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EL MENSAJERO DE LA CIENCIA Y LAS HUMANIDADES año 4 núm.13 issn en trámite junio - septiembre 2017 distribución gratuita

IZTAPALAPA: EN BUSCA DEL PUEBLO PERDIDO


FotografĂ­a: Tomada del libro, Memoria GrĂĄfica del Pueblo de Ixtapalapa.

Painani


EDITORIAL Iztapalapa, tuzas, venenos, historia, números y más Por Mario Pineda Ruelas*

Hace 33 años ingresé como profesor a la UAM en Iztapalapa, aún muy joven pues apenas contaba con 24 otoños en mi cuenta regresiva de vida. No imaginaba que me iba a convertir en habitante de la delegación más grande de la nueva Ciudad de México. En mi costal de vivencias guardo celosamente recuerdos inolvidables, gratos y no gratos. Una mañana dominguera, vagando por el mercado que se encuentra casi a un costado de las oficinas de la delegación, aparecieron en mi mente varias preguntas que vinieron de observar la vendimia callejera: ¿de dónde viene toda esta gente?, ¿estos viejos tendrán algo que contar?, ¿quién inicio las pachangas religiosas que año con año se llevan a cabo en distintos barrios de la delegación?, ¿qué son las mayordomías?, en fin. Por fortuna, hoy tuve la buena suerte de leer en este número de nuestra querida revista Painani el relato que hace Elizabeth Hernández en su artículo Iztapalapa: en busca del pueblo perdido. Allí encontré respuesta a muchas de mis interrogantes a través de una espléndida escritura de la autora. También, en este número podrás enterarte de las poco apreciadas tuzas, de los cnidarios y sus venenos, y de los avances en la investigación de los tejidos cardíacos por parte de científicos de la UAM. Un artículo que no debes dejar pasar, es el que escribió nuestra estimada Lily Anaya sobre el interesante trabajo que realiza el biólogo-arqueólogo Arturo González alias el preguntón (orgullosamente egresado de la UAM Iztapalapa) en el Museo del Desierto de Saltillo, Coahuila. En la sección Los rostros de la Ciencia, no puedes perderte el artículo sobre Anikk Vivier, una de las investigadoras más apreciadas en la comunidad académica de la UAM y de otras instituciones. En los dibujos de Avelino y El consejo de la Abuela Filomena, descubrirás a una abuela intrigada por una antena de radio. Este detalle es aprovechado inteligentemente por Jorge Figueroa y José Luis del Río para hablar de los fractales, una delicia de dibujos. Para finalizar, y si te gustan los retos, te recomiendo leer el artículo de mi amiga Laura Hidalgo, profesora del Departamento de Matemáticas de la UAM-I. En esta ocasión, Laura aborda el problema matemático de la historia de Los puerquitos de Guinea, del famoso escritor norteamericano Ellis Parker Butler. En esta lectura llamó mi atención la estrecha relación entre los números de Fibonacci y el cuento de Ellis Parker, un hecho poco conocido para los que nos interesan algunos pasajes en la historia de la ciencia. * Profesor-investigador del Departamento de Matemáticas, UAM-I.


DIRECTORIO Rector

Dr. José Octavio Nateras Domínguez

ÍNDICE IZTAPALAPA: EN BUSCA DEL PUEBLO PERDIDO .........................................................3 Elizabeth Hernández Apráez

Secretario

Dr. Miguel Ángel Gómez Fonseca

Director de la División de CBI

Dr. José Gilberto Córdoba Herrera

Directora de la División de CBS Dra. Edith Ponce Alquicira

Directora de la División de CSH Dra. Juana Juárez Romero

Coordinadora de Extensión Universitaria Dra. Milagros Huerta Coria

Comité Editorial

Dr. Javier Velázquez Moctezuma Dr. Óscar Monroy Hermosillo Dra. María Concepción Gutiérrez Ruiz Dr. Pedro Moctezuma Barragán Dr. Mario Pineda Ruelas Dr. Emilio Domínguez Salazar Dra. Beatriz Gómez González Mtro. Ricardo Campos Verduzco Painani Coordinadora del Proyecto Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, y editora responsable: Norma Lilia Anaya Vázquez Formación e ilustraciones: Avelino Solano Jiménez Asesoría literaria: Elizabeth Hernández Apráez Corrección de estilo: Ma. Guadalupe Olvera Arellano Guión de Historieta: Jorge Figueroa Nolasco Painani Contacto: Divulgación de la Ciencia y las Humanidades Feria de Ciencias. UAM Iztapalapa Edificio M. Planta alta Tel: 58 04 46 00 ext. 3115 feriaeventos@yahoo.com.mx oficinadedivulgacion@gmail.com Versión electrónica en www.feriacienciasuami.com

TUZAS: CONTROVERTIDAS CRIATURAS SUBTERRÁNEAS ...........................................8 Juan Luis Patiño Ortega y Alondra Castro Campillo LAS HUELLAS DE LA VIDA DE ARTURO GONZÁLEZ, EL PREGUNTÓN ................10 Lilia Anaya LA MULTIPLICACIÓN DE LOS CERDITOS..........................................................................12

Laura Hidalgo Solís

ANNIK VIVIER: QUÍMICA TEÓRICA, PERO SOBRE TODO, PROFESORA ..............17 Elizabeth Hernández Apráez LOS CNIDARIOS Y SUS VENENOS.......................................................................................18 Fernando Lazcano Pérez, Zayil Salazar y Humberto González Márquez QUÉ HACE LA CIENCIA ..........................................................................................................20

Asesor:

Dr. José Luis del Río

Feria Ciencias Uam-i @FeriaCienciaUAMI @fcienciasuami

Fotografía de portada: Tomada del libro, Memoria Gráfica del Pueblo de Ixtapalapa.

PAINANI. EL MENSAJERO DE LA CIENCIA Y LAS HUMANIDADES. Año 4, Número 13, junio – septiembre de 2017, es una publicación cuatrimestral editada por la Universidad Autónoma Metropolitana a través de la Unidad Iztapalapa, Coordinación de Extensión Universitaria. Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex-Hacienda San Juan de Dios, Delegación Tlalpan, C.P. 14387, Ciudad de México, y Av. San Rafael Atlixco 186, Colonia Vicentina, Delegación Iztapalapa, C.P. 09340, Ciudad de México, Tel. 58044600, ext. 4825. Página electrónica del boletín: www.feriacienciasuami.com y dirección electrónica: feriacienciasuami.com/?op=painani. Editora Responsable: Norma Lilia Anaya Vázquez. Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título No. 04-2013-071217111000-106, ISSN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud de Título y de Contenido en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impreso en los talleres de la Sección de Impresiones y Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, ubicados en Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C.P. 09340, Ciudad de México, Tel. 58046553. Este número se terminó de imprimir en la Ciudad de México el 1º de febrero de 2017, con un tiraje de 3000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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EN BUSCA DEL PUEBLO PERDIDO Por: ELIZABETH HERNÁNDEZ APRÁEZ * Fotos: Tomadas del libro, Memoria Gráfica del Pueblo de Ixtapalapa.

en 1919 en el Jardín Cuitláhuac; y muy lejos de ahí, el señor Rosendo Villarreal y dos cazadores más preparan sus escopetas para dispararle a patos, conejos o chichicuilotes. En el barrio San José, hay un burro manso que parece ser la alegría de los hermanos Rodolfo y René Maguey. En esta Iztapalapa no faltan los vendedores de mercado, los desfiles del 16 de septiembre, los festivales escolares, los jaripeos en las faldas del cerro de La Estrella y las mayordomías. LA IZTAPALAPA LACUSTRE, chinampera, festiva, llena de ojos de agua y chalupas, revivió. Los habitantes de este sector volvieron a tener frente a sus ojos los extensos llanos que parecen alfombras de hierba, los acalotes en donde nadan patos y carpas plateadas, el cerro de La Estrella cubierto de sembradíos, las casas grandes con milpa propia y el tranvía que pasa haciendo ruido por la explanada. Para disfrutar de esos pintorescos barrios que se rehúsan a desaparecer, solo tuvieron que abrir un libro titulado Memoria gráfica del pueblo de Ixtapalapa. Con antiguas fotografías que guardan como tesoros en sus casas, le devolvieron la vida a su antiguo pueblo. En esta Iztapalapa de papel habita una reina de belleza, se llama Teresa Villarreal y en 1953 fue coronada como la Señorita Fiestas Patrias. Es posible ver también allí a Paz Villarreal, que no recibió ni cetro ni corona, pero sí una licencia de conducir que la acreditaba como la primera mujer que manejó en Iztapalapa, en pleno 1935. Don Bartolo Cedillo aparece listo para atender el primer puesto de periódicos del pueblo, fundado

La idea de revivir a la vieja Iztapalapa nació en el seno del grupo cultural Noche Victoriosa, integrado por vecinos y amigos del sector, quienes estaban interesados en rescatar la historia y tradiciones del lugar en que habían nacido. Cada vez que se reunían en las oficinas de Beatriz Ramírez González, historiadora, cronista y directora del Archivo Histórico de Iztapalapa, la gente que llegaba allí terminaba seducida por las fotos antiguas que ella pegaba sobre los cristales. “Se acercaban a observarlas con gran interés. Esto nos atrajo mucho y pensamos que podíamos rescatar la memoria gráfica de nuestro pueblo”, cuenta Marcos Maguey Domínguez, originario del barrio San José. Fácil no fue. Empezaron acercándose a la población a través de exposiciones, invitando a los vecinos a aportar aquellas fotos antiguas que eran patrimonio familiar. “Al principio no creían en nuestro proyecto. Para ellos sus fotografías tenían un valor muy alto. Entonces, les decíamos que no nos las dieran, que únicamente nos permitieran tener una copia, digitalizarla, para posteriormente publicarla”, agrega Marcos Jacobo Maguey.

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UN VISTAZO AL PASADO En total lograron recoger 300 fotografías que les han permitido echarle un vistazo al pasado, e incluso, darse cuenta de todo lo que han perdido como pueblo. Claudia Fuentes Noriega, quien colaboró con fotos y crónicas para el libro, lamenta que hasta el nombre haya sufrido una transformación. “Escribíamos Ixtapalapa con ‘x’; ‘ixta’ significa sal, éramos un pueblo salero”, dice, y al igual que los demás miembros del grupo Noche Victoriosa, está de acuerdo con revivir la x. Pero hay algo que le parece más triste: la desaparición de los recursos hídricos. “Recuerdo que mi abuela me contaba que ella tenía en la casa un ojo de agua, y que los vecinos le iban a pedir porque en esa época no existían las tomas de agua. Esa abundancia era la que enriquecía el suelo para sembrar. Mis tías decían que Iztapalapa daba mejor producción de verduras y frutas que Texcoco, que incluso las llevaban en canoas hasta La Viga”, comenta. Ella misma conserva una foto de un carnaval en los años 40, donde aparece un grupo de niños disfrazados en medio de un montón de árboles

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frondosos. Ahora en lugar de arbustos, hay casas, edificios, aridez. “Lo que se perdió fue toda esa flora, fauna, sembradíos que antes teníamos en abundancia. Los ojos de agua fueron llenándose de cemento. El nuestro fue un pueblo de lagunas y lagos, y fue precisamente eso lo que le dio el triunfo a Cuitláhuac en Iztapalapa, porque cuando llegaron a invadir los españoles, él abrió las compuertas, que ahogaron a muchos antes de que se enfrentaran a los caballeros águila”, cuenta Claudia y sus ojos claros se abren más, como si estuviera contemplando aquel episodio. La voz de Marcos Maguey se torna nostálgica cuando habla de las chinampas, en donde se cultivaban frutas y verduras que tenían un sabor especial, debido a la mezcla de aguas dulces y saladas que regaban la zona. La gente vivía del campo, pero en 1970 todo comenzó a ser diferente. “Las chinampas, con una gran historia y tradición, se pierden con la expropiación para construir la Central de Abasto, misma que se edifica a partir de 1980. Ahí empieza el deterioro. Como decían nuestros padres, antes ‘nadie se moría de hambre. Si no teníamos suficiente dinero, nos íbamos a la chinampa a donde pasaba el agua. Metíamos una canasta y sacábamos algún pescado. O íbamos al campo a cortar frutas o verduras, y ya teníamos que comer’. Las condiciones cambiaron a partir de la edificación de la Central de Abasto. Eso implicó que empezaran a llegar nuevos grupos, poblaciones de otros lugares de la República que desconocían nuestras costumbres y tradiciones”, dice.


UN CERRO INVADIDO El verde del cerro de La Estrella ya no resplandece como antes. Ahora brilla el gris del cemento. Beatriz Ramírez González, historiadora, cronista y coautora del libro, asegura que en esta elevada colina ya no hay tanto espacio natural debido a que los terrenos han sido invadidos. “El cerro siempre ha tenido dueños”, dice, pero “en 1938 cuando fue declarado parque nacional, no quedó muy claro qué pasaría con ellos. Parece que nunca se les indemnizó, después, en los años 60, decidieron retomar sus terrenos pues nunca les pagaron. Son ellos mismos como propietarios quienes fraccionaron y vendieron los terrenos. Y empezaron a construir”. La cronista Ramírez González relata que en la década de los 80 aparece una nueva declaratoria que reconoce al cerro como área natural protegida. “Entonces se indemnizó a los dueños, con la idea de que ya no se construyera y vendiera. El problema es que algunos –eso me cuentan, no me consta con documentos, pero sí tengo el testimonio de personas–, aunque recibieron la indemnización, vendieron. Es decir, cometieron un fraude, y quienes compraron lo hicieron de buena fe. A estas personas ya fue muy difícil quitarles sus terrenos. Lo que ha sucedido a partir de ese momento es que van construyendo sobre el área natural protegida, y las autoridades no las detienen. Se ha utilizado esto como estrategia política. Se les ha permitido invadir, se les ponen servicios para ganar votos”. Afirma también que en el cerro se presenta la llamada invasión hormiga. De 1,100 hectáreas de bosques que existían, en la actualidad quedan

—según el Plan Parcial de Desarrollo de 2014— cerca de 130 hectáreas. “Y seguramente ya bajó porque no hay el suficiente cuidado para impedir que sigan invadiendo cada día poquito a poquito. A lo mejor avanzan hasta con macetas o piedras. Y resulta que el terreno que era de cien metros, en unos meses ya mide 110”. El nombre original del cerro era Huizachtépetl y en la época prehispánica se realizaba allí la Ceremonia del Fuego Nuevo. Observando la posición de los astros, los sacerdotes calculaban el momento exacto en que debían encender el fuego para pedirle a los dioses un ciclo de 52 años, porque si no lo hacían, creían que el mundo se acabaría. “Rompían todos los objetos que tenían tanto de uso ritual como cotidiano. Un grupo de sacerdotes de Tenochtitlan subía a la cima del Huizachtépetl, en donde sacrificaban a una persona, le sacaban el corazón. Quemaban unos palos que se llamaban mamalhuaztli, de ahí surgía una chispa y encendían el fuego, quería decir que los dioses les estaban otorgando un nuevo ciclo de vida de 52 años, entonces como ofrenda lanzaban el corazón y hacían una festividad. Ese fuego lo repartían en templos y palacios”, cuenta la cronista Ramírez. Los habitantes de Iztapalapa quieren revivir, y no precisamente con fotografías, el carácter sagrado del Cerro de La Estrella y la Ceremonia del Fuego Nuevo. En 2027 encenderán una llama en la cima del Huizachtépetl recordando a sus ancestros.

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COSTUMBRES VIVAS En 1833 hubo en Iztapalapa una terrible epidemia de cólera morbus que estaba matando a los lugareños. Los feligreses sacaron a recorrer la imagen del Señor de la Cuevita por las calles principales del pueblo y la epidemia se fue apaciguando. “La gente guarda esa gratitud y cada año se hace una gran fiesta en septiembre en honor a él”, dice Marcos Maguey. Afirma además que han perdido muchas tradiciones, pero todavía prevalecen las populares mayordomías, en las que un grupo de personas son responsables de mantener viva la veneración hacia una imagen religiosa. Una de las mayordomías más importantes es precisamente la del Señor de la Cuevita, que en Iztapalapa al parecer es más venerado que San Lucas, su patrono. Este tipo de celebraciones no solo se limita al aspecto religioso. Durante las mayordomías, gente de los distintos pueblos de Iztapalapa asiste en procesión hasta este santuario con una imagen peregrina, rodeada de estandartes, flores y globos. En el camino van haciendo paradas en los distintos altares, donde casi siempre les ofrecen algo de co-

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mer: refrescos, fruta, e incluso comidas más grandes: mole, pollo, arroz. Cuando llegan al santuario asisten a misa y después todo puede pasar: los mayordomos ofrecen una suculenta comida. Hay cuetes, toritos, castillos, música y vivas y porras para el Señor de la Cuevita. Otra celebración que prevalece es la peregrinación que se hace del centro de Iztapalapa a la Villa de Guadalupe en el último jueves de noviembre. Los peregrinos salen a las dos de la mañana y empiezan a multiplicar sus pasos hasta la Basílica para llegar a escuchar la primera misa. Marcos Maguey extraña la fiesta de La Pascua. “Era la más importante del pueblo de Iztapalapa”, dice, “más que la Semana Santa. Duraba una semana, se organizaban bailes todos los días en el jardín principal de Iztapalapa, había mayordomías, la gente estrenaba ropa, se hacía mole en todas las casas y se recibía a los familiares. Lamentablemente se perdió en su totalidad”.


PUEBLO ORIGINARIO Los más ancianos añoran esa Iztapalapa que fue pueblo, cuando todos se conocían entre sí y llevaban una vida sencilla. Guardan en la memoria el recuerdo del tranvía eléctrico en el que se transportaban para ir a estudiar, porque en la delegación solo había primaria. “Me contó mi mamá Inés Noriega que a mis tías y a mi papá los encargaban con el tranviario, y que todas las mañanas se anunciaba el tranvía cuando iba a pasar para que de regreso ya estuvieran listos los niños y subieran. Ese tranvía fue el primer medio de comunicación con otras zonas para que ellos pudieran estudiar. Por ejemplo, mi papá, Javier Fuentes, tuvo que ir a lo que ahora es la Prepa 1, en San Ildefonso, era el único plantel en que se cursaba la carrera universitaria”, cuenta Claudia Fuentes Noriega. El tranviario se llamaba Santiago Ubaldo y en los años 40 todas las calles eran empedradas. “Mi mamá le decía: ‘Santiago, te encargo por ahí a mis hijos, me los dejas en la escuela y me los traes al rato’; y él amablemente le decía: ‘Sí, cómo no Luchita, yo me espero hasta que entren a la escuela’ ”, relata Leonor Fuentes en el libro. Su hermana Amparo Fuentes recuerda que don Ubaldo pasaba silbando para que los niños estuvieran preparados, mientras él iba a darle vuelta a la explanada, donde se encontraba el mercado. “Ahí cargaba toda la mercancía de verduras y flores de las chinampas de Ixtapalapa, que transportaba a Jamaica, teníamos como unos 12 años,

cuando de regreso volvía a pasar por Porfirio Díaz y ya nos subíamos para que nos llevara a la secundaria número 6 de Jardín Loreto”. Quizá por eso, los miembros del grupo Noche Victoriosa están trabajando para que a Iztapalapa se le reconozca como pueblo originario. Por ahora, harán una segunda edición del libro Memoria gráfica del pueblo de Ixtapalapa. La primera edición se publicó con ayuda del Programa de Apoyo a Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), la institución les otorgó 50 mil pesos, pero la impresión les costó 110 mil pesos, que financiaron con la realización de rifas. También preparan un segundo tomo porque los habitantes quedaron tan contentos con el proyecto que ahora son ellos los que desean colaborar. “El premio es que ahora la gente quiere darnos sus fotos para un nuevo libro”, dice la cronista Beatriz Ramírez. El día del lanzamiento de la primera edición se proyectaron todas las fotografías del libro, mientras se escuchaban melodías que hablaban de Iztapalapa. Por un momento revivieron a su pueblo de antes. La gente conmovida lloraba al reconocerse. Veían allí a vecinos, padres, tíos, abuelos, que ya no están. Pero también a los niños que habían dejado de ser, y a esa Iztapalapa que Anastasio Chirino describe así en su canción: “Tus verduras, milpas y alcachofas/ berros y espinacas todo se acabó/ tus canales y lagos de antaño/ con el pavimento todo se cubrió”.

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TUZAS: CONTROVERTIDAS CRIATURAS SUBTERRÁNEAS Por: JUAN LUIS PATIÑO ORTEGA Y ALONDRA CASTRO CAMPILLO*

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echazadas por los agricultores, quienes las consideran plagas agrícolas, y por trabajadores de la salud, que las perciben como transmisoras de enfermedades, las controvertidas tuzas son mamíferos prácticamente desconocidos para la mayoría de la población humana. Constantemente se les llama “topos” o “ratas”. Las tuzas son roedores, y como en todos ellos, sus dientes incisivos siempre están creciendo, lo que las obliga a desgastarlos continuamente royendo cosas. Es por esta necesidad, y por llevar una dieta vegetariana basada especialmente en hierbas, pastos, raíces y tubérculos, que las tuzas entran en conflicto con los intereses humanos al asociarse con zonas de cultivo, jardines o huertos, en donde son vistas como animales dañinos o perjudiciales. Entonces, las importantes funciones de las tuzas en

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la naturaleza como formadoras y recicladoras del suelo, o como constructoras o reconstructoras de la vegetación, pasan desapercibidas o simplemente son ignoradas. De hecho, por su capacidad para enriquecer con materia orgánica y oxígeno el suelo, las tuzas son excelentes indicadoras del buen estado de la tierra. Todas las tuzas pertenecen a la Familia Geomyidae, exclusiva de Norteamérica, la cual incluye 40 especies arregladas dentro de seis géneros (Cratogeomys, Geomys, Orthogeomys, Pappogeomys Thomomys y Zygogeomys). México, con sus diversos tipos de hábitats, alberga todos los géneros de tuzas conocidos y 21 especies, muchas exclusivas o endémicas del territorio nacional, además de una especie en peligro de extinción. Aunque pueden estar en distintos tipos de suelos, las tuzas prefieren los suelos secos, poco profundos y de grano fino, sin rocas ni raíces de árboles, como son los arenosos y arcillosos.

* Departamento de Biología, UAM-I.


Pero llevar un estilo de vida 90% subterráneo (hipogeo) no es cosa fácil y requiere de formidables adaptaciones en la forma y funcionamiento del cuerpo. Para moverse rápida y ágilmente entre los túneles que construyen, los cuerpos de las tuzas se han modificado a robustos cilindros, sin cuello aparente. Su reducida cola sin pelo y el pelaje corto y grueso en el resto del cuerpo, son sensibles al tacto, lo que les ayuda a detectar cambios de temperatura y corrientes de aire en sus madrigueras; además, el pelo es de tonos acordes al color del suelo (gris o marrón) para pasar desapercibidas. Todas sus extremidades son cortas, pero las delanteras portan grandes manos, armadas con potentes garras, para excavar túneles. Los ojos también se han reducido como parte de las adaptaciones a las condiciones oscuras de las galerías donde viven; lo mismo sus orejas, para evitar estorbos en su desplazamiento bajo tierra, aunque su oído es eficiente para detectar depredadores en su ambiente. Otra importante adaptación son los abazones en sus mejillas, que son bolsas formadas por pliegues de piel en donde guardan su alimento y lo transportan a sus galerías. Las redes de galerías subterráneas que construyen las tuzas, suelen ser muy complejas y extensas, con varios túneles de entrada y salida, gracias a esto, las condiciones de temperatura, humedad, flujo de gases y aire son muy estables. En estas intrincadas galerías, las tuzas se protegen de coyotes, linces, halcones, gatos, búhos y serpientes. Además, construyen cámaras que usan como habitación y en donde se reproducen y crían, mientras que en otras almacenan, por separado, sus heces y vegetales para alimento. Las tuzas se pueden reproducir todo el año y su periodo de gestación es corto, pero se trata de criaturas muy territoriales y solitarias. Cada tuza habita en la guarida que excavó, por lo que solo durante la época de apareamiento y crianza, relajan un poco su intolerancia extrema, de modo que el macho y la hembra se encuentran, o la hembra y sus crías comparten un breve periodo de tiempo. Después, los machos buscan un nuevo territorio donde puedan formar su harem, mientras que las hembras se establecen alrededor de la madre, pero siempre en galerías separadas por tapones de tierra. Esta organización social promueve que se mantengan en grupos cercanos y que no se puedan desplazar grandes distancias, lo que explica su alto grado de endemismo.

Las galerías que construyen tienen un papel primordial en la dinámica del suelo. Mientras que el ganado compacta el suelo con su pisoteo al pastar, las tuzas contrarrestan el daño con su constante remoción de tierra al excavar y formar montículos verticales en la salida de sus túneles. Todo ello incrementa la porosidad del suelo, reduce la cantidad de fugas de agua y proporciona una mayor aireación, justo como hacen los agricultores al barbechar. Además, la materia vegetal y las heces que almacenan aportan nutrientes que enriquecen el suelo. Así, las tuzas tienen un profundo efecto en la composición y abundancia de las plantas de un lugar, pues esta alteración continua del suelo crea condiciones que favorecen el crecimiento de ciertas hierbas. De lo mencionado se deriva fácilmente que las tuzas son comensales del hombre, pues prosperan en suelos agrícolas, huertos o jardines, en donde éste ha eliminado las raíces de grandes árboles y las piedras que antes las mantenían a raya. Cuando la cantidad de plantas cultivadas es abundante, las tuzas se tornan plagas, tanto por su explosión demográfica como por la cantidad de vegetales que consumen. De esta manera, las tuzas se encuentran entre las criaturas silvestres que se han beneficiado de las actividades humanas, en especial cuando la actividad agrícola promueve la sustitución de pastos y matorrales naturales por cultivos. La cercanía con los humanos, derivada de la forma en que éstos alteran el ambiente natural, permite encontrar tuzas con frecuencia en zonas urbanas como la Ciudad de México. Sin ir más lejos, un ejemplo de convivencia lo tenemos en las áreas verdes y deportivas de la UAM Iztapalapa, donde habita la tuza Cratogeomys merriami que, por cierto, es una especie endémica del Valle de México, poco común en zonas urbanas y cada vez menos frecuente en regiones rurales y naturales. A pesar de esto, son constantemente criticadas por ocasionar percances en las actividades deportivas dentro de la universidad, donde incluso se han conocido casos de hurto de comida. Sin embargo, hay alumnos, profesores y trabajadores que las consideran parte de la comunidad universitaria, ya que son de las escasas especies silvestres que atestiguan los cambios de un entorno silvestre a uno urbano en Iztapalapa.

Lectura recomendada: David MacDonald. La gran enciclopedia de los mamíferos. Editorial Libsa. 2005.

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LAS HUELLAS DE LA VIDA DE ARTURO GONZÁLEZ, EL PREGUNTÓN Por: LILIA ANAYA*

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l niño Arturo ya sabía que de grande quería ser biólogo o arqueólogo. Su compromiso consigo mismo, lo llevó a cumplir ambos sueños en su vida adulta. Si de algo está seguro Arturo González es de ser “un biólogo y arqueólogo intrigado siempre por descubrir las reglas que rigen a la vida, al hombre y su proceso de autoconciencia”. Su naturaleza curiosa fue estimulada en la infancia por los relatos del “Maistro” Chon. Asención Ramírez, Chon, ha sido un “todólogo” en la vida de la familia de Arturo, desde albañil, hasta cocinero, pero sobre todo, el amigo inseparable en las excursiones de campo del padre de nuestro pequeño explorador. Chon contaba historias fantásticas sobre el origen de los animales, que ligaban al universo con lo espiritual, eso despertó más

su interés sobre los fenómenos que le rodeaban, sin embargo más adelante necesitaría respuestas, las de la ciencia. Sus huellas de la vida se fueron marcando en medio del campo, explorando la naturaleza con su padre y los amigos de él, “entre chistes, albures, corridos de la Revolución, historias de ahorcados, fábulas de animales increíbles en cacerías y pescas”. A temprana edad ya se hacía una gran pregunta: ¿cuál será la naturaleza y el pasado de nuestra especie? Siempre estuvo en contacto directo con lo natural, incluso su casa se convirtió en un pequeño santuario donde las visitas podían encontrar murciélagos, serpientes y hasta coyotes o águilas, entre otras especies, que hacían parte de las mascotas de la familia.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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El padre de Arturo González fue un apasionado de la historia y la geografía, eso lo impulsó a viajar por México en compañía de sus hijos. Los viajes maravillaron a Arturo porque hizo conciencia de la existencia de otros ecosistemas y sus riquezas. Rodrigo, su hermano, también se vio influido por la constante intimidad con la naturaleza, tanto que, hace más de 25 años, “construyó un jardín botánico de cactáceas, donde se desarrollan las especies más exóticas de la arquitectura vegetal que el desierto va creando”, cuenta. El protagonista de esta historia fue estimulado de esa manera para hacerse biólogo por la UAM Iztapalapa y, paralelamente, arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Actualmente trabaja en el mejor lugar que pudo haber encontrado para desbordar su dualidad académica: el Museo del Desierto de Saltillo, Coahuila. Para Arturo, los museos son más de lo que la mayoría cree. “En estos lugares se estudia el patrimonio que exhibimos y preservamos. Tenemos los objetos testigos del tiempo; las piezas que son la evidencia que soporta las teorías sobre las que nos construimos como sociedades. Esta evidencia sirve como ladrillo constructor de las nuevas preguntas que surgen detrás de cada nuevo descubrimiento”, subraya. En el Museo del Desierto, el MUDE, este hombre preguntón pudo empezar a reunir partes del enorme rompecabezas de la vida que ya vislumbraba en la infancia, con el eco de las preguntas que lo seguían desde entonces, relacionadas con el pasado de nuestra especie, su evolución y la del mundo natural que le rodea. Porque para él, el museo debe ser un recinto no solo donde se guarden colecciones, sino también donde se haga investigación científica. “La importancia de contar con espacios en los cuales se investigue, preserve y catalogue la evidencia del tiempo, radica en poner a disposición de especialistas y públicos, estos objetos que son claves para ir cuestionándonos y construyendo el conocimiento”. Arturo González hace investigaciones científicas, sobre todo, para seguir las huellas de la llegada del hombre a América. Sus principales interrogantes son: “¿por dónde llegaron?, ¿cuándo?, ¿quiénes llegaron primero a este continente?”. También se ha

hecho otro tipo de preguntas: “¿por qué desapareció la mega-fauna, justo cuando tenemos las primeras evidencias del hombre en América?, ¿trajimos virus los humanos?, ¿fue la cacería de mega-fauna la que rompió el equilibrio como proponen algunos científicos? o ¿el cambio climático?”, comenta. Los esfuerzos de esta investigación han permitido conocer que existían caballos, gonfoterios (elefantes), camellos y perezosos gigantes “que no se habían descrito para el este de Yucatán”. Otro de los resultados del equipo de investigación, ha sido obtener “la evidencia de los niveles del mar durante el pleistoceno, que eran por lo menos 100 metros más abajo que el actual nivel, y la evidencia de prácticas funerarias por hombres de la era del hielo”. Y por si fuera poco, la colección de esqueletos humanos más completa de México forma parte también de los logros de Arturo y otros científicos del museo. Sin embargo, su interés va más allá de generar conocimiento. Este maestro en Promoción y Desarrollo Cultural, por parte de la Universidad Autónoma de Coahuila, tiene otra dualidad: científico y promotor de la cultura de la ciencia desde la dirección del MUDE. Ahí también dedica su vida a la divulgación científica. De esa manera, completa la misión del museo. Arturo ha sido un defensor constante y aguerrido de los museos, no obstante, es consciente de que muchos de ellos en nuestro país, carecen de los aspectos fundamentales para cumplir con éxito su labor. “Algunos no cuentan con objetivos claros, no motivan, carecen de modelos pedagógicos, tienen poco atractivo, no se evalúan, no cautivan, no investigan, ni realizan una planeación estratégica de crecimiento a largo plazo”. El principal motivo, dice, es que “no sabemos promover y desarrollar inteligentemente la cultura”. Para Arturo González, México debería tener el museo del mar, de la selva, de la biodiversidad; acuarios, jardines botánicos, etc., porque para él, “los museos son los reservorios de la evidencia que da testimonio del paso de los seres vivos y las manifestaciones de la cultura. Los museos poseen la evidencia tangible del tiempo”.

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Ilustración de Luis Ángel Hidalgo Solís

Por: LAURA HIDALGO SOLÍS*

* Profesora-investigadora del Departamento de Matemáticas, UAM-I.

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llis Parker Butler (1869-1937) fue un escritor norteamericano, quien escribió más de 30 libros y 2,000 historias y ensayos, la más famosa de sus obras es “Pigs is Pigs”. La historia de Parker fue llevada a la pantalla por producciones Walt Disney en el año 1954, y la versión en español podemos verla en YouTube en la liga: https://www.youtube.com/watch?v=hyON0ck5ERY En esta historia nos cuentan cómo, en el año de 1905, Mike Flannery —encargado de una estación del tren en el viejo oeste— tiene un problema administrativo ocasionado por la tarifa impuesta a los puerquitos de Guinea, también conocidos como cobayos o conejitos de Indias. Cabe mencionar que Mike Flannery era un empleado distinguido de la empresa, muy amable y quien siempre aplicaba al pie de la letra el reglamento. El reglamento citaba: Pigs... Pets...

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Cerditos... Mascotas...

48 ₡ 44 ₡

Donde ₡ indica la cantidad de centavos de dólar a pagar. Esto inicia una gran discusión entre Flannery y el cliente, un biólogo algo rezongón, quien se niega a pagar los 4 centavos adicionales por la entrega de los puerquitos de Guinea para realizar sus experimentos, pues para él, no son en realidad cerdos. Flannery, sin saber el lío administrativo en que se está metiendo, escribe de inmediato un telegrama a las oficinas centrales para saber cuánto debe cobrar, y es aquí donde empiezan sus problemas, pues la comunicación en aquel entonces no era tan rápida como lo es ahora. Un telegrama podía tardar varios días en llegar a su destino, e incluso meses para recibir la respuesta. Lo cierto es que los puerquitos de Guinea se reproducen sumamente rápido, en una forma que los matemáticos llamamos exponencial; después de unos días, hay puerquitos de Guinea por toda la estación del tren y el pobre Flannery ya no sabe ni qué hacer, pues ya se cuentan por cientos, luego por millares y ¡casi enloquece cuando llegan a millones! Desde el punto de vista matemático, el problema que aquí se plantea es similar al de los conejos que propone Fibonacci en el Liber Abacci (Libro del Ábaco), capítulo XII, página 404. Quizá es este el primer modelo matemático aplicado a la biología, aunque creo que la intención de Fibonacci no era esa, sino mostrar cuán práctico resultaba ser el sistema de numeración indo-arábigo sobre el romano y, en general, sobre todos aquellos utilizados a principios del siglo XIII. El problema dice lo siguiente:

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En un patio cerrado, se coloca una pareja de conejos, para ver cuántos descendientes produce en el curso de un año, y se supone que cada mes a partir del segundo mes de su vida, cada pareja de conejos da origen a una nueva pareja. Podemos ver cómo plantear y resolver el problema de Fibonacci en la siguiente tabla:

Meses transcurridos

Pares de crías

Pares de adultos

Total de pares

0 1 2 3

1 0 1 1

0 1 1 2

1 1 2 3

Esto es, iniciando el mes en que se recibe solamente una pareja de crías, y suponiendo que cada mes se reproduce una nueva pareja, macho y hembra, después de 11 meses tenemos 55 pares de crías y 89 pares de conejos adultos, para un total de 144 parejas de conejos. Este problema, que ya forma parte del folklore matemático, tal vez hubiese pasado desapercibido de no ser porque su planteamiento y solución da lugar a la llamada sucesión de Fibonacci, la cual queda definida como sigue: f = 1, f1 = 1, f2 = 2, f3 = 3, f4 = 5 y, en general, fn + 2 = fn + 1 + fn para cada entero n. Esta sucesión, además de aparecer con frecuencia en la naturaleza, tiene una gran cantidad de hermosas propiedades matemáticas y muchas aplicaciones, no solamente en la biología. Para no exagerar tanto como en la caricatura, supongamos que los puerquitos de Guinea, cuando son adultos, se reproducen 1 vez al día y continúan así por tiempo indeterminado. Si tardan 1 día en convertirse en adultos, ¿cuánto tiempo tardan en sumar más de 1 millón?, pues esto es lo que le sucedió al pobre de Mike Flannery. Sabemos que en el primer día hay f = 1; en el segundo día tenemos f1 = 1; en el tercer día f2 = 2, …, en el día 30 hay f29 = 832,040, finalmente, en el día 31 hay f3 = 1,346,269. De donde tendremos más de un millón de pares de puerquitos en el día 31.

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Por otra parte, retomando la historia de Parker Butler, si las medidas aproximadas de un furgón, esto es, un vagón de carga, son: Longitud: 18 metros Anchura: 2 metros Altura: 4 metros Peso: 34.1 toneladas. Y las medidas de una caja para transportar cada par de puerquitos de Guinea son: Longitud: 30 centímetros; Anchura: 20 centímetros; Altura: 10 centímetros. Podemos saber cuántas cajas necesitó Mike Flannery para llenar los 600 furgones que le enviaron de las oficinas centrales, ocupándolos a su máxima capacidad, es decir, apiladas unas cajas sobre otras y sin dejar espacios entre ellas: Contemos ahora con cuidado los pares de puerquitos de Guinea que podemos almacenar: Supongamos que colocamos un par de puerquitos en cada caja. Así, debemos saber cuántas cajas de transporte para puerquitos de Guinea caben en un furgón, por lo cual, debemos poner las cajas en la misma unidad de medida. Ya que 1 metro = 100 centímetros, las medidas del furgón en centímetros son: Longitud: 18 m = 1800 cm; Anchura: 2 m = 200 cm; Altura: 4 m = 400 cm. Respetando las dimensiones correspondientes para acomodar las cajas, podemos ver que en longitud caben 1800/30 = 60 cajas, en anchura 200/20 = 10 cajas y en altura 400/10 = 40 cajas. Así, en un furgón podemos almacenar (60)(10)(40) = 24,000 cajas. Por lo que en 600 furgones tendríamos: (24,000)(600) = 14,400,000 cajas, y en cada caja, una pareja de conejillos de Indias. Por raro que parezca, bajo la hipótesis que hicimos de que solamente se reproducen una vez al día, solamente se necesitaron entre 35 y 36 días para tener semejante cantidad de pares de puerquitos de Guinea, pues f34 = 9,227,465, y f35 = 14,930,352.

5 DÍA

f4 = 5

DÍA 3

f2 = 2

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Suponiendo que hubieran localizado al biólogo rezongón, y no le hubieran cobrado los costos de almacenamiento y alimentación, podemos preguntarnos: ¿cuánto hubiera tenido que pagar con la tarifa de 44 ₡ por cada pareja de mascotas (pets)? Y si la tarifa fuera 48 ₡ por pareja de puerquitos de Guinea, ¿cuánto debería pagar? Si tomamos en cuenta que $1.00 USD = 100 ₡, entonces $0.44 USD = 44 ₡, de donde, después de 36 días hubiera tenido que pagar: (14,930,352)(0.44) = 6,336,000.00, esto es, $6,336,000.00 USD. ¡Más de 6 millones de dólares! Y con una tarifa de 48 ₡, hubiera tenido que pagar: (14,930,352)(.48) = 6,912,000.00, es decir, $6,912,000.00 USD, ¡casi 7 millones de dólares! Claro, Flannery no fue tan cuidadoso en empacar a los puerquitos de Guinea en jaulas especiales para mascotas. Como se puede apreciar en la caricatura, utilizó jaulas, cajas y costales, todo lo que hubiera disponible para llenar 600 furgones a su máxima capacidad. Al final, el buen Flannery se pregunta: ¿qué hubiera pasado si en lugar de puerquitos hubieran sido elefantes? ¡Vaya, eso si hubiera sido un gran lío administrativo!

DÍA 30

f3 = 1,346,269

El periodo de gestación de los puerquitos de Guinea es de aproximadamente 63 días. Llegan a tener camadas de entre 2 a 10 crías, el mayor tamaño de una camada del que se cuenta con registro es de 17, aunque el promedio es de 3 o 4 crías. Las hembras pueden reproducirse después de las 4 semanas de vida. Tienen un peso que varía entre 700 y 1200 gramos, y miden entre 20 y 25 centímetros de longitud.

Lecturas recomendadas: Hans Magnus Enzensberger. El Diablo de los números. Un libro para todos aquellos que temen a las Matemáticas. Editorial Siruela. Madrid. 1997. Vicente Meavilla. Esto no estaba en mi libro de matemáticas: Curiosidades matemáticas para despertar tu mente. Editorial Books4Pocket. España. 2014.

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ANNIK VIVIER: QUÍMICA TEÓRICA, PERO SOBRE TODO, PROFESORA

L

Foto: Semanario de la UAM

LOS ROSTROS DE LA CIENCIA EN LA UAM - I

Por: ELIZABETH HERNÁNDEZ APRÁEZ*

as moléculas son el pan de cada día de la doctora Annik Vivier Jégoux. Para estudiarlas, no se pone la bata blanca de científica, ni entra en un sofisticado laboratorio. Simplemente enciende su computadora y empieza a descubrir los misterios de estas partículas. De esta manera, ha logrado saber cómo reaccionan las moléculas, cuáles son más estables, y hasta ha adivinado su geometría. En pocas palabras, ella piensa la vida en términos moleculares. Nació en Buenos Aires, en una época en que las niñas no soñaban con ser científicas, sino enfermeras, profesoras de inglés o francés, y después casarse. Su papá era dueño de una fábrica de guantes, y su mamá, secretaria trilingüe. Los dos eran franceses y habían llegado a Argentina a buscar un mejor porvenir. Fue una casualidad la que llevó a Annik Vivier a emprender una carrera científica. La hija de una amiga de su madre había entrado a estudiar química y un día la llevó a la universidad para que conociera la licenciatura. Estando allí, averiguó la fecha del examen de ingreso, luego se presentó y fue aceptada. En la universidad conoció a quien se convirtió en su esposo. Cuando los dos terminaron la carrera emigraron a Estados Unidos. Allí, Annik Vivier logró obtener una ayudantía en la Universidad de Florida e inició el doctorado en Teoría Cuántica. Sus dos primeros hijos nacieron en La Florida, cuando aún estaba cursando el doctorado. Al concluir sus estudios, la familia completa regresó a Argentina. Como ninguno de los dos conseguía trabajo, decidieron aceptar la invitación para trabajar en el departamento de química de la Universidad Central de Venezuela. En ese país descubrió su verdadera vocación docente. Sin embargo, había muchos problemas, pues constantemente la guerrilla urbana tomaba las instalaciones de la universidad. Un amigo brasileño, que era director del Instituto de Física, Química e Ingeniería en la Universidad de Sao Paulo, los invitó a trabajar allí. No lo pensaron dos veces, se marcharon al populoso Brasil. Tres años después, Annik pasó a trabajar de tiempo completo a la Universidad Federal del Estado de Sao Paulo, una institución nueva,

Annik Vivier

donde fue la primera jefa interina del departamento. Describe su paso por ese país como una experiencia bella porque allí tuvo dos hijos más, participó en la creación del departamento de química, fue profesora de todos los cursos de físico-química y hasta escribió un libro en portuñol. A México llegaron el 29 de febrero de 1976, en pleno año bisiesto, con cuatro hijos: dos de ellos todavía usaban pañales. Su esposo empezó a trabajar en el Instituto de Física, y ella, en la UAM, dando clases de química. Su primera línea de investigación fue la espectroscopia atómica, pero hace veinte años le dio un giro a su carrera como investigadora, cuando una amiga suya que trabajaba en el Instituto Mexicano del Petróleo le pidió que asesorara al estudiante Isidoro García en un tema de interés para el IMP, que era el estudio de las reacciones de tolueno con radicales libres. La doctora Annik Vivier no conocía el tema y tuvo que aprender de la mano de otros expertos sobre química cuántica. La química cuántica es netamente teórica y se encarga del estudio de las moléculas. Para analizar tales partículas, esta profesora emérita de la UAM utiliza métodos matemáticos y físicos, y cuenta con lo que ella llama una súper computadora, en la que hace una especie de simulacros con las moléculas para saber cómo reaccionan, cómo se rompen, en qué reacciones químicas participan, cuáles son más estables, cuáles se rompen más fácilmente. Annik Vivier es investigadora, pero sobre todo, profesora. La mitad de los integrantes del actual departamento de química fueron sus alumnos. Enrique Fernández Fassnacht, quien se desempeñó como rector general, fue uno de sus primeros pupilos de posgrado. En Brasil, le pusieron su nombre a la primera generación egresada de la carrera de química de la Universidad Federal del Estado de Sao Paulo. Y tiene seis alumnos de doctorado, uno de los cuales se ganó el premio Weissman, y otro, el premio del Instituto Mexicano del Petróleo.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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LOS CNIDARIOS Y SUS VENENOS

U

Por: FERNANDO LAZCANO PÉREZ, ZAYIL SALAZAR Y HUMBERTO GONZÁLEZ MÁRQUEZ *

na de las nuevas líneas de investigación dentro del laboratorio de Expresión Génica de la UAM Iztapalapa es el estudio de las toxinas de los cnidarios. Seguramente muchos de nuestros lectores han estado en contacto con esas cosas gelatinosas que quedan varadas en las playas y, más aún, los que se han atrevido a tocarlas han sentido las consecuencias de su osadía, ya que los cnidarios son un grupo de invertebrados marinos cuyo nombre proviene del griego cnidae que significa ortiga, pues al tocarlos producen urticaria. Habitan en los mares de todo el mundo y comprenden a las medusas o aguamalas, anémonas y corales, entre otros. Poseen formas y colores tan bellos que son muy apreciados por los aficionados a los acuarios. Estos animales surgieron hace aproximadamente 800 millones de años, aunque algunos consideran que podrían ser nada menos que ¡1,000 millones años! Después de las esponjas marinas, son los animales más antiguos que existen en la Tierra y se estima que hay 10,000 especies en todo el mundo; además, fueron los primeros seres en tener movimiento. Algunos de ellos, como las medusas, pueden desplazarse libremente por el mar dejándose llevar por las corrientes marinas; mientras que otros, como las anémonas, son sésiles, es decir, permanecen sujetos al fondo marino, aunque pueden desplazarse para buscar mejores condiciones.

Los cnidarios poseen un aparato venenoso que es considerado el más complejo dentro del mundo de los animales venenosos. Éste consiste en una especie de cápsula, llamada nematocisto, que contiene un arpón con una mezcla de sustancias tóxicas, principalmente proteínas. Los nematocistos se encuentran por millones a lo largo de los tentáculos de todos los cnidarios. Cuando un cnidario entra en contacto con una presa o un depredador, los nematocistos disparan un arpón e inyectan el veneno en la víctima. El veneno paraliza rápidamente a su víctima para que no escape, y con ayuda de sus tentáculos la introducen en su cavidad gástrica, en donde, por medio de otras proteínas, llamadas enzimas, comienza el proceso de digestión que degrada a la presa para que sea absorbida fácilmente. De entre todas las especies de cnidarios, las medusas son las más llamativas, ya que presentan una gran variedad de formas y colores. Y a pesar de su gran belleza, son depredadores voraces y peligrosos, incluso algunas de ellas representan un gran riesgo para los seres humanos, principalmente para los buzos, pescadores y turistas. Por ejemplo, la cubomedusa australiana, mejor conocida como “avispa de mar”, es considerada como el animal más venenoso de la Tierra. Su picadura puede matar a una persona en menos de diez minutos. ¿Por qué es tan peligroso el veneno de las medusas? No es una pregunta fácil de contestar, pero intentémoslo. El

* Laboratorio de Expresión Genética. Departamento de Ciencias de la Salud, UAM-I.

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veneno de los cnidarios es una mezcla de muchas sustancias que incluyen moléculas pequeñas y proteínas muy tóxicas. Algunas de estas proteínas, llamadas neurotoxinas, pueden afectar el sistema nervioso de la víctima paralizando sus músculos y, en los casos graves, paralizan el sistema respiratorio causando la muerte. Otras proteínas se encargan de degradar tejidos para que las neurotoxinas puedan penetrar fácilmente al sistema nervioso. Una vez que están en el sistema nervioso de la presa, las neurotoxinas se unen y afectan a proteínas de las membranas de las células llamadas canales iónicos, que se encargan de transportar a iones como el sodio, el potasio y el calcio al interior o exterior de la célula, según sea el caso. Es importante recalcar que el intercambio de estos elementos a través de las células es vital para su buen funcionamiento, como es el caso de las neuronas, de las células musculares y las del corazón. En los casos que no son serios, el contacto con estos animalitos causa un ardor intenso que puede durar varias horas. Si las sustancias que forman los venenos son tóxicas, ¿por qué las estudiamos? Bueno, si sabemos cómo actúan sobre sus blancos, podemos aprovechar este efecto para tratar procesos como el dolor, la proliferación de células malignas e incluso para controlar el apetito. Varias sustancias obtenidas a partir de venenos de otros animales

ya se encuentran como fármacos comerciales. Por ejemplo, el desarrollo de un medicamento muy común que sirve para tratar la hipertensión, llamado Captopril, se basó en una proteína aislada del veneno de una serpiente sudamericana; otro, utilizado para aliviar el dolor en pacientes con cáncer que ya son resistentes a fármacos tan fuertes como la morfina, se basó en una proteína obtenida de un caracol marino. Actualmente, una proteína aislada de una anémona se encuentra en fase clínica para tratar enfermedades autoinmunes. México es un país rodeado de mares ricos en diversidad de cnidarios. Los venenos de los cnidarios aún no han sido estudiados igual que los venenos de los animales terrestres, como las serpientes, arañas y escorpiones, por lo que son una excelente alternativa para buscar sustancias nuevas que sirvan como agentes terapéuticos. Los cnidarios son muy interesantes desde el punto de vista químico, pero no olvidemos lo más importante. Forman parte de uno de los ecosistemas más diversos del planeta: los arrecifes de coral. Sin embargo, el calentamiento global pone en riesgo su existencia. Por eso, es importante conocerlos y estudiarlos para establecer medidas que los protejan y poder disfrutar de su belleza y de sus posibles propiedades curativas por muchas generaciones más.

Lecturas recomendadas: Juan Luis Cifuentes Lemus, María del Pilar Torres García y Marcela Frías Mondragón. El océano y sus recursos, VI. Bentos y necton. Fondo de Cultura Económica. México. 2001. Rebeca Gasca y Lucio Loman Ramos. Biodiversidad de Medusozoa (Cubozoa, Scyphozoa e Hydrozoa) en México. Revista Mexicana de Biodiversidad, Supl. 85: S154-S163. DOI: 10.7550/rmb.32513. 2014. Mediterráneo Económico. 179-197. Ecosistemas marinos y salud humana. Riesgos y beneficios procedentes del mar. ISSN: 1698-3726. En línea (http://www.publicacionescajamar.es/pdf/publicaciones-periodicas/mediterraneoeconomico/27/27-730.pdf).

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QUÉ HACE LA CIENCIA

PARCHE CARDÍACO CIENTÍFICOS de la UAM le están poniendo corazón a un parche cardíaco que podría salvar la vida de las personas que han sufrido un infarto agudo al miocardio. En los últimos seis años, investigadores de las unidades Cuajimalpa e Iztapalapa han desarrollado un proyecto para generar tejido cardíaco in vitro. A través de experimentos realizados con embriones de pollos, mamíferos y en modelos de ratas, los científicos han logrado identificar las células, aislarlas de los corazones nativos sanos y, a partir de esto, intentan sembrarlas sobre soportes altamente porosos que permiten el paso de nutrientes y oxígeno a través de las células, para así generar el tejido cardíaco. “Ese andamio o soporte lo estamos colocando en un biorreactor que diseñamos en la universidad, el cual nos permite no solo estar circulando el medio de cultivo para mantener nutrido y oxigenado el tejido, sino que además le damos estímulos, tanto eléctricos como mecánicos, para que el tejido que se está formando se vaya acondicionando al corazón nativo. La idea es utilizarlo en pacientes que han padecido un infarto agudo al miocardio, evento en el cual las células mueren, se necrosan y entonces la persona ya no puede realizar bien sus funciones porque el corazón no bombea de manera adecuada”, dice la doctora Nohra Elsy Beltrán Vargas, del Departamento de Procesos y Tecnología de la UAM Cuajimalpa. Lo que pretenden los investigadores, según la experta, es poner un parche cardíaco que ayude a sustituir el tejido dañado. De esta manera, cuando las células ya estén acondicionadas mediante todo este conjunto de ingeniería de tejidos, podrían adaptarse de manera más fácil al tejido nativo y la función cardíaca de los pacientes se restauraría.

Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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EL CONSEJO DE LA ABUELA

FRACTAL SIGNIFÍCA FRACTURADO Y ES EL TÉRMINO QUE USÓ EL MATEMÁTICO BENOÎT MANDELBROT PARA EXPLICAR SU GEOMETRÍA.

¡NO TIENE ANTENA! ¿SERÁ QUE POR ESO NO FUNCIONA? ABUELA FILOMENA, SÍ TIENE, PERO ES UNA ANTENA FRACTAL

EN ESTAS FIGURAS, CADA PARTE ES SIMILAR AL TODO, PERO PEQUEÑO, ESTO SE LLAMA AUTOSIMILITUD.

FRACTALES GUIÓN: JORGE FIGUEROA ASESOR: JOSÉ LUIS DEL RÍO

¿FRACTAL?, ¿QUÉ ES ESO? TODO TIENE SU CIENCIA

DIBUJO Y COLOR: AVELINO

PERO YO NUNCA HE VISTO UN FRACTAL.

LAS FORMAS FRACTALES ESTÁN EN LA NATURALEZA, EN MUCHÍSIMAS COSAS: LAS COSTAS, LAS NUBES, LOS ÁRBOLES, EN LA COLIFLOR QUE TIENES EN LA MESA.

YA LO VEO ES LA MANERA EN QUE LA MATEMÁTICA MOLDEA LA NATURALEZA.

¿QUÉ TIENE QUE VER LOS FRACTALES CON MI CELULAR?

TU TELÉFONO TIENE UNA ANTENA FRACTAL, UN TIPO DE ANTENA QUE TIENE ANTENAS MÁS PEQUEÑAS SOBRE SU SUPERFICIE. GRACIAS A ESTO SE PUEDE CONECTAR A VARIAS FRECUENCIAS EN FORMA SIMULTÁNEA. ESTAS DOS CUALIDADES RESULTARON MUY IMPORTANTES PARA LA TELEFONÍA MÓVIL.

COMO TE DECÍA, ABUELA FILOMENA. LA AUTOSIMILITUD DE LOS FRACTALES SE REFIERE A QUE SI TE ACERCAS A CIERTAS PARTES DE LA IMAGEN REAPARECE EN MINIATURA LA IMAGEN TOTAL.

UN MISMO MOTIVO APARECE A DISTINTAS ESCALAS, UN NÚMERO INFINITO DE VECES.

¡ES SORPRENDENTE LA FIGURA!

UNA ANTENA FRACTAL CON PATRONES QUE SE REPITEN CON LIGERAS MODIFICACIONES POR SU ESTRUCTURA, PERMITE AUMENTAR LA LONGITUD DE ONDA QUE PUEDE SINTONIZAR LA ANTENA SIN QUE REQUIERA MÁS ESPACIO.

SANDY

MILAGROS

!Y TODO EN UN TAMAÑO MENOR QUE LA PALMA DE MI MANO! JAVIER AVELINO ¡TODO TIENE SU CIENCIA!

LILI

JORGE

ELI

N I F N I FF I

FIN

N


C N E I C E AD

I X

S A I C N E I C E D S E A I D A D FER I N RE A B M E M U OVI N H E D Y O 18

DEL

ES N U L

• Lunes de 12:00 a 18:00 horas • De martes a viernes de 10:00 a 18:00 horas • Sábado de 10:00 a 15:00 horas

13

AD

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Ven con tu grupo escolar, con tus amigos o con quien quieras • Explanada frente al edificio F • Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa • Coordinación de Extensión Universitaria • Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, Feria de Ciencias UAM Iztapalapa • Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C.P. 09340, Ciudad de México • Grupos mayores a 25 personas deberán programar su visita con nosotros, para evitar aglomeraciones • Mayores informes: Tel: 58 04 46 00 ext. 3115 feriaeventos@yahoo.com.mx / www.feriacienciasuami.com


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