Libro Blanco de la Ilustración Gráfica

Page 13

El Contexto de Referencia 13

el definitivo divorcio con la alta cultura. La ilustración se ve relegada a tratar con “la plebe”, esa misma plebe políticamente condenada a mantener unas actitudes pasivas en lo que es el protagonismo de la historia, y empujada a aceptar la interpretación de la visión del mundo que le ofrece la ilustración. Cuando históricamente las masas traten de convertirse en las protagonistas de la historia mediante los procesos revolucionarios, viviremos esos momentos de inflexión que duran muy poco, lo justo hasta que las revoluciones son traicionadas, en los que los ilustradores se afanen en crear un puente entre la baja y alta cultura. En España, un caldo de cultivo realmente enriquecedor fue sin duda el de la Segunda República, en el que además todavía se pudo asistir en la propia práctica a ese debate sobre la función de la ilustración. La meramente decorativa tuvo una de sus estrellas en Penagos, que llegó a creer que las mujeres de la época trataban de acomodarse a sus imágenes, cuando éstas no eran sino el imaginario de una minoría ajena a la realidad. El mejor profesional de la ilustración es el que no vive su profesión de una forma endogámica, en la que las únicas referencias que tiene son las que le vienen proporcionadas por sus más inmediatos antecesores, sino aquel que sabe estar en contacto con otras muchas disciplinas para conseguir que su trabajo sea un summum del debate de ideas que se está produciendo en ese instante (acordémonos de William Blake, por ejemplo); desde este punto de vista, y aunque son muchos los que podríamos citar del período de la Segunda República que estaban en la trinchera de aclarar, de hacer luz, de apoyarse en la memoria y en el t i e m p o, mencionaré como alguien sobresaliente a Castelao, que en apariencia no es tampoco de los más radicales. El golpe de Franco y los treinta y seis años de dictadura significaron el gran drama de la ilustración española. El poder siempre trata de que las ilustraciones, como tantas otras cosas que se producen en la sociedad, contribuyan a un proceso homogeneizador, en el que no haya ningún tipo de diso-

nancias ni perturbaciones; pero cuando ese poder es además abiertamente dictatorial, como lo fue el franquismo, entonces la imagen que se genera a través de sus ilustradores, no puede transmitir contenidos, es decir, no cumple la función de comunicación, tan sólo la de difusión de órdenes, de consignas. En esa sociedad irreal que se muestra lo que hay sobre todo es retórica y propaganda. Un ejemplo sería Carlos Saenz de Tejada, quien se dedicó a construir la imagen idealizada de esa dictadura. Durante el Franquismo y en ese esfuerzo por volver a recuperar no sólo las libertades, sino también la condición democrática de la ilustración y la construcción de la imagen de la disidencia, los profesionales que querían escapar a los límites del redil, tenían que ir amamantándose de imágenes que les llegaban a través de los medios más dispares –libres o semilibres–, imágenes que podían encontrar en una viñeta de un tebeo, en un cromo, en una caja de cerillas, en el anuncio de una revista… Yo tengo la percepción de que quienes luego tuvieron reconocimiento, y cierto prestigio e importancia, habían contado previamente con una formación así, no tan interdisciplinar como hubieran deseado, pero sí bastante menos endogámica de lo que luego, en términos generales, ha sido. A grandes rasgos, y siempre rozando el esquematismo, en la España de la dictadura se empezaron a percibir en un momento dado dos tendencias distintas de la ilustración: 1. Una, que venía de Estados Unidos, muy emparentada con la publicidad, y con una relación directa con el mercado. Es una opción que probablemente tiene su origen en el complejo de inferioridad de la propia cultura norteamericana, ya que, aparte del factor económico y mercantilista que el capitalismo tiende a conferir a la oferta cultural, la cultura de aquel país no fue partícipe de la gestación del proceso moderno. Fueron meros epígonos del mismo. No es extraño, por eso, que una operación de estado, sufragada económicamente a través de la CIA, impusiera el expresionismo abstrac-


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.