Aquí el reporte: Increíble, pero los tres estamos vivos: El ahora General de División EP Roberto Dianderas Chumbiauca, el entonces Suboficial FAP Santiago Torres y el que escribe estas notas, Alférez FAP Mario Muñiz Ortega, ahora Teniente General FAP Piloto en aquel vuelo. En helicóptero Alouette III del Cusco a Patria-Puerto MaldonadoAposento-Iberia-San Juan del Oro-Sandia-Juliaca-Quincemil-QosñipataCusco. Los conocedores de esta ruta, que alguna vez vieron esa selva, podrán dar fe de que ese vuelo fue absolutamente arriesgado. Narraré las circunstancias y haré hincapié en la desesperación del Comandante del Escuadrón de Rescate N.º 71 del Grupo Aéreo N.º 31, el entonces Mayor FAP Javier Oswaldo Cabrera, para evitar un accidente fatal. El helicóptero estaba a mi mando y el mecánico era el Suboficial Santiago Torres. En ese vuelo se demostró cuán importantes son las comunicaciones y las órdenes escritas y cuán ciertos eran los comentarios de Garbe. Estábamos volando como en los años 20 o 30. Los medios de información habían magnificado las virtudes de los helicópteros, ocultado sus defectos y minimizado los riesgos. Antecedentes de esta operación: Habíamos volado en el helicóptero Hiller H23C y el Bell 47G. Y el Alouette II, aeronaves que para travesías largas eran montadas en plataforma de un camión o en tren para los vuelos de altura. Nuestra experiencia en navegación era por contacto. Ni pensar en horizonte artificial, radio compás, ni radio HF. Solamente teníamos VHF en el Alouette II y la capacidad de carga era crítica. Nuestra navegación
por contacto se facilitaba por las referencias en el terreno, cada cerro o montaña con características singulares nos permitía ubicarnos. En 1962, llegaron por fin los Alouette III, una “verdadera maravilla”. Con ellos se podía cruzar nuestra cordillera. Volaban hasta 21,300 pies. Mientras volábamos en dos helicópteros Alouette II, el Mayor Eugenio Waltersdorfer y yo, en la tarea de abastecimiento a los Puestos de Vigilancia en la Cordillera del Cóndor, los demás pilotos recibían instrucción en los recién llegados Alouette III, y cuando regresé a Lima mi instructor fue el Mayor Cabrera; en ese tiempo, en uno de los Alouette III. El Escuadrón de Rescate N.º 71 del Grupo Aéreo N.º 31 funcionaba en una barraca de las instalaciones de TAM en Córpac de Limatambo. El equipo de radio estaba ubicado cerca del escritorio del Comandante, de tal manera que los diálogos con las tripulaciones en misión eran escuchados por todo el personal. En cierta ocasión, escuché que el Alférez José Cavero le informaba al Mayor Cabrera que para dar cumplimiento al plan de vuelo propuesto por el Comandante General de la cuarta Región Militar en el Cusco, General Dianderas Chumbiauca, solicitaba un piloto instructor. El Mayor Cabrera le contestó lo siguiente: “No se preocupe, usted ya tiene mucho tiempo en el Cusco, por lo tanto lo va a reemplazar un piloto que no necesita instructor”. Días después recibí la orden de viajar al Cusco para relevar al Alférez Cavero. Llegué al Cusco, conversé con el General Dianderas y trazamos el plan de vuelo. El itinerario era Cusco-Pilcopata-Puerto MaldonadoAposento-Iberia-Puerto Maldonado. San Juan del Oro-Sandia-JuliacaSandia-Pilcopata-Cusco. Me comuniqué con Lima y me contestó el Jefe del Departamento de Operaciones, quien me manifestó que dicho plan de vuelo iba a ser sometido a consideración del Estado Mayor del Grupo N.º 31 y luego, casi inmediatamente, me comunicó que el plan de vuelo había sido aprobado. Pedí que la aprobación me la hicieran por escrito. Me respondieron que no era necesario y me ordenaron que procediera.
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UNA ARRIESGADA MISIÓN
Alférez conduciendo un alouette III sin radio por una ruta desconocida en plena selva. En la zona más peligrosa del Amazonas. Interminable bosque tupido, sin esperanzas de recargar combustible.