Érase una vez, en un hermoso bosque lleno de aventuras, un pequeño oso llamado “Oso el Curioso" . Oso siempre estaba ansioso por explorar y aprender sobre el mundo que lo rodeaba.
Un día, mientras paseaba junto al río, vio a unos peces saltando. “¿Cómo pueden nadar tan rápido?”, pensó Oso. Decidió que tenía que averiguarlo, así que se acercó a la orilla del agua y preguntó a los peces.
“¡Hola, Oso!”, dijeron los peces. “Nadamos rápido porque tenemos aletas y sabemos cómo movernos en el agua. ¿Quieres aprender a nadar también?”
Oso se emocionó y respondió: “¡Sí! Pero primero, necesito aprender a flotar”.
Los peces le mostraron cómo flotar y, aunque al principio se sintió un poco nervioso, pronto disfrutó del fresco agua del río. Se rió y jugó con ellos, disfrutando de su nueva habilidad.
Después de su aventura en el río, Oso el Curioso decidió que quería aprender a volar. Miró hacia arriba y vio a las aves surcando el cielo. “¿Cómo lo hacen?”, se preguntó.
Entonces, se acercó a un grupo de aves y les preguntó: “¿Podrían enseñarme a volar?”. Las aves se rieron amablemente y dijeron: “¡Claro! Pero necesitas entender que no puedes volar como nosotros, que tenemos alas”.
Las aves le mostraron cómo saltar de los troncos y caer suavemente. Oso tuvo mucho cuidado y comenzó a saltar, sintiéndose más ligero y libre, aunque no podía volar. Se dio cuenta de que había otras formas de sentirse en el aire.
Al final del día, Oso el Curioso regresó a su hogar, cansado pero feliz. Aprendió que aunque no podía nadar como los peces ni volar como las aves, podía disfrutar de esas experiencias y hacer nuevos amigos. Así, cada día en el bosque estaba lleno de maravillas por descubrir.
Datos del Autor
Fernando Digilio, alumno de 2° Año de la Tecnicatura Superior en Comunicación Multimedial.
Para la Materia: Laboratorio de Medios II
A cargo de la Docente: Valeria García
Fecha de edición: Diciembre/2024