Butlletí FH 24

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«...nada grandes, sin más asunto que algunas flores, –claveles, rosas, retama, bluets, flores de almendro, cardos, violetas, y no obstante, cada uno de ellos es en puridad un pequeño poema, tanta es la expresión y la vida que tienen aquellos delicados ramos y ramillas. Pálido sería cuanto dijéramos acerca de la delicadeza de la ejecución, de la brillantez y suavidad de los tonos, de la finura de los matices, de la frescura de las hojas y la deliciosa coloración de las corolas, pero aun consideramos más digna de elogio la elegantísima invención de cada uno de los floreros, reveladora de un instinto, o si se quiere de un buen gusto artístico

superior a todo encarecimiento... una idealización exquisita de las flores, con una sobriedad de medios y una ciencia del color que hacen inconfundibles aquellos cuadros con los de ningún otro cultivador de este difícil género... representan una nota originalísima en una manifestación del arte que, en honor de la verdad sea dicho, abundan las vulgaridades... no conocemos en cambio quien haya sabido hacer sentir la poesía de las flores como la eminente artista de quien hablamos.»3 Entre 1896 y 1912 Pepita presentó sus obras en numerosas exposiciones. Desde las Exposiciones Femeninas de Bellas Artes del Salón Parés, pasando por la Exposición Universal de París en 1900, en la que representó a Cataluña junto a Santiago Rusiñol y Ramón Casas; hasta la última conocida, por el momento, en el Salón de la Union des Femmes Peintres et Sculpteurs de París en 1912. Sus obras fueron premiadas en Madrid en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en los años 1899, 1905 y 1907; en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza en 1908; la Exposición Universal de Bruselas el 1910, con una Medalla de Oro y, aunque desconocemos las fechas, sabemos que también fue premiada en la Exposición Nacional de México y en otra exposición realizada en Galicia, sin que por el momento dispongamos de más datos. Además, formó parte, como socia, de la Union des Femmes Peintres et Sculpteurs y de la Union International de Beaux Arts et des Lettres, ambas de París. Participó activamente en la defensa del derecho de la mujer a exponer en salas masculinas y, desde su inicio en 1907, colaboró con la revista Feminal, fundada y dirigida por Carme Karr. Surgida como un suplemento de la Il·lustració Catalana, Feminal defendió la educación de las

3 OPISSO, Alfredo: La Vanguardia, 15 de mayo de 1902.

Rosas, óleo, colección particular.

mujeres, reivindicó la cultura catalana, informó de los actos sociales, culturales y deportivos y desde el primer número dedicó una sección «Les nostres artistes» a mostrar el trabajo y el talento de las mujeres de la época. Pepita fue la artista elegida para iniciarla. Cuando falleció, el 8 de febrero de 1914, desde las páginas de Feminal, en el mismo número en el que se informaba de su muerte, ya se impulsó un homenaje para perpetuar su memoria. Se creó una comisión inicial, presidida por Carme Karr y formada por una serie de mujeres representantes de diferentes manifestaciones artísticas: Lluïsa Vidal fue elegida por las pintoras; la condesa del Castellà, por las literatas; Narcisa Freixas representó a las compositoras; Irma Dalgà, a las profesoras y Leonor Ferrer, a las dibujantas. El primer acto público de homenaje a Pepita Texidor fue una exposición retrospectiva en el Salón Parés, en junio de 1914.

Butlletí Fent Història 24 | 1r i 2n semestre 2014

A pesar de la aparente docilidad de su carácter, no siguió los consejos de su hermano Modesto que la quería orientar hacia el paisaje o el retrato, unos géneros pictóricos más valorados y mejor remunerados que la pintura de flores. Ella permaneció fiel a sus flores y a su estilo. Sus obras se caracterizaban por ser de tamaño pequeño o mediano, para cuya realización utilizó el óleo, la acuarela, el pastel o el gouache y diferentes soportes: telas, plafones o abanicos con formatos rectangulares, redondos y ovalados. Por su temática y dimensiones, las obras de Pepita tuvieron gran aceptación por parte del público, entre sus clientes no sólo encontramos grandes personalidades de la nobleza y la alta burguesía catalana, también adquirieron sus obras la Reina Madre María Cristina de Habsburgo y la Infanta María Teresa. El hecho de que su forma de pintar no entrara en confrontación con los valores vigentes para las mujeres de su tiempo, le valió el favor de la crítica que siempre le fue favorable. Pepita plasmaba en sus obras la belleza de las flores de su entorno, sus cuadros eran:

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