Estosdias 612

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ciente, libre pensada”, escribió en Twitter. “La denuncia que se hace en #MeTooMusicosMexicanos es anónima y quien la lanza en redes está en su derecho de hacerlo así, pero esto pone en entredicho toda mi carrera. Insisto, no ocurrió”, dice su carta de una muerte anunciada. La cuenta desde donde fue señalado Vega Gil @metoomusicamx fue dada de baja el lunes 1 de abril por varias horas, junto con decena de acusaciones contra otros músicos. Aunque horas después volvió a estar disponible. “Hemos recibido múltiples ataques contra la cuenta y el día de hoy, tras un intento de hacking, finalmente han logrado vulnerar la seguridad. Debido a la sincronía de este evento con la lamentable muerte de uno de los acusados, Armando Vega Gil, creemos que se trata de un intento de censura”, señalaron los administradores de la cuenta en un comunicado. Desde la cuenta oficial del Fondo de Cultura Económica (FCE) que dirige el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II se publicó un polémico tuit lamentando la muerte del músico y estigmatizando el movimiento #MeToo. “Lamentamos profundamente la muerte de Armando Vega Gil, fiel amigo y compañero de muchos que aquí trabajamos. Sea un útil recordatorio para que las justificadas denuncias de acoso, machismo y violencia en contra de las mujeres no se conviertan en una persecución irresponsable”, dice el tuit que sumaba decenas de comentarios en contra de que desde una institución del Estado se tomara partido en un caso tan delicado. En las siguientes horas continuó el apoyo de decenas de mujeres y hombres al movimiento, pues lo que había sido silenciado en las redacciones de los periódicos, en los estudios de grabación, en las aulas y las oficinas encontró salida en Twitter ante la falta de acceso a la justicia de las víctimas que denuncian y protocolos en las instituciones, para que las personas puedan desempeñar sus labores en espacios libres de violencia. “Las personas que han tratado de denunciar casos de acoso ante el ministerio público se enfrentan a un sistema judicial que no funciona, que no le cree a la mujer, donde piden testigos y no hay protección alguna para los testigos. La persona que está denunciando se queda sola y es su palabra contra la palabra del agresor”. El hostigamiento y el acoso sexual son figuras jurídicas previstas en los artículos 10 y 13 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; en la Ley Federal del Trabajo se abordan en el artículo 30. Bis; y en el Código Penal federal en el artículo 259 Bis que establece una sanción de “hasta de ochocientos días de multa” a quien aproveche “su posición jerárquica de relaciones laborales, docentes, domésticas o cualquiera otra que implique subordinación” para acosar sexualmente a otra persona. Mientras que el artículo 260 del Código Penal Federal señala que se impondrá una pena de seis a diez años de prisión, y hasta doscientos días multa, a quien cometa un delito de abuso sexual. A pesar de la vasta legislación, las estadísticas muestran que las personas víctimas de estos delitos no denuncian. De 2015 a la fecha se han denunciado 7 mil 251 casos de acoso sexual y 4 mil 216 por el delito

de hostigamiento sexual, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Es un sistema en el que hay muchas leyes, pero no se aplican, porque además las personas que aplican la ley no están capacitadas para atender casos de violencia de género. El poder también se basa, de acuerdo con la vieja tradición de Maquiavelo y Max Weber, en el monopolio legítimo o ilegítimo de la violencia Manuel Castells, sociólogo, director del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya, en Barcelona tiene dos libros, “Comunicación y poder” y “La Galaxia Internet: Reflexiones sobre Internet”, donde explica el poder en la era de las redes sociales. “Entender cómo se forma el poder es entender la matriz, el código fuente de la sociedad. Naturalmente, hay distintas formas de poder y distintas articulaciones de poder. No hay una forma, un poder, sino una serie de relaciones de poder articuladas y, por tanto, donde hay poder siempre hay un contrapoder. Si tuviéramos que elegir una ley básica de las sociedades es que donde hay dominación hay resistencia a la dominación, donde hay poder hay contrapoder. Realmente la sociedad se construye con base en intentos constantes de dominación y sus contrapartes. En eso consiste la dinámica del cambio social, pues en cada momento lo que estamos viviendo son relaciones institucionales de dominación que persisten hasta que entran en conflicto con nuevas formas de resistencias a la dominación…”, explica Manuel Castells. Pues bien, a lo largo de la historia, la comunicación y la información han sido las fuentes fundamentales del poder y del contrapoder, de la dominación y del cambio social. Y ello es debido a que la batalla fundamental se da en las mentes de las personas. Es ahí donde existe el poder: el poder está en nosotros, en nuestras mentes. Si nosotros pensamos de una determinada manera que sirve a determinados intereses y valores, ése es el poder que se está manifestando en nuestra práctica, y de ahí la idea de que las relaciones de poder están absolutamente ligadas a las relaciones que unos llaman de influencia, otros llaman de control social, otros llaman de persuasión. Cierto es que el poder también se basa, de acuerdo a la vieja tradición de Maquiavelo y Max Weber, en el monopolio legítimo o ilegítimo de la violencia. Quienes controlan los medios de la violencia tienen una capacidad de imponer sus intereses. Pero hay otra tradición en las ciencias sociales y otra práctica histórica, de Bertrand Russell a Foucault, en que la capacidad de modelar lo que ocurre en nuestras mentes y en las culturas se desarrolla a través de la persuasión y la negociación colectiva, es también la tradición que aplicó en algún momento Gramsci en términos del concepto de la hegemonía como construcción de una serie de ideas que se internalizan y que hacen que la sociedad pueda funcionar en un determinado sentido. De hecho, yo diría que un sistema de poder que se basa sólo en la coacción es un poder débil, porque si una gran parte de las personas son capaces de pensar diferente y de atreverse a traducir en la práctica ese pensar diferente, ese poder estosdías I

08/04/19

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