Opinion Marzo 24 2012

Page 1

Dictadura y Desarrollo Josefina Vázquez Mota (El Economista, 1998). Por Luis Pazos El caso Pinochet que ha ocupado espacios importantes en los medios de comunicación mundiales y las manifestaciones encontradas de quienes lo apoyan y de quienes fueron víctimas de la crueldad y el sufrimiento tanto fuera como dentro de Chile, invitan a la reflexión. Entre los argumentos más recurrentes de quienes defienden la dictadura de Pinochet, son los avances en materia económica que han posicionado a este país como el de más sano crecimiento en América Latina y lo han convertido en un ejemplo a imitar por otros países, incluido el nuestro, en algunas de sus políticas públicas. La pregunta entonces es sí para tener bienestar y desarrollo lo que se necesita es una dictadura, pues incluso en algunos círculos de mexicanos es frecuente escuchar que lo que se necesita es "mano dura" para corregir los principales problemas de nuestro país. La historia parece darnos una clara respuesta al respecto: dictadura no es sinónimo de bienestar económico, ni tampoco es una condición para el desarrollo sostenido de un país. La historia de la década de los 70 en que las dictaduras cobraron fuerza a lo largo y ancho de América Latina, arrojaron en su mayoría nefastos saldos en materia de avance económico y abultados casos de atropellos y violación a los derechos humanos, Si hoy los crímenes de Pinochet alarman y remueven heridas que algunos creían ya cerradas, habría que asomarse a ver los saldos de desaparecidos que arrojaron los gobiernos militares en Argentina, y que algunos estiman superan los 20,000. Los casos se repiten en países como Uruguay y en buena parte de las naciones centroamericanas. La diferencia de estos regímenes, respecto al de Pinochet, es que este último aceptó desde un principio que requería de otros para manejar la economía de su país y no se adjudicó el poder de alterar las leyes de la oferta y la demanda, como en su momento sucedió en México cuando el presidente Echeverría decidió manejar la economía desde Los Pinos, así fuesen los precios de las tortillas o los controles para la leche. La economía chilena fue dejada en manos de un grupo de expertos que tuvieron que enfrentar una fuerte crisis a principios de los 80 y sus políticas públicas estuvieron apegadas en lo general, a los principios de una economía de mercado que hasta hoy han tenido continuidad y se han venido adecuando y consolidando con el paso de los años. Cierto también que los sistemas democráticos resultan para garantizar el bienestar, pero la historia también demuestra y de forma contundente, que la gran mayoría de países prósperos han tenido como una fuerte aliada a la democracia, a una sociedad protagonista e instituciones sólidas y apegadas a la ley. La dictadura chilena deja grandes lecciones y la historia se está encargando de dar a cada quien su tributo y responsabilidad. Hay otras dictaduras más peligrosas porque operan bajo una piel de cordero, por eso cuando hace unos años Vargas Llosa se refirió al sistema político mexicano como la "dictadura perfecta" no se equivocó en su veredicto. Los avances democráticos han sido notables en México en los últimos años, pero el desarrollo económico sigue siendo un privilegio para muy pocos y problemas como la impunidad y la corrupción en los sistemas de justicia, podrían hacer pensar a algunos que esa "mano fuerte" es la solución, ante la debilidad evidente de las instituciones y altos costos sociales que millones han venido pagando en condiciones de miseria. Las tentaciones de volver al pasado están presentes, y también la tentación de probar lo que a otros les ha dado resultado, por eso es importante distinguir que en el caso chileno, lo que dio resultado no fue el poder bajo las botas y el fusil, si no la correcta aplicación de principios y políticas económicas, y es ahí donde debemos empeñarnos y seguir impulsando la democracia que tanto ha costado hasta hoy.

1


EPN, Promete lo que su Partido no Cumple Por Luis Pazos Uno de los graves problemas a que se enfrenta Enrique Peña Nieto es que muchas de sus promesas de campaña no son avaladas por las acciones de sus gobernadores y legisladores en los últimos 12 años. Promete mejorar la seguridad pero los estados con más homicidios, secuestros, y criminalidad son los gobernados por el PRI, donde las autoridades locales no tan solo se cruzaron de brazos ante la violencia, sino en algunos casos, como Tamaulipas y Veracruz, presuntamente se asociaron con delincuentes, según documentos atribuidos a la DEA y pruebas publicadas en medios de comunicación. En el caso del orden financiero y la transparencia también han sido en los estados priístas donde se dio el mayor endeudamiento, desvíos de fondos y opacidad en el manejo de los recursos públicos, como lo prueban lo sucedido en los gobiernos priístas de Oaxaca y Coahuila, por dar algunos ejemplos. En el caso de las reformas para crecer y crear empleos, como la apertura de PEMEX y la flexibilización laboral, han sido los legisladores priístas quienes las han bloqueado o mediatizado en el Congreso. No dudamos de las buenas intenciones de EPN, pues algunas reformas que propone son de sentido común y necesarias; sin embargo han sido gobernadores priístas y legisladores de su partido quienes han impedido que se pongan en práctica los cambios que promete el candidato priísta. La credibilidad de las promesas de un candidato están asociadas a los resultados como gobierno del grupo que lo va a acompañar a gobernar si gana. En el caso del EPN la mayoría serán los mismos que gobernaron el país a nivel federal los últimos 20 años del siglo pasado y a nivel estatal 20 estados de la República en la primera década de este siglo. Si analizamos los resultados en los estados priístas y las decisiones de los legislados del PRI en el Congreso, sabremos como van a gobernar si controlan nuevamente el Ejecutivo.

2


Los ricos del Gobierno Por Luis Pazos Una de las conductas que se ha convertido en costumbre, generando miseria y desempleo entre muchos mexicanos, pero a la vez aceptada en varios círculos sociales es la corrupción. En todos los gobiernos hay corrupción en diversos grados, pero en el caso de México hay quienes consideran al gobierno como una fuente natural de enriquecimiento. La corrupción no es inherente a los mexicanos ni somos un pueblo corrupto por naturaleza, sino ésta es producto de un sistema político y legal que durante el siglo pasado creó las condiciones para que floreciera y se reprodujera, no tan solo sin castigo, sino respetada por muchos mexicanos. En el libro Los ricos del gobierno, la costumbre de la corrupción, identifico las causas estructurales de ese fenómeno, que mantiene en la pobreza a millones de mexicanos. Documento cómo atrás de posiciones ideológicas y del teórico objetivo de distribuir la riqueza o la tierra, se realizan jugosos negocios, que generan camadas de ricos del gobierno. También demuestro cómo disfrazados de defensores de la soberanía y del nacionalismo, legisladores mantienen monopolios estatales donde se cocinan negocios millonarios. Analizo como la corrupción en las estructuras corporativas en el campo, en la educación y en las empresas estatales son protegidas por un partido a cambio de recursos y votos en las elecciones. En el libro Los ricos del gobierno explicamos la simbiosis entre una generación de políticos, de empresarios y la corrupción estructural en México. Esa corrupción, enquistada en nuestro tejido social, solo puede ser superada si la clase media mexicana tienen una conciencia clara de la relación entre la inflación, el endeudamiento excesivo, la pobreza y la violencia, con una corrupción estructural que ha dado lugar a generaciones de Ricos del gobierno, que llegan, mantienen o recuperan el poder con base en la corrupción.

3


Reformas ¿sólo con el PRI? Por Luis Pazos El candidato a la presidencia del PRI, Enrique Peña Nieto, señaló que solo su partido puede implementar las reformas estructurales para lograr altos crecimientos y crear más empleos. Esa afirmación pasa por alto que el PRI en los dos últimos sexenios se opuso en el Congreso a las reformas que ahora promete su candidato. Desde el 2002 el Ejecutivo, en aquel tiempo a cargo de Vicente Fox, luchó por flexibilizar y modernizar la ley laboral. Los medios llamaron a los proyectos que presentó el en ese entonces Secretario del Trabajo la “Ley Abascal”, que implicó muchos meses de cabildeo de uno de los mejores funcionarios que ha tenido la administración pública en México. Al final el PRI con diversas excusas se opuso a reformar la ley laboral, que de haberse cambiado, hubiera generado los empleos que ahora promete el candidato del PRI. En marzo del 2010 el PAN presentó otra iniciativa de ley que buscaba también una mayor flexibilidad laboral, el salario por hora, libertad sindical y la transparencia de los recursos manejados por sindicatos. El PRI dijo que le entraba a la reforma si suprimían lo relativo a la transparencia de los recursos sindicales e hizo suyo el proyecto. A la mera hora no aprobó ni lo que ellos mismos presentaron. La causa fue que uno de los principales cimientos del PRI está en los grandes monopolios sindicales, que son los que se oponen a la reforma laboral. La actual ley laboral favorece a los monopolios de mano de obra no a los trabajadores. A la Reforma Energética también se ha opuesto el PRI. En el 2008 la mutilaron en tal forma que lo aprobado sólo aumentó la burocracia en PEMEX, pero no hizo a esa empresa más eficiente. En 2001, 2003 y en 2010, también se opusieron en el Congreso a modernizar la legislación fiscal. Es incongruente y contradictorio que el candidato del PRI prometa reformas que en los 70 años del siglo pasado, con el control del Poder Ejecutivo y Legislativo, no fueron capaces de implementar y en 12 años de oposición, legisladores de su partido las obstaculizan desde el Congreso. lpazos@prodigy.net.mx twitter: @luispazos1

4


Pesos y contrapesos La transformación del capitalismo, Por Arturo Damm

El hilo conductor del Foro Económico Mundial de Davos es la transformación del capitalismo, lo cual supone que algo no está funcionando en el capitalismo y que, precisamente por ello, hay que transformarlo. Ante tan ambicioso propósito pregunto: ¿cómo se transforma lo que no existe?, porque debe quedar claro: el capitalismo, entendido como el sistema económico basado, ¡en serio!, en la libertad individual (para emprender, trabajar, invertir, producir, comerciar, consumir, ahorrar, etc.), en la propiedad privada (sobre el ingreso, el patrimonio y los medios de producción), y en la responsabilidad personal (tanto ante las ganancias como frente a las pérdidas); repito: el capitalismo, así entendido, no existe, y afirmar lo contrario es consecuencia, o de la ignorancia, o de la mala fe. En una de las reuniones del Foro la conclusión a la que llegaron (¿o debo decir: la premisa ¿prejuicio?- de la que partieron?), algunos capitanes de empresa es que “el capitalismo es malo pero es lo mejor que tenemos”. Si sustituimos, como debe ser si nos estamos refiriendo a la realidad, la palabra capitalismo por keynesianismo (activismo monetario y fiscal), mercantilismo (proteccionismo a favor de productores nacionales) y socialismo (redistribución del ingreso, tanto de gobiernos de izquierda como de derecha), entonces la afirmación es malo es cierta, no siéndolo la que apunta que es lo mejor que tenemos, porque eliminando lo que de keynesiano, mercantilista y socialista tienen los sistemas económicos hoy podemos obtener algo mucho mejor. ¿Qué? El verdadero capitalismo. El capitalismo es aquel arreglo institucional (reglas del juego) de respeto irrestricto a la libertad individual, a la propiedad privada y a la responsabilidad personal, con un único límite: que ni el uso de la propiedad, ni la práctica de la libertad, viole los derechos de los demás (derechos que no hay que confundir, ni con intereses, ni con necesidades), o, dicho de otra manera, que ni la práctica de esa libertad, ni el uso de aquella propiedad, suponga acciones delictivas por su propia naturaleza, siendo tales, precisamente, las que violan los derechos de otras personas. Respetando los derechos de los demás, tanto los naturales como los contractuales, y sin ningún privilegio otorgado por el gobierno, que cada quien haga todo lo que pueda para mejorar su condición (para lo cual, mano invisible de por medio, debe contribuir a mejorar la de los demás). Esto es el capitalismo, mismo que no tenemos. Si por capitalismo entendemos el sistema económico basado en la libertad individual y en la propiedad privada, con 5.95 de calificación en materia de libertad[1], y con 5.97 en lo que a propiedad[2] se refiere, ¿podemos afirmar que el capitalismo está vigente? No se puede transformar lo que no existe, y lo que no existe es capitalismo, sino una mezcla de keynesianismo, mercantilismo y socialismo, con algo de capitalismo, que resulta insuficiente para poder hablar, con propiedad, de capitalismo. La causa de los problemas económicos no es lo poco que de capitalismo hay, sino lo mucho que de keynesianismo, mercantilismo y socialismo se practica. [1] Índice de Libertad Económica 2012; Fundación Heritage. [2] Índice de Derechos de Propiedad 2011; Alianza Internacional por los Derechos de Propiedad 5


¿Por qué necesitamos una reforma laboral? “Necesitamos una reforma laboral que tenga como principal objetivo flexibilizar el mercado laboral, pero sin olvidar otro fin no menos importante: borrar las tonterías que, en la materia, encontramos en el marco legal del mundo laboral mexicano, comenzando por la Ley Federal del Trabajo. He aquí tres tonterías contenidas en apenas un sólo artículo de la mentada ley.” Por Arturo Damm Mucho se habla de la necesidad de una reforma que flexibilice el mercado laboral, como condición para crear más puestos de trabajo y abatir el desempleo que, si bien es cierto está bajando, lo está haciendo lentamente. Cierto, se necesita una reforma laboral que tenga como principal objetivo el mencionado, flexibilizar el mercado laboral, pero sin olvidar otro fin no menos importante: borrar las tonterías que, en la materia, encontramos en el marco legal del mundo laboral mexicano, comenzando por la Ley Federal del Trabajo, en la que encontramos un buen repertorio de tales tonterías, que son la espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas, por una razón muy sencilla, que tiene que ver con la respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué puede pasar si a alguien se le ocurre intentar llevar a la práctica lo que tales tonterías proponen? Respuesta: un desastre mayúsculo. Buen ejemplo de lo anterior le tenemos, para empezar, en el artículo tercero de la mentada ley, que a la letra dice: “El trabajo es un derecho y un deber sociales. No es artículo de comercio, exige respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia”, párrafos en los cuales encontramos tres tonterías, ni a cual ir de grave. Primer tontería, afirmar que el trabajo es un derecho y un deber sociales, lo cual resulta contradictorio: el trabajo, o es un derecho, o es un deber, pero no puede ser las dos cosas al mismo tiempo, de entrada porque la contrapartida del derecho de alguien es la obligación de alguien más, no siendo posible que la misma persona sea el titular de un derecho y de su contrapartida, el deber correspondiente. El trabajo es un derecho, no una obligación, ¡mucho menos social!, sobre todo si por ello se entiende que tengo, frente a todos los miembros de la sociedad, la obligación de trabajar. A esa obligación se le llama esclavitud. Segunda tontería, señalar que el trabajo no es artículo de comercio, por lo que no se puede vender ni comprar, por lo que, ¡conclusión lógica!, no se debe cobrar ni pagar. ¡Vaya tontería! En primer lugar es un hecho que el trabajo es artículo de comercio y, en segundo término, qué bueno que lo sea, porque gracias a ello es que se nos paga por nuestro trabajo, pago por el cual trabajamos, ¿o no? Yo quiero que mi trabajo sea artículo de comercio. ¿Usted no? Tercera tontería, apuntar que el trabajo debe efectuarse en condiciones que aseguren un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia, lo cual depende, única y exclusivamente, de la productividad del trabajador y de su contraparte: que el patrón lo reconozca y actúe en consecuencia, ¡no de que la ley así lo ordene! Si por ley fuese posible ese nivel de vida no habría pobres. ¿Hacen falta más muestras de por qué se necesita una reforma laboral?

6


Se cumplió un aniversario más de la expropiación petrolera Por Arturo Damm México, D. F 18 de marzo se cumplió un aniversario más de la expropiación petrolera, buen pretexto para preguntar ¿cuánto nos tocaría si la renta petrolera se repartiera, equitativamente, entre todos los mexicanos? El que el petróleo sea un don de la naturaleza, y no el producto del trabajo humano, es la “justificación” para que el Estado, que para todo efecto práctico es el gobierno en turno, lo explote, por medio de una empresa paraestatal, en beneficio de todos, lo cual debería hacerse repartiendo equitativamente la renta petrolera entre todos los mexicanos. La única manera justa, entendiendo por tal el darle a cada quien lo suyo (y el petróleo es nuestro, ¿o no?), de explotar el hidrocarburo en beneficio de todos los mexicanos (porque, dado que es un don de la naturaleza, debe explotarse en beneficio de todos los mexicanos, no solamente de unos cuantos, ¿o no?), repito: la única manera justa de explotar el petróleo en beneficio de todos los mexicanos sería repartiendo de manera equitativa la renta petrolera entre todos los mexicanos, renta petrolera que es, para decirlo de la manera más clara posible, la ganancia obtenida por Pemex, siendo la nacionalidad mexicana la única condición exigible para participar en la repartición de tales ganancias, momento de hacer la siguiente pregunta: si así se repartiera la renta petrolera, ¿cuánto nos tocaría? El petróleo, ¿nos puede sacar de pobres? Hagamos las cuentas. En 2010 (todavía no hay datos para 2011) el rendimiento de Pemex antes del pago de impuestos, derechos y aprovechamientos (es decir: antes de que la paraestatal le entregara al gobierno todo lo que le tuvo que entregar) fue de 606 mil 678 millones de pesos, rendimiento antes del pago impuestos, derechos y aprovechamientos que es la renta petrolera. Ese mismo año, según los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, del INEGI, la cantidad de mexicanos sumó 112 millones, 336 mil 538 , de tal manera que si hacemos la operación aritmética que corresponde (dividir la renta petrolera entre el número de mexicanos), obtenemos la siguiente cantidad: 5 mil 400 pesos con 54 centavos, que es la cantidad de dinero, ¡anual!, que nos hubiera tocado si, en el 2010, la renta petrolera se hubiera distribuido, equitativamente, entre todos los mexicanos, lo cual da como resultado una cantidad de 14 pesos con 80 centavos diarios, pesos y centavos que en 2010 equivalieron al 26.5 por ciento del salario mínimo general, que fue de 55 pesos con 77 centavos, pesos y centavos que hoy alcanza para pagar 1.5 litros de gasolina Magna, cuyo precio es de diez pesos. La renta petrolera, supuesta su distribución equitativa entre todos los mexicanos, alcanza para muy poco, renta petrolera que, después de pagar impuestos, derechos y aprovechamientos a los que el gobierno obliga a Pemex, desaparece, como muestran los números. Rendimiento de Pemex antes de impuestos, derechos y aprovechamientos: $ 606, 678 millones. Pago de de impuestos, derechos y aprovechamientos: $ 654, 141 millones. Rendimiento neto: menos $ 47, 463 millones arturodamm@prodigy.net.mx

7


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.