EDITORIAL En esta edición hemos recibido muchas propuestas para que pudiera entrar al Libro Pímez de la Fama el virus que ha cambiado nuestras vidas en 2020, pero le hemos negado el acceso a las listas Top 10 de la fama, porque no cumplía los requisitos necesarios para entrar a dichas listas. Todos estaremos de acuerdo en que durante los últimos meses el nombre más famoso y más veces pronunciado por todos en todos los sitios era un total desconocido hasta que empezó a generar tragedias, traumas y miedo. Como decía, hemos recibido muchas propuestas a “nombre famoso” para el virus, aunque las hemos rechazado sistemáticamente por el mismo motivo que rechazamos los nombres de gente que se hizo famosa tras haber asesinado a alguien, ya fuese por fanatismo de algún tipo o por accidente de tráfico. Algunos de esos asesinos se hicieron famosos después de una tragedia gracias a que ciertas cadenas de TV se dedicaron a pasearlos por los platós, como hienas y buitres que comparten el cuerpo de la víctima, elevándolos con su falta de ética y responsabilidad social a la fama mediática sin más éxito que generar muertes.
La fama es un concepto relativo que a menudo está asociado erróneamente al éxito, y aunque sin duda tener éxito acarrea ciertos niveles de fama, tener fama no siempre implica niveles de éxito. Por eso, el Libro Pímez de la Fama tiene como premisa que los nombres que se pueden inscribir como candidatos cada año no deben haber alcanzado la fama a partir de una tragedia o de provocar traumas sociales. Para concluir, simplemente comentarles que la estrella de la Fama Eterna que colocamos en la contraportada, en esta edición es para Oprah Winfrey, por su fama mundial por décadas, algo mucho más meritorio si consideramos sus inicios a principios de los 70, y las barreras que tuvo que superar por ser mujer, victima de abuso sexual infantil, negra y del Estado de Misisipí. David Carrascosa Mendoza Director y editor 4
