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Cuento de Navidad Cuento de Navidad este ya escaseaba y cada vez tocaba ir hasta más arriba para encontrarlo, las autoridades habían ordenado que no se podía seguir arrancando. Aunque Óscar no estaba conforme, cambió el húmedo y esponjoso musgo por el pasto. La ventaja es que en medio de la hierba verde que se va poniendo amarilla con el paso de los días, se sostienen los renos, a pesar de su cojera. No relacionó esos renos que ubicó con esmero en el pesebre con lo que veía. “Un perro”. Fue en lo primero que pensó Óscar cuando vio al animal de color acaramelado, casi inmóvil, si no fuera por la tembladera poco notoria, pero suficiente para percibir que estaba muerto de miedo. Nunca había visto un perro de patas tan largas y escuálidas. Entonces tuvo algo de susto, pues ya había escuchado las historias de que quienes iban a nadar al charco de San José tenían muchas veces que correr para huir de los pastores alemanes que cuidaban la propiedad y que en ocasiones se soltaban de sus amarras. Eran el antídoto de los agregados de la finca para evitar que la cantidad de bañistas dejaran los palos sin una guayaba. Se tranquilizó rápido. No era un pastor alemán y no ladraba. El animal apenas parpadeaba. Atontado, parecía creerse invisible, confiado en que así, en ese estado de quietud, nadie lo notaría. - “¡Quieto!, no se mueva que son muy ariscos-” imperativo le susurró Óscar, su hermano, que venía detrás. Los demás de la barra que habían planeado la ida a San José desde hacía una semana, obedecie-
Un cuento de Navidad
Zanahorio, historia de un venado Fernando-Alonso Ramírez Lo más parecido a un venado que había visto Óscar en su vida eran los renos de plástico blanco que adornaban el pesebre de su casa. Tenían ya las patas quebradas de sacarlos y guardarlos cada año. Él mismo se había encargado de ponerlos sobre un perfecto cuadrado de pasto, que arrancó de un potrero vecino con el azadón viejo, herencia de su abuelo, que permanecía en la cocina donde estaba el fogón de carbón y se guardaban las herramientas. Todos los años, ya era una tradición familiar, se iban de paseo, días antes de que empezaran las novenas y recogían musgo, pero como