Patagonia Hasta la última lucidez del equilibrio

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D.B.Berón –“ Patagonia:Hasta la Última Lucidez del Equilibrio"

PATAGONIA: hasta la última lucidez del equilibrio

Edición del Grupo de Amigos del Libro Patagónico – 2005 / 2006 Mallín Ahogado – El Bolsón – Río Negro

Cuadro de tapa (óleo) Margarita María Majnaric de Berón

Diseño Edgardo Suárez Fotos Juan Jara

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D.B.Berón –“ Patagonia:Hasta la Última Lucidez del Equilibrio"

PATAGONIA: hasta la última lucidez del equilibrio

Poemas arribados al siglo XXI escritos entre 1982 y 1992

Primera edición -Marzo de 2005 Segunda edición - Abril de 2006

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PATAGONIA: hasta la última lucidez del equilibrio

A Fortuna Elba Orellano y Damián Bruno Berón, mis padres; A Margarita María Majnaric, mi esposa y compañera de tantas vidas; A mis hermanos Juan Antonio, Rosita, Mario Matías y Stella Maris. A mis tíos, sobrinos y ahijados que redondean el ser.


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CARTA ABIERTA ESCRITA AL PIE DEL MONTE PIRQUE (*) Justificar no es necesario. Patagonia es esta porción del mundo tan cerca de lo cósmico y la piel, tanto como lejos está de los centros de poder. Nuestra tierra sobrecoge en todos su paisajes. El plegamiento andino y de los otros generaron montañas y una escalera de mesetas que llegan al mar. Allí los ojos se llenan de azules o esmeraldas o grises hasta el cobalto para hacer taciturno observador al hombre. Lo policultural tiene un sustento claro en los antiguos pueblos mapuche y tehuelche, cuya impronta se escurre en las expresiones artísticas como un sentimiento fraterno que se distancia de todo inconsciente colectivo culposo por el genocidio cometido. Ese estigma le corresponde a otros. El hombre ha dejado rastros de más de doce mil años en el Sur y se hallan en las lenguas indias en riesgo de perderse, yuxtapuestas a una concepción metafísica de la vida y su cosmogonía,y también, a la par de las tradicionales técnicas artesanales donde la utilidad y el arte, no se contraponen. Su caudal espiritual se comparte y es propiedad de todos. Sin embargo, hay pueblos que han desaparecido. Poco tiempo atrás, murió la última Ona pura en Tierra del Fuego. Dato que estremece y hace pensar. La identidad del patagónico es el ensamble de todos los perfiles en uno solo que se define a diario. Estadio existencial que se traduce en la dimensión del nuevo ser, moldeado en el esfuerzo o el trabajo empecinado. Declararse chubutense es aceptarse en la adopción que la Mapu, nuestra tierra, hace paulatinamente de nosotros. Y nos otorga una poesía no escindida del diálogo constante con esa vibración telúrica que nos contiene y alimenta. Patagonia, fin del mundo para algunos, principio para nosotros. Está mucho por hacerse y en eso estamos. De esa pasiones legitimadas, he asumido el compromiso de no bajar los brazos tanto como el maestro rural, el obrero de la periferia, el guardabosques o el guardafauna que sabe de orcas y ballenas de idéntica manera que esta pretensión mía de escuchar en las honduras del espíritu. Compromiso al fin, hasta la última lucidez del equilibrio. Damián Bruno Berón

(*)Cerro Pirque, altura 1.890 m. En su ladera oriental, se halla la población denominada El Hoyo (Chubut) y son de su jurisdicción Puerto Patriada (Lago Epuyén) y El Desemboque (Lago Puelo.


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COMA TRAS COMA , PUNTO Y RAYA

A Viviana Elizabeth, Gabriela Alejandra y Juan Ignacio Berón, Mario Alejandro y Matías Andrés Majnaric, mis sobrinos.

LIBRO PRIMERO


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Mesetas del Chubut Asomada desde los petroglifos la soledad con cuerpo al alcance de la mano. Perpendicular el sol anuncia mediodía y calcina sobre perfiles de piedra. Repta el indiscutido habitante y en el esbozo de una flor apenas percibida, se reitera. Obstinación de vivir. Duramente, el imaginero reviste de verde. Y al simple parpadeo una lítica mano evidencia en muros sólidos y otra no humana se preocupa del arte de un desierto. Coirón, recio y salvaje, puede ser mechón en la calvicie pronunciada de la tierra. El aguilucho planea cuidadoso. Se huele aún el cataclismo.

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Sureño El viento conmueve las hojas. El hombre curva su cuerpo, Lleva la mirada en la punta del zapato. Pugna. Pensamiento que ambula en los techos helados, María cocina el cordero. Su piel de cobre restalla en la soledad de un mes de agosto. Nadie deserta sin saber sobre el coraje.

Mujer mapuche Cada ojo lleva la ternura impresa. Todos estos siglos ubicados pacientemente en el rostro. Aguda manifestación de la semilla humana al bajar por la mejilla o la frente, varadura en los labios sin pronunciar palabra. La nariz denuncia orígenes y cantos camaruqueros. Curvatura ancestral repetitiva. Detrás del gesto detenido hay una rogativa quebrada, Zonas transparentes de un pálido ocaso americano.

Camaruquero: propio del “Camaruco”o “Nguillatún”ceremonial de tres días, rogativa mapuche de carácter anual.


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Detrás de las postales Al sur del paralelo, Patagonia en declive Desde el caldén y la sed, El viento austral redondea una costa meditante. Saltan los delfines y Alfredo sueña con protegerlos. Neneo y coirón distribuidos en pedregales inacabados. Las salinas se pierden para ser horizonte. Las terrazas rectas son el límite De la verticalidad del cielo azul desmesurado. Urdimbre y matra son un grito terrestre, Dolorido por estar cercado en las reservas. Reservas marinas de elefantes y lobos Quizá, se les parecen. Prisonero Ñancul en el zoo sujeta tehuelches En la prisión de la indiferencia. Se mueren. Petrolera vida de goces precarios. Cruza la frontera. Los alambrados no sólo separan al ganado, El peón nos mira desde allá. No queda más que el vino. Tierra separada de postales y alardes, tocan tus vértebras los discursos huecos y las promesas vanas con la guerra cerca. Nadie podrá acusarnos cuando pongamos aduana y liberemos el recomienzo de la fe.

La Colomba

(de Puerto Madryn)

De naufragios insoslayables, cuelgan pedazos de metal. Herrumbre y esqueleto. Las aguas lamen huevo y potro avecinado Entre la quilla desguasada por el fuego. Nadie silba en los nocturnos por cubierta Ni sujeta la red empecinada. Todo es fuga. La imprudencia o la vejez son bitácora perdida. Osamenta de barca.


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Isla de los Pájaros Geográfica medida de la nieve y el fuego. Vuelan los flamencos. Sorpresiva aparición rosada que confunde con el cielo arrebolado de la tarde. Arrebato vital de quietismo quebrado por alas de una población de nidales prolijos y guijarros. Desmaya la hora en sus últimos fulgores y queda recortada la isla como un oscurecido manchón en cartografías que nada saben sobre pájaros.

Puerto Madryn Nada me es extraño en este suelo. Los aromas escapados de la plaza, el niño suelto en exploración de arenas, el abuelo viejo tenazmente luchando por mantener su memoria, dibujan ese tiempo en que La Colomba soltaba amarras hacia la niebla o el Pujol era la más alta de todas las moradas. Nada grita. Todo es acallado en reciedumbre. Campamentos que recuperan de cada lugar un hombre. Raíces que habrán de salirle si se queda, aunque en el muelle, su sed de presencias se incline sin respuestas. Dilata su contorno despeinado por el viento esta geografía humana.

Nada ha variado sustancialmente. Todo se integra a mesetas y soles, a lobo y ballena que alojan en sus coitos la pulsión de no extinguirse. Laceramos códigos de empuje para seguir mientras la greda contiene acelgas y cebollas. Los lirios son advertencias de cuidados galeses. Nada me es extraño en este suelo. Sur hecho cuerpo Bandera del arraigo. Invado con vocablos el territorio tomado por las algas.

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Mi casa madrynense Fueron humanizadas lentas integraciones hacia arriba. Ladrillo oculto y argamasa. Desapercibidas uniones tras la cal pasada a brochazos, sin misterio. Ensambladas partes del regocijo nuestro fueron humanas orientaciones al mar. Intenciones de crecer. Algo queda de la morada: repetidas paredes que musitan recambios de vida cotidiana.

Barroco marino Tomaré la voz traída por una ola y el contorno de una palabra antigua que se encrespe hasta la consistencia, y un pase de dedos rasante y despierto para decirte “hola” y rescatar sonidos de tantos plenilunios conversados ante una ciudad sitiada por ballenas. Te obsequiaré el temblor de una amapola en la fugacidad de la caricia y así, reconocidos en la advertencia del roce apartaremos los sarros que se gestan al no hablarse en la complicidad de los que aman. Ballenas en celo. Medular de la ráfaga. Sitial de la respuesta. Vamos a hacer como si nada. Los rastros dl sudor recuperarán gemidos Para pronunciar esta agonía deseable.

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Otro fin de año Me advirtieron que era medianoche Y los pitos horadaban oídos desde los barcos. Mamá-lejanía saludó en pausas con las luces, Certeza que haríamos lo mismo. Contacto aproximado. Algo me insinuó que otro año gastado Es disminuir la necesidad de ser eternos.

Me rodea Festín de peces huidizos alertaron los pingüinos. Viento nulo. Pancho lobo - resoplido y movimiento-, exhibe su danza marina. Muelle quejoso recibidor del suicido mudo de la pena. Quedaste en el norte, imperceptible claroscuro, una sensación leve, un desconsuelo.

Crecimiento Disimulado en una semilla húmeda que se hincha, sos un código cósmico inmutable, Desafiador de lo que venga. Oigo tu crujir despreocupado, pasto verde. Sé que estás para alfombrar las arenas, obstinadamente. (A Armando Fernández)

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Isla de los Estados Vos me comentaste y comprendí. Prensada latitud de nubes arrinconadas De destierro y de dientes Entrechocando en el límite del abandono. Sobrecoge la bandera cortada casi a la raíz. Cruje la tabla y se derrumba la única construcción. Es otra cruz recortada en la bahía, Sorprendida, porque alguna forma humana ambula de a ratos por la costa. Soledad ritualizada con evocación de presidio, Brumas y grilletes, ladrillos partidos por el medio, hombres doloridos del sur muy sur. Limitante país vocacional de justiciero. Me sorprende otra cruz. Es un baldón grabado en la quemadura de la nieve.

A los amigos del Museo del “Fin del Mundo”¿ o del “Principio”?

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Ushuaia

Algo muy grande pasó por aquí.

La mano de Dios o su silencio.

Beagle ‘89 Corta el agua el asombro demostrado de la tarde. Nieve escarpada volcándose a la profundidad del verde, éste es el principio del mundo disimulado entre nubes. Beagle disputado en rumores de batallas no cometidas, Hay un sesgo, un corte a pico donde rueda la pequeñez humana de la posesión de aquello que no le pertenece. Pegamos la vuelta por el faro ubicado en la novela.

Allí las casas coloridas y sus techos refugiados al fuego. Se abre al largo día una diminuta llovizna deslizada al aire frío del sol de medianoche que aparece. No sé si lamentarlo. Amigos, nuestras risas quedaron prendidas de una madera herida en una isla que pasamos.

(en el Catamarán “Ana B”-Ushuaia-Dic.’89)

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Nuestros barcos Se inclinan en el golfo. Su posición de soportar embates dan siluetas recias por mantenerse en pie. Las masas de aire del norte todavía no han llegado con sus bocanadas de cálido saludo. El invierno –inconmovible- permanece. Metafísica del clima que hace de los seres esa realidad incomprendida del arraigo-desarraigo, del jirón y la espera aunque ningún barco nos lleve de regreso.

Comodoro Rivadavia

(yendo desde Sarmiento)

Verte crecer, descalza trepando cerros. Desgarra la silueta de vientos en tropillas de aguas, Potro marino. Elipses de humanidad controvertida. Fue preciso ver torres en su ritmo De oro insólitamente negro. Yugo vasto de la piedra. Mi alma te intuía, Preludio recobrado de cencerros y llanura. Ceremoniales de paz desde la sangre intacta.

(A Daniel Alonso)


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Ciudad Petrolera (vista desde el Tipac)

Palpo el cemento y giro el pie sobre un plano por encima de tanto vacío. Balcones de mirada marina, descubridores de cerros frontales. Clamor y luna. La pincelada de luz revela la fisonomía chata de un cementerio oculto. Abajo claman de impaciencia hombres y vehículos, el vientre ciudadano en crecimiento nutre ambiciones y jornadas. Algo de petróleo escurre por las venas, suena el viento. Una población inclinada para ganar la calle. Alguien imagina su abandono. Ningún perro y el movimiento sostenido de los bombeadores y trépanos sueltos en actitud de avance. Solo ellos y la fuga humana hacia mar abierto. (A Norma y Juan Carlos Portas)

Las Plumas Tierra ferruginosas esenciales que desde esta altura hacen su combinación de asombros y de matas. Alucinada aparición de rojos en el suelo caliente, Agresiva advertencia para las plantas de los pies. El caserío abraza la iglesia con esa desesperación de ser la única que crece. Hoy se fue otro joven a los suburbios de la decepción. El árbol sigue esforzado con inclinación al oriente. Búsqueda de aguas en granza molida del terreno. Somos parte del paisaje colgado en las estrellas. La tierra es el límite del ojo.

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El Tren

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(El tren de Puerto Madryn fue retirado el 1961, quedan aún la vieja estación y algunos rieles)

Ronco a lo lejos su figura se filtra en el cuento de alguien que puebla su mirada de polvo ascendente y de luz reverberante, inquieta. Ronco, ya muy cerca, en tu sentir, amigo, como una promesa llega y cada uno toma su asombro y sale a saludar con gesto improvisado. Ronco imaginario tren se llega hasta tu asombro, filtra polvo la mirada ascendente. Reverberante la luz del gesto improvisado. Ronco, ronco, ronco en un asombro, amigo imaginario, ni en el tren ni en el gesto inquieto llegas a cubrir la promesa de la luz reverberante. A lo lejos, tu mirada y el tren imaginario...


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David Aracena

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(Poeta-patriarca, partió entre café, ajedrez y Beethoven)

Beethoven y el café, qué combinación más bella. El primer sorbo quizá se deslizó pronto, abarcador de continentes entre lengua y estómago. El reloj y su oficio de prensarnos la vida. Seguro que el sordo inefable buscó un surco del disco para llamarte y vos, amable irredento, respondiste. Ya sé: no siempre llama Beethoven. Ah cabeza blanca y tu amor haciendo piruetas, todavía nos señalás los escondrijos del poema para refundar el mundo. David que permanece.

No importa esperar el alba La poesía suele ser abrupta o violenta. Hueco feroz que me reclama para cohabitar con la distancia. Hembra de sabores infinitos y soles deshilachados. Aracena murió y nos quedamos perplejos protagonistas de una historia que nos somete con la letra. En esta localidad de pensar revelo mesetas de un espíritu aislado para justificar la existencia. No me sorprendo de lo estrecho del cuerpo.


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Don Asencio Abeijón (escritor y carrero patagónico)

El desierto y sus ruiditos prolijos. Reptiles que brotan de piedras calcinadas. Asencio bambolea el carretón para la huella. Imagina nomás con tortas fritas o el cordero al asador y a la llamita. Se desploma el azul que está sin nubes y escribe interiormente aquello que habrá de contarnos desde el libro. Bambolea Asencio en sus ochenta, arbustillos de recuerdos vivos y trépano de vigilias se aproximan a decirle que Mecha sólo sueña que no ha muerto. Cuando termine de narrar sabrá que cesa el viento y que es enero.

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Viaje por la Pampa Húmeda de ojos patagónicos La garza sobre el lomo de la oveja y a poco de andar, la aguada y el despertar de un solitario girasol entre los choclos. Paredes verdes, la hoja y su esplendor guían el ojo hacia la infinitud pampeana. Vueltas y vueltas, las aspas del molino avanzan serenas en un punto fijo. El ganando engulle al pastizal en tarea matutina de mandatos de origen. Me cambian el paisaje por campos girasoleados, restallante amarillo, población hacia el sol. Palpables esclavos de la luz, su giro lento gesto vegetal de la obediencia. Vengo de un país donde se tienen celestes las pupilas pardas, ámbitos de pedregullo y arena,

frontera eólica de esfuerzos y trabajo, resplandor del petróleo y fósiles asombradores. Ni el albatros ni el ñire saben de este otro país con silos Y leyendas de a caballo.

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Observación del instante Miro con ojos extranjeros las zonas del alma. El sexo es la burla que permanece. Cenizas y escoria, su elocuencia presume del derrumbe dejándose estar por un momento. Motivos de vivir carecen del impulso asombrado que enfrentan a los otros, tomándome el examen. Desesperada envoltura que me toca, similar al asilado en la tormenta, símbolo tremendo de lo que transcurre carente de sorpresas ni alarido. Sentencia involuntaria. Lo que fue. Lo que será....

Desde lejos Casi juntos. Ella es esta sensación que me besa los ojos. Relumbra la tarde olorosa a verbena recién cortada, verde frío saturado de humedad, deja su rastro. La distancia no establece frontera ni te acalla.

Justificar la existencia tuvo tu cara y tu medida Me has marcado para siempre. Ahora también soy algo de vos. Plano repartido en la divisoria de aceptarse inaugural. Integración declarante de ambas bocas en una sola. Miro hacia el Este, amarillo-naranja lunar que arriba también a vos, a tu montaña. Sigo materia viva vulnerando equipajes. Camisa que no intenta ocultar la mancha reciente, sabe que hará de si misma una olvidada prenda. Células que guardo en un universo íntimo donde la sensación de amarnos carga estos pies desiertos de tinieblas.

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De la cabaña y vos Ambulé en la playa rescatando aliento. Otoño vecino de la gaviota y su pico penetrante en el móvil gris del golfo. Mansedumbre diluida que no cesa. Recién advierto mi ausencia del verano y pienso en los cuerpos como cosa ajena. Me contesto que lo nuestro va más allá de la epidermis memoriosa. Zapatilla y humedad compañeros del paso me perfilan una cabaña inconclusa y la miro, palpo su madera y el aceite chorrea hasta bajarse por el codo. El agua reverbera una luna apenas esbozada. Sucesión de contornos, álamos, catedrales de roca, pequeña nieve, hojarasca incipiente, el humo y su profundo olor a leña seca y vos, protagonista de esta espera que se cuelga de mi mano. Atrás, la ciudad completa enmudece y te refiero circunstancias de oficinas, del sol que pega la vuelta, de estas algas, de un pensamiento audaz y mi ser subdividido. Tu ternura me alcanza. Escribo. Escribo esta tremenda percepción de estar vivo y celebrarte.

Nevada Avizoramos un juego de prismas de estrujada cordillera. Desnudados por el blanco, reiniciamos ceremoniales de niños ahogando ecos. Montículos en obra, bufandas para imaginarlos muñecos gordos con nariz de zanahoria. Expirarán al salir el sol como los sueños.

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Paisaje Al suave tacto, pelusa del durazno se pliega a la redondez de la cereza calma, ausentes ambos al aletear en el álamo, cercanamente al rumor de la cascada que rompe la pulcritud del follaje al amparo celeste de los pájaros. Aves decidoras mañaneras, retaceadoras de sus muertes ya que nadie explica adónde van a reposar sus despedazados cantos. Verte a contraluz, pacífica y aérea al observar tu valle ensimismado, me vuelvo silueta impostergable para no interrumpirte. Meditante.

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Morada Hemos elegido madera nudosa irregular para hacer la casa y demorar los sueños. Ella escapa al fuego de los bosques que desdibuja los faldeos como un ritual ardiente, sorpresivo. La casa cubre en su complicidad las nubes que transcurridas dejan paso insurrecto a las libertades. La cama sola no dice nada. La cama sola, sólo es cama. Con nuestros cuerpos dialogantes cobra por momentos la dimensión oculta de pactar en los días de intimidad con una aurora brotada de las manos, indagada por los sexos elocuentes. Abiertas ventanas asombradas como ojos, abarcan silentes montañas, bella lejanía y el resplandor perpetuo de la nieve. Vencedor de los estíos y del hombre. Cada verso pronunciado en voz alta es la reverencia que entrego a los espacios. Murmurador al alma de las cosas.

Beso Su sombría figura vuelca el sauce en una manifestación de hojas elocuentes y sencillas, sonoras por el aire que pasa escurrido como un aliento. Conmovidas rosas erguidas de colores, el tero defiende al nido con un grito. Se alertan otros y es este momento la conjugación de un código emergente desde el pasto. Responden los álamos altos, mosquetal urgido, un gato se agazapa y tu respiración se entrecorta al besarte en la mañana. De esta intimidad, otro capítulo necesario par la fundación de nosotros mismos.

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La Catarata de El Hoyo Tajo. Como un tajo hecho desde el abismo, una cascada de aguas incesantes Desciende en un estrépito audible a la distancia. Tajo y contratajo. Un caudal desprendido por la telaraña de árboles y musgos. Cara y contracara de la unidad de la montaña, terrestre ecuación de la belleza, irse –meditante- a los templos seguros. Liturgia de la fuerza gota a gota. Nada lo registra sobre el mapa, Sólo esta geográfica percepción ausente y mía En una turbulencia ciudadana. Contracara y tajo.

La espera Tiene contraluces de sabor, rosa de los vientos remarcadora de un conjuro dado hacia tus manos. Cristales que penden de la certeza de un recuerdo plácido para lo que sucederá. Es historia previa. Mutismos ausentes de cada uno, la secreta avidez de los secretos. El silencio. No todo está dicho desde el alma. Refulge el interior de ambos donde el pensamiento hizo todo por adelantado. Imbricación que se destapa con los cuerpos, tórridos celajes de invasión se aguardan. Transparencia de pájaros del sur traspoladora de una trasgresión hecha de a poco. La espera tiembla.

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Manifiesto del requerimiento Acuéstate conmigo hembra abrazadera equinoccinal, vena del hambre de las sangres en mi ilimitado apremio. Yace sobre el suelo al descubierto de ojos perplejos para ser la humanidad de sed en su alarido parturiento de si misma. Se tejen roces de ángeles a un signo de ruptura y canto. Acuéstate conmigo. Soy macho violento en estrellas, dibujante de cielos acercados por rugidos e intentos, por sabores. Ofrenda solidaria de repercusiones hondas en la sal y el esperma, en el acecho.

Canción por vos Fuimos ansiedad y rayo. Mordisco y ritual, argumentación de los cuerpos, alondra entre las manos. Ondularon tus gritos de tormenta acallada luego por el fuego. Hay un anhelo que reitera pájaros de sed, suburbios de la promesa.

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Amor No me basta la palabra para decirte tanto. Inutilidad de una vida artesana en los vocablos, coma tras coma, punto y raya. Nada me basta. Precario es el lenguaje ante la osadía del amor. Murallón de emociones y jugarse. Nadie puede traficarlo. Te quiero y sé que éste sería un corazón apartida sin vos.

(A Margarita, como todo.)

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Hombre – Palabra

A los poetas regionales, a mis hermanos escritores y al Encuentro de Puerto Madryn. A Andrea Eugenia y Alejandra Rodríguez, Pablo Luis Nahuel y Julieta del Mar Sosa, Gaia Celeste Julia Sandoval y sus hermanos, A Cristian y Alejandro Douce Salomé Mendoza y María Paz Matamala Lautare, algunos de mis ahijados.

Libro Segundo


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PERFILES

“Pensalo al poeta, hombre, al hombre, necesidad, a la necesidad, palabra, así comprenderás, sencillamente.” (Del autor)


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La Palabra Si pudiese la palabra superar al odio, tendríamos medio tramo de redención ganado. Me apena pensar que ella asoma después de fuego y el espanto. Poco se salva entonces. No hay edificadas ni torres de marfil ni habitáculos azules para el poema o el poeta. Únicamente la realidad llana transfigurada en la palabra. El hombre-palabra asume firmemente llaga viento pensamiento grito.

De las Letras Momentos apresurados, ciertos Sueltan sus cerrojos Y abarcan cosmos individuales.

Muerden acicatean gimen ante el territorio del papel. Decididos a transitar por el lenguaje, todo se sustancia en un oculto trago de saliva. Los duendes evaporados no susurran. Nada mas para decir: la agonía recomienza.

Ser planetario Nada que entretenga o abisme con corduras irreales de mundos desabridos, aunque pugnen vociferen o maldigan, no respondan.

Sólo estoy para la Tierra.

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Esa porción circular donde habitan alientos mantenidos a ternura y desnudez de nombres y hombres con soles en las manos.

Solo estoy para esa tierra.

Encuentros y Escritores Devoradas dimensiones en poemas de un minuto, entregas cronometradas. Legítimos mensajes hechos cuerpos y destellos en renglones. Itinerarios reunidos en un punto espacial. Indefinido. Todos en pie hasta saberse parte de la voz que se propaga. Algo dormita en compensado ritmo cuando cada uno vuelve a su espejo cotidiano y lo recuerda.

Música Encendido nuestro canto tomó el perfil de lo alcanzable. Fuimos instrumentos. Ámbitos de pureza que ignoraron fronteras de un planeta actual cortado a pico. Jano y Oscar se han ido a buscar afinación del otro lado. Todo puede ser recuperado con “particellas” bajo el brazo, a semejanza de entonces donde la nostalgia nos convoque. No claudicado el amor toma su forma inevitable y justa para hacer el canto perpetuo. El de todos.

(Al Mtro. Mario Matías Majnaric y su coro)

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A un mismo violín De la pasión del pincel palpitan fuegos y el acento de color refugia al alma. Es tiempo de cenizas desplomadas. Presiento cristal tu lágrima escapada. Ese renacer de trazos que hermana desde lo lejano. El cuadro denuncia huecos y partidas. Por aquél fluir, madera y arco, hemos llorado unísono, sin saberlo. (A la violinista Margarita Pleticha) (Al pintor Mario Rafael Vodeb)

El Borracho Cayó sentado con su nostalgia a los pies. Del deleite al paladar quemado Hubo únicamente un vaso caído Por los gestos mecánicos. También hubo algo robado que nadie supo: Un tango sin aristas ni susurros. No atinó a levantarse. El arrabal era sólo Un punto de luz en su memoria. (Al poeta Fernando Pizzorno)


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Al Indeciso ¿ Y si bendecimos la vida antes de saltar de la cama ? ¿Y si dejamos que piel y espíritu se abran a la sensación y a la plegaria ? ¿ Y si proponemos un juego a la soledad preñándola de imaginación y resultados ? ¿Y si la mueca pordiosera que nos damos imitando la risa, la quebramos ? ¿Y si abrimos los brazos y el rostro frente al sol sin apretar sólo entornando los ojos ? ¿ Y si el agua es sólo agua y el vino vino y el cuervo cuervo y el gato gato ? ¿ Y si en vez de juntar quebrantos y decepciones nos regalamos algo a nosotros mismos ? ¿ Y si dejamos las dualidades para aquél que le sobra el tiempo y vivimos ? Eso... ¿ Y si vivimos ? (Al escritor Raúl Artola)


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Nocturnoscar Siento mi saco como tantas veces. Las mangas desmayadas y el cuello descansan displicentes. Un vuelo de pájaros sale raudo desde los bolsillos quietos. Ronda tu sombra el perímetro de la mesa. Callás como siempre para no perturbar mientras escribo. Entra la noche a mover sus flecos delgados, confunde tu música que solloza la partida ciega. Aquí cerca los ecos marinos te reclaman. No acudís. Todo te retiene donde terminan las cosas. Sé que alguna palabra

Toca los bordes de tu presencia. Tu sombra cruza. No callés, ubicate enfrente, quiero mirarte cara a cara, porque no dejaste para mí ni una mueca prendida del perchero.

(A Oscar Raúl Molla)

Aquellos Los antiguos amigos son el olvido. Por ese mismo olvido de no entibiar las manos, simultáneo o retacear el buscarnos en la periferia del otoño. Luces pálidas de arena juegan en la humedad de una ola que transcurre. Crujiente, el viejo muelle rehúsa recibir los pasos. Las barcas que anduvimos reposan sin muecas de alegría. Tiempos irrecuperables me conmueven. Ya arriaron el velamen del naufragio, sé que no volveré a pasar por esa puerta.


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INVIERNOS IMPRECISOS

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“Así, este silfo dulce me enseñó a sentir el viento y a quererlo.” (Margarita María Majnaric de Berón)

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Circunstancia Me pueblo de presencias. Descubro aquello jamás visto. Acerco lejanías, cobra dimensión mi tiempo, canta el aire. Mis raíces buscan el pedregullo, Recorren bardas dibujadas sólo por hermanarse. Tengo el alma llena de verdades. Explosiones del cerezo bajo la luna de septiembre.

( A todos mis alumnos)


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Hombres de la Tierra Verde Quizá una vez salimos sin calendarios. Hubo un país de sur bajo el zapato y vuelo sereno en asombradas frentes. Socavón de almas trasladado el metal incandescentes de miedos o al carbón liberado tramo a tramo. Longitud de inviernos imprecisos, peleados en la adversidad y el ruego para ser libres como el cormorán o el lobo. Abierta geografía con voz nueva. Una cabeza desprolija sueña a descubrir jardines en la arena. Multiplicidad de manos inquietas de formas y palabras. La música es presencia. Hijos acuñados en mujeres verdes, Raíces aceptadas como una bendición. Nuevo perfil de la piedra.

Salimos sin calendarios para las luchas ciertas en este mundo de banderas horizontales.

( a Juan Carlos Damonte)


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Dimensión Sur Piedras redondeadas de aguas, greda resbaladiza, musgos, gajos de montañas, escarpados, violentos. Innominados. Tierra abierta al pie, sólo la tierra. Terrazas inclinadas al mar. Horizontes numerosos en la inmensidad devoradora de crepúsculos. Y el vuelo, casi el vuelo del chulengo huidizo. Al poner al pie desnudo en la desnuda tierra, ecos mapuches te arrebatan, sin sombras, descarnados. Reinician sus ritos noche a noche, en los chenques, en el aire, en la memoria. Banderas en reposo, Trariloncos de huesos blanquecinos Señalan desde la fosa común, desde el olvido, a los que taconearon el rostro de cobre de los hombres. Observadora nación, ojos opacados, para develar qué hará el blanco con sus territorios robados hace escasamente cien años.. Es un camaruco inconcluso, una nación antigua que, penosa, aún transita en esta dimensión humana.

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Adopción de esta Fisonomía Llama la lluvia contra el viejo cristal de la ventana. La noche cierra sus párpados hasta detenerse en la perplejidad. Del norte, nada es semejante, En esta fisonomía marítima y terrena, los tamariscos fuertes se hacen grito a tus venas para inaugurarte con esferas infinitas al alcance de la mano. Vulnerada la estructura nadie vuelve a ser el mismo. Gracias Dios. Gracias.

Bardas Existe un tiempo prisionero en capas silentes que rodean a la tarde recostada sobre el mundo. Arcos de piedras, arcos sin maderas. Fue vida explosiva y girante que el biólogo estudia. Desespera. Los rastros rígidos envuelven un tiempo de mar en las mesetas. Hubo un rostro de asombros y de flechas, dudoso en los ocasos y en el viento, que vio pasar el fósil en su encierro. Conchillas y erizos a cielo abierto. Interrogantes de piedra.

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En la chacra ( a la poeta Lily Patterson) Sudor que ha dejado de caer. Nogal recortado. Plegaria del galés, ensimismada. Ella sabe que es hora de la espera con la pava puesta. Nada la sujeta, gira la cabeza y parte en ese fulgor que lame los ladrillos. Vocablos emergentes de los álamos, La luna crucial, reveladora, Y una luz en ángulo, Serán ahora, tus regresos.

El silencio Toma territorios Abarca cada palmo. Suena. Recupera ecos. Deja de de ser idea de la nada, El vacío. Toma cuerpo. Se arma en lo ruidos Diminutos de las cosas. Pronuncia. En la quietud de adentro, Su lenguaje se comprende,

Se hace sangre. Transita. Plano fronterizo Oquedad del vuelo Estalactita que cae.

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Contigo Sé que el suero desliza la impaciencia de vivir, mi palabra te llega simulada en la llovizna. Desdibujadas luces, juegos del río charlas urgentes a orillas del enfermo. Su susurro extranjero recupera la infancia al paso del tren. Se bambolea anunciante una luz roja. La secreta heladera de nieve sigue oculta en los pinares. Brumas evocadoras que flotan. Toco tu cabeza en la cabriola cósmica de este miedo que se corta a si mismo. Sonríes con levedad. Un pacto diminuto entre Dios y el momento.

Matías Ángel azul deshabitó los panes, Segura partida destinada. Esta es la absolución de lo vivido: Cantos a estribor, deliberados. Reiniciar el viaje resuelve los enigmas De papel, los sortilegios. Márgenes de quietud Voz en reposo Carillón de maderas Que me verá cruzar, arrepentido.

(A Mario Matías José Majnaric)

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Regreso El sur-sur de Adolfo se presiente, Llega. Extrañas vibraciones abarca al horizonte. Grafismo natural de un solo trazo. Atrás, exiliados quedan los ruidos. A esta mansedumbre quieta Sólo la vulnera el chulengo. Se ha esfumado esa ebriedad Del verde que confunde. Mi hermano piensa en cubierta. Bitácora del abrazo que daremos al regreso a puerto.

A mi hermano Juan Antonio y al poeta “el negro” Adolfo Cristaldo.

Tríptico de las Saciedades I Se refugian los hombres en la tarde. Alguien muere más allá de aquella línea. Alguien llora. Alguien desnuda sus pasiones en las cuatro paredes de la tarde.

II Caricias que tienen sus condenas. Bocas liberadoras de un amor innominado. Esas tierras calientes transitadas en punta de pie aguardan su destierro. El instante pleno de sueños furtivos corporiza rostros en el cuarto desierto o apura la copa para hacerse sitio y recordarse. No temblarás a mi lado. Ciénaga temporal que recogerá voces ultimadas. Callaré, sonriendo.

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III Sufro tu ausencia masticando esperas. Será el encuentro por la calle, tu mirada invitante dirá cosas pretendidamente nuevas. Nada tendrá valor. Lo transcurrido es cristal estallado contra el piso.

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AÑOS–MUNDOS TERRITORIALES

Nacer crecidos aún no se ha probado. Crecer naciendo es un parto permanente de cual , no siempre, resiste el hombre. (Del autor)

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Alto Verde – Buenos Aires Esta noche sumerge máscaras y salen -antiguas y resueltasvoces penetradas de sentencias, augurios raros. La infancia prendida de los árboles centinela del escapado con los sueños crecidos y la fe en dirección a la mítica fundación de Borges. Gardel camina al lado. Enhebrando hastíos y palomas tuve la eternidad ubicada en la esquina, y besos del lecho permisivo.

Amor Porteño Al entreabrir los ojos y detenerme, al amor le puse un nombre y ella fue la luz. Bronca y piel no fueron ausencias, tampoco nos creció el silencio que se agota. En la descarnada verdad de un escenario con música de fondo y con proscenio, conocimos la geografía de la pureza, Empuje audaz de lo posible. Enfrentando sudestadas y empujones, nos aliamos por encima de los suelos signados de anonimatos, en anclas firmes de caricia repentina. Así –en un mundo repartido entre pocosconocimos la posibilidad de la esperanza como un hachazo adverso a la alimaña.

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Solo Humedad zodiacal desparramada, bocinas de taxis haciendo su concierto y un olor a muerte fresca, inevitable.

Un ángel tanguero y de neblinas lo chistó por Pedro de Mendoza y el Riachuelo, la rubia anciana violetera formó el repetido cortejo del suicidio. Hay un nocturnal agobio sin respuestas. La locura instantánea se pasea.

Puerto Madryn He abierto una compuerta y años-mundos muestran su avaricia para quebrar relojes en un plano costero y de rutinas. Trepa por la sangre, se incorpora habitante callejero, este sur de postergadas voces que hemos venido a herir con las palabras. Los barcos inclinados son mis barcos Envueltos en amarillas transparencias. Instancia humana sucesivos perfiles carne viva.

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SIN MIEDOS

POEMARIO DE GUERRA Y SUS AFINIDADES

A Marcela Silvia y Fernando Mario Vodeb, Carlos Balbuena y Alfredo Augusto Bassi, mis ahijados y a sus hermanos.

LIBRO TERCERO


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Carta a Marcela Delgada biblioteca, pared blanca y el ladrillo en su contorno leve anuncia su presencia. Allí en los estantes, arrinconados, coexisten pensamientos múltiples con forma de libros. Son voces mesuradas, confiables. El sillón me acerca a la mesa de hacer con las palabras. Este es territorio de soledad y sueños; aquí ensayé hasta ayer un canto para vos, pero estalló en el pecho. Tan difícil es imaginar por encima de la realidad de un contemporáneo mundo subastado, que tiemblo. Plagas humanas, ásperas respiraciones, leyendas de dinero y osamentas. Este es un tiempo acosado por los mismos hombres, con rumores de metrallas y fétidos acuerdos. Es todo un plano estrujado y en cenizas que ni vos ni yo hemos deseado. Desde esta mesa de pensar mundos, miro el cielo. Pliega su ala la gaviota de la tarde, dibuja el aire y lo somete, sola. Es el placer de moverse en el espacio. La naturaleza nos tiende sus manos a estas horas. Afuera, el viento se calma. Sus dos manos carentes de agresiones, clausuran miedos. Desciende una esperanza. Sé entonces, que sobre esta heredad no disputada brillan aún cuatro estrellas clavadas en el Sur. La luz en cruz. La vida corre en su cronología inevitable; paulatinos, se hacen fuertes los pasos de quien crece. Te aparecés vencedora de la vacilación, inaugural de ideales con la cara al aire. Mientras, el futuro y las eras resquebrajan su antagónicas medidas, en dos palabras: Amor y Libertad. Binomio enaltecido para depurar un plano inclinado hacia el tormento. Dádiva insospechada que permanece muy por encima de un desgajado mundo que, amaga partirse en dos, por los neutrones. Evitar que el hombre olvide al hombre. Sentir y pensar mundos mejores. Es clara señal de la parición de una era que se esboza en su umbral. Cambios a contrapelo de la imaginación y el desconcierto. Y será en el amor de una redención ilimitada. Promesa augural como aquella primera flor de la oceánica isla, brotada de lava en descanso. Persuasivamente, sugerida por Dios.

Puerto Madryn, 24 de Agosto de 1982.-

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CRÓNICA DE “HUBO UNA VEZ EN CINCO DÍAS”

"Has dejado tu Fal sobre la nieve, ya te darán otro, en tu país se muere más de una vez." (Blas Tadeo Cáceres)

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DÍA UNO (02/04/82)

Islas Malvinas La paciencia agotada. El hombre de pie, recuperando. La justicia vestida en la sonrisa. Corporizados de sur vibramos la tierra de los padres. Quizá el hambre, el hermano desocupado, los quebrantos, la boca amordazada, y los lamentos cesen. Entonces, la bandera recubrirá las manos de una Patria entera.

DIA DOS - (25/04/1982)

Latinoamérica y OEA Ultrajada Dividida Manejada Desdibujada Temblorosa Aniquilada Prisionera Negociada La América indígena, la nuestra, fue una vez. Sus brasas y sus fuegos corren en llamarada,

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reivindican, unen, determinan. Fuerte, entera, Liberada.

DÍA TRES - PLENA GUERRA - (02 ó 03/05/82)

Nadie lo olvide Ayer pudimos ser la paz imaginaria, hilachas nocturnas de devaneos, preocupación de cosas cotidianas, el consumo total de lo extranjero y un olvido nada casual, de las guitarras. Pudimos ser voces desmembradas por innominados anhelos partidarios, por sueños pequeños o mezquindades no determinadas. Ayer nomás, agrupados o divididos, todos en movimiento, dibujábamos nuestra identidad en una caricatura sutil que no llegaba a ser la cara. Sólo una sedienta luz de sur, nos arrebató del ostracismo, del silencio. Recuperados por el rayo, en la misma desnudez elemental de seguir siendo, somos el hombre - total que se defiende. Muerde la cobra y la conmueve. Somos el acero inviolable o el misil restallante allá a lo lejos y una grandeza de país sin mutilación o entregas. Somos un pueblo de pie. Nadie lo olvide. (Publicado en revista “Letras de Buenos Aires” - Nº 9 /82)

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DIA CUATRO – Regreso a Puerto Madryn de 4600 soldados(19/06/82)

De la Lucha y los Olvidos Augurales fantasmas declarantes, moviendo sordos cascabeles, hacen su danza inesperada sobre un teatro marino de derrota. Los enemigos del valor tuvieron nombres: alianzas no cumplidas, órdenes equivocadas, gomeras contra metrallas, un no-parar-a-tiempo la matanza y el horror adicional del hombre que quedó en la trinchera, muerto de hambre. Los enemigos del país también tienen sus nombres, como rótulos perversos, denunciantes. Unos hablan en inglés en suelo ajeno, otros piensan en inglés y están en casa, prolongando traiciones y humoradas en un vaivén de compra-venta inusitada. Claramente descubiertos son aquellos, carentes del derecho a equivocarse. Los fantasmas no aquietarán su danza en los olvidos. Porque los olvidos de un pueblo, no son tales.


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DÍA CINCO – Después del regreso a casa - (02/08/82)

Retazos Tengo ante mí un gorro verde de perfecta confección para batir el frío. Su figura enmudecida, umbrosa, me muestra máculas y señales. Casi un sueño. De su historia percibo comparsas letales, genios voladores de una moderna Troya seducida. También, un cigarrillo encendido en plena noche sin saber que era la última de espera. Cada mancha y no son pocas, me insinúan la vibración del hombre que volvió con las manos calientes del acero y la hondura de pensar en Isla Soledad. Ahora más sola. Violada nuevamente, corrompida. El albatros reinicia otro rito de vuelo con el ala caída. Se promete regresos que yo creo.

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TRÍPTICO DE LAS MUERTES

"Las miradas cabizbajas serán señales de la culpa" (Del autor)

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I Loco el hombre en folclóricos gestos de su muerte. Contracciones funestas negro mar columnas tambaleantes. Hastío de morir sin respuestas sin ecos. Hastío, simplemente. Caen pétalos palabras sinsabores sobre un traje derrumbado. Un viento no atrapado suele visitar de tanto en tanto los sepulcros. Sigue el ruido. Carnaval del silencio. Imagina susurros en el químico proceso de los cuerpos. Quejido innecesario. Levanta idéntico polvo donde huesos manos o saliva participarán en la atómica danza de la tierra. Otro olvido sin perdón. No se supo leer en el espacio o alguien ajustó mordazas sobre la realidad humana, prisionera. No sólo de un tiro se mata al hombre también con grillos en su alma. Cese el asesinato. Basta.

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II Ese hombre genial en su música de auroras en la paleta alucinada de belleza en la palabra tan sólo en la palabra. Ese niño-hombre de bolsillos revueltos de risa fácil donde Dios funda su esperanza. Ese, el de los tachos de basura o de muñones expuestos de vicios múltiples al que nos cuesta llamar: hermano. Ese que es la raza cósmica ¿es un rey cercado, sin futuro, redimido solamente en la fosa común del desconsuelo? Cuántos quisieran que así fuese. Envilecidos con todo desparpajo guardan sus cobres en un tarro, cómplices de los silenciados.

III Ya no tengo recuerdos de la muerte negra sedienta escrupulosa. De los miedos humanos fueron los fuegos andados con pasos desesperados en historias de madrugada. De otros miedos los jueces posteriores erguidos en el grito acusando demoliendo sin opciones. Fue un temblor vertebral casi el espanto. Después fueron presencias soleadas en las venas. Sentir los siglos caminados en la tierra, itinerando en la carne siempre con los pies calientes descubiertos.

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Sé de la vida más allá de ella misma, donde es como el sonido reprimido en la cuerda o es lanzado al aire girante prometiendo regresos. Miro la muerte a cara descubierta sin lutos sin esperas. Tiene el sayal blanco y flores en su cabeza. Entonces como especie humana redimida saldré al paso del silencio fugacidad celeste que fluya y refluya en la caja armónica del Universo.

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PERSPECTIVAS

"Si la verdad no sale de tus labios, es probable que te hayan robado los labios." (Del autor)

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Mensajero Crístico Se acercó a nosotros casi en silencio. No lo vimos llegar, allí estaba.

Suavizó al nervio, sin sombras sin muertes sin mentiras.

Porque hablaba de paz, seguimos transitándole el pecho, después de su partida.

Actitudes El hombre tiene actitudes de pájaro. Con su pico agudo quebranta huesos para hacer su historia. Depuso el canto y asumió el graznido innominado y cobarde. Cohabitó con la guerra. Fulgores fatuos. Malos fuegos. En ella pone huevos la miseria. Así el hombre sin plumas, sin vuelos, dolorido, se propondrá un comienzo en los arrasados árboles del silencio.

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Post - Malvinas Han quedado cruces clavadas en el Sur. No demoremos las respuestas, los ángeles caídos renuevan sus formas al recuperar alientos de batallas. Es tiempo de fortalecer desde el suplicio y erguirse por encima del dolor inacabado y cierto. Sobrevivir a un mundo repartido. Contestarse con la vida y la lucha.

Después, desclavar las cruces y seguir, irrenunciablemente.

Aquí y ahora Víctima y victimario, encerrado en la carne gime el hombre. Adán y su progenie. Adán y sus delirios. Adán y su hartazgo, su violencia, su páncreas inactivo.

No pudo imaginarse la derrota.

Si hubiera espiado por la rendija del tiempo, sería Adán el ángel castrado, milenario, austero.

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Hombre Latinoamericano Le inventaron progresos con las venas abiertas. Lo silenciaron con el hambre y las promesas. Le coronaron de espinas. Enervó su juventud con el delirio del pasto peligroso y de los ruidos. Lo persuadieron de que lo suyo no era suyo, que jamás lo fue.

Le adornaron pies y manos con tres clavos.

Cedió derechos de ingenuidad. Parpadeó, pero era tarde.

Sus monedas de plata reposan en una colección privada.

Entregó su alma con siete palabras al suicidarse en el árbol más cercano. Espera resurrección en un sepulcro prestado.

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Violencias Bestiario insolente. Ferocidad desoladora. Esconde su rostro tras manos sarmentosas.

Alguien pare los delirios. En las intenciones manifiestas y la impunidad, el mercader de armas acompaña.

Levantemos carteles en toda esquina del mundo. Denunciemos, porque hay un olvido en la memoria de la raza.

Líbano, Afganistán, Irak… Todo duerme. Sólo las grandes presencias del espacio, circundan huellas del hombre. Sueños entreabiertos que permiten tránsitos astrales. Todo parece bueno.

Las luchas reanudarán mañana.

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De neutrones El ángel del exterminio agazapado. Su ingrato destino cancerbero deambula insomne y lustra las trompetas.

Hará más importante al edificio que al hombre, en ese instante de orgía, desatado.

Al Hombre-Poder Sesgado Abatido Hambreado va tu hermano.

El círculo se cierra, oprime fuerte en un vientre seco.

Claman por las calles los andrajosos profetas prometidos. Claman, ofertan redenciones. Ni una luz has destapado con tus manos. En los finales habrá anatemas sin perdones.

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A la Libertad

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(l978) y a Federico Chopin

Viriles melodías para combatir con todo, hiciste Federico. Combatiente en la dulzura y el grito, por la fuerza que hacia de Polonia una vieja de dientes carcomidos.

Fueron vanos los intentos del despreocupado, por no escuchar notas enlazadas pariendo cataclismos. Hagamos el himno que despierte al dormido. Que el mudo hable, Federico.

La amada libertad donde reposa el muerto o crece la hierba de los campos, hizo de ella misma la violenta hembra que pare la luz de entre las piernas. Hagamos el himno que despierte al dormido. Que el mudo hable, Federico.


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Planeta que muere I Los presagios. Aire enrarecido, mortal. Suicidio inevitable. Aguas sin vida. Territorios conmovidos. El grito seco de la historia calla.

II El planeta ay el planeta quemante se desespera y grita desde el fondo. Se conmueve. El Aviso natural suena en los pasos del viento. Aguas agitadas despiertas se apoderan de las manos y del ruego. Serenidad escapada, ya no vuelve. Tiritamos por dentro. La verdad se acerca. Comprendemos de golpe, casi es tarde.

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III Extendidas manos de araucaria y mapuches. Desoladas de armas. Reverentes hacia la hembra-tierra. Las silentes liturgias interiores deben aprenderse a la intemperie, donde crece el mejillón, la ola interminable canta y en dos manos por cuenco, la sed parece satisfecha. Estalla la esperanza. Aprendamos de ella, mujer, y recuperaremos al planeta para los hijos del sol engendrados de pie, sin holocaustos terribles, sin Babel ni Fenicia, sin banderas. Sólo por amor. Como una licencia de Dios sobre sus planes.

Epílogo Cae la tarde del niño. Cae. La redención se acerca en un llamado.

Quizá después no diga una palabra. ____________________________

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SIN LA MUERTE Y LA CULPA

A Juan Carlos y Miguel Ángel Márquez, David Alberto y Daniel Javier Orellano, Ivan Ariel y Marcelo Adrián Orellano, mis primos hermanos y a los primos que me dio la vida.

LIBRO CUARTO


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RECOMIENZO

“Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración”. EL KYBALION (Textos filosóficos del Antiguo Egipto y Grecia)

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Replanteo Voy a dejar de lado síntesis y verso, forma recompuesta de palabras, variedad del verbo y de sus tiempos, praxis o sintaxis necesarias para elaborar sueños literarios, en armazones fáciles de derribar. Voy a dejar de lado aquello convenido de antemano y liberaré desde el fondo del pozo, la energía de saberme vivo. Insuficientes son vocablos o combinaciones. Develaré puntos extremos del mutismo para desgajar un sol itinerante por las venas.

De regreso a mi mismo Me vuelvo, viajo y desoriento. Me gustaría ese día parar el reloj, que no domine más. Sentarnos y elaborar una atmósfera tibia que nos contenga en sus pliegues. Abrir las mentes y no ocultarse nada. Sentirnos despojados de máscaras para ser hombres. Vuelvo del recreo y ya no pesa.

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Máscaras Polícromas y alertas, de papel engomado y botoncitos, cada máscara que al bajar de la cama nos ponemos sobria o sonriente, estática o terrible, tiene reverso cóncavo donde cabe la miseria. Máscaras para ver o meditar, máscaras de oler o interactuar, máscaras de pensar que sos mejor que yo, únicamente por tu pelo en pecho, tus dineros incendiables, tu coche o tu mujer, prójimo, que es mía. Tilinguería audaz -diría Oscar desde otro lado, máscaras de sal o de cenizas para eludir la realidad que no te elude, trepa por los ramajes astrales e intenta persuadir de ser un poco más humanos. Comprender sin más que alguien se quiere y se disfruta, se lee y se comparte, eleva o santifica, se aburre y se masturba. Aborrecido por los otros tras una máscara de hipocresía inteligente. Y el pobre muere pobre y los demás, indiferentes secos, un coro redentor canta sin fuerzas y la rabia crece. Mordedura interior que no me deja parar. Camino hacia vos que sos mi hermano, saturado los ojos que resisten tanto agobio y sin saber por qué.

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POLARIDAD

“Todo es dual, todo tiene dos polos, todo su par de opuestos, los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado, los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.” EL KYBALION

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Sobre "LOS PLANETAS" - Suite para orquesta - GUSTAV HOLST (1874-1934)

PLANETARIAS I Marte- Portador de la Guerra Fatídico obrador de la maldita hembra. Casi la cuna de una sangre de regreso. Mítica figura que sustenta la fuerza y la penuria, madre única del tiempo. Soplo de locura que enciende instintos subterráneos. Un puño cerrado y ese su golpe, acorde de ensoñaciones destrozadas, el atómico estallido se dilata. Esa sigue poniendo sus huevos muy tranquila y a cada instante muere un hombre envuelto en medallas y banderas, despedido por el sórdido metal embravecido. Otra orden mal dada. Era mi hermano.

II Venus – Portador de la Paz Me dice que es cierto, indefinible quizá pero certero entre tanto desvarío y desconsuelo, niños descubridores de salidas a lutos envolventes y a torturas. Descansadas las armas reconstruye una intención de retornar al místico paisaje de la greda. El hombre común, el nuevo hombre. Seguir es lo que queda, algo me promete la paz y me convenzo.

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III Mercurio – Mensajero Alado ¿Que traerá a este camino? Para verlo mejor que se apague el candil, que cese el viento. La ternura, levedad del suspiro, aparece nomás diciendo versos. Es antiguo y audaz. Nadie ha quedado dormido en este pueblo.

IV Júpiter – Portador de la Jovialidad La risa y el gesto, dádiva a lo humano para no guardarse nada. Ampliar los brazos para asir la idea, desparramarla, aérea, en toda liturgia de primavera. La danza gestual y tu mirada, anticipos del beso, cimbrean mi estructura. Yo te siento. Desde esta espera, el sonar registra un eco nuevo que transmigra por mi cuerpo.

V Saturno – Portador de la Vejez No hay mutismos ni horrores, sólo el tiempo. Muero de una vez, después de viejo.

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VI Urano – El Mago Formas y figuras imágenes secretas para ser hombre sobre lo natural y el tiempo. Condensación vibracional y una condena que señala hacia vos sin redenciones Somos todos obreros, nadie dueño. Tendrás que responder por esos soles que te brotaron hacia adentro. El final, siempre el final. Balance neto.

VII Neptuno – El Místico Convocatoria en la luz. Descalzo, inaudible, tener temor y vencerlo. Al roce de la toga de un dios te reatomizas de nuevo. Mudos los portales de la sangre.

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Al del Oficio He aquí el hombre lacerado. Alma expuesta en el sitial ganado en vos y en tu lectura. Hombre-palabra abisal, oceánico, acosado. Manos levantadas que hacen testimonios de sus fuegos. Esferas pasionales, elípticas, rotundas. La palabra, inevitable palabra para conjurar a su hermetismo o a sus mitos

Disgregación mística del cuerpo Encarnado hato de huesos, desprendido fulgor que al mediodía roza el aire. Pálidos senderos por la boca adentro y el imaginable paso cósmico y terreno de una bocanada que se escurre al micrón de los secretos. Hacia el plexo solar anidan los cristales, pulsante ámbar vivo. Se derriban sombras que entorpecen en ritmo lento de un parto numeroso, celulares de la luz, en cada respiración y en cada sueño. Es un carnaval cámara lenta este compañero cuerpo mío. Sustentado en alambres calcáreos, mueca o amague, huesos tediosos de sostener hasta la disgregación final en una tumba.

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Del amor Hay sectores de lucidez incomparables, en las manos que comunican "te quiero" a espaldas de la postura y la arena. Del amor, mamá, no estás ausente. Yo tampoco. En la evocación de la adolescencia en crecimiento, papá, se crece en la bronca de revertir una partida agotada. La obstinación libertaria que nada la quebranta. Del amor, mi amor, no te has fugado, a pesar de los ciegos del desamor. Del amor de amarse, bajará el perdón grande hacia las hojas denunciantes de una era que no tarda.

Mensajeros Tus pies suelen tocar los míos. Geografía del frío. El mensaje corta la instancia. Yo también te necesito.

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PARADOJALES Por la carne se trasmite identidad, también se la pierde.

I Imaginero dador de carnadura a las ideas. La tarde era... ni temporal batiente en las ventanas, ni complicidad de un hallazgo, ni menos claroscuros desplomados sobre el mundo, ...sólo la tarde, inexcusablemente. Boca y dedo protagonistas fugaces de los pliegues, espasmos crecientes sin mentirse amor, a goce pleno. Elaborador de cantos nuestros. Una y otra vez, yo me derramo.

II Lates, te estremeces sucia de arena perceptible, loba, insulto a la sobriedad, boca sabrosa alguera, llaneza viva. Te conjugas. Te celebras, me sorprendes flamígera en el beso, ofrenda elemental de puro semen. Bajo y me revelas: brasa memorial. Para que no vuelva a ser el mismo búho observador, a pesar de todo.

III Se sentir únicamente como humano. Elevo catedrales con esplendor sorpresivo, inmutables en cada casa sola. Desvanecida la espesura del día hallo las voces y urge mental tu ser entero. Mujer planetaria, devocional o andina, todos los rostros caben en cada poro abierto para arribar definitivamente al hueso.


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IV Esta es mi desnudez, confieso. Piel y su búsqueda imprecisa. Animal hambriento debajo de las sábanas. Una rendija y su metal son cómplices seguros de ternura. Acuchillamos el aire con el roce hasta la saciedad fugaz que se hace eterna. Que les estrados me citen por vivir, contestaré clavándoles los ojos.

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En vuelo Baires/Trelew - I Hoy he estado con ambos. Cauce al barranco por donde despeñarviejas alegrías, por donde habilitar verdes, muy verdes, los caminos. Un Berlín espera demorando el paso y en esa turbulencia romana, agiganta la huella. El "akullico" me habla de desnudas carnes posteriores de invierno, espuma circular bienrecibida, biencaliente nevada, silueta de mano en la bahía aceptando tu anclaje que sujeta más allá del otoño, más acá de la angostura de las ensoñaciones, pues el regreso espera cada avión marino que en el Beagle despliegue tu saludo en un grito convocante y abierto. “Berlín sin muros”. Esteban sin sospecha. Cada cual su siesta para sentirse vivo. (A Esteban Rocha - algo fueguino)

En vuelo Baires/Trelew - II Hoy he estado con ambos. Esteban evanescente y asido del anclaje perpetuo, perpetua cadena en el presidio del afecto. Tus catedrales en brumas que reclaman de a ratos la algarabía, señal del extranjero. ¿ Extranjero ? Si es víscera de libros declarada, fascinador de sol de medianoche, alerta roja. Madryn es desde esta altura una diadema de neón y sé de la muerte calcárea distribuida en su arena, y ese verbo dar que te acaricia las piernas desde la noche cumbrera de los Encuentros. No dejes de regresar marginal y bendita, silente y sospechosa de estar creando un sueño remoto en las pajaritas de papel. Armá la residencia del fuego, agotá los instantes, mirando al Oriente. (A Laura Vera - fueguina)


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SENSACIONES (A mujeres de vieja profesión)

I De azul es tu cuerpo modelado, mujer antigua que besás, ávida, mi boca, paso del vino a mis células enteras. No me dirán que soplidos informes dieron tu estilo y hermosura. Fue el amor como es el amor que juega en esta copa. Sensación azul que inclino para hacerme azul el alma en llamas.

II - Desflorar las voluntades - dijo Luis, alguien lo oyó y de pie hizo lo suyo. Queda más que un goterón de lujuria aplacada: fracaso de sembrar Otra oportunidad, tendrá la vida.

III Sonidos arriban a este territorio. Tras la puerta de las voces caben gestos y entredichos tenues madrugadores. Los autos no saben qué buscar y merodean. Pasea un hombre esta noche deslizada a tramos.


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V Marítima. Espejada en el golfo. Surrealista. Sur más realista. Esta ciudad es casi la medida de una mímica para comunicarse y nos diga sobre los hombres-mar y su paso.

VI Subdivisión del mensaje. Mirás a desgano, observás callando para dilucidar mejor los pensamientos. Mirada silenciosa abrumando la noche en un filo que me llega. Y sonríe.

VII Por intentar un diálogo lo escribo. Después son cenizas heridoras del cosmos. Quisiera hablar con vos intermitentemente, resignificar palabras hasta el alba.

VII Trasnochador urbano cabro en celo. Tarea: acechar desde los ojos. Cama. Invitar con la inocencia expuesta, al encuentro en arrabales del goce. Jadeo y urgencia de ingresar. Por todos los ardores, el pacto se ha cumplido.

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Conclusiones “La mente, así como los metales y los elementos, pueden trasmutarse en grado, de condición, de polo a polo,. de vibración en vibración.” EL KYBALION

I Dejá de confiar en la vara de junco, se tuerce al menor impulso. En irradiación constante desplegá energía celeste para aumentar la llama del hombre-dios residente en vos. Crecé. El miedo no existe.

II Lo sublime y lo humano suman dos para una bestia que tirita. Revolcada al hurgar en si misma su destino. Muerde y llora. Suele reptar a medianoche en un juego de voces. Se arrepiente. Se encuentra en la misma vaguedad del otro. Se resiste y cede. Identidad cósmica y de barro, asume el hombre. Subsiste la esperanza de salvarse.


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III “Busco balcón alto de borde peligroso, con sol.” dice mi aviso en el diario de hoy, sin titulares; diré “adiós" a la última pesadumbre y decidiré precipitarla al aire. Liberarla. Renacer, entonces, en la fe del recién fundado por la leche de una ubre generosa, toda derramada en una generación oculta. Palpar con humedad distinta de los dedos un mundo definido sin la muerte y la culpa. Necesariamente iluminado desde adentro. Y la penumbra sólo para recostar mi sueño. Reinventar planos desde la mente misma y dar cumplimiento a un plan originario, cada cual, alegría y preciso rumbo. Evas y Adanes inimaginados planetarios haciendo hijos semejantes a lo mejor que hemos pensado. Hijos serenos, capaces de disfrutar la tierra y dibujarla en el asombro ensimismado de una aurora a deshora. Libertarios generadores de otra luz, de otro amor, de otro destino claro, tanto y tan claro, que no confundirán miel con otra cosa o miedos con santidad. Seguro que tendrán un Cristo desclavado, tan seguro será como que ya es medianoche y el otoño se aproxima.

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LA PARTIDA DEL ÁNGEL

A Alfredo Daniel Ycardo, y a los míos que han partido y saben ya sobre los ángeles.

LIBRO QUINTO


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Partir “...el ángel es un hombre sin regreso”. ANA EMILIA LAHITTE

I Aunque lejana ocupas tu lugar como un fulgor cautivo. Mucho más acá del ecuador de mi existencia, los peregrinajes tienen cuerpo. Vos que elegiste tu sombra para presentarte, fugitivo insolente desde el tiro, seres elaboradores de súbitos anclajes en amores transcurridos, o en recuento de luces que se apagan. En versos de cenizas, son la partida del ángel hasta que algo interior me diga: basta.

II Paloma posada sobre el candelabro. Tiembla su plumaje. Arrulla. Nadie le responde. Es un espacio incompleto que junta tu voz y la mía, inútilmente.

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III Se es capaz de amar como un eco nocturnal, impreciso. Dolorida humanidad con la cual cargamos. Esa lengua de fuego nos vulnera, mi amor. Nos ha alcanzado.

IV Alguna vez dirás: - lo he conocido -, y un golpe al corazón dirá que aún vivo.

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ALGUNAS CON REGRESO

“El pájaro se ha ido ¿me habrá amado?” (Daniel Alfonso Moliterno)

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Ahora Nada más temible para el hombre que el olvido o la distancia, o la distancia olvidada, o el silencio distanciado y el amor sin eco. Amanece. Dejo de escribir con negro y el dolor retrocede.

Bonaerense Me detiene un cuadro de hojas alertas y eucaliptus. En la octava de luz de la figura, se escurren sonoras aguas de pileta, risas sin lujurias ni motivos y un fuerte olor a vos en la escalera. De súbito, en la misma diafanidad del libro hallable, un cielo desciende en mi hecho una sombra. Toco muros, respiro y algo muy leve, limpia de hojarasca la memoria.

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HUMANAS Es hora de sentirse vivo, antes de que parta el ángel.

I

Búsqueda

Mi mano surca el aire y reencuentra la mística corporal que se agita. Disimula ganas en pocos rincones no explorados, círculos y venas, músculos y versos. “Sayonara” a la amargura de fábulas enormes, a vernos de perfil. Levantado está el cadalso donde ajusticiar al miedo.

II

Soledad

En una reclusión de los ardores, volcán maduro, hebra sin costura y dos mutismos, son muecas aéreas. Soledad sin habitar cuerpos es seca bruma, convulsa página brutal de estas historias.


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III

Reencuentro

Recuperar el tacto, invadir mundos no develados sin determinar hasta dónde. Detenerse a mirar el cielo y volar desde la ventana en algo que ha cambiado. Vernos despojados de vocablos, ahondar con el dedo el contorno expresivo, inaugural. Bostezar satisfechos y estirarnos despreocupados a jugar ajedrez sobre la alfombra. Sentirnos desnudos. Únicos seres olvidados por el mal, aunque de repente, deba regresar a la oficina.

IV Saciedad

Después de la tensión de carnes y vuelos, el instante persuasivamente eterno se presenta. Bien lejos han quedado mordiscos intentados caricias livianas audacia de labios y oscilaciones de la cama. Son geografías calientes, lejana lengua exploradora y un gemir satisfecho en ahogo instantáneo. Desde la hondura de las piernas, casi es un testigo el semen derramado.

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V

Identidad

Te percibo muy de a poco. Aire de cadencia registran mis oídos, lucidez del cuerpo hasta el final. Fue tanta espera. Descubrirse ante el vidrio traslúcido y darme, fue ansiedad, deleite anticipado, el roce de mi pierna mensajero, roce boquiabierto, memorial. Sentirse libres, inusitadamente en los relámpagos. Develamos siempre quiénes somos, a galope irrefrenable, a esperma cierto, a resucitar en la hembra o boca abajo.

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Viajes I Ese prolongado irse a la montaña, refugio inocultable de radal del estío, inclinada a observar cómo crece la zanahoria en las intimidades de la tierra y juguetea la luz en flor o la manzana. Reingreso a esta excursión de vértices corpóreos, percepciones colgadas en el ala del ángel que no se ha ido.

II Tu historia en el lomo cauto de la piel. Poros que se abren. Avidez y cordura. Manejan temperaturas de avance que luego retroceden, por los miedos. Historia cejijunta me dibuja la arboladura de tus pensamientos con gaviotines de mansedumbre. Es aporte habitual de tu ternura. Para no ser verdugos de la esperanza, esa aves ex-convictas decidirán desbarrancarse en otra porción de la tierra.

III Delata mi tristeza, nadie te nombra en mi presencia. Ya se: soledad es darse cuenta que no se tiene ya a quién esperar.

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Otros miedos

I Juntos en la mañana, callo por nosotros. Cantar casi con acento quieto, último resabio vulnerado, decepciones al garete, callejeras ambulantes de un ser crepuscular inadvertido. Cae el canto callado por acantilados del sur. Despedazado.

II Relumbrarán las nieves de paz extraña, meditaciones lacustres edificarán otra sensación y sabrás que no estás sola. Octubre ha comenzado y te levantarás por encima de dudas en ruinas. Para hallar un punto en el espacio, hemos geométricamente escrito cortezas que nos guardan. Allí pensaré en vos mientras se incline el tallo leve y el tulipán se mueva.

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III Sólo por pensar en tu muerte, temblaron vértebras de un pensamiento, celos de una mano impune que pudiera poseerte. Todo se conmovió en congoja de edades superadas por migajas afectivas, tramos ligeros, opacos de selvas y cavernas. Efímera estructura que habitamos. Imperceptible ser, guijarro y hoja, recupero mi voz ante la tuya, inesperada en el teléfono o aquí, a mis espaldas sobre el aire. Se aleja el miedo y nada importa.

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Despedidas I Podés decirles que nos hicieron polvo. Rostros embozados tras máscaras patéticas sonríen en sus babas largas. Destrucción de gestos cotidianos, códigos comunes y anhelos largos, con tal de violentar las noches, asumieron el golpe y la artimaña. Así lo consiguieron. Algo hay que hermana más acá de la bronca y la sospecha. Sueño posible del imposible declarado. Nos cruzaremos en ceremonias y miradas ciegas, y al vernos -marcha y banderael ala del ángel de toda multitud -sudores y consignashallaremos designios y contestaciones. Exento del fracaso sé que estarás en cada abrazo compañero.

II Profetizo. Me engaño con un regreso imaginario, despilfarro insatisfecho y la cara caída en los talones. Tengo que respirar profundo, registrarte en los gestos, actuar como si nada y cerrar una puerta, definitivamente. _________________

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OTRAS PARTIDAS

“Tiene la línea ausente del crepúsculo y no sé cómo llora y se disgrega." (Nicandro Pereyra)

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Reiteración Borrachera constante. Acicatear la carne y enmudecer la mente y su reclamo, sólo te sirvió para aumentar el reclamo de tu carne, amordazar la mente. Limo y sangre. Cuajarón que alguna vez devorará a la bestia que llevamos.

Tres amigos y sus circunstancias I

Carlos Eduardo

Carlos mira por la puerta clausurada evoca a una mujer sobre las teclas desplegando ese triste de Aguirre, número tres. Raro tapiz de pentagramas bajándonos por la inclinación de los laberintos. Mediodía de helechos y de algas, donde el vino escapó instantáneo con la vecindad de la guerra. El mar corta aires de salitre. Apretujado en la trinchera del catorce, idéntico violín germano, no esquivó ni tu mano, ni tu barba, ni tu arco. Después, les regalé fantasmas esferas lejanías en lo único que les puedo dar: las palabras.

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Nadie resigna su destino ni escupe hacia arriba, sin mojarse. Muy lejos llora aquel piano todavía...

(al violinista Carlos Eduardo Alabart)

II

Oscar

Color inerte y menoscabo. -Déjenme música -dijo. El Riachuelo juntaba mugre y el reflejo lunar, presagiaba un drama urbano. Decepción que hacía su juego y reflejaba en paredes, flashes de nebulosa existencia. Mitigó sensaciones el colchón al suelo. Una ramera era silbada por desahogo. Silencio total sin domingos matinales, olores definidos o globero. Miserable estancia consumada, ausencia de un gol o un carnaval ganándose las calles. Pink Floyd mano sentenciosa reflejo intruso, hasta que una bala le llevó la vida.

(a Oscar Raúl Molla)


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III

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Michael

Vos sos de los que se mueren después que yo, como al descuido. Señales de energía acumulada, músculo compacto, aurora reciente que se anuncia irreductible y permanece. Sos de los que siembran hijos con los ojos y enamoran la vida a puro beso. Julieta desgaja el viento tus ternuras y Nahuel-pestañas se volvió mi ahijado. Ah...este parentesco que hacemos los hombres desde un exilio recio de la crianza, cara a la mañana de ballena en celo. Vos que ya partiste, decime por favor: ¿cómo es un ángel?

(a mi compadre Miguel Angel Sosa)

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Puntos suspensivos I Te pido demasiado: amarme. No me contestes, no quiero que mientas.

II Sé que me ayudarás a morir. Ya lo estás haciendo.

III Seré un hombre formal, me pondré una adecuada sonrisa y saldré a la calle.

IV Ejercicios de palabras apuntalan vigas de un estremecimiento, verbos esmaltados en esperas, quebrantos ocultos sin pudores. Aún más, un ángel y su partida de historia inconclusa. Nada destruye el pasado y sus marcas. Nadie puede arrebatarnos nada aunque todo transcurra y la muerte llegue.

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Hay memoria (algo ineludible)

A los jóvenes para que mantengan la memoria. A Ester y a Carlos René. A los compañeros caídos.

LIBRO SEXTO


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LA

NOCHE (1976 - 1983)

El hombre enfrenta bestias de inacabados rostros pestilentes. El hombre, siempre el hombre, busca su destrucción como la hoguera. (Del autor)

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De los robos Ya te robarán sueños con destellos precarios o las luciérnagas de bronce, las policromías, los juegos situados en la sonrisa llana, los vientos huracanados, los días y las noches, los mares, los acantilados y hasta los cormoranes. Ya te robarán impunemente a ritos de dinero, a pasos cortos, a entrega, a tentaciones. No los dejés cometer el despojo. La complicidad habita la desmemoria. No los dejés hermano, devorar tu ingenuidad con esa boca abierta de risa forzada.

Se lo llevan Reitero un grito para que comprendan. Se hieren espacios de persiana baja. Permanecen anulados, seducidos por TV. Otro grita en la noche. Nadie es eco. Reitero mi grito. Evanescente. El prójimo devora al prójimo con su indolencia bruta, sugestiva. Por algo será.

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Seguir

(A los caídos)

Yo estaré muriendo gota a gota, sin alardes. Solitariamente asombrado de las luces a mi alcance y no podré compartir ese momento. Vos serás la pesadumbre de verme partir sin darme vuelta. Alguien nace para proseguir la lucha.

A tu exilio Está el artero agazapado, nosotros, la paciencia. Está el siniestro y su ambición, nosotros, la paz obrera. Está el esclavo y opresor, nosotros, bandera desplegada. Está la embriaguez del poder, nosotros, poder del pueblo. Está el fusil que apunta, nosotros, pechos por coraza. Está la bala en vuelo, nosotros sueños grandes. Sólo resta: nosotros menos ellos.

(a Bidu y a tantos...)

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Niño que camina Veo dolor en mi gente. Mi Juana desespera a mediados de mes, él no ha alcanzado la posibilidad del puesto. Hay un niño en el aire, percibido en los ojos de una ciudad que se retuerce, en la angustia larga de manos vacías y camina por la barda petrolera y el riesgo, se escurre en los campos inactivos e intenta un juego en la fábrica cerrada. Hay un niño con hambre, entonces la poesía se avinagra en la mañana, entonces escribo “Perón” por las paredes.

Mujer pobre Casi un mendrugo era precio de su entrega. Palpitaba la vena cava, sonajero vital envuelto en siete pieles de pobre. Para seguir su vida ofrece en devalúo lo único que tiene para negociar. Así una infancia se cambia por esperma. Nadie se da cuenta. Nada cambia. Una población que crece por las calles, el culpable duerme, inadvertido.

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Adviento Una mera constancia de mutismo, papeles y sellados anuncian la llegada de tu hijo. Miro al trasluz el día y oigo el sonido espacial de estrellas. Del Universo, su único latido se reúne en la armonía de tu vientre. Los encanecidos somos esos hombres que superan los umbrales de ver sobre tus ojos, un mensaje total que no tuvimos. Aclara el día. Este destello vital derrota toda condenación, toda sospecha, con un rasgo de verdad, con la esperanza.

(A Carmen, 1982, cuando la jefa de la intervención dijo: “las voy a hacer coser a todas”)

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Dictaduras I Qué procacidad querer describir el dolor. Cómo entender este miserable espasmo atravesado en eléctricas torturas violadoras y la muerte. Cómo bajar la guardia intelectual que explica todo y esponjar el sudor sanguinolento y los terrores para finalmente enfrentarse a la vergüenza. Sigo viendo tu nervio militante prendido en ideal desde la nuca, los esbirros juegan a los dados tus banderas. Lo dicho: dentellada feroz para ser fuertes, cara o cruz, relumbre en el bosque a plena noche, por boleto escolar o por los lápices.

II Te donaron cuentas de colores y alaridos a cambio de tu paciencia y tu mutismo, pueblo. Delimitaron tu pradera mental y te nombraron, quieto eras mejor que en movimiento. Callaste ante los blancos dioses siglo veinte. No importa, aún hay tiempo. Si te pegan en una mejilla ofréceles la otra revestida en acero, así sabrán lo que duele.

III Vientos atenuados como una sugerencia de la paz. La guerra ha dejado rostros destrozados y el acíbar raspando las gargantas. No nos dejan llorar ni sepultar muertos. Malvinas vomita a los traidores, los condena.

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IV Proceso. Vida encajonada y tablas numerales. Prolijidad para el sometimiento. Pelo corto. Trágicos ángeles caídos de la profecía. Hijo, caminá sin muletas ni obediencia, no nos quebrantarán unidos, unidos, unidos.

V Después. Subdividido país, casa con agujeros, rendijas exhibidoras de la tormenta, mueve una mano para definir su historia.

VI Valle de los Altares - (Chubut) Este es el valle que tiene sus altares. Ferruginoso y agreste, uno sólo uno, semeja la mesa del pueblo, esculpido por alientos y pesares. Tiempo adverso. Mi historia de inclemencias y de marchas, sangre de víctimas elevada como ofrenda, dibujan los perfiles de esa mesa. Late la piedra y la memoria. Late la evocación de los sepulcros. Late en vos o en mi y nos convoca, entonces, muertos y vivos, jóvenes y viejos, con la consigna de seguir vamos marchando.

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Ay Evita si supieras... Amagó con caerse. Estaba suelto, marioneta con hilos cortados. Las resistencias dieron su abandono y sin un suspiro paró en el suelo. La alameda se movió en redondo y fue verde girante. Sol de marzo. Algo disparado en el aire como reventón de murra en boca seca, se pasó la lengua y pensó en su madre, vio el pasto que llegaba al ojo y recordó asombrado brevas y aromos. Sabía que por otro lado, alguien se arrodillaba por no gastar sus zapatos. El tiro le abrió el pecho y quedó con la boca abierta, intentando hablar. Le taparon la cara con un cartel N. N. y era nuestro. Sigue siéndolo.

¿Nunca más? Este vacío de silencio estremecido tiene aristas agudas y sus filos. El dedo acusador de miserables yace cercenado, involuntariamente.

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Amnistia, Punto final y afines (A las Madres de todas las Plazas)

Resueltos los caminos del tormento, un rayo de luz intenta un juego en la hondonada del espíritu paciente. Callan los clamores venidos desde abajo, mientras multitudes de espectros vacilantes retoman el único paso capaz de darse cuenta. Las tortugas han resguardado sus cabezas en protectores de impunidad y complacencia. ¿Qué diremos a las preguntas de los hijos? ¿Qué cara se tendrá para mentirles? Existe una respuesta ineludible, nuestra.

1984 / 1992 Dicen: la libertad no se irá, lo escuché en la calle. Hubo un tumulto debajo de mis rulos. Hubo una agitación y un te quiero. Atrincherado sol de mi bandera alumbrarás definitivamente cuando nadie esclavice su estómago, clausure guardapolvos o sus canas. Dicen: la libertad. Dicen, nomás.

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DE OTRAS TRAICIONES

“Generales traidores: mirad mi casa muerta, mirad mi España rota: pero de cada casa muerta sale metal ardiendo en vez de flores...” (Pablo Neruda- De “España en el Corazón”)


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Monólogo de un tonto santiaguino (Escrito en Septiembre del '73)

Vengo de la calle, hermano, ya hay signos de nueva primavera, allí nomás, doblando la avenida, como flores abiertas y en silencio, se abre en boquetes “La Moneda”. No sé qué pasa con la gente. He visto un brote negro en la bandera, no lo quise creer ¡cha! que rara primavera. El sol es fuerte aunque venga del Este de vez en cuando, un viento helado que te hiere la carne y llega al alma. ¿Curioso, no? Anoche creí ver mientras recostaba un sueño, un montón de cóndores negros que del mar al Ande, se precipitaban. Y la tierra, acompañando el vuelo, tenía un temblor siniestro, grande. Y yo, un tonto santiaguino, sentado en el trono de los fuertes. No entiendo qué pasa con la gente, como locos hablaban y caían envueltos en escamas rojas y sin vida. Por una ventana acaso ví Santiago, oloroso a azufre o a vino ya pasado y me asusté por la pistola en la mano. Así fue que un dolor profundo y una racha me hicieron mirar la piel donde brotaban copihues rojos llamarada. Sentí que me hermanaba al viento y a la roca hasta quedar cubierto de pasto. Nada. Vengo de la calle, hermano, ya hay signos de nueva primavera, allí nomás, doblando la avenida, como flores abiertas y en silencio se abre en boquetes “La Moneda”.

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Mi canción por Pablo (Escrita en Noviembre del ‘75) Tengo sal en labios secos, miro la cordillera y pienso cada silencio y bronca de mis hermanos chilenos. Pablo de la Isla Negra, de tu España dolorida, de esta América cansada de tanto sojuzgamiento. Tejes siempre tus palabras a mensajes de la lucha, esperanzando salidas sigues viviendo, viviendo. Tu verso se agita inquieto y lo grabamos a fuego, en helechos de los bosques o en oceánicos misterios. Llovizna trae tu verso que en las almas toma cuerpo y es conciencia entre los pobres, puñales del escarmiento. Esta bronca ilimitada reventará sin quererlo, como revientan las uvas en la boca del sediento. Cantan por Chile los grillos de la selva valdiviana, para que a todos nos duela cómo Chile se desangra. Ay Pablo de los viñedos, como se mueren los pájaros en las manos del infame o en los ayes de tu pueblo, desintegraste tu aliento entre tantos compañeros. Se señala a los traidores resistiendo, resistiendo.

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Dos Pablos (Escrito en Pto. Madryn del ‘84) a Pablo Neruda y a Pablo Luis Nahuel Sosa Iodo y sacramento del sol. Huellas instantáneas, móviles. Ecos de pelota al girar sobre las cabezas. Murmullos reiterados. Arenas vivientes por espumas de gaviotas. Pablo suele crecer de repente. Toma de la mano al otro Pablo de Valparaíso. Pablo recién asoma al sol. Pablo de la uva fresca es parte del sol. Algas esponjosas, erizos extraños, salitre en las narices, todo lo ha llevado la marea. El grito no existe. Murmullos que suben de los pies a la cabeza. Pablo crece y juega, Pablo se desdibuja y vuela a su cuna. Vendrá pronto en esta ensimismada hora de la tarde. Infancia de botamangas levantadas, de pies mojados. Pablo me sigue, sin palabras.


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De Maturana al Sur (Recuperación de la democracia chilena) (al poeta Eduardo Palma Moreno - Neuquén)

I Salvador recuenta plegarias obreras y los mutismos, observadores de lunas, echan sobre aquél Sur, su fina lluvia. La eternidad desplomada boquiabajo sobre la Araucanía blanca y verde, esculpida en copihues y pehuenes. ¿Le sirve a Salvador su conversión en símbolo místico o código de humildes ?

II Sucesivos ataques, metrallas de telón de fondo, rancios olores y las multitudes preñadas ya de esperas. Salvador piensa sobre los Andes. Único privilegio de cóndores y pueblos. Veo en la luz matinal evaporarse la noche y el gas de corregentes. Esa gente que vuelve aunque, sea otra gente. Las banderas. Salen las banderas desde los suburbios, desde lo insular, Montt, Temuco al Sur, traficada de gozo la frontera, Valpo y su bahía iluminada como una gaviota. Regresan desde los dolores. Iquique, Anca, Pablo y los cuatro mil del estadio y los estudiantes bachilleres alumbrados por las balas. Emergen desde los trabajos obreros en Santiago fundando un alba prometida. Las banderas, otra vez las banderas, por fin.

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III Salvador rehúsa residencia en la Alameda y extiende su coraje y reciedumbre, por la tierra negra y las araucarias. Quiere imaginar mi Eduardo Palma que el tirano escapa al Norte, que ha fenecido el paleolítico siglo veinte, que los partos no se hacen más a gritos. Alerta, Eduardo, alerta. El Petrohué nos hará esmeralda las miradas mientras soñemos con los finales.

IV América del Sur, su incertidumbre. Hambre de nítidos futuros populares, pugna semental para engendrar la fe. Los tiranos clandestinos se reparten ganancias, se protegen. Elaboran sus retornos. ¿Seremos fuertes sobre el abismo como el agave de un puente indio? Vigilemos, Eduardo, vigilemos. Intentarán degollar de nuevo nuestra primavera.

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EPÍLOGO

Después de todo, esto de las palabras es nada más que la indigencia de no poder decirlo todo, tan sólo con el alma o con el cuerpo... como todos.


D.B.Berón –“ Patagonia:Hasta la Última Lucidez del Equilibrio"

DAMIAN BRUNO BERÓN El Hoyo - Chubut Poeta y escritor, profesional bilingüe de turismo y profesor de idioma Portugués, ha nacido en Alto Verde (Santa Fe) en 1948. Vivió 23 años en Bs. As. y hacia 1977, se afincó en Puerto Madryn, residiendo también en Rawson, C. Rivadavia y desde el ’86, en El Hoyo. Por el perfil de su obra poética y actividad en congresos y encuentros de escritores, es considerado entre los autores del Sur del país. Obras publicadas: “No Me Pregunten Por Qué”(1981/83), “Recuperar la Palabra”(1984), “Bolsoneros: cuenteros y vereseros” (libro compartido-2004), “Patagonia: Hasta la Última Lucidez del Equilibrio”(dos ediciones – 2005 / 2006) obras y artículos especializados publicados en revistas, tv y radios del país. Obras inéditas: “Catálogo de Sensaciones”(1994) y “ En legítima defensa”(1999), en poesía; la novela“ Del Taxi-boy a la Tierra Revelada” (1990/98), los ensayos“ Puerto Madryn: destino de desembarcos y poesía testimonial”(1992); “ Turismo y Cultura: Hacia una Argentina del Tercer Milenio”(1998) y la revista “Discover”de promoción turística estratégica (1998). Administrador y político cultural .Fue director de Cultura en Puerto Madryn, C. Rivadavia y El Bolsón, subsecretario de Cultura de la Provincia del Chubut, miembro del directorio del Fondo Nacional de las Artes por Patagonia con actividades en Cancillería. Es docente en la Escuela de Nivel Polimodal Nº 734 de El Hoyo. Conferencista de temas culturales y literarios. Ha sido jurado de diferentes certámenes artísticos.

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