REVISTA DILETRANTES - ED. 3

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De Parche en la Juguería

Para nutrir el alma y la mente

27 de noviembre del 2020 Sábado

La noche inicia con una prometedora propues ta: “Hoy hay parche en La Juguería”, nueva mente se abrirán las puertas marrones de aquel local ubicado en la Avenida Galán de Rionegro.

Cerca de las 7:30 p.m. arribo al sitio, una luz cálida emana de su interior; en la entrada, Fanny espera recostada junto a la pared, sonríe ampliamente al verme llegar y asintiendo con su cabeza, me da la bienvenida. Duber Fanny Jurado Echeverry, “Fanny” —o “Profe” para sus allegados—, psicóloga y fundadora del lugar se acerca y capta toda mi atención al hablarme sobre las raíces de su proyecto.

Supe entonces que en estas instalaciones solía funcionar anteriormente “Sabor Inclusivo”, una despulpadora de fruta que apoyaba a un número significativo de personas con su prime ra experiencia laboral; por desgracia, la microempresa fue afectada por los estragos de la pandemia viéndose en la necesidad de reinventarse.

- Ante la situación se debía tomar una decisión, buscar la posibilidad de permanecer o definiti vamente tirar la toalla — comenta Fanny, mien tras la escucho en silencio. Luego añade:

- Y en una tarde, un poco angustiada, surge en mi pensamiento “La Juguería”, al principio solo como una venta de jugos, pero con el transcurrir de las semanas, la misma casa fue dando ideas, como queriéndonos convencer de que ella era el lugar perfecto para algo más que unos jugos

La psicóloga calla por un momento al tiempo que da un vistazo a su alrededor.

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De Parche en la Juguería Para nutrir el alma y la mente

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El Proyecto Político-Didáctico

del poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, de Gregorio Gutiérrez González

El marco político-histórico en la producción del poema El trasfondo político-histórico en el que se produjo Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, está inmerso en las disputas a causa de la política liberal dictatorial en el Estado de Antioquia. Para 1863, Pascual Bravo, gobernador de Antioquia, iniciaría por orden del presidente Tomás Cipriano de Mosquera una persecución política contra los miembros del clero , entre ellos José Joaquín Isaza, sacerdote y amigo de Gutiérrez a quien le pediría que lo guare ciera. Según Henao (2018) esta situación sería un detonante para que el poeta, ya en desacuerdo con aquel gobierno, orga nizara una conspiración dirigida por Pedro Justo Berrío desde el Partido Conservador, con la que derrocarían al gobernador (pp. 49-50).

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El liberal Berrío asumiría la gobernanza en 1864, año en el que promulgaría el decreto por la paz en el Estado de Antioquia que incidiría en la creación de dos poemas de González donde se aprecia una posición política y un discurso regionalista con el que se adula a Antioquia y se refiere despectivamente al Estado de Magdalena y a los esclavos: “Nada le falta: prudencia/Valor, cons tancia y denuedo/Hijos altivos que el miedo/No conocieron jamás/La sucia espuma que arroja/El Magdalena en su orilla/Y esa asquerosa cuadrilla/De esclavos que veis allí ”. Hay una advertencia en caso de que los estados incumplan el acuerdo de paz y, en el fondo, se manifiesta el problema regionalista: “Pero no vaciléis, y cualquier cosa/Escoged sin demora; o paz o guerra[...]/Poned un pie siquiera en la frontera/Y encontraréis un pueblo de gigantes/Que sabrá altivo perecer por ella[…] ”.

Es posible establecer un contraste entre estos poemas con Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, porque en este el discurso político de Gutiérrez González legitima una apropiación de la identidad de Antioquia, con el hecho de que el poeta haya empleado la lengua antioqueña en el poema con la consideración de que así facilitaría su comprensión, así como que proporcionaría la función de instruir: “No usaré del lenguaje de la ciencia/para ser comprendido por el pueblo/serán mis instrucciones ordenadas/con precisión y claridad y método” (Gutiérrez, 1949, p. 3). Es decir, es un compromiso tanto didáctico, por enseñar y brindar información del cultivo de maíz, como político, por manifestar ideales como el de “progreso”: “[…] En favor de la industria y el progreso /Y sólo en bien de mi querida patria/Mi Memoria científica os presento” (Gutiérrez, p. 3).

El discurso de la élite intelectual bogotana en la producción del poema

La formación literaria de Gregorio se da en los espacios de sociabilidad con la élite intelectual de Bogotá, esto es, en las tertulias y en el Seminario de la Arquidiócesis donde culminó su doctorado en Derecho. El ejercicio de un oficio público responde a la precariedad de condiciones para profe sionalizar la labor del escritor, obligando a que intelectuales como Gutiérrez combinaran la actividad literaria con la participación en la vida pública: “[…] la doble perspectiva en que podían moverse los literatos: por un lado sus aficiones estéticas y por otro, pero entrelazado con el prime ro, sus obligaciones patrióticas” (Villegas, 2009, p. 135).

En el periodo de formación intelectual y literaria de González, de 1837 o 1838 a 1850, los cenácu los intelectuales, en conjunto con la modernización impulsada por el gobierno de Santander a partir del modelo educativo lancasteriano, construirían un discurso que fomentaba el desarrollo de una cultura letrada donde el conocimiento tenía “un sentido práctico que debía transmitirse a las mayorías para impulsar la enseñanza de los oficios, fomentar la agricultura, la industria y el comercio” (Semana, 2010, p. 59).

El Proyecto Político-Didáctico del poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, de Gregorio Gutiérrez González
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Este discurso intelectual tiene sus funda mentos en los ideales de desarrollo euro peo, tanto por las nociones de “industria”, “nación” y “civilización”, como por la sensi bilidad que provocó en las comunidades y personajes periféricos, la lectura de algu nas obras y escritores franceses. Afirma Villegas que: […] el ambiente intelectual en Bogotá se vio interferido por las ideas sociales prove nientes de las novelas francesas […] las obras de Víctor Hugo y Alejandro Dumas, de Lamartine y Eugenio Sue movían los ánimos en el sentido de la novela social, de la poesía grandiosa y atrevida […] (Villegas, 2009, p. 127).

Gutiérrez González fue el receptor de una concepción de literatura con compromiso social dada por Víctor Hugo , específica mente, en la representación de la comuni dad marginal del campesinado en Memo ria sobre el cultivo del maíz en Antioquia donde, además de comprometerla con el discurso ya mencionado, la dignifica: “Ved otra vez a los robustos peones/Que al mismo bosque secular circundan […] Su alegre charla, sus sonoras risas/No se oyen ya, ni su canción se escucha[…]” (Gutiérrez, 1949, p. 3).

Consideraciones sobre el proyecto político-didáctico del poema

T.S. Eliot, al referirse a la función social de la poesía, afirma que “indirectamente el deber del poeta, como poeta, es para con su pueblo; su deber directo es para con su lengua […]” (Eliot, 1992, p. 16). En el caso de Gutiérrez González ambos deberes son explícitos en el poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, ya sea desde un compromiso con su lengua, o con su pueblo: “En fin, señores, buenos e indul gentes/ Que estos trabajos aceptéis espe ro/ y si logro ser útil a mi patria/ Veré cum plido mi ferviente anhelo” (Gutiérrez, 1949, p. 3).

El título del poema tiene una connotación histórica porque el término “memoria” alude a que el contenido es también un memorial del cultivo del maíz de Antioquia, es decir, el sembrado del maíz, tema del poema, es expresado mediante una lengua que combina aspiraciones poéticas, más precisamente, con científicas: “[…] una Memoria / Llena de ciencia, erudición y mérito” (Gutiérrez, p. 3). Esto le otorga al poema una función didáctica porque presenta información instructiva sobre cómo es el proceso de cultivo del maíz: “El que llena su tercio va a vaciarlo/ En el rancho, y se vuelve a la faena,/Y llenando y vaciando sus costales/siguen sin descansar hasta que almuerzan” (Gutiérrez, p. 8).

Frente a esta función, Eliot menciona que en nuestra época es “imposible escribir un libro de agricultura actualizado que también fuera excelente poesía: por un lado, el tema en sí se ha vuelto mucho más complicado y científico; por otro, la prosa permite manejarlo más fácilmente” (Eliot, 1992, p. 12). Sin embargo, uno de los méritos del poema de Gutiérrez es la confluen cia de la poesía con un tema que se pretende desarrollar desde la ciencia.

La intención didáctica repercute en la estructu ra del poema, particularmente, en la construcción de cuatro capítulos donde luego del título se presenta a modo de acotación la instrucción de las etapas del cultivo del maíz: (1) “De los terrenos propios para el cultivo y manera de hacerse los barbechos, que decimos rozas” (Gutiérrez, 1949, p. 3); (2) “Que trata de la limpia y abono de los terrenos, muy especialmente por el método de la quema” ( p. 5); (3) “Método sencillo para regar la sementeras, y provechosas advertencias para espantar a los animales que hacen daño a los granos” (p. 6); (4) “De la recolección de frutos y de cómo deben de alimentarse los trabajadores” ( p. 8).

PAG. 05 El Proyecto Político-Didáctico del poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, de Gregorio Gutiérrez González

El Proyecto Político-Didáctico

Así también, la dedicatoria a la Escuela de Ciencias y Artes que aparece en el poema introductorio manifiesta un propósito didáctico: “Sobre el cultivo del maíz en los climas cálidos del Estado de Antio quia, por uno de los miembros de la Escuela de Ciencias y Artes y dedicada a la misma Escuela” (Gutié rrez, p. 3). Esto porque Gregorio Gutiérrez, como aspirante a participar en la academia, elaboró su poema para los intereses científicos y educativos de esta: “Señores socios de la Escuela de Ciencias y Artes: Como es obligación que a todo socio/De la Escuela, le impone el reglamento/Presentar por su turno, una Memoria[…]” (Gutiérrez, p. 3). Y, a su vez, esta institución surgió para apoyar el desarrollo de una cultura letrada y de un proyecto político en el Estado de Antioquia. Menciona Villegas: Durante la segunda mitad del siglo XIX, las acciones en pos de la expansión e instauración de una cultura de letras, artes y ciencias se dirigieron hacia la fundación de instituciones […] como […] la Escuela de Artes […] Esas acciones reunían el trabajo de las élites políticas e intelectuales interesadas en el “proyecto civilizador” […] (Villegas, 2009, p. 158).

Gutiérrez González asume un compromiso político con el “proyecto civilizador” impulsado tanto desde la Escuela, como de la élite intelectual.

El poema construye la comunidad imaginaria del campesinado que interviene con el trabajo en las cuatro etapas del cultivo del maíz: “Buscando en dónde comenzar la Roza/De un bosque primitivo la espesura/Treinta peones y un patrón por jefe/Van recorriendo en silenciosa turba” (Gutiérrez, p. 3).

Los personajes se imponen a la naturaleza con la técnica y el trabajo: “Y a dos manos el hacha levan tando/Con golpe igual y precisión segura/Y redoblando golpes sobre golpes/Cansan los ecos de la selva augusta” (Gutiérrez, p. 3). Porque el trabajo es una base del progreso en el proyecto civilizador. Esto, a mediados del siglo XIX, se relaciona con el modelo del “trabajador antioqueño” al que se le atribuía el desarrollo material y el éxito económico de las élites (Villegas, 2009).

El cultivo del maíz no depende meramente del trabajo humano, sino que requiere de la intervención de fuerzas divinas: “Todo el pueblo la sigue, y en voz baja/Sus oraciones cada cual recita/Pidiéndole a los cielos que derramen/Fecunda lluvia que la tierra ansía”, (Gutiérrez, 1849, p.6).

del poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, de Gregorio Gutiérrez González
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Además, el maíz en la tradición judeocristiana es un alimento espiritual: “¡Hay algo de sublime, algo de tierno/En aquella oración pura y sencilla/Inocente paráfrasis del pueblo/Del '¡Danos hoy el pan de cada día!'” (Gutiérrez, p. 6). El cultivo tiene una connotación cristiana que constituye, junto con el trabajo, la vestimenta y el alimento, los ideales identitarios de la comunidad imaginaria de campesinos:

Vestidos todos de calzón de manta Y de camisa de coleta cruda, Aquél a la rodilla, ésta a los codos, Dejan sus formas de Titán desnudas. […]

Atado por detrás con la correa Que sujeta el calzón a la cintura, Con el recado de sacar candela Llevan repleto su carriel de nutria (Gutié rrez, p. 6).

La instrucción moral se da mediante una exaltación a costumbres como la alimentación, por ejemplo, al afirmar que la belleza del maíz es un atributo sagrado: “¡Qué bello es el maíz! Mas la costumbre/ No nos deja admirar su bizarría/Ni agradecer al cielo ese presente/Sólo porque lo da todos los días”, (Gutiérrez, p. 7). O también con un humor prosaico con el que afianza la diferencia frente al alimento que consume el campesinado, con una clase alta que subvalora sus condiciones:

¡Salve, segunda trinidad bendita! ¡Salve, frisoles, mazamorra, arepa! Con nombraros no más se siente hambre. ¡No muera yo sin que otra vez os vea!

Pero hay ¡gran Dios! algunos petulantes Que sólo porque han ido a tierra ajena Y han comido jamón y carnes crudas, De su comida y su niñez reniegan (Gutié rrez, p. 9).

Sucede lo mismo en el último capítulo del poema, donde el poeta alude tanto a la Escuela de Ciencias y Artes, como a asimismo para cuestionar la posición de la cultura letrada y la ciudad, en contraste con lo significati vo que resulta asistir a una recolec ción de maíz: “Pero, en tanto vosotros, pobres socios/De una Escuela de Artes y de Ciencias,/Siempre en medio de libros y papeles/Y viviendo en ciudades opulentas […]” (Gutiérrez, p. 10). De lo contrario, ni la infancia ni el pasado que se idealiza tendrían sentido:

¿Con qué recuerdo alegraréis voso tros

De la helada vejez las horas lentas, Si no tuvisteis perros ni gallinas

Ni habéis matado patos ni culebras?

[…]

En fin... vuestra vejez será horrorosa, Pues no habéis asistido a una cogienda (Gutiérrez, p. 10).

A modo de conclusión

El compromiso que Gregorio Gutiérrez González asumió con el “proyecto civilizador” de la Escuela de Ciencias y Artes es, a la par, un discurso transmitido por la élite intelectual de mediados del siglo XIX que impulsaba el desarrollo de una cultura letrada que, para el poeta cejeño y su representación del Estado de Antioquia, se lograría con un proyecto didáctico basado en la conservación de los ideales propiamente antioqueños tratados en el poema, esto es, el modelo del trabajador devoto al catolicismo. Por ello, más allá de enseñar a cultivar el maíz, se exaltan las costumbres en torno al cultivo en Antioquia para que se propenda por su conservación, lo que, en últimas, es una legitimación del proyecto político conservador.

El Proyecto Político-Didáctico del poema Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, de Gregorio Gutiérrez González
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En agosto del 2021 la biblioteca Berenice Gómez Acevedo de Marinilla invitó a la comuni dad a participar del ciclo de talleres llamado “Memorias de un encierro”, con la intención de hacer un registro municipal por medio de diferentes áreas o disciplinas sobre lo que las personas del pueblo sintieron y vivieron en la cuarentena de 2020 a causa de La pandemia del “COVID - 19”, en ese ciclo se dictaron talleres de danza, fotografía, música, cortometraje, crónica, literatura y artes plásticas; la idea fue que cada semana se hicieran dos encuentros.

En la biblioteca trabajaba Margarita -un nombre clásico para una bibliotecaria actuali zada- o la Maga, ella decía que ese apodo lo adoptó en una aspiración Cortazariana. Parte de su trabajo era la promoción de lectura, de clubes y del ciclo de talleres. Una noche de ese mismo mes antes de iniciar “Memorias de un encierro” Maga, que conocía a muchas perso nas, se encontró con una pareja que era total mente de su agrado. Ella con su peculiar don de gente se sentó con los muchachos a conversar y los invitó a asistir. Dan no estaba seguro de entrar porque pensaba que no iba a contar con tiempo para ello pero al final, en esa noche de tinto y capuchino, su novio Ramón y él fueron convencidos de asistir gracias a Maga.

En un rinconcito de la biblioteca
Berenice Gómez Acevedo de Marinilla

En un rinconcito de la biblioteca

Berenice Gómez Acevedo de Marinilla

Dan tenía mucho miedo, sentía que los espantos que alguna vez Maga le contó que asusta ban en la Casa de la cultura lo estaban moles tando, no tenía valentía para mirar la película completa, pero quería hacerlo, el problema fue que el salón se empezó a llenar de energía pesada, la misma que Maga sentía cuando se quedaba hasta tarde y debía apagar las luces de todo el lugar, totalmente sola. Justo después de la mitad de la función, la historia dio un giro inesperado y esperanzador tanto que los fantasmas del rinconcito se calmaron y no volvieron a molestar.

Fue una experiencia llena de adrenalina, Cuando acabó la película los participantes del club sostuvieron un conversatorio sobre todo lo que sintieron al verla, Dan seguía nervioso por el suceso de las “malas energías” pero la tranquilidad progresaba en su ánimo, al fin y al cabo las personas con las que estaba eran de confianza y él estaba seguro de que el espacio, sin esas personas, no sería el mismo.

A pesar de que extrañaba la compañía de Ramón, Dan sabía que lo primero que haría sería contarle cómo le fue y qué tal la pasó en el cineclub.

Con el paso del tiempo, Dan y Ramón se vincularon más con los espacios de los clubes, se hicieron amigos de los integrantes más constantes y el salón se convirtió en el Rincon

el nombre se lo puso Dan en honor a una obra de teatro de Miguel Torres que leyeron dramáticamente en el club de lectura, en el cineclub vieron documentales relacionados con el acontecimiento que narra la obra. La Siempreviva habla de la toma al palacio de justicia ocurrida en Bogotá, Colombia el 6 de noviembre de 1985. También, en el festival de cine que se realizó en Marinilla en noviembre del 2021, vieron la película colombiana titula da con el mismo nombre, ese mismo día al finalizar la función realizaron un conversatorio a raíz de ella.

En el rinconcito de la biblioteca, Dan se sentía bienvenido y usaba su energía para aprender y conversar, sentía que pertenecía allí, a ese lugar, con esas personas. Dan invita a sus amigos y conocidos cada vez que puede, contándoles una historia más o menos así:

“En Marinilla hay un lugar especial donde se esconde la magia, donde podemos ver palabras volar, desvanecerse y adherirse al corazón de los presentes; lugar donde un grupo pequeño, pero muy fino de jóvenes y adultos, se encuentran para leer, ver pelícu las, escribir, crear y echar cháchara. Para llegar allá tienes que ir a la casa de la cultura y entrar a la biblioteca; debes preguntar si hay club de lectura, cine o escritura; si es martes o jueves te van a dirigir a una pequeña pieza donde guardan los libros más antiguos de la biblioteca, al llegar encontrarás el Rinconcito de La Siempreviva”.

Muchos se sorprenden y otros simplemente lo dejan pasar, pero aunque llueva, truene o relampaguee Dan sigue disfrutando de ese espacio, sigue yendo con Ramón y sus amigos del club, Maga siempre los recibe con una sonrisa y emoción genuina. Todo aquel que quiera ir está cordialmente invitado a descubrir los secretos del rinconcito de la biblioteca Berenice Gómez Acevedo.

Daniela Hoyos Baena

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HISTORIAS DE TERROR

historia de terror. A continuación, les voy a compartir historias de terror narradas por alguna gente de La Ceja: amigos, vecinos y otras personas que han vivido sus propias experiencias de fantasmas.

Fantasma nocturno

Para todos es sabido que la noche es aquel momento donde todo se vuelve más aterra dor y las cosas que parecen más inofensivas en el día, resultan ser algo completamente terrorífico. Esta fue la primera historia de terror en La Ceja que escuché de dos estudiantes hace muchos años.

En ese tiempo eran un par de bravucones que únicamente se divertían al fastidiar a los cursos inferiores, desde robar su comida para el descanso y el almuerzo, hasta usar sus morrales de basurero. No era un secreto para nadie que más de una vez fueron regañados y amenazados de suspensión o expulsión, queda más que claro que eso nunca pasó, pero el karma juega de formas crueles algunas veces y esa noche no fue una excepción

Dicen que volvían muy tarde en la noche después de molestar a los vecinos con ruidos y golpes, además de llenar las calles del barrio de San Cayetano con el nauseabundo olor del cigarrillo. Regresaban por un camino poco transitado e iluminado solo por unos postes de una luz tenue que los años habían palideci do, para completar, una luna nueva había dejado el cielo en completa oscuridad.

Pero no era para preocuparse, no les importaba, ellos ya habían tomado ese camino más de una vez en el día; no obstante, esa noche pasó algo que no esperaban: de la anda, en medio la oscuridad de la noche de apareció una niña que ellos aparentaba unos siete años de edad y que lucía un pelo largo y oscuro… los saludó y empezó a hablarles:

—¿Cómo se llaman? — preguntó; ellos contestaron con nombres falsos y en son de broma.

—¡NO ME MIENTAN! —casi gritó la niña con un tono muy fuerte que los sorprendió un poco, a lo que ambos decidieron contestar con sus nombres verdaderos.

La niña empezó a reír y con un tono casi infantil —que por alguna razón despertaba inquietud—, les preguntó:

—¿Los dos saben correr?

Ambos chicos no pudieron evitar una sensación de peligro al escucharla, era como si un depre dador preguntara a sus presas si lo podían divertir antes de ser cazados. Y ahora sí, muy en serio, los dos salieron corriendo sin mirar atrás, temían comprobar que ella los perseguía. Me contaron que, aun después de correr por varias cuadras, podían escuchar la risa de la niña, tan cerca de ellos que parecía que estaba justo detrás de sus espaldas; corrieron hasta llegar a la iglesia de San Cayetano, entonces dejaron de escuchar la risa. Cuentan que durante varias noches despertaban en medio de pesadillas donde escuchaban esa risa en su mente, siempre temblando de miedo hasta que rompie ra el alba.

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Historias de Terror De la Ceja

La última noche de pesadillas escucharon esa voz de niña diciendo: ¡Ya no me divierten! Y entonces escucharon, por última vez, una espeluznante risa que jamás olvidarán en sus vidas.

Llamado instrumental de la noche

En esta ocasión les contaré la historia de un profesor que logró evadir un posible encuentro con un espectro a mitad de la noche. Esta historia la escuché en una clase; en ella, el profesor nos contaba sobre una ocasión en la que se fue de campamento con sus amigos a las afueras de La Ceja, en esa época él era un aficionado de la guitarra, una de esas noches en el campo se retiró a un lugar apartado para practicar. Según nos contó, la luna estaba llena y el cielo estaba parcialmente despejado, era una noche habitada únicamente por sus ruidos naturales y apacibles, propicia para que él tocara la guitarra en paz. Pasados varios minutos de rasgar acompasada mente las cuerdas, sintió un ruido extraño que provenía del bosque, al principio lo ignoró y siguió tocando tranquilamente, pero lo volvió a escuchar y ahora pudo identificarlo un poco mejor, ya que parecía acercarse a él, era el sonido de una flauta o de algún instrumento pequeño de viento; eso ya le hizo sentir un escalo frío que subió por su columna vertebral, entonces caminó rápidamente a buscar refugio con sus amigos; pero algunos metros después lo volvió a escuchar, mucho más cerca, y ahora sí el escalo frío azotó todo su cuerpo; inexplicablemente, también sintió un repentino interés en devolverse para ver de dónde provenía ese sonido que era, de alguna forma, hipnótico Así que se alejó más de sus amigos y se adentró en el bosque. Cuando regresó al lugar donde escuchó el sonido, lo volvió a escuchar, pero esta vez venía del camino contrario por el que llegó, entonces regresó donde estaba antes y volvió a pasar lo mismo, pero esta vez más lejos, como si lo que produjera el sonido se asegurara de dirigirlo a donde se le antojara. El profesor entendió esto y decidió alejarse del sonido regresando con sus amigos, lo curioso es que después de esto jamás volvió a escuchar un sonido como ese en su vida.

No debería estar conectada

Esta historia es algo más cercana a mí, literal mente esto pasó en la casa de al lado.

Mis vecinos son una pareja joven, padres de una niña pequeña, ella tiene una casita de juguete que produce sonidos y luces que funciona con corriente eléctrica. Todas las noches desconec tan la casita de juguete para que no gaste energía y no los despierte en mitad de la noche con sus ruidos.

Una noche, cuando mis padres y unos amigos de la cuadra fueron a jugar dominó en la casa de los vecinos, se dieron cuenta de que la casita produ cía sus ruidos característicos, nuestro vecino fue a verla y se dio cuenta de que habían olvidado desconectar la casita, así que lo hizo y regresó a su juego de dominó. Transcurrieron algunos minutos durante los cuales no sucedió nada aparentemente extraño, incluso, todos ya habían olvidado lo sucedido con el juguete cuando un sonido interrumpió la velada. Era la casita que estaba haciendo ruidos de nuevo, esto inquietó a mis padres; mi madre les preguntó si no la habían desconectado, el vecino asustado respondió que sí; este hecho inquietó a todos los presentes y decidieron abandonar la noche de dominó hasta ese momento, temían por lo que fuera a pasar. Nuestros vecinos tuvieron que irse de su propia casa esa noche llevándose a su niña a la casa de unos familiares, no estaban dispuestos a otro episodio igual; planeaban resolver —lo que fuera

de lo único que me enteré fue que, al llegar a casa al día siguiente, nuestros vecinos la encontraron desconectada, tal como lo habían hecho la noche anterior, entonces, temiendo que algo peor pudiera pasar, decidieron deshacerse de la sonora y extraña casita de juguete.

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Historias de Terror De la Ceja

En esta historia les voy a contar algo que pasó en mi casa mucho antes de que viviera en ella. No tengo todos los detalles, pero al parecer en ella, hace varios años, se reunía una gente para un culto satánico en el ático, hacían rituales y magia vudú en un extraño marco armado con tubos y una malla de metal. Según nos contaron nuestros vecinos, después de varias noches de ritos y cánticos al diablo, se empezaron a manifestar cosas extrañas en todas las casas, nada grave, uno que otro sonido, pero decían que se respiraba un aire tétrico y maligno al pasar frente a la casa.

No sé si echaron a sus habitantes o al final decidieron irse por iniciativa propia, pero sé que mis vecinos consiguieron un cura para que exorcizara la casa. Nadie tuvo el valor de subir al ático y sacar lo último que dejaron esas personas ahí: el marco de metal y las marcas de las velas formando la silueta de un pentágono en el suelo del ático. Fue apenas en el año 2019 que mis padres, al escuchar la historia, subieron y sacaron el marco de metal levemente oxidado y con su estructura tan endeble que solo se sostenía por la propia malla de metal, de la cual aún quedaban pedazos de cuerda atados a ella. Hace ya mucho nos deshicimos de ese objeto, pero las marcas de las velas siguen ahí, incrustadas en la madera, como recor datorio permanente de la oscura historia de mi casa.

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Un pintor, de muchos

Colores

Son las catorce horas de una tarde de febrero en el parque de Rionegro. El aire es ligero y helado; el suelo está manchado; el caballo de Córdova se mantiene en dos patas; las palomas esperan, vuelan todas en círculo y regresan a su lugar; las personas caminan, se detienen y dicen que lloverá. Allí nada es nuevo.

El Museo de Artes de Rionegro (MAR) se encuentra al bajar una pendiente corta. Del lado izquierdo hay una pared con pancartas, del lado derecho hay cinco árboles altos y bellos. El museo tiene vidrieras grandes y limpias, guarda pinturas, vasijas y esculturas pequeñas que, –bajo una luz tenue– imprimen un aire de solemnidad. Hay pocos asientos, también pocos visitantes. Al fondo, junto a una mujer de suéter rojo y cabello al viento está Luis Fernando Hincapié, Pica.

Pica es un hombre modesto: estatura promedio, cabello blanco y abundante, nariz curva, barba en candado, labios risueños y manos delicadas. Usa una camisa color cielo, pantalones de jean y zapatos grises. No parece un hombre extrovertido. Sus frases sobrias y contundentes dejan entrever un alma cautelosa que poco permite el paso a curiosos.

– Sudo profundizando en mí –Dice–. Tengo temor a entrar en mí mismo y compartir eso con los demás. A pesar de las participaciones en tantos eventos no soy amigo de las entrevistas y aún me da cosita hablar en público. No a todos los artistas les gusta manejar el bajo perfil, a algunos les encanta mostrarse, sacar pecho, autoalbarse. A mí no me gusta eso. Los reconocimientos no siempre son necesarios ni suficientes.

Pica nació en Sajonia, una vereda del occidente de Rionegro en el año 1966. Su padre y su madre –Libardo y Débora– eran dos rionegreros humil des que conformaron una familia de trece hijos. Su padre conducía un camión, su madre se encargaba de la casa y Pica, desde niño, supo que tenía sangre de artista.

– Creo que el arte es una cuestión hereditaria, está en la sangre como una enfermedad. Mi abuela, que bordaba y pintaba, hizo una pintura de la antigua plaza de Rionegro: la catedral, el mercado, los toldos, la gente. Ese cuadro aún lo conservo.

Su hermano, quien hoy en día es arquitecto, ingresó a la Universidad de Antioquia a estudiar artes. Compró pinturas, óleos, pinceles, libros y revistas. Después de un tiempo, decidió no conti nuar, y aquellos materiales abandonados Pica los tomó y les dio uso.

– Él pintaba cristos y a mí me gustaba verlo pintar. Creo que esa fue la principal motivación para entrar en la pintura.

Fernando es un hombre nacido para no molestar a nadie. Vive del arte, respira y exhala arte. De sus cincuenta y cinco años, treinta y cinco los ha dedicado a la pintura, a la caricatura y a la enseñanza. Al tiempo que estudiaba en Bellas Artes, trabajaba como docente de pintura en la casa de la cultura de Rionegro.

– He sido profesor de artes durante más de treinta y cinco años. Antes de entrar a la universidad, en Sajonia, unos niños iban a mi casa para que yo les enseñara a dibujar. En el 87’ empecé como profesor de Artes en Rionegro y ahora, dicto clases particulares a alumnos fieles que todavía les gusta mi forma de enseñar. Dando clase sé que algo estoy ofreciendo, algo estoy aportando, y que eso se me devolverá.

La primera imagen que alguien se encuentra al llegar al museo es la de una pared blanca y vasta, protegida por un vidrio grueso. Allí, decenas de caricaturas desgastadas y a punto de sucumbir por el sol y el paso del tiempo, son la muestra del Festival Cartoon Rendón de noviembre de 2021. El Festival inició como un homenaje a la memoria de Ricardo Rendón, un caricaturista nacido en Rionegro que dejó la huella de sus caricaturas políticas en distintos diarios del país.

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Un pintor, de muchos Colores

– En el centenario del nacimiento del maestro Rendón- en 1994- le hicimos un homenaje: una exposición que empezó siendo local, luego regional, nacional, iberoamericana y ahora es internacional. Este evento es uno de los pocos en América Latina que ha perdurado tanto en el tiempo. Yo lo hago por cariño.

Este año, bajo la temática de medio ambiente, participaron más de 60 países, alrededor de 600 artistas y se presentaron 1.750 caricaturas, aproximadamente. Fernando se encarga de hacer la convo catoria, buscar los recursos, darle publicidad al evento y estar al tanto de la logística y los pormeno res.

Pica es tímido pero de humor tenue, al hablar alza las cejas y mueve las manos dependiendo del énfasis que le quiera dar al mensaje. Cree que –en su vida– hay cosas más importantes que la política: su tranquili dad, sus obras, su talento; y esa antipatía parte de una desconfianza muy marcada por quienes dicen ejercerla.

– Los políticos dicen que la cultura no da votos. Incluso, muy pocos tienen afinidad con el arte, y sin el apoyo que ellos pueden dar es muy difícil.

Con la convicción de que la compañía no se limita solo a seres humanos y de que el artista necesita tiempo, espacio y tranquilidad, Pica tiene un taller donde concibe todas sus obras: ese es su mundo. Allí dibuja sus caricaturas y cuadros en soledad porque le molestan los cuestionamientos y comentarios de los otros a sus pinturas y eso lo bloquea.

– Cuando estoy dictando clase, sé que estoy en un bosque de árboles que me observan, pero mi taller es un desierto. Solamente escucho música. También tengo una matica que se llama Sofía, está conmigo hace quince años, yo le hablo, la consiento y le echo agua.

Durante el confinamiento del 2020, realizó 202 obras que publicó en sus redes sociales. Fueron 167 días dibujando diariamente.

– No me cuesta estar solo, por ejemplo, en la pandemia yo no sentí el encierro, al contrario, lo disfruté. Con una pintura me gané un premio en China, recibí dinero del Ministerio de Cultura y vendí varias obras. Incluso, llegué a pensar: ¡qué lástima que no haya otro confinamiento! Tenía ganas de otro, de que nos encerraran otros dos meses o tres meses.

Paradójicamente, Fernando Hincapié es un artista que no cree en la inspiración: ese estado emocional, repentino y efímero que mueve a los humanos a actuar.

– Para mí no existe la inspiración, existe el estado de ánimo. Usted trabaja, produce y saca cosas maravillosas cuando así lo quiere hacer. Uno nace con un poquito de sensibilidad que se profundiza con el arte, con la pintura. Por ejemplo, yo quería ser biólogo. Siempre me ha gustado la naturaleza y el trato con los seres vivos. Ahora, trato con los seres a nivel gráfico, y más adelante voy a dibujar al hombre y a la mujer a mi manera, en una especie de redescubrimiento.

Pica, el amante de los colores, de los contrastes y de las mezclas; el pintor que es una amalgama de profesor, artista gráfico y promotor cultural, también es un eterno insatisfecho, dice que aún no sabe dibujar, que está en el proceso. Es precavido y algo desconfiado, es un enamorado del arte que anhela pensionarse y encerrarse con Sofía, los colores y las voces de los baladistas americanos en un taller de la carrera 50.

La Especial:

donde la tradición y el encanto se encuentran

Un 9 de enero, Susana estaba aburrida en su casa y decidió dar una vuelta por su pueblo: El Carmen de Viboral, un pueblito lindo en el corazón del oriente antioqueño, de tradición ceramista y lleno de cultura por donde se camine. Susana advirtió entonces que en el parque principal estaba el mercado campesino; allí había gran variedad de productos agrícolas y artesanales de las veredas del municipio; allí su gente estaba congregaba en torno a la iniciativa de una producción saluda ble y que no afecte al medio ambiente.

Para Susana, los domingos tenían un aire característico. Las personas del pueblo iban a misa, compraban mercado, al tiempo que muchos otros llegaban de las veredas para hacer sus vueltas y aprovisionarse para la semana siguiente.

Gracias a la abrumadora bulla de las calles que la arrollaba, decidió partir del parque para buscar un poco de calma. A eso de las 5:20 p.m. llegó a la Calle de la Cerámica. Ella disfrutaba ver las calles llenas de turistas que llegaban al pueblo a admirar los mosaicos en cerámica de las fachadas de las casas y negocios. La Calle de la Cerámica era todo un emblema de El Carmen de Viboral; se había inaugurado en honor, no solo a la tradición ceramista que empapaba al pueblo, sino también como muestra de resignificación de esta labor como un arte.

Esta cuadra icónica resguardaba uno de los lugares con más tradición del municipio: La Especial, una cafetería atendida por don Alberto Toro y su esposa Blanca López. Para Susana, La Especial había existido durante toda su vida y en ese punto era difícil imaginarse a El Carmen sin este lugar con espejos y una colección de reliquias y relojes extraños. Y es que todo el espacio de esta cafetería hacía honor a su nombre; a la joven le llama la atención unos 30 espejos de diferentes formas y tamaños que se adornaban con distintas figuras como Mafalda, o llamativos emblemas de casas cerveceras. Además, entre todos los espejos se encontraba un reconocimiento a la cafetería, otorgado por la gobernación del departamento, por sus chorizos premium; concedido en el año 2007 en los premios Antó jate de Antioquia.

En el ala superior de la cafetería, justo en el límite con la cocina, hay un estante del ancho de la pared con una exhibición de objetos antiguos que iba creciendo cada día. Susana fijó la mirada en la colección y recordó que en un principio esta se componía de unas cuantas cámaras y un par de cajas de cigarrillos; sin embargo, ahora llamaba su atención las diferentes planchas antiguas, de las que usaban carbón; las linternas a gasolina y un particular triciclo que resaltaba en medio de una estantería llena de antigüedades… Al estar en La Especial, sentía que se transportaba a un pedacito del ayer.

La Especial no tiene mesas, posee una barra en forma de ‘U’ en donde sus visitantes se acomodan para disfrutar de los encuentros entre amigos y familiares. Buscó rápidamente un lugar y después de sentarse —en los ya reconocidos butacos— don Alberto se le acercó para saludarla. Torito, como algunos le decían de cariño, es un hombre servicial y amable que siempre saluda a todo el que acude a la cafete ría, como si más que clientes, fueran parte de su familia. ¿Qué más? ¿Cómo vamos?, suele decir, mientras acompaña el encuentro con un apretón de manos y un puñito, un ritual carac terístico del hombre de La Especial.

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La Especial:

edad, lo podía disfrutar sin sentirse cohibida: «Don Alberto, un chorizo y una Costeñita, ¡por favor!», pero Alberto Toro le tenía una mala noticia: no había costeñitas, por lo que un tanto desilusionada optó por un perico, ese cortado o pequeño café con leche tan común por esta zona. Y es que el perico de La Especial tenía un sabor que su paladar reconocía casi como hogareño. Poco después, el espacio de la barra que tenía enfrente se llenó, un plato con un chorizo, una arepa y un limón se pusieron ante sus ojos; luego, un pocillo con un humeante líquido color beige. Respiró profundamente y se dispuso a disfrutar de uno de sus platillos favoritos. Es que los chorizos de “Punta” no tenían comparación.

Hacía ya algunos días que Susana había resuelto un par de dudas que le inquietaban alrededor de los aclamados chorizos de “Punta” de La Especial: ¿por qué de Punta? y ¿qué los hacía tan especia les en comparación con los demás?

Esa tarde ella quería conversar una vez más con la persona que representaba el legado de la cocina, por lo que preguntó por Blanquita. Don Alberto, mientras servía más chorizos para una pareja que había llegado, contestó que estaba en la casa y, a modo de broma, añadió que estaba dando guerra; eso solo significaba que doña Blanca, la hija del Punta, no llegaría a la cafetería hasta tarde, así que Susana empezó a recrear aquella conversación que tuvo con Blanquita el 12 de diciembre.

La primera incógnita: ¿quién es el “Punta”? Blanca López le explicó a Susana que la receta de los chorizos era de tradición familiar. Joaquín López, su papá, la había creado y la manera de hacerlos se continuaba repitiendo hasta hoy, gracias a ella y a sus hermanos. En El Carmen de Viboral, un pueblo donde no faltaban los apodos familiares, se reconocía a la familia López como los “Puntas”. Todo se debía a que Francisco López, abuelo de Blanca y patriarca de esta familia, cuando fue joven disfrutaba de molestar a los niños con el lápiz; algo así como un pinchazo rápido con la punta. Gracias a la popularidad de Pacho “Punta”, las personas de El Carmen empe zaron a reconocer los chorizos de Joaquín López como los de “Punta”. Susana reconocía que los chorizos de “Punta” se encontraban en tres sitios diferentes: en un pequeño chucito a un costado de la plaza de mercado, en la esquina de la calle 33 — justo saliendo para Rionegro— y en la cafetería La Especial, en la Calle de la Cerámica.

La segunda incógnita: ¿por qué los chorizos de La Especial se destacaban entre los demás? Doña Blanca le había contado someramente el proceso de elaboración de los chorizos, todo era manual. Ella, junto con sus hermanas, se dedicaban horas enteras a seleccionar la carne de cerdo, el tocino y los aliños; posterior a ello picaban todo, tal como su papá les había enseñado, a punta de cuchillo y, por último, se dedicaban al armado y amarrado de las piezas. Aunque todo sonaba fácil y rápido, era un proceso que requería de días enteros.

donde la tradición y el encanto se encuentran
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La Especial:

donde la tradición y el encanto se encuentran

Aun con el último pedazo de chorizo en el plato — que por cierto era de cerámica, muy pintoresco y artesanal—, Susana escuchaba la salsa que se desprendía del equipo de sonido, mientras seguía enfocando su mirada en los grandes cuadros al frente de ella, en ellos se plasmaba algo de la historia de El Carmen de Viboral.

Había allí imágenes de fábricas de cerámica y una gran fotografía satelital de la zona urbana. Susana se percató, en ese momento, de la expansión que había tenido el pueblo a lo largo de los años. A Susana le pareció revelador y curioso este contraste pues, a sus ojos, el pueblo había permanecido igual desde su niñez.

A punto de terminar el chorizo, se distrajo un poco de sus reflexiones, pues las personas a su alrede dor no paraban de entablar las típicas conversaciones de las familias carmelitanas; hay que seña lar que poner atención a las charlas de otros comensales era una cualidad que permitía esta barra de la cafetería La Especial, algo que ocurría genuinamente y que le añadía confort a perma necer en ella.

Pasados unos minutos, Susana escuchó a don Alberto que le decía a su hermana Olga Toro que deseaba comprar una máquina para hacer los chorizos de una manera más eficaz, de paso le enseñó una foto en su celular en espera de una opinión. Los allí presentes concordaron en que era una gran máquina y una muy buena inversión, pero don Alberto entre risas y un poco resignado, confesó que no poseía el dinero para comprarla; reconoció que la cafetería todavía no era un negocio lo suficientemente grande para tal artefacto. Acto seguido, pareció olvidarlo, continuó con sus quehaceres y siguió atendiendo a las personas que llegaban al lugar.

Mientras ella buscaba en su billetera con qué pagar su cuenta, evocó recuerdos de su niñez en medio de los pasillos de La Especial; recor dó vagamente cómo entraba en brazos de su familia después de misa para tomar algún refresco; trajo a su memoria la primera vez que fue en compañía de sus amigos para tomar el algo, así como las incontables ocasio nes en las que simplemente —cuando no había otros planes o vagaba por el pueblo— se dirigía a La Especial.

Finalmente llamó a don Alberto para cance lar su consumo y entonces —cuando este le sonrió—, se dio cuenta de que La Especial era el lugar, su lugar, el lugar en donde encontra ba paz. Ahora entendía por qué su pecho se le llenaba de un calor inefable cuando se senta ba junto a la barra y recibía la acogida, no sólo de la pareja de esposos quienes atendían, sino también de quienes, al igual que ella, frecuentaban aquella cafetería.

Susana recibió su devuelta y se puso en marcha para volver a casa. Justo en la salida de la cafetería, y después de dar un último vistazo al interior, se percató de que no solo ella sentía un afecto mágico por La Especial; los rostros de los clientes que allí se encontraban, reflejaban el mismo sentimiento de pertenencia y reconocimiento por un lugar legendario y encantador.

Estefanía Idárraga Trujillo Manuela Arenas Jiménez
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Una Conciencia a lo irracional

Trataremos el concepto de personificación o proso popeya como un tipo de metáfora ontológica, en donde veremos elementos y características propias de los humanos que se reflejan en animales u objetos.

Las partes de la realidad y las propiedades que configuran al ser racional, son atribuidas y apropia das por el ser irracional. La disparidad entre estos dos términos se debe a que el “ser racional” es quien ejerce consciencia al comunicarse. Esto quiere decir, que es aquel quien manifiesta, dice, expone y da experiencias a otros seres racionales. La comunica ción existe cuando más de dos seres son conscientes del ejercicio que está surgiendo al entenderse entre sí (emisor-receptor), mientras que el ser irracional no tiene la habilidad de asimilar esta comunicación.

Desarrollados los conceptos de lo racional e irracio nal, nos acercaremos a la apropiación de los espa cios:

Los espacios son vínculos físicos en los cuales se da una simbiosis entre un manifestante y un medio, generando de este modo un vínculo en el cual se supedita al ser irracional como significante de un significado. La apropiación de un espacio se origina desde la necesidad básica de expresarse hasta el punto de generar un cambio significativo, que da un mensaje, lo que podemos entender como arte. Es innegable el desarrollo que ha tenido nuestro municipio al pasar de los días.

Rionegro;

De calles pequeñas, con un toque de aturdimien to producido por un ideal de progreso,arman y desarman este pueblo, Andamos por estas calles de manera rutinaria sin descomponer fragmentos, sin cuestionar. Es claro que la mejor forma de atribuir una conciencia a lo irracional es el arte y es precisamente la corporación Inmigrantes Teatro quien se encarga de hacerlo en nuestro municipio. Esta corporación nace como grupo de teatro en el año 2014 conformado por Catalina Busta mante, Sebastián Garzón y Alejandra Bedoya, y es en el año 2016 que se funda como corpora ción. En primer lugar, surge por la necesidad de tener un espacio propio, en donde los proyectos puedan fluir sin tener que depender de lugares y permisos gestionados por la subsecretaría de cultura. Esto se emprende como una necesidad

Una Conciencia a lo irracional

Nos cuentan que para la corporación, la apropiación de un espacio no ha sido tarea fácil, porque la propiedad raíz en el territorio es de precios elevados y sentar bases es complejo cuando se debe cumplir con un arriendo mensual, además, son pocas las estrategias que se han desarrollado a nivel cultural de índole municipal. Son estos espacios de naturale za artística los que salvan vidas, siendo precisamen te la comunidad su campo de acción, pero atribuirle esta conciencia a un público que no está acostumbrado a pagar por el tema del teatro ha sido difícil. La comunidad no tiene sentido de pertenencia por un lugar que ofrece una escapada de la rutina, un despertar de la conciencia. Asistir a estos espacios contribuye a que el artista cumpla su sueño de vivir del arte. La finalidad del arte y del teatro es la personificación y la atribución de una conciencia al municipio, que el espacio sea tomado por las perso nas, llegarles creando un pensamiento crítico. La corporación como ser racional es muy acogedora y cualquier persona que sienta la necesidad de desconectar, cuestionar, reír o llorar es bienvenida a compartir y contribuir con Inmigrantes, dar una consciencia a lo irracional y dejar los cuestionamien tos en las tablas: un espacio en donde el "rómpete una pierna" es una frase llena de buenas intencio nes.

La palabra “inmigrantes” se entiende como: "el que vino de un lugar para establecerse en otro", es por eso que, haciendo honor a su significado, este año el teatro Inmigrantes estrena casa ubicada en la carrera 54 #51-42, Rionegro- Antioquia, en voz de la corporación, se declara que: “Con la intención de seguir creando experiencias significativas artísticas y culturales para nuestro municipio y para nuestro ser como artistas y creado res. Las razones de este viaje provienen de distintos factores, el más importante es que aún no contamos con un espacio propio, un espacio donde nuestro equipaje se materialice a lo largo de los años, y es así como volvemos a empezar de nuevo, no de cero, porque hay todo un bagaje con el peso de aprendizajes adquiridos a lo largo de los años, que además nos llenan de esperanza para comenzar a construir (ahora sí desde cero) este nuevo escena rio”

El arte repara la vida y el escenario por el cual desfilan personajes que interpretan papeles muy diferentes nos permiten vaciarnos hacia el interior creando algo valioso, trayendo cuestiones y enseñanzas de vida

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Una luz en el fuego

muerte conmociona a una parte de la socie dad y, por otro lado, el amarillismo fluctúa sus teorías sobre las causas del deceso.

Aproximadamente a las diez de la mañana, llega un mensaje al celular de Manuela: ¡Un suicidio! ¿Quién será? –Se pregunta–. Poco estaba enterada de lo que pasaba, excepto que su prima conocía a quien había fallecido y que la muchacha era bastante joven, aspecto que aportaba más impacto a la propagación del mensaje.

En El Carmen de Viboral la noticia se esparce rápidamente; es algo muy normal, los habitantes del pueblo no escatiman comentarios sobre temas sensibles. Al principio, poco se sabe de la muchacha… Solo que murió y que era joven.

En los círculos sociales de personas mayores se reflexiona crédula y ortodoxamente sobre el tema. Valeria hacía parte de un sector juvenil, como es natural por sus veinte años de edad. La noticia sobre su muerte en ese grupo genera cierta zozobra, melancolía y nostalgia. Sin embargo,

hay una sombra sobre las causas de su muerte, nadie sabe con certeza las razones de ese acto determinante que acabó con su vida –quizás ni ella misma las supo–.

Valeria era una chica jovial, recorría las calles a altas horas de la noche y no se resistía a la intensidad que los placeres mundanos podían ofrecerle. Algunos dicen, que de vez en cuando, hablaba sobre la vida con tono burlesco y pesimista, aunque casi siempre se la observaba sonriente, asumiendo sus palabras con la calma de una persona que pasa por penas, pero tiene la habilidad para ocultarlas donde pocas personas pueden escudriñar. Era estimada –porque era amable y cálida–, con una voz dulce y melodiosa, además de una sonrisa perfecta e hipnotizadora. Valeria era, entre muchas cosas, una de las mujeres más interesantes que se pueden conocer, eso le consta a los que tuvieron el placer de hacer parte de su vida.

Asistía enérgicamente a las manifestaciones, demostrando que hacía parte de una juventud que busca el cambio. No era indiferente a los temas políticos y sociales del país. También, de cierta manera, era activista ambiental, y esto se notaba al expresar su sensibilidad cuando algún animal padecía cualquier dolor o, cuando en las conversaciones, hablaba del deterioro del bosque, la montaña, la tierra, los árboles y el agua, y del cuidado para estos elementos naturales que sostienen la existencia.

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Una luz en el fuego

Ella, junto a miles de almas, lucharon por causas que creían justas, solo bastó una decisión mal intencionada por parte del Gobierno, para que aflorará en ella un espíritu conservador por la vida y revolucionario ante la desigualdad.

A principios de mayo del año 2021, las personas salen inconformes e indignadas a las calles, el revuelo se debe a una reforma tributaria que atenta contra las clases menos privilegiadas. Gran parte del país se moviliza y diferentes sectores se unen al estallido popular. Valeria fue partícipe de la protesta, ella contribuía a la causa entonando cantos, bailando al son de la música protesta y compartiendo el vino como si se tratara de una gran comunidad, que estaba allí solo para hacerse escuchar. El mensaje era claro y fuerte: “¡No más corrupción, no más desigualdad social y no más reforma tributaria!”.

La agencia Centro de Diagnóstico Automo tor, más conocida por sus siglas: CDA, era el punto de encuentro de los manifestantes carmelitanos. Por varios días se cerraron las vías que conectan El Carmen de Viboral con el municipio de Rionegro, y no importa ba si llovía o hacía calor, las gentes perma necían firmes. Era frecuente ver a Valeria en ese lugar, a veces el tópico de sus conversaciones se centraba en el contexto social y político del país, sus palabras evocaban cierto valor y al mismo tiempo melancolía. En estas conversaciones también mencionaba las paupérrimas condiciones educativas, el bajo financiamiento por parte del Estado a las universi dades y la horrible forma que tenía la Policía Nacional de reprimir las protestas de los estudiantes.

La aventura también era una muestra de su espíritu juvenil y de su pasión. Los campos que circundan al pueblo se escapan de la vista de muchas personas, pero no a sus ojos. Ella estaba dispuesta a embriagarse por una atmósfera natural y serena; nada se lo impedía, el amor y la vida se lo ofrecían todo.

Valeria salió a caminar por la vereda La Chapa, hacia un lugar conocido como el Bosque de pinos o La pinera, el grupo con el que marchó estaba conformado por seis personas, tres de ellas eran hombres. A eso de las diez de la mañana comenzó el trayecto. Todos iban preparados, vistosos en su ropa deportiva, no les faltaba nada, incluso los termos estaban cargados con agua. Se hicieron unas cuantas paradas para comprar alimentos y guardarlos para comerlos por la tarde en un lugar seleccio nado. El camino no presentó dificultades, todos se integraban mientras compartían temas de conversación, hubo un momento en el que se acordó poner música reggae, para acompañar los pasos y hacer el recorrido más ameno. .

Al llegar a La pinera no tardaron en insta larse, comieron de los alimentos comprados y se dispersaron un rato apreciando el paisaje. El Bosque de pinos era un lugar muy visitado por su cercanía con la zona urbana, aun así, ofrecía la tranquilidad del campo, el aire puro y una energía sustancial de la que gozaron Valeria y su grupo.

Se decidieron a subir por una colina muy cercana del bosque, allí ella les enseñó a los demás algunas posiciones de yoga y les platicó acerca de una finca de su familia, en la cual se cosechaba caña de azúcar, se trabajaba la panela y se cuidaban animales. Decía que la finca era amplia y tranquila, que siempre había algo por hacer y que, de vez en cuando, le gustaba ir a allí para escaparse de la insoportable rutina, También, les platicó de una vez que visitó Canadá y de lo grata que fue esa experien cia para ella.

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Una luz en el fuego

Poco a poco el sol descendía y la tarde iba cambiando de colores; entonces, los visitantes del Bosque de pinos decidieron regresar. Lo hicieron inmersos en un diálo go animado, de repente se toparon con un gavilán que –al parecer– estaba herido, pero no tardaron en darse cuenta de que no era así; el ave no presentaba heridas externas; sin embargo, se negó a escapar, no ofreció resistencia cuando la recogieron del suelo y demostró debilidad física. Al cabo de unos cuantos minutos, y debido al extraño estado del ave, llegaron a la conclusión de que lo mejor era llevarla al pueblo y contactar a algún experto o entidad espe cializada en el cuidado de la fauna.

Por la confusa situación del gavilán, no se les hizo difícil envolverlo en una camisa y transportarlo. En varias ocasiones cerraba sus ojos y disminuía su pulso, no sabían si era letargo o su vida saliendo paulatina mente de su cuerpo. Se convocó, por medio de una llamada, a un ornitólogo, quien les aconsejó hidratarlo a menudo con agua y azúcar; Valeria fue la encargada de esta labor, mientras que alguien más lo trasla daba. Al ave le dieron el nombre de Aníbal, nombre de aquel enemigo romano que en el pasado hizo temblar la república.

Cuando el grupo se aproximaba al pueblo, Vale decidió llevar a Aníbal en sus brazos, ella iba sobando su cabeza y vigilando su pulso; de un momento a otro, sus mejillas se encharcaron de lágrimas por la desdicha del nuevo amigo; la desgracia de la criatura en ese momento, se había convertido en la suya. La sensibilidad de esa mujer por aquel gavilán ablandó a los demás; ella, en un gesto de empatía con ese ser, demostró ser dueña de un corazón bondadoso.

Llegaron al pueblo y se dirigieron a la casa de Valeria. La casa estaba cerrada con llave, no había nadie, sin embargo, se acomodaron en un jardín que pertenecía a la propiedad, y desde allí convocaron a la entidad que recogería a Aníbal. Valeria cuidaba de ese jardín en el lugar donde antes fue su residencia, ubicada en el

barrio el Edén, muy cerca de la cancha municipal. Pocos jardines en una zona tan urbanizada y con un espacio forzosamente limitado, podían ser tan variados y fructíferos como el suyo; este albergaba una exqui sita variedad de plantas, muy lejana de la monotonía e intencionalidad de los campos dispuestos al monocultivo. Se puede pensar –suponer– que, ese jardín tan ameno pudo ser el lugar donde Valeria ocupó parte de su tiempo vital y distrajo su mente de las dolencias escabrosas de la vida.

Pese a cualquier pronóstico, lograron dejar a Aníbal en buenas manos y mantuvieron el contacto para seguir el proceso del ave.

Al cabo de algunas conversaciones al respecto, todos se despidieron. El día había sido provechoso y lleno de aventura, era justo que la tarde la invirtieran en descansar.

La belleza y sensibilidad de Valen, se grabaron en las sienes de muchas personas. Ella era una mujer muy vital y con un espíritu fuerte, pero la vida está llena de misterios –y tal vez–, la sensibilidad puede llegar a absorber y la vida misma perder su sentido.

En diciembre del año 2021, pese a la lozanía de su juventud y el fuego de su espíritu, las grietas de su corazón, aparentemente casi imperceptibles, se convirtieron en un pasado enigmático, del que solo la memoria puede dar honor.

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Va por El Carmen vistiendo de luto

En el parque principal de El Carmen de Viboral surgen varias pláticas entre amigos, alguna vez hablamos de las parti das y su duelo, lo complicado que es asimilar las despedidas de las personas que amamos. Concluí que la muerte es como el aire: aunque no la vemos, ahí está; nos sigue, nos acecha, la tomamos sin darnos cuenta, podemos decir que la necesitamos para vivir; es lo único certero que tendre mos siempre. En medio de esas conversa ciones profundas e interminables, Santiago López, un pariente lejano, me empezó a contar que algunos meses atrás perdió a su ser más amado.

Un día Santiago entró al tercer piso del hospital San Vicente Fundación: cuartos azules y fríos, baldosas amarillentas -quizá unos años atrás blancas, pero su desgaste era notorio- añadió Santiago;lámparas colgantes con luz cegadora por la fuerza de sus rayos, y demasiadas mesas con bisturíes como para contarlas una tras otras. Fue una noche larga para quienes esperaban inquietantemente entrar a la habitación donde estaría pasando sus últimos instantes de vida el señor Luis Pedro López: pelo blanco, canoso de tanta nobleza, dirían algunos, una contextura y estatura prome dio para sus 85 años, con una mirada cargada de ternura.

Santiago fue el último de tan tormentoso esperar fuera de la habitación del hospital, no imaginaba que serían los últimos segundos de los 85 años que vivió su querido abuelo, Luis Pedro. Al entrar al cuarto de losas desgastadas, aire frío y techo sombrío, vio a su abuelo postrado en una camilla blanca, con un respirador que lo acompañaba, pudo observar cómo con el último aliento su ser más amado lo detalló e intentó tomarle la mano y se dejó ir, se entregó a su final irremediable mientras allí quedaba un joven de 18 años enfrentándose a la muerte cara a cara, sintiendo cómo se llevaba a su padre, a su abuelo, su figura a seguir.

-Es difícil encontrar una palabra ideal para lo que él era en mi vida- Me dijo cuando hablábamos sobre lo sucedido -simplemente era él- y entró en un silencio aturdidor para quienes lo acompañamos

Cuando notó cómo se desplomaba su mano lo supo, sintió el vacío y cayó… Observó correr los recuerdos junto a él: cómo jugaban a las cartas y al ajedrez en su niñez, cómo lo miraba con una ternura que solo tendría un padre por su hijo. Sintió cómo pasaba el frío de un lado a otro invadiendo toda la habitación. ¿Y la hora? 11:20 p.m. -como si para poder irse necesitará hora exacta- pensé mientras Santiago me hablaba.

¿Cómo describir el dolor?, un dolor que desgarra el alma, quizá solo se fundía con los lamentos de tantas personas, pero quien lo vivió era yo entre quebrantos de voz dijo Santiago solo pude decir ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¡Qué injusta es la vida!. y agregó yo no entendía, o mejor, no lo asimilaba . Dado que justo ese día, 4 de julio de 2020, los López sintieron que pasaba hasta el día de hoy, el día más trágico de sus vidas.

La última vez que vemos a alguien en este plano físico no es el último recuerdo que mantenemos de esa persona que amamos y se marcha.

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Va por El Carmen vistiendo de luto

-Verlo a él era ver la vida, no sé si pasar o detenerse, pero era verla- intentó explicar Santiago. La última vez que lo vio, don Luis Pedro López estaba en bata, casi paraliza do por su enfermedad, ya había perdido su pierna, ya ni siquiera tenía líquidos en su cuerpo por la pérdida tan significativa de sangre que había presentado. ¿y su enfermedad? Diabetes de tercer grado: no había mucho por hacer, cada vez era peor, pues hasta él mismo decía que sabía que estaba muriendo.

-Por su enfermedad él no se paraba, pero cada vez que yo iba era diferente. Al entrar por la puerta él pensaba que era cualquier persona, unos segundos después se ponía sus gafas y al ver que era yo cambiaba su ánimo. Es como si yo no notara el amor que me tenía hasta que se fue.- Hubo un silencio para que Santiago retomara el aire que le estaba quitando la nostalgia de sus palabras -Se intentaba levantar de la silla y aunque sus ojos ya nublados y deteriorados no le

dieran una imagen nítida me pedía que jugaramos cartas, incluso con ellas borro sas del tiempo de desuso y polvo que conservaban por los años. No importaba si solo éramos él y yo, igual jugábamos, nos reíamos, era distinto. Ahora que lo veo como un recuerdo me llena de tristeza el corazón. Era inevitable notar la nostalgia en sus ojos

Han pasado un par de años y ese dolor se revela en cada situación que traiga consigo el recuerdo del señor Luis Pedro, pude entenderlo como un hombre tan alegre y serio que, incluso para Santiago se le es difícil de describir. Igualmente muchas de las personas que lo conocieron, como mi madre, solo hablan de lo movido y enérgico que intentaba ser hasta la última vez que lo vieron, incluso en sus últimos momentos intentaba sacar los alimentos inimaginables para un hombre en la situación terminal que él presentaba, pretendía caminar aunque sea de la pieza a la puerta, lo intentaba, no quería dejarse vencer, ya que pensaba más en no abandonar a su esposa, la señora Elvia Flóres, que en cualquier otra situación del momento.

En su lecho de muerte, postrado en la cama solo pensaba en ella, su amada, lloraba y para darle tranquilidad sus hijas le decían <<papá, descanse, mamá va estar bien, váyase tranquilo>>

En la noche después de la partida no quedó nada más que una camilla vacía, armarios que desempolvar, ropa vieja que tirar, y una camisa que todos los que lo amaron en vida quisieron conservar; también hubo rencores que dejar atrás y mucho cariño para guardar. Cerca de la cancha de Villa María de El Carmen de Viboral, Santiago intentaba soltar su dolor, pues nadie entendía lo que él sentía, -Era como si me consumiera -me dice Santiago recordando cada instante.

Caminando por estas calles solo encontraba el vacío de la vida, la ausencia de un padre que lo crio y lo hizo hombre; sentir que se parecía más a él en su forma de ser que incluso a la mujer que le dio la vida. Recuerda la ropa que llevaba él como si hubiera sido ayer, camisa negra, pantalón oscuro y zapatos negros desgastados. Un recuerdo cargado de nostalgia y un camino perdido, que consumía sus pasos cada minuto.

Un año y siete meses después de la partida todavía hablan como si él estuviera aquí <<con los vivos>> -Era muy duro verlo llorar porque se iba morir, ¿o no? -le decía Santiago a la mamá, Martha López, hija de don Luis, que estaba entrando a la habitación cuando conversábamos. -Pero ¿Qué podríamos hacer si él tampoco se dejaba ayudar? -dijo la señora López. -No lo entendí mucho hasta que se comentó que don Luis era parte de los Testigos de Jehová y en algún punto necesitaba una transfusión de sangre que él no permi tió pues en la Biblia Capítulo l7, versículo 14 del Levítico dice: << No deben comer la sangre de ninguna clase de carne, porque el alma de toda clase de carne es su sangre>>, y esto lo llevó a un punto crítico, debatiendo entre la vida y la muerte, sin posibilidad de la esperanza de vida que le daría una transfusión. Desde la muerte de su abuelo todo cambió en Santiago. Una mirada fría, un niño que pasó a ser hombre por una pérdida, un giro de ideales de vida, incluso, una forma de caminar distinta. Y esto es algo que intentó darme a entender él, en ese punto solo le iba poder ayudar a alguien que supiera qué sucedía, como un psicólogo.

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