La eutanasia (del latín euthanasia y griego antiguo εὐθανασία /euthanasía/, «buena muerte», «muerte apacible», o lo contrario de distanasia) es la intervención deliberada para poner fin a una vida sin perspectiva de cura2. La eutanasia se practica tanto en humanos (medicina) como en animales de otras especies (eutanasia animal en veterinaria).3
Definición
Eutanasia
En los países donde está legalizada su práctica, la eutanasia se realiza a petición reiterada del paciente y con la supervisión de un equipo médico. El procedimiento es libre, autónomo, voluntario, intencionado, reflexionado y consciente,6 en el caso de que esta circunstancia no sea posible, cuando el testamento vital del paciente lo indique explícita y claramente.7
En medicina la eutanasia es la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de ésta, y en un contexto médico. Actualmente no procede utilizar los términos “Eutanasia involuntaria”, “Eutanasia pasiva” ni “Eutanasia indirecta”, porque son situaciones ajenas a esta definición de eutanasia 45
Etimológicamente hablando, eutanasia significa: muerte apacible o muerte sin sufrimiento físico, favorecida por otros. Es antónimo de cacotanasia
Al igual que otros términos tomados de la historia, la eutanasia tiene diferentes significados según su uso. El primer uso del término se encuentra en los textos del historiador Suetonio (c. 70 post. 126), quien describió cómo el emperador Augusto (63
Etimología
La eutanasia debe diferenciarse del suicidio asistido, cuando es el propio paciente el que lleva a cabo la administración de los fármacos para acabar con su vida. El suicidio asistido es legal en jurisdicciones diferentes a la eutanasia
La palabra eutanasia proviene del latín científico euthanasia /eutʰanásɪa/, y este del griego εὐθανασία /euθaɳasía/, está compuesta por el prefijo εὖ /eu/ ‘bien’, ‘normalidad’; la palabra θἀνατος /θánatos/ ‘muerte’ y el sufijo sustantivante ~σίᾱ /~síaː/.7 El morfema εὖ /eu/ ‘bien’, ‘normalidad’; está vinculado a la raíz indoeuropea *wesu~, ‘bueno’. Está presente en los neologismos aneuploide, eubacteria, eucalipto, eucáridos, eucariote, eufonía, y muchos más.8 El lexema θἀνατος /θánatos/ ‘muerte’; está vinculado a la raíz indoeuropea *dʰ(u)enh₂ ‘muerte’. Puede vérsela con ese mismo significado en: tanatología, tanatopraxia, tanatonauta y tanatoideo(a), atanasia, cacotanasia, ortotanasia, distanasia.9 El gramema sustantivante ~σίᾱ /~síā/; proviene del griego, el cual a su vez es la combinación de dos sufijos femininos: ~si(s)/~s(o) de los griegos ~σις/~σι~/~σο~/~σ~ que significa ‘acción’, muy común en el lenguaje científico griego;10 y el sufijo ~íā del griego ~ία que significa ‘cualidad’.11
La eutanasia en los siglos XV XVII
Historia[editar]
14 a. C.), «muriendo rápidamente y sin sufrir en los brazos de su esposa, Livia, experimentó la “eutanasia” que había deseado».1314 Su primer uso se registra en el contexto médico por Francis Bacon en el siglo XVII d. C., haciendo referencia a una muerte feliz, fácil e indolora, durante la cual era «responsabilidad del médico aliviar los “padecimientos físicos” del cuerpo». Bacon se refería a una eutanasia «exterior», el término «exterior» lo utilizaba para distinguirlo de la eutanasia espiritual o interior que se referiría «a la preparación del alma».1516
La eutanasia se practicó en las antiguas Grecia y Roma. Por ejemplo, la cicuta se empleó en la isla de Ceos como un medio para acelerar la muerte; técnica que también se empleaba en Marsella. La eutanasia, en el sentido de la deliberada aceleración de la muerte de una persona, fue apoyada por Sócrates, Platón y Séneca el Viejo en el mundo antiguo, aunque parece que Hipócrates había hablado en contra de la práctica, cuando escribió: «no prescribiré una droga mortal para complacer a alguien, ni dar consejos que puedan causar su muerte», lo que indica que pudo haber un cierto debate en la literatura sobre si se pretendía o no incluir la eutanasia.272829
Es habitual incorporar la noción de sufrimiento a la definición. El Diccionario de inglés de Oxford incorpora el sufrimiento como condición necesaria, con "la muerte indolora de un paciente que padece una enfermedad incurable y dolorosa o está en coma irreversible".17 Otro elemento es el de la intencionalidad: la muerte debe ser intencionada, en lugar de ser accidental, y la intención de la acción debe ser una "muerte piadosa". Del mismo modo, Heather Draper habla de la importancia del motivo, argumentando que "el motivo forma una parte crucial de los argumentos a favor de la eutanasia, porque debe ser en el mejor interés de la persona en el extremo receptor. Para Draper la eutanasia "debe definirse como la muerte que resulta de la intención de una persona de matar a otra, utilizando los medios más suaves e indoloros posibles, que está motivada únicamente por el interés superior de la persona que muere.18 Wreen señaló la dificultad de justificar la eutanasia frente a la noción del derecho a la vida" del sujeto y que por lo tanto la eutanasia tiene que ser voluntaria, y solicitada o requerida por el paciente. y que "la eutanasia involuntaria es, como tal, un gran mal".19 Otros autores también señalan el consentimiento del paciente como necesario e imprescindible.
El término eutanasia en el sentido anterior de apoyar a alguien mientras moría, fue utilizado por primera vez por el inglés Francis Bacon (1561 1626). En su trabajo Eutanasia médica eligió esta antigua palabra griega y, al hacer esto, distinguió entre eutanasia interior o la preparación del alma para la muerte, y eutanasia exterior que pretendía hacer el fin de la vida más llevadero e indoloro, y en excepcionales circunstancias acortando la vida. Su cambio de significado a una muerte fácil pasó a primer plano en el periodo moderno temprano como puede ser visto en la definición que recoge el Grosses vollständiges Universal Lexicon aller Wissenschafften und Künste (en alemán Gran léxico universal completo de todas las ciencias y artes) del siglo XVIII d. C.
El concepto de eutanasia en el sentido de aliviar el proceso de la muerte se remonta al historiador médico, Karl Friedrich Heinrich Marx (1796 1877) quien se basó en las ideas filosóficas de Bacon. Según Marx, un médico tenía el deber moral de aliviar el sufrimiento de la muerte mediante el aliento, el apoyo y la mitigación mediante el uso de medicamentos. Tal «alivio de la muerte» reflejó el espíritu de la época de la cual fue
contemporáneo, pero Marx lo colocó en el canon de la responsabilidad médica por primera vez. También hizo hincapié en la distinción entre el cuidado teológico del alma de los enfermos desde el cuidado físico y el tratamiento médico por parte de los galenos.3132 La eutanasia, en su sentido moderno, ha sido fuertemente opuesta a la tradición judeocristiana Tomás de Aquino (1225 1274) se opuso, y argumentó que la práctica de la eutanasia contradecía nuestros instintos humanos naturales de supervivencia,33 así como también lo hicieron François Ranchin (1565 1641), médico francés y profesor de medicina y Michael Boudewijns (1601 1681), médico y profesor.3435 Otras voces abogaron por la eutanasia, como el poeta inglés John Donne (1572 1631) en 1624,36 y la eutanasia continuó en práctica. En 1678, la publicación del libro De pulvinari morientibus non subtrahendo (del latín La almohada de los moribundos no debe ser sustraída) de Caspar Questel, debate sobre el tema. Questel describió varias costumbres que eran usadas en ese momento para traer la muerte a los moribundos, incluida el retiro de la almohada que, se creía, aceleraba la muerte; argumentó en contra de tal práctica, pues hacerlo está «contra las leyes de Dios y de natura».37 Este punto de vista fue compartido por otros que les siguieron, incluidos Philipp Jakob Spener, Veit Riedlin y Johann Georg Krünitz.38 A pesar de la oposición, la práctica de la eutanasia continuó, involucrando técnicas como la sangría, la asfixia y sacar a las personas de sus camas para colocarlas en el suelo frío.39
A mediados del siglo XIX d. C., surgió el uso de la morfina para tratar «los dolores de la muerte». En 1848 el cirujano estadounidense John Collins Warren (1778 1856) recomendó su empleo. En 1866, el médico británico Joseph Bullar (1815 ¿?) reveló una utilización similar para el cloroformo. Sin embargo ninguno de los dos recomendaba que la ocupación de este fármaco debería ser para acelerar la muerte. En 1870, el inglés y maestro de escuela Samuel Williams, inició el debate sobre la eutanasia contemporánea a través de un discurso en el Birmingham Speculative Club, una sociedad cuyos miembros eran filósofos aficionados que recopilaba sus trabajos.43 La propuesta de Williams fue usar cloroformo para acelerar deliberadamente la muerte de pacientes con enfermedades terminales: El ensayo fue revisado favorablemente en el diario The Saturday Review de Londres; pero apareció una editorial contra el ensayo en la revista semanal británica The Spectator 44 A partir de ese momento, resultó ser influyente, y otros escritrores se manifestaron a favor de tales puntos de vista: Lionel Tollemache, octavo conde de Dysart (1794 1878) escribió a favor de la eutanasia, al igual que la británica Annie Besant (1847 1933), la ensayista y reformadora que más tarde se involucró con la National Secular Society (Sociedad Nacional Laica), considerando que era un deber con la sociedad que uno debe «morir voluntariamente y sin dolor» cuando uno llega al punto de convertirse en una «carga».4445
Durante la Ilustración, el suicidio y la eutanasia comenzaron a ser más aceptados.35 Tomás Moro (1478 1535) escribió sobre la eutanasia en Utopía:
La revista Popular Science analizó el tema en mayo de 1873, evaluando ambos lados del argumento.46 Kemp señala que, en ese momento, los médicos no participaron en la discusión; era «esencialmente una empresa filosófica [...] vinculada inextricablemente a una serie de objeciones a la doctrina cristiana de la santidad de la vida humana».44
Bajo el pontificado del papa Francisco se publicó la Carta "Samaritanus Bonus", en la que se dan elementos para aclarar el posible equívoco acerca del concepto de "muerte digna"
Debate sobre la eutanasia en el s. XIX y s. XX
El abogado Robert G. Ingersoll (1833 1899) intercedió a favor de la eutanasia, afirmando, en 1894, que cuando alguien padece una enfermedad terminal, como un cáncer en fase terminal, debería tener derecho a finalizar con su dolor mediante el suicidio.
El primer intento en este país para legalizar la eutanasia tuvo lugar cuando Henry Thomas Hunt lo introdujo en la Asamblea General de Ohio de 1906.50 Esto lo hizo Hunt a costa de Anna S. Hall una rica heredera que fue una figura importante en el movimiento de la eutanasia durante los primeros años del siglo XX d. C. en los Estados Unidos de América. Hall había visto morir a su madre después de una larga batalla contra un cáncer hepático y se había dedicado a garantizar que los demás no tuvieran que soportar el mismo sufrimiento. Con este fin, participó en una extensa campaña de redacción de cartas, reclutó a Lurana W. Sheldon y a Maud Ballington Booth, y organizó un debate sobre la eutanasia en la reunión anual de la American Humane Association (Asociación Humana Estadounidense) en 1905, descrita por Jacop Appel como el primer debate público significativo sobre el tema en el siglo XX d. C..51
El auge del movimiento de la eutanasia en los Estados Unidos de América coincidió con la llamada Edad chapada en oro de ese país, un momento de cambio social y tecnológico que abarcaba un «conservadurismo individualista que elogiaba la doctrina económica del laissez faire (en francés: dejen hacer), el método científico y el racionalismo», que sucedió junto a grandes depresiones económicas, industrialización y conflicto entre corporaciones y sindicatos.43 También fue el período en el que se desarrolló el sistema hospitalario moderno, que ha sido visto como un factor en el surgimiento del debate sobre la eutanasia.47
Junto con la proposición de eutanasia del estado de Ohio, en 1906 el asambleísta Ross Gregory presentó una propuesta para permitir la eutanasia a la legislatura de Iowa. Sin embargo, la legislación de Iowa tenía un alcance más amplio que el ofrecido en Ohio.
Artículo principal: Eutanasia en los Estados Unidos de América
El judío, racionalista intelectual Felix Adler (1851 1933) ofreció un enfoque similiar, aunque, a diferencia de Ingersoll, Adler no rechazó a la religión. De hecho, argumentó un marco de cultura ética. Este último argumentó en 1891 que aquellos que sufrían de un dolor abrumador deberían tener el derecho a suicidarse y, además, que un médico debería estar autorizado para ayudarle. Así Adler, se convierte en el primer estadounidense «prominente» en abogar por el suicidio en casos donde la gente sufría una enfermedad crónica.48 Tanto Ingersoll como Adler argumentaron a favor de la eutanasia voluntaria en adultos que padecen dolencias terminales.48 Dowbiggin sostiene que al romper las objeciones morales previas a la eutanasia y el suicidio, Ingersoll y Adler permitieron a otros extender la definición de eutanasia.49
El proyecto de ley de Hunt requería la administración de un anestésico para provocar la muerte de un paciente, siempre y cuando la persona sea mayor de edad y tenga la mente sana, y se encuentre sufriendo de una lesión fatal o una enfermedad irrevocable o un gran dolor físico. También requería que el caso fuese atendido por un médico, el consentimiento informado ante tres testigos y la asistencia de tres médicos que tenían que aceptar que la recuperación del paciente era imposible. Una moción para impugnar el proyecto fue rechazada, pero, de todas formas, el proyecto de ley no pasó pues obtuvo una votación de 79 en contra y 23 a favor.
Movimiento inicial de eutanasia en los Estados Unidos de América[editar]
Permitió la muerte de cualquier persona de al menos diez años de edad que sufriere una dolencia que resultaría fatal y causaría un dolor extremo, en caso de que tuvieran una mente sana y expresasen el deseo de apresurar artificialmente su muerte. Además, permitía que los bebés fuesen sacrificados si estaban lo suficientemente deformados, y les permitía a los tutores solicitar la eutanasia en nombre de sus pupilos. La legislación también impuso sanciones a los médicos que se negaren a realizar la eutanasia cuando les fuere solicitada: una pena en prisión de entre seis a doce meses y el pago de una multa entre 200 a 1000 dólares estadounidenses. La propuesta resultó ser controversial;54 engendrando un debate considerable y no fue aprobada al haberse retirado la consideración después de pasarla a la Comisión de Salud Pública.55
Después de 1906, el debate sobre la eutanasia se redujo en intensidad, resurgiendo periódicamente, pero no volviendo al mismo nivel de discusión hasta la década de 1930 en el Reino Unido.52
El oponente a la eutanasia, Ian Dowbiggin (1952) argumenta que la creación temprana de la Sociedad Estadounidense pro Eutanasia (ESA; por sus siglas en inglés) reflejó la cantidad de procedimientos eutanásicos percibidos en ese momento, 1920, a menudo viéndolo como un asunto de eugenesia más que como un tema relacionado con los derechos individuales.48 Dowbiggin sostiene que no todos los eugenistas se unieron a la ESA «solo por razones eugenésicas», si no que, según postula, había claras conexiones ideológicas entre los movimientos eugenésicos y la eutanasia.48
Década de 1930 en la Gran Bretaña
La Sociedad Voluntaria de Legalización de la Eutanasia (actualmente denominada Dignity in Diying), fue fundada en 1935 por Charles Killick Millard. El movimiento hizo campaña para la legalización de la eutanasia en Gran Bretaña.
En enero de 1936, el rey Jorge V recibió una dosis fatal de morfina y cocaína para acelerar su muerte. En ese momento padecía de insuficiencia cardiorrespiratoria y la decisión de dar fin a su vida la tomó su médico lord Bertrand Dawson 56 Aunque este evento fue mantenido en secreto durante más de cincuenta años, la muerte de Jorge V coincidió con la legislación propuesta en la Cámara de los Lores para legalizar la eutanasia.57