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V
EL MISTERIOSO ASUNTO DE LA MUJER-SERPIENTE Por
FJSR Dársena “E”, Puerto Nuevo Ciudad de Buenos Aires Septiembre de 1981 03:55 a.m.
El Harika Maru, un inmenso buque carguero de origen japonés, desplegaba sus casi doscientos metros de eslora frente al muelle porteño, tan quietecito como un buen perro entrenado. Tras treinta y ocho días de navegación desde el puerto de Osaka, el ya viejo navío (que requería constantemente de mantenimiento) se desprendía de sus contenedores auxiliado por una media docena de grúas, operadas por los empleados del puerto. Su tripulación, en tanto, vigilaba que todo se llevara a cabo convenientemente y sin problemas.
La carga había llegado sana y salva. La misión estaba cumplida. Ahora, sólo restaba descansar una semana y emprender la vuelta a casa, tras recoger un nuevo cargamento en Santiago de Chile. Hacía tres días que había llegado a Buenos Aires, tras una travesía repleta de problemas técnicos; solucionados a medida la mole de metal se abría camino por el Pacífico, el Cabo de Hornos y, finalmente, el Atlántico. Cuarenta de sus setenta y ocho tripulantes estaban de franco, en tierra, alojándose en un lujoso hotel de Retiro y gastando a cuenta parte del sueldo, que recién iban a cobrar de regreso al Japón. Sólo los casados se comportaban con juicio y podían hacer una diferencia económica después de un viaje tan largo. Los solteros, por el contrario, solían llegar a sus hogares con las manos casi vacías, habiendo vilipendiado sus vales en putas y bebida.
Hiroki Naka, a sus 49 años de edad, no estaba para juergas inútiles. Ya había vivido esa etapa. Sólo aspiraba a juntar el dinero suficiente para poder comprarse una casa propia, antes de que llegara la jubilación. Su esposa e hijos lo aguardaban en Osaka. Tenía que ahorrar lo más posible y por ese motivo se había anotado en el listado de “guardias”, durante todas las noches que estuvieran en puerto.