Antonio damasio sentir lo que sucede

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SENTIR LO QUE SUCEDE

UNA BIOLOGÍA PARA EL CONOCIMIENTO

espacio donde imágenes de todas las modalidades sensoriales ocurren, y que incluye los contenidos mentales manifiestos que la consciencia nuclear nos permite conocer, y un espacio disposicional, donde memorias disposicionales contienen registros de conocimientos implícitos sobre cuya base es posible construir imágenes evocadas, generar movimientos y facilitar el procesamiento de imágenes. Las disposiciones pueden conservar la memoria de una imagen percibida en una ocasión previa y pueden ayudar a reconstruir una imagen similar a partir de la rememoración. También pueden socorrer el procesamiento de una imagen puntualmente percibida; por ejemplo, desde el punto de vista del grado de atención concedido a la imagen y del nivel de subsiguiente prominencia. Hay una contraparte neural del espacio-imagen y una contraparte neural de espacio disposicional. Estructuras como las cortezas tempranas de variadas modalidades sensoriales sustentan patrones neurales que parecen ser la base de imágenes mentales. Por otra parte, las cortezas de alto orden y diversos núcleos subcorticales contienen disposiciones con las que es posible generar imágenes y acciones, más que conservar o exhibir los patrones explícitos manifiestos en las imágenes y acciones per se. (Ver figura A5 en el Apéndice para la localización de las cortezas sensoriales tempranas y las cortezas de alto orden). Propuse que las disposiciones están contenidas en conjuntos neuronales conocidos como zonas de convergen.' cia.10 A la partición de la cognición entre un espacio-imagen y un espacio disposicional corresponde entonces una partición del cerebro en (1) mapas de patrones neurales, activados en las cortezas sensoriales tempranas, las cortezas límbicas, y algunos núcleos subcorticales, y (2) zonas de convergencia, situadas en las cortezas de alto orden y en algunos núcleos subcorticales. (Ver Apéndice, sección 3, para un examen más detallado). EL CEREBRO FORMA memorias de manera muy distribuida. Piensa, por ejemplo, en la memoria de un martillo. No existe un solo lugar de nuestro cerebro donde podamos encontrar un artículo con el voca-

blo martillo seguido de una clara definición lexicológica de lo que es.11 La evidencia actual sugiere que en nuestro cerebro hay numerosos registros que corresponden a diferentes aspectos de nuestra interacción pasada con martillos: sus formas, movimientos típicos con que los utilizamos, mango y moción de la mano requerida para manipularlos, resultado de la acción, vocablo que lo designa en todos los idiomas que conocemos. Estos registros son latentes, disposicionales e implícitos, y se ubican en sitios neurales separados situados en cortezas de alto orden separadas. El diseño del cerebro y la naturaleza física de nuestro entorno impone esta separación. Apreciar visualmente la forma de un martillo es diferente de apreciarla mediante el tacto; el patrón que usamos para mover el martillo no puede estar almacenado en la misma corteza que guarda su patrón de movimiento tal como lo vemos, ni los fonemas con que fabricamos la voz "martillo" pueden estar en el mismo lugar. La separación espacial de los registros no plantea problemas, claro está, porque, cuando todos los registros se tornan explícitos en forma de imagen, son exhibidos solo en algunos sitios y coordinados en el tiempo de manera que todos los componentes registrados parezcan integrados en una trama inconsútil. Si propongo la palabra "martillo" y te pido explicarme qué significa, produces una definición adecuada de la cosa, sin dificultad, de inmediato. Una base para la definición es el rápido despliegue de diversos patrones mentales explícitos relativos a estos aspectos. Aunque la memoria de aspectos separados de nuestra interacción con martillos se conserve en partes separadas del cerebro, bajo forma latente, estas partes se coordinan en términos de sus circuiterías de manera que los registros latentes e implícitos puedan ser convertidos en imágenes explícitas aunque esquematizadas, y ello rápidamente y en estrecha proximidad temporal. La disponibilidad de tales imágenes nos permite a la vez crear una descripción verbal de la entidad, y ésta sirve de base para la definición. Me gustaría sugerir que las memorias de entidades y eventos que constituyen nuestra autobiografía actual usan el mismo tipo de marco

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