estanislao, o sea, mi papá". "Un poco después, en el año 53 o 54, leí por primera vez un texto de Marx, Manuscritos del 44. No conocía nada de marxismo, tampoco sus divulgaciones, pues, como se recordará, hasta ese año del 53 la prohibición que pesaba sobre el marxismo era supremamente fuerte; ese fue el año en que subió al poder Rojas Pinilla. Ese texto de Marx, al que siguieron algunos otros, me llevó a hacer algunos estudios sobre la situación económica y política y a fundar con unos amigos la primera publicación en la que yo participé: Crisis, una revista de política y economía". "Más adelante, durante el año 56, viajé a Bogotá. Entonces comencé a trabajar en el Instituto de Investigaciones Históricas, bajo la dirección de Pérez Villa, lo que me permitió hacer estudios sobre 15


historia de Colombia; también me permitió estudiar durante casi un año completo todos los textos históricos de Hegel: Historia de la filosofía, Las lecciones de la filosofía de la historia, La estética. Entonces participé en otra publicación que había tenido origen estudiantil, que se llamaba Junio". "En el año 1958 se ofrece un viaje a Sumapaz para residir entre los campesinos en calidad de instructor. Emprendí entonces la primera lectura de El Capital. En ese año se conocieron también muchos otros estudios de marxismo; era el período -por lo menos para nosotros, a quienes llegaba todo un poco retrasado- llamado de la desestalinización. Entonces se pudieron conocer los marxistas polacos. Los textos de Sartre sobre el marxismo, Los comunistas y la paz, por ejemplo, y algunos otros de Merleau-Ponty, entre ellos Humanismo y terror; eran textos muy anteriores, del 52 al 57, que finalmente llegaron aquí. En realidad, los estudios sobre el marxismo siguieron en gran parte en dirección a los textos de la llamada desestalinización. Textos que eran muy próximos entonces al pensamiento que se ha dado en llamar existencialista, aunque sus propios autores no gustan mucho de este calificativo, ni Sartre, ni Heidegger, y menos Merleau-Ponty". Entonces estudié ya las obras en conjunto de estos autores, en la medida en que se conseguían en francés, en inglés o en castellano". "En el año 59 trabajé en el Ministerio de Trabajo, en una oficina que se llamaba Seguridad Social Campesina, e hicimos un libro entre varios autores sobre el departamento de Nariño (publicado precisamente por el Ministerio de Trabajo), en el cual se puede notar muchísimo la influencia del marxismo. Publiqué igualmente algunos ensayos en esa época, de los que recuerdo sobre todo uno que fue objeto de múltiples ataques por parte de la prensa conservadora, que se llamaba "Sobre el matrimonio, la prostitución y el onanismo: tres taras de nuestra sociedad". "En esta época no existía ninguna corriente marxista organizada, diferente al partido comunista, que, a pesar de la desestalinización, seguía practicando una forma de organización, una política educativa, cultural y teórica, prácticamente tan dogmática como la de la época del stalinismo. Por ese motivo, con algunos amigos, entre ellos, Mario Arrubla, Jaime Mejía Duque, Delimiro Moreno, Eduardo Gómez, fundamos entonces un grupo político con una publicación propia que se denominó Estategia. Nosotros estábamos desde ese año ya en Bogotá: sin embargo, seguíamos participando desde lejos y colaborando con Crisis". 16


“A Estrategia se vincularon en seguida también otros amigos: Jorge Orlando Melo, Guillermo Mina y Javier Vélez, que luego se han dedicado a la enseñanza de la filosofía; sacamos, pues, algunos números de Estrategia; yo escribí allí un análisis del proceso electoral que se llamaba Claves para las elecciones. Luego escribí un estudio sobre las corrientes de izquierda en Colombia: Contribución a un debate sobre la política revolucionaria; y, finalmente, un estudio en el que recogían en el año 63, la principal preocupación teórica que había tenido en los últimos diez años, que se titulaba Marxismo y psicoanálisis". "También en el psicoanálisis, desde luego, se presentaban nuevas corrientes, principalmente la corriente que encabezaba, desde el 53, Lacan, a quien yo comencé a leer un poco tardíamente con muy mala comprensión: con más empecinamiento que comprensión. Desde el año 58, finalmente, comenzó a sernos más accesible, a partir de que volvimos a sus textos publicados en la revista La Psychanalyse, luego de haber leído los textos de sus discípulos, puesto que los de él mismo vinieron a ser comprendidos a posteriori, lo cual condujo a una nueva lectura de las obras de Freud, esta vez completa". "En los años siguientes me interesó cada vez más la aplicación del psicoanálisis al estudio de la literatura, que había sido una pasión desde la infancia; especialmente Dostoievski, Thomas Mann, Kafka y luego también la literatura sartreana. Publiqué algunos trabajos poco después sobre psicoanálisis y literatura, por ejemplo, un estudio que publicó la Gaceta de Tercer mundo, y que luego h sido reproducido en diversas universidades, sobre una novela de Arrubla, denominado Comentarios a La infancia legendaria de Ramiro Cruz". En el año 56, y luego del viaje a Europa, vinieron grandes cambios en la vida de Estanislao. La segunda y definitiva salida de la casa materna y el traslado a Bogotá, donde, en compañía de Mario Arrubla, Alvaro Vélez, Rómulo Jaramillo, Bernardo Guerra, Octavio Vélez y otros amigos, compartían una pensión de cinco pesos mensuales, que incluía comida y lavado de ropas. La dictadura de Rojas Pinilla acentuó el interés por los problemas políticos; la militancia y el estudio del marxismo eran la prioridad de aquellos días. El interés por los problemas colombianos y la aplicación de la teoría marxista a la sociedad colombiana produjeron un grupo de estudio, que daría sus frutos más tarde con los trabajos de Arrubla sobre el subdesarrollo y de Estanislao sobre la tenencia de la tierra en Colombia. 17


En aquella época de militancia habría que recordar una aventura que contribuye a conocer su carácter. La aventura comenzó en una fiesta en la que María del Rosario Ortiz Santos, sobrina de Calibán y cobijada con el manto de la casa Santos, se interesó por la joven figura intelectual que había llegado a Bogotá. Aquella fiesta terminó en la parroquia del Sufragio en Medellín y, más tarde, en las montañas del páramo de Sumapaz, un municipio donde el Partido Comunista tenía muchas simpatías, y donde se debía hacer lo que denominaban formación de cuadros. En medio del frío y la mala alimentación, Mario Arrubla, Mario Vélez y la pareja de recién casados, trataban de explicar a los atribulados campesinos los problemas de la lucha de clases, al tiempo que les enseñaban a leer y a escribir. Pero de esta montaña, que poco o nada tenía de mágica, regresarían rápidamente a la ciudad. Ya en Bogotá, surgieron algunas publicaciones como Junio, Agitación, y luego Estrategia, revista de crítica contemporánea. Los directores, Mario Arrubla y Estanislao Zuleta, abrieron una librería con otros amigos, que funcionaba en la calle 19, arriba de la séptima en Bogotá: se llamó Librería La Tertulia, y allí funcionaba Estrategia. También intentaron editar: Jorge Orlando Melo tradujo Problemas del método de Sartre, y Ediciones Estrategia editó el libro que fue un fracaso económico. Finalmente, la librería tuvo el destino que su nombre sugería, y los múltiples socios terminaron por repartirse los libros y acordaron seguirse viendo en "El Automático" para seguir las tertulias. Finalmente, la crisis se extendió a Estrategia; a ésta se sumó la ruptura del matrimonio de Estanislao y el proyecto político quedó aplazado. Estanislao, tenía tres hijos, estaba perseguido por los agentes del DAS, quienes informaban a todos los sitios donde trataba de trabajar que él era un comunista indeseable. Pero las adversidades nunca interrumpieron su trabajo intelectual; al contrario, lo hacían más activo. Después de largas jornadas de lectura, se iba a los cafés -"El Cisne", "El Automático"- para hablar con los amigos de lo que estaba pasando y de las lecturas. León de Greiff fue un amigo que, desde aquellos días hasta la muerte del poeta, influiría definitivamente en la vida de Estanislao. Una amistad como todas las de León: incondicional y a la vez distante; elevada sobre el terreno del arte y la poesía, donde la política y la teorización no estaban invitadas a la mesa. Sobre ese acuerdo tácito sobrevino una tertulia literaria que nada tenía de formal y que fue siempre accidental, disculpada en alguna época por la costumbre de 18


reunirse todos los sábados en casa de Estanislao para almorzar frijoles y tomar aguardiente, en compañía de Boris, Hjalmar, el negro Mina, Javier Vélez, Oscar Espinoza y otros amigos de la casa. En 1964 Jorge Orlando Melo se había casado con Margarita González y Germán Colmenares con Marina, hermana de ella. A una fiesta, en casa de los Melo, invitaron a Estanislao y a la hermana menor de Margarita y Marina, una estudiante del Liceo Francés, de diecisiete años, llamada Yolanda González, y que sentía admiración por los intelectuales. Yolanda fue el gran amor de Estanislao, con ella vivió veinte años y tuvo dos hijas. Después del segundo matrimonio, Estanislao trabajó en la Universidad Libre de Bogotá hasta 1969. La familia vivió en Cali hasta 1971, y luego vino a Medellín, donde fue profesor de la Universidad de Antioquia hasta 1975. En todo ese período estuvo trabajando demasiado tiempo por la subsistencia; la escritura fue muy afectada por ello, aunque escribió Psicoanálisis y criminología e impulsó la creación de tres publicaciones mimeografiadas, llamadas Contraataque, Polémica y Veinte varas de lienzo. Su actividad fundamental fue la de promover la lectura de El Capital de Marx, con los que él llamaba el grupo de Cali y el grupo de Medellín, y de los cuales fueron surgiendo esas publicaciones. También al final de este período comenzó a hacer clínica psicoanalítica, intentando seguir el método freudiano, pero con grandes dificultades para manejar la contaminación, pues en la elección de los pacientes pesaba más el afecto que tuviera por ellos que la distancia que suponía una relación analítica. Del grupo de Medellín eran Klaus Meska, Alvaro Tirado, Juan Camilo Ochoa, Antonio Restrepo, Beatriz Abbad, Gloria Arango, Yolanda González, Santiago Peláez, Fernando Zambrano, Iván Villegas y otros que no recuerdo ahora. Pero el suicidio de Iván Villegas produjo una crisis que terminó por disolver el grupo y sumió a Estanislao en una depresión de la cual no saldría hasta que fue invitado a Cali para hacer parte del recién fundado Centro Psicoanalítico Sigmund Freud. Allí, y como hacía siempre en épocas de crisis, Estanislao volvió sobre las obras de Thomas Mann, y de esta manera surgió la exposición sobre La Montaña Mágica en veinticinco charlas que después fueron reunidas y publicadas por Colcultura con el nombre de Thomas Mann, La Montaña mágica y la llanura prosaica, en 1977. En la época del Centro Psicoanalítico se pusieron de moda unos grupos que grababan lo que Estanislao decía en la charlas y luego 19


lo transcribían para estudiarlo. De estas charlas y de esas grabaciones son hijos los libros La teoría de Freud al final de su vida, Editorial Latina, 1978; La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi, Editorial Nueva Letra, 1980; Comentario a Así habló Zaratustra, Univalle, 1981. También existen, de esta época, sin publicar, las charlas sobre “Inhibición, síntoma y angustia”, “Teorías de la infancia”, “Análisis terminable e interminable”, “Construcciones en el análisis”, “Más allá del principio del Placer”, “El duelo en Chejov, Proust y Mann”, “El mercader de Venecia, Ricardo III y El Rey Lear, de Hakespeare”, “La mujer en Faulkner, Hemingway y Poe”, “Sobre el amor”, “La metamorfosis de Kafka”, “La náusea de Sartre”, “El hombre del subsuelo de Dostoievski”; “Luces de Chejov”, “La fenomenología del espíritu de Hegel”, “El ser y el tiempo, de Heideger”, y otros textos que fueron parcialmente transcritos o que se perdieron como “El Quijote, Sartre y el psicoanálisis”, y “Poe y el alcohol”. Como se ve, en esta época Estanislao vuelve sobre los temas y las lecturas más importantes, dejando la lectura de Marx para el consabido grupo de Cali, que seguía funcionando en su casa los fines de semana y del cual surgiría la última publicación política orientada por Estanislao: Ruptura, de la cual se hicieron tres números. A partir de aquí, Estanislao rompió para siempre con la idea de partido de Lenin y abandonó el ideal socialista de Marx, como se puede ver en los textos que sobre este autor escribiría más tarde: El fetichismo en Marx, Marx y los derechos humanos, y El individualismo en Marx. Luego surge el texto Elogio de la dificultad, que daría a conocer en el acto en el que recibió el doctorado Honoris Causa en psicología de la Universidad del Valle, en 1981, y que introduce una mirada sobre la sociedad, que se había gestado muchos años atrás, para la cual fueron ingredientes fundamentales el estudio de la antropología, las lecturas de André Gorz, de Bachelard, de Roland Barthes, de Bahro, de Kautsky y de los nuevos filósofos franceses. En el texto pedía cuentas al ideal revolucionario y a los fantasmas contenidos en él, y no dejaba de mirar el capitalismo como una terrible enfermedad de la humanidad. La democracia surgía entonces como el menor de los males, pero era necesario repensarla y hacerla más democrática, dentro de los terribles límites de nuestra sociedad. A esto se refieren los últimos trabajos de Estanislao.

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En 1984, Estanislao es llamado por el gobierno de Belisario Betancur como asesor de la Secretaría de Integración de la Presidencia de la República, cargo en el cual desempeña múltiples funciones en el proyecto PNR (Plan Nacional de Rehabilitación) y en la redacción de documentos oficiales de esa oficina. En 1985 sobreviene su última gran crisis con la ruptura de la relación con Yolanda González, y en 1986 debe abandonar la ciudad de Cali por amenazas contra su vida. Entonces, las Naciones Unidas lo nombran asesor en la Consejería de la Presidencia para los Derechos Humanos, y más tarde en un proyecto para la autonomía municipal en el departamento del Valle; su trabajo consistía en dar charlas sobre democracia y participación y en redactar documentos. En diciembre de 1988 regresa a Cali y se reincorpora a la Universidad del Valle, donde trabajaba desde 1976; de sus clases en esta universidad también surgieron, por el sistema de grabación de las clases, algunos textos que publicaría más adelante la Editorial Percepción. Estos textos fueron: El pensamiento psicoanalítico, Arte y filosofía y Estudios sobre la psicosis. En los últimos cuatro años de vida, Estanislao emprendió una lectura crítica del psicoanálisis, estableciendo una contraposición con las teorías de la teología y preguntándose sobre la validez del determinismo inconsciente que planteaba la teoría de Freud. En esta última mirada sobre el psicoanálisis se preguntaba por el sistema demostrativo de Freud, con el cual no estaba ya de acuerdo, más concretamente, en lo que se refiere a la interpretación de los sueños. Así, pues, se había propuesto servirse tanto del psicoanálisis como de la etología para reformular la inteligencia humana. En una de las notas para este trabajo escribió: "La inteligencia, definida provisionalmente como capacidad de pensar, capacidad de adoptar una actitud de expectativa exploradora que permita una adquisición cognitiva, un nuevo saber, capacidad de autorreflexión crítica, es en gran parte imaginación. Pero no es, desde luego, cualquier tipo de imaginación. No una imaginación completamente sometida a los fantasmas, reiterativa, compulsiva, como la que se dan en ciertas formas de neurosis. Tampoco las fantasías que podríamos llamar compensadoras, principalmente las comandadas por pasiones y emociones como el odio y la rabia y las que son actualizaciones de omnipotencia. Por importante que pueda ser su papel en la economía del psiquismo, su relación con el pensamiento es más bien pobre, aunque no son excluyentes. Confieren en todo caso un espacio para 21


pensar, mucho mayor que el paso al acto; significan una primera distancia que permite en principio la elaboración y la autorreflexión". Así, pues, vemos al viejo Estanislao indagando al final de su vida sobre los mismos temas que se planteara al comienzo de su trayectoria intelectual, porque en su caso personal nunca concibió una verdad absoluta, una teoría única que diera cuenta de todo y por siempre. Así, y según la cita de Hölderlin que trae a cuento de la pintura de Botero, podemos decir que "difícilmente abandona el lugar lo que habita cerca del origen", y, en el caso de Estanislao, jamás se abandonó la pregunta sobre la felicidad y la tribulación del pensamiento, que devino de una interrogación permanente sobre su origen y su destino. Pero, dejando de lado los aspectos biográficos, surge una pregunta: ¿cuál es la singularidad de Estanislao como pensador? ¿Cuál fue su aporte y cuál era la dirección de su trabajo intelectual? La universidad colombiana, y en general nuestra cultura, ha sido durante la última mitad de este siglo dominada por un ánimo de especialidad. Las diversas disciplinas intelectuales han buscado lenguajes y esquemas cada vez más independientes; las llamadas ciencias sociales reúnen bajo estas dos palabras discursos cada vez más específicos a cada disciplina, produciendo así un intrincado mapa de jergas y particularidades que separan y singularizan el pensamiento y la crítica, creando un mosaico en el cual cada especialista es celoso de preservar las fronteras de su disciplina. Los historiadores se han repartido las diversas épocas de nuestra historia, y cuidan de ellas como de feudos. Los filósofos se ubican desde la lógica analítica o desde la filosofía de las ciencias o del lenguaje, tratando de reducir cada vez más su órbita de pensamiento. Los psicólogos y los psicoanalistas parecen no tener ya nada en común. Los profesionales de la disección literaria, por su parte, se reparten autores y estilos para dar rienda suelta a sus especulaciones. Los antropólogos se unen y se pierden con sus respectivas tribus en una selva donde cada uno es cacique de su etnia. Y los violentólogos suman todos los días más muertos a sus estadísticas, sin alcanzar a comprender los motivos de tanta sangre. La vía de Estanislao Zuleta es la de tratar de pensar al hombre y a la sociedad en su conjunto. Dejando de lado el limitado pero seguro refugio de una disciplina, luchó durante cuarenta años de trabajo y estudio por traspasar los muros que cada disciplina había levantado y para emprender así la búsqueda de un pensamiento más universal, que 22


confrontara los distintos autores y las teorías para abrir preguntas y enriquecer el pensamiento. ¿Qué es un pensador? ¿Cómo, viajando en solitario por un terreno tan árido como el nuestro, es posible que ocurra este fenómeno? En el caso de Estanislao hay un elemento que puede dar alguna luz a esa pregunta. Buscando entre sus papeles, descubrí un grupo de cuadernillos fechados todos en 1955, cuando Estanislao tenía 20 años. En ellos hay una característica común, y es el título lacónico que llevan: Problemas. Son 556 páginas escritas a mano, en que, a manera de diario, Estanislao se pregunta sobre sí mismo. En alguna parte dice: "Mi proyecto nace de una contemplación de la situación concreta en el mundo y de la voluntad de cambiarla y cambiar las circunstancias reales; por lo contrario, el sueño, la aventura imaginaria, nace de un intento de abstraer la situación concreta en el mundo, de una voluntad de negarla. La distinción principal es la de que la imaginación no contempla la situación concreta, no repara, imagina que realiza, no opera en el mundo, lo niega, y por eso nos aísla de él". En esta época Estanislao se dio a la tarea de confrontar sus propios problemas con las teorías de Sartre y de Freud sobre lo imaginario, sobre la muerte, sobre el amor, y asumió la superación de sus limitaciones como un gran proyecto intelectual, buscando apoyo en la literatura y en la filosofía para tratar de comprender la problemática humana. En esos diarios de lecturas y meditaciones es evidente que Estanislao asume su postura intelectual desde su problemática personal, en continua confrontación con las teorías y discursos que iban surgiendo de sus lecturas. Tal vez por ello fue un lector tan agudo y tan poco dado a la acumulación de información erudita o sistemática, porque en su caso estaba de por medio su vida. Y fue precisamente Sartre quien introdujo una característica fundamental en la trayectoria de Estanislao, la exigencia primordial de una conducta paralela a un pensamiento. Pocos conocen la difícil tarea que resulta de hacer de la vida un compromiso ético. No es fácil, en un entorno como el nuestro, asumir la soledad a que obliga la independencia intelectual y la inflexible voluntad de asumir sus consecuencias. En el transcurso de su vida, Estanislao tuvo dos influencias que habría que subrayar: Thomas Mann y Sigmund Freud; pero me refiero a ellas no como teorías o concepciones del hombre, sino también, y muy especialmente, a sus personalidades. Me atrevería a decir que los ideales del yo de Zuleta fueron fundamentalmente estos dos pensadores. Freud y Mann fueron lecturas de su juventud, pero 23


cuarenta años más tarde seguían siendo autores a los que recurría contínuamente. Esas dos figuras fueron el eterno entorno de su búsqueda. Tal vez porque allí estaban condensadas todas sus idealizaciones, y también todos sus obstáculos. La familia, tengo que decirlo, fue para él, más que una seguridad o un proyecto, una limitación y un conflicto. Sus múltiples pasiones rebasaban el ámbito de lo familiar, y aunque su carácter idealizador promovía utopías y fraternidades, su racionalidad le advertía los peligros de tales deseos y lo regresaban a su habitual distancia de pensador solitario. Si bien Estanislao entendía el amor como una empresa común, en la cual era necesario tener una comunidad de ideales y de búsquedas en un terreno de respeto y de reciprocidad, lo cierto es que dichos ideales y búsquedas generalmente eran trazados por él de manera unilateral, según sus propios criterios, y se referían, más que a un proyecto familiar, a la relación con Yolanda, su mujer, su refugio y su compañera incondicional por muchos años. Sus relaciones con la parentela fueron prácticamente nulas; aunque pensaba y hablaba de su familia, prefería no frecuentarla, ni ser frecuentado por ella. Los únicos entretenimientos que tenía eran resolver problemas de ajedrez o jugar de vez en cuando una partida y, al final de su vida, ver películas en betamax antes de dormirse; por lo demás, siempre dormía muy poco, cuatro o cinco horas a lo sumo; lo demás, era lectura y trabajo, y, en algunos períodos de su vida, alcohol, con el cual, a pesar de ser un excelente contertulio, no tuvo, según sus propios términos, buenas relaciones. No fue nunca un ser mesurado. Al contrario, si uno quisiera definirlo en este sentido, habría que decir que Estanislao fue un hombre excesivo, excesivo en el afecto, en la lectura, en las exigencias éticas, en la conversación, en el humor y en la depresión, en el amor y en los dos litros diarios de café, en la crítica y en el aprecio, en los cincuenta cigarrillos mentolados al día, en la bohemia y en la esperanza en una sociedad en la cual todos los días se reconocía menos. Estanislao murió el 17 de febrero de 1990 en la mesa de trabajo, donde preparaba dos cursos que debía dictar este año: uno sobre la obra de León de Greiff y otro sobre ética y política. Acababa de cumplir 55 años, vivía solo con sus libros, en un pequeño apartamento cerca de la universidad. La víspera de su muerte me dijo: "¿Sabes una cosa? Me está gustando la soledad, uno se acostumbre y termina por quererla". Al día siguiente, la empleada lo encontró: tenía 24


un café y unas tostadas en la mesa. Su apasionado corazón se había parado para siempre. Pretender abarcar en unas pocas páginas el contenido de una vida tan intensa como la de Estanislao Zuleta, es un propósito a todas luces irrealizable. Hacer un perfil o una semblanza es, sin caer en la frivolidad que estos estilos suponen, el limitado resultado de esta tarea. No pude, pues, más que intentar un esbozo de lo que fue la existencia de Estanislao Zuleta. Todo este tiempo, en el que la muerte parece solazarse con los seres más próximos, he pensado en ese hecho absoluto y aplastante que tan frágilmente nos separa de la vida y nos muestra que en la vida habitan todos los sentimientos, todas las expectaciones: habitan la historia y el dolor, el gozo, lo sublime y lo ruin; en la vida hay luz, hay formas, olores y sonidos, y también hay nostalgia. En la muerte, en cambio, no hay nada. Nada. Y aunque el umbral, la línea de sombra que separa la vida de la muerte es leve y azaroso, la diferencia entre estos dos estados de nuestra materia es monstruosamente diferente. Entonces entendemos por qué existen religiones, por qué para los indígenas era necesario proveer de alimento a sus muertos para el largo viaje. También por ello existen teorías sobre la reencarnación o la transmutación; pero además sobre el arte y el pensamiento. El arte y el pensamiento procuran rasgar las vestiduras de la muerte y entrar en el tiempo con voluntad propia; así, ante la muerte de su creador, la obra continúa. Entonces, el ámbito, el tiempo del artista y del pensador, no es el tiempo de sus días, no es el tiempo de su permanencia, sino el tiempo de su obra, y en ese sentido, aún tenemos a Estanislao.

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1967: Con Yolanda González y José Zuleta por la Séptima en Bogotá. Fotos propiedad de la familia Zuleta.

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ELOGIO DE LA DIFICULTAD5 Por Estanislao Zuleta La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido. Conferencia leída por Estanislao Zuleta el día viernes 21 de noviembre de 1980 en el acto en que la Universidad del Valle le concedió el Doctorado Honoris Causa en Psicología, como reconocimiento a sus méritos académicos e intelectuales. 5

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Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él. Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia -por la desgracia- de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos. En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro -y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo-, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de un fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así también hay un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la "causa" absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión. Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular -todos lo son- como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira. El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no 28


problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno -el grupo- y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto. Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el 29


ideal y de encarnar la Promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada. Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado o estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior. Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades. Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismo fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. El es así; yo me vi obligado. El cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El discurso del otro no es más que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es 30


una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados. Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa. En el carnaval de miseria y derroche propio del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad. Dostoyevski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van no sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido. Dostoyevski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón. Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado. Este énfoque nuevo nos permite decir como Fausto:

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También esta noche, Tierra, permaneciste firme. Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor. Y alientas otra vez en mí la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia.

1980: Recibiendo el Doctorado Honoris Causa en Cali. Fotos propiedad de la familia Zuleta.

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SOBRE LA GUERRA6 Por Estanislao Zuleta 1. Pienso que lo más urgente cuando se trata de combatir la guerra es no hacerse ilusiones sobre el carácter y las posibilidades de este combate. Sobre todo no oponerle a la guerra, como han hecho hasta ahora casi todas las tendencias pacifistas, un reino del amor y la abundancia, de la igualdad y la homogeneidad, una entropía social. En realidad la idealización del conjunto social a nombre de Dios, de la razón o de cualquier cosa conduce siempre al terror, y como decía Dostoyevski, su fórmula completa es "Liberté, egalité, fraternité... de la mort". Para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos. La erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal -en el amor y la amistad-, ni en la vida colectiva. Es preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo. 2. Es verdad que para ello, la superación de "las contradicciones antinómicas" entre las clases y de las relaciones de dominación entre las naciones es un paso muy importante. Pero no es suficiente y es muy peligroso creer que es suficiente. Porque entonces se tratará inevitablemente de reducir todas las diferencias, las oposiciones y las confrontaciones a una sola diferencia, a una sola oposición y a una sola confrontación; es tratar de negar los conflictos internos y reducirlos a un conflicto externo, con el enemigo, con el otro absoluto: la otra clase, la otra religión, la otra nación; pero éste es el mecanismo más íntimo de la guerra y el más eficaz, puesto que es el que genera la felicidad de la guerra. 6

Respuesta a una serie de preguntas formuladas por la Dirección de la Revista La Cábala. El texto fue publicado en una de sus ediciones; recogido después como parte del libro: Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. (Procultura, 1985); y reproducido en muchas oportunidades con títulos diversos.

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3. Los diversos tipos de pacifismo hablan abundantemente de los dolores, las desgracias y las tragedias de la guerra -y esto está muy bien, aunque nadie lo ignora-; pero suelen callar sobre ese otro aspecto tan inconfesable y tan decisivo, que es la felicidad de la guerra. Porque si se quiere evitar al hombre el destino de la guerra hay que empezar por confesar, serena y severamente la verdad: la guerra es fiesta. Fiesta de la comunidad al fin unida con el más entrañable de los vínculos, del individuo al fin disuelto en ella y liberado de su soledad, de su particularidad y de sus intereses; capaz de darlo todo, hasta su vida. Fiesta de poderse aprobar sin sombras y sin dudas frente al perverso enemigo, de creer tontamente tener la razón, y de creer más tontamente aún que podemos dar testimonio de la verdad con nuestra sangre. Si esto no se tiene en cuenta, la mayor parte de las guerras parecen extravagantemente irracionales, porque todo el mundo conoce de antemano la desproporción existente entre el valor de lo que se persigue y el valor de lo que se está dispuesto a sacrificar. Cuando Hamlet se reprocha su indecisión en una empresa aparentemente clara como la que tenía ante sí, comenta: "Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres que, por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro como a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que no es suficiente sepultura para tantos cadáveres". ¿Quién ignora que este es frecuentemente el caso? Hay que decir que las grandes palabras solemnes: el honor, la patria, los principios, sirven casi siempre para racionalizar el deseo de entregarse a esa borrachera colectiva. 4. Los gobiernos saben esto, y para negar la disensión y las dificultades internas, imponen a sus súbditos la unidad mostrándoles, como decía Hegel, la figura del amo absoluto: la muerte. Los ponen a elegir entre solidaridad y derrota. Es triste sin duda la muerte de los muchachos argentinos y el dolor de sus deudos y la de los muchachos ingleses y el de los suyos; pero es tal vez más triste ver la alegría momentánea del pueblo argentino unido detrás de Galtieri y la del pueblo inglés unido detrás de Margaret Thatcher. 5. Si alguien me objetara que el reconocimiento previo de los conflictos y las diferencias, de su inevitabilidad y su conveniencia, arriesgaría paralizar en nosotros la decisión y el entusiasmo en la lucha por una sociedad más justa, organizada y racional, yo le replicaría que para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de 34


ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sĂłlo un pueblo escĂŠptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.

1951: Jugando ajedrez. MedellĂ­n. Fotos propiedad de la familia Zuleta.

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SOBRE LA LECTURA7 Por Estanislao Zuleta Acaso ningún escritor haya hecho tan conscientemente como Nietzsche de su estilo un arte de provocar la buena lectura; una más abierta invitación a descifrar y obligación de interpretar; una más brillante capacidad de arrastrar por el ritmo de la frase y, al mismo tiempo, de frenar por el asombro del contenido. Hay que considerar el humorismo con que esta escritura descarta como de pasada lo más firme y antiguamente establecido y se detiene corrosiva e implacable en el detalle desapercibido; hay que aprender a escuchar la factura musical de este pensamiento, la manera alusiva y enigmática de anunciar un tema que sólo encontrará más adelante toda su amplitud y la necesidad de sus conexiones. Este estilo es la otra cara de un nítido concepto de la lectura que, a medida que se hace más exigente y más minucioso, libera la escritura de toda preocupación efectista o periodística o de toda aspiración al gran público. De esta manera abre el espacio en que pueden consignarse las palabras de Zaratustra y elaborarse la extraordinaria serie de obras que lo continúan, comentan y afirman. Nietzsche es particularmente explícito sobre este punto al final del prólogo a la Genealogía de la moral (1887) o al final del prefacio a Aurora(1888): "No escribir de otra cosa más que de aquello que podría desesperar a los hombres que se apresuran". No se trata aquí sin embargo, como podrían hacer pensar este y muchos otros textos, de una crítica al "afán del hombre moderno" que quiere informarse lo más rápidamente posible, al que se debería oponer una lectura lenta, cuidadosa y "rumiante". Al poner el acento sobre la "interpretación", Nietzsche rechaza toda concepción naturalista o instrumentalista de la lectura: leer no es recibir, consumir, adquirir. Leer es trabajar. Lo que tenemos ante nosotros no es un mensaje en el que un autor nos informa, por medio de palabras sobre sus experiencias, sentimientos, pensamientos o conocimientos sobre el mundo, para que nosotros, provistos de un código que poseemos en común con él, procuremos averiguar "lo que nos quiso decir". 7

Este texto fue publicado inicialmente en la Revista Discusión, No. 2 de julioseptiembre de 1974. Ha circulado profusamente en las universidades. Corrección y edición: Alberto Valencia.

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Que leer es trabajar quiere decir ante todo que no existe un código común al que hayan sido "traducidas" las significaciones que luego vamos a descifrar. El texto produce su propio código por las relaciones que establece entre sus signos; genera, por decirlo así, un lenguaje interior, en relación de afinidad, contradicción y diferencia con otros "lenguajes". El trabajo consiste entonces en determinar el valor que el texto asigna a cada uno de sus términos, valor que puede estar en contradicción abierta con el que posee un mismo término en otros textos. Podemos tomar varios ejemplos sencillos, en los que podemos observar la contradicción que puede existir entre la significación de un término en un discurso filosófico o literario con el valor que tiene en el texto de una ideología dominante. Platón en el "Teeteto, o de la ciencia" incluye en el concepto de "esclavos" a los reyes, los jueces y en general a todos los que no pueden respetar el tiempo propio que requiere el desarrollo del pensamiento, porque están obligados a decidir o concluir en un plazo determinado que los excluye de una relación con la verdad, la cual tiene sus propios ciclos, sus caminos y sus rodeos, sus ritmos y su tiempo, que ninguna instancia y ningún poder puede determinar de antemano. Nietzsche llama "voluntad de dominio" a una fuerza unificadora, perfectamente impersonal, que confiere una nueva ordenación y una nueva interpretación a elementos que estaban hasta entonces determinados por otra dominación. Esta noción es por lo tanto, no sólo ajena a la significación que le asigna la ideología dominante, sino directamente opuesta, ya que en esta última "voluntad de dominio" se entiende como el deseo de dominar, superar, oprimir a otros, someterlos a los valores y las jerarquías existentes.8 Si no hacemos el esfuerzo por definir que significa para Kafka el alimento, y asumimos su significado en la acepción común, nunca podremos entender La metamorfosis, las "Investigaciones de un perro" o "El artista del hambre". "Alimento" significa para Kafka motivos para vivir, y en tal sentido la falta de apetito es la pérdida del sentido de la vida y la carencia de incentivos para la lucha. Sólo así se va esclareciendo el sentido de sus textos, porque al comienzo no tenemos un código común. Este es el problema de toda lectura seria.

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Ver NIETZCHE, F. Genealogía de la moral II, 12.

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Traemos a cuento estos ejemplos sólo para indicar que toda lectura "objetiva", "neutral" o inocente es en realidad una interpretación, que conlleva de por si una dislocación de las relaciones internas de un texto, resultado de la traducción del significado de sus términos a la interpretación previa de una ideología dominante. Pero no vaya a creerse que el trabajo a que nos referimos aquí consiste en restablecer el "pensamiento auténtico" del autor, "lo que en realidad quiso decir". El así llamado "autor" no es ningún propietario del sentido de "su" texto. Este sentido es un efecto incontrolable de su economía interna y de sus relaciones con otros textos; el autor puede ignorarlo por completo, puede verse asombrado por él y de hecho se le escapa siempre en algún grado. Escritura es aventura; el "sentido" es múltiple, irrecuperable, inapropiable, irreductible a un querer decir. Lo anterior es suficiente para disipar la ilusión humanista, pedagógica, opresoramente generosa de una escritura que regala a un "lector-ocioso" (Nietzsche) un saber que no posee y que va a adquirir. II Estas observaciones pueden servir de introducción a un tema central de una teoría de la lectura, en el que dejaremos una vez más la palabra a Nietzsche, para estudiar dos proposiciones aparentemente contradictorias que son formuladas con todo el radicalismo deseable en Ecce Homo: a) "En última instancia nadie puede escuchar en las cosas, incluidos los libros, más de lo que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar aquello a lo cual no se tiene acceso desde la vivencia. Imaginémonos el caso extremo de un libro que no hable más que de vivencias que, en su totalidad, se encuentran más allá de la posibilidad de una experiencia frecuente o, también, poco frecuente, -de que sea el primer lenguaje para expresar una serie nueva de experiencias. En este caso, sencillamente, no se oye nada, lo cual produce la ilusión acústica de creer que donde no se oye nada no hay tampoco nada9. b) "Cuando me represento la imagen de un lector perfecto, siempre resulta un monstruo de valor y curiosidad, y, además, una cosa 9

NIETZSCHE, F., Ecce Homo, Alianza Editorial, El Libro de bolsillo, Madrid, 1976, pag. 57.

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dúctil, astuta, cauta, un aventurero y un descubridor nato. Por fin: mejor que lo he dicho en el Zaratustra no sabría yo decir para quien únicamente hablo en el fondo; ¿a quién únicamente quiere el contar su enigma? A vosotros los audaces, buscadores e indagadores, y a quien quiera que alguna vez se haya lanzado con astutas velas a mares terribles. A vosotros los ebrios de enigmas, que gozáis con la luz del crepúsculo, cuyas almas son atraídas con flautas a todos los abismos laberínticos; pues no queréis, con mano cobarde, seguir a tientas un hilo y que allí donde podéis adivinar, odiáis el deducir10. ¿Cómo mantener asidos los dos extremos de esta cadena contradictoria en la que se nos propone que no se lee sino lo que ya se sabe y que para leer es preciso ser un aventurero y un descubridor nato? La primera cita parece amargamente pesimista, la segunda es terriblemente exigente. Considerémoslas de cerca. En el primer caso Nietzsche identifica el "ya se sabe" con "aquello a lo cual se tiene acceso desde la vivencia". Declara muda, inaudible, invisible, toda palabra en la que no podamos leer algo que ya sabíamos; ilegible es todo lenguaje que no sea el lenguaje de nuestro problema. Sólo es posible leer y oir cuando nuestros problemas, conflictos y perspectivas han llegado a configurarse como preguntas y sospechas, susceptibles de encontrar en un lenguaje su expresión, desarrollo y respuesta. Recordemos aquí la extraordinaria tensión que se produce al final de la segunda parte del Zaratustra, en el capitulo titulado "La más silenciosa de todas las horas", principalmente en el pasaje en que Zaratrustra está lleno de terror: "Entonces algo me habló sin voz: Lo sabes, Zaratustra?"11 Y, en efecto Nietzsche despliega en estas páginas de transición entre la segunda y la tercera parte del Zaratustra, toda las sutilezas de su arte para indicar que la mayor dificultad consiste en decir lo que ya se sabe, en reconocer lo que secretamente se conoce. Esta dificultad se 10

Idem, pags. 60-61. Todos los subrayados son de Nietzsche. Las últimas frases corresponden a la transcripción que el propio Nietzsche hace del Zaratustra. Ver el capítulo "De la visión y del enigma", Alianza Editorial, Libro de Bolsillo. 11 opus cit, pag. 212-215.

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configura como un abismo aterrador precisamente porque se relaciona con algo que ya se conoce: si no se conociera sería una palabra vacía; pero si se reconoce, nos desgarra y confronta. Así se construye el vínculo entre los extremos contradictorios de la cadena, "lo que ya se sabe", y la exigencia de valor, de audacia y de riesgo para llegar a ser un descubridor. Nietzsche reclama un lector que no sea solamente cuidadoso, "rumiante", capaz de interpretar, sino también capaz de permitir que el texto lo afecte en su ser mismo, le hable de aquello que pugna por hacerse reconocer aún a riesgo de transformarlo; un lector que si bien teme morir y nacer en la lectura, se deja encantar por el gusto de esa aventura y de ese peligro. III Así como teniendo buena o mala vista hay que mirar desde alguna parte, así mismo hay que leer desde alguna parte, desde alguna perspectiva, que no es otra cosa que una pregunta abierta, una pregunta aún no contestada, que trabaja en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una lectura. Una pregunta abierta es una búsqueda en marcha que tiene un efecto específico sobre la lectura. Sólo se sabe escribir para escritores y sólo el que escribe, realmente lee. Poseemos una magnífica, una redentora capacidad de olvidar todo lo que no podemos convertir en un instrumento de nuestro trabajo. Y como ese trabajo es en realidad un proceso que sigue vías múltiples, senderos tortuosos, y toma a menudo por atajos inesperados, solemos recoger materiales en los lugares más imprevistos. Cualquiera que tenga una experiencia de lectura (y con mayor razón si es "adicto"12) o que acostumbre tomar al azar, en un rato de ocio, el primer libro que encuentra a la mano, habrá notado sin duda, con cierto asombro, con cuanta frecuencia encuentra, allí donde quería olvidarse un rato de sus preocupaciones, que el libro le habla precisamente del problema que en ese momento lo estaba trabajando. No hay aquí sin embargo nada de extraño, ni es necesario negar el azar de la escogencia apelando como explicación a una premeditación inconsciente: la selección es hecha por el problema mismo que, durante la lectura, busca sus conceptos, sus 12

Algunos psicoanalistas, Fenichel por ejemplo, hablan de adicción a la lectura en sus estudios sobre los drogadictos.

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conexiones, recibe y captura todo lo que pueda servir para llenar sus lagunas o las discontinuidades entre los puntos que parecían esclarecidos, y desecha todo lo que no puede recuperar. Es el problema mismo el que lee, aquel precisamente del que queríamos descansar un poco con la lectura, pero que sin embargo seguía trabajando obscuramente como un topo. Hay que tomar por lo tanto en su sentido más fuerte la tesis de que es necesario leer a la luz de un problema. Un problema es una sospecha y una esperanza. La sospecha de que existe una unidad y una articulación necesaria allí donde sólo vemos algunos elementos dispersos, que solo podemos entender parcialmente; que se nos escapan pero que insisten como una herida abierta. Y la esperanza de que si logramos establecer esa articulación necesariamente quedará explicado algo que no lo estaba; quedará removido algo que impedía el proceso de nuestro pensamiento y funcionaba por lo tanto como un nudo en nuestra vida; quedará roto un lazo de aquellos que nos atan obligándonos a emplear toda nuestra energía, nuestra agresividad y nuestra libido, en lo que Freud llamaba una "guerra civil" sin esperanzas. El trabajo de la sospecha consiste en someter todos los elementos a una elaboración y a una crítica, que permita superar el poder de la fuerza (represión, ideología dominante, racionalización, etc.) que los mantiene dispersos, yuxtapuestos o falsamente conectados. Leer a la luz de un problema es pues leer en un campo de batalla, abierto por una escritura y por una investigación. IV Por lo demás no cabe duda que esta batalla no tiene lugar principalmente en el escenario de la conciencia. Basta leer El hombre de los lobos o La organización genital infantil de Freud para saber que ya los cuentos de hadas y las explicaciones sobre el nacimiento y la diferencia de los sexos son leídos, interpretados, criticados, capturados y desechados a partir del drama que Freud no vacila en calificar de "investigación originaria". Pero, inconscientemente o no, la lectura es siempre el sometimiento de un texto (que por sus condiciones de producción y por sus efectos, escapa a la propiedad de cualquier "autor"), a una elaboración. La lectura es parte de un proceso que en ningún caso 41


puede ser pensado como consumo. Puede ser el encuentro con un lenguaje en que se reconoce una indagación o que es neutralizado por la traducción a la ideología dominante, pero no puede ser la apropiación de un saber en el sentido del consumo. Este es el punto al que hay que llegar para romper la conciencia y la práctica de la lectura en la ideología burguesa. También aquí el capital tiene su propia concepción. La lectura no puede ser sino una de las dos cosas en las que el capital divide el ámbito de las actividades humanas: producción o consumo. Como consumo es gasto, diversión, "recreación"; se presenta como el disfrute de un valor de uso y el ejercicio de un "derecho". Como producción es trabajo, deber, empleo útil del tiempo, actividad por medio de la cual alguien se vuelve propietario de un saber, de una cantidad de información o, en términos algo pasados de moda, "adquiere una cultura". Este es el período del ahorro, de la capitalización. En el primer momento se trata, como demostró Marx con respecto a todo "consumo final", de la reproducción de las clases, de la reproducción ideológica, de la inculcación de los "valores", las opiniones y las cegueras que necesita para "funcionar" una ideología. En el segundo momento se procede por una división del trabajo mucho más precisa puesto que la lectura, no es ya un consumo final, sino el medio para la formación de los funcionarios de la repetición, de la reproducción ideológica, así se trate de una reproducción ampliada que no se limite a transmitir los conocimientos adquiridos sino a desarrollarlos, ampliarlos. Pero sea que se la tome como ahorro o como gasto, la lectura queda siempre como recepción. V Ahora bien, si la lectura no es recepción, es necesariamente interpretación. Volvamos pues a la interpretación. De cualquier clase que sea (psicoanalítica, lingüística, marxista, etc.) la interpretación no es la simple aplicación de un saber o de un conjunto de conocimientos a un texto, de tal manera que permita encontrar detrás de su desconexión aparente, la ley interna de su producción. Ante todo porque ningún saber es el resultado de la posición de un sujeto neutral, sino la sistematización progresiva de una lucha contra una fuerza específica de dominación: contra la explotación de clases y sus efectos en la conciencia; contra la represión; contra las 42


ilusiones teológicas, teleológicas, subjetivistas sedimentadas en la gramática y en la consciencia ingenua del lenguaje. Nadie ha llegado a conocer el marxismo, si no lo ha leído en una lucha contra la explotación; ni el psicoanálisis si no lo ha leído y sufrido desde un debate con sus problemas inconscientes; la meditación de Derrida sobre el desarrollo de la lingüística muestra que nadie puede llegar a ser lingüista al margen de una lucha contra la teología implícita en nuestro lenguaje y en las formas clásicas de pensarlo.

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TEORÍAS DE FREUD AL FINAL DE SU VIDA INTRODUCCIÓN Por Estanislao Zuleta Estas conferencias fueron pronunciadas durante los meses de junio y julio de 1977 en el Centro Psicoanalítico Sigmund Freud, de Cali. Como el público al que estaban destinadas había venido siguiendo durante tres años la exposición detallada de las obras de Freud, dejo de lado muchos de los problemas que plantea El yo y el ello, dado que fueron tratados en forma más precisa en otros textos. Por el contrario, he tratado con alguna extensión otros temas a los que aquí se dedican apenas unas cuantas líneas, como es el caso de la sublimación. Esto se debe, en primer lugar, a que esas pocas y enigmáticas líneas pueden abrir un camino nuevo para la comprensión de esta noción capital en la concepción psicoanalítica de la economía libídinal y, en segundo lugar, a que Freud no estudia la sublimación por sí misma, como proceso psíquico y como destino de las pulsiones, en ninguna parte de su obra. Fenómeno curioso si se tiene en cuenta la importancia que Freud le confería a este "destino de las pulsiones", el único a decir verdad que no implica restricciones funcionales del Yo. Freud aborda la sublimación en casi todas sus obras importantes a partir de 1905 (El caso Dora, análisis fragmentario de una histeria) hasta los últimos trabajos de Londres, en 1938. Pero todas esas observaciones, que no ocuparían reunidas más de seis o siete páginas posponen tímidamente el asunto para un estudio posterior que nunca vino y, por lo demás, son a veces completamente erradas. Como es frecuente en la historia de la cultura, fueron esos errores los que llegaron a hacerse famosos como teoría freudiana de la sublimación, como es el caso de la idea lamentable de que consiste en un desvío de la libido hacia fines socialmente aceptables. Indirectamente, sin embargo, los estudios sobre el chiste, sobre La Gradiva, sobre la investigación originaria (Teorías sexuales infantiles) arrojan mucha luz sobre el problema de la producción intelectual aun cuando no se mencione en ellos el término "sublimación", término desafortunado como tantos otros del vocabulario freudiano.

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Las indicaciones incluidas aquí sólo pretenden subrayar la importancia del tema y algunas de las direcciones en que podría ser explorado. La sublimación consiste en una movilidad de la energía psíquica que permite que los mecanismos de defensa -identificación, proyección, anulación, etc.- que generalmente se imponen a costa del pensamiento se conviertan en poderes de éste; lo mismo que las pulsiones y su lógica propia: la oralidad con su anhelo de totalidad, anhelo pasivo y sin espera; la analidad con su dialéctica del retener y el producir, su drama de inscripción en la ley, su destinación a un testigo, etc. El pensamiento, no es la luz del alma, ni el ejercicio de alguna mirada neutral: es un trabajo que se lleva a cabo con toda las dificultades y posibilidades del cuerpo, tal como ha sido marcado, escrito por la serie de dramas que nos constituye, tal como ha sido inscrito en el lenguaje, sometido a las normas, arrancado a la autonomía de lo biológico y arrojado a la historia. La sublimación es combinatoria de nuestras tendencias, en otras palabras, pensamos con nuestros problemas y no a pesar de ellos. Nada de lo que constituye nuestra sexualidad, ninguno de los "mecanismos de defensa" ni de los rasgos del proceso primario, puede ser declarado en sí mismo malo, adverso de por sí al pensamiento o al amor. Lo único que en psicoanálisis puede llamarse patológico es la unilateralidad con que se impone un factor necesario a costa de los otros y de la movilidad dialéctica. Freud explica en Más allá del principio del placer que el instinto de muerte es un componente necesario del amor. Un amor que no contuviera ninguna agresividad, que no pudiera lanzarse a la conquista, posesión y transformación de su objeto no sería más que una contemplación beata y extasiada de éste, una impotencia. Al final de El yo y el ello, Freud despliega la complejidad de sus construcciones teóricas: los dos "instintos", las tres instancias del aparato psíquico y toda la dinámica de las pulsiones. Hoy se lleva a cabo, aproximadamente cada seis meses, una "revolución teórica" radical, por necesidades de la moda, por razones comerciales y, sobre todo, como efecto del desconcierto histórico. El psicoanálisis -y desde luego el marxismo- son las víctimas de elección de todas esas revoluciones. Ciertamente, es mucho lo que puede y debe serles criticado y aportado; pero es necesario conocer a fondo su riqueza y sus posibilidades, para no correr el riesgo de botar el bebé con el agua del baño. Cali, octubre 4 de 1977 45


ARTE Y FILOSOFÍA Por Sandra Lucía Jaramillo Restrepo13 Acercarse a Zuleta a través de Arte y Filosofía es aproximarse a preguntas fundamentales, esas que exploran al hombre mismo. El hilo que conduce este texto y que permite articular los muy diversos frentes que Zuleta abre, es la pregunta por la verdad, tanto la que embarga a un sujeto concreto a partir de su observación activa de la obra de arte, como la verdad que se produce desde un sujeto que deviene creador porque ha logrado ir más allá de sí y concretar en una obra las certezas, los dramas, las angustias que comparte con muchos. El juego dialéctico que Zuleta recorre mostrando el arte como una forma de conocer y el conocimiento como una herramienta para permitirnos una interpretación crítica del arte, concluye en que aquella y éste son caminos para buscar la verdad y en esta medida esenciales de la condición humana. El conocimiento no es un hecho que acaece repentinamente, se trata más bien de un proceso de apropiación de saber en un tiempo y a un ritmo que son completamente subjetivos, que son propios de cada cual, porque más que la ganancia de una información neutra para nuestro haber, el conocimiento es el camino para dar a luz una verdad que se instala en el sujeto y que lo transforma. Conocer es ganar una convicción en la vida, es encontrar “algo a través de lo cual uno piensa […] algo que se convierte en una forma de nuestra identidad”14, pero dicha convicción sólo es alcanzable una vez se han expulsado las certezas acabadas que anidan en el sujeto y que se han constituido desde el sentido común. En “Arte y Filosofía”, Zuleta contrapone el conocimiento a esa otra forma de saber que en su conocido ensayo “Felicidad y tribulación del pensamiento”15 denomina ideología y que lo define como un estado de “llenura”, de satisfacción, de exceso de respuestas que impiden que se instalen preguntas en el sujeto. 13

Directora de proyectos de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta. Email: sljarami@gmail.com 14 Zuleta, E., Arte y Filosofía, Hombre Nuevo Editores & Fundación Estanislao Zuleta, Medellín, 2001, p. 47. 15 Zuleta, E., Felicidad y tribulación del pensamiento, en: El elogio a la dificultad y otros ensayos, Medellín, 2001, p: 17-43.

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Zuleta comienza su reflexión remontándose a los griegos, a quienes define como los padres de la demostración y por ende, los padres de la filosofía misma. Este pueblo, que adolecía de dioses que trazaran determinaciones morales y que culpabilizara a aquellos que no se acogieran a una moral predeterminada, estaba arrojado a la angustia de tener que construir un camino propio, de tener que hacerse a sus propias verdades. Desde entonces se problematiza la idea misma de verdad, porque en ellos no se trataba de revelaciones divinas, ni de fidelidades dogmáticas a un fundador, se inauguraba más bien la verdad como construcción colectiva, como producto de los que serían el fundamento principal de la democracia: el debate y la discusión. Sin embargo, esa orfandad griega con respecto a verdades supremas también dio lugar a una corriente que pasaba del dogmatismo a la verosimilitud, es decir, a hacerse a un tipo de afirmación que sólo era válida para un individuo que por tanto, corría el riesgo de aislarse de los demás y de caer en el escepticismo; los sofistas sostuvieron esta bandera, creían que “cualquier cosa podría ser refutada o demostrada, eso dependía mas que todo de la habilidad del que hablaba, de su manera de manipular la argumentación”16. Platón vino a refutar a los sofistas con el instrumento de la lógica, esa regla inmanente al ser del lenguaje, que es condición de la verdad o de la existencia de algo y herramienta clave para sostener la ciencia y la filosofía. Así que la filosofía como búsqueda de una verdad construida socialmente, construida con un otro con el que la relación es horizontal y ante el cual se discute con la argumentación y con la demostración, es la gran herencia griega. Por otro lado, Zuleta se pregunta por lo esencial del arte, por lo fundamental que define el arte. Se va a la filosofía y de la mano de Hegel y de Kant presenta las afirmaciones sobre el juicio empírico (ese que emite un sujeto concreto que no aspira a la trascendencia y que da cuenta de sus preferencias más personales) y el juicio universal (ese que va más allá de su emisor, que deviene a la transhistoricidad y que se vuelve verdad para otros), para mostrar que la insatisfacción de Kant, que sabe que a ninguno de éstos se limita la definición de la experiencia artística, lo lleva a formular que el arte es esa experiencia que libera las facultades humanas, esa 16

Zuleta, E., Arte y Filosofía, Hombre Nuevo Editores & Fundación Estanislao Zuleta, Medellín, 2001, p. 23

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experiencia que posibilita que el entendimiento, la razón y la imaginación se encuentren, se resignifiquen y se expandan: “en ese punto Kant ha sido muy preciso al mostrar que las facultades pueden estorbarse. Hay una manera de desear que impide pensar y hay una manera de pensar que impide desear. Un racionalismo muy tieso terminaría tal vez por liquidar el deseo”17. Kant concreta que el arte no se define por la utilidad práctica de la obra, ni por el conocimiento científico que de ella pueda desprenderse, que no es tampoco el agrado que suscita en sus observadores, ni mucho menos la perfección en el sentido de simetría. La estética kantiana es pues, una pregunta por el sujeto y sus facultades, pero no se trata de un sujeto concreto al que haya que remitirse en función de sus características sociales o culturales sino de una subjetividad trascendente que puede ir más allá de sí porque logra combinar la imaginación con la razón para representar lo irrepresentado. Zuleta se dirige también a la antropología y a través de la obra de Lévy-Strauss discute la condición primordial de la obra de arte, ese sentido esencial que se manifiesta en expresiones pictóricas que se remontan a cuarenta mil o a sesenta mil años en las cavernas de Altamira. Parte de mostrarnos que el hombre se diferencia esencialmente de los animales en cuanto es un ser del lenguaje y que no se trata de una criatura que se comunica a través de señales precisas que se originan en el pool genético como ocurre en el mundo natural. El hombre es un ser que se desenvuelve en un mundo simbólico al que ha llegado forzosamente a través del lenguaje y en el que debe sostenerse superando la naturaleza, interpretando, clasificando y valorando el mundo que le rodea. La forma de hacerlo es el arte, a través de ella el hombre expresa sus angustias, sus temores, sus dramas, en una palabra expresa esa verdad primera que lo fisura irremediablemente arrojándolo a la falta: la muerte. Zuleta sabe ver en el arte una potencia combativa, una herramienta para resistir la lógica del capital que ha querido hacer del arte un mero consumo ocioso que se le entrega a un espectador pasivo y a-crítico. Ante esa tendencia que hace de los hombres seres de la entretención, de la dispersión, de la euforia perpetua, contrasta el arte con su capacidad reflexiva, con su posibilidad de arrojar 17

Idem, p. 124

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verdades al observador en las que éste sabe reconocerse y con las cuales se cuestiona: “el arte es una manera elaborada de dejarnos interrogar por una pintura, por un edificio, por una melodía o por un escrito”18. Frente a la cada vez más creciente división del trabajo que conlleva a la especialización de “saber cada vez mas de cada vez menos” como nos lo planteaba Nietzsche, la obra de arte sostiene su capacidad de comunicación entre las mas diversas expresiones, el arte se resiste a una experiencia gremial acotada y más bien permanece abierta a transitar las fronteras y pasar de la pintura a la poesía, de la escritura a la música, de la poesía a la arquitectura, etc. Y en contraste con esa dinámica desaforada que ha hecho de la sociedad capitalista una sociedad del afán, una sociedad en la que la eficiencia económica exigida de tiempos cortos de circulación se expande como una mancha sobre los más diversos campos humanos, haciendo del amor una sexualidad pasajera y de la amistad una entretención de moda, se erige la experiencia artística como esa en la cual el mundo real se pone entre paréntesis mientras nos concentramos en un objeto que nos conmueve y que por tanto, nos detiene. El capitalismo ha forjado una sociedad sin arte, pero no hemos de confundirnos creyendo que se trata de una sociedad muy especial que ha superado el arte en aras de un mundo mejor, al contrario, lo antiartístico es una expresión de la descomposición social a la que nos ha conducido el imperio del capital. Por eso las palabras y reflexiones de Zuleta sobre el arte hacen una militancia muy precisa: resistir el capital y su propuesta deshumanizadora que pretende negarnos los más elevados valores culturales.

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Idem, p. 203

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CONFERENCIAS SOBRE HISTORIA ECONÓMICA DE COLOMBIA Por Alejandro López Carmona19 Cuatro partes componen el texto de Estanislao Zuleta Conferencias sobre historia económica de Colombia que en el 2004 llegó a su cuarta edición, esta vez a cargo de Hombre Nuevo Editores, a saber: Anotaciones sobre el método, La situación de España, Las colonias americanas, y Orígenes y significado de las guerras civiles de Colombia en el siglo XIX. Varias son las particularidades dignas de mencionar a propósito de este trabajo. Es importante comenzar haciendo referencia a la singularidad que dentro del conjunto de la obra de Zuleta tiene este texto, pues el modo como está estructurado difiere significativamente del resto de sus libros; el tono con el que está escrito, las referencias que trabaja y el uso de fuentes, además del modo analítico con el que las aborda, le da un aire académico que no dejará de sorprender a un lector familiarizado con él a partir de la lectura de otros textos. Ahora bien, para comprender las articulaciones que realiza Zuleta entorno al problema de la historia económica de Colombia es necesario decir que comienza precisando como concibe el objeto de estudio al que se aplica, que es en este caso el sector rural colombiano, a partir de la profunda necesidad de interrogar la distribución de la propiedad de la tierra, determinando el sentido de las modificaciones que ha sufrido, la manera como han cambiado las formas de explotación en cuanto a vocación, técnica y sistemas de trabajo; consecuentemente en relación al objeto, también precisa la concepción del método y de la disciplina con que los aborda. Así, en la primera parte del texto se dedica a las Anotaciones sobre el método, que compuesto por dos partes a saber ¿Para qué la historia? y Hacia una concepción estructuralista de las ciencias sociales, constituye un documento imprescindible en la obra de Estanislao Zuleta, pues la profusión de saberes que abordó, la diversidad de problemas que indagó y la variedad de autores de los 19

Director General de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta. E-mail: alopez01@gmail.com

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más diversos campos del pensamiento a los que recurrió, dejan siempre abierta la inquietud sobre el móvil que lo animaba en sus búsquedas intelectuales y sobre el por qué de esta amplitud en un mundo que cada más vez exige la especialización. Es así como en este texto el lector atento encontrará varias pistas para entender cómo Estanislao concebía la sociedad en tanto objeto de estudio y los hombres y sus problemáticas en el centro de éste, siendo importante considerarlo, aunque temprano en la producción de Zuleta, a la base del conjunto de su labor, pues en esta concepción está presente la lente con la que amplificará más tarde su quehacer intelectual. De esta manera, Zuleta critica la tendencia tecnicista que absorbe todas las ramas del pensamiento y de la acción y que las tratas sin discriminación alguna, tomándolas como objetos ya dados para ser simplemente cuantificados y clasificados. Ahora, Estanislao objeta esta que esta metodología cuando la indagación se dirige al campo de lo humano, pues privilegia simplemente las cifras en detrimento de las exigencias de comprender y explicar, y olvida que la crítica y la historia son centrales en la consideración de los fenómenos de este campo. Precisar el objeto de investigación al que nos vamos a aplicar, ayuda a comprender su naturaleza y en este sentido, también cuál es la mejor forma de encararlo. Considerando pues, que son los fenómenos cobijados bajo los saberes humanos a los que Zuleta dedica su análisis, la historia cobra un valor medular en su estudio; así lo deja ver cuando se plantea la pregunta: ¿Para qué la historia? y nos hace avanzar en la concepción misma de los fenómenos de este tipo cuando son objeto de estudio ya que los considera, como “un conjunto de procesos interrelacionados y dependientes de la evolución global de la sociedad”, en consecuencia, no importa sólo una descripción puntual que nos diga “como son”, sino que es necesario preguntarnos por las lógicas de sus transformaciones, sus tendencias y las fuerzas que los mueven; de este modo, el objeto no es algo dado, sino que es necesario construirlo, considerarlo como un proceso en marcha, en el que el paso del tiempo y en este sentido la perspectiva histórica brinda posibilidades para su comprensión. Así pues, el interés por la historia en Zuleta no parte de la simple curiosidad o del anhelo de alcanzar un saber sobre datos del pasado por simple erudición, nace ante todo de un diálogo, de una tensión con el presente concebido como movimiento, buscando 51


encontrar su sentido y las leyes que lo rigen. A la par de esta concepción que Zuleta propone, su análisis está enlazado de manera profunda con la política, pues por medio de la comprensión que alcanza con la historia, se abre la pregunta por las condiciones en que puede ser eficaz una intervención conciente, una acción que pretenda combatir la evolución espontánea de los fenómenos estudiados. A lo largo de Conferencias sobre historia económica de Colombia, encontramos un trabajo que evita caer, como el mismo Zuleta anuncia, en “explicaciones históricas” reduccionistas, que sólo muestran lo que permanece de épocas anteriores como si eso explicara su existencia. Por el contrario “la historia como método y perspectiva de la investigación, es ante todo una manera de comprender el presente, una manera activa e interrogativa que no se contenta con saber que ‘es así’, sino que trata de averiguar cómo ha llegado a ser lo que es y para dónde va”20, cobrando pues importancia en la explicación de su existencia el por qué han permanecido y cómo han cambiado sus funciones. Así, al introducir estas inquietudes, el objeto, entonces, no puede tomarse como algo aislado y es menester, por tanto, estudiarlo dentro de la estructura a la que pertenece. En este sentido, Zuleta propone un rumbo en el que se conciba las ciencias sociales desde una mirada estructural. Así, la característica fundamental que esta concepción le asigna a lo social es la interdependencia de las partes, pero precisando que una sociedad no es la suma de ellas (hombres, instituciones, técnicas), sino “el sistema de relaciones que todos esos elementos tienen entre si”. No obstante para Zuleta, la interdependencia no significa que todos los fenómenos considerados tengan la misma importancia e influencia, pues la investigación tiene que establecer un orden de prioridades y determinar qué elementos son condicionantes y cuáles condicionados y cómo se da el paso lógico de los primeros a los segundos. De la misma manera es importante, a la hora de precisar el método, preguntarse hasta dónde remontarse en el tiempo para comprender un fenómeno actual. No se trata de ir al pasado tras la búsqueda de un origen que explique la actualidad, sino de tender los lazos de discontinuidad o continuidad pertinentes en la configuración de un fenómeno, de su existencia y su funcionamiento en el presente; 20

Zuleta. Estanislao, Conferencias sobre Historia Económica de Colombia, Hombre Nuevo Editores, cuarta edición. Medellín. 2004, p. 10

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dicho de otro modo, son los cambios y transformaciones cualitativos de lo estudiado, lo que permite establecer si algo es más o menos remoto en la historia. Así pues, en el estudio sobre el sector rural de la economía colombiana, que Zuleta lleva a cabo, es imprescindible el análisis de las partes que entran en ella y la manera como se relacionan, pero sin perder la visión de la sociedad como una totalidad. De esta manera, las condiciones de la economía mundial en que se desenvuelve el fenómeno entran en consideración, para el caso colombiano en este estudio, así como por ejemplo al examinar el problema del sector rural, es necesario considerar la dinámica urbana y sus tendencias de poblamiento. De igual manera, al lado de lo económico el estudio de Zuleta abarca las consideraciones políticas que le permiten entender mejor los cambios y transformaciones que quiere mostrar. En cuanto a la temporalidad, le es imprescindible remitirse a la colonia para examinar la organización de la propiedad de la tierra y su forma de explotación, buscando las modificaciones y los cambios en su funcionamiento, pues lo que le interesa dejar claro es lo que significa esta propiedad de la tierra en la economía colonial y lo que significa ahora. Es entonces desde esta perspectiva que presenta la situación de España y de las colonias americanas bajo su influencia, así como las instituciones económicas que allí tuvieron lugar como la encomienda, la mita y la servidumbre. Mención aparte quiero hacer del capítulo, Orígenes y significado de las guerras civiles de Colombia en el siglo XIX, que rompe con el estilo del libro que, como se dijo al inicio de esta reseña, es sui generis en el trabajo de Zuleta. El objeto de estas últimas páginas no mantiene la pertinencia con lo anunciado en el título del texto y el lector se encuentra de pronto con un capítulo que no esperaba. No está puesta en duda la importancia que tiene el tema tratado en él, mas si la pertinencia en el conjunto de este texto y si los editores ─valga decir que en ediciones anteriores esta parte también está presente─ lo incluyeron con el bueno propósitos de ahondar en el esclarecimiento de la problemática histórica de Colombia, no es claro el lugar que ocupa en el momento actual de la obra de Estanislao y valdría la pena preguntarse si es necesario mantenerlo o mejor darle cabida a otro texto del mismo Zuleta que mantenga la reflexión sobre el objeto de este libro, como podrían ser sus ensayos Población y Desarrollo o Tres Culturas Familiares en Colombia. Esta sugerencia que me atrevo a hacer señala la validez 53


que cobra en este momento reexaminar el criterio editorial que ha de regir la publicación de la obra de Zuleta.

TRES RESCATES Durante el año 2005 y 2006 la revista Al Margen, dirigida por Guillermo Mina, Bernardo Correa y Mario Arrubla, publicó extractos de tres grupos de conferencias inéditas de Estanislao Zuleta. En el número 15-16 -dedicado a los 100 años de Sartreapareció Leer La Nausea; texto establecido por el editor de la revista a partir de una trascripción de la grabación original de las conferencias que dictara Estanislao Zuleta sobre la novela de Jean Paul Sartre en 1974. En el número 17 apareció La poesía de León De Greiff ; texto también editado por Al Margen a partir de la trascripción de otro grupo de conferencias dictadas por E. Z. en 1975. Y en el número 18 apareció Erotismo, belleza y fealdad. Texto que resume las ideas principales de otro grupo de conferencias sobre el amor, pronunciadas en Cali durante el segundo semestre de 1978. Hombre Nuevo Editores reunió estos tres textos como libro. En este Libro se acogen las versiones de los textos que publicó Al Margen con la debida autorización del editor de la revista. Esperamos que los lectores encuentren ideas interesantes, estímulo para vivir, para leer y releer, para salir a explorar con nuevo aire los temas universales de la literatura. Hombre Nuevo editores. Medellín Colombia Abril de 2007

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COMENTARIOS A ASÍ HABLABA ZARATUSTRA DE FEDERICO NIETZSCHE Por Alejandro López Carmona Afortunada resulta la tercera edición del texto Comentarios a Así Hablaba Zaratustra de F. Nietzsche, que tras 25 años de espera podemos al fin reencontrar en las librerías gracias a la labor de Hombre Nuevo Editores de la ciudad de Medellín. Estas páginas que la editorial saca nuevamente a la luz en el 2006, resultan profundas y complejas como la obra misma del autor del Zaratustra y en ellas Zuleta se aplica a indagar por los problemas fundamentales que cruzan de principio a fin la obra comentada. Si bien, este es el único libro de Estanislao decididamente consagrado a Nietzsche, constituye un pilar fundamental en el conjunto de su obra ─afirmación que podría ser impugnada dada la polifonía de autores que encontramos en sus trabajos, pero al lado de Marx y Freud, Nietzsche completa el trío que ha sido denominado maestros de la sospecha y que tiende el piso sobre el que se funda la obra de Zuleta y aunque no son los únicos que están en la base de su pensamiento, si constituyen un pilar central─ y no deja de ser diciente que dos de sus trabajos más emblemáticos como son El Elogio De La Dificultad y su conferencia Sobre La Lectura, estén soportados sobre consideraciones nietzscheanas. En el primero por ejemplo, encontramos un eco que claramente amplifica la crítica al “ideal negativo de la felicidad” y una invitación a afirmar positivamente la existencia, manteniendo viva la voluntad de luchar a pesar de los fracasos que advengan. Así mismo, en cuanto a la conferencia Sobre La Lectura, la incitación que Zuleta nos hace proviene directamente de las consideraciones que realiza desde Nietzsche, en general sobre su estilo y en particular sobre su explícito llamado a “no escribir de otra cosa más que de aquello que podría desesperar a los hombres que se apresuran”, derivando de estas consideraciones su concepción de la buena lectura entendida como trabajo. Ahora, lo que Zuleta se propone en estos comentarios es una “interpretación del lenguaje simbólico de esta obra, con el fin de

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destacar los grandes problemas subyacentes”21, haciendo, sin embargo la salvedad que consiste evitar tratar algunos temas del pensamiento de Nietzsche, que han sido tomados como “alegorías sociológicas desafortunadas u opiniones políticas aisladas” pues alimentan prejuicios ideológicos o generan de antemano un cierre a sus textos. Como es característico en Estanislao y en su labor magisterial, lo que busca es una apertura a Nietzsche, una aproximación a tomarlo como un pensador fundamental para la existencia, pero haciéndolo desde una labor que pasa ante todo por una interpretación crítica. Es importante reconocer el carácter de la invitación de Zuleta, pues no se trata de aprobar o negar todo, sino de trabajar con las dificultades mismas que el quehacer intelectual plantea. En este sentido y de modo general, Comentarios a Así Hablaba Zaratustra constituye una reflexión sobre el problema del pensamiento, sus rasgos, sus características y sobre los dramas que vive el pensador. No se trata de tomarlo, nos dice Estanislao, sólo como un bello y alegórico lenguaje poético, sino que es necesario articular las significaciones que éste propicia. Si muchos comentaristas permanecen en la valoración del estilo asignándole un carácter esencialmente poético, Zuleta se inscribe en la línea heideggeriana que ve más una obra filosófica, en todo el sentido que esta palabra asigna. Ahora, el rigor que todo el trabajo filosófico exige, aparece en el Zaratustra de otro modo al de “el orden de las razones” a la manera cartesiana y se da más bien en un orden que busca las articulaciones posibles y las referencias que hacen unos temas sobre los otros. De esta manera, “es teniendo en cuenta el conjunto como se puede captar el hilo de cualquiera de los discursos”22; aunque, para Zuleta, el apartado sobre las tres transformaciones es fundamental para comprender el conjunto del libro que comenta, y en el cual ubica una perspectiva que es determinante: la creación. En este sentido, una nueva manera de concebir la filosofía es la propuesta de Nietzsche que encuentra expresión en la pareja del último hombre y el superhombre, que establece una tensión y que brinda una lente para rastrear los problemas que el texto plantea. Pero anuncia Estanislao que no es posible una nueva filosofía sin nuevas valoraciones y éstas no se dan sin una transformación en la 21

Zuleta. Estanislao, Comentarios a Así Hablaba Zaratustra de F. Nietzsche, Hombre Nuevo Editores, Medellín 2006, p. 11 22 Ídem. p 49

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humanidad, por lo que hace falta, entonces, una crítica del presente. De este modo, lo que está realmente en juego es una nueva configuración del concepto mismo de vida, en la que ésta deje de ser “el objeto de un sujeto que la contempla, sino que la manera misma de vivirla determine la manera de concebir sus grandes temas: vivencia del pasado, relación con la infancia, concepción de la felicidad y del poder, los valores, la moral, la culpa y la venganza”23. Así pues toda la fuerza vital del pensamiento de Nietzsche presente en estos temas, se hace centro de la reflexión de Zuleta, que va entrelazando con ellos el tejido que le permite articular la relación del pensamiento con la valoración afirmativa de la vida. Un rumbo de orientación ética aparece pues, de manera notoria, en los comentarios de Estanislao a esta obra de Nietzsche. Sin embargo es complejo y no se entrega de un modo acabado, como si fuera un todo, en un conjunto de conclusiones; es más, ni siquiera como un desarrollo lógico expositivo. Es necesario insistir sobre este punto, como Zuleta mismo lo hace, ya que en aras de una mejor y más potente interpretación del texto, es imprescindible concebirlo como una unidad, y a partir de la bella serie de discursos en apariencia dispersos, Zuleta nos propone la búsqueda de aquello que les de coherencia, que los dinamice y que a más de su valor poético, nos brinden toda su fuerza filosófica. Pero la unidad no implica tomar el Zaratustra como totalidad, pues sus temáticas quedan siempre abiertas a nuevas indagaciones. Es necesario tener presente que hay en Nietzsche un fuerte sentido histórico con relación al pensamiento, por lo que traza condiciones sicológicas, políticas, económicas, en una palabra sociales, como requisito para una transformación en la filosofía, pues una nueva teoría, insiste Zuleta interpretando a Nietzsche, requiere una humanidad nueva que la piense. Dicha transformación, junto con la crítica a la concepción del mundo que produce la metafísica tradicional, establecen la correlación que se constituye en el tema central del Zaratustra. Así pues, todos los temas diversos que aparecen en el texto, son las maneras que tiene el pensador alemán para mostrar lo que llama “el punto” o el tránsito del último hombre al superhombre. Allí conceptos como la venganza, la redención, la voluntad, nos llevan a la afirmación del presente, que significa en

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Ídem. p 60

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Nietzsche toda la concepción del tiempo y que cobra forma en el eterno retorno. El olvido, el lenguaje, la crisis de identidad son otros de los temas que el lector encontrará en este texto, pero que debe considerar desde un espacio amplio que mantenga siempre abierta la indagación y desde la capacidad de perseverar en el trabajo y de mantener atenta la mirada frente a esos problemas que angustian, pues si no se tiene claro que es necesario encontrar las articulaciones que los ligan y que los ubican en la visión dramática del pensamiento, que es la propuesta de Nietzsche que Zuleta resalta, puede desesperarse y creer que donde no ve nada, no hay nada, sin caer en cuenta que no es por el texto sino por su ceguera. Así que la invitación que puede hacerse para abordar el texto de Zuleta y a través de él ir directamente a escuchar a Zaratustra, implica mantener. un registro ético que ligue el pensamiento a la libertad y éstos a una vida en la que el conflicto es esencial e inevitable, pero que le da toda la potencia a la existencia.

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EL PENSAMIENTO PSICOANALÍTICO Por Carlos Mario González24 Este libro de Estanislao Zuleta es la recopilación de un conjunto de ensayos independientes, unidos sólo por el hecho de ser cada uno de ellos atinente al psicoanálisis, pero sin obedecer a un plan de conjunto, lo que explica algunos defectos que no se puede desconocer que lo afectan, en particular el que tiene que ver con algunas reiteraciones que nada agregan a lo dicho en un pasaje anterior y el que concierne con vacíos y lagunas en el desarrollo y sustentación de algunas proposiciones. No obstante, reconocer estas insuficiencias no puede llevar a desconocer el indudable valor que tiene la presentación que aquí nos hace Zuleta del saber psicoanalítico, incluso si, para no encubrir ninguna de sus limitaciones, tenemos en cuenta que veinte años después de la primera edición de este libro mucho agua ha corrido bajo los puentes del psicoanálisis y, con la dinámica de trabajo y construcción teórica de que hacen gala los herederos de Freud, y en particular los que se sostinene en la zaga de Jacques Lacan y de Jacques Alain Millar, muchas de las cuestiones tratadas por Zuleta en el texto que referenciamos han sido objeto de importantes precisiones y desarrollos. Y sin embargo, me repito, en este libro, apuntalado en la singular capacidad pedagógica y divulgativa de Estanislao, el lector encontrará una magnífica forma de acceder al pensamiento psicoanalítico, valiosa incluso para los iniciados en este dominio, y esto por dos razones: una, por la solvencia y el dominio que exhibe Zuleta de los conceptos y teorías que configuran el saber del inconciente y, segunda razón, porque, acorde con su posición general ante el conocimiento, Estanislao presenta un psicoanálisis filosofado, valga decir, pone el saber tributario de Freud en diálogo con una amplia red de pensadores provenientes de otros dominios de la reflexión sobre lo humano, en particular con pensadores de los ámbitos de la filosofía y de la literatura, lo que produce el magnífico efecto de inyectarle sangre al psicoanálisis y de vivificarlo, 24

Profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Escuela de Estudios Filosóficos y Culturales. Miembro de la Junta Directiva de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta. E-mail:: cmgonzal@unalmed.edu.co

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rescatándolo del estrecho dominio de los tecnicismos y de los especialistas y volviéndolo un útil para que cualquiera, que tenga disposición para ello, pueda replantearse, en función de su propia cotidianidad, qué es esto de ser humano, sus posibilidades y dificultades, sus maravillas y tragedias. Es por esta vivificadora posición de Zuleta ante, en este caso, el psicoanálisis, por lo que el lector encontrará en este libro un diálogo pertinente, necesario y enriquecedor del saber del inconciente con pensadores de la literatura como Poe, Cervantes, Proust, Thomas Mann, Dostoievky, Chejov y Goethe; de la filosofía como Aristóteles, Platón, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Sartre y Derrida; de la lingüística como Roman Jakobson; de la etnología como Lévi Strauss; de los análisis sociales como Marx y Althusser; diálogos abiertos por Zuleta no a la manera del erudito narciso que cita por hacer resaltar su obesidad informativa, sino del erudito que hace saltar la chispa del pensamiento por las conexiones pertinentes que descubre y realiza. Por esto, y antes que por ninguna otra cosa, este libro de Estanislao es una magnífica oportunidad de aproximarse a un psicoanálisis asequible a todos y explorado en posibilidades suyas que van más allá de la clínica. Zuleta abre este camino hacia el psicoanálisis advirtiendo al lector que el pensamiento de Freud representa un cambio radical en el modo de pensar al ser humano y de plantearse una explicación sobre la relación de éste consigo mismo y con las causas de sus posibilidades e imposibilidades, de sus dichas y sus sufrimientos. Decir psicoanálisis es decir no a la determinación orgánica, al igual que es refutar la apelación de la psicología a la conciencia, a la voluntad y en general a las facultades. Desde Freud la determinación esencial del ser humano recae sobre el lenguaje y su suerte se juega en los dramas de su ingreso y relación con el orden del significante. Un inconsciente –el freudiano- estructurado como un lenguaje y unos síntomas que atrapan al sujeto en espera de su articulación como palabra, no exoneran, sin embargo, de la responsabilidad ética a quien es ya entendido como determinado por un más allá de la conciencia. Estanislao Zuleta logra tallar ese inconsciente regido por leyes simbólicas y configurado desde la represión, que estipula una organización escénica de los deseos, valga decir, unos fantasmas, que no dejarán de martillar y encauzar al sujeto en sus acciones y sentimientos. El inconsciente del psicoanálisis, nos recuerda Zuleta, no es sólo un depósito de 60


recuerdos sino que es una fuerza activa, una instancia de trabajo y producción de sentidos, cuyo análisis riguroso reclama tres puntos de vista: el dinámico, el económico y el tópico, puntos de vista que constituyen lo que Freud llamaba Análisis metapsicológico. En este sondeo por los territorios del inconsciente, Zuleta nos regala una interesante discusión con Descartes y Sartre, representantes de la idea del hombre dueño de sí, regido por la conciencia soberana. Decisiva en la explicación freudiana de qué es el inconsciente y en la presentación que nos hace Zuleta de ésta, es la categoría de sexualidad que elabora el psicoanálisis, la cual se constituye no sólo en una noción central, sino que opera una modificación radical frente a la idea tradicional que se tiene de la relación del ser humano con su cuerpo. En primer lugar, la sexualidad no se puede analizar en el hombre según el modelo reproductivo propio de los animales, lo que deriva en la refutación de la idea de un instinto sexual en éste, valga decir, se niega la pareja estímulo-respuesta como reguladora de nuestro proceder humano en materia de sexualidad. Pero, además, ésta tampoco es simple efecto de los propósitos educativos que hayan adelantado los padres. No queda sino una vía para explicar esta sexualidad humana de objetos, fines y zonas diversos e impredecibles: ella se estructura histórica y subjetivamente. No hay pues, precisa Zuleta, una necesidad natural en el hombre que se desarrolla en sus órganos, señalándonos más bien la diferencia que hay que establecer entre tres conceptos con los que el psicoanálisis trabaja: Necesidad, Demanda y Deseo. La misma línea de análisis lleva a refutar la idea de que las llamadas etapas de la sexualidad (oral, anal y fálica) sean asunto de evolución, precisando que la primacía de cada zona en un momento específico depende más bien de la inscripción – siempre dramática, por lo demás- en un nuevo sistema de relaciones con respecto a la ley agenciada por las figuras fundamentales para el niño. Pero el texto de Zuleta es generoso en desplegar muchos otros aspectos que conciernen a la delimitación del concepto de sexualidad en el psicoanálisis: ahí están sus relaciones con la identidad, la identificación, la angustia, la realidad, la culpa, igual que presenta esa aventura que constituye la libido y sus destinos en la elección de objeto, en la preferencia de fines y en la acentuación de zonas para el goce. Cae de su peso que en la inteligente y amena presentación que hace Estanislao Zuleta del psicoanálisis, ocupan un lugar muy 61


importante pilares fundamentales del edificio de éste como son el complejo de Edipo y de castración, el narcisismo y la teoría del sujeto. De los primeros destaca, entre otras cosas, sus relaciones con el goce, la ley y el deseo y los describe como la forma en que se tramita para el niño la experiencia que lo derivará a ser un hablante y un sujeto del deseo, al igual que lo hará una criatura que sabe de su muerte y que ha de registrarse en el tiempo. Con respecto al narcisismo, esa investidura libidinal del yo, lo presentará en sus relaciones con esas siempre móviles y perdibles conquistas que son la identidad y la realidad y precisará los dos tipos de narcisismo en que se registra el sujeto: el primario y el secundario. También nos conduce a una indagación del lugar que juegan en la constitución del narcisismo la imagen especular y el amor, principalmente el amor de la madre por esa prolongación de su propia imagen que es el hijo, de la misma manera que analiza las relaciones del narcisismo con la agresividad. Y en lo que respecta a la teoría del sujeto, el recorrido analítico y filosofante al que nos lleva Zuleta, nos permite abordar conceptos claves en el pensamiento de Lacan como son lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario, el Otro, la metáfora del Nombre del Padre, como también nos facilita comprender la lógica que rige los vínculos Ley-Goce-Deseo y ese doble empuje que anima al ser humano: llegar a alguien y llegar a ser alguien. Pero todavía hay más en este libro de Estanislao Zuleta, del que no dudamos en proponer su lectura para todo aquel que quiera acceder a un forma viva y no congelada, filosófica y no técnica, del pensamiento psicoanalítico: rastrea, a efecto de ubicar qué es lo normal y qué es lo patológico, la diferencia entre estructura y tendencia, y se aplica a caracterizar la histeria, la psicosis y la obsesión, de la misma manera que establece los nexos y las diferencias entre depresión, duelo y melancolía. Más tarde el lector encontrará una indagación sobre el papel de la ley en el ser humano y el del opositor a ésta, el antinomismo, y las relaciones de una y otro con el humano universo de las perversiones, referenciando en Rousseau, Marx, Cervantes y Epifanio el viejo y renovado mito de la negación de la ley: el libertarismo. Precisamente, estas páginas sobre el antinomismo, la ley y las perversiones, deja el camino allanado para el remate del texto: una brillante y muy atinada polémica con Deleuze y Guatari a propósito de “El Anti-edipo”, en la que Estanislao muestra la demagogia teórica de estos autores cuando proclaman como bandera tomar partido contra el Edipo y a 62


favor de la esquizofrenia, como si éstos fueran asuntos optativos, al tiempo que indica que tras su virulenta andanada contra el psicoanálisis, lo que se delinea en los dos escritores franceses mencionados es una especie de nuevo rousseaunismo, una teoría naturalista del deseo y un retorno a la concepción del hombre natural, entendiendo equivocadamente que es la ley la que acarrea el mal en un ser por naturaleza bueno, emanando de esta visión todo un demagógico juego de consignas inanes propias de esa ingenuidad que es el libertarismo. Este último ensayo del “Pensamiento psicoanalítico” nos depara también una muestra de algo que siempre caracterizó a Estanislao Zuleta y que está cada vez más ausente en el mundillo de los intelectuales de nuestros días: ser un militante racional de sus convicciones más profundas.

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ESTUDIO SOBRE LA PSICOSIS Por Alberto Valencia Gutiérrez Este libro fue publicado en febrero 1990 (el mismo mes de la muerte de su autor) por la Editorial Percepción en Medellín resultado de la iniciativa de Luis Antonio Restrepo y Gustavo Arango, profesores de la Universidad Nacional. El libro corresponde a un ciclo de conferencias dictadas por el profesor Zuleta alrededor de temas vinculados con el problema de la psicosis y consiste en una serie de comentarios a una serie de documentos de la literatura psicoanalítica sobre el tema entre los cuales habría que resaltar el estudio de Freud sobre el doctor Schreeber. Sin embargo, más allá de los comentarios de detalle sobre esta literatura, la característica más importante del libro consiste en tratar de presentar la psicosis en el marco de la reflexión filosófica vinculada a temas tan importantes como la relación entre la comprensión y la explicación, la verdad y la verosimilitud, la causalidad y la intencionalidad, la verdad y la mentira, entre otros. En este sentido es importante por ejemplo la manera como vincula a descripción de la psicosis a la reflexión de Jean-Paul Sartre y a las descripciones fenomenológicas que este filósofo lleva a cabo en el libro El ser y la nada. La actividad intelectual de Zuleta se desarrollaba en diversos ámbitos: la filosofía, el marxismo, el psicoanálisis, la crítica de textos literarios, la filosofía y la sociología política. Este libro constituye al lado de Teorías de Freud al final de su vida y El pensamiento psicoanalítico, una de las pocas publicaciones existentes que están vinculadas al tema del psicoanálisis. El texto fue publicado sin un trabajo editorial muy acabado por parte de sus editores, que seguramente estaban más motivados en difundir el pensamiento de Zuleta que en presentar un texto acabado, pero aún así representa una buena muestra de la peculiar reflexión que llevaba a cabo Zuleta sobre temas psicoanalíticos, sobre todo de la manera como integraba el psicoanálisis a la filosofía y a la reflexión sobre textos literarios.

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LA POESÍA DE LUIS CARLOS LÓPEZ Por Carlos Mario González Este es un libro de Estanislao Zuleta que testimonia de las dificultades a las que se ve abocada la publicación de su obra cuando se tiene un texto que no guarda el rigor y la exhaustividad de una reflexión preparada por el autor con miras a su edición, pero que, dada la sapiencia y agudeza que en alto grado poseía y que le permitía ser un expositor oral realmente brillante y original, tiene la virtud de ofrecerle al lector una mirada que abre caminos a la sensibilidad y al entendimiento, en este caso, de la poesía –poco conocida y, mucho menos, valorada- de Luis Carlos López, el entrañable “Tuerto” de Cartagena.25 El comentario en el que se adentra Zuleta –que, dicho sea de paso, a uno como lector le gustaría contar con una presentación editorial en la que se diera cuenta de la historia de esta reflexión, tanto en la producción de ella por su autor como en los avatares de su recuperación y publicación, pues esto permitiría tomar una mejor posición frente a las características de un ensayo que no es todo lo ilado y orgánico que uno quisiera- es un comentario que sin ofrecer una valoración explícita de la poesía del “Tuerto”, es decir, sin adjetivarla, la toma con tanto respeto y seriedad que, al final, y creo que es el gran mérito que nos depara la labor de análisis de Zuleta, queda en el lector la imagen de un poeta singular y con una sensibilidad para rastrear y matizar la vida y el mundo, que ameritan ir a recorrer las páginas de su obra. Zuleta dispone de un fundamento que él mismo explicita en este libro, que consistente en asignarle a la poesía la tarea de hacer más vivible el mundo porque se lo hace lenguaje. Entonces, la pregunta genérica: ¿qué es la poesía?, la aborda examinando, antes que nada, los elementos constituyentes del lenguaje, apuntando con Jakobson a precisar cuál es el que responde por la función poética, pero preocupándose por aclarar que si, como dice Valery, lo poético no es otra cosa que la “incidencia del sonido en el sentido”, la poesía, si bien es la forma excelsa de la función poética del lenguaje, 25

Estanislao Zuleta. La poesía de Luis Carlos López, publicado por Hombre Nuevo Editores-Fundación Estanislao Zuleta, Medellín, 2004.

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no es la única manifestación de ésta. Ahora, como la poesía es una manera de poner el lenguaje a decir y como, en buena medida, ella ha de acudir a la escritura para comunicarse, entonces este texto de Zuleta de forma, por decir lo menos, sorpresiva, hace una digresión y aboca en unas cuantas páginas un tema del todo imprevisto: la puntuación, aduciendo para ello que ésta es una manera de configurar el sentido, de tal forma que, por ilustrar, dos formas de puntuación constituyen dos sentidos diferentes. Siendo esto cierto y siendo también claro que la poesía goza de una puntuación específica en función de esa “insistencia de una forma sonora” que busca aproximar la palabra a la música, no deja de ser forzada en este libro esa excursión a la preceptiva de cuándo se usa el punto, la coma, el punto y la coma, etc., siendo más bien ésta una muestra fehaciente de la necesidad de precisar un criterio de edición para una obra como la de Zuleta que, en buena medida, no fue dada a la luz por su autor pensando en su publicación como libro. Volviendo a nuestro texto de referencia, Zuleta –teniendo siempre en la mira a Luis Carlos López y ejemplificando con poemas de este lo que va teorizando- señala al poeta, en general, como aquel que operando con esa flexibilidad del lenguaje que constituyen la metáfora y la metonimia, logra una afortunada y singular elección inconsciente de sonidos que alcanzan un elevado rendimiento de sentido. Para el caso del “Tuerto” López, Estanislao va rastreando en su poesía rasgos propios de este poeta como, por ejemplo, su particular utilización del humor (lo que lleva a Zuleta a otra, en nuestra opinión, poco afortunada digresión por insuficiente, sobre las consideraciones generales del psicoanálisis en torno al chiste y el humor), como lo hace cuando acude a la parodia o a la utilización conciente de términos antipoéticos en la confección misma del poema. Pero también Zuleta sigue en Luis Carlos López esa característica suya de hacer poesía sin acudir a términos dramáticos y grandilocuentes, de hacer del poema un espacio en el que registra la insalvable tensión que tiene con su terruño, ese sentimiento de ser un extranjero en su tierra, que no encuentra en ella ni refugio ni realización y se ve arrojado a una desolada cotidianidad, poeta, en últimas, más preocupado en pintar su diferencia con el mundo que lo rodea que en dar cuenta de los laberintos de sus ser, más interesado en cuestionar las valoraciones que hace su entorno social, por ejemplo, cuando éste entorno antepone ese ser de la repetición estéril

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que es el comerciante a ese otro de la originalidad que es el poeta, que en quedar bien con los poderes vigentes. En fin, evocando a Derrida y teniendo a Luis Carlos López como contraejemplo de esto, Zuleta dice que hay gente que no escribe simplemente porque ya está escrita, valga decir, porque ya está inscrita en el orden normal, en cambio, un escritor como el “Tuerto” es alguien que se busca en su escritura, que con ella se lanza a una aventura fundamental: lograr un mundo nuevo mediante el expediente de ensanchar el área de incidencia del lenguaje. Por eso, al cabo de esta reflexión, en la que se ocupó de un poeta, Zuleta no quiere dejar de recordarle al lector que “según Heidegger, la poesía es lo más inocente, pero también es lo más riesgoso y lo más peligroso; es juego y búsqueda e intento de construir una vida”.

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EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA: UN CAMPO DE COMBATE Por Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) Este libro corresponde a la recopilación de textos alrededor del tema de la educación llevada a cabo entre la Corporación Tercer Milenio y la Fundación Estanislao Zuleta en el año de 1995. La primera parte corresponde a dos entrevistas extensas sobre el tema de la educación y la responsabilidad social del intelectual. En ambas entrevistas se encuentra claramente expresado el perfil intelectual de su autor en lo que atañe a este tema esencial en su desarrollo intelectual. El libro incluye igualmente cuatro conferencias y el prólogo a un libro, que giran todos alrededor del mismo problema: la relación entre la educación como proceso de entrenamiento y la educación como proceso de formación; la relación entre la educación y la participación democrática; la actitud de Kant frente al tema de la Universidad y el debate público; la relación entre el marxismo y la Universidad. Las dos primeras entrevistas fueron recogidas posteriormente en el libro Conversaciones con Estanislao Zuleta, en 1997, pero este hecho no anuló ni desplazó el libro que reseñamos; por el contrario, este libro ha tenido una vida propia y una amplia difusión en las universidades y colegios de Colombia. El tema de la de la crítica a la educación convencional constituye sin lugar a dudas uno de los principales corolarios que se derivan del trabajo intelectual de Zuleta. Su tesis fundamental acerca de este problema se podría enunciar de manera sucinta en la idea de que existe una incompatibilidad esencial y fundamental entre la forma de ser de la educación y las exigencias del pensamiento. Pensar significa incluir en la lógica de una pregunta, de una interrogación, de una indagación por el sentido, cualquier dato información o resultado que se quiera asimilar, apelando a comparaciones o contrastes que permitan identificar su peculiaridad con referencia a otros factores o a sus contradicciones. Aprender, en la práctica de la educación, significa por el contrario repetir datos aislados de sus contextos, rendir cuentas de resultados anteriores del saber, eludiendo la posibilidad de una relación efectiva con los proceso de pensamiento que los produjeron. La educación, según Zuleta, reprime el pensamiento, trasmite resultados pero no pone al 68


estudiante en contacto con los procesos que llevaron a esos resultados: no le permite pensarlos ni reconstruirlos. Esta es, en pocas palabras, la sĂ­ntesis del enfoque sobre la educaciĂłn que Zuleta desarrolla ampliamente en este libro.

1968. Fotos propiedad de la familia Zuleta.

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PSICOANÁLISIS Y CRIMINOLOGÍA26 Por Sandra Lucía Jaramillo Restrepo Sigue siendo una pregunta esencial para la sociedad esa que Zuleta aborda en este texto: las relaciones entre el crimen y el inconciente. La necesidad de que el sistema judicial apropie elementos del psicoanálisis para propender por un quehacer más reflexivo y la discusión sobre conceptos esenciales del derecho como culpa, libertad y castigo, que siguen anclados a concepciones de lo humano propias del cristianismo, son algunos de los temas que se ponen en el tintero. Para empezar, Zuleta diferencia entre dos tipos de delitos, uno es el que se produce a causa de un ordenamiento social que no se acata, de una estructura de poder que se refuta porque se considera injusta o porque atenta contra las libertades individuales de un ciudadano concreto, tal es el caso de los campesinos sin tierra que invaden áreas baldías o de la mujer que roba en un supermercado de la burguesía para dar de comer a sus hijos hambrientos. Otro tipo de delito es aquel que se comete producto de la violación de normas primitivas que no han sido suficientemente interiorizadas por el sujeto y que se trasgreden con la idea de buscar un posicionamiento en el mundo. El primer tipo de delito es válido para una reflexión político-económica que traiga a colación los derechos civiles y deje de manifiesto las profundas injusticias que engendra un sistema como el capitalista, pero el segundo tipo de delito es propio del dominio del psicoanálisis y en parte de la antropología, y a éste es al que quiere remitirse Zuleta en el texto que reseñamos. El ser humano es un ser del inconsciente, es decir, la explicación de sus actos, de sus procedimientos, de sus decisiones no se limita al ejercicio conciente de causas y efectos que conllevan a una elección, ya que los acontecimientos que protagoniza son resultado de una historia personal que se inaugura en momentos muy tempranos de la vida y en la cual juegan un papel central las 26

Estanislao Zuleta. Psicoanálisis y criminología, primera edición por Editorial Percepción. Medellín, 1986. Nueva edición por Hombre Nuevo Editores, Fundación Estanislao Zuleta, Medellín, 2007. Edición a cargo de Alberto Valencia Gutiérrez.

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identificaciones que se alcanzan con las figuras primordiales: los padres o los sustitutos de éstos. Esto es lo que Freud denominó determinismo psíquico, planteando que el inconsciente es una fuerza eficaz para direccionar la existencia auque se trate de una estructura a la que no tenemos acceso, a la que no podemos regresar cuando queremos y que no está disponible. Por otro lado, el humano es un ser de las normas, de esas que nos impone la relación social, es normativo nuestro ingreso al lenguaje, hemos de inscribirnos en un orden sintáctico y gramatical para comunicarnos con los otros, es imperativo acatar normas de higiene como el baño, el control de esfínteres y demás prácticas cotidianas que nos permitan estar con otros; pero ésta normatividad no se acata tranquilamente, se trata de una coartación que se ejerce a pesar de las tendencias que también son muy propias de lo humano, esas que nos separan de los demás, que nos exaltan cierto egoísmo primitivo. Somos, pues, seres contradictorios, “no se puede seguir hablando ya del sujeto unitario como los filósofos desde Platón hasta Hegel lo han hecho, sino de una estructura de tensiones y contradicciones que reemplaza a esa unidad mítica con sus deseos, [...] ese hombre que desea aumentar sus placeres y disminuir sus dolores [...], quedó convertido, de una unidad irreductible que era, […] en una estructura llena de contradicciones por obra de Freud”27. Basado en las teorizaciones freudianas, Zuleta expone los puntos esenciales en los que el psicoanálisis ha abordado directamente los temas de la criminología. Plantea los casos de delincuencia por sentimiento de culpa, en los que una pasión negativa e inconsciente se dirige hacia una persona muy querida e incluso muy importante para la vida, por lo cual dicha hostilidad produce culpa y ésta quiere expiarse en un acto real que posibilite un referente que sea conciente, tal es el caso de Raskolnikov en “Crimen y Castigo” que mata una vieja usurera para liberarse de una culpa que no puede ubicar, así “el sentimiento de culpa no es la consecuencia del delito, sino la causa”28. Otro caso muy común, es el de la legítima defensa de un paranoico que proyectando su propia hostilidad inconsciente contra alguien, concibe que es odiado por los otros y que podrá ser víctima de ellos en cualquier momento, por eso 27

Zuleta, E. 1986. Psicoanálisis y criminología. Editorial Percepción. Medellín, p. 36. 28 Idem, p. 41.

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debe adelantarse y suprimir a esos que lo “amenazan”. Otro caso es el de los delitos que ocurren en el instante en el que alguien es presa de un episodio psicótico, que aunque se ha venido procesando en la historia personal, se desata en el instante en el que el mundo ofrece un signo preciso e imprevisible: “dos muchachas del servicio que se habían mostrado siempre muy buenas, muy obedientes y no presentaban ningún síntoma raro, en un momento terminaron matando a la señora y a la hija de la señora y vistiéndose sus ropas”29. En esta línea Zuleta trae varios estudios de caso que son muy dicientes para mostrar la inmensa variedad y complejidad de la psiquis humana. El principal aporte de Zuleta en este texto es, pues, su esfuerzo por divulgar la explicación del psicoanálisis sobre lo humano, para llevarla a una necesaria discusión con el sector judicial -en el que están cotidianamente hombres y mujeres decidiendo el futuro de individuos concretos y agenciando una ley externa que tiene como principal función mantener el orden social, valga decir, el orden común-, pero no podemos desconocer que es un texto que deja múltiples inquietudes y que las críticas diversas que provienen de psicoanalistas son en menor o mayor medida, pertinentes. Pero no hay que desconocer tampoco que se trata de un texto muy temprano de nuestro pensador colombiano y muy temprano también en la incursión del discurso del psicoanálisis en nuestro medio, es importante anotar esto porque como el mismo Estanislao nos lo enseñó, no es bueno descalificar a un pensador por un desacuerdo puntual con un aspecto de su obra que no se comparte, es más conveniente hacer un estudio sistemático que permita percibir las elaboraciones que se van haciendo al interior de una obra, sin desconocer que un pensador es un productor de nuevos sentidos y el camino que recorre es, en raras ocasiones, un avance lineal y progresivo en el sentido hegeliano. En todo caso, cabe señalar que este texto pasa de largo por un precepto que hoy es central en el psicoanálisis y es ese que plantea que si bien las determinaciones humanas tienen un orden inconciente, esto no exime al hombre de la necesidad de hacerse responsable de sus actos, no siendo válido –socialmente hablando-, que a nombre de explicaciones psíquicas que muestren que un sujeto asesina para deshacerse de un padre con el que no se identifica, se 29

Idem, p. 87.

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“justifique” el delito, sería este un camino para poner en riesgo la sociedad misma. De aquí se desprenden preguntas que quedan en el ambiente tras la lectura del texto: si bien la sólida y compleja explicación sobre lo humano que ha mostrado el psicoanálisis enriquece y aporta decisivamente a las preocupaciones de la justicia, ¿dónde esta el límite para que las explicaciones de la psiquis de un sujeto determinen un procedimiento judicial que pretende restablecer cierto orden social?, ¿puede la justicia adaptarse a los tiempos largos e incluso indeterminados que exige un estudio de caso desde el psicoanálisis?, ¿cómo hacer corresponder los casos puntuales que pueden ser explicados uno a uno -el señor que sufrió un episodio psicótico y mató a la suegra que le representa en el inconsciente la madre, la mujer que no puede controlar su compulsión a la piromanía e incendia miles de hectáreas de bosque natural, etc.- con los marcos legislativos que deben funcionar con cierto grado de “objetividad”?. Pero hay más, Zuleta afirma que “el psicoanálisis se opone al concepto de castigo, considerando ese concepto como un síntoma de una neurosis social, de una tendencia neurótica de la sociedad en su conjunto”30, afirmación ésta problemática, en tanto el castigo es ese camino para imponer desde el exterior una ley, valga decir, someter a una restricción a quien por su historia personal no pudo interiorizar límites que lo inscribieran en lo social, ¿debemos esperar pues, que el violador se dirija voluntariamente y con compromiso al diván a explorar su inconsciente antes de que vaya a la cárcel, límite además de moral, físico y que impedirá que repita su delito?, ¿qué pasa pues, si el delincuente es un canalla, es decir, no tiene sentimiento de culpa y por ende no está interesado en procedimientos analíticos?. En fin, un texto no es únicamente valioso cuando ofrece respuestas, también lo es cuando inquieta, cuando posibilita que se despliegue un abánico de preguntas, cuando suscita la discusión y el debate y es aquí se inscribe la valía y la actualidad de “Psicoanálisis y Criminología”, un texto que en nuestro medio fue pionero en el esfuerzo por llevar el psicoanálisis a aplicaciones concretas en la vida cotidiana y en esta medida a una conexión que hoy sigue siendo insuficiente: psicoanálisis y derecho.

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Idem, p. 99.

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LA PROPIEDAD, EL MATRIMONIO Y LA MUERTE EN TOLSTOI Por Alberto Valencia Gutiérrez El libro La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi (Editorial Nueva Letra, Cali, 1980) consiste en la lectura crítica de algunos apartes de la novela Ana Karenina y del cuento La muerte de Ivan Ilich del escritor ruso. Como casi todos los libros de su autor, corresponde a una pequeña parte de un ciclo de conferencias mucho más amplio que dictó sobre la obra de Tolstoi, en particular sobre Ana Karenina, y que aún permanece inédito. Este pequeño libro existe simplemente porque uno de sus amigos encontró interesante en su momento estas conferencias y optó por proponer a su autor una publicación parcial de lo que era un conjunto más vasto. La presentación editorial del texto es muy representativa de lo que se hacía en ese momento con las conferencias del autor. El libro constituye una muestra significativa representativa de lo que es el análisis de obras literarias que Zuleta hizo durante toda su vida y que conducía, a través del análisis del texto, a una crítica de la vida cotidiana, que es probablemente la actividad subversiva del orden existente más importante que Zuleta hizo durante toda su vida. En este caso particular se encontraban comprometidos temas tan importantes como la muerte, la propiedad y, sobre todo, el sentido del matrimonio con relación al amor. No pocos de los asistentes a unas conferencias sobre estos temas sentían profundamente cuestionada su vida cotidiana y, sobre todo, sus relaciones personales, con grandes consecuencias. La lectura de textos literarios que llevaba a cabo Zuleta como está claramente presente en este libro) estaba organizada sobre la base de la idea de que la literatura, y el arte en general, se desarrollan fundamentalmente en el ámbito de un diálogo entre lo dado y lo posible. El arte es una manera particular de "dar cuenta de un mundo externo"; pero no consiste propiamente en constatar, a través de unos procedimientos técnicos una situación objetiva externa que estaría al alcance de todo aquel que posea los instrumentos artísticos necesarios para aprehenderla sino, por el contrario, como lo dice claramente en este libro, en un intento de "convertir lo visible en la propuesta de un mundo posible y de una manera de existir" (p. 23). Así lo que el artista hace no sería propiamente la descripción de las cualidades de las cosas 74


en si mismas consideradas, sino el trabajo de incluirlas en la lógica de un sentido que es fundamentalmente la estructura de una posibilidad humana. Según Zuleta La muerte de Ivan Ilich es la reflexión más importante, directa y explícita, que el escritor ruso dedicó al tema de la muerte. El tipo de análisis que realiza Zuleta es, pues, posible a partir del contraste entre la consideración de la muerte como una posibilidad que le da sentido a la vida y la situación descrita por el texto. El aporte de Tolstoi consistiría entonces, según el autor, en presentar la descripción de una sociedad de burócratas que tienen definido para siempre el éxito o el fracaso y para los cuales la definición del significado de la muerte es significativamente más estrecho: el hombre es un ser que sabe que va a morir [pero] se propone olvidarlo, tratando de vivir como si no lo supiera y dedica a este propósito buena parte de su actividad vital. El problema que se desprende de la narración es mostrar entonces las innumerables actitudes defensivas frente a la muerte en una sociedad de funcionarios que, en concordancia con sus valores, asumen la muerte como una eventualidad y, sobre todo la forma de concebir la muerte a partir de una relación con el tema de la propiedad. Como la vida es pensada fundamentalmente a partir del concepto de propiedad la muerte por lo tanto es asumida como una "terrible expropiación" y como un despojo. Esta es la idea fundamental que Zuleta nos quiere mostrar en este libro.

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EL QUIJOTE UN NUEVO SENTIDO DE LA AVENTURA Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) El libro El Quijote un nuevo sentido de la aventura consiste en una serie de conferencias ofrecidas en el Centro Psicoanalítico Sigmund Freud de Cali entre agosto y septiembre de 1975, dirigido a un público que se reunía todas las noches en un solitario y silencioso lugar en las afueras de la ciudad a escuchar con suma dedicación sus charlas sobre los temas más diversos. Al no contar con la totalidad de las transcripciones o las grabaciones de las charlas, el editor trató de salvar esta carencia dándole una organización temática a los textos, no necesariamente según la cronología de las exposiciones o el orden del libro, y completando el ciclo de conferencias original con otras intervenciones del autor en otros escenarios. Zuleta en su libro, toma como punto de referencia inicial para presentar El Quijote la idea de que esta obra aparece en un momento en que, gracias a la disolución de las formas feudales de vida, irrumpe en la historia y en la literatura un “nuevo sentido de la aventura”. Una sociedad de castas y estamentos cerrados y excluyentes, que determinaba de antemano los límites en que se podía desenvolver la trayectoria vital de cada uno de sus miembros, cede su lugar a un nuevo tipo de sociedad en el cual aparece el fenómeno nuevo de la movilidad social ascendente, que significa la apertura de inmensas posibilidades de llegar a ser algo distinto de lo que la posición inicial hace posible. La novela, género literario que se desarrolla bajo el impulso de estas mismas transformaciones, redefine el sentido tradicional del héroe, quien ya no es la encarnación del destino o el representante de un pueblo y una época como en la poesía épica, sino la expresión del sueño individual de ser alguien cuya trayectoria depende del resultado de sus actos y de los azares de su existencia. El Quijote, nos explica el autor, es por excelencia el manifiesto literario de la nueva situación y la expresión de este “nuevo sentido de la aventura”. Un hombre solo, que se ha pasado buena parte de sus últimos años leyendo historias de caballerías, toma de improviso la decisión abandonar su casa para representar en vivo lo que sus textos le enseñaban y prescribían. La más conocida de las 76


interpretaciones considera que el libro es la contraposición entre la locura de don Quijote y la realidad que se expresa de diversas maneras a través de múltiples personajes, o entre el idealismo y el carácter prosaico de la vida convencional. Esta idea no sólo la han expresado muchos lectores del libro, sino que es también la trampa mortal que el propio Cervantes se inventó. Los intérpretes no han hecho otra cosa que caer en las trampas tendidas por el autor: el anacronismo de las novelas de caballería permite resaltar el contraste entre la locura y la realidad; la existencia de caballeros andantes está en contraposición con una época en la que ya no se conocen (si alguna vez existieron); el personaje opera con normas y textos anacrónicos que se oponen a las normas, los textos y las formas de la justicia que rigen el mundo en que él vive sus aventuras. El loco parece ser, pues, don Quijote. Pero al usar el anacronismo de las armas y de las letras, el propio Cervantes nos ha revelado una nueva posibilidad de lectura, comenta Zuleta, que consiste en ver que lo que nos ofrece la novela, no es una confrontación entre la realidad y la locura, sino una confrontación entre textos, entre distintas interpretaciones del mundo. Don Quijote tiene un texto, las novelas de caballería, al que busca traducir todo lo que le ocurre y que quiere imponer a la experiencia; pero la malicia del autor, consiste en hacernos caer en cuenta que todos los personajes tienen también un texto al cual traducen su experiencia vivida: el cura tiene un texto, la Biblia; Sancho Panza, tiene un texto, que son los refranes que utiliza para interpretar todo lo que le ocurre; los duques, tienen un texto, que es el discurso propio de su condición. Y así pasa con todos los personajes. Zuleta nos muestra, por el contrario, que hay allí una polifonía de voces y de estilos. La aventura adquiere en ella un nuevo sentido porque ya no existe la autoridad de un texto o de un discurso que sirve de referencia dogmática frente a los demás; por el contrario, los textos son muchos y gracias a su confrontación y diferenciación se construye la significación de la novela. La aventura es, pues, el pensamiento tal como irrumpe en los albores de la modernidad en el siglo XVII. El Quijote es un libro que la mayor parte de nosotros aprendimos a odiar porque nos la impusieron como una obligación en el colegio. La lectura que hace Zuleta de esta obra recrea su sentido de tal manera que la convierte en una fuente de gozo y de disfrute. Los comentarios que Zuleta sobre esta obra nos abre pues las puertas de un mundo nuevo, que la formación básica escolar nos había cerrado. 77


ENSAYOS SOBRE MARX31 Por Alberto Valencia Gutiérrez El libro Ensayos sobre Marx constituye, desde el punto de vista editorial, una de las mejores publicaciones hechas en vida de su autor. La selección y edición estuvo a cargo de Luis Antonio Restrepo, profesor de la Universidad nacional, Seccional de Medellín. Con excepción del primero de los ensayos llamado ‘ Marx y el presente’, que corresponde a una conferencia pronunciada en Medellín con motivo del centenario de la muerte de Marx en 1983, los demás textos corresponden a documentos escritos directamente por el autor o son el resultado del trabajo editorial de algunos de sus amigos. Esta conferencia muestra claramente el compromiso de su autor con el pensamiento marxista y con la crítica de lo que llamaba, propia o impropiamente, la "civilización capitalista". En primer lugar, el libro reproduce un documento de amplia circulación en las universidades colombianas durante los años 70 que consiste en los comentarios a la Introducción general a la crítica de la economía política de Karl Marx. Este texto es el resultado de un seminario llevado a cabo con un grupo de amigos comienzos de los años 70, que consistía en el comentario minucioso, párrafo por párrafo, del texto de Marx. Este documento se difundió inicialmente en mimeógrafo, a la usanza de la época, en las universidades y los círculos marxistas y contribuyó enormemente a la lectura de Marx y a la comprensión de su método, hasta tal punto que llegó a convertirse en lectura obligada de todo estudiante universitario de ciencias sociales de la época. El texto fue recogido posteriormente en una edición en forma de libro y es probablemente una de las primeras publicaciones que hizo conocido a Zuleta en los círculos intelectuales de Colombia. También hacía parte de este libro un apéndice llamado Sobre la teoría del reflejo, una crítica a uno de los postulados básicos del marxismo vulgar, que aquí también aparece reproducido. Este texto contribuyó enormemente a la crítica de la interpretación marxista vulgar que se difundía en los manuales del marxismo de la época. 31

Zuleta, Estanislao, Ensayos sobre Marx, Editorial Percepción, Medellín, 1987.

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En segundo lugar el libro recoge el ensayo Reflexiones sobre el fetichismo, que constituye una de las más importantes presentaciones del pensamiento de Marx que hizo Zuleta. El texto fue escrito originalmente para el periódico Ruptura, resultado del trabajo de un grupo con ese mismo nombre, que circuló en la ciudad de Cali en el año de 1976. Zuleta había escrito este texto para el número cuatro del periódico, que nunca salió a la luz. El texto fue “rescatado” de su manuscrito original en lo que se llamaba en ese entonces un "cuaderno profesional" y reconstruido, a pesar de las manchas de tinta y de café, por quien escribe esta reseña. Este texto desarrolla de una manera muy precisa conceptos fundamentales de Marx como es el caso del concepto de forma, el concepto de reproducción y, sobre todo, el concepto de fetichismo. El documento es una excelente introducción, por decirlo así, a la concepción de la ciencia y el método en Marx. En tercer lugar, el libro reproduce el ensayo ‘Marxismo y psicoanálisis’ publicado originalmente en la revista Estrategia en 1963, órgano de llamado Partido Socialista Revolucionario, que intentó crearse a comienzos de los años 60 por parte de varios intelectuales de izquierda, algunos de ellos en disidencia del Partido Comunista, y que rápidamente fue disuelto. Este ensayo es probablemente el documento más importante para la comprensión de las orientaciones intelectuales fundamentales de su autor. Constituye, por una parte, una réplica en nuestro medio del libro de Jean-Paul Sartre Problema de método, publicado originalmente 1957, y por otra, representa una síntesis de lo que es el proyecto intelectual de Zuleta durante toda su vida: la crítica del marxismo vulgar, el intento de integrar el marxismo con otras disciplinas en particular con el psicoanálisis, la importancia de la literatura y la filosofía, etc. Cualquiera que desee conocer el pensamiento de Zuleta en sus fundamentos no puede prescindir de la lectura de este ensayo. Sobra agregar que este texto fue incluido en la recopilación de los principales documentos filosóficos producidos durante el siglo XX en Colombia por parte del filósofo Rubén Sierra Mejía (La filosofía en Colombia Siglo XX, Procultura, Presidencia de la República, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, Bogotá, 1985).

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ELOGIO DE LA DIFICULTAD Y OTROS ENSAYOS Por Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) Elogio de la dificultad y otros ensayos libro constituye la primera publicación que se lleva a cabo de una obra de Zuleta después de su muerte en febrero de 1990 y recoge los ensayos más importantes y característicos de su producción intelectual, empezando por el pequeño ensayo que da nombre al libro, que recoge en una breve síntesis los principales elementos de su ideario ético y político. Este pequeño texto fue presentado como discurso en noviembre de 1980 en el momento de recibir el Doctorado Honoris Cusa en Psicología por parte de la Universidad del Valle de Cali. Los ensayos Tribulación y felicidad del pensamiento e Idealización en la vida personal y colectiva, escritos al comienzo de los años 80, recogen igualmente buena parte de sus más importantes preocupaciones intelectuales, sobre todo dos: una pregunta por el pensamiento y su significado y la reflexión ética. Cualquier investigación sobre el pensamiento de Estanislao Zuleta debe partir de una comprensión de lo que está expuesto en estos dos ensayos, ya que constituyen la piedra angular de su proyecto intelectual. Si la muerte no hubiera interrumpido prematuramente su trabajo muy seguramente estos ensayos hubieran encontrado una continuación. Sobre la guerra, constituye igualmente uno de sus más emblemáticos trabajos, resultado de la respuesta a una serie de preguntas formuladas por la dirección de una revista en el momento en el que se estaba impulsando en Colombia el primer proceso de paz que se conoce desde los años 50. Acerca de la ideología y Sobre la lectura, son dos conferencias pronunciadas por el autor en una época temprana de su desarrollo intelectual, de gran difusión en las universidades colombianas. El libro incluye igualmente otros textos como es el caso por ejemplo de una conferencia pronunciada el 6 de abril de 1986 en la Universidad del Valle de Cali dedicada al tema de la juventud. El lector podrá encontrar en esta conferencia un ejemplo por excelencia del estilo de trabajo del profesor Zuleta consistente en tomar una idea y desarrollarla para investigar a dónde conduce. Toda su utilería intelectual se enfoca a responder una pregunta por el significado de la juventud en la época contemporánea.

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El libro concluye con cuatro semblanzas de artistas y autores que le fueron cercanos: la conferencia que hizo en Medellín a los 20 años de edad para presentar la primera exposición de su amigo de juventud el pintor Fernando Botero; un pequeño homenaje a su amigo y maestro León de Greiff, publicado en el periódico Ruptura en 1976; un homenaje a la memoria de Jorge Gaitán Durán, con motivo de su muerte publicado sin nombre en la revista Estrategia de julio de 1962; y, finalmente, un pequeño homenaje en el centenario de la muerte de Dostoievski, autor que representa una de las referencias intelectuales más importantes y significativas de su vida. Un lector desprevenido podría sentirse asombrado por la heterogeneidad de los ensayos que componen este libro. Y legítimamente podría preguntarse entonces si existe, más allá de tal diversidad, una unidad. Recordemos que una característica importante de la obra de Zuleta tiene que ver con el hecho de que no era un "especialista", cuyos intereses se circunscribieran a un ámbito delimitado y preciso del saber, protegido del exterior por las normas convencionales de una profesión, aislado, "incontaminado" e ignorante de todo cuanto se saliera de sus límites. Muy por el contrario, Zuleta incursionaba en los más diversos ámbitos, y no es fácil encontrar una disciplina o un tema particular que le hayan sido ajenos. La gran riqueza de sus aportes proviene precisamente de tomar como punto de partida la formulación de problemas generales, para desarrollar las posibilidades que se derivan del análisis de su propia lógica. Este libro constituye un testimonio de esta orientación de su trabajo intelectual.

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ENSAYOS SELECTOS32 Por Alberto Valencia Gutiérrez El libro Ensayos selectos publicado en 1992, a dos años de la muerte de su autor, corresponde a una recopilación de textos llevada a cabo por su amigo Luis Antonio Restrepo, profesor de la Universidad Nacional, seccional de Medellín, como volumen 76 de la colección Ediciones de Autores Antioqueños, auspiciada por varias empresas del departamento de Antioquia. Aunque el libro es presentado con un prólogo del editor, no aparece cuál es el criterio editorial que orienta la selección de los textos, que parece ser hecha sobre todo con un ánimo divulgativo. Con excepción de los textos escritos directamente por el autor (cinco en total), los demás textos no fueron sometidos a un trabajo editorial. Hay que observar igualmente que no todos los textos que aparecen aquí tienen una información sobre su origen. El libro está compuesto por 15 ensayos, ninguno de los cuales es inédito ya que corresponden a textos ya publicados: 1. El libro reedita casi en su totalidad el libro Sobre la idealización en la vida personal colectiva, publicado por Procultura, entidad vinculada con la Presidencia de la República, en 1985; sólo se excluyen dos textos en esta nueva edición (Reflexiones sobre el fetichismo y Comentarios a la infancia legendaria de Ramiro Cruz); 2. Dos de los textos que aparecen ya habían sido publicados en la primera edición del libro Colombia: violencia, democracia y derechos humanos (Altamir, Bogotá, 1991): Para una concepción positiva de la democracia y Democracia y participación; 3. El ensayo ‘Marx y el presente’ constituye el primer capítulo del libro Ensayos sobre Marx publicado en 1987 por la Editorial Percepción de Medellín; 4. El artículo llamado Homenaje a Tomás Mann constituye el primer capítulo del libro Thomás Mann, la montaña mágica y la llanura prosaica; 5. El ensayo ‘El arte como principio de realidad humana’, es una transcripción del capítulo IX del libro Arte y filosofía, publicado originalmente por la Editorial Percepción, y reeditado muchas veces por Hombre Nuevo Editores; 6. Aparece también una 32

Zuleta, Estanislao, Ensayos selectos, Ediciones Autores Antioqueños, Volumen 76, Medellín, 1992. Selección y prólogo a cargo de Luis Antonio Restrepo A.

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reedición de una parte del libro La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi, publicado en 1979. A pesar de tratarse de una reedición de texto ya publicados el libro, con un tiraje de 2500 ejemplares, ha tenido una amplia difusión sobre todo en el departamento de Antioquia y seguramente hace parte de bibliotecas y centros de documentación de los municipios que componen esta sección del país, ya que la edición se hizo con un claro carácter divulgativo en un proyecto creado por la Asamblea Departamental.

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CONVERSACIONES CON ESTANISLAO ZULETA Por Alberto Valencia Gutiérrez (editor) El libro Conversaciones con Estanislao Zuleta es sin ninguna duda un trabajo intelectual en el que se encuentran puntos de vista muy originales sobre temas diversos, que pueden ser reconocidos y valorados en si mismos, y que se pueden llegar a convertir en elementos de inspiración para trabajos o reflexiones posteriores. Pero su mayor valor reside en que constituye un documento que permite reconstruir el tipo de conversación que se podía establecer con él, y en que representa un testimonio de las condiciones en que se desarrollaba su enseñanza que, por lo demás, estarán siempre presentes en la memoria de quienes fueron sus amigos, discípulos o contertulios. El lector puede encontrar en estas entrevistas, no sólo un compendio de los principales temas de reflexión que marcaron su actividad intelectual, sino también la huella viva del personaje, que es sin lugar a duda uno de los más importantes intelectuales colombianos de la segunda mitad del siglo. La mayor parte de las entrevistas, o conversaciones que han sido recogidas en este libro, con sólo dos excepciones, fueron realizadas en la primera mitad de los años ochenta. Las entrevistas abarcan temas y dominios muy diversos: la crítica literaria, la sociología, la crítica del marxismo, el psicoanálisis, la política, la coyuntura del momento, la filosofía política, la teoría de la educación, etc. No obstante existen algunos factores de unidad en medio de la heterogeneidad. En primer lugar, tenemos una serie de tres entrevistas que giran en torno a la lectura, el análisis y la crítica de textos literarios: La larga espera, Existe un sentido de la posibilidad, y La ciudad del encuentro y la aventura. El lector podrá percibir allí la inmensa importancia que en su trabajo intelectual tenía este tipo de labor. Este campo de su actividad era probablemente la esfera más significativa de su trabajo, y donde desplegaba una mayor originalidad. En segundo lugar, aparece en la recopilación una serie de tres entrevistas que tienen todas un claro sesgo autobiográfico: El hombre y el fenómeno Zuleta, Estanislao Zuleta habla de su experiencia personal y Estanislao Zuleta un grato encuentro con la inteligencia. A partir de ellas es posible reconstruir, no sólo dimensiones intelectuales 84


de la persona (sus lecturas preferidas, sus influencias, sus rechazos, los autores más apreciados, etc.), sino también aspectos de carácter estrictamente biográfico (su relación con la escuela, el autodidactismo, sus experimentos educativos, sus amigos y sus publicaciones, etc.). En tercer lugar, aparece una larga conversación sobre el marxismo, los derechos humanos, la democracia y la revolución: Derechos humanos y diversidad de culturas. Muchos de los planteamientos que allí aparecen están comprometidos con una época diferente a la actual, y no están ya en el centro de la discusión contemporánea. Zuleta muere en febrero de 1990 en momentos en que había comenzado la crisis definitiva de los socialismos y se cerraba un importante ciclo histórico de nuestro siglo; en otros términos, le correspondió vivir el comienzo del "derrumbe" pero no su culminación. No obstante, los planteamientos formulados aquí anticipan problemas que van a ser fundamentales en la discusión posterior al derrumbe del socialismo. En cuarto lugar, encontramos una serie de tres entrevistas que podríamos llamar "de coyuntura": La responsabilidad social del intelectual, No soñar revoluciones y La paz: algo más que un buen deseo. A lo largo de su vida Zuleta mantuvo un "laboratorio permanente de observación" de lo que ocurría, tanto en Colombia como en el plano internacional. Aquí puede encontrar el lector agudas observaciones sobre las condiciones del momento en que se realizan las entrevistas, reflexiones sobre el significado del compromiso del intelectual en la vida social o política, y detalles muy valiosos que permiten delimitar sus propias posiciones políticas, e incluso sus cambios de perspectiva en este campo. En quinto lugar aparece una entrevista sobre la educación: La educación un campo de combate. La crítica a la educación tradicional por sus efectos represores del pensamiento, de la creatividad y del desarrollo de las posibilidades humanas era sin lugar a duda uno de los espacios fundamentales en que finalmente desembocaban sus reflexiones en los más diversos campos. La utopía de una educación que no sea incompatible con las exigencias del pensamiento es uno de los más importantes legados intelectuales que deja a las jóvenes generaciones. Zuleta es uno de los pocos intelectuales con que ha contado Colombia en la segunda mitad del siglo. Un intelectual se define fundamentalmente por el rechazo a las especializaciones cerradas y excluyentes, por su aporte a la creación de valores y de ideales de 85


orientación de la vida individual o colectiva pero, sobre todo, por una posición crítica generalizada no comprometida con intereses particulares. Este libro, por sus características, por su diversidad y heterogeneidad, pero sobre todo, por su orientación crítica, es una muestra palmaria de que Zuleta era en lo fundamental un intelectual, en el más alto sentido de la palabra.

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COLOMBIA: VIOLENCIA, DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS Por Alberto Valencia Gutiérrez (Editor de la segunda edición) Durante su estadía en Bogotá entre octubre de 1987 y diciembre de 1988, el profesor Zuleta se desempeñó como asesor del director de la oficina de la Consejería para los derechos humanos, adscrita a la Presidencia de la República. El libro Colombia: violencia, democracia y derechos humanos constituye el testimonio que nos ha quedado de lo que fue su trabajo durante esta parte final de su vida. La gran mayoría de los textos recogidos en esta obra provienen de conferencias dictadas en la capital del país durante estos años. La idea fundamental que recorre el texto de un extremo al otro es la elaboración de una "concepción positiva de la democracia", en contraste con una concepción negativa que considera la democracia simplemente como un instrumento político al servicio de la dominación social o como una forma política que debemos aceptar porque simplemente no conocemos otra mejor. Recordemos que Zuleta proviene de la tradición de la izquierda y en este marco hay que señalar que la reivindicación de la democracia política no hace parte propiamente de esta orientación. Los grandes totalitarismos de izquierda del siglo XX, inspirados en un ideal de igualdad social y económica, abolieron las libertades políticas y democráticas. Uno de los grandes méritos intelectuales del autor del libro es precisamente la elaboración de una concepción de la democracia que sea compatible con la "lucha por la igualdad, la justicia económica y la seguridad social". Así lo dice al final del ensayo que lleva por nombre Para una concepción positiva de la democracia: "ni un liberalismo kantiano ni un socialismo marxista son suficientes hoy, por sí solos, para construir un izquierda democrática". Esta frase resume en una buena medida el proyecto intelectual al cual responde esta obra. El libro incluye siete ensayos de análisis de la situación de la sociedad colombiana durante los años 80, con énfasis en el segundo quinquenio. Al leer estos ensayos hoy en día nos podemos dar cuenta que en ellos se encuentra expresadas una serie de ideas sobre las grandes transformaciones que se estaban viviendo en ese momento y 87


de las cuales no existía una plena conciencia en la intelectualidad colombiana del momento, sobre todo, la gran transformación que se estaba operando como consecuencia de la influencia del narcotráfico en todas las actividades de la vida colombiana. A finales de los 80 todavía se pensaba la guerrilla como un movimiento revolucionario, resultado simple de la marginalidad impuesta por un régimen político cerrado y excluyente. Zuleta, por el contrario, pone de presente el hecho de que la lucha armada ha perdido su sentido como vía de acceso al poder y como instrumento de transformación social con el agravante de que los grupos guerrilleros han caído bajo la seducción del negocio de la droga. En su momento la constatación de este hecho representaba un acto de un inmenso valor civil porque aún el país no había adquirido conciencia de lo que estaba ocurriendo en las zonas marginales donde la guerrilla siempre había tenido su reino o su refugio. La segunda edición de este libro incluye la conferencia dictada por el profesor Zuleta en mayo de 1989, dirigida a los guerrilleros del M-19 que se habían establecido en el campamento de la vereda de Santo Domingo en el departamento del Cauca en espera del desarrollo de las negociaciones del proceso de paz, que condujo finalmente a su desmovilización y a su integración a la vida civil. El profesor Zuleta explica a todo ese contingente de desmovilizados en qué consiste la democracia, cuáles son sus costos y sus riesgos, y cuál es el tipo de compromiso que se adquiere cuando se abandonan las armas y se opta por la democracia como instrumento fundamental del cambio social. Esta conferencia constituye sin lugar a dudas, a pesar de su informalidad, uno de los mejores testimonios que un intelectual de izquierda, crítico de la propia izquierda, nos haya podido dejar con respecto a las tareas del presente que se pueden resumir en la exigencia de convertir la democracia en el camino por excelencia para lograr las grandes transformaciones sociales. Este libro, en síntesis, representa la mejor versión condensada de las ideas políticas del profesor Zuleta. Y no hay duda que se trata de un documento de un inmenso valor para entender la importancia de su autor como uno de los pocos intelectuales críticos que ha tenido Colombia durante los últimos 50 años.

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THOMAS MANN: LA MONTAÑA MAGICA Y LA LLANURA PROSAICA Por Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) Cada que se preguntaba a Estanislao Zuleta por los motivos que lo llevaron a abandonar el colegio antes de terminar el cuarto año de bachillerato, aparecía de manera recurrente, entre otras razones más o menos importantes, el interés de terminar tranquilo la lectura de La Montaña Mágica sin el asedio de las obligaciones escolares. Desde entonces la obra de Thomas Mann, y esta novela en particular, se convirtió en una de las más importantes referencias intelectuales que orientaron el desarrollo de su pensamiento. El escritor alemán representaba sin lugar a dudas una forma particular y elevada de hacer literatura pero, sobre todo, una concepción del mundo cuyo pilar fundamental sería la teoría de las “falsas oposiciones y las diferencias efectivas”, cuya exposición detallada, con profusión de ilustraciones concretas, el lector encontrará en este libro. Su comprensión cabal es de gran importancia para comprender a su vez una de las principales herramientas intelectuales del propio pensamiento de Zuleta. En 1977 Colcultura, la entidad estatal que regía el mundo colombiano de la cultura en aquel entonces, publica en la “Colección de autores Nacionales” la recopilación de las conferencias orales que Zuleta había dictado en el Centro Psicoanalítico Sigmund Freud de Cali en 1976 con ocasión del centenario de su nacimiento. El modesto tiraje de la edición no fue obstáculo para que el libro tuviera un gran impacto y se convirtiera prácticamente en una de las primeras presentaciones impresas, dirigida a un público amplio, en que Zuleta exponía su manera de abordar textos literarios a partir de la obra de un autor de primer nivel. Años más tarde, con motivo del cambio de siglo, la revista Semana (Ver edición No. 882) llevó a cabo una encuesta entre escritores y críticos sobre las obras mas significativas publicadas en los últimos cien años en Colombia en los principales géneros de la literatura, a su juicio, la poesía, la novela, el cuento, el ensayo y el teatro. Se trataba de explorar el aporte del libro, la ruptura que propició, su pervivencia en el tiempo, el favor del público y el valor de su contenido. Entre los veinte libros de ensayo seleccionados figura Thomas Mann: la montaña Mágica y la Llanura prosaica. La nueva edición recoge los textos de la versión 89


publicada hace veintiséis años sometidos a un riguroso trabajo editorial. El lector encuentra en esta obra un minucioso análisis de la obra de Tomás Mann que le sirve de referencia, construido a partir de un método de trabajo muy peculiar: Zuleta a partir de cada uno de los pasajes del texto va planteando problemas y formulando preguntas que van siendo resueltos y respondidas a medida que transcurre el discurso. El lector encuentra en esta obra un excelente ejemplo de trabajo exegético de interpretación de una obra literaria, construido con los instrumentos que proporciona la filosofía, el psicoanálisis, la sociología y el marxismo. Todos los elementos básicos, que permiten construir la noción de literatura que tiene el autor, se encuentran aquí presentes. Este libro no es solamente una buena introducción a la obra de Tomás Mann sino también una buena introducción al pensamiento de su autor. La calidad del texto ofrece méritos suficientes como para que éste libro pueda ser considerado una obra de alcance universal.

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LOGICA Y CRÍTICA Por Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) El libro Lógica y crítica, dedicado al comentario de algunos diálogos de Platón (El Teeteto, o de la ciencia, El Banquete, o del amor, El Sofista, o del ser) y los Argumentos sofísticos de Aristóteles corresponde a un curso de filosofía ofrecido por su autor en la Universidad del Valle entre el 6 de febrero y el 2 de octubre de 1976 cuyo objetivo era, según sus propias palabras, una presentación de la lógica, no simplemente como el estudio "ocioso" de las operaciones abstractas que el pensamiento implícitamente utiliza, sino como un instrumento de crítica indispensable, como un "retorno reflexivo sobre lo que creemos saber y lo que podemos esperar a partir de las premisas con que pensamos", que se desarrolla sobre todo en momentos de crisis. El curso comenzó a dictarse en las instalaciones de la Universidad pero muy pronto, por algún motivo institucional, debió continuar en otros escenarios de la ciudad de Cali y con otros auditorios. El proyecto inicial se hizo cada vez más amplio, hasta incluir autores como Descartes, Kant Hegel, Nietzsche, Heidegger, Sartre, e incluso Marx y Freud y orientarse a una presentación más vasta de su pensamiento, no circunscrita al tema de la lógica y la crítica. La edición de estas conferencias fue hecha con base en un minucioso trabajo de investigación de los textos de los filósofos que el profesor Zuleta comenta, para precisar las citas, y para reconstruir el sentido de las afirmaciones, cuando la precariedad del material de base lo exigía. Se utilizó la versión de las Obras Completas de Platón y Aristóteles de la Editorial Aguilar, que fue la empleada por el propio Zuleta en sus conferencias. La única versión completa de los Diálogos de Platón disponible en ese momento (1976) en habla española era la de Aguilar. Otras casas editoriales habían editado sólo algunas obras y el primer tomo de la Biblioteca Clásica Gredos sólo apareció en 1981. La versión del Teeteto en esta última casa editorial, al que se dedica buena parte de este curso, sólo apareció en 1988. Estas conferencias constituyen un valioso testimonio de la actividad intelectual de su autor como fueron muchas otras 91


intervenciones suyas en su paso por diferentes universidades de Bogotá, Medellín y Cali y otras ciudades colombianas. Aparte de las sugerencias y de los puntos de vista originales que allí se puedan encontrar en cuanto a la interpretación de los autores, estas lecciones pueden ser de gran utilidad para todo aquel que quiera familiarizarse con el pensamiento filosófico, como lo fue seguramente para todos los que asistimos a las sesiones.

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SOBRE LA IDEALIZACIÓN EN LA VIDA PERSONAL Y COLECTIVA Y OTROS ENSAYOS33 Por Alberto Valencia Gutiérrez La Presidencia de la República de Colombia, a través de una institución llamada Procultura, publicó en el año de 1985 la obra de Estanislao Zuleta Sobre la idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos, como parte de su política de publicación de grandes obras de intelectuales colombianos. Este libro recoge una serie de escritos y de conferencias orales del autor en muy diversos ámbitos de la cultura y el pensamiento. La recopilación de los ensayos parece ser hecha de manera bastante aleatoria, y responde más a la buena voluntad de los editores que a un criterio de unidad temática. La falta de un prólogo es suplida con algunas notas de pie de página al comienzo de algunos de los artículos. En el libro no figura un editor responsable del trabajo editorial. El libro tuvo una circulación significativa pero nunca más volvió a editarse; por el contrario, buena parte de los ensayos que hacían parte de esta compilación han sido recogidos en otras obras. Cinco de los ensayos que aparecen en este libro pasaron a hacer parte posteriormente del libro Elogio de la dificultad y otros ensayos, publicado en 1995. Estos ensayos son ‘Elogio de la dificultad’, ‘Idealización en la vida personal y colectiva’, ‘Tribulación y felicidad del pensamiento’, ‘Sobre la guerra’ y ‘Sobre la lectura’. Remitimos al lector a la reseña de este libro. Otro dos ensayos, dedicados al pensamiento de Marx, fueron recogidos en otras obras: ‘El individualismo de Marx’, hace parte del libro Colombia: violencia democracia y derechos humanos; y el artículo ‘Reflexiones sobre el fetichismo’, fue recogido en el libro Ensayos sobre Marx. Este último artículo es probablemente una de las mejores presentaciones que Zuleta hizo en su vida sobre las principales categorías analíticas del pensamiento de Marx: el concepto de forma, el concepto de reproducción y el concepto de 33

Zuleta, Estanislao, Sobre la idealización en la vida personal y colectiva, Procultura, Presidencia de la República, nueva biblioteca colombiana de cultura, Bogotá, 1985 (203 páginas).

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fetichismo. Recordemos que Zuleta era en lo fundamental un intelectual marxista, obviamente que con una posición altamente crítica y creativa frente al pensamiento de Marx. El libro Sobre la idealización en la vida personal y colectiva, incluye sin embargo cinco ensayos que no han sido recogidos en otras obras. El primero de ellos ‘Nietzsche y el ideal ascético’, que corresponde a una conferencia pronunciada en Medellín en un homenaje al filósofo, apareció publicada en la primera edición del libro Elogio de la dificultad y otros ensayos, pero no aparece incluido en las ediciones posteriores. El libro incluye dos ensayos sobre Kafka (‘La metamorfosis’ y ‘Franz Kafka y la modernidad’) que corresponden igualmente a conferencias orales y que aparecen incluidos en este libro sin ningún tipo de trabajo editorial por parte de los editores. El libro incluye también un ensayo sobre Goethe llamado ‘Goethe: Las afinidades selectivas’, que, desde el punto de vista editorial, es presentado de una manera bastante aceptable. El libro concluye finalmente con un texto que no corresponde a una conferencia oral sino a una conferencia escrita y que consiste los comentarios a la novela de Mario Arrubla, su amigo de juventud, llamada La infancia legendaria de Ramiro Cruz. Éste trabajo, bastante desconocido en la literatura zuletiana, es uno de los más importantes textos que escribió en su vida y una excelente ilustración de rigor en la lectura de un texto literario. Quien desee conocer el pensamiento de Zuleta no puede ahorrarse la lectura de este texto, que consiste en la aplicación rigurosa del psicoanálisis a la interpretación de una obra literaria. Este texto además tiene la peculiaridad de ser un trabajo escrito y no una conferencia oral. Por comunicación personal puedo dar fe que era uno de los textos que su autor más apreciaba y lamentaba la poca importancia que se le otorgaba.

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ACKNOWLEDGEMENTS Momentos de… is a cultural group created to unify New York City’s Hispanic community by publicizing and promoting culture and art in their many forms. The goal of this book, ESTANISLAO ZULETA: An Approach to His Thinking, is to teach our community about the man who has been declared the most distinguished thinker of all time in Colombia. It is more than an honor for us to be entrusted with this exciting task, as promoters of culture and especially as followers of his thought. We would therefore like to give special thanks to all the people who have made this book possible: José Zuleta for all the possibilities he has offered; Alberto Valencia Gutiérrez, of the University of Valle; Sandra Jaramillo, of the Corporación Estanislao Zuleta; Luis Barrios, of John Jay College of Criminal Justice (CUNY); Federico Pérez Bonfante of the University of Valle; Leonard Morin, for his work coordinating the translations; the translators Rosene Zaros and Steven Stewart; Dan Cuenca, for the cover design; and of course all the people who supported the carrying out of the symposium: Fabiola Osorio, Richard Prado D’Achiardi, Lourdes Vela, Jaime Atencio, Afsaneh Moradian, Valente Aldana, Victoria Cardona, Inés Arrubla; Fredy Castiblanco of Terraza Café, and the regular participants in the presentations of Momentos de… at Terraza Café, for their continued support of our cultural work. Momentos de… Editors: José Jesús Osorio Luz A. Ortiz Julio C. Serna

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PREFACE To take life, art, and thought seriously is in itself a way to oppose the dominant tendency in our civilization.

Estanislao Zuleta Fortunately, Estanislao Zuleta’s thinking and intellectual legacy have already crossed generational boundaries. Today in Colombia, they have been publicized continuously, not only by those who were fortunate enough to have seen and heard him speak but also by all of us who have received his ideas through the written word, which in the best of cases is nothing more than a beautiful reminder of his enormous talent as an orator. As William Ospina puts it so well, “Zuleta turned conversation into an admirable art.”34 And it was through conversation that he left us his oeuvre, in numerous talks and lectures, in auditoriums, classrooms, cafés, or simply with a few friends, where he imparted his ideas. It was there that he dared to think; “to think for oneself” was one of Estanislao’s principal battle cries. That is why he criticized education manipulated by the exigencies of the system: “The educational system and teachers have done us a disservice: they have spared us the anguish of thinking.” It was perhaps for this very reason that Zuleta loved art; he knew that our humanity requires a more direct approach through philosophy and art if we hope to avoid the “Cataclysm of Damocles”35 of which García Márquez warns us. He believed that through art one can undertake the most exalted of social revolutions and gave the Renaissance as an example. He dedicated his entire life to the adventure of reading. He abandoned high school at a very young age because it robbed him of time for his own reading, and he then undertook a systematic task of reading and researching, “slowly, carefully, and ruminatively.” He then realized that reading could impact and transform, that it could liberate us from falling into the vicious circle of consumption, of the 34

Semana magazine, August 25, 2003, as part of the special edition The Colombian of All Times. 35 Speech delivered by Gabriel García Márquez, on August 6, 1986, on the 41st anniversary of the bombing of Hiroshima. Ixtapa, Mexico, 1986.

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accumulation of a series of books and information that fails to confront us with any problem or anguish. For Zuleta, “Reading in light of a problem is reading on a battlefield, opened up by the act of writing and investigating.” This book brings together three of the most representative essays of Estanislao Zuleta's oeuvre, which we have chosen along with some of the reviews of his work that have appeared so far and a biographical sketch written by his son José Zuleta, to bring the reader closer to understanding his thinking in general. “In Praise of Difficulty” is the most widely-published and circulated of all of his intellectual works, in which the author juxtaposes the ideal of happiness as a possible and attainable goal with the reality and necessity of “a difficult and tumultuous life that impels our yearning to live." The second essay, “On War,” is a proposition from a political and intellectual viewpoint on resolving conflict and war, an invitation to place this very conflict in a social space where it can develop. The third essay, “On Reading,” represents what for Zuleta was the joy of reading, “that reading is working,” as he tells us while speaking of Nietzsche as a provocateur of reading, of reading that impacts and transforms one, that presents problems. Finally, the “Biographical Sketch,” by José Zuleta, is a biography in a poetic tone to further familiarize readers with the life of the thinker. In the ample bibliography found in this edition, one will observe not only the richness of his thinking – manifested in the various disciplines that it spans – but also the great interest that Zuleta held in communicating that knowing was not a task in a specialized field. We put in your hands the work of the most important thinker and intellectual of recent times in Colombia36 and hope that this new discovery is able to forge in everyone a life committed to art, that it is capable of inciting in us the yearning for more just societies; understanding as Zuleta tells us that “...conflict and difficulty are constituent elements of society.” Julio C. Serna Valencia Translated by Leonard Morin 3

See Semana magazine, edition no. 1.112, August 25 to September 1, 2003.

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BIOGRAPHICAL SKETCH By José Zuleta In memory of Margarita Velásquez On February 13, 1935, Estanislao Zuleta Velásquez was born in Medellin. His father, Estanislao Zuleta Ferrer, was an attorney with numerous intellectual interests; he had written several essays of literary criticism and political opinion that appeared in the journal Claridad, which was published during the thirties in that city. He had a tertulia37 with Fernando González, Fernando Isaza, and other friends, with whom he read Montaigne and carried out experiments in hypnosis to observe the behavior of the human psyche. They were atheists and anticlericals; some of them were Masons and, in general, the type of intellectuals that law faculties produced during those years. In 1933, Estanislao Zuleta Ferrer married Margarita Velásquez and, two years later, in keeping with Antioquian custom, the couple already had two children. The family had moved to Bogotá where the young, 29-year-old attorney was a consultant for an oil company. But, since he had opened an office in Medellin with Fernando Isaza, he had to travel there frequently to take care of business. On June 19, 1935, Estanislao Zuleta Ferrer traveled to Medellin for the last time; on June 23, his wife received a radiogram that said: “I’ve finished my business. This afternoon I’m visiting Fernando González. Tomorrow I’m flying SCADTA. I’d like to see you on the ground. Bring the children. Love, Estanislao.” The following day Margarita got the little girl and boy ready and, at noon, took the streetcar to the Techo airfield. It was raining. Through the window, Margarita looked at that cold and misty city where she felt like a foreigner. The little boy was four months and three weeks old; it was June 24, 1935. At the airport, she approached the SCADTA office and asked: “Miss, I’m meeting my husband who is coming from Medellin; his name is Estanislao Zuleta.” The young woman’s lower lip dropped and her eyes fixed on the child who was sleeping on Margarita’s shoulder; then she said: “Ma’am, something 37

Translator note: A tertulia is a social gathering, by Latin American and Iberian tradition, where the participants share art, literature, and music.

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very horrible happened. Go home; there was an accident: Gardel is dead.” The airplanes crashed on the runway and exploded; from the Manrique neighborhood, one could see a ball of fire like an orange, smoldering sun. From his country home Otraparte, Fernando González gazed on at the magnificent brightness of the flames that consumed his friend; and that night, while the flames were still burning in the rubble, and after listening to the news on the radio, he said, “Now there’s nobody left to talk to in this country…” Some years later, Estanislao Zuleta Velásquez entered school. He never felt at ease there. When he was in the fourth grade, the arithmetic teacher called Margarita and suggested that she take the child for a checkup because “he wasn’t able to understand, he was constantly distracted and he was suffocating in class.” The doctors were of the opinion that he suffered from asthma and that perhaps he was also suffering from some type of mental retardation. From then on, his relationship with education and with mental health was rather difficult. The absence of his father was to be replaced by Margarita’s marvelous and continuous evocation of him; before putting her son to bed, she would sit for hours on end with him, telling him of an extraordinary, mythicized and glorious father. So Estanislao did not have a substitute father: he had a father shaped by narration. In that narration, a fundamental ingredient was a disdain for the here and now, for the real world, which was due to Margarita’s refusal of another love, another man, since none passed the test of comparison with her irretrievable wonder. This attitude was different from Penelope’s in that hope, for Margarita, was the first thing that was lost. Estanislao was forever so influenced by those references to the past and to the beginning that they ended up instilling in him an uncommon passion for the stories he listened to in his childhood and, later on, for books. For Estanislao the world was left divided in two: on one side was the practical world, that is, the day-to-day world surrounding him, and, on the other was the true, sublime world, which was found hidden and at rest in books. In this way, more and more, he moved away from the everyday sphere of practical life, from family relationships, from certain forms of social relations, so that shyness and idealization ended up taking possession of his temperament forever. 100


When the boy was between 10 and 17 years of age, Fernando González became his tutor and his “father”; he guided his first reading and introduced a spirit of independence from the social and intellectual milieu, which would be definitive in the later course of his ideas and his life. Reading was his great refuge; he read with an insatiable avidity. During that time, Margarita had a sewing shop where she made wedding gowns for the rich girls of Medellin, and there, in the midst of the silk and white veils, Estanislao went on reading, waiting for the weekend to go to Otraparte, to walk with Fernando along the streams of Envigado and, in the woods, address the ideas that had emerged in his mother's sewing shop. That was his first influence and his first education. It was during those walks with Fernando González when Estanislao got to know philosophy, but this knowledge, according to his own memories, was in no way at all a theoretical knowledge: “On those walks, Fernando would stop constantly and just stand there staring at an ant that was climbing down a branch; then he would say to me, ‘for you, the ant is beside us, and we believe that the ground we’re stepping on is below and the light that allows us to see comes from above, but for the ant, things are different.’” These naïve reflections and that casual philosophy lifted the veil of the obvious, and a critical view of the world began to dawn in the mind of that thirteen-year-old boy. When it came to friends, Fernando Isaza, his political uncle, is first of all worth mention. Gabriel Cano would say about him in an editorial in El Espectador: “Fernando Isaza’s style was innate and immutable because he did not write more correctly and elegantly at the end of his days than he did fifty years ago when he was in his very intellectual adolescence, and because his literary reading was voluntarily scant and not subject to any method. As eclectic in literature as he was skeptical in philosophy, his reading was oriented less toward the thought or the doctrine expressed in books than toward their style and, especially, toward the humane personality of their authors.” It was Fernando Isaza who gave Estanislao Zuleta The Magic Mountain on his fourteenth birthday and encouraged him not to think only about the stories that he read but also about their authors, about what they set out to do with their lives. Fernando Isaza would refuse a presidential candidacy and various ministries,

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but he never refused, along with the other Fernando, to teach and indulge my father in the days of his youth. When Estanislao told his family that he intended to leave high school, it caused a stir that brought matters to the verge of severing forever the ties with his relatives. Fernando Isaza, a little more easygoing, gathered the family together at his house and told them: “Estanislao doesn’t need to continue high school because high school takes a lot of time away from his studies; besides, I support him and I take responsibility.” This was an act of friendship that ushered in the contrariety that would define his existence from that point on. With his guardian’s permission and the freedom his authority gave him, Estanislao continued with the project that he had drawn up, the first step of which was to leave high school. Later…Mario Arrubla, Oscar Hernández, Carlos Castro Saavedra, Oscar Ochoa, Delmiro Moreno, Ramiro Montoya, and Gonzalo Arango established the Porfirio Barba-Jacob literary center. The meetings took place on Saturdays at the Santander library; they read what they themselves wrote. After the meetings, and in the midst of the excitement of the discussions and conversation, Bohemia followed. At Café Regina, at Metropol, at Tienda del Sordo, and on the streets of Medellin, their poems could be heard, recited by positive, young, and inebriated voices. At the tables of the cafés, tangos would end up as a reminder of his origins and the tragedy. At the end of the night, they would search their pockets, looking for the coin that could prolong the excess and the words. At that time, there was a boy in Medellin who painted. His name was Fernando Botero. He had been working on some paintings that he brought together under the name of “The Blue Women,” and he managed to get this work exhibited at the Museum of Antioquia. Estanislao became enthusiastic about the works and composed an introduction to the exhibition in an almost unknown text entitled “The Painting of Fernando Botero.” In this text, he says: … Why is painting so moving? Why is it that there are men who determine their lives through art? What is the lesson here? We know very well that painting began with man; like everything essential, it could never be invented and remains equally new, it never ends, nor wears out, since, as Hölderlin says “That which dwells close to its origins is not prone to 102


leave them.” And painting does dwell close to its origins, that is to say, that it is present as an ever suitable possibility in our lives in the very structure of consciousness. It is necessary that we address this original possibility if we are actually to understand the work of a painter. […] Botero’s paintings look like images that have suddenly come into the flesh. An aesthetic preoccupation very similar to love has ruled out everything that might strengthen the impression of their real existence. The colors, divided into large planes, result in an emotional decoration; as in frescos, the pattern predominates, emphasizing the object in its ideal existence, eliminating all the complications of perception. These are simple, synthetic forms and have the beautiful quality of only wanting to be what they are: imaginary ghosts, that is to say, products of a passion that seeks to rid them of what may not be perceptible to all.38 This text was the first publication of his life. Of his friends from the Centro Literario, Oscar Ochoa was the most bohemian: With Oscar, the tangos and the poems of Barba-Jacob ran into the night and filled the hours. One time, on an anniversary, they recalled that León de Greiff had brought the remains of the poet who had given his name to their tertulia back from Mexico on a consular mission. Then they went to the Cementerio Universal and, at the tomb of Miguel Angel Osorio (Barba-Jacob), read essays on his works and recited his verses. That was the life and the activity of the group. But Oscar Ochoa, Ochoíta, the most fragile of all, began to fall apart and finally went insane. Estanislao and Arrubla, who until that time had only read a little about psychoanalysis, were quite shaken by this event. Then began a systematic reading of psychoanalysis in which they sought an explanation for the loss of their friend. In 1953, Estanislao had joined the Communist Party and was invited to Bucharest to the annual Communist Youth Conference. Fernando Isaza and his family were opposed to that trip, but Fernando González, on this occasion, came out in his defense and 38

Consideraciones sobre la pintura y sobre la obra de Fernando Botero, published in Elogio de la dificultad y otros ensayos, FEZ, Cali, 1994, pp. 313-318.

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wrote a letter to Fernando Isaza in which he spoke of youth as the time to experience everything, without being greedy, and concluded by saying: “In your personal case, Fernando, I understand that you are opposed, because you are old and besides you have read Selecciones a lot”. This trip ended the relationship between Estanislao and Fernando Isaza who, nevertheless, six years later, was best man at his first wedding. That trip, in the company of Oscar Hernández, was definitive for his subsequent reading. From that trip, he brought back some of Sartre’s books that he had acquired in Paris and also some issues of Les Temps modernes. He had observed the Paris intellectual movement and, comparing it with what was going on in Colombia, he saw that it was necessary to rethink his reading and to work for a more universal culture that would take in other views and open space, so that here, too, it might be possible to stimulate the knowledge of anthropology and psychoanalysis. Moreover, he saw that it was necessary to add other views and other disciplines to the thinking about our political problems. One can define Estanislao’s intellectual life as that search. As is obvious, my knowledge of this time in the life of Estanislao, my father, is the result of his own memories and those of Margarita and my aunts. He summed up the Bogotá period in an interview from which I transcribe a few paragraphs: “My first studies—not counting a few rather useless, completely barren years in high school—were, around 1951 and 1952, the reading of various philosophical works, among which chiefly Plato and Descartes made a big impression on me. In 1952, I began to read Freud, with little understanding but with a lot of passion. I read the works that dealt with what could be called direct analysis: The Interpretation of Dreams, Jokes and Their Relation to the Unconscious, Group Psychology and the Analysis of the Ego, and The Psychopathology of Everyday Life”. “If I remember correctly, a little later, in 1954, I began to study Heidegger very thoroughly, primarily Being and Time, and a little later Sartre, Being and Nothingness and the works on psychology: Imagination, The Imaginary: A Phenomenological Study of the Imagination, and The Phenomenology of Emotions. Until that time I had been personally influenced by some friends of my father: Fernando Isaza and Fernando González, who wrote a book called Letters to Estanislao, that is, my dad. 104


“A little later, in 1953 or 1954, for the first time I read a text by Marx, Manuscripts, from ‘44. I knew nothing of Marxism or how it was spreading, since, as one will recall, until 1953, there was a very strong prohibition of Marxism; that was the year that Rojas Pinilla rose to power. That text by Marx, followed by some others, led me to study the economic and political situation and to establish, with some friends, the first publication in which I participated: Crisis, a journal of politics and economics. “Later on, in 1956, I traveled to Bogota. At that time I began to work at the Instituto de Investigaciones Históricas, under the direction of Pérez Villa, which allowed me to study Colombian history; it also allowed me to study, for almost a full year, all of Hegel’s historical texts: History of Philosophy, Lectures on the History of Philosophy, and Lectures on Aesthetics. Then I participated in another publication, of student origin, which was called Junio. “In 1958, I was offered a trip to Sumapaz to live among the farmers as a teacher. At that time I undertook my first reading of Capital. In that year, also, many other studies of Marxism came into circulation; it was the period—at least for us, who received everything with a bit of a delay—called destalinization. Then one could make the acquaintance of the Polish Marxists. Sartre’s texts on Marxism, Communists and Peace, for example, and some others by Merleau-Ponty, among them Humanism and Terror, were much earlier texts, from 1952-1957, that finally made it here. In reality, my studies of Marxism, in large part, followed the guidance of the texts of so-called destalinization: texts that were then very close to the thought that has come to be called existentialist, although its own authors don’t care much for this label—neither Sartre, nor Heidegger, and much less, Merleau-Ponty.” Then I studied the complete works of these authors to the extent I could get them in French, in English, or in Spanish. “In ’59, I worked at the Ministry of Labor, in an office called Farmers’ Social Security and, with the collaboration of several authors, we put together a book about the Nariño region (published by the Ministry of Labor itself), in which the influence of Marxism is very obvious. Likewise, I published some essays during that time; of those, above all, I recall one called “On Marriage, Prostitution, and Masturbation: Three Blemishes of Our Society,” which was the object of multiple attacks on the part of the conservative press. 105


“At this time there was no organized Marxist school of thought that was different from the communist party, which, in spite of destalinization, went on practicing a form of organization, an educational, cultural, and theoretical policy virtually as dogmatic as during the Stalinist period. For that reason, with some friends, Mario Arrubla, Jaime Mejía Duque, Delimiro Moreno, Eduardo Gómez among them, we founded a political group at that time, with a publication of its own called Estrategia. From that year on we were already in Bogota: nevertheless, we continued participating from afar and collaborating with Crisis. “Immediately other friends became involved in Estrategia: Jorge Orlando Melo, Guillermo Mina, and Javier Vélez, who then dedicated themselves to teaching philosophy; well, we got out some issues of Estrategia; in one of them, I wrote an analysis of the electoral process called Keys to the Elections. Then I wrote a study on the leftist schools of thought in Colombia: Contribution to a Debate on Revolutionary Politics; and, finally, a study in 1963, which dealt with the principal theoretical concern I’d had over the last ten years, which was entitled Marxism and Psychoanalysis. “New currents were also of course presenting themselves in psychoanalysis, primarily the school of thought that, since 1953, was headed by Lacan, whom I began to read a little late and with very poor comprehension: with more fixation than comprehension. In 1958, finally, he began to be more accessible to us and from that time on we returned to his texts published in the journal La Psychanalyse, after having read the texts of his disciples, since his own came to be understood a posteriori, which led to a new reading of Freud’s works, a complete one this time. “In the following years, the application of psychoanalysis to the study of literature, which had been a passion since childhood, interested me more and more, especially Dostoyevsky, Thomas Mann, Kafka, and also Sartrean literature. I published some works a little later on psychoanalysis and literature, for example, a study published by the La Gaceta del Tercer Mundo, and then reproduced at various universities, of a novel by Arrubla called Comments on the Legendary Childhood of Ramiro Cruz.” In 1956, after the trip to Europe, there were great changes in Estanislao’s life: the second and definitive departure from his mother’s house and the move to Bogota where, in the company of Mario Arrubla, Alvaro Vélez, Rómulo Jaramillo, Bernardo Guerra, 106


Octavio Vélez, and other friends, he shared a boarding house for five pesos monthly, which included food and laundry. The dictatorship of Rojas Pinilla intensified his interest in political issues; political activism and the study of Marxism were his priority in those days. His interest in Colombian issues and the application of Marxist theory to Colombian society led to a study group, which would bear fruit later with the works of Arrubla’s on underdevelopment and Estanislao’s on landholding in Colombia. In that period of political activism, it’s worth recalling an adventure that serves to illuminate his character. The adventure began at a party where María del Rosario Ortiz Santos, the niece of Calibán who had been taken under the wing of the Santos household, took an interest in the young intellectual who had arrived in Bogotá. That party ended in the parish church of Sufragio in Medellin and, later, in the mountains of the páramo39 of Sumapaz, a small town where the Communist Party enjoyed strong support, and where they had to do what was called “officer training.” In the midst of the cold and poor diet, Mario Arrubla, Mario Vélez, and the newlywed couple tried to explain the problems of class struggle to the distressed farmers while they taught them to read and write. But, from this mountain that had little or nothing of magic, they would quickly return to the city. Once in Bogotá, some publications, such as Junio, Agitación, and then Estrategia, a journal of contemporary criticism, came into being. The editors, Mario Arrubla and Estanislao Zuleta, with other friends, opened a bookstore which operated on Calle 19 above Seventh in Bogota; it was called Librería La Tertulia, and Estrategia operated there. They also tried to publish some books. Jorge Orlando Melo translated Sartre’s The Problem of Method, and Ediciones Estrategia published the book, which was a financial failure. Finally, the bookstore suffered the fate that its name suggested,40 and the multiple partners ended up dividing the books among themselves and agreed to go on meeting at El Automático to continue the tertulias. Eventually, the crisis extended to Estrategia; due to this and the breakup of Estanislao’s marriage, the political project was postponed. 39

Translator note: A high altitude ecosystem, found mostly in Colombia. See also: http://en.wikipedia.org/wiki/Paramo 40 Translator note: I.e., a tertulia is seen as an informal gathering.

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Estanislao had three sons; he was being persecuted by agents of the DAS who told all the places where he tried to work that he was an undesirable communist. But those adversities never interrupted his intellectual work; quite the opposite, they made him more active. After long days of reading, he would go to the cafés: El Cisne, El Automático—to talk with his friends about what was going on and about his reading. León de Greiff was a friend who, from those days until the poet’s death, would definitively influence Estanislao’s life. It was a friendship like all of León’s: unconditional and yet distant; elevated in the sphere of art and poetry where politics and theory were not invited to the table. Out of that tacit agreement, there came a tertulia, which had nothing formal about it and was always improvised. It was used as an excuse at one point for the custom of meeting every Saturday at Estanislao’s house to lunch on beans and drink aguardiente, in the company of Boris, Hjalmar, “El Negro” Mina, Javier Vélez, Oscar Espinoza, and other friends of the family. In 1964, Jorge Orlando Melo had married Margarita González, and Germán Colmenares had married Marina, her sister. They invited Estanislao and Margarita’s and Marina’s younger sister to a party at the Melo’s home. The younger sister, named Yolanda González, was a 17-year-old student at the French High School who admired intellectuals. Yolanda was Estanislao’s great love; he lived with her for twenty years and they had two daughters. After his second marriage, Estanislao worked at The Free University of Bogotá until 1969. The family lived in Cali until 1971, and then came to Medellin, where he was a professor at the University of Antioquia until 1975. During that entire period, he was working too much just to get by; that greatly affected his writing, although he wrote Psychoanalysis and Criminology and spearheaded the creation of three mimeographed publications called Contraataque, Polémica, and Veinte varas de lienzo. His basic activity was to promote the reading of Marx’s Capital, with those he called the Grupo de Cali and the Grupo de Medellín, and from which those publications emerged. Also at the end of this period, he began to practice clinical psychoanalysis, attempting to follow the Freudian method, but he encountered great difficulties staying on course since, in selecting his patients, the affection he felt for them weighed heavier than the distance that an analytical relationship presupposed. 108


The Grupo de Medellín was comprised of Klaus Meska, Alvaro Tirado, Juan Camilo Ochoa, Antonio Restrepo, Beatriz Abbad, Gloria Arango, Yolanda González, Santiago Peláez, Fernando Zambrano, Iván Villegas, and others whom I don’t remember now. But, the suicide of Iván Villegas caused a crisis that ended up breaking up the group and plunging Estanislao into a depression which he would not overcome until he was invited to Cali to play a part in the recently established the Centro Psicoanalítico Sigmund Freud. There, and as he always did in times of crisis, Estanislao returned to the works of Thomas Mann, and from that emerged the explication of The Magic Mountain in twenty-five talks that later were compiled and published by Colcultura under the name of Thomas Mann: The Magic Mountain and the Prosaic Plain, in 1977. During the time of the Centro Psicoanalítico, some groups came into fashion that recorded what Estanislao said in his talks and then transcribed them for study. Those talks and recordings generated the books Freud’s Theory at the End of His Life (Editorial Latina, 1978); Property, Marriage, and Death in Tolstoy (Editorial Nueva Letra, 1980); Comentary on Thus Spake Zarathustra (Univalle, 1981). Also from this period are the unpublished talks on “Inhibition, Symptom and Anguish,” “Childhood Theories,” “Terminable and Interminable Analysis,” “Constructs in Analysis,” “Beyond the Pleasure Principle,” “Mourning in Chekov, Proust, and Mann,” “Shakespeare’s The Merchant of Venice, Richard III, and King Lear,” “The Woman in Faulkner, Hemingway, and Poe,” “On Love,” “Kafka’s Metamorphosis,” “Sartre’s Nausea,” “Dostoyevsky’s Underground Man,” “Chekhov’s Lights,” “Hegel’s The Phenomenology of the Spirit,” “Heidegger’s Being and Time,” and other texts that were partially transcribed or that were lost such as “Don Quixote, Sartre, and Psychoanalysis” and “Poe and Alcohol.” As can be seen, during this period Estanislao returned to the most important subjects and readings, leaving the reading of Marx to the abovementioned Grupo de Cali, which continued meeting on weekends at his home and from which emerged the last political publication Estanislao edited: Ruptura, of which there were three issues. From that time on, Estanislao broke forever with the idea of a Leninist party and abandoned the socialist ideal of Marx, as can be

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seen in the texts he would later write about this author: Fetishism in Marx, Marx and Human Rights, and Individualism in Marx. Then the text “In Praise of Difficulty” appeared, which he imparted at the ceremony at which he received an honorary doctorate in psychology from the University of Valle in 1981 and which introduces a view of society that had gestated for many years prior, of which the study of anthropology, his reading of André Gorz, Bachelard, Roland Barthes, Bahro, Kautsky, and the new French philosophers were fundamental ingredients. In the text he calls to account the revolutionary ideal and the phantoms it harbors and he continues to view capitalism as a terrible sickness of humanity. Democracy emerged then as the lesser of evils, but it was necessary to rethink it and make it more democratic, within the dreadful limits of our society. That is the subject of Estanislao’s last works. In 1984, Estanislao was asked by the government of Belisario Betancur to act as a consultant to the Presidential Secretariat on Integration, a position in which he carried out multiple duties in the PNR project (National Rehabilitation Plan) and in writing official documents for that office.41 In 1985, he was faced with his last great crisis in the breakup of his relationship with Yolanda González, and in 1986, he had to leave the city of Cali because of threats against his life. Then, the United Nations appointed him as a consultant to the Presidential Council on Human Rights and, later, on a project for municipal autonomy in the department of Valle; his work consisted of giving talks on democracy and participation and of composing documents. In December of 1988, he returned to Cali and was reinstated at the University of Valle, where he had worked since 1976; from his classes at this university also emerged, through the system of recording classes, some texts that the publishing house Editorial Percepción would later publish. These texts were: Psychoanalytical Thought, Art and Philosophy, and Studies on Psychosis. In the last four years of his life, Estanislao undertook a critical reading of psychoanalysis, establishing a comparison with 41

Translator note: The Secretariat carried out social projects. The PNR was a program dedicated to social investment in rural areas, thereby aiming to reduce the influence of the guerrilla. See (in Spanish): http://www.c-r.org/our-work/accord/colombia/spanish/perfiles.php

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theories of teleology and examining the validity of the unconscious determinism expressed in Freud’s theory. In this last look at psychoanalysis, he wondered about Freud’s demonstrative system with which he was no longer in agreement, more concretely, about the part referring to the interpretation of dreams. Thus, he had set out to make use of psychoanalysis as well as ethology to reformulate human intelligence. In one of the notes to this work, he wrote: “Intelligence, defined tentatively as the capacity to think, the capacity to adopt an attitude of exploratory expectation, that allows cognitive acquisition, a new knowledge, the capacity for critical self-reflection, is, in large part, imagination. But, of course, it is not just any type of imagination. It is not an imagination completely subjected to ghosts, reiterative, compulsive, as occurs in certain forms of neurosis. Nor is it the fantasies that we would call compensatory, mainly those ruled by passions and emotions like hate and rage and those that are modernizations of omnipotence. For as important as its role in the economy of the psyche may be, its relationship with thought is rather poor, although they are not mutually exclusive. They grant, in any case, a much greater space to think than a passage to action; they represent a first distance that allows, in principle, elaboration and self-reflection.” Thus, we see the old Estanislao investigating at the end of his life the same subjects that had come up at the beginning of his intellectual trajectory because, in his personal case, he never conceived of an absolute truth, a sole theory that would account for everything forever. Thus, and according to the quote from Hölderlin that he uses to explain Botero’s painting, we can say that “that which dwells close to its origins is not prone to leave them,” and, in the case of Estanislao, he never abandoned the question of happiness and the tribulation of thought that derived from a permanent interrogation concerning his origin and his destiny. But, putting aside the biographical aspects, a question arises: what distinguishes Estanislao as a thinker? What was his contribution and of what school was his intellectual oeuvre? Colombian universities and, in general, our culture, have been dominated by a zeal for specialization during the last half of this century. The various intellectual disciplines have looked for more and more independent language and preconceptions; the socalled social sciences bring together, under these two words, 111


discourses that are more and more specific to each discipline, thus producing an intricate map of jargon and peculiarities that separate and single out thought and criticism, creating a mosaic in which each specialist is zealous to preserve the boundaries of his discipline. Historians have parceled out the various periods of our history among themselves and look after them as with feuds. Philosophers situate themselves from the standpoint of analytical logic or from the philosophy of science or language, trying to reduce more and more their orbit of thought. Psychologists and psychoanalysts no longer seem to have anything in common. Likewise, professionals in the field of literary dissection divvy up authors and styles in order to give free rein to their speculations. Anthropologists join and get lost with the respective tribes in a jungle where each one is the chief of his ethnic group. And every day, violentologists add more deaths to their statistics without managing to understand the motives for so much blood. Estanislao Zuleta’s way was to try to think of man and society as a whole. Setting aside the limited but sure refuge of one discipline, he struggled during forty years of work and study to go beyond the barriers that each discipline had raised and to undertake, in this way, the search for a more universal thought that would confront different authors and theories to raise questions and enrich thought. What is a thinker? How, traveling alone through such an arid land as ours, is it possible that this phenomenon occurs? In Estanislao’s case, there is an element that can shed some light on that question. Looking through his papers, I discovered a group of small notebooks, all dated 1955, when Estanislao was 20 years old. They share a common characteristic, which is the laconic title that they bear: Problems. They consist of 556 pages written by hand in which, in diary style, Estanislao wonders about himself. In one passage, he says: “My project arises from contemplation of the actual situation in the world and of the will to change it and to change the existing circumstances; on the other hand, my dream, my imaginary adventure, arises from an attempt to abstract the actual situation in the world, from a will to deny it. The main difference is that imagination does not contemplate the actual situation; it does not consider, it imagines that it executes; it does not operate in the world, it denies it, and for that reason, it isolates us from it.”

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In this period Estanislao dedicated himself to the task of confronting his own problems with the theories of Sartre and Freud on the imaginary, on death, on love, and, as a great intellectual project, undertook to overcome his limitations, seeking support in literature and in philosophy to try to comprehend the problems of humanity. In those diaries of reading and meditations, it is obvious that Estanislao assumed his intellectual posture based on his personal problems, in continual confrontation with the theories and discourses that emerged from his reading. Perhaps for that reason he was such a sharp reader and so little given to the accumulation of erudite or systematic information because, in his case, his life was in the way. And, it was indeed Sartre who introduced a fundamental characteristic into the course of Estanislao’s life: the primordial demand for a conduct parallel to a thought. Few know the difficult task that results from making life an ethical commitment. It is not easy in an environment such as ours to accept the solitude that intellectual independence imposes and the inflexible will to accept its consequences. Throughout the course of his life, Estanislao had two influences worth noting: Thomas Mann and Sigmund Freud; but I refer to these influences not only as theories or conceptions of mankind, but also, and in particular, to their personalities. I would venture to say that the ideals of Zuleta’s “Ego” were basically those two thinkers. He read Freud and Mann in his youth, but forty years later, they were still authors he turned to constantly. Those two figures were the eternal environment of his search. Perhaps because in them were condensed all his idealizations and also all his obstacles. His family, I have to say it, was more a limitation and a conflict for him than a source of security or a project. His multiple passions extended beyond the sphere of the family and, although his idealizing character promoted utopias and brotherhoods, his rationality warned of the dangers of such desires and brought him back to the habitual distance of a solitary thinker. Even though Estanislao understood love as a shared undertaking in which it was necessary to share a commonality of ideals and pursuits in an environment of respect and reciprocity, it is certain that he generally laid down those ideals and pursuits in a unilateral fashion, according to his own criteria. They referred more to his relationship with

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Yolanda, his wife, his refuge, and his unconditional companion for many years, than to a family project. His relationship with relatives was practically nonexistent; although he thought and talked about his family, he preferred not to visit them or to be visited by them frequently. His only entertainment was solving chess problems or, once in a while, playing a game and, at the end of his life, watching videos before falling asleep; apart from that, he always slept very little, four or five hours at the most; the rest was reading and work, and, in some periods of his life, alcohol, with which, in his own words, despite its being excellent company, he did not have a good relationship. He was never a moderate human being. On the contrary, if one wanted to define him in this sense, one would have to say that Estanislao was an excessive man, excessive in affection, in reading, in his ethical demands, in conversation, in humor and in depression, in love and in the two liters of coffee every day, in criticism and in appreciation, in the fifty mentholated cigarettes every day, in bohemia, and in the hope for a society which he saw grow more remote every day. Estanislao died on February 17, 1990, at his desk, where he was preparing for two courses that he was to give that year: one on the work of León de Greiff and the other on ethics and politics. He had just turned 55 years old; he lived alone with his books in a small apartment close to the university. On the eve of his death he said to me: “Do you know something? I’m enjoying solitude; one gets used to it and ends up loving it.” The following day, the maid found him: he had a coffee and some toast on the desk. His passionate heart had stopped forever. To pretend to cover in just a few pages the content of a life as intense as that of Estanislao Zuleta is obviously an unattainable goal. Rendering a profile or a biographical sketch is, without falling into the frivolity that these genres imply, the limited result of this task. I could therefore do no more than attempt a sketch of what was Estanislao Zuleta’s existence. All this time, while death seems to take pleasure in those who are the closest, I have thought about that absolute and devastating fact that so fragilely separates us from life and shows us that all sentiments, all expectations exist in life: there are history and pain, pleasure, the sublime, and the vile; in life there is light, there 114


are shapes, smells, sounds, and also, there is nostalgia. In death, however, there is nothing. Nothing. And, although the threshold, the shadowy line that separates life from death is faint and uncertain, the difference between these two states of our matter is monstrously different. And so we understand why religions exist, why, for indigenous peoples, it was necessary to provide food to their dead for the long journey. Also, for that reason, there are theories about reincarnation or transmutation; but, moreover, about art and thought. Art and thought endeavor to defy death and enter time on their own terms; thus, with the death of its creator, the work continues. And so, the milieu, the time of the artist and of the thinker, is not the time of his days, it is not the time of his stay but the time of his work and, in that sense, we still have Estanislao. Translated by Rosene Zaros and Leonard Morin

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IN PRAISE OF DIFFICULTY42 By Estanislao Zuleta The poverty and impotence of the imagination are never manifested so clearly as when one tries to imagine happiness. Then we begin to invent paradises, islands blessed with good fortune, lands of Cockaigne. Life without risks, without struggle, without a search to overcome, and without death. And therefore also without care and without desire; an ocean of sacred jelly, an eternity of boredom. Goals that, fortunately, cannot be achieved, paradises that, fortunately, do not exist. All these fantasies would be innocent and harmless were it not for the fact that they become the model for our intentions and wishes in day-to-day life. Right here in the affairs of daily existence, closer to the kingdom of eternal lies, we also bring in the foolish ideal of guaranteed security, of total reconciliations, of definitive solutions. It can be said that our problem lies not only, nor primarily, in that we may not be capable of getting what we have in mind, but rather in what we have in mind: that our misfortune is not so much in the frustration of our desires, but in the very way we desire. We desire badly. Instead of desiring a complex and disturbing human relation that is easily lost, that stimulates our ability to fight and forces us to change, we want a love affair with no problems, no danger, a loving nest, and so, ultimately, a return to the egg. Instead of desiring a society in which it is fitting and necessary to work hard to rise to our potential, we want a world of gratification, a monstrous nursery of passively received abundance. Instead of wanting a philosophy full of unknowns and open questions, we want a general doctrine, capable of accounting for everything, revealed by spirits that never have existed or by strongmen who, unfortunately, have indeed existed. Adam and especially Eve are given the original credit of having freed us from paradise; our sin is that we long to return to it. Let us not trust radiant mornings that usher in a millennial kingdom. The horrors perpetrated by parties armed with an absolute 42

Speech given by Estanislao Zuleta when he was awarded an honorary doctorate in psychology from the University of Valle in 1980.

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truth and an absolute goal, the churches whose members have been struck by the grace—the disgrace—of some revelation, are wellknown in history from ancient times until today. The study of public and private life shows us how close idealization and terror are to one another. The idealization of the end, of the goal, and the terror of the means that will bring about its conquest. Those who try in this way to subject reality to the ideal inevitably arrive at a paranoid understanding of truth; at a system of thought such that those who might dare to object to something are immediately subjected to totalitarian interpretation: their arguments are not arguments, but rather only symptoms of a defiled nature or masks of evil intentions. Instead of discussing a process of reasoning, it is reduced to a judgment belonging to the other—and “other” is, in this system, synonymous with “enemy”—or else it moves on to a judgment of intentions. And this system develops dangerously to the point where it no longer only rejects all opposition but also all difference: anyone who is not with me is against me, and anyone who is not completely with me, is not with me. Just as there is, according to Kant, a real abyss of Reason which consists of the demand for an ultimate and unconditional basis for all things, thus there is also a real abyss of action, which consists of the demand for a total dedication to the absolute “cause” and conceives of all doubt and all criticism as treason or aggression. We now know, from bitter experience, that this abyss of action with its holy wars and its orgies of brotherhood is not a characteristic exclusive to certain eras of the past nor to civilizations that are scientifically and technically underdeveloped; we know that it can function very well and carry out its purposes without completely destroying a great capacity for inventiveness and a macabre efficiency. We know that no philosophically lofty or supposedly divine origin makes a doctrine immune to the risk of falling into the way of interpreting unique to paranoid logic that reinforces a special discourse—and they are all special—as the very designation of reality and all others as blindness or falsity. The terrible attraction of collective entities, which become intoxicated with the promise of an unproblematic human community, based on an infallible word, is that they suppress indecision, doubt, and the need to think for oneself; they grant their members an identity exalted by participation; they distinguish a good inner entity—the group—from a threatening exterior. Just as one is 117


doubtlessly saved from anguish, one’s ambivalence is magically distributed between a love for one’s own kind and a hatred for the foreign, and these produce the greatest simplification of life, the most frightening ease. And when I say ease here, I neither ignore nor forget that this type of collective entity is characterized by an unprecedented capacity for dedication and sacrifice; its members accept and desire heroism, when they do not aspire to the martyr’s reward. Ease, nevertheless, because what man fears above all is not death and suffering, in which he so often takes refuge, but rather the anguish that creates the necessity of putting oneself in question, of combining enthusiasm and criticism, love and respect. An unequivocal symptom of the domination of prophetic ideologies and of the groups that generate them or that submit doctrines originally strange to them to their logic is the discredit into which the concept of respect falls. They want to know nothing of respect, nor of reciprocity, nor of the validity of universal standards. These values seem rather like lesser evils typical of a resigned skepticism, like signs that the most cherished hopes have been renounced. Because respect and standards only acquire validity there, where there is love, enthusiasm and total dedication to the great mission, they can no longer aspire to determine human relationships. And since respect is always respect for difference, it can only be declared wherever it is not believed that differences can dissolve into an exalted, transparent and spontaneous community or into a loving union. It is not possible to respect the thought of the other, to seriously consider it, to subject it to its consequences, to give it a critical examination that is also valid in principle for the thought itself, when one speaks from the position of truth itself, when we believe that truth speaks through our mouth; because then the thought of the other can only be error or bad faith; and the very fact that it is different from our truth is conclusive proof of its falsity, without requiring any other. Our knowledge is the map of reality and any line that moves away from it can only be imaginary or something worse: voluntarily twisted by shameful interests. From the apocalyptic conception of history, standards and laws of any type are seen as something too abstract and stingy in the face of the great task of achieving the ideal and of embodying the Promise; and therefore they are only laid claim to and valued when the mission outright is no longer believed in.

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But what happens when the great disidealization occurs is generally not that one learns to value positively what had been so happily discarded or valued only negatively; what occurs then is, almost always, a real wave of pessimism, skepticism, and cynical realism. It is forgotten then that criticism of an unjust society, based on class exploitation and domination, was fundamentally correct and that the fight for a rational and egalitarian social organization continues being necessary and urgent. After disidealization follows individualistic opportunism that also thinks that it has superseded all morality simply because of having abandoned all hope of a qualitatively superior life. The most difficult, the most important, the most necessary thing, and what, in any case, must be attempted, is to preserve the will to struggle for a different society without falling into a paranoid interpretation of the struggle. The difficult, but also the essential, part is valuing respect and difference positively, not as a lesser evil and an inevitable fact, but as what enriches life and stimulates creation and thought, as that thing without which an imaginary community of the righteous would sing an eternal hosanna of satisfied boredom. A great question mark must be placed over the value of what is easy; not only over its consequences, but over the thing itself, over the predilection for everything that doesn’t demand some sort of overcoming from us, that neither puts us in question nor forces us to rise to our potential. It should be noted with what unfortunate frequency we grant ourselves, in social and public life, the sad ease of exercising what I shall call a logical non-reciprocity; that is to say, the use of completely different explanatory methods when it is a case of explaining one’s own problems, failures, and errors and those of the other when the other is an opponent or when there is a dispute. In the case of the other, we apply essentialism: what he has done, what has happened to him, is a manifestation of the depth of his being; in our case, we apply circumstantialism, so that the selfsame phenomena are explained by adverse circumstances, by some unfortunate situation. The other is that way, whereas I was forced to do it. He reaped what he sowed; I could not avoid the result. The other’s discourse is nothing more than a symptom of his peculiarities, of his race, of his sex, of his neurosis, of his selfish interests; mine is a simple confirmation of the facts and a logical conclusion to their

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consequences. We would prefer that our cause be judged on intentions and that of our opponent on results. And when in this way we insist on exercising that logical non-reciprocity which is always a double falsification, we not only show a lack of respect for the other, but also for ourselves, since we refuse to think effectively about the process that we are living. The difficult task of applying a single explanatory and critical method to our position and also to its opposite does not mean, of course, that we consider the doctrines, goals, and interests of people, parties, classes, and nations in conflict to be equivalent. On the contrary, it means that we have sufficient confidence in the superiority of the cause we are defending so as to be certain that this double falsification, with which, in reality, anything could be defended, is not needed or suitable. In the carnival of misery and waste that is typical of late capitalism, one hears the voices, both distant and urgent, of Goethe and Marx calling us to a difficult creative task, capable of placing the specific individual at the height of the conquest of humanity. Dostoyevsky taught us to consider where the temptation of having an easy inter-human relationship leads: it leads not only toward seeking power, since if one cannot form a respectful friendship through mutual effort, this gives rise to what Bahro calls compensatory interests: the search for masters, the desire to be vassals, the longing to find someone who might free us once and for all from the concern that our lives should have meaning and direction. Dostoyevsky understood, more than a century ago, that the difficulty of our liberation comes from our love of chains. We love chains, masters, and certainties because they save us from the anguish of reason. But in the midst of the pessimism of our era, historical thought, psychoanalysis, anthropology, Marxism, art, and literature continue to develop. In the midst of the pessimism of our era there emerges the struggle of the proletarians who already know that nothing pays for work that is senseless, not automobiles or television sets; there emerges the magnificent rebellion of women who will not accept a position of inferiority in exchange for praise and protection; there emerges the desperate insurrection of young people who cannot accept the fate that has been created for them. This new approach allows us to say along with Faust:

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“You, Earth, stood firm tonight. And now you are reborn all around me. Again you inspire me and make me aspire to fight forever for the sake of a supreme existence.� Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart

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ON WAR43 By Estanislao Zuleta

1. As far as combating war is concerned, I think that the most important thing is to not build up one’s hopes about the nature and the possibilities of this battle. Above all to not oppose war, as almost all pacifist trends up until now have, with a kingdom of love and wealth, of equality and homogeny, a social entropy. In reality, the idealization of a social group in the name of God, of reason, or of anything else always leads to terror; and as Dostoyevsky said, its full formulation is “Liberté, egalité, fraternité . . . de la mort.” In order to have even a slim chance of combating war, but with a real chance of success, one must start by recognizing that conflict and hostility are phenomena inherent in society, like interdependency itself, and that the notion of a harmonious society is a contradiction in terms. The eradication of conflict and its dissolution among people living together is neither attainable nor desirable, not in one’s personal life—love and friendship—nor in the community. On the contrary, it is necessary to construct a social and legal space in which conflicts can manifest themselves and develop, without the opposition to the other leading to the suppression of the other, destroying it, reducing it to impotence or silencing it. 2. It’s true that to achieve this, the overcoming of “the antinomic contradictions” among the classes and the power hierarchy between nations is a very important step. But it is not enough and it is very dangerous to believe that it is enough. Because it will then inevitably be a matter of minimizing all differences, all oppositions and confrontations to just one difference, just one opposition and just one confrontation; it is trying to deny internal conflicts and reduce them to one external conflict, with the enemy, with the absolute other: the 43

A response to a series of questions formulated under the direction of the magazine La Cábala. The text was published in one of its issues and was collected later on in the books Sobre la idealización en la vida personal y colectiva (On Idealization in Personal and Collective Life; Procultura, 1985) and El elogio de la dificultad y otros ensayos (In Praise of Difficulty and Other Essays; FEZ, 1994). It was also reprinted in magazines and newspapers on many occasions with a variety of titles.

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other class, the other religion, the other nation; but this is the most cherished mechanism of war, and the most effective, since this is what generates the happiness of war. 3. Pacifism in its varying forms copiously addresses the sorrows, misfortunes and tragedies of war, and this is good, though everyone already knows it; but it usually falls silent in regard to the flip side, so unmentionable and decisive, which is the happiness of war. Because if mankind wants to avoid the fate of war, we must begin by confessing, calmly and sternly, the truth: war is celebration. Celebration of the community finally united in the most intimate of bonds, of the individual finally dissolved in the community and liberated from his solitude, from his individuality and his interests; able to give up everything, even his life. Celebration of being able to rejoice without a shadow of a doubt in the face of the wicked enemy, of foolishly believing that we are right, and more foolishly still of believing that we can bear witness of the truth with our blood. If one does not take this into account, most wars appear outlandishly irrational, because the whole world knows beforehand the disproportion that exists between the value of what is desired and the value of what one is willing to sacrifice. When Hamlet reprimands his own indecision in undertaking an apparently obvious decision, he comments: “While, to my shame, I see The imminent death of twenty thousand men, That, for a fantasy and trick of fame, Go to their graves like beds, fight for a plot Whereon the numbers cannot try the cause, Which is not tomb enough and continent To hide the slain?” Who doesn’t realize that this is so often the case? It must be said that the three hallowed words—honor, country, and principle—almost always serve to justify the desire to submit to that collective intoxication. 4. Governments know this, and in order to deny dissent and internal adversity, they impose unity on their subjects, showing them, as Hegel said, the figure of the absolute master: death. They make them 123


choose between solidarity and defeat. The death of the young men of Argentina and the grief of their relatives and the death and grief of the English young men and their relatives are without a doubt sad; but it is perhaps even sadder to see the momentary delight of the Argentine people united behind Galtieri and that of the English united behind Margaret Thatcher. 5. If anyone objects that my previous recognition of conflicts and differences, of their inevitability and convenience, would risk paralyzing our decisiveness and enthusiasm in the battle for a more just, organized, and rational society, I would answer that for me a better society is one that is capable of having better conflicts. Of recognizing and containing them. Of living not in spite of them but productively and intelligently within them. For only when a people is skeptical of the celebration of war, mature enough for conflict, is a people mature enough for peace. Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart

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ON READING44 By Estanislao Zuleta I Perhaps no writer has, as consciously as Nietzsche in his style, made an art of stimulating good reading, extended a more open invitation to decipher and imposed an obligation to interpret, shown a more brilliant capacity for luring one along through the rhythm of the phrase and, at the same time, making one stop short in amazement over the content. One must consider the humor with which Nietzsche’s writing passes over the oldest and most firmly established precepts while caustically and relentlessly dwelling on unnoticed details: one must learn to listen to the musical pattern of this thought, the allusive, enigmatic way of bringing up a subject that will only later on find its full depth and the need for its connections. This style is the other face, the reverse of a well-defined concept of reading, of a concept that, as it becomes more demanding and more meticulous, frees writing from all dramatic, journalistic concerns, from all desire to attract the general public. In this way, it opens a space for the words of Zarathustra, for the creation of the extraordinary series of works that they continue, discuss, and confirm. Nietzsche is especially explicit on this point at the end of the preface to Genealogy of Morals (1887) and at the end of the preface to The Dawn (1881): “Not to write of anything other than what could exasperate those in a hurry.” It is not a matter here, as this and other texts would have us believe, of the “eagerness of modern man” who needs to be informed as fast as possible and who would be opposed to slow, careful, “ruminating” reading. In putting emphasis on “interpretation,” Nietzsche rejects all naturalist or instrumentalist conceptions: reading is not receiving, consuming, acquiring. Reading is work. What we have before us is not a message in which an author informs us, by means of words, about his experiences, feelings, thoughts, or knowledge about the world and we, provided with a 44

This text was initially published in Revista Discusión, No. 2 (JulySeptember, 1974). It has been widely circulated at universities. Corrected and edited by Alberto Valencia.

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common code we share with him, try to ascertain what “that author wanted to tell us.” That reading is work means, first and foremost, that there is no common code into which have been “translated” the meanings that we will decipher later. The text generates its own code through the relationships that it establishes among its signs; it generates, one might say, an internal language, which exists in a relationship of affinity, contradiction, and difference with other “languages”; the work consists, then, of determining the value that the text assigns to each one of its terms, a value that can be in open contradiction to what the same term has in other texts. We could look at several simple examples, in which we can observe the contradiction that can exist between the meaning of a term in a philosophical or literary discourse and the value that it has in a text of a dominant ideology. In the Theaetetus, Plato includes in the concept of “slaves” those kings, judges, and, in general, all those who cannot take the proper time that is necessary for the development of thought, because they are forced to decide or conclude within a certain term, and that prearranged term excludes them from having a relationship with truth, which has its own cycles, its paths and detours, its rhythms and tempos, which no circumstance and no power can determine in advance. Nietzsche gives the name “will to power” to a unifying, perfectly impersonal force that confers a new ordering and a new interpretation of the facts which, until then, were determined by another authority. This notion is, therefore, not only alien to the meaning that the dominant ideology assigns to it, but directly the opposite, since in this latter “will to power” are understood the desire to dominate, to overcome, to oppress others, to subject them to existing values and hierarchies.45 If we do not make the effort to define what food means for Kafka, and we assume its commonly accepted meaning, then we will never understand “The Metamorphosis,” “The Investigations of a Dog,” or “The Hunger Artist.” For Kafka, food means reasons for living, and in that sense a lack of appetite is a loss of the meaning of life and a lack of reasons to struggle. Only in that way does the meaning of his texts start getting clearer, because in the beginning 45

See Nietzsche’s Genealogy of Morals II, 12

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we do not have a common code. This is the problem with all serious reading. We bring up these examples only to indicate that every “objective,” “neutral,” or “innocent” reading is in reality an interpretation, which entails a dislocation of the internal relations of a text, a result of the translation of the meaning of its terms according to the previous interpretation of a dominant ideology. But it must not be supposed that the work we refer to here consists of reestablishing the “authentic thought” of the author, “what he really meant.” The so-called author is in no way the owner of the meaning of “his” text. This meaning is an uncontrollable effect of a text’s internal economy and of its relationships with other texts; the author can be completely ignorant of it, he can be astonished by it, and, in fact, it always escapes him to some degree. Writing is adventure; the “meaning” is multiple, irrecoverable, unownable, irreducible to what one means. The foregoing is sufficient to dispel the oppressively generous, pedagogic, and humanist illusion of a writing that bestows on an ‘idle reader’ (Nietzsche) a knowledge that he does not possess and that he is going to acquire. II These observations can serve as an introduction to a subject central to a theory of reading, a subject which we shall begin by, again, turning to Nietzsche and studying two apparently contradictory propositions, formulated with all possible radicalism in Ecce Homo: a. “Ultimately, no one can get out of things, including books, more than what he already knows. One lacks an ear for hearing what one does not have access to from experience. Let us imagine the extreme case of a book that speaks only of experiences that, in their entirety, lie outside the realm of frequent or even infrequent experience, so as to be the first language to express a new range of experiences. In this case, quite simply, nothing is heard, which produces the acoustical

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illusion of believing that, where nothing is heard, there is nothing.”46 b. “My mental image of a perfect reader always turns out to be a monster of bravery and curiosity and, also, something pliable, shrewd, cautious, an adventurer and a born discoverer. Finally: better than what I said in Zarathustra, I would not know how to say exactly for whom I speak deep down; to whom exactly does Zarathustra want to tell his enigma? “To you, the daring, the seekers, and to whoever has once upon a time set out with shrewd sails on terrible seas. To you, who are besotted with enigmas that you lust after with the first and last light of the day, whose souls are attracted by flutes to labyrinthic abysses; for you do not desire, with cowardly hands, to feel along a thread and from there to where you can guess, you hate deducing.”47 How do we hang on to the two ends of this contradictory chain in which it is suggested that we only read what we already know and, in order to read, it is necessary to be an adventurer and a born discoverer? The first quote seems bitterly pessimistic; the second is terribly demanding. Let us consider them close up. In the first case, Nietzsche specifies the “already known” as what one has access to from experience. He declares all words into which we cannot read something that we already know to be mute, inaudible, invisible; all language that is not the language of our problem is illegible. It is only possible to read and hear when our problems, conflicts, and perspectives have come to be configured as questions and suspicions, susceptible to finding their expression, development, and answer in a language. Let us remember here the extraordinary tension that is generated at the end of the second part of Zarathustra, in the chapter titled “The Stillest Hour,” mainly in the passage where Zarathustra is terrified: “Then, something without a voice spoke to me again: Do you know it, Zarathustra?”48 46

from Nietzsche’s Ecce Homo. Ibid. All emphases are Nietzsche’s. 48 Op cit. 47

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And, indeed, in these transitional pages between the second and third parts, Nietzsche employs all the subtleties of his art to point out that the greatest difficulty consists of saying what is already known, in recognizing what is secretly known. This difficulty constitutes a terrifying abyss precisely because of its relationship with something that is already known: if it weren’t known it would be an empty word; but if it is recognized it tears at us and confronts us. Thus the link is constructed between the contradictory ends of the chain, between “what is known” and the demand for bravery, for audacity, and for taking the risk of being a discoverer. Nietzsche claims for himself a reader who is not only careful, “ruminating,” and capable of interpreting, but also capable of allowing the text to affect his very being, to speak about that which fights to be recognized even at the risk of transforming him; a reader who may well fear dying and being born in reading but nevertheless allows himself to be bewitched by the pleasure of that adventure and that danger. III Just as, whether your eyesight is good or bad, you have to look from some standpoint, in the same way, you have to read from a certain standpoint, from some perspective, which is nothing other than an open question, an unanswered question, which works within us and on which we work with our reading. An open question is an ongoing search that has a specific effect on reading. One can only write for writers, and only one who writes really reads. We have a magnificent, a redeeming capacity for forgetting all that we cannot convert into an instrument for our work. And, since that work is in reality a process that follows multiple channels, twisting paths, and often takes unexpected shortcuts, we tend to gather material in the most unexpected places. Anyone who has experience with reading (and even more so if he is an “addict”6) or who is accustomed to randomly picking up the first book at hand in his spare time will without a doubt have noticed, with a certain wonder, how frequently he finds, there where he wanted to get lost for a while, that the book speaks of the problem that, at that moment, 6

Some psychoanalysts, Fenichel for example, speak of addiction to reading in their studies of drug addicts.

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was troubling him. Nevertheless, there is nothing strange here, nor is it necessary to deny the role of chance in the choice, appealing, for example, to an unconscious premeditation; the selection is made by the problem during the reading itself; the problem seeks its concepts, its connections, and receives and captures everything that might fill its gaps or the discontinuities between the points that seemed to be clarified, and rejects all the rest. It is the problem itself that is reading, the thing we want to take a little break from and that, nevertheless, continues working, in darkness like a mole. One must take in the strictest sense, however, the thesis that it is necessary to read in the light of a problem. A problem is a hope and a suspicion. The suspicion that there is a unity, a necessary articulation there where we only see some scattered facts, which we can only partially understand; ones that escape us, but insist like an open wound. And the hope that if we manage to establish that articulation something will necessarily be explained that was not explained before; something that impeded our thought processes and therefore worked like a knot in our lives will be removed; one of the ropes binding us will be broken, one of those that obliged us to use all our energy, our aggression and our libido in what Freud called a hopeless “civil war.” The work of the suspicion consists of subjecting all of the facts to an elaboration and a critique, which may allow for the overcoming of the power of the force (repression, dominant ideology, rationalization, etc.) that keeps them scattered, juxtaposed, or falsely connected. Reading in the light of a problem is, then, reading on a battlefield, opened up by the act of writing and investigating. IV Beyond that there is no doubt that this battle is not fought primarily on the stage of the consciousness. It is enough to read Freud’s “Wolf Man” or “The Infantile Genital Organization” to know that fairy tales and explanations about birth and the differences between the sexes are already read, interpreted, criticized, captured, and rejected based on the drama that Freud does not hesitate in qualifying as “original investigation.” But, unconsciously or not, reading is always the subjecting of a text (which, because of its conditions of production and of its 130


effects, escapes the ownership of any “author”) to an elaboration. Reading is part of a process that can in no case be thought of as consumption. It can be the encounter with a language in which an investigation is recognized or which it is neutralized by a translation to the dominant ideology, but it cannot be the appropriation of knowledge in the sense of consuming. This is the point that must be reached in order to break the conception and the practice of reading in bourgeois ideology. Here also capital has its own conception. Reading cannot be but one of the two things into which capital divides the sphere of human activities: production or consumption. As consumption it is spending, entertainment, “recreation”; it appears as the enjoyment of a use value and the exercise of a “right.” As production it is work, duty, useful employment of time, an activity through which one becomes the owner of knowledge, of a quantity of information, and, in somewhat dated terms, “acquires a culture.” This is the period of saving, of capitalization In the first instance it is a matter, as Marx demonstrated with respect to any “end consumption,” of the reproduction of the classes, here, of ideological reproduction, of the inculcation of the “values,” the opinions, and the blindnesses that an ideology needs to “function.” In the second instance it proceeds through a much more precise division of labor, since reading is not yet end consumption but the means of training civil servants in repetition, in ideological reproduction; thus it is a matter of an amplified reproduction that isn’t limited to transmitting received knowledge but rather develops and augments it. But, whether it is treated as saving or as spending, reading is always left as reception. V So now, if reading is not reception, it is, necessarily, interpretation. So, let us go back to interpretation. Of whatever type it may be (psychoanalytical, linguistic, Marxist, etc.), interpretation is not the simple application of knowledge or of a set of known facts to a text in such a way as to allow the discovery (behind its apparent disconnection) of the internal law of its production. Above all because no knowledge is the possession of a neutral subject, but rather the progressive 131


systematization of a struggle against a specific force of domination: against class exploitation and its effects on the conscience, against repression, against theological, teleological, and subjectivist illusions embedded in grammar and in the ingenuous consciousness of language. No one has managed to know Marxism if he has not managed to read it within a fight against exploitation; or psychoanalysis, if he has not read and suffered it from the standpoint of a debate with his subconscious problems. Derrida’s meditation on the development of linguistics shows that nobody manages to become a linguist outside of the struggle against the theology implicit in our language and in the classic forms of thinking about it. Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart

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FREUD’S THEORIES AT THE END OF HIS LIFE INTRODUCTION By Estanislao Zuleta These lectures were given during the months of June and July of 1977 in the Centro Psicoanalítico Sigmund Freud in Cali. Since the audience to which they were addressed had spent three years following a detailed account of Freud’s works, I leave aside many of the problems posed by The Ego and the Id, given that they have been given a more precise treatment in other texts. On the contrary, I have discussed at some length other subjects to which only a few lines are devoted here, as is the case with sublimation. This is due, first, to the fact that these few and enigmatic lines can open a new path toward the understanding of that seminal idea in the psychoanalytical conception of libidinal economy and, second, to the fact that Freud did not study sublimation in and of itself as a psychic process and as the destiny of drives, in any part of his work. This is a curious phenomenon, if one takes into account the importance that Freud would give to this “destiny of drives”; it is the only thing, in truth, that does not involve fundamental restrictions of the Ego. Freud approaches sublimation in almost all of his important works starting in 1905 (the case story of “Dora,” a fragmentary analysis of hysteria) until his last works in London, in 1938. But all those observations, which, gathered together, would not take up more than six or seven pages, timidly put off the matter for a later study which never came and, apart from that, are at times completely wrong. As frequently occurs with cultural history, those were the errors that managed to become famous as the Freudian theory of sublimation, as is the case of the lamentable idea that sublimation consists of a rechanneling of the libido towards socially accepted ends. Indirectly, nevertheless, the studies of jokes, of “Gradiva,” and of original investigation (“Infantile Sexual Theories”) shed a lot of light on the problem of intellectual production even when the term “sublimation,” an unfortunate term like so many others in the Freudian vocabulary, is not mentioned in them. The indications included here are only intended to emphasize the importance of the subject and some of the directions in which it could be explored. Sublimation consists of a mobility of psychic 133


energy which allows the defense mechanisms—identification, projection, denial, etc.—that generally are imposed at the expense of thought to be converted into the powers of thought; the same as drives and their own logic: orality with its longing for totality, a passive and hopeless longing; anality with its dialectics of retaining and producing, its drama of inscribing into the law, its destination to a witness, etc. Thought is not the light of the soul, nor the exercise of a neutral gaze: it is a work that is carried out with all the difficulties and possibilities of the body, just as it has been defined, written by the series of dramas that constitutes us, just as it has been inscribed in language, subjected to rules, uprooted from the autonomy of biology and thrown into history. Sublimation results from the combining of our tendencies; in other words, we think with our problems and not in spite of them. Nothing of what constitutes our sexuality, none of the “defense mechanisms,” none of the features of the primary process can, in and of itself, be declared bad or, in itself, be adverse to thought or to love. The only thing that can be called pathological in psychoanalysis is the unilateralism with which one necessary factor is imposed at the expense of the others and of dialectical mobility. Freud explains in Beyond the Pleasure Principle that the death drive is a necessary component of love. A love that contained no aggression, a love that could not throw itself into the conquest, possession, and transformation of its object would be no more than a pious and ecstatic contemplation of that object, an impotence. At the end of The Ego and the Id, Freud displays the complexity of his theoretical constructions: the two “instincts,” the three instances of the psychic apparatus, and the whole dynamic of the drives. Nowadays, a radical “theoretical revolution” is carried out approximately every six months for fashion and commercial reasons and, above all, as an effect of historical confusion. Psychoanalysis— and of course Marxism—are the victims of choice in all those revolutions. Certainly, there is much for which they can and should be criticized and blamed; but it is necessary to know, in depth, their richness and their possibilities in order to not risk throwing the baby out with the bathwater. Cali, October 4, 1977 Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart 134


ART AND PHILOSOPHY Reviewed by: Sandra Lucía Jaramillo Restrepo49 To approach Zuleta through “Art and Philosophy” is to approach fundamental questions, which explore mankind itself. The thread of this text, which enables articulation of the very diverse fronts that Zuleta opens, is the question of truth, as much of the truth that captivates a particular subject based on his active observation of a work of art as the truth produced through a subject who becomes a creator because he has managed to go beyond himself and make the certainties, the dramas and the anguish that he shares with many people concrete in a work of art. Zuleta's dialectical play, which portrays art as a form of knowing, and knowledge as a tool for making a critical interpretation of art, concludes that art and knowledge are paths in the quest for truth and, to this extent, essential to the human condition. Knowledge is not a fact that occurs suddenly; it is more a matter of a process of appropriation of knowledge at a tempo and rhythm which are completely subjective, which are unique to each person because, more than acquiring neutral information added to our account, knowledge is the path that brings to light a truth that takes root in the subject and transforms him. To know is to earn conviction in life; it is to encounter “something through which one thinks […] something that is converted into a form of our identity.”50 But that conviction can only be reached once the perfect certainties, which have settled in the subject and have been formed from common sense, have been cast off. In “Art and Philosophy,” Zuleta contrasts knowledge with that other form of knowing which, in his well-known essay “Happiness and Tribulation from Thought,”51 he classifies as ideology and defines as a state of “plenitude,” of satisfaction, an excess of answers that prevent questions from taking root in the subject. 49

Project Director of the Corporación Cultural Estanislao Zuleta. Email: sljarami@gmail.com 50 Zuleta, E., Art and Philosophy, Hombre Nuevo Editores & Fundación Estanislao Zuleta, Medellin, 2001, p. 47 51 Zuleta, E. “Happiness and Tribulation from Thought,” in In Praise of Difficulty and Other Essays, Medellin, 2001, p. 17-43

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Zuleta begins his reflection by looking back to the Greeks, whom he defines as the fathers of proof and, consequently, the fathers of philosophy itself. This people, which suffered from gods who plotted moral determinations and who blamed those who did not accept a predetermined morality, was exposed to the anguish of having to make its own path, of having to make its own truths. Since then, the very idea of truth has become problematic, because for the Greeks it was not a matter of divine revelations, or of dogmatic faith to a founder; instead it was the unveiling of truth as a collective construct, as a product of what would be the principal basis of democracy: debate and discussion. Nevertheless, that Greek orphanhood in regard to supreme truths also gave rise to a trend that went from dogmatism to plausibility, that is, to become a type of assertion that only was valid for an individual who, therefore, ran the risk of becoming isolated from the rest and falling into skepticism. The Sophists marched under this banner; they believed that “anything could be refuted or proved; it depended more than anything on the skill of the speaker, on his way of manipulating the line of argument.�52 Plato ended up refuting the Sophists with the instrument of logic, that rule which is immanent in beings of language, which is a condition of truth or of the existence of something and a key tool in support of science and philosophy. Thus, philosophy as the search for a sociallyconstructed truth, constructed with an other with whom the relationship is horizontal, and with whom one debates with arguments and proof, is the great legacy of the Greeks. Meanwhile, Zuleta wonders about the essence of art, about what fundamentally defines art. He turns to philosophy and, with the aid of Hegel and Kant, presents his assertions on empirical judgment (that judgment which originates from a particular subject who does not aspire to transcend, who gives an account of his most personal preferences) and universal judgment (which goes beyond its originator, which becomes trans-historicity and becomes truth for others) in order to show that the dissatisfaction of Kant, who knows that the definition of the artistic experience is not limited to either of these judgments, leads him to assert that art is that experience which liberates the human faculties, that experience which enables understanding, reason, and imagination to meet, redefine and expand 52

Zuleta, E., Art and Philosophy, Hombre Nuevo Editores & FundaciĂłn Estanislao Zuleta, Medellin, 2001, p. 23

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one another: “on that point Kant was very precise in showing that one’s faculties can interfere with one another. There is a manner of desiring that impedes thinking and there is a manner of thinking that impedes desiring. A very rigid rationalism would, perhaps, end up destroying desire”53 Kant makes it clear that art is not defined by the practical utility of the work, nor by the scientific knowledge derived from it, nor by the pleasure it furnishes its observers, nor much less by its perfection in terms of symmetry. Kant’s aesthetic theory is, then, a question that the subject and his faculties raise; yet, it is not a matter of a particular subject to which one must refer based on his social or cultural characteristics but rather a matter of a transcendental subjectivity that can go beyond itself because it succeeds in combining imagination with reason to depict the undepicted. Zuleta also discusses anthropology and, through the work of Lévy-Strauss, discusses the primordial condition of the work of art, that essential sense that is evident in pictorial expressions that go back forty thousand or sixty thousand years to the Caves of Altamira. He sets out to show us that man is essentially different from animals inasmuch as he is a being of language and not a creature that communicates through precise signals that originate from the genetic pool as happens in the natural world. Man is a being that develops in a symbolic world into which he has arrived necessarily through language and in which he must survive by overcoming nature by interpreting, classifying and assessing the world surrounding him. The way of doing this lies in art; through art man expresses his anguish, his fears, his dramas: in short, he expresses that first truth that fractures him, inevitably exposing him to want: death. Zuleta is able to see art as a combative power, a tool for resisting the logic of capital, which has wanted to make art nothing more than idle consumption, handed to a passive and uncritical spectator. With that tendency, which turns men into creatures of entertainment, distraction, and perpetual euphoria, he contrasts art with its reflective capacity, with its possibility of exposing the observer to truths, in which that observer is able to recognize himself and which he uses to question himself: “art is an elaborate way of letting ourselves be interrogated by a painting, by a building, by a 53

Ibid., p. 124

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melody or by writing.”54 Faced with an ever growing division of labor which implies the need for specialization, of “knowing more and more about less and less,” as Nietzsche puts it, the work of art maintains its capacity for communication among the most diverse forms of expression; art is resistant to a closed-shop experience and, instead, remains open to crossing borders and going from painting to poetry, from writing to music, from poetry to architecture, etc. And in contrast to the boundless dynamics which have made capitalist society a society of effort, a society in which the economic efficiency demanded by short turnover rates spreads out like a stain over the most diverse human fields, making love a passing sexuality and friendship a fashionable form of entertainment, the artistic experience rises as one in which the real world is put between parentheses while we concentrate on an object that moves us and, therefore, stops us. Capitalism has forged a society without art, but we don’t need to make the mistake of believing that it concerns a unique society that has overcome art in the interest of a better world; on the contrary, the anti-artistic tendency is an expression of the social decomposition resulting from the empire of capital. For this reason, Zuleta’s words and reflections on art demonstrate a very precise political affiliation: to resist capital and its dehumanizing project which attempts to deny us the loftiest of cultural values. Translated by Rosene Zaros and Leonard Morin

54

Ibid., p. 203

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DON QUIXOTE: A NEW SENSE OF ADVENTURE Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) The book Don Quixote: A New Sense of Adventure consists of a series of lectures delivered at the Centro Psicoanalítico Sigmund Freud in Cali, during the months of August and September of 1975, addressed to an audience that met every night in a solitary, silent place on the outskirts of the city to listen with extreme dedication to Estanislao Zuleta’s talks about a wide variety of subjects. Because the editor didn’t have all of the transcriptions or recordings of the talks, he tried to overcome this lack by giving a thematic organization to the texts—not necessarily according to the chronology of the presentations or the order of the book—and completing the original cycle of lectures with other speeches given by the author in other settings. In his book, Zuleta takes as an initial point of reference for presenting Don Quixote the idea that this work appeared at a time when, thanks to the breaking up of feudal ways of life, “a new sense of adventure” burst into history and into literature. A society of castes and closed and exclusive estates, which determined beforehand the limits to which the vital trajectory of each of its members would be able to develop, yielded to a new type of society in which appeared the new phenomenon of upward social mobility, signifying the opening of immense possibilities for getting to be something different from what would be indicated by one’s initial position. The novel, a literary genre that developed under the impetus of these same changes, redefined the traditional meaning of the hero, who is no longer the embodiment of fate or the representative of a people and a period as in epic poetry, but rather the expression of the individual dream of being someone whose trajectory depends on the results of his acts and the vicissitudes of his existence. Don Quixote, the author explains to us, is the ultimate literary manifestation of the new situation and the expression of this “new sense of adventure.” A lone man who has spent most of his latter years readings stories of chivalry and knights errant, suddenly, without warning, decides to abandon his house in order to live the role that his texts taught and prescribed. The most well-known interpretation considers the book to be a contrast between the madness of Don Quixote and the reality that is expressed in various 139


ways through a variety of characters, or between idealism and the prosaic nature of conventional life. This idea has not only been expressed by many readers of the book, but it is also the deadly trap that Cervantes himself came up with. The interpreters have done nothing other than fall into the traps set by the author: the anachronism of novels of chivalry allows the contrast between madness and reality to stand out; the existence of knights errant is in contrast with a period in which they were no longer known (if they ever existed); the character acts in accordance with anachronistic rules and texts that are in opposition to the rules, the texts, and the forms of justice that rule the world in which he lives out his adventures. The crazy one seems to be, then, Don Quixote. But, in using the anachronism of weapons and words, Cervantes himself has revealed to us a new possibility of reading, as Zuleta comments, that consists in seeing that what the novel offers us is not a confrontation between reality and madness, but rather, a confrontation between texts, between different interpretations of the world. Don Quixote has a text, the novels of chivalry, into which he seeks to translate everything that happens to him and which he wants to impose on his experience; but the wickedness of the author consists of making us realize that all the characters also have a text into which they are translating the experience they are living: the priest has a text, the Bible; Sancho Panza has a text, the sayings that he utilizes to interpret everything that happens to him; the dukes have a text, which is the discourse typical of their state. And so it is with all of the characters. Zuleta shows us, on the other hand, that there is, in Don Quixote, a polyphony of voices and styles. Adventure acquires a new sense in this polyphony because the authority of a text or of a discourse that serves as a dogmatic reference before all others no longer exists; on the contrary, there are many texts and, thanks to their confrontation and differentiation, the meaning of the novel is constructed. Adventure is, then, thought, just as it bursts forth in the dawn of the 17th century. Don Quixote is a book that most of us learned to hate because it was imposed on us as an obligation in high school. The reading that Zuleta does of this work re-creates its sense in such a way that it is converted into a source of pleasure and enjoyment. The comments that Zuleta makes about this work open the doors to a new world for us, doors that basic education had closed to us. Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart 140


COMMENTS ON FRIEDRICK NIETZSCHE’S THUS SPAKE ZARATHUSTRA Reviewed by: Alejandro López Carmona55 Fortunately, after a 25-year wait, we can now, finally, find the third edition of the text Comments on Friedrick Nietzsche’s Thus Spake Zarathustra in bookstores, thanks to the work of Hombre Nuevo Editores of the city of Medellin. These pages, which the publisher brought to light in 2006, are profound and complex just like those of the book written by the author of Zarathustra and in them Zuleta applies himself to the investigation of the fundamental problems that are present throughout the work which is the subject of his comments. If, indeed, this is the only book that Estanislao clearly dedicated to Nietzsche, it constitutes a fundamental pillar in the body of his work—an assertion that could be challenged given the polyphony of authors that we encounter in his work; but along with Marx and Freud, Nietzsche completes the trio of those who have been called “the masters of suspicion,” which is the foundation of Zuleta’s work and, even though they are not the only ones who form the basis of his thought, they are a central pillar—and it is significant that two of his most emblematic works “In Praise of Difficulty” and his lecture “On Reading” are based on Nietzschean considerations. In the first, for example, we find an echo that clearly amplifies the criticism of “the negative ideal of happiness” and an appeal to positively assert existence, keeping the will to fight alive in spite of the failures that may intervene. Likewise, in regard to the lecture “On Reading,” Zuleta’s incitement to us comes directly from the deliberations he made while reading Nietzsche, in general, on his style and, in particular, on his explicit call to not “write of anything other than what could exasperate those in a hurry,” and, from these deliberations arose his conception of good reading understood as work. Now, what Zuleta proposes in these comments is an “interpretation of the symbolic language in the work, with the aim of 55

General Director of the Corporación Cultural Estanislao Zuleta. Email: alopez01@gmail.com

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bringing out the great underlying problems,”56 however, with one proviso that consists of a decision to avoid dealing with some topics of Nietzsche’s thought, which have been taken as “unfortunate sociological allegories or isolated political opinions” since they fuel ideological prejudices or create a closure to his texts. As is typical of Estanislao’s work as a teacher, he is looking for an opening into Nietzsche, a way of getting close to him as a fundamental thinker on existence, but doing it from the standpoint of a work that, first and foremost, involves a critical interpretation. It is important to recognize the character of Zuleta’s appeal, since it is not a matter of approving or denying everything, but of working with the difficulties themselves that arise from the intellectual task. In this sense and, in general, Comments on Friedrick Nietzsche’s Thus Spake Zarathustra constitutes a reflection on the problem of thought, its features, its characteristics, and on the dramas lived by the thinker. Estanislao tells us that it is not a matter of taking it as beautiful and allegorical poetic language, but that it is necessary to articulate the meanings that the work advances. If many commentators persist in assessing his style, assigning it an essentially poetic character, Zuleta falls into line with Heidegger who sees it more as a philosophical work, in the full sense of the word. Now, the rigor that all philosophical work demands, in Zarathustra appears in a way that is different from the Cartesian “order of reasons,” and gives way to an order that seeks the possible articulations and references that some topics make about others. In this way, he is “taking into account the whole of the work so as to be able to capture the thread of any one of the discourses”57; although, for Zuleta, the section on the three transformations is fundamental in order to understand the entirety of the book he is commenting on, and in which he identifies a perspective that is determinant: creation. In this sense, Nietzsche proposes a new way of conceiving philosophy which finds expression in the pair of the last man and the superman, which establishes a tension and affords a lens for outlining the problems that the text creates. But Estanislao declares that a new philosophy is not possible without new assessments and these will not be forthcoming without a transformation of humanity, and then, for that, we need a criticism of the present. In this way, 56

Zuleta, Estanislao, Comments on F. Nietzsche’s “Thus Spake Zarathustra,” Hombre Nuevo Editores, Medellin, 2006, p. 11 57 Ibid., p. 49

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what is really brought to bear is a new configuration of the very concept of life, in that it ceases to be “the object of a subject which contemplates it; but, instead, it is the way life itself is lived that determines the way to conceive its great issues: past experiences, relationships to childhood, conceptions of happiness and of power, values, morality, guilt and vengeance.”58 Thus, all the vital force of Nietzsche’s thought on these issues becomes central to Zuleta’s reflection, their thoughts intertwining in a fabric that allows him to articulate the relationship of thought to the affirmative assessment of life. Estanislao’s comments on this work by Nietzsche have a marked ethical proclivity. Nevertheless, it is complex and it isn’t delivered as something finished, as if it were a whole, nor as a logical expository evolution. It is necessary to insist on this point, as Zuleta himself does, since in the interest of a better and more powerful interpretation of the text it is essential to conceive of it as a unit, and starting with this beautiful series of seemingly scattered discourses, Zuleta proposes that we look for that something which will give them coherency, that will revitalize them so that, in addition to their poetic merit, they might afford us all their philosophical strength. But, the unit does not imply taking Zarathustra as a totality, since its subject matter always remains open to new investigations. We must remember that Nietzsche has a strong sense of history in relation to thought, through which he outlines conditions that are psychological, political, economic, and, in a word, social as a requisite for the transformation of philosophy, for, insists Zuleta interpreting Nietzsche, a new theory requires a new humanity to think it. That transformation, together with the criticism of the conception of the world that produces traditional metaphysics, establishes the correlation which makes up the central subject matter of Zarathustra. Thus, then, all the diverse topics that appear in the text are ways the German thinker has of showing what he calls “the point” or the movement of the “last man” to the “superman.” There, concepts such as vengeance, redemption, and will lead us to the affirmation of the present, which, in Nietzsche, signifies every conception of time and which takes form in the eternal return.

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Ibid., p. 60

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Obscurity, language, and identity crisis are some of the other topics that the reader will find in this text, but he must consider them from an expansive space, always kept open by investigation and with the capacity to persist in the work and to remain focused in the face of problems that cause anxiety; since, if it is not clear that it is necessary to find the articulations that bind them and that locate them in the dramatic vision of thought, which is what Nietzsche proposes and Zuleta emphasizes, one can become exasperated and believe that where he sees nothing, there is nothing, without realizing that it is not because of the text but because of his blindness. Thus, the invitation that is made to approach Zuleta’s text and, through it, to go directly to the words of Zarathustra, involves keeping an ethical register which links thought to liberty and then links them to a life in which conflict is essential and inevitable, but which gives existence all its power. Translated by Rosene Zaros

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THOMAS MANN: THE MAGIC MOUNTAIN AND THE PROSAIC PLAIN Alberto Valencia Gutiérrez (Editor) Whenever Estanislao Zuleta was asked about his reasons for leaving high school before finishing his fourth year, there frequently appeared, among other more or less important reasons, his interest in calmly finishing his reading of The Magic Mountain without being besieged by scholastic obligations. Since then, the work of Thomas Mann, and this novel in particular, have been converted into one of the most important intellectual references that directed the development of his thought. The German writer represented, without a doubt, a particular and elevated way of making literature, but, above all, a conception of the world whose fundamental pillar would be the theory of “false oppositions and real differences,” whose detailed exposition, with a profusion of concrete illustrations, the reader will find in this book. A full and exact understanding of this is of great importance to understanding, in turn, one of the principal intellectual tools of Zuleta’s own thought. In 1977, Colcultra, the state entity governing the Colombian cultural world at the time, published in the “Collection of National Authors” the compilation of the oral lectures that Zuleta had given in the Centro Psicoanalítico Sigmund Freud in Cali in 1976, on the occasion of the centennial of its birth. The modest print run of the edition did not prevent it from having a great impact, and it was basically converted into one of the first printed presentations, addressed to a wide audience, in which Zuleta put forward his way of dealing with literary texts based on the work of a first-rate author. Years later, to mark the turn of the century, the journal Semana (see issue no. 882) took a survey of writers and critics to see which, in their opinion, were the most significant works that had been published in Colombia during the last century in the principal literary genres, namely, poetry, the novel, the short story, the essay, and theatre. It was an attempt to explore a book’s contribution, the impact it had, its lastingness, the support of its readers, and the value of its content. Among the twenty books of essays chosen appears Thomas Mann: The Magic Mountain and the Prosaic Plain. The new

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edition brings together the texts from the version published twentysix years ago, now subjected to a rigorous editing process. In this work, the reader finds a meticulous analysis of the work of Thomas Mann, which serves as a reference, based on a very particular work method: Zuleta, starting from each of the text’s passages, poses problems and formulates questions that get resolved and answered as the discourse takes place. In this work the reader finds an excellent example of the exegetic labor of interpreting a literary work, constructed with tools provided by philosophy, psychoanalysis, sociology, and Marxism. All the basic elements that allow the construction of the idea of literature held by the author are present here. This book is not only a good introduction to the work of Thomas Mann, but also a good introduction to Zuleta’s thought. The quality of the text gives sufficient reason for this book being considered a work of universal scope. Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart

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COLOMBIA: VIOLENCE, DEMOCRACY, AND HUMAN RIGHTS Alberto Valencia Gutiérrez (Editor of the Second Edition) During his stay in Bogotá from October of 1987 to December of 1988, Professor Zuleta served as a consultant to the director of the office of the Department of Human Rights, attached to the Presidency of the Republic. The book Colombia: Violence, Democracy, and Human Rights constitutes the testimony that is left to us of what was his work during this final part of his life. The great majority of the texts brought together in this work come from lectures delivered in the country’s capital during these years. The fundamental idea that runs through the text from one extreme to the other is the elaboration of a “positive conception of democracy,” in contrast to a negative conception that considers democracy simply as a political instrument in the service of social domination or as a political form that we must accept simply because we do not know of a better one. Let’s remember that Zuleta comes from the tradition of the left, and, with this in mind, we must point out that the vindication of political democracy does not exactly go with that position. The great left-wing totalitarian governments of the 20th century, inspired by an ideal of social and economic equality, abolished political and democratic liberties. One of the great intellectual merits of the book’s author is the elaboration of a conception of democracy that would be compatible with the “fight for equality, economic justice, and social security.” He says it in this way at the end of the essay that bears the name “Towards a Positive Conception of Democracy”: “neither a Kantian liberalism nor a Marxist socialism are sufficient today, in and of themselves, to construct a democratic left.” This sentence sums up, in good measure, the intellectual project to which this work responds. The book includes seven essays analyzing the situation of Colombian society during the 1980s, with an emphasis on the last five years of that period. When we read these essays today, we realize that in them are expressed a series of ideas about the great changes that were being lived at that time, changes that were not totally known to the Colombian intelligentsia of the day, above all, the great transformation of all activities of Colombian life that was 147


being produced as a result of the influence of narcotrafficking. At the end of the 1980s, guerrilla warfare was still considered to be a revolutionary movement, the simple result of the marginalization imposed by a politically closed and exclusive regime. Zuleta, on the contrary, brings up the fact that armed fighting has lost its meaning as a way of accessing power and as an instrument of social transformation, and the situation is made even worse because the guerrilla groups have succumbed to the seduction of the drug business. At that time, the ascertainment of this fact represented an act of great civil value because the country still had not become aware of what was happening in the marginal areas where the guerrilla war had always had its kingdom and its refuge. The second edition of this book includes the lecture delivered by Professor Zuleta in May of 1989, addressed to the M-19 guerrilla group, which had established itself in a camp in the Santo Domingo district of the Cauca region to await the development of the negotiations of the peace process, which finally led to its demobilization and its integration into civil life. Professor Zuleta explains to the entire contingent of demobilized individuals what democracy consists of, what its costs and its risks are, and what type of commitment is made when arms are abandoned and democracy is opted for as the fundamental instrument of social change. This lecture constitutes, without a doubt and in spite of its informality, one of the best testimonies that an intellectual from the left, a critic of the left itself, has been able to leave us regarding the present tasks that can be summed up in the demand to convert democracy into the quintessential path for achieving great social transformations. This book, in summary, represents the best condensed political ideas of Professor Zuleta. And there is no doubt that we are dealing with a document of immense value for understanding the importance of its author as one of the few critical intellectuals that Colombia has had during the last fifty years. Translated by Rosene Zaros and Steven Stewart

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Estanislao Zuleta Fotos propiedad de la familia Zuleta.

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