Empecé a leer a Patxi Irurzun con sus impagables colaboraciones de “Rubio de bote” en el suplemento ON del Diario de Noticias. Textos cargados de ironía y de un sentido del humor muy particular con los que uno se reconoce fácilmente. Quizás ayude la cercanía geográfica (Patxi nació en Iruña, incluso vivió una temporada en la Rochapea), la generacional (él debe andar por los cincuenta y pocos) y también cierta coincidencia con sus puntos de vista, filias y fobias personales. Luego pasé a buscar sus libros y comprobé que Patxi ha trabajado una gran variedad de géneros: desde sus columnas periodísticas hasta sus novelas, pasando por relatos cortos, literatura infantil, libros de viajes, crónicas… Como en alguna otra anterior, sus dos últimas novelas están escritas en forma de diarios. Un formato en el que se le nota cómodo, que le permite pasar sin dificultad de un tema a otro o de un registro dramático a otro más humorístico y donde su prosa y su estilo fluyen con naturalidad. El protagonista o “autor” de esos diarios, tanto en “Tratado de [h]ortografía” como en “Chucherías Herodes”, es un cincuentón en Jamerdana (la misma ciudad ficticia donde transcurren otras novelas y cuentos de Patxi, con muchos parecidos sospechosos con la capital navarra). En su juventud, fue el cantante de “Los Tampones”, un grupo punk que en los ochenta protagonizó un escándalo televisivo con el único de sus grandes éxitos, “Estamos contra las reglas”. En los diarios se van mezclando los recuerdos de aquella época, en que el protagonista aborrecía el mundo de sus padres, con la vida actual en que se siente aborrecido por sus dos hijos adolescentes. Podríamos hablar de una autoficción pues algunos de los rasgos y experiencias, pero no todos, del personaje coinciden con los del propio autor. Cuando se rememoran aquellos ambientes punkies o rockeros, con música de fondo de Tijuana in Blue, Eskorbuto, La Polla Records, Hertzainak, Barricada… parece claro que Patxi ha tirado de sus propios recuerdos y sensaciones, aunque él no fuera cantante sino uno de tantos jóvenes de aquellos tiempos. Recuerdos o sensaciones donde no se idealizan, más bien se desmitifican, aque-
lla época y sus protagonistas. Es una mirada honesta, a veces algo triste pero no exenta de su característico humor que alguien definió como tierno pero cabrón. Así, el “Tratado de Hortografía” se subtituló como “una novela sobre el Rock Radikal Vasco” y probablemente eso ayudó a su gran acogida. No obstante, tanto en ella como en “Chucherías Herodes”, que viene a ser su continuación, hay bastantes más temas. Algunos no tan locales, unos de actualidad, como la precariedad laboral, y otros de los intemporales, como la brecha generacional o los problemas de comunicación con los hijos, el paso del tiempo… También abundan los guiños a otros asuntos más particulares como pueden ser las dificultades para vivir de la literatura, algunos autores admirados (o lo contrario), la propia pandemia (durante la que transcurre la segunda de las novelas) o la música trap que también cuenta con figuras y seguidores entre la juventud actual… de Jamerdana. Y es que hay mucho de juego entre la realidad y la ficción en estos dos recomendables libros que no parecen aspirar a ser la “gran novela” de su autor pero que perfectamente podrían ser las dos primeras piezas de una serie más que interesante, no solo para quienes éramos jóvenes en la Euskadi de los ochenta. Chucherías Herodes también incluye una serie de códigos QR que facilitan el acceso a vídeos y curiosidades sobre el RRV. Copiando la idea, dejamos aquí alguno para quien quiera informarse mejor. SARGANTEJA
Kolaborazioa - Colaboración
Tratado de [h]ortografía y Chucherías Herodes: dos novelas en torno al Rock RadikalVasco
azaroa - noviembre
EZKABA Noviembre 2021.qxp:Maquetación 1 03/11/21 09:28 Página 23
23