Esquina Boxeo 1

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1906 sería un año de extremos para Herrera. Tras sus estelares actuaciones contra Hanlon y Corbett, Herrera volvió a ganarse la estima del público angelino. Tras una accidentada victoria sobre Kid Herman, se pactó una revancha contra Nelson para el 26 de mayo. Nelson y su equipo se establecieron en la Isla Catalina mientras que Aurelio hizo lo propio en el centro de Los Angeles. Cada día la prensa se dedicó a crear expectación visitando los campos de entrenamiento y consiguiendo declaraciones de ambos púgiles. Entonces, en la mañana del 18 de abril, un gran terremoto azotó la bahía de San Francisco matando a miles de personas. Herrera, Nelson, Atell, Kid Herman,

promotor en Bakersfield. Lo cierto es que la separación de su familia, los malos negocios, un mal matrimonio y arrestos constantes por ebriedad y desórdenes fueron los eventos que marcaron sus pasos. Herrera desaparece de los censos a principios de la década de 1920. Reaparece en diciembre de 1926 y en 1927 cuando los periódicos reportan su arresto por vagancia en Santa Ana y San Francisco. Finalmente muere tras ser liberado de la cárcel, a los cincuenta años de edad, un 12 de abril de 1927. A menos que se tratara de un campeón mundial rara vez la muerte de un peleador causaba conmoción en la prensa. No obstante, cuando las noticias de su muerte recorrieron los telégrafos el asunto fue atendido durante semanas. A lo largo de todo el país los periodistas, muchos de los cuales fueron testigos de sus triunfos en el ring, recordaron lo que Herrera había significado para toda una generación de aficionados a las peleas. Un artículo que circuló en varios periódicos resumió así su contribución al boxeo: “Sus éxitos atrajeron a de miles de mexicanos a las peleas, e inyectó el virus del boxeo en la sangre de los jóvenes mexicanos”; El Heraldo de Syracuse, que en ocasiones llegó a vilipendiarlo e incluso tacharlo de cobarde, saludó a Herrera como “el primer ejemplo concreto de que el latino es un peleador a la misma altura del celta y el sajón”. Por todas las calumnias que Herrera debió soportar durante su carrera, difícilmente habría podido imaginar, o pedir, un legado más satisfactorio que éste.

“The Day”, New London, Connecticut, 15 de enero de 1906.

Descenso

Jack Root, Tommy Burns y Jim Jeffries se unieron a las labores de ayuda. Durante esos días Herrera y su hermano Mauro ofrecieron una exhibición llevándose el aplauso del público y probablemente los últimos aplausos dedicados a Herrera. Finalmente, el 26 de mayo de 1906, se suscitó uno de los eventos que darían al traste con la reputación de Herrera en Los Angeles. Aurelio subió al ring a tiempo pero los aficionados debieron esperar una larga hora a que Nelson hiciera lo propio. Cuando finalmente lo hizo, en medio de gritos e insultos, Nelson denunció que Herrera había evadido el pesaje y exigió que uno nuevo se llevara a cabo ahí mismo o de lo contrario no habría pelea. Al parecer, el equipo de Nelson estaba convencido de que Herrera había alterado la báscula la noche anterior. El mánager exigió un segundo pesaje para una hora después pero Herrera se negó a subir a la báscula declarando que ya había cumplido con sus obligaciones contractuales. Con el público impaciente por ver la pelea el pesaje era el único obstáculo para poder llevarla a cabo, pero Aurelio se mantuvo en sus trece. Tras dos horas la pelea fue finalmente cancelada y ambos peleadores dejaron el ring. Cualesquiera que hayan sido sus razones, el resultado para Herrera fue brutal, se le llamó persona non grata en Los Angeles y jamás volvió a pelear ahí. Intentó retomar su carrera unos meses después sólo para caer ante su rival Charles Neary. Finalmente sus largas batallas, las borracheras y los cigarros oscuros le pasaban factura. Crió ganado durante algún tiempo e intentó convertirse en

como cualquiera de nosotros.

A pesar de que a Herrera se le consideró el favorito para ganar, había un consenso general de que Corbett, un pegador igualmente poderoso, tenía posibilidades de ganar. Como en otras ocasiones Herrera esperó el momento de penetrar con su derecha mientras Corbett lanzaba desesperados volados con la intención de acabar con Herrera antes de que éste acabara con él. En el quinto asalto Herrera lo derribó y dos caídas más tarde Corbett, como muchos otros antes que él, quedó inconsciente sobre la lona. Al salir del ring, Herrera no podía saber que esa sería su última gran victoria y la última por nocáut de su carrera.

La gente lo llama El Mexicano. De hecho es tan americano

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