A TU PASO
NAZARENO… Cada vez que el aroma a corozo y el compás de las marchas fúnebres llegan a mis sentidos, también florecen en mi mente todas aquellas expresiones de fe propias de nuestro país y principalmente de este cuatro veces centenaria Antigua Guatemala. Pero en especial recuerdo el paso acompasado y lento de las andas de cedro de ochenta brazos del Nazareno de la Merced, que recorre imponentemente las calles de nuestra Ciudad vestido de lujo cada Domingo de Ramos. A las afueras de la Iglesia un mundo de gente reunida para ver salir nuevamente del Templo de Nuestra Señora de la Merced, la imagen que durante todo un año han esperado volver a ver, cuanta fe derramada en alfombras de flores y serrín, cuanta demostración de penitencia reflejada en cada uno de los rostros de hombres, mujeres y niños que esperan el paso del impresionante cortejo procesional de “LA RESEÑA”. Y llega el momento, el Nazarenos que nos recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, está allí nuevamente frente de todos nosotros…el adorno es lo menos esencial, el luce su imponente figura cargando la cruz a cuestas, cruz que debería llevar cada uno de nosotros y así aminorar el paso que El lleva hoy sobre los hombros. Camina cada calle empedrada y es como si el tiempo no hubiera pasado, como que la Ciudad dormida por los siglos aun recordara que en ella existe un Santo Hermano Pedro de San José de Betancourt que a la media noche le rezaba al Nazareno mercedario, como que si en los balcones de cada una de las antañonas casas aun pudiéramos escuchar el relato de nuestros abuelos y padres explicándonos que esa es la imagen viva del Cristo Redentor.
barroca fachada de la Parroquia de San Sebastián, cargado de esas 80 almas que seguramente tendrán por primera y única vez en sus vidas el honor propio solamente de nuestra Ciudad, de llevar en hombros hasta el final de la nave lateral izquierda a nuestro Jesús. Que dicha y que gozo saber que el ha llegado a su templo, pero al mismo tiempo que bendición más grande saber que dentro de unos días podremos volverlo a ver; el lujo se transforma en sencillez, las joyas y el esplendor en un ropaje púrpura y una cruz rustica, que realismo más conmovedor… ese es el Viernes Santo en la Antigua Guatemala, metros y metros de alfombras que se entrelazan, filas interminables de cargadores de morado portando la tradicional lanza mercedaria, y una matraca que anuncia que nuestro redentor esta a punto de dar su vida por nosotros. Con esos detalles ¿quién no pude sentirse apesarado por el dolor que Cristo esta padeciendo?, con esas muestras de tradición y misticismo ¿Quién no puede sentirse envuelto por la fe y tradición Antigüeña?, y más aún cuando sobre el rústico camino de piedras y espinos la imagen mercedaria nos hace derramar lágrimas hechas oración, suplicas que se mezclan con el aroma a incienso y mirra, y recuerdos de Semana Santas pasadas, que ya no volverán.
Y así llega al sonar de las once campanadas del arco del convento de Santa Catalina, nuevamente al frente de la Fotografía: Pablo Burmester
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LA RESEÑA
REVISTA CUARESMAL