Libro Hermanos Aguirre

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La fábrica de Bellavista estaba dirigida desde 1860 por Domingo de Aguirre, después de pasar un período de aprendizaje en las oficinas centrales de la Casa en Tepic. Domingo también sufrió en carne propia los excesos de la guerra y casi le costó la vida en el período que se hizo cargo directo de Bellavista. Pedro escribía en abril de 1861, todavía asustado, que para corroborar las tristes noticias de la última diré a usted que los serranos anduvieron toda la semana pasada por estos alrededores en un número como de setecientos hombres. Entraron en Bellavista (en la ranchería) como sesenta, los cuales mataron a tres infelices operarios e hirieron de gravedad a otros dos, hasta llegaron a tenderle un fusil a mi hermano Domingo, pero no le tiraron... Gran parte de los sinsabores padecidos en este período fueron mitigados en gran medida por las noticias que recibían de España. Sus cuatro hermanas habían crecido y tomaban la pluma para conversar con sus hermanos desde la distancia, y participarles sus inquietudes y las importantes menudencias que formaban parte de sus vidas. Siempre fueron conscientes de los peligros que acecharon a sus familiares, y cuando las noticias de América escaseaban, les hacían ver con gran compresión que estaba con ellos: sin ninguna de vosotros, os escribo ésta con muchísimos deseos de tener la vuestra cuanto antes, para quedarnos satisfechos sobre la causa o motivo de Regadío en una plantación de caña.

no escribirnos en estos tres paquetes, redactaba Josefa, la mayor de las chicas, en marzo de 1858. La tía –Jacoba– también ha escrito muy corto por esa revolución de Méjico y sé que estáis todos con salud. A continuación explicaba que el invierno berangués había sido más duro de lo esperado: Ya hemos pasado la nuestra con dichosas enfermedades, Leona, Mercedes y yo, las tres a un tiempo. La chiquitina –once años– la ha tenido pocos días y Leona también se levantó al de dieciocho días, pero la mía bastante larga con tres recaídas; en la primera treinta días de cama. Un poco de sopa es el alimento que tengo después que llevo ya sesenta y ocho días; es una enfermedad muy cansa para facultativos y para todos los de casa. La madre no pudiendo atender, y sin descansar en las noches hasta que vino la tía de Manene, que hizo tres semanas. La salud y la seguridad personal era el tema constante de sus preguntas. La primera, porque eran concientes de que el clima y la topografía centro mejicana eran propicios a facilitar la incubación de enfermedades. El calor de la comarca se convertía en el mejor caldo de cultivo para que se desarrollaran infecciones para las que todavía no había medicamentos. La segunda cuestión venía derivada de la propia guerra. Por eso, saber que estaban bien conmovía a sus familiares. Mis muy queridos hermanos, hemos recibido la vuestra con muchísimo placer del 19 de mayo pasado (1858); vemos por ella que disfrutáis de una completísima salud en compañía de vuestros tío, la tía, Juanito y todos, que es lo más esencial. Nosotros disfrutamos del mismo beneficio. No os escribe el padre porque hoy hace

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