Frente al boom de la microedición

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T ex T o y en T revis T a : J ohn T ones

Las tendencias editoriales en España tienden a los extremos: del gigantismo de las pocas editoriales grandes, copando escaparates y libros de ventas con sagas infinitas y ediciones especiales, a pequeñas editoriales que sobreviven con políticas de guerrilla y recursos ínfimos. Es en este último lugar, por supuesto, donde se encuentra el riesgo, la alternativa y la militancia. Es el mundo de la microedición. Hay una línea que separa la autoedición o la edición amateur de la microedición, es estrictamente legal y conviene dejarla clara. Una microeditorial es una editorial minúscula, a menudo dirigida por dos o tres personas que editan y se encargan de todas las tareas precisas o las externalizan, pero cumplen todos los requisitos legales: los libros son registrados debidamente y la distribución a menudo sigue los cauces habituales. Aunque ésta tiene un alcance, obviamente, mucho más limitado que el que consiguen las editoriales grandes, que hacen suyos terrenos vetados a las editoriales más pequeñas como las grandes cadenas de librerías, o las grandes superficies.. Por otra parte, la autoedición y la edición amateur, se salta a menudo los cauces legales y publica en modo guerrilla, sin rendir cuentas con la legalidad vigente. Lo que han sido los fanzines de toda la vida. Sin embargo, la diferencia de aspecto entre la autoedición y la microedición no es muy notoria, debido sobre todo al abaratamiento de los medios de impresión y reproducción, que permite que un fanzine tenga todo el aspecto de una publicación profesional. Este abaratamiento, a su vez, es también lo que ha hecho que se hayan multiplicado las microeditoriales: ya no es necesaria una inversión millonaria para editar libros. Ni siquiera aunque se opte por la vía legal.

Es Pop es una editorial de las que algunos llaman mínimas, compuestas por una sola persona que se encarga de llevar a cabo todas las tareas. En este caso se trata de Óscar Palmer. La siguiente conversación tuvo lugar originalmente en septiembre de 2024 como parte del trabajo preparatorio para el artículo «El boom de las microediciones en España», publicado el 31 de diciembre de 2024 en Xataka.com, que incluye diversos fragmentos de la misma, así como entrevistas adicionales con otros editores y comentaristas culturales.

TONES : ¿Cuántas personas sois, para precisar un poco, en la editorial?

PALMER : La editorial siempre ha sido –y me temo que seguirá siendo– unipersonal. Mi pareja me echa con frecuencia una mano con cosas como la preparación de los pedidos o la atención al público cuando vamos a ferias y similares, pero lo que es la labor puramente editorial la sigo realizando solo.

TONES : ¿Qué intención hay detrás de la creación de Es Pop? ¿Monetaria, personal, por probar algo nuevo en un punto concreto de tu carrera?

PALMER : Pues un poco las tres cosas a la vez. Llevaba diez años combinando la traducción con otros trabajos, principalmente de oficina, y empecé a plantearme la posibilidad de dedicarme a ello en exclusiva, pero si quieres ganarte la vida exclusivamente como traductor es muy probable que acabes viéndote obligado a aceptar encargos que no te interesen un carajo o, como poco, que no coincidan con lo que de verdad te apetecería estar haciendo en ese momento. Por lo tanto, Es Pop nació como un intento de crear un espacio en el que poder publicar lo que a mí me diera la gana, no sólo en cuanto a la elección de títulos sino también en la manera de presentarlos.

En este sentido, los dos primeros libros que edité, Los trapos sucios y El otro Hollywood, fueron directamente un experimento para comprobar si, por una parte, realmente era capaz de sacar adelante el trabajo y, por otra, si esos títulos determinados podían llegar a tener suficiente aceptación como para hacer de la edición de mis libros favoritos de ensayo y biografía un proyecto viable. De no haber funcionado, la aventura bien podría haberse quedado ahí, en esos dos.

TONES : ¿Qué contactos previos tenías con el mundo editorial?

PALMER : Aparte de la década que llevaba traduciendo para otras editoriales, había estado también año y medio trabajando en un periódico literario gratuito, Más Libros, que fundamos un grupo de amigos con intención de crear —sin éxito— una suerte de

Primeras experiencias con la autoedición: Más libros nº 0 (1998, portada de Javier Olivares) y U nº 22 (2001, portada de Horacio Altuna).

Mondosonoro de la literatura. Digamos que en un periodo relativamente corto de tiempo pude desarrollar una perspectiva más analítica o periodística de la industria, vista desde fuera, que se solapó con mis primeras tomas de contacto desde dentro, como colaborador. Si a eso le sumas que también tenía cierta experiencia en el trato con imprentas y distribuidoras gracias a mi participación en otros proyectos como fanzines y revistas, principalmente U y Volumen, que estuve dirigiendo una temporada… no voy a decir que me sintiera del todo preparado, pero por lo menos tampoco me veía perdido.

TONES : ¿Cuáles son los mayores desafíos financieros a los que se enfrenta una pequeña editorial como la tuya? ¿Cuáles de ellos te han resultado inesperados o imprevisibles cuando empezabas con el proyecto?

PALMER : Más allá de los problemas comunes a cualquier negocio que empieza, una cosa que sí me parece destacable y probablemente la más peligrosa cuando arrancas es la disparidad entre lo elevado de la inversión inicial frente a lo lenta que es la rentabilidad. Incluso cuando un libro funciona bien, en el mejor de los casos tardas una media de cinco o seis meses en empezar a ver el beneficio. Si durante ese mismo periodo lanzas

Primer éxito y primer batacazo, con menos de un año de diferencia.

otro par de títulos, porque quieres que los libreros vean cierta continuidad o porque lo consideras necesario para dar a conocer la marca, lo que estás haciendo es aumentar tu deuda sin garantía alguna y sin datos reales que te guíen, porque las liquidaciones que te pasan las distribuidoras son sobre libros colocados, no vendidos. Luego vienen las temidas devoluciones. Y esto va a seguir siendo así siempre, cada vez que saques una novedad. La ventaja de aguantar mucho tiempo es que vas teniendo un fondo de catálogo, que es el que en teoría te va a ir haciendo de colchón. Pero, cuando empiezas, o tienes los bolsillos bien forrados para sobrevivir un periodo bastante largo, o tienes que andar con pies de plomo y aprender a hacer malabares.

En cuanto a los gastos inesperados, probablemente en mi caso fuesen los relacionados con el transporte y el almacenaje. Aun teniendo en cuenta que mis libros tienden a ser voluminosos y que la mayor parte de mis autores viven en el extranjero, no podía ni imaginar la cantidad de pasta que me iba a acabar dejando en envíos. Así pues, por chorra que parezca, mi consejo para los editores principiantes es: no olvidéis añadir los gastos de Correos a vuestro escandallo [risas].

TONES : Para una pequeña editorial, un gran fracaso en una edición especialmente costosa, por ejemplo, puede ser fatal. ¿Has tenido tú de esos casos?

PALMER : Ya lo creo. Bien pronto, además. Ya con el tercer libro, la biografía de Charles Schulz que publiqué en 2009, me llevé un buen costalazo que estuvo a punto de dar al traste con todo el proyecto. Una cosa que no te suelen contar, por cierto, es que cuando un libro fracasa no se limita a generarte una pérdida económica puntual. El problema es que, cada vez que tus devoluciones superan a las ventas en un mes determinado, la distribuidora retrasa el pago de las facturas ya emitidas para cubrir el negativo. Es decir, que los ejemplares devueltos de una novedad pueden provocar que tardes aún más en cobrar lo facturado por lo que sí vendiste hace tres o cuatro meses. Por otra parte, si de una tirada de 2.000 ejemplares no llegas a vender ni 500, como ocurrió en este caso, ¿qué haces con el resto? Pues acabas pagando un almacenaje mensual a tantos euros por palet. Y mil quinientos ladrillos de seiscientas páginas en tapa dura dan para varios palets. El libro de Schulz no sólo supuso la pérdida de una inversión, sino que siguió generando gastos durante años porque no se vendían suficientes ejemplares ni para costear el almacenaje. Y hablamos de un solo libro, multiplícalo por diez o por cien. Por eso tantas editoriales optan por destruir gran parte de su fondo a cada tanto.

TONES : Debido a la larga trayectoria de la editorial habrás podido ver cómo ha evolucionado la industria en España: ¿la notas ahora más receptiva o que hay más hueco para las pequeñas editoriales que cuando comenzaste?

PALMER : Ni más ni menos, la verdad. Es cierto que hay algunas librerías muy militantes y dispuestas a apoyar a los pequeños editores por principio, lo cual está muy bien y, por supuesto, se agradece, pero en términos generales la mayor parte de los distribuidores y libreros tira por lo pragmático. No van a quitarle hueco al nuevo de Carmen Mola ni a las novedades mensuales de Anagrama para apostar por una editorial especializada en autores desconocidos o en temas —a su modo de ver— marginales.

También te digo que no pienso que exista un ninguneo premeditado. Como en tantos otros aspectos de la vida, la mayoría de la gente opta por ir a lo fácil, sin romperse demasiado la cabeza. Si por lo que sea tu catálogo encaja con alguna cuestión de actualidad que se les antoje de interés general, rápidamente te hacen espacio. Mira si no la implantación tan rápida que tuvo Tránsito o el modo en que, de un tiempo a esta parte, muchas librerías han añadido a sus anaqueles una sección específica de música, cosa que evidentemente me ha dado más visibilidad, pero no por ser una pequeña editorial sino porque de repente ha corrido el runrún de que los libros de música funcionan y a mí me han metido en ese saco.

Una cosa que sí es posible que haya ido a mejor ha sido la proliferación de puntos de venta alternativos, al margen de las librerías tradicionales. Me refiero a tiendas

como Chopper Monster o La Integral en Madrid, Bahnhof y Picaraza en Zaragoza, La Contxita de Sants en Barcelona y muchas otras que me dejo, que no son estrictamente librerías, sino espacios que combinan la literatura con la música, la moda y productos aledaños, y que a la hora de escoger el tipo de libros que quieren vender tienden a privilegiar las editoriales pequeñas, ya sea por afinidad temática o directamente espiritual. Pero vaya, que no dejan de ser eso, alternativas, el mercado mayoritario no veo que haya cambiado gran cosa. Me estoy refiriendo únicamente a la manera de funcionar, ¿eh? No hablo de temáticas ni de tendencias, que ahí es evidente que sí se han producido cambios.

TONES : Otro elemento que no existía cuando empezaste era Internet: no solo redes sociales, sino la posibilidad de darte a conocer a muchas más gente, etc. ¿Cómo ves este cambio, favorece a las pequeñas editoriales?

PALMER : Sinceramente no sé hasta qué punto esa posibilidad de darte a conocer a más gente es real. Mi impresión al menos es que, a día de hoy, las redes sociales funcionan igual que los medios de comunicación tradicionales: la posibilidad de hacerte notar existe, pero es remota, porque al final el 90 % de la gente acaba hablando siempre de las mismas cosas, igual que hacen los periodistas culturales en sus respectivas publicaciones. El problema es que nos creemos alternativos o incluso bien informados porque nos pasamos el día opinando en redes sobre lo que sea que toque dar la brasa esta semana, pero no nos engañemos: si todo dios acaba hablando, por ejemplo, de Blackwater, por citar un fenómeno reciente, es porque previamente se ha hecho una campaña descomunal de promoción entre libreros y opinadores varios, no se trata de un fenómeno espontáneo ni particular de Internet. Aunque lo veamos explotar en Internet, viene teledirigido desde fuera.

Personalmente, a un nivel muchísimo más discreto y modesto, te puedo asegurar que la campaña que hice regalando bolsas y pósters en librerías por el quince aniversario de Es Pop ha acabado atrayendo más lectores a la editorial que diez años de redes sociales, por la sencilla razón de que el lector medio que va regularmente a la librería no sigue las cuentas que habitualmente suelen hacerse eco de mis lanzamientos. Qué duda cabe que las redes funcionan estupendamente como amplificador de fenómenos, lo que no acabo de ver claro es que ofrezcan una dinámica verdaderamente alternativa como generador de los mismos. Debo decir que, cuando empecé, es cierto que tener un blog me ayudó a darme a conocer y a crear cierto sentido de comunidad en torno a la editorial, pero en el momento en que los blogs fueron barridos por las redes sociales el ruido acabó por matar la conversación. Con esto no quiero decir que no haya internautas dispuestos a dedicarle tiempo y espacio a otras propuestas; por supuesto que los

«Las campañas de promoción en tienda son una herramienta estupenda para darse a conocer entre el público general, pero no deberían ser excluyentes con otro tipo de iniciativas como las preventas. Todo ayuda y todo suma». Arriba, campaña del 15 Aniversario con póster de Javi Godoy y bolsas de Mik Baro para regalar en librerías (en la foto: Librería Cámara de Bilbao). Abajo, serigrafía de Albert Monteys, obsequio para los compradores de Marvel Comics en la web de Es Pop.

hay y probablemente sean a los que seguimos usuarios como tú y como yo, pero lo que me pregunto —y reconozco que carezco de datos para dar una respuesta rotunda— es en qué se diferencia eso del «modelo anterior», cuando para estar informado recurrías a tus medios especializados favoritos, como fanzines, revistas, etcétera. Nos creamos pequeñas burbujas en las que parece que nuestras propuestas tienen buena acogida, pero ¿cuál es su relevancia real? Sospecho que poca.

Dejando de lado la visibilidad, para mí la verdadera revolución aportada por Internet ha sido algo tan pedestre como la posibilidad de que los editores vendamos directamente los libros. Sé que es una cuestión controvertida y a muchas librerías les solivianta, pero hay que tener en cuenta que, para muchas microeditoriales, esa venta directa puede llegar a marcar la diferencia entre que un libro salga rentable o no. Sólo con que coloques cincuenta o cien ejemplares en preventa, ya puedes llegar a cubrir una buena parte de los gastos de imprenta… y por adelantado, en vez de verte obligado a esperar los cuatro meses que sueles tardar en ver el primer euro de la venta en tiendas. Sin embargo, la práctica irrita a muchos libreros, porque consideran que les estás «robando» ventas. Yo ese concepto no lo he entendido nunca, como si el numero de

Palmer en 2019, en la caseta de Es Pop en la Feria del Libro de Madrid.

compradores fuese finito e inmutable. Si un libro funciona en preventa y sus lectores le dan visibilidad, ¿no piensas que eso va a redundar en última instancia en una mayor venta en librerías? ¿De verdad no te planteas que pueda ser beneficioso para todos? ¿Y no prefieres que las pequeñas editoriales gocemos de una mayor estabilidad que nos permita acabar publicando más títulos para que también tú los vendas?

Te voy a poner un ejemplo concreto: Los trapos sucios lleva unos 12.000 ejemplares vendidos. Yo no sé si habré llegado a vender 500 a través de la web en quince años, lo dudo, pero pongamos que fuesen 500. A mí esos ejemplares me han dado la vida. Dudo muchísimo que hubiera podido superar baches como la debacle de Schulz si no llega a ser porque estaba ingresando dinero con la venta directa. ¿Quién ha vendido los 11.500 restantes ejemplares? Pues librerías. Librerías que, de otro modo, no habrían vendido ni esos ni ninguno de los siguientes títulos que he ido editando desde entonces. No se trata de prescindir unos de otros ni de «robarse» a la clientela. Se trata de que un ecosistema de editores independientes relativamente afianzados es beneficioso para todos. Y para afianzarte necesitas un porcentaje de venta directa. Lo creo sinceramente.

TONES : ¿Qué te parecen las ferias y eventos destinados a pequeñas editoriales? No eres muy asiduo de estos saraos: ¿es falta de medios para acudir a todos o no te compensa?

PALMER : Me parecen una iniciativa estupenda, claro. Es otra manera de crear o reforzar esa sensación de comunidad de la que te hablaba antes y de generar ese movimiento que luego se traslada y se perpetúa en las redes. Acudo regularmente como visitante a eventos como Santa Librada, MiraLook o el FanziMad, y hace unos años tuvimos puesto en varias ediciones del H.U.L. y en el primer Graf que se celebró en Madrid. Si he dejado de participar es por pura logística. No tengo coche y, como sabes, tiendo a publicar libros de un volumen considerable. Emplear transportistas para desplazar aunque sea una pequeña muestra de todo el catálogo me genera un desembolso importante. Por otra parte, ten en cuenta que, al contrario que otros editores que pueden dedicarse en exclusiva a... pues eso, sus labores editoriales, yo sigo encargándome de traducir una cantidad bastante elevada de todo lo que publico, lo cual acaba consumiendo gran parte de mi tiempo. Tienes que acabar eligiendo muy bien en qué lo inviertes. Reconozco que a veces directamente me compensa más quedarme en casa traduciendo que pasar el día en una feria. Pero vaya, que no descarto repetir en un futuro.

TONES : Con el paso del tiempo has ido orientando tu catálogo en una u otra dirección según te iba conviniendo. Ahora, por ejemplo, prácticamente no publicas ficción. ¿Han sido aprendizajes que has tenido «a golpes» o has ido modulando de otra forma tu catálogo?

Arriba: A la cara , segundo título de la colección Valdemar/Es Pop, con portada de Robert Maguire, y Luna de casino , primer número de la colección Pulpo Negro, en la que Palmer puso en práctica bajo una misma cabecera todas las cosas que había estado intentando evitar hasta entonces: un diseño de colección cerrado, portadas fotográficas y lomos numerados.

Abajo: Uno de los títulos previstos para la abortada Colección Sepia. Cada libro, en tapa dura, debía contar con una sobrecubierta basada en una pintura, una portada con un patrón geométrico y una ilustración en bitono del autor; este de Jane Austen fue realizado ex profeso por Paco Alcázar.

JANE AUSTEN
LADY SUSAN
JANE AUSTEN
LADY SUSAN

PALMER : La idea detrás de Es Pop siempre fue centrarse en el ensayo y la biografía, lo que pasó fue que surgió la oportunidad de coeditar una colección de narrativa a medias con Valdemar y evidentemente no iba a dejarla escapar. Económicamente la cosa no funcionó, pero durante un tiempo seguí insistiendo con la narrativa porque en mi cabeza había creado una segunda línea dentro de Es Pop que merecía la pena mantener. En determinado momento incluso me planteé sacar una colección de pequeños clásicos; Colección Sepia, se iba a llamar. De hecho, se llegaron a traducir, maquetar y anunciar tres títulos, pero nunca se publicaron debido a un pequeño ataque de lucidez: me di cuenta de que estaba intentando adaptarme al mercado cuando la idea inicial para montar la editorial había sido justo la contraria, y me negué a seguir entrampándome. Tras haber empezado en esto de la edición de una manera completamente libre y despreocupada, de repente me vi lanzando otra colección de narrativa con portadas fotográficas y lomos numerados, porque en las distribuidoras me insistían con que la estética de Valdemar/Es Pop, de la que me sentía francamente orgulloso, era demasiado «bolsilibro» y anárquica, y que eso aquí no funcionaba; que los libreros preferían los diseños de colección cerrados, fáciles de identificar, preferentemente con foto. Y me encontré preparando la colección de miniclásicos porque parecía una manera sencilla de sacar más «producto», que es otra de las cosas en las que te suelen insistir: la frecuencia y continuidad de las publicaciones. En resumen, que durante una temporada centré mis esfuerzos en convertir Es Pop en una editorial más tradicional, que digamos. Hasta que me percaté de que mi proyecto personal estaba mutando en otro trabajo de oficina. Lo cual era justo la antítesis del concepto inicial. A mí, sinceramente, lo de ser editor nunca me ha atraído en lo más mínimo. Me encanta traducir, me encanta diseñar, me fascinan todos los aspectos creativos e incluso técnicos que intervienen en la elaboración del libro, pero lo que es el concepto tradicional del trabajo editorial ni me interesa ni me agrada. Si fundé un sello fue únicamente para poder desarrollar esas otras labores que sí me estimulan en las mejores condiciones profesionales y con el mayor margen de libertad. Si eso implica trabajar a otro ritmo, publicar menos o incluso pasarte medio año sin sacar novedades porque estás dedicando el tiempo a otras cosas como lanzar una cerveza u organizar un concierto, pues que así sea. Pero una cosa que me quedó meridianamente clara es que es que Es Pop sólo tiene sentido mientras sirva para publicar única y exclusivamente lo que me dé la gana sin tener que andar pendiente del mercado. Menos mal que me di cuenta y reculé a tiempo, de otro modo dudo que hubiera aguantado hasta aquí.

TONES : En una ocasión me comentaste que, en cierto sentido, las pequeñas editoriales vivían de buscar éxitos puntuales cuyo rendimiento permita arrastrar todo el catálogo. ¿Es así también en tu caso? ¿Es una cuestión que se ha ido extremando con el tiempo?

Es Pop Ensayo, una colección ideada para acoger propuestas temáticas y estéticas variadas.

PALMER : Indudablemente es mi caso y también el de la mayoría de editoriales que conozco, desde las pequeñas hasta la más grande. Todos los años recibo las liquidaciones de títulos que he traducido para otros sellos y la tendencia es siempre esa. De hecho, sospecho que cuanto mayor es la editorial, más se acentúa. Si ves la disparidad de ventas entre los títulos que funcionan y los que no de entre la decena que he traducido para el grupo Random House, flipas. Hablamos de unas diferencias disparatadas.

TONES : ¿Cómo ves el futuro de las microeditoriales en España? ¿Hay alguna tendencia o cambio importante que estés observando?

PALMER : Lo de las pequeñas editoriales es como lo de los grupos de rock pijos: dudo mucho que desaparezcan en un futuro cercano, porque muchas de ellas nacen como proyectos de personas que en realidad no viven de editar. O bien son proyectos de gente con pasta y ganas de lustrarse el ego, o bien de genuinos entusiastas que quieren aportar su granito de arena al panorama cultural, pero que en realidad se ganan las lentejas en el mundo académico, en estudios de diseño o incluso en agencias de viajes. En fin, nada que no resulte aplicable al resto de las artes. Al margen de eso, a mí lo que me interesa particularmente es lo que se ha dado en llamar las editoriales «de nicho», entre las que suelen encuadrar a Es Pop. Tampoco es que se trate de un fenómeno nuevo, recuerdo por ejemplo que a finales de los noventa, cuando hacíamos Más Libros, salieron sellos muy majos —hoy extintos— como Metáfora, especializado en autores de Europa del Este, o Ediciones del Imán, especializado en textos literarios relacionados con el cine, pero quizá no cultivaron lo suficiente su

carácter diferencial, cosa que sí hacen editoriales como Sajalín, Dirty Works, La biblioteca de Carfax o Colectivo Bruxista, por citar algunas que están sabiendo mantener una coherencia temática y formal, al tiempo que fomentan cercanía y comunión con sus lectores. Conseguir que cale esa sensación de que detrás de una editorial hay una persona o personas con una idea determinada y un proyecto sincero al que, como lector, te entran ganas de sumarte, no es tan fácil; de hecho, uno de los principales problemas que les veo a muchos sellos recientes nacidos un poco a rebufo de lo que nos han vendido como la eclosión de la edición independiente es que podrían intercambiarse los libros y ni te darías cuenta: huelen más a «producto», a publicar por publicar o por sumarse al tema de moda, que a una expresión directa de los intereses o la personalidad del editor. Por último, una tendencia que sí veo bastante marcada y de la que, me parece, hemos sido punta de lanza las pequeñas editoriales, es la evolución estética experimentada esta última década por el diseño editorial en general.

TONES : Y finalmente: particularmente, observo que en la cultura en general hay una polarización de los tamaños. En cine, música y otras industrias, los tamaños se extreman

Con Álvaro Llorca de Libros del K.O. en la edición 2017 del Festival H.U.L.

Varios títulos recientes de la colección Es Pop Ensayo.

y van desapareciendo las empresas medianas, solo hay sitio para los gigantes y los minúsculos. ¿Notas algo así en el panorama editorial en España o la cosa funciona de otra manera?

PALMER : Creo que lo que podríamos llamar la «clase media» del mundo de la edición está aguantando mejor que en otros ámbitos. Probablemente porque los costes de producción son más asumibles y porque resulta más fácil distribuir el trabajo terminado y conseguir que llegue a su público. Quiero decir, que más allá de la evidente disparidad entre el número de librerías que pueda haber frente al de salas de cine o tiendas de discos está también la cuestión de que existe un sistema de distribución al que podemos ponerle muchísimas pegas, pero que al menos sigue permitiendo que una editorial mediana o incluso una diminuta como Es Pop pueda llegar prácticamente a los mismos puntos de venta que Planeta.

Fíjate en el crecimiento experimentado por Astiberri en veinte años. O en sellos como Libros del K.O. o Nocturna, por citar dos que empezaron más o menos al mismo tiempo que yo, casi como microeditoriales, y hoy en día ahí las tienes: bien asentadas y con equipos que rondan la decena de personas. ¿Cuántas películas puede llegar a rodar una productora en quince años? ¿Cuántos videojuegos puede desarrollar un estudio? ¿Qué clase de equipos, técnicos y humanos, tienes que llegar a reunir para sacar esos proyectos adelante? Y una vez terminados, ¿cómo los explotas? ¿Vas a llevar tu película a festivales, tienes vendida la distribución en salas, has conseguido cerrar un acuerdo para que te la editen en DVD, la van a querer las plataformas? Nosotros enviamos el libro a la imprenta, de ahí va a la distribuidora y en tres semanas está en librerías. El número de intermediarios es bastante menor. No quiero minimizar nuestra labor, porque evidentemente tampoco es fácil, de otro modo no habría editoriales hundiéndose de manera tan estrepitosa como lo hacen algunas, pero comparado con otras industrias, en fin… Y una cosa que no hay que olvidar nunca es la ley del precio fijo. Todo esto que acabo de comentar es posible única y exclusivamente porque a día de hoy los gigantes editoriales y comerciales no pueden barrernos del tablero de juego a base de descuentos desorbitados y de tirar los precios hasta eliminar a la competencia, como hicieron en Gran Bretaña cuando la revocaron en 1995 en nombre del libre mercado. Diría que gran parte de la responsabilidad de esa polarización que comentas la tiene esta nueva etapa de liberalismo económico desbocado en la que llevamos un par de décadas hundidos hasta el cuello y de la que, en ciertos aspectos, la industria del libro se está salvando gracias a que existen esas medidas legislativas. Y que duren.

POP1

Del catalán y dialectos polp, del latín polypus y éste del griego πολύπους (literalmente «de muchos pies»).

m. ZOOL. Nombre genérico de los moluscos cefalópodos, bentónicos, octopodiformes, ligeros, con ocho brazos cazadores y deambulatorios, que cambian de color y expulsan nubes de tinta como defensa.

POP2

adj. Del inglés norteamericano pop, abreviación de popular.

«Cause what the world needs now are some true words of wisdom. Like la-la-la-la, la-la-la, la-la».

2008 • 2025

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