Moda del siglo XVIII

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Jornadas dieciochescas IES Manuel de Falla

curso 2016-17




MODA FEMENINA MODA FEMENINA En este siglo se encuentran el vestido volante compuesto por un corpiño con amplios pliegues en la espalda ajustados por el corsé, y el vestido a la francesa que fue el traje de etiqueta en la corte francesa hasta la Revolución de 1789. Los vestidos femeninos eran algo complicados. Se llevaban mucho lo que llamaban vestido “mesa camilla”. Consistía en faldas superpuestas con adornos de plantas y flores, guirnaldas de plumas, etc. En vísperas de la Revolución Francesa se descubre el estilo rococó, caracterizado por tapar todas las cosas con hojas, racimos y volutas de distintas especies. Durante este etapa, los elementos básicos de la moda femenina fueron el vestido con falda y sobrefalda y un peto triangular que tapaba el estómago y el pecho . Estas prendas se colocaban encima del corsé y además de un guardainfantes, dando forma al cuerpo de la mujer. Hasta la Revolución Francesa no se cambiaron estos componentes de la moda femenina, tan sólo se daban cambios decorativos.

El corsé y en guardainfantes son elementos de la ropa interior que moldeaban la silueta de la mujer. En el rococó el corsé fue bajando hasta dejar el pecho casi descubierto. Elevaba el pecho, que se asomaba entre un delicado encaje. Con la revolución francesa la moda se populariza y los hombres inventan pantalones de tubo y las mujeres tienden a ponerse vestidos que realcen más su silueta. Después de la Revolución Francesa, el vestido femenino buscó inspiración en el mundo greco-romano.



Se llama guardainfante a una especie de armazรณn redondo muy hueco hecho de varas flexibles unidas con cintas.







Inspirada en la del hombre, con corte en la cadera y abierta en “V�.



El vestido a la polonesa no tiene de polaco más que el nombre, y merece recordarse porque es el primero de la historia del traje femenino que permite lucir los zapatos, grandísima revolución para la historia del zapato, hasta entonces una especialidad casi exclusivamente masculina. Comienza el recogido de faldas polonesas hacia 1760 y consiste en tres bullones sobre las caderas; en realidad no tenía polisón (ahuecador de la segunda mitad del siglo XIX de efecto volumétrico similar) ni tontillo, lo que incrementaba su versatilidad. En el siglo XVIII se entendía que era un traje de paseo, arreglado pero cómodo.

Polonesa en un grabado de hacia 1780.














PEINADOS -El adorno preferido son las plumas. -Los peinados se coronan con extravagantes construcciones como, por ejemplo, un velero. -Los postizos de pelo se utilizaban tambiĂŠn con el pelo natural y practicaban el empolvado del cabello.


MAQUILLAJE -Lo usaban espeso y con abundante color. -Llevaban también las denominadas “moscas”, unas pequeñas piezas de tela que se adherían al rostro.


ESTILO NEOCLÁSICO Con la Revolución francesa, en 1789, se produjo un profundo cambio en la moda. Se adoptó una manera de vestir como objeto de propaganda ideológica de la nueva era. Aquellos que vestían ropas de seda extravagantes y de vivos colores se consideraban antirrevolucionarios. Por eso el vestido camisero, llamado así por su parecido a una camisola de ropa interior, se convirtió en la moda dominante. Su simplicidad marcaba un gran contraste con los complicados vestidos de la época rococó.

VESTIDO CAMISA Con cintura alta, cuerpo y falda se usa una sola pieza, mediante una línea clara y tubular. El material mas utilizado era el algodón.










MODA MASCULINA Primera mitad del siglo XVIII Felipe V (1700-1746) y Fernando VI (1746-1759) Felipe V inaugura el siglo XVIII y con él comienza la dinastía de los Borbones en España. Heredará del reinado anterior la pugna existente entre el típico vestido "a la española", traje negro compuesto por jubón, ropilla, calzones y ferreruelo; rematado con el singular cuello de golilla, que había sido imitado por todas las cortes europeas; y el vestido "a la francesa", compuesto por casaca, chupa y calzón, ahora llamados chaqueta, chaleco y pantalón. Llevaban una camisa de mangas largas y los calzoncillos hasta las rodillas. También llevaban medias de seda, lana o algodón. La calidad de las telas dependía de las riquezas de cada uno. Los hombres ricos usaban las camisola, sin cuello, con una abertura sobre el pecho que decoraban con la chorrera y guirindola, volante de tela fina o de encaje que también adornaba el final de las mangas de la camisa. Durante los años de la Guerra de Sucesión el Rey alternará ambos vestidos, el francés y el español, siendo éste último el elegido para los actos más protocolarios. Una vez terminada la guerra, en Palacio se fue olvidando el traje a la española y la Corte de Madrid siguió principalmente los dictados de la de París. Los hombres, en esta primera mitad del siglo, gozaron de ropas espectaculares, lujosas y quizás más que nunca impregnadas de espíritu femenino, completadas con corbatines y pelucas empolvadas, algo imprescindible durante estos años.



La chupa Era una chaqueta larga, abierta por delante y cerrada de arriba abajo con botones, los superiores no se abrochaban para dejar ver la guirindola. En un principio tuvo mangas largas de la misma tela, pero pronto éstas se hicieron de tela más fina para que no abultaran tanto debajo de la casaca y después desaparecieron. La espalda tenía costura en el centro y estaba abierta en la parte de abajo, la que correspondía al faldón, muchas veces se empleaba para ella una tela más fina y más barata que la del resto de la prenda, lo que quiere decir que los hombres no se mostraban nunca en chupa en público.


- Los calzones llegaban desde la cintura hasta debajo de las rodillas. A principios de siglo la media tapaba la parte de debajo de los calzones subiendo por encima de la rodilla, pero ya durante el reinado de Fernando VI empezó a usarse el calzón por encima de la media rematado por una jarretera abrochada con una hebilla. a principios de siglo la chupa fue larga, llegaba casi hasta las rodillas y tapaba casi por completo el calzón, que era muy ancho y flojo por arriba, y se abrochaba con una bragueta en el centro de la cinturilla o con una tapa que montaba sobre ésta.

Calzones Camisa blanca con chorrera en el cuello y puños haciendo juego


Los calzones se hicieron cada vez más ceñidos, ajustándose debajo de la rodilla. Algunos se sujetaban a la cintura con una faja que a veces estaba adornada con unas caídas que se alcanzaban a ver por debajo de la casaca.


La camisa consta de cuerpo (con su parte frontal y posterior), cuello, mangas y puños En la parte frontal se encuentra la pechera, una zona con una abertura o escote para meter la cabeza La pechera podía tener una simple abertura con un botón superior y su presilla o más comúnmente unas aletillas con sus botones y ojales. Frecuentemente la pechera presentaba finas tablitas que remataban junto con la aletilla en un rectángulo de tela superpuesto. El cuello solía ser de cabezón o de tirilla más o menos ancha que se podía poner tieso o doblado. Los puños podían ser sencillos o dobles. En el cuerpo, la parte frontal y posterior están seguidas sin cortar el tejido y en su unión lateral se le deja un trozo abierto en la zona inferior. Unos elementos fundamentales de las camisas eran los frunces o pliegues (junto al escote, mangas y puños).


- La casaca era la pieza exterior y la que más se veía. Era una chaqueta con cuello a la caja que llegaba hasta las rodillas, un poco más larga que la chupa. También se abrochaba de arriba abajo con botones por un lado y con grandes ojales por otro, aunque muchas veces ambos eran puramente decorativos; la mayor parte de ellos no se abrochaban. La espalda de la casaca tenía costura en medio y la parte inferior estaba abierta para permitir montar a caballo con facilidad . la casaca tenía en los faldones a la altura de las caderas unos pliegues en forma de abanico sujetos en su parte superior por un botón. Toda la casaca estaba entretelada y armada, especialmente los pliegues de los faldones. La manga era ancha y llegaba por debajo del codo; al principio la manga de la chupa se doblaba sobre el final de la manga de la casaca, pero después la chupa ya no se veía y la manga de la casaca terminaba en una gran vuelta. Tanto la casaca como la chupa llevaban bolsillos de tapa a la altura de las caderas que tenían debajo grandes bolsillos ocultos por debajo del forro donde los hombres guardaban sus cosas.






- Los vestidos masculinos se hicieron con telas ricas de seda y de vivos colores, adornados con bordados y galones de oro y plata. Contrasta mucho esta moda con el tradicional vestido “a la española” de la época de los Austrias, negro y sobrio. En general, y aparte de esta moda peculiar española del siglo XVII, en toda la historia de la humanidad y hasta este siglo los vestidos masculinos habían sido más coloridos y vistosos que los de las mujeres; en estos años se igualaron y los dos sexos usaron sedas de colores, adornos y encajes.


Respecto al pelo, durante este siglo desaparecieron las barbas de casi todos los europeos, algunos militares siguieron llevando bigote, sobre todo en los países germánicos. La moda de la trenza o coleta postiza de pelo perdura casi todo el siglo, especialmente la llevan los militares. La moda de empolvarse el pelo o la peluca con polvo blanco o harina de trigo, alcanzó su máxima popularidad en todas las clases altas, y soldados de cualquier graduación. También había polvos para el pelo de tonos rosa, azules y grises. El empolvado debía repetirse diariamente.

Los hombres también usan desde mediados del siglo una cola de caballo en la nuca, atada con una cinta, estilo que se vuelve muy popular en todas las cortes. Las clases bajas tenían coletas de pelo o se lo dejaban por detrás y no utilizaban coleta.



El zapato español masculino a lo largo de todo el siglo XVII se caracterizó por ser totalmente plano. Cuando en Francia se pusieron de moda los zapatos de tacón, siguiendo las directrices de Versalles, Madrid también se acogió a esta moda. En las dos primeras décadas del siglo el tacón es elevado, pero a partir de 1720-1725 comienza a perder altura. El zapato se cierra generalmente con hebillas que irán ganando protagonismo conforme nos vamos adentrando en el siglo, no sólo porque cada vez se van haciendo más grandes, sino también en algunos casos por la riqueza de los materiales empleados. El uso de las botas es escaso y excepcional para montar a caballo o ir de caza. Sí es habitual el uso de "botines" y de "polainas", que, con forma de bota pero sin zapato, cubren toda la pierna y se abotonan o abrochan con hebillas por la parte de afuera. Como zapato cómodo y para estar en casa se calzan las "chinelas". Se procura que hagan juego con la ropa de levantar, o prendas para la intimidad, confeccionándose ambas con las mismas telas.


Las medias siguen ocupando un lugar destacado en el ropero masculino a lo largo del todo el siglo XVIII; serán consideradas un elemento indispensable y muy cuidado para ir bien vestido. Las blancas son las que están más de moda y por lo tanto las más usadas. Su elegancia se amplía cuando van bordadas en hilo de oro. Junto a éstas de color blanco se confeccionan una gran variedad de seda, lana, pelo de camello, etc, y de variados colores. Las medias se sujetaban con ligas, algunas de ellas muy elaboradas con bordados que, a modo de brazalete, abrazaban la pierna. Las ligas podían ser de seda, hilo de lana o de cordobán muy finas.


Segunda mitad del siglo XVIII Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808) Durante el reinado de Carlos III hubo una reacción hacia la sencillez, que contribuyó a un cambio radical en la moda:

Los delanteros de las casacas, más abiertos y los pliegues de sus faldones, menos profundos, las chupas, más cortas y los calzones, más estrechos y pegados a las piernas. Lo único que se hizo más largo fueron las mangas, aunque lo suplieron siendo cada vez más estrechas. A partir de 1775 empezó a introducirse en Francia la moda inglesa, por ser más cómoda y práctica. Este modelo se denominó en España vaquero "hecho a la inglesa". A finales del siglo XVIII hubo en España una reacción casticista frente a las modas extranjerizantes, y se puso de moda el gusto por lo popular y castizo, actitud que fomentaron los entonces príncipes de Asturias, Carlos y María Luisa. Todos los cambios que se habían ido gestando en el último tercio del siglo tuvieron su culminación con la Revolución Francesa (1789), que afectó a todos los aspectos de la vida y que tuvo repercusión inmediata en toda Europa. El cambio en la indumentaria fue rápido y radical. Llegó así a la moda el Neoclasicismo.


- La casaca masculina se convirtió en frac, una casaca con cuello alto vuelto, grandes solapas, delanteros cortos que se cruzaban con botones, y los faldones muy echados hacia atrás que apenas tenían un recuerdo de los antiguos pliegues.

La chupa, cada vez más corta, se hizo recta por abajo y se convirtió en chaleco, y tenía también cuello alto y solapas. Los calzones fueron sustituidos por un pantalón hasta los tobillos, prenda que hasta entonces no habían usado más que los marineros y, durante la Revolución, los sans-culottes franceses.


Coincidiendo con el reinado de Carlos IV se observa una mayor tendencia hacia la sencillez, por influencia de la moda inglesa, con preferencia por los colores oscuros y la ausencia de adornos. El alto cuello de tirilla, los abiertos faldones que dejan ver el calzón y el chaleco lo sitúan tipológicamente alrededor de 1800. A partir de 1795 están muy de moda los tejidos de rayas.


El Majismo Los Majos y Majas eran personajes de barrios humildes de Madrid-el barrio de Maravillas, el barrio de Lavapiés...-que reivindican lo castizo. A finales del S.XVIII y principios del S.XIX, llegaron a ser muy populares. Se distinguían no solo por su manera de vestir sino también por su actitud: seguros de sí mismos, descaradas las mujeres, desafiantes los hombres. Representaban el polo opuesto a los petimetres, generalmente de la pequeña nobleza, cursis, amanerados y exageradamente preocupados por el vestir y las actitudes. El Majo se dedicaba a los más diversos oficios: carpintero, albañil, herrero, carnicero, tallista,… y esa actitud que los caracterizaba, de desparpajo y gallardía, levantó críticas pero, al mismo tiempo, se consideró muy seductora. Los hombres llevaban una redecilla o cofia recogiendo el cabello y grandes patillas. No usaban corbata sino un pañuelo de colores anudado a la garganta bajo el que se les veía siempre el cuello de la camisa. Vestían chaquetilla corta, generalmente adornada en la bocamanga y la pegadura de las mangas.


A los Majos y Majas, posteriormente, se les conoce también como “Goyescos” y "Goyescas", "Manolos" y "Manolas"... Esa actitud de desparpajo y seducción y, sobre todo, la forma de vestir, es lo que gustó a la nobleza, de forma que a finales del S. XVIII comenzó el fenómeno denominado “Majismo” en el que las clases privilegiadas adoptaron la forma de vestir de estas gentes de barrios humildes, pero con tejidos y adornos mucho más ricos. El traje de majo se compone de: jaqueta (como se decía en la época), calzones, chaleco y faja. - La jaqueta, es una especie de casaca, corta y entallada, con cuello de tirilla y una pequeña solapa en pico. Está realizada en seda color verde y su interior forrada de lino (espalda y mangas) y de seda (delantero y puños), presenta las costuras decoradas con un cordoncillo metálico. Sus mangas estrechas y alargadas, cuyas copas están decoradas con cintas realizadas en "gros de Nápoles", con doble trama.


Los calzones, de seda verde, se ciĂąen al talle con una cinturilla irregular, mĂĄs ancha en el delantero que en la espalda y se cierra por medio de cinco ojales y dos ojetes, en el delantero y la espalda respectivamente. El chaleco, con cuello de tirilla y delanteros confeccionados en seda, y espalda en algodĂłn. Va adornado en el filo con un bordado y se cierra con botones forrados en seda. La faja, en seda, se remata en sus extremos con un flecho deshilachado y torsionado en dos cabos, y anudado en los extremos.

Un traje que tiene mucho arraigo en nuestras costumbres es el "Traje de Majo" es el precedente del "Traje de Torero" actual.


El traje de maja está compuesto de un jubón de raso blanco, un Monillo (chaquetilla) de terciopelo negro con jockeys (hombreras) en los hombros de lentejuelas, pedrería y cordón de seda y una basquiña de raso azul adornada con dos tiras de madroños haciendo la vez de volantes.


Este traje es la adaptación al gusto y a los recursos de las clases populares de la indumentaria culta de finales del s XVIII. Es similar a un traje masculino a la inglesa, pero sin los faldones del frac, y adaptado al gusto popular español con una generosa decoración de bordado en las pecheras, las solapas y cierres de las perneras, que abrochan con machos, y con la adición de una rica botonadura metálica en la chaquetilla y en el chaleco.


Petimetre El término español «petimetre» proviene del francés petit maître ("pequeño señor", "señorito") y significa 'persona que se preocupa mucho de su compostura y de seguir las modas'. En sentido parecido pero más coloquial, el término «pisaverde», con el significado de 'hombre presumido y afeminado, que no conoce más ocupación que la de acicalarse, perfumarse y andar vagando todo el día en busca de galanteos'. En la segunda mitad del siglo XVIII era un estereotipo social objeto de crítica, especialmente por su ociosidad y su seguimiento acrítico de las modas francesas y en general de todo lo francés.


Otros tipos sociales CAMPESINAS


MONJAS

Siglo XVII

Siglo XVIII


EJÉRCITO




ALGUNOS OFICIOS


VESTIMENTA DEL SIGLO XVIII EN UN CUADRO DE GOYA


VESTIMENTA DEL SIGLO XVIII EN CUADROS DE GOYA


Bendición (1740), de J. Siméon Chardin

La lavandera (1735), de J. Siméon Chardin El embarque (1784), de M. S. Maella


Escenas cotidianas de Luis Paret y Alcรกzar 1746 - 1799


MODELOS VARIADOS


MODELOS VARIADOS

























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