Educativa no alcanza significativamente más que el ámbito de la educación básica, como si la Educación Media Superior y la Superior estuvieran en Jauja y como si no fueran parte de lo que se gusta en llamar pomposamente Sistema Educativo Nacional. Y aquí es donde se acentúan las incongruencias: si los subsistemas mencionados no tienen problemas mayores, sin duda se debe en muy buena medida a que los estudiantes que reciben llegaron con una educación básica de calidad o por lo menos adecuada; y si es así, ¿para qué reformar un sistema de educación básica que permite a los subsistemas posteriores cumplir sin pena ni gloria con los mínimos estándares de calidad, por lo menos? Claro que ni la educación básica ni los demás subsistemas están exentos de graves problemas, los indicadores de la OCDE no mienten en esto; y los principales son la falta de un enfoque sistémico guiado por una Visión de conjunto que lleve a todo el sistema educativo por la senda de los resultados que el país o los organismos internacionales exigen a esta hora de la globalización a trompicones. Al Sistema Educativo Nacional le sucede lo que al personaje de Alicia en el País de la Maravillas, de Louis Carrol, que en loca carrera se detiene para preguntar prudentemente si va por el camino correcto, pero no sabe a dónde va. “Entonces vas bien”, le contesta el personaje interrogado. No obstante y pese a los conflictos con el magisterio, el lanzamiento de la Reforma Educativa reportará más de un beneficio político. Durante meses el país no supo ni sabe de otra cosa que de la crónica telenovelesca de las marchas, plantones, los embotellamientos, de las quejas refriteadas del público
afectado… en el Distrito Federal; indexada a la nota roja en cadena nacional, la estadística diaria de destrozos y la de policías y manifestantes heridos hasta logró desplazar las notas acerca de los imparables estragos del crimen organizado, ese sí rampante y de la mano con el delito común en todo el país. En el contexto de la parafernalia mediática que se le montó transitaron sin mayores problemas, por lo menos otras dos de las reformas que pretenden “mover a México”, que ojalá no sea de lugar. Una Reforma del Sistema educativo es urgente e imprescindible, pero no echando a la basura los acervos del sector, ni destrozando la cultura organizacional de la dependencia como se hizo en Quintana Roo. Es evidente que el sistema educativo necesita cambios estructurales, pero operados sin la rispidez gratuita y torpe que provocó en Quintana Roo que los maestros tomaran la calle y que la CNTE sentara sus reales en un magisterio tradicionalmente aliado de los gobiernos estatales. La Reforma del sistema educativo sigue siendo urgente, pero además de rumbo deberá contar con la aceptación de los maestros, en primera instancia, luego con su participación entusiasta y decidida. Sin los maestros no hay ni habrá Reforma que valga, porque ésta tiene que darse en las aulas, no en los despachos burocráticos, ni de la SEP ni del Sindicato que sea. Por lo pronto y pese a la ramplonería mediática, a la Secretaría de Educación se le sigue viendo como botín y trampolín políticos; y mientras tanto, sin las condiciones académicas la Reforma Educativa y la elevación de la calidad de la enseñanza seguirán en veremos. Simplemente, no se puede pedir peras al olmo. ed estosdías 02/12/13
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