Voces periféricas, antología literaria de Escuchar Los Andes

Voces periféricas

Voces periféricas

Voces periféricas Antología literaria de Escuchar Los Andes

Primera edición, marzo de 2021 © Autores © Palabra Andina, por la edición © Silvina Cornaló, por la cubierta y las ilustraciones © Yefer Rey, por las ilustraciones Equipo editorial de Palabra Andina: Leidy Marcela Agudelo Vega (Jaibaná) Pablo Peregrino Esta antología es de circulación libre, gratuita y digital.

No se permite su impresión ni su comercialización sin la autorización expresa de sus autores y editores.

La presente publicación se realizó gracias a la Beca para la Creación de Proyectos de Promoción de Lectura Digital, concedida por el Programa Distrital de Estímulos 2020.

Contenido Presentación ..................................................................12 Retos actuales de la literatura en los países atravesados por la cordillera de Los Andes...........28 Con la muerte en las espuelas..................................... 30 Joanna Díaz

Poemas del libro Montuno............................................ 44 Hernán Vargascarreño

Poemitas rabiosos para leer en movimiento (Selección de poemas).................................................... 52 Daniela Sandoval

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Escrituras comunitarias ................................................62 Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar............................................................. 64 Blanca Cecilia Pineda Cuervo

«Anticuaria» y otros textos.......................................... 76 Lyda Zuleta

La memoria ..................................................................82 Corazón de Partisano (2009) (Selección de poemas).................................................... 84 Andrés Barbosa Vivas

Selección de poemas....................................................... 94 Mercedes Vivas

Canciones............................................................................ 102 Lorena Posada

El amor

..................................................................108

Selección de poemas....................................................... 110 Diana Carolina Daza 8

Escrituras de mujeres ....................................................120 Selección de poemas....................................................... 122 María Stella Higuera

Selección de poemas....................................................... 132 Estefania Almonacid Velosa

Una canción y unas coplas........................................... 138 Eugenia Mur

Las disidencias sexuales...............146 Selección de poemas....................................................... 148 Leonardo Cano

Manifiesto............................................................................ 158 Fepo Dolx

Mundo sonido (selección de textos)......................... 164 Danilo

Escrituras de infancias y juventudes........................168 Las 7 paradas del tren..................................................... 170 Laura Bernal 9

El Castillo de La Paz......................................................... 180 Simón David Linares

Hotel Paraná....................................................................... 184 Giovanni Clavijo Castillo

La tierra

..................................................................188

Tengri: el libro de los misterios (Selección de poemas).................................................... 190 Íkaro Valderrama

Escrituras y oralituras de los pueblos originarios.............200 Selección de poemas ..................................................... 202 Pedro Ortiz

Selección de textos.......................................................... 210 Xochi Bucurú Botache

Canciones ........................................................................... 214 Nazlly Martínez

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¿Por qué leer y escribir en Los Andes? ..................................................................218 Selección de poemas ..................................................... 220 Santiago López Triana

Selección de poemas ..................................................... 230 Sandra Uribe Pérez

He perdonado a Dios....................................................... 238 Nicolás Peña Posada

Selección de textos.......................................................... 246 Inés Púrpura

La ilustradora ..................................................................252 El ilustrador ..................................................................254 El equipo de Escuchar Los Andes ............................256

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Presentación

Todas las historias posibles caminan la gran cordillera, desde las arideces prismas de los colores del sol hasta los páramos y nevados que alivian la sed de esta tierra. Hijas e hijos de formas animales, vegetales y espirituales navegan las aguas, buscando entre multiformes esencias el abrazo de la memoria de una era no conocida por el lenguaje humano. En este fragmento contado en miles de kilómetros nos convertimos en geografía; sabidurías de cachetitos rojos, de abrigos pesados y pies fríos en el altiplano, y de costeras pieles que reflejan todos los colores del astro del día y ven cómo cada tarde el mar se lo lleva en sus aguas y emerge la noche.

El gran abrazo pegadito a los suelos de Los Andes y su pluriser germinan en lo profundo del sonido y se tejen desde allá, ese lugar indescifrable en el que el mundo empieza. Un sismo, que ruge como lo hace la selva, eleva desde nuestras respiraciones una voz que no olvida. Es el mismo suspiro que se hace vida en la palabra y que se imprime en historias que se escuchan colectivas alrededor de un fuego, recogiendo la cosecha o al frente de una pantalla.

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Presentación

Los Andes escriben con las voces del estar ancestral, esas que se perdieron en el viento, y aparecen enterradas y etiquetadas como muertas. Esas que la oficialidad de los idiomas pretende borrar del diccionario y que circulan entre comunidades vivas y que viven. También escriben en las paredes grises, amarillas y naranjas, rebeldes declaraciones del caos y la ciudad, que al anochecer se convierten en cantos y se escuchan en las montañas. Este territorio andino se alza con los gritos que no cotizan en la bolsa, ni son parte de la elite económica cultural guerrerista. Son manifiestos del ser que no cuentan sus letras en cifras y que no se repiten como lección en la escuela. Los Andes se escuchan deslizándose por las infinitas dimensiones desconocidas de las voces periféricas.

Esta antología reúne los textos de las y los autores y músicos que dieron vida al ciclo «Voces periféricas» de Escuchar Los Andes. Este ciclo se desarrolló de forma virtual por Facebook y YouTube, entre los meses de noviembre de 2020 y marzo de 2021. El proyecto se adelantó con el apoyo de la Beca para la Creación de Proyectos de Promoción de Lectura Digital del Instituto Distrital de las Artes (Idartes).

Desde su origen, en marzo de 2020, Escuchar Los Andes ha procurado dedicar cada una de sus lecturas o encuentros a una temática particular.

Compartimos en el primer ciclo lecturas textos que recogían el sentir de diferentes autores sobre una temática específica. Estas lecturas estuvieron acompañadas de autores y lectores que enviaron sus colaboraciones o 16

Palabra Andina

que participaron en vivo durante las transmisiones. Esta misma metodología fue aplicada para el ciclo «Voces periféricas». Así, cada conversatoriorecital tuvo una temática o una pregunta que lo dirigía.

En este ciclo, precisamente, se contó con esta figura para darles relevancia a voces de la literatura andina que no necesariamente son muy difundidas o que comienzan su tránsito por el mundo literario. Cada conversatorio-recital convocó a uno o más autores para que compartieran sus textos, ya desde la especificidad de la temática o la pregunta tratada, o ampliando este espectro desde la realidad de que la literatura no puede restringirse a un catálogo temático. Asimismo, varios de los encuentros contaron con la participación de otros autores que, bajo la figura de las cápsulas literarias, aportaron sus creaciones para nutrir el concierto de las voces periféricas.

Y, a propósito de dicho «concierto», debe señalarse que muchos de los encuentros tuvieron música en vivo. Las y los cantautores no solo amenizaron los conversatorios-recitales, sino que también enriquecieron el espectro literario con composiciones propias y de otros músicos, así como la conversación y la reflexión sobre los temas tratados.

De este modo, el jueves 26 de noviembre de 2020 inició el ciclo con el conversatorio-recital «Retos actuales de la literatura en los países atravesados por la cordillera de Los Andes». En este encuentro contamos con la compañía del docente, editor y poeta Hernán Vargascarreño; la promotora de lectura, cinéfila 17

Presentación

y escritora Joanna Díaz; la poeta y gestora cultural Daniela Sandoval, y la docente e investigadora universitaria Nylza Offir García. El conversatorio exploró, desde diferentes aristas, una serie de retos que iban desde la dificultad para editar las obras literarias y ponerlas en circulación, hasta las que se presentan con el desarrollo de la pandemia por covid-19. Hubo lugar para debatir un hecho sin precedentes en la literatura, asociado a una gran eclosión de autores, revistas, franjas de lecturas y editoriales, que crea un panorama en el cual a veces surge la pregunta sobre si habrá suficientes lectores para tantas obras y autores. Asimismo, hubo lugar para hablar de las oportunidades que muchos de estos retos plantean; en específico, esa misma posibilidad de divulgar y conocer nuevas voces de la literatura, y romper esquemas prefijados desde nuevas aristas y apuestas. El lugar esquemático de la literatura en el cual el autor busca un reconocimiento mundial y abundante en premios fue retado por una frase inolvidable de Joanna Díaz, para quien, más importante que dicho lugar, resulta fundamental otro espacio: «A mí que me lean mis amigos», sentenció.

A continuación de este encuentro inaugural, todavía en el 2020, tuvimos los conversatorios-recitales de diciembre 10 y 17, con Blanca Pineda Cuervo y Mercedes Vivas, respectivamente. De la mano de Blanca, exploramos las escrituras comunitarias. Atestiguamos, a través de sus relatos y de la lectura de sus textos, un recorrido por muchos años de producción escrita de la mano de su comunidad. Fuimos conscientes de muchos de los retos que implica levantar 18

Palabra Andina

la voz —o la pluma— en muchos contextos de nuestro país y de Los Andes en general. Nos conmovimos con sus relatos sobre el exilio y la manera como logró romper algunos imaginarios que suelen tenerse de las personas nacidas en Colombia en el extranjero, al emplear las escrituras y las sensibilidades comunitarias como un elemento de conexión y fuerza.

A la voz de Blanca se sumó la de Lyda Zuleta, autora y promotora de lectura, quien a través de una cápsula literaria nos deleitó con unos textos en los que el amor y la memoria juguetean con el encanto poético. Cabe recordar que para este encuentro contamos con la compañía musical de Angie García, quien, junto al yembé, nos hizo encontrar con la cumbia, un ritmo transandino que podría convertirse en toda una lengua latinoamericana.

Con Mercedes nos adentramos en una reflexión difícil para el contexto colombiano y andino en general, como lo es la pregunta por la memoria. Acompañados de su voz, vivenciamos las palabras de su hijo, Andrés Barbosa Vivas. La poesía nos hizo ver de frente la importancia de detener el tiempo para conmemorar y honrar los tiempos esquivos, los cariños y las voces ausentes, o ausentadas. Y hacemos hincapié en este término, no solo porque Mercedes tenga un fuerte compromiso con la memoria y el reconocimiento de las voces y vidas de estudiantes víctimas de la violencia estatal, sino porque este es un tema que, como habitantes de los territorios andinos, nos resulta ineludible a todos. Si bien la memoria puede evocar para muchos otros territorios y 19

Presentación

pueblos el recuerdo de las tradiciones o de los seres queridos ausentes, en países como Colombia necesariamente nos detiene a pensar sobre los hechos de violencia que, recurrentes, nos desgarran los corazones, las familias, las vidas y las comunidades una vez tras otra. La lectura de Mercedes estuvo amenizada con la voz y las composiciones de Lorena Posada. Su presencia fue una especie de reencuentro, ya que, curiosamente, Lorena fue estudiante de Mercedes. La voz y las palabras de Lorena nos ayudaron a transitar por la evocación en un largo viaje entre emociones.

Luego de una pausa necesaria, por el fin de año y el inicio del nuevo, volvimos a encontrarnos el 14 de enero, esta vez para celebrar el amor en compañía de Diana Carolina Daza Astudillo. Gracias a los textos compartidos por la autora, visitamos el amor en formas mágicas, profundas, fraternas e incluso literarias; ese amor que inspiran los lugares, los objetos, las artes, las ideas. Para el emotivo conversatorio-recital, Diana preparó no solo textos de su autoría, sino que trajo las voces de otros poetas y autores evocados en su reflexión sobre el amor, o compartidos por los amores de los amigos, que nunca deben faltar.

El quinto conversatorio-recital, que tuvo lugar el 21 de enero, estuvo dedicado a las escrituras de mujeres. En este encuentro nos acompañaron tres voces: la de la invitada María Stella Higuera; la de Estefania Almonacid Velosa, quien nos compartió su cápsula poética, y la de la cantautora argentina Eugenia Mur. Como ya es costumbre con Stella, gozamos de su celebración 20

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de la vida, la palabra y las sensaciones estéticas que habitan el día a día. La autora nos compartió textos de sus libros publicados, así como de textos inéditos que, incluso, surgieron durante la pandemia. Estefania nos llevó, a través de su cápsula, a evocar la música y la ciudad, los sentimientos y los afectos.

Por su parte, Eugenia nos transmitió toda la fuerza de su canto y de su trabajo como gestora desde las hermosas tierras de Jujuy. Su voz dibujó un mapa de resistencias y sentires de mujeres que, en Los Andes, caminan fuerte desde la Patagonia hasta el mar Caribe.

El 28 de enero tuvimos nuestro sexto conversatorio-recital, dedicado a las disidencias sexuales y que nos permitió unir geografías distantes. Desde Madrid, España, nos acompañó la vibrante y estremecedora poesía del poeta, dramaturgo y escritor caleño Leonardo Cano. Asimismo, desde San Marcos Sierras, en Argentina, Danilo, nos compartió su música marica y algunos poemas profundamente acordes con el sentir del encuentro. Habitamos la resistencia, la celebración del amor que en otros tiempos no osaba decir su nombre, así como la ternura y la pasión que los cuerpos hablan como lengua materna. Este abrazo en la palabra estuvo completo con la cápsula poético-musical que Fepo Dolx compartió desde Colombia. Su voz fue el eco de muchas que han sido silenciadas en Bogotá y el país, y se unió al coro que en este conversatorio-recital celebró, no solo la diferencia y la diversidad, sino la posibilidad de —como diría la cantautora y poeta argentina Susy Shock— ser bellas monstruosidades.

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Presentación

Nuestro séptimo conversatorio-recital, que tuvo lugar el 4 de febrero, estuvo dedicado a las escrituras de infancias y juventudes. Fue un encuentro muy emotivo, pues tuvimos la oportunidad de tener como invitados a Laura Bernal y Simón David Linares, dos estudiantes de bachillerato que exploran en la literatura todas las capacidades que les ofrecen a sus espíritus y sus vidas. Nos compartieron los cuentos incluidos en la presente antología, así como otros textos en los que se encontraban trabajando en el momento de nuestro encuentro. Con ellos pudimos evidenciar, como puede intuirse con facilidad, que la literatura para niños y jóvenes no necesariamente debe ser escrita por adultos. El sentir de las voces periféricas aquí adquirió una dimensión importante al resaltar que, muchas veces, la literatura puede ser escrita y leída por cualquier persona, más allá de ciertas convenciones que han limitado su creación y goce en otros tiempos. A las voces de Laura y Simón se sumó la de Giovanni Clavijo Castillo, quien nos compartió a través de una cápsula literaria un fragmento de su novela Oficina de objetos perdidos, la cual nos lleva a explorar la sensibilidad y la estética propias del sur de Bogotá.

Ya en la recta final de nuestro ciclo, nos encontramos con el escritor, editor y cantautor Íkaro Valderrama en el octavo conversatorio-recital, el jueves 11 de febrero. Nos convocó el tema de la tierra, por lo cual quisimos resaltar la obra de Íkaro, pues recoge tradiciones ancestrales que se relacionan con esa tierra profunda, mística y misteriosa que va desde Colombia hasta Siberia, donde 22

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habitó por un tiempo. Haber estado en diferentes lugares, conociendo distintas culturas y adentrándose en ellas, le da a la escritura y a la música de nuestro invitado un elevado sentir sobre la experiencia en la tierra, reflejada no solo en su Tengri: el libro de los misterios, sino en obras como Kotodama: el espíritu de la palabra. Asimismo, Íkaro nos deleitó, y nos divirtió, con algunas de las aventuras del inusual personaje de su libro Cuentos de minicuentos, en el que la exploración estilística y el entrecruzamiento de géneros surge como una apuesta para descentrar unas tendencias que se afianzan en los espacios literarios de diferentes ámbitos, en los que el encasillamiento de los géneros y las camisas de fuerza de la crítica parecen insuperables.

El 25 de febrero nos encontramos para compartir desde las escrituras y oraliteraturas de los pueblos originarios. Este noveno conversatorio-recital contó con la hermosa poética de Pedro Ortiz, poeta originario del Valle de Sibundoy, Colombia. Pedro nos compartió algunos poemas de su obra Samai, con la que viajamos por esos Andes donde la naturaleza se vivifica y encarna la plenitud de las energías que han habitado la tierra desde antes de cualquier rastro de humanidad, y que, a pesar de todo el daño que dicha humanidad causa, sigue vibrante comunicando sus cantos. Junto a la poesía de Pedro, contamos con la compañía musical de Nazlly Martínez, Shagro. Caminando con su guitarra, nos compartió música que avivó el pensar bonito que a veces tantos dolores y trajines de la vida nos hacen dejar de lado. Asimismo, tuvimos dos cápsulas 23

Presentación

literarias. La primera fue enviada por Xochi Bucurú Botache, mujer medicina del pueblo Panche, quien nos compartió algunas reflexiones sobre la palabra y el sentir de los pueblos originarios. Por otra parte, la segunda cápsula fue creada por Silvina Cornaló, Peperina, la ilustradora de gran parte de las piezas con las que se difundieron los conversatorios-recitales por redes sociales. Peperina ilustró el cuento «¡Qué vivan los compañeros!», del autor colombiano Carlos Arturo Truque.

Nuestro último conversatorio-recital, dedicado a la pregunta «¿Por qué leer y escribir en Los Andes?», contó con la participación del escritor y editor Santiago López Triana; la escritora y docente Sandra Uribe Pérez; el escritor y docente Nicolás Peña Posada, y la poeta argentina Inés Púrpura. Los autores nos compartieron textos que evocaron sentimientos tan variados, como el homenaje a los seres queridos ausentes, hasta la reflexión sobre la difícil situación que Colombia atraviesa por cuenta del conflicto armado y el homicidio de líderes sociales.

Los textos y la pregunta en cuestión fueron los puntos de partida para reflexionar sobre el rol que puede desempeñar la literatura en la sociedad. Si bien se pudo hablar desde posiciones un poco escépticas, tal vez desde la desesperanza, por ver que la realidad supera y abruma cualquier posibilidad que pueda tener la literatura para impactarla o tratar de modificarla, también se mantuvo viva la convicción de que esta representa aún un refugio en medio 24

Palabra Andina

del desastre, al ser un espacio de sentimiento, empatía, denuncia y resistencia.

Las y los autores invitados nos hicieron transitar por realidades diversas, pues no solo nos compartieron algunos textos compuestos como homenaje a los líderes sociales asesinados en Colombia, sino que también pudimos recorrer la reflexión inherente a la duda existencial, a las disidencias sexuales, a los recuerdos de la infancia, a la constelación de sentimientos que forman nuestro ser en el mundo. Es preciso añadir que este encuentro también estuvo acompañado por la cápsula literaria ilustrada «Gabi y yo, Turrón», creada a partir del cuento ilustrado de Yilber Linares y Adriana Idárraga.

El ciclo «Voces periféricas» nos permitió extender el abrazo en la palabra a lugares insospechados, a emociones vivas e intensas que recorren Los Andes con sus vientos y sus ríos, con sus frutos y sus cantos. Pudimos explorar autores de diferentes latitudes y textos con variadas vibraciones. Fue una apasionante travesía de pocas semanas, pero que sin duda deja huellas y un derrotero que queremos seguir andando.

Si bien pareciera que la pandemia —y todas las restricciones socioeconómicas que ha representado, con las cuestionables gestiones adelantadas por las administraciones de todos los niveles de gobierno y todas las tendencias políticas— nos prohibió los abrazos, los encuentros, la posibilidad de ver a los otros y sentir el calor de sus presencias, Escuchar Los Andes, incluido su ciclo «Voces periféricas», ha sido un espacio de resistencias. En una franja 25

Presentación

semanal podíamos volver a encontrarnos, superar las distancias, sentir los calores del sentimiento y las pasiones, comunicarnos y hacernos compañía al menos por unos minutos.

De allí que hayamos querido, desde la formulación de este ciclo, concluir con esta antología. Queríamos dejar un testimonio de lo que fueron estos encuentros, estos abrazos. Y no solo para tener la satisfacción de la memoria concretada en un souvenir específico. Queríamos crear un artilugio capaz de replicar el abrazo en muchos tiempos y muchos espacios. Por ello, esta es una antología digital y gratuita. Deseamos que cualquiera que tenga acceso a estos medios virtuales pueda tenerla, para que la lleve a todos los lugares donde le pueda hacer compañía; para que pueda leerla en casa, en su trabajo, en sus recorridos diarios, en sus viajes, en sus esperas. Pero también porque deseamos que pueda replicarse, una y millones de veces, el abrazo en la palabra; para que cualquiera que tenga esta antología pueda compartirla con otras y otros, con sus seres queridos, con sus amistades, con los desconocidos a los que les puedan hacer falta unas palabras para estremecerse, o para enamorarse, o para confrontarse, o para distraerse, o para poetizar sus días.

Por eso, queremos cerrar esta presentación con un abrazo grande, vibrante y andino. Este abrazo va dedicado a Silvina Cornaló, Peperina, por el trabajo dedicado y amoroso puesto a las ilustraciones que acompañaron a las piezas comunicativas y que fungen de portadillas para las secciones de la antología.

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Palabra Andina

Va también para Yefer Rey, quien ilustró las imágenes que acompañaron al quinto y al décimo encuentro. Va, decididamente, para todas y todos los autores, incluidos quienes compartieron sus cápsulas literarias, por aceptar con gusto la invitación a encontrarse con un público a veces desconocido, a veces lleno de cariños conocidos para ellas y ellos. El abrazo lo extendemos a las músicas y los músicos que aceptaron acompañarnos en esta travesía literaria por Los Andes. Asimismo, este abrazo busca alcanzar a todas las personas que semana a semana, una que otra vez, o en un único encuentro, nos acompañaron como espectadoras, que interactuaron en los comentarios de las transmisiones, que enviaban sus saludos a los autores o a otros espectadores, pues sin ellas los conversatorios-recitales no tendrían sentido.

No queremos cerrar los brazos para dejar afuera de ellos a nadie, por lo que este abrazo queda abierto para todas y todos los que leerán esta antología, para los que descubrirán después la iniciativa de Escuchar Los Andes, para aquellas y aquellos a quienes estas palabras llegarán de formas que tal vez no alcanzamos a imaginar al escribir estas líneas. Para todes, va este abrazo, fuerte, andino, digno y lleno de toda la esperanza que palpita en nuestras tierras.

Jaibaná y Pablo

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Retos actuales de la literatura en los países atravesados por la cordillera de Los Andes

Con la muerte en las espuelas Joanna Díaz

Van llegando los valientes con su gallo copetón y lo traen bajo del brazo al sonar de la partida pa jugarse hasta la vida con la fe en un espolón.

Antonio Aguilar, «Pelea de gallos»

09:00 p. m. Óscar juega su primer gallo por un millón de pesos y tiene otros veintinueve ejemplares enjaulados, listos para salir al ruedo.

He esperado toda la noche la pelea de mayor valor para hacer mi apuesta, así que le pregunto a los galleros que me acompañan, en torno al redondel, por el nombre y las bondades del animal. Me dicen que es un nn que pertenece a Óscar, el hombre que esta noche es responsable del desafío en El Marañón, una gallera en la vereda Chiguaza de Usme. Como no tengo una característica particular para confiar en mi gallo, me resigno. Le entrego $20 000 al gallero y espero el inicio de la contienda.

El animal al que apuesto es un colorado de tres libras de peso y diez meses de edad que, minutos atrás, fue puesto en una balanza y ofrecido a pelea a un contrincante de iguales condiciones físicas.

Un hombre joven, moreno y de ojos verdes, que lleva bajo el brazo un colorado del mismo peso y edad, es quien casa la riña con Óscar. «Casar» dicen los 31

Con la muerte en las espuelas

galleros cuando llegan al acuerdo de jugar su gallo contra otro y definen el monto de la apuesta, que en esta localidad va desde los doscientos mil hasta el millón de pesos, pero que en galleras como la San Miguel, en el centro de Bogotá, sube hasta los diez millones. Ahora, los rivales entregan el dinero y los animales a los jueces.

Mi gallo tiene una cinta de color rojo atada en la patapiojo en la que se acomoda la espuela; el otro tiene cinta color azul; eso quiere decir que los gallos ya están calzados y listos para atacar.

El juez, petiso y canoso, pasa un limón por los espolones de carey para eliminar cualquier sustancia extraña que puedan tener, activa en doce minutos el reloj electrónico que cuelga en el centro del ruedo —duración máxima de la pelea si es que antes no hay un gallo vencedor—, suelta los gallos, se recuesta al lado de la valla y sigue atento la contienda.

Los colorados se miran como dos boxeadores, se acercan poco a poco, se rozan los pescuezos, hacen fintas y, finalmente, empiezan a darse picotazos en la cabeza. Saltan sobre el espinazo del enemigo para clavar su espolón. Óscar mira a su gallo que da golpes contundentes, mientras la gente alrededor grita: - ¡Hágale, gallito! ¡Hágale, gallito!

Yo tengo ansiedad de triunfo, como el gallero principal, y apoyo silenciosamente al emplumado de patas rojas. El reloj marca seis minutos, diez segundos, la pelea va por la mitad y siento que vamos ganando. El público se levanta y se oyen los gritos en todos los rincones del palenque: 32

Joanna Díaz

- ¡Vamos papito! ¡Eso es, gallo!

- ¡Levántese, gallo, usted puede, dele en la jeta!

- ¡Otra vez papá!

- ¡Eso, gallito! ¡Lesiónelo! ¡Dele!

- ¡Otra vez, jódelo, gallito!

Como no soy apostadora de gallos, ni experta en el tema, desconozco cuál es el animalito que va perdiendo. Además, como es mi primera visita a una gallera, no entiendo mucho lo que pasa fuera del círculo naranja del ruedo.

Esperaba que el dueño llamara al gallo por su nombre, pero pronto me doy cuenta que ninguno de estos galleros bautiza a sus ejemplares y, entonces, el primer difícil descubrimiento es que estos animalitos bravíos son unos sin nombre, que mueren sin identidad, ni gloria, ni pena.

00:00 a. m.

La curiosidad por las peleas me nació de ver todos los días a una treintena de gallitos tomando el sol en un parque frente a mi casa. A los animales, separados entre ellos a una distancia de unos tres metros, los amarran a unas estacas clavadas en la tierra y allí permanecen por lo menos cuatro horas diarias. Los cuidan Óscar, su esposa, sus hijos o un amigo, quienes están pendientes de que no se suelten, no peleen, nadie se los lleve, pasteen, estiren las patas y entrenen un poco para liberarse del encierro de las jaulas.

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Con la muerte en las espuelas

Me acerqué al cuidador para preguntarle más sobre el entrenamiento que realizaba con un par de gallos. Él es un hombre de tez morena, dos entradas de calvicie, cachetes grandes, bigote poco tupido y una cicatriz no muy visible, que le atraviesa en diagonal el lado derecho de la cara. Tiene el aspecto de un hombre tranquilo, bonachón, parrandero y jugador, con un modo de caminar pausado y una sonrisa amable. En su casa, viste de ruana sin camisa debajo, pantaloneta y chanclas. Me invitó a que volviera otro día a ver las jaulas y, también, al desafío gallístico que estaba preparando para un domingo de febrero en Usme Pueblo.

06:00 p. m.

El domingo señalado, Einer, el hijo de Óscar, me recoge en mi casa. Me dice que la gallera queda a cinco minutos del parque central de Usme. Me subo a la moto. El aire empieza a correr frío. En el camino, vamos dejando atrás las casas de Monteblanco, la estación de Policía y el parque Cantarrana. Ya se empiezan a ver las montañas verdes, las vacas que rumian tranquilas y algunos campesinos, con ruanas y botas pantaneras. Aspiro profundo hasta sentir el olor del pasto y de la tierra húmeda, mientras pienso en el largo viaje. Einer me cuenta que a su novia también le gustan los gallos y que se conocieron en la gallera de El Destino. Debe ser una coincidencia.

Por pura curiosidad, cuando nos detenemos un momento en el pueblo, le pregunto a una señora si conoce la gallera. Me contesta asombrada: 34

Joanna Díaz

- ¡¿Aquí hay gallera?!

Otro campesino, apostador quizá, me indica el camino para llegar al Club Gallístico El Marañón, que, según me cuenta, pertenece a don Manuel Álvarez.

Un letrero grande, de color verde y letras doradas, me revela que hemos llegado. La moto gira a la derecha para entrar en un parqueadero que tiene tres casetas de madera, con tejas de zinc y una luz tenue de bombillos amarillos de sesenta vatios.

Nos acercamos a la entrada y empiezo a escuchar la música de Pastor López.

Me bajo de la moto e intento ubicar entre la multitud a Óscar. Está con Millán, su esposa, en la caseta del aviso «Calzadores de gallos», la de la mitad.

Viste una chaqueta negra, camisa blanca, jeans y botas Brahma. Lleva un bolso pequeño terciado y recibe el dinero que uno de los hombres le entrega.

Me saluda amablemente.

- ¿Va a tomarse una cerveza? — me pregunta.

Yo afirmo con la cabeza y me traen una póker.

- A las cinco y media se jugaron los primeros gallos — me dice y me deja allí sola, mientras entra a la gallera.

Mi madre me dijo, antes de salir, que las galleras son peligrosas, y yo me puse unas botas rudas, que por suerte no fueron necesarias.

Me detengo a detallar el lugar. La primera caseta corresponde a la zona de baile; allí hay más bullicio y se oye la música del Joe Arroyo. Hay hileras 35

Con la muerte en las espuelas

de cajas de cerveza, mesas y sillas rímax amarillas, distribuidas a los lados de la pista de baile. El piso está afinado con cemento. Algunas parejas bailan. Las mujeres están sentadas hablando y los niños corren por el lugar. Einer programa la música en el computador y ya se ven algunos hombres borrachos.

En la segunda caseta, hay una hilera de jaulas azules en las que se guardan los gallos y que cubren todo el fondo. También, hay una zona de pesa y alquiler de espuelas. En este espacio se concentran los apostadores y se casan las apuestas, después de pesar los animales. Los jugadores, campesinos de Usme o habitantes de Santa Librada, se reúnen alrededor de la balanza, un peso típico de mercado, en el que pesan a sus gallos y les encuentran un rival de pelea.

Cada tanto se escuchan conversaciones en las que se negocia un duelo: - ¿Le echamos un millón a este?

- ¡Listo, hagámosle!

Allí se calzan los gallos según el tamaño de la pata o el número que el gallero acostumbra a usar, de 47 a 50. También se alquilan las espuelas, a diez mil pesos cada par, marcadas previamente con el nombre de la gallera, lo que garantiza la transparencia del juego. Todas las espuelas proceden del mismo lugar y esto evita que se les aplique cualquier sustancia extraña.

La gallera es una caseta de cuatro metros de altura por seis de ancho, forrada en plástico, con tejas del mismo material y una puerta pequeña. Dos mujeres,

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jóvenes y enruanadas, controlan el ingreso. Cobran a diez mil pesos la entrada para las gradas generales y el doble para la zona vip frente al ruedo.

Me ubico frente al círculo naranja de la pelea, en una silla rímax amarilla, mientras la mayoría de personas se ubican en los tablones de madera que conforman el público general. Los tablones son peligrosos y bajar de ellos es una aventura para equilibristas.

- Deme la mano que estoy borracho — me dice un hombre que baja las gradas.

Dos ancianos conversan sobre el maderamen, un hombre duerme y una señora toma caldo. Las plumas flotan en el espacio, mientras una mujer de bufanda rosada no deja de gritar: - ¡Vamos, colorado! ¡Vamos, colorado!

Hay alrededor de cincuenta personas, la mayoría parados junto a la cerca que separa el área general y la vip. El público grita cuando se termina una pelea: - ¡Ganamos, ganamos!

Como fondo musical suena la canción «Tabaco y ron».

Salgo de la gallera y me detengo en la zona de los cazadores de apuestas.

A mi lado dos hombres acuerdan una pelea. Cada uno pesa su gallo en la balanza. El primero pesa tres libras, el segundo, un poco menos.

- Vamos a una onza — dice el dueño del gallo más pesado.

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Con la muerte en las espuelas

El otro, después de un momento de indecisión, acepta. Su gallo va a ser jugado contra un adversario una onza más pesado. Aceptar la diferencia es aceptar la desventaja en el juego.

No hay hombres armados, ni peleas. Millán se acerca, me trae una copa de aguardiente. Me cuenta que en la gallera La Esmeralda en Santa Librada o en la Hueso de Marrano, en la Primera de Mayo, requisan a los galleros antes de entrar. En Alfonso López, Monteblanco y Comuneros no pasa eso. Además, me dice que el único día en que no trabajan las galleras de Usme es el martes, el resto de semana hay riña segura. Óscar se mueve de un lado a otro, saluda a los amigos, se escabulle entre los que bailan y casan apuestas. Para él es un día de trabajo. El alquiler de la gallera le costó cuatrocientos mil pesos. Cada domingo alguien la toma para un desafío. Mi amigo va a recuperar la inversión.

El jugador Óscar es gallero desde hace treinta años. Lo suyo es una herencia familiar.

Su padre trabajó para la gallera de San Antonio, un pueblo en el Tolima. En la finca donde creció, estuvo rodeado de esos animalitos.

Sus tíos tenían criaderos y le enseñaron todo sobre el oficio. Lo primero que aprendió fue a alimentar los pollos, dándoles maíz y sobras de comida en la mañana y en la tarde. Al cabo de un año jugó su primer animal, al que había 38

Joanna Díaz

bautizado con un nombre que ya no recuerda. En esa pelea perdió a su gallo y sintió tanta tristeza que huyó del ruedo para no llorar en público.

En su finca del Tolima todavía nacen sus gallos, de un cruce entre un gallo de pelea y una gallina fina. Él los alimenta, les aplica vacunas, los cría en manada hasta los siete meses. A esa edad los trae para la casa que tiene en Bogotá, los aparta para que no se maten entre ellos y empieza la fase del entrenamiento, que consiste en una serie de ejercicios leves que mantienen al gallo en forma. Óscar considera que su negocio es rentable. Cada tres o cuatro días lleva sus gallos al ruedo. De cada pelea ganada, le queda el 20 % de la apuesta, si alquila los animales a un tercero, y el 80 % cuando es el principal apostador. En promedio, sus ingresos semanales son de $600 000. Juega más de cien gallos al año.

Los gallos que tiene en casa se distinguen por el color: el jaibao, el colorao, el pinto, el gallinero, el jiro. Están puestos en jaulas cuadradas, de cincuenta centímetros de ancho.

Millán también se crio en una familia de galleros, por lo que entiende de gallos y le gustan. La pareja nunca ha tenido problemas por su trabajo.

09:30 p. m.

El gallo del millón de pesos sigue peleando por su vida. El juez pone un reloj electrónico de color verde al lado del gallo caído y marca un minuto. El animal se levanta al segundo 37, así que el combate continúa. De los doce 39

Con la muerte en las espuelas

minutos reglamentarios todavía quedan cuatro. La gente en las graderías sigue casando apuestas: - ¡Voy veinte a veinticinco! — grita alguien.

- ¡Apuesto cuarenta a cincuenta! — vocifera otro.

Eso último quiere decir que el apostador paga cuarenta mil si pierde o recibe cincuenta mil si gana. Esta es la apuesta más alta de la noche. El público en la gallera se agita. Afuera, otras cuarenta personas siguen bailando y tomando.

Los jugadores le hacen barra a su correspondiente gallo. A mi lado, gritan, saltan y, a cada rato, me piden perdón por los pisotones.

Yo, que todavía no entiendo cuál de los dos gallos colorados está perdiendo, me animo al ver a mis acompañantes entusiastas cuando el animalito se levanta y sigue luchando. Entiendo que el gallo que acaba de levantarse es el mío.

Un millón de pesos sin duda significa una gran pérdida para los derrotados. Yo, que he apostado solo veinte mil del cace total, tampoco quiero perder mi dinero; al contrario, me emociona pensar que puedo tener el billete duplicado. El público sigue frenético. Hay algarabía y gente con el puño arriba que grita: - ¡Dele, gallo!

El animal de la cinta azul salta encima del mío y le clava la espuela en el costado derecho. Este pierde el equilibrio, cae sobre el tapete color arena que cubre el piso y que ahora se pinta de rojo. El gallo herido da dos vueltas sobre

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Joanna Díaz

su cuerpo, no logra levantarse, aunque lo intenta. El juez pone a correr el reloj, el público se sienta.

- Fue un pechugazo — dicen.

Alguien me aclara que con este golpe el gallo se desequilibra y ya no vuelve a levantarse.

A mi lado un hombre le dice al otro: - Tome sus veinte mil — y le arroja un billete.

Mientras tanto, veo que Óscar, resignado, le entrega un millón de pesos al juez. Su rival agita los brazos en señal de victoria. En ese millón van veinte mil pesos míos.

- Cuando uno está de buenas está de buenas — dicen en el público. A lo mejor tienen razón. Óscar sale tranquilo del ruedo y sigue en lo que estaba antes, en la zona de calzadores, pesando los gallos, recibiendo el dinero del trago, supervisando el negocio.

12:00 m.

He visto morir un gallo y no dejo de experimentar un sentimiento desconocido que me hace llorar como si se me hubiese muerto alguien.

Esa imagen del animalito caído, en sus últimos estertores, luchando por levantarse, cayéndose hacia un lado, girando sobre el tapete, sangrando por un

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Con la muerte en las espuelas

costado, derrotado valientemente, es tan fuerte que no la saco de mi cabeza.

Ahora, cuando algo me duele mucho pienso en ese gallo agonizante y sufro un poco la muerte; después me levanto, como querría hacerlo él.

En estos días, pienso en el juego como una puesta en escena, una obra de teatro, una sublimación de la muerte, una extensión de nuestras manos. La catarsis que permite la vida.

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Joanna es escritora, cinéfila y gestora cultural. Fundadora y coordinadora de la revista literaria Otrosur. Actualmente se desempeña como promotora de lectura de la Biblioteca Nacional del Ministerio de Cultura, además, como representante de la Mesa Local de Literatura de Usme.

Magíster en Educación de la Universidad Nacional y licenciada en Humanidades y Lengua Castellana.

Poemas del libro Montuno Hernán Vargascarreño

El asesino

Anoche vino Jacinto a rondar la casa. Los perros no avisaron nada, pero sus huellas lo hicieron. Por estos confines nadie más que él tiene esos enormes pies. En tres días se cumplirá un año del asesinato, pero pareciera que Jacinto ahora quisiera matar al muerto, a Camilo, su medio hermano. O como dicen los jornaleros, ahora se siente mucho menos hombre sin su enemigo, y por eso anda buscando algo que le devuelva su hombría. O como dicen los hermanos Vásquez, como no tuvo tiempo de matar también a la novia, el mandado le quedó a medio hacer. Pero yo más bien creo lo que dice la nona Celestina, pues ella va a cumplir cien años y ya lo ha visto todo: Jacinto aún se cree vivo porque no tuvo tiempo de darse cuenta del rayo seco que lo mató.

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Poemas del libro Montuno

El silencio

A esta hora los montes callan por unos instantes. Ningún canto, ningún silbido animal se deja escuchar. Solo ocurre a esta hora, siempre; y en este silencio total solo escuchamos el latir de nuestros corazones y la queja de nuestras tripas. Ni siquiera nuestros pasos suenan. Entonces, Pascal y yo nos detenemos llenos de espanto y nos miramos aterrados; nos sentamos y esperamos un rato. No se puede retar este silencio. Pero apenas las sombras bajen y lo cobijen todo, la noche empezará a hablar, los muertos volverán por sus caminos y acompañados de sus sombras podremos seguir camino a casa. Pascal vuelve a mover la cola, y callados, reanudamos nuestros pasos.

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Hernán Vargascarreño

Dos hombres

Dos hombres, solo honor, destajan el aire con sus cuchillos ante la campesinada silenciosa que los observa. Son dos sombras brutalmente enfurecidas envueltas en la polvareda que levantan y solo se detendrán cuando hayan marcado el día con la muerte. Toda la violencia del mundo que presiento y temo en mi propio cuchillo, muestra ahora su terror ante mis ojos.

Luego de varias heridas, los dos se tasajean los vientres al mismo tiempo. El brillo de sus armas caídas se oscurece y en vano intentan detener sus vísceras entre sus manos. Recostados de frente, uno al otro, van cayendo ante toda la sangre del mundo entre un lento abrazo agonizante. Mi tío Pablo no me ha dejado ir a mirar sus rostros, pero mis primos mayores me contaron cómo es el gesto de la muerte. Pronto el polvo se beberá la sangre y borrará con el tiempo toda huella. Lo que en verdad cuenta para esta hombrería es aquel asunto del honor, que ha salido intacto para tranquilidad de los parroquianos.

Sucedió a mis once años, pero medio siglo después dos hombres siguen acuchillándose en la polvareda del tiempo.

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Poemas del libro Montuno

Filos

Es la hora en que las montañas ocultan sus filos tras las neblinas, esos vahos de los dioses que no abandonan a sus hijos relamidos por el monte y aromados por sus almizcles de sombra. Y no sabemos qué nos causa más temor, si el eco de los gritos de los pájaros que no se ven, si los filos transfigurando sus siluetas, si las neblinas engullendo tenebrosamente el mundo o las sombras todas del universo, suaves serpientes que se deslizan en silencio y anidan pecho adentro.

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Hernán Vargascarreño

Cuchillos

Con este cuchillo he matado varios animales, he capado verracos y he abierto exquisitos frutos —nunca quisiera matar a un hombre. Siempre lo llevo al cincho. A los seis años me lo entregó mi padre: Esa es su hombría mijo, a cuidarla.

Cuando lo afilo en silencio, brotan de la piedra mis extraños pensamientos, los que voy afilando también para mis futuros días. Cuando lo hago brillar poniéndolo al sol, pienso en la vida de otro hombre, tan oscuro como yo.

Apenas tiene unos centímetros, y sin embargo, es el único límite entre dos machos de estas montañas. Por él se nos va la vida en un instante. Por eso lo respetamos tanto, por eso nunca lo mostramos y lo acariciamos en secreto como algo sagrado. Tan brillante él, pero tanta sombra que hace.

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Hernán nació en Zapatoca, Santander, en 1960. Es docente de literatura egresado de la Universidad Industrial de Santander. Es editor del sello Ediciones Exilio. Es autor de los libros: País íntimo (2003), Piedra a piedra (2010), Tempus (2014), El viaje (2014), Montuno (2016), El niño que no sabía jugar a la paz (2017), Cuerpo laborioso (2019) y Lectores (2020).

Traductor de la obra de Emily Dickinson, Edgar Lee Masters, Fernando Pessoa, Rabindranath Tagore y Louise Glück.

Poemitas rabiosos para leer en movimiento (Selección de poemas) Daniela Sandoval

Lo único que pido es que sean leídos como se siente la rabia, así, pasándolos primero por la panza

Madrazos con sutileza Mi queridísimo neardental posmoderno: ¿cuánto tiempo tardarás en comprender que no se trata de cantidad sino de calidad? Como diría Cocó, «menos es más» y esto aplica en la jungla cotidiana menos es más en ausencia de: barriga, basura, ruido, mal aliento, pecueca, mocos y gripa mocos y lágrimas, mocos y sangre mocos, mocos y mierda…

Pero menos de verdad es menos y no más en algunas medidas de la anatomía masculina: la nariz la cantidad de mocos que habiten en esa nariz y otras cositas…

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Poemitas rabiosos para leer en movimiento

En fin, menos es más por defecto menos es más en el uso excesivo del lenguaje menos es más en las discusiones en la mesa menos es más en el amor manipulado menos es más en la palabra silenci… ¿Y sumercé acomodándole más atardeceres a un paisaje decembrino cuando ya no le cabe una anoréxica nube? ¿además del uso inconsciente de los temas y la repetición incesante de las reflexiones?

Pa eso le sobran los morfemas que se roba la palabra el sile… Nada, nada, parcero, panity Siempre se puede tragar sil…

Y masticarlo despacito en alguna habitación Siempre se pueden abrir las ventanas y taparse el ombligo con un suave de si…

Pa ponerse a pillar el suelo Hasta hacer que arda.

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Daniela Sandoval

A la mierda el Beatus ille Soy una mujer atravesada por el ruido una perra coja con tres cachorros bajo un puente un periódico de prensa roja con mala ortografía la puta que juega con las cartas en la mitad de la avenida el violador en busca de perdón disfrazado de verdad y justicia organizando la misa.

Soy una calle violenta.

La calzada rota del Transmilenio.

La gota de lluvia que termina de cargársele el día a dos enamorados que se despiden entre el tráfico.

A la mierda el Beatus ille y la maricada de los afortunados el ruido de las flores también es hostil la montaña también se traga las horas el tractor vomita segundos melancólicos y las hojas de la mazorca congestionan los rápidos del río.

A la mierda la soledad y el campo este desgarro está lleno de humo a la mierda la belleza que también es producto del azar.

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Poemitas rabiosos para leer en movimiento

Correr: la vida es eso andar corriendo en los sueños en el sexo en la ducha con la familia con el amor con la felicidad en contra de la falta de autoestima en contra de los años que no han secado la piel y las esquinas de los huesos y sobre el hecho entonces la presión las mujeres gritan «El mundo no está hecho para las mujeres» mientras me siento a criticarlas en la esquina y a decir que son perras, sucias, zorras, gordas y putas sobre todo gordas y putas porque son más lindas porque están más buenas y porque son los dos únicos insultos que le quedan al pelo a mi falta de amor propio y de este lado los hombres y la imagen que venden de incomprendidos de desesperados, de morrongos, de sufridos…

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Daniela Sandoval

y la iglesia y su puto problema con los sistemas alrededor del hombre entonces la ecología qué va a saber la ecología de los problemas que la raza humana tiene con ella qué va a decir la ecología cuando comprenda que ni dios ni el mismísimo putas usan tanto su concepto para atraer idiotas temerosos e ignorantes y todo en esta carrera absurda de madrugar llenos de rabia de follar llenos de nada de buscar el reflejo de otro idiota útil para poder escupir un te quiero de fingir una sonrisa bastarda.

Ahh, qué mierda, apenas es lunes y ya me duele la espalda.

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Poemitas rabiosos para leer en movimiento

Tengo un tic en el cuello esta mañana casi me ahogo con babas mi hermano me salvó con una palmada en la espalda y honestamente no supe si reír o llorar Salí a caminar en ayunas el sol me calentaba el culo la brisa me movía los cabellos y el ruido de la avenida con su seductora velocidad ensuciaba mis gafas rosadas Caminando de un lado a otro del parque un viejito le hizo un comentario a mi boquita y sentí asco recordé con el cuerpo en el espacio que queda entre mis pasos una pesadilla que salía de mis labios Mis gafas rosadas están intactas soy el huesito de mami camino a casa el apocalipsis se ve mejor desde adentro

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Daniela Sandoval

Pierdo demasiado tiempo pensando en el fuego quemo cosas a veces quemo pipas a veces el mundo se tambalea y yo bailo a Holiday la tarde es un quemonazo difuminado por la extenuante información del mundo y las cosas arden pero todo siempre arde no siempre igual pero arde antes o después el fuego es antes o después son cajones ardiendo en algún lugar del espacio mientras me reduzco en la soledad quemo pipas a veces quemo palos a veces me gusta quemarme a veces

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Daniela es licenciada en Lingüística y Literatura. Dirige la revista de poesía Vitalogia ¡Poesía a la lata! También ha estado vinculada a procesos culturales en torno a la promoción y difusión de la poesía contemporánea en la producción de eventos. Coordina el espacio El Puto Odio y la Poesía, en Instagram. Ha publicado Poemitas rabiosos para leer en movimiento (Editores La Silla Renca, 2019).

Escrituras comunitarias

Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar Blanca Cecilia Pineda Cuervo

La magia de la infancia me hizo amar desde siempre mi barrio, mi cuadra, las haciendas, el rio Tunjuelito y toda la gente que venía a poblar uno de los barrios más antiguos al extremo sur de Bogotá. Desde mis primeros años inicié la búsqueda de las historias, los mitos y las leyendas que años después se convirtieran en mi gran pasión. Desde entonces navego en la realidad sombría que me ha tocado vivir en los diferentes procesos de poblamientos de la localidad Ciudad Bolívar de Bogotá.

En un principio existieron solo dos barrios que fueron muy mentados por la población y por nosotros, los que vivimos allí desde el día que nacimos: el barrio Meissen, cuyo nombre fue dado en honor a un general alemán, y el otro barrio, bautizado en honor a monseñor Ismael Perdomo. El resto de la tierra eran grandes montañas, cuya propiedad pertenencia a los hacendados. Decía mi papá: Los hacendados son los patronos y nosotros los peones. Y hay que merecer.

Corría el tiempo y a su paso traía vida a las familias, las cuales se multiplicaron en cada hogar, llegando a existir más de 6 miembros en cada familia.

Con los años se acercaba la década de los sesenta y los dos primeros barrios se 65

Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar

fueron extendiendo, y luego se formaron otros; allí nacieron San Francisco, La Acacia, El Perdomo Alto, y así sucesivamente.

En la hacienda Las Manas se fundaron los barrios Cordillera, Naciones Unidas y Arabia. Igual sucedió con la hacienda La María, que dio origen a un barrio importante: La Estrella, y los barrios de Lucero Medio y Bajo. Entre tanto, el aviador loco de apellido Gaviria dejó al cuido su hacienda en manos de las hermanas de apellido Chole; estas tierras fueron parte de una guerra por la tierra y esta señorial casona de la hacienda Casa Blanca quedó intacta, pero gran parte de sus tierras la tomaron los invasores para crear el barrio más grande, que fue Jerusalén y sus nueve sectores.

Mientras tanto, la hacienda Santa Rita y el cerro Chipo se vieron invadidos en el sector semiplano una madrugada por cientos de personas que venían acompañadas de niños y mujeres, y unos comandantes que vestían de camuflados. Estos dirigentes se tomaron parte del cerro y de allí nació el sector de los barrios Espino y sus tres sectores. Muy cerca de estos predios, al barrio la Carbonera llegaban muchas personas muy pobres que se fueron tomando las riberas de la quebrada Santa Rita y fueron invadiendo el sector bautizado como Marquetalia. El poblamiento venía acompañado de pobreza. Quienes vinieron a tomarse las tierras sabían de antemano que había que jugarse la vida y exponer a sus hijos y mujeres. Ellos decían: coronamos o nos morimos. Estaban decididos a todo; lo importante era adquirir un terreno donde 66

Blanca Pineda

meter la cabeza; era el sueño colectivo de todos los foráneos que llegaron a tomarse la tierra.

Nunca se planificó la construcción de los barrios, cada día llegaban familias al territorio. De esta manera se fundaron más de cien barrios. El conflicto se hacía mayor en unos territorios más que en otros. El agua fue una constante de disputa en todas las pilas de los barrios; lo mismo se vivía en El Tesoro, La Estrella, el Perdomo Alto, Santa Viviana, Santo Domingo, Caracolí y cientos de barrios que nacieron de la informalidad. Los conflictos sociales nacieron allí, precisamente en la fila en la que se llenaban las canecas de agua. El vital líquido era racionado para el uso exclusivo de cocinar los alimentos, no quedaba para el baño diario y menos para lavar las ropas. Los domingos en muchas partes del territorio se veían romerías de mujeres lavanderas en busca de una fuente de agua donde se pudiese lavar la ropa. Por algún tiempo en la parte alta se provisionó agua desde la zona rural. Traer el agua de la zona rural sin ningún tratamiento también ocasionó problemas de enfermedades estomacales y fue precisamente eso lo que motivó a los habitantes del Paraíso a tomar medidas drásticas y pelear por este servicio en el Concejo de Bogotá.

Pero también había otras problemáticas. El transporte fue un problema que tardó muchos años para solucionarse, igual que la falta de escuelas y jardines. La muerte infantil se multiplicó. En gran parte de los hogares las madres cumplían rol de padre y madre. Mujeres que trabajaban para sostener 67

Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar

a cinco y siete hijos ayudaban a sacar adelante los ranchos y padecían la falta del agua; dejaban sus hijos a la deriva en la calle improvisada. Muchas madres enterraron a sus hijos a causa de los incendios. Dejar los niños encerrados con candado, al cuidado de uno mayor que no tendría más de ocho o nueve años, era una sentencia de muerte para los más pequeños. El transporte fue un agravante, pues hacía más difícil la vida. Ir a trabajar era una total odisea, era necesario caminar desde lo alto de la montaña una o dos horas. En muchas madrugadas las mujeres padecieron largas caminadas hasta encontrar un medio de transporte.

Antes de la creación de la localidad, algunas comunidades pertenecían a Tunjuelito, otras a la jurisdicción de Bosa y otras de la parte de Caracolí pertenecieron a Soacha. Los registros civiles, la cédula y la escrituración se tramitaban en los municipios de Bosa, Soacha o Tunjuelito. Hacia los años setenta delegaron una oficina en el Perdomo para el trámite de documentos oficiales y se le llamó la Corregiduría Perdomo.

Yo, que vi correr la vida desde el primer poblamiento de la localidad y también vi padecer a mis padres que formaron parte de ese poblamiento, entendía cómo padecía la comunidad. En ocasiones me dolía la gente del Meissen que tenía que transportarse en canoas hasta la loma de San Carlos o quizás hasta Santa Lucía. Otros tenían que caminar muchos trechos para salir a Bosa o, por el contrario, ir hasta el legendario retén y abordar los buses que venían de Soacha.

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Blanca Pineda

Diálogos de la memoria de los barrios A través de nuestra iniciativa «Diálogos de la memoria y la paz en los parques México y Vista Hermosa» pretendemos acercar al ciudadano al encuentro de su identidad, mediante su «Yo recuerdo en el presente». Una serie de sensaciones que van desde la nostalgia, la añoranza, la solidaridad y vivenciar lo cotidiano les permite recordar las travesías logradas en sus vidas para construir ciudad.

Las verdades de lo cotidiano se representan en las voces de los indagados y sus relatos cortos y narrativas. «Yo soy y recuerdo» enaltece la memoria colectiva de sus habitantes y la hace relevante: en las voces de sus fundadores; el recuerdo del bautismo del barrio en la voz de don Misael, el nacimiento del que fuera años más tarde el barrio México en la voz de mercedes, don Patiño y otros sabios y sabias fundadoras de los territorios, y el desarrollo barrial en la voz de don Orjuela.

La fuerza común de los habitantes de Ciudad Bolívar en la parte alta de la montaña, a esfuerzo propio y el de vecinos solidarios, familiares y amigos, permitió que nuevos vecinos llegaran a estas tierras a ocupar un lote, o que lo compraron vendido o revendido por un conocido urbanizador de ese entonces.

La lucha constante por el agua, la escasez de transporte, la falta de electricidad y las mínimas oportunidades para sobrevivir en lomas despobladas, donde la naturaleza era indómita, sumada a la pobreza de las familias que llegaban cada 69

Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar

semana a la conquista y a ganarle la batalla a la pobreza. De muchos rincones patrios: Boyacá lideraba, Cundinamarca y sus municipios, Santander… Unos y otros convidaban a sus familiares y terminaban viviendo hasta 14 personas en una habitación, mientras se solventaba para la cuota inicial del lote. Luego, manos a la obra, abrir chambas y hacer el convite para la llenada de las bases, las columnas; y ladrillo a ladrillo se fue construyendo. Las madres, muchas fueron a abastos a conseguir la comida y solventaban entre vecinos el sagrado oficio de enviar a sus hijos a los primeros colegios. Las caminatas eran agotadoras, no había transporte, el agua escaseaba y largos trechos se caminaron con los timbos a cuestas con el precioso líquido. Las lavanderas se acompañaban.

Pasaron lentos los años; se vislumbraba el desarrollo. Ya existieron las vías, el alcantarillado, la electricidad; por fin se iluminaron las noches y tuvieron agua potable, y un servicio de salud privilegiado. Vista Hermosa con un hospital, el Colegio Confederación Suiza, la iglesia y sus devotos fieles. Las familias ya se movilizaban al centro, al norte y occidente en busca de empleos. La familia fue creciendo. Las juntas comunales, las organizaciones sociales tuvieron eco. Un recuerdo de infancia de muchos niños, Circo Ciudad.

En el presente, los y las fundadores del barrio acuden al grupo de personas mayores a recrear las memorias del barrio, con sus pasos ya cansados, contando y descontando el tiempo de sus luchas internas por la sobrevivencia. Hoy, buenas vías nos conducen a Vista Hermosa, un barrio de mucho progreso, 70

Blanca Pineda

colegios bien dotados, iglesia, salón comunal, cai, centro de salud. Almacenes donde ofrecen los mejores productos. Niños y niñas felices sin la escasez de antaño. Un tejido social que crece y una memoria que se transforma en los barrios.

Rosa Helena Sanabria La iglesia Santo Domingo de Guzmán Yo llegué a vivir a este lugar hace 45 años. Mi lote lo compré legamente al doctor Lizarazo. Este barrio antes se llamaba Lucero Ato. Había una casona que se llamaba Capri. En honor a la casona se fundó el barrio Capri. Aquí lo que pasó fue terrible, antes había muy pocas casas y de repente todo resultó invadido, de la noche a la mañana; cientos de ranchos en paroi estaban ocupando los desolados terrenos y mucha gente invadió. El que comandaba era un hombre que le decían El Ojo de Vidrio. Por mucho tiempo la gente les decía a los que ocuparon la tierra los invasores. Se tomaron los potreros. Cuando se pobló de tanta casuchita, donde vivían cientos de familias, se creció la comunidad. Las Juntas comunales se dividieron y resultaron muchos barrios, entre ellos, las Manitas, Juan Pablo, Capri, Nueva Colombia, Vista Hermosa, Los Alpes. Todo esto sucedía en la década de los años 1970. En esos tiempos nosotros habíamos comprado como siete lotes a un señor Montilla, de la invasión Guadalajara, y él nos había dado una camioneta que a la larga no sirvió para nada. Tiempo después mi esposo murió y en últimas no hubo ni camioneta ni lotes, eso quedo así, perdimos todo.

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Los vecinos cuentan historias de Ciudad Bolívar

Yo tenía una burrita y era de gran ayuda para cargar el agua de la quebrada Limas, donde había agua limpia, pero, al llegar toda la gente, construyeron ranchos hasta en el borde de la quebrada y el agua pura se acabó.

En mi juventud yo fui muy activa y colaboraba en la iglesia. Puedo decir que ayudé a la construcción de la iglesia apoyando al padre y a la comunidad. La iglesia fue bautizada Santo Domingo de Guzmán. En ese tiempo estaba el padre Hernán. Había también una hermana de la Caridad, llamada Lili, y el padre Raúl.

Algo también de recordar es que en algún tiempo el único transporte que nos colaboraba eran las volquetas, cuando sabían a sacar material de la cantera el volador; luego vino la flota blanca y ya dejamos de padecer por el transporte.

Arcelio Orjuela Guevara.

Mis recuerdos de la lucha social Actualmente presidente de la organización comunal del barrio México en Ciudad Bolívar.

El barrio México se encuentra situado en el suroriente de la localidad de Ciudad Bolívar. Colindamos con el río Tunjuelo. Del territorio del Tunjuelo, desde arriba del páramo de Sumapaz, tiene aproximadamente 734 predios y un promedio de casi 5000 habitantes, entre niños jóvenes y adultos. Este barrio tiene todos los servicios públicos domiciliarios.

Tiene importantes vías; está sobre la avenida Boyacá. Colinda con la 72

Blanca Pineda

localidad de Tunjuelito. Tiene su hospital cerca, hospital de Meissen; dos colegios públicos.

Fundación: era la hacienda de Las Manas, de los Reyes Patria, que fueron los que organizaron este barrio, por ahí en los años 65, 66 y 67. Y aquí a este sector llegaron gente de todas partes del país. Aquí encontramos de todos los departamentos, por la violencia política de los años 50. Y fue gente que construyeron sus propias habitaciones con esfuerzo. Así fue cómo se formó este barrio. Hoy en día es un barrio más o menos en buen estado; los dueños ya cumplieron casi su misión de la mayoría de edad. Hay muy pocos antiguos habitantes. Esta comunidad creció y hoy contamos con profesionales; hay médicos, ingenieros, abogados. La mayoría por falta de oportunidades se ha ido, pero otros se han quedado.

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Blanca es humanista, defensora de derechos humanos, investigadora, escritora e historiadora popular. Premio Vida y Obra 2020, otorgado por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá. Directora de talleres literarios y narradora de historia local durante 25 años. Directora de la biblioteca comunitaria Baúl de Letras. Gestora cultural ejecutora de proyectos culturales, ambientales y sociales. Ha publicado 17 obras literarias y de los procesos sociales, en Colombia y en el exterior (Chile, México y Argentina).

«Anticuaria» y otros textos Lyda Zuleta C.

Hubo un tiempo, en el que creí, firmemente, que el destino estaba signado por el anhelo de llegar a un lugar, a un momento, a un estado ideal.

De tantos que eran, se atropellaban los sueños.

Creí, que había una suerte de fórmula, una ruta en la que no se contemplaban ni los atajos, ni los extravíos. ¿Cómo poder, entonces, echar el tiempo atrás y con el mundo a mis pies correr por distintos caminos, sin armadura y sin prejuicios abrazar la locura y las caídas como se abraza el amor?

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«Anticuaria» y otros textos

Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas.

Pero, al fin y al cabo, sólo las criaturas que no escribieron cartas de amor sí que son ridículas.

Pessoa

I Un treinta y uno de diciembre pasada la media noche, Miguel llegó corriendo a mi casa a darme el feliz año, me entregó un sobre que traía debajo de su camiseta nueva y volvió a salir corriendo. Abrí el sobre y dentro había una nota que decía: «Te amo y cuando estemos grandes, vamos a tener muchos hijitos, J y M». Para cerrar su mensaje, con pintalabios rojo había estampado la boca. Cuando terminé de leer, me puse a llorar. Me dio mucho miedo pensar que yo tan pequeña pudiera tener muchos hijitos. Teníamos 8 años y nunca habíamos hablado de nada distinto a las tareas de matemáticas o a la 78

Lyda Zuleta

candelada del diablo. Mis hermanos encontraron un tema para reírse de mí todos los días: «Tiene novio, tiene novio». Me afligían con eso. Yo no quería tener novio, tampoco quería tener hijos. Estaba tan triste que mi papá y mi mamá los reunieron y les advirtieron: «Si vuelven a mortificar a la niña, los castigamos»; el tema quedó clausurado.

II Crecer para sentir que hay seres que inquietan y abrasan el cuerpo y la razón Vivir para sentir ese fuego que sacude y ata los sueños a una voz y a unos ojos Llorar para deshacer los nudos de la indiferencia Sepultar un deseo y en su luto, entender que valió la pena el adiós Y ver nacer otra ilusión y estremecerse como si fuera la primera Escribir para dejar en la memoria del amado la prueba de lo hondo

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«Anticuaria» y otros textos

Anticuaria

Siempre busqué estar cerca de las conversaciones de los adultos. Muchas veces mi madre silenciaba mis intervenciones con un: «Estamos hablando los mayores». Aunque no podía hablar, quería oírlos. Fui adoptando algunos de sus gustos y expresiones. Me gustaban las cómodas de comino crespo, las lámparas de caperuza, los tangos y las novelas románticas. Perú con sus tiendas de antigüedades se convirtió en mi calle favorita. Llena de objetos de metal, aguamaniles y sillas vienesas. Tal vez herencias o afugias del presente, vestigios silenciosos de ambiciones y sueños inconclusos. Todo, todo me gustaba, me extasiaba.

Hasta que te conocí.

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Lyda es educadora comunitaria con énfasis en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica Nacional, con trayectoria en distintos procesos culturales en las áreas de literatura, patrimonio y gestión cultural. Ha participado en procesos de formación en cultura política para la exigibilidad de derechos y en publicaciones resultado de procesos formativos.

La memoria

Corazón de Partisano (2009) (Selección de poemas) Andrés Barbosa Vivas

Todo se acaba

La tierra, la vida. El gusano, el estrado.

El hachís, el veneno. El casino, el dinero.

El orgasmo, el fuego. Se acaba la voz, se acaba el silencio.

El agua, la nube, la lluvia, el recuerdo. El mandato, la regla.

La canción, la calle. La ropa, el alimento.

La esperanza, las conjeturas. Los cinemas, las revistas.

Los votos, la confianza. La hermandad, la palabra.

La niñez, su creación.

Las cumbres internacionales y los buenos vecinos.

La espera y el estatismo. La amistad, la compañía.

Yo me acabo y no me quiero quedar sin tu amor.

Se acaba el pan, se acaba la hogaza. Se acaba el oxígeno, la tierra. La caricia, el beso. La lágrima, el sexo. La lengua, los dientes, los ojos.

La Corte Constitucional, el Ministerio de Justicia.

La economía, el espacio. Los campos de María y los de azucena. El camión, la gasolina. Cuanto amé, 85

Corazón de Partisano

cuanto caminé y perdí. La semilla, el fríjol, el césped, la piedra. La tinta, los agujeros, el ritmo.

La mesa sobre la que escribo y lo que pienso.

El sonido, la luz y su ausencia. Flor. Los amigos, quienes nunca lo fueron… y en el fondo de mi cuerpo se reflejaban como en un espejo de agua.

El odio se acaba y la mentira. Y la verdad.

Al desagüe van las artes. Se acaba el libro.

La vida no vale, el tiempo no vale.

La dignidad no vale. La intención no cuenta.

El amor no existe. La comunidad no llega. Jesús nunca volvió, César no nació nunca.

La Luna está en venta. El lirismo decae.

Envilecen las promesas. Espigas de trigo por espinas de balas. Hoy es glifosato, antes era agente naranja.

La democracia aborta en lo alto. El río se llena de basura y malos pensamientos.

He aquí mi grito: ¡La estabilidad de la Tierra!

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Andrés Barbosa Vivas

Canción del primoroso vaivén de un cuerpo Jóvenes de ternísima cintura Que andáis lo mismo que la melodía Y que de paso vais por la verdura Como el jazmín que en la mañana ardía.

Eduardo Carranza, «El poeta se despide de las muchachas».

Porque estoy jocundo de tener amigos Que les guste que les regale los joyeles de mi poemario, Coloco expuesto a ariete este fantasioso heraldo Para que se lo apropie, bella morenaza Que los númenes han colmado de cadencia Y del conocimiento de la estética Lo-coloco Loco-loco, Morenaza Y yo soy puro caribe 87

Corazón de Partisano

A veces puedo mover los hombros Como sierpes que serpentean.

Y ya sé con quién tendría que peleármela: Nimia competencia, Mísera compaña Lo-coloco Loco-loco, Morenaza Que me gusta ver cruzar Cual saeta Que tozuda leva sus virtudes Egregias Mientras pasa cadenciosa por la verdura A veces puedo mover mis brazos Como columpios Y verla-absorto con su alocada agresividad Como helio comprimido En una bomba atómica 88

Andrés Barbosa Vivas

Lo-coloco Loco-loco Mientras pienso en usted Bella morenaza Que —robusta, tozuda— Saca a ventilar sus virtudes Egregias Mientras pasa por la verdura Lo-coloco Loco-loco, Morenaza Y ya se con quién tendría que peleármela Vacua competencia Siendo usted tan bella Y con tan tosca compaña…

Lo-coloco Para usted ¡Y resguarden los númenes su cadencia!

89

Corazón de Partisano

Cielo de los goleros

Miles de buitres callados van extendiendo sus alas… ¿No te destroza amor mío esta silenciosa danza?.

L. E. Aute, «Al alba».

Cielo blanco Cielo negro Cielo verde y ocre Cielo azul,

cielo mudo Cielo veloz y frágil Nubes como ángeles sangrando

Cielo ciego, Cielo frágil Y vertical Cielo patas arriba 90

Andrés Barbosa Vivas

Cielo de los goleros ¡Lluvia roja de Montes de María!

Con el vientre abierto Al viento de cuaresma Cuelgan las iguanas Y se derriten al sol Una turba de goleros se da cita en los cielos Vuelan los goleros En los cielos altos En los cielos bajos Duermen sobre el aire

Vuelan los goleros, con la pupila abierta

Huelen el humo,

Planean en círculos, Bajan remolinos Cientos, cientos, cientos goleros Se revuelcan entre nubes de alas, de picos y de polvo Suben despacio como nubes de incendio Vuelan los goleros

Vuelan los goleros Sobre el caserío de El Salado.

91

Corazón de Partisano

Con el vientre maduro en la estación de las cosechas Los aguacates heridos por el viento Se desploman de los árboles, Ruedan Y se corrompen al sol ¿Alguien vive aún bajo los cielos Que venga a recoger Estas semillas,

Estos huesos Dispersos, En el silencio Y el olvido?

92

Andrés nació en Bogotá en 1987 y murió en 2010. Fue autor de los libros de poesía Desdóblate silencio (2008), La desmesura (2009) y Rutas de mujeres y cáñamo (2010). En el momento de su muerte dejó el libro La Ciudad de Vino, al igual que otros escritos inéditos que se publican en Alucinaciones y collages poéticos (2013). Participó como poeta invitado en el Festival Internacional de Poesía de Bogotá y los Juegos Florales de Manizales.

En el 2009 asistió al recital «En busca de las artes jóvenes latinoamericanas», organizado por la Red Nacional de Estudiantes de Literatura (Rednel), y rea-lizó la gira «La Desmesura», junto al colectivo A La Calle; con ellos promovió su obra en lugares no convencionales de Bogotá. En marzo del 2010 gana el Certamen Literario Alicia Moreau de Justo, organizado por el Partido Socialista de Coronel Rosales, en Argentina.

Selección de poemas Mercedes Vivas

Adictos a la riqueza ajena

Los hombres de sombrerito yanqui y falsas estrellas van incrustando sus banderas en territorios latinoamericanos.

Sofisticado y raudo es su trasegar fabrican conflictos en codiciadas tierras nos inducen a combatir entre hermanos y luego, con sus palabritas desgastadas de democracia y su ayuda humanitaria, cargada de armas vienen con falsas bondades «a salvarnos».

Debaten que debaten quién es el causante del despojo y si se te ocurre pelear y levantar cabeza… de seguro eres un terrorista, guerrillero disidente o aliado de un presidente narcotraficante endemoniado, sedicioso y demás.

95

Selección de poemas

Tremendas acciones manipuladoras de los hombres de sombrerito yanqui y estrellitas te hacen creer en poderes perpetuos; ya llegará el día que de mano en mano, de boca en boca germine del fondo el despertar.

96

Mercedes Vivas

Clamo palabras A Palestina

¡Oh, alborada!

Oh, alborada desvestid la impaciencia cuantas cosas no pueden designar mis palabras. ¡Oh, Celestina!

Reviste el amanecer indómitos guerras impiden ponderar mi garganta. ¡Oh, sombras!

Voltead los fusiles de sus espaldas alcanzadme la pluma en mi deliquio 97

Selección de poemas

prestadme los sueños de los desvestidos, el huracán de los hambrientos los motivos de los presidiarios las raíces de los desaparecidos. ¡Oh palabras!

Ofrenda las camisas roídas por las armas objeta al enemigo del pueblo tilda la sangre llorada por los disminuidos libera la palabra.

98

Mercedes Vivas

No quiero entregar más claveles negros a esos tombos…

No quiero entregar más claveles negros a esos tombos —le decía—, ellos los reciben con sus manos manchadas, se ríen a nuestras espaldas; mejor, llenemos las paredes con arte y rotaremos versos insurrectos para significarles una nueva página, la que está por escribirse.

Mira cómo al paso nos están entregando las mochilas de nuestros hijos, sus computadores, los tenis con sus últimos pasos, sus rostros silenciados; recibimos sus cositas unidas a ellos.

Se está haciendo sistemática la muerte impune y se ingenian frasecitas ya desgastadas de «perdón y olvido», y sacan sus banderitas de paz.

No quiero entregar más claveles negros a esos tombos, le insistía.

99

100

Mercedes nació en Bogotá, en 1967. Es socióloga de la Universidad Santo Tomás. Investigadora social y docente. Organizadora de encuentros poéticos y literarios en torno a la memoria y las luchas sociales; entre ellos resaltan los concursos poéticos «La memoria de nuestros pueblos» y las lunadas en conmemoración de estudiantes y poetas asesinados por el Estado colombiano. Es albacea del legado literario de su hijo, Andrés Barbosa Vivas.

Canciones Lorena Posada

Abriéndome camino soy un cuerpo, soy la vida, soy un alma soy la fuerza, soy la brisa, soy la calma soy camino y quien camina soy el sueño y quien lo sueña soy locura en carne viva que me quema soy salvaje manifiesto de natura y también soy petulante, cara dura soy mitad intensa luz, y mitad sombras ocultas soy lo que se necesite en la aventura Coro soy la vida que va abriéndose camino soy maestro y creador de mi destino soy un eterno aprendiz y descanso en el desliz soy humano con hambre por lo divino soy humano con hambre por lo divino

103

Canciones

soy ortiga, coca, ruda, manzanilla soy el sol y soy la luna cuando brilla soy la flor y el horizonte soy el río y pie de monte yo soy más que una absurda mascarilla soy la célula que vibra cuando siente soy lo amargo en cada trago de aguardiente soy lo frío y lo caliente, soy la norma y disidente soy la gente adolescente e impaciente Coro soy la vida que va abriéndose camino soy maestro y creador de mi destino soy un eterno aprendiz y descanso en el desliz soy humano con hambre por lo divino soy humano con hambre por lo divino soy humano con hambre por lo divino

104

Lorena Posada

Florecer Para reconectar, el alma despertar para nunca olvidar lo que me hirió a matar tengo una herida abierta que a veces se revienta para nunca callar lo que quema al andar para luchar, y nunca olvidar A los que ya no están, que cuidan desde allá a los que sin saber alumbran nuestro ser este latido crece y puede que reviente a todos los valientes que cantan y conmueven a los que tercos y feroces se niegan a olvidar Coro Yo no dejaré de cantar, yo no dejaré de sentir yo no dejaré de vibrar, yo no dejaré de soñar Yo no pararé de volver, yo no pararé de creer yo no pararé de crear, y buscaré florecer

105

106

Lorena es cantautora y productora musical. Su voz transmite emoción, y sus letras sinceras y desgarradoras llegan al corazón de su público. Mezcla géneros como blues, reggae, pop, jazz y rap. También es realizadora audiovisual y ha trabajado como productora radiofónica. Desde el 2018 es productora y directora artística del Festival Sonora Bogotá.

El amor

Selección de poemas Diana Carolina Daza

Frente a un cuadro de Pollock

Vivimos con rabia apretando los puños y los dientes esperando la llamada que nos salve del disparo en el espejo el abrazo que soporte una cabeza a punto de explotar.

Compramos libros vamos al cine visitamos museos, restaurantes ciudades y cuerpos buscando que algo bello nos sorprenda.

Vivimos entre la niebla y el abismo vemos pasar navidades, cumpleaños temblores y conciertos.

Gritamos 111

Selección de poemas

porque estamos cansados pero seguimos comprando sombreros y máscaras emborrachándonos hasta perder el control.

Regresamos del naufragio para intentar terminar un cuadro que al final quedará colgado junto a Modigliani y el Bosco en la memoria de quienes nos amaron.

Si frente a ese cuadro algo les conmueve entonces valió la pena cerrar los ojos y saltar.

112

Diana Carolina Daza

En la cama con Van Gogh A León F.

Cuando Van Gogh está en mi cama el ruido de las luces se hace tan pequeño que entra en una cajita de música que solo se vuelve a abrir al despedirnos.

El humo de su pipa dibuja ventanas en mi cuerpo veo salir de ellas esquilas de soles muertos y viejos relojes detenidos en la culpa.

Su escarcha de girasol 113

Selección de poemas

santifica las mañanas yo la mastico hasta volverla palabra y así poder dar a luz en un poema de amor un agujero blanco que se trague el dolor de todos los amantes del mundo.

114

Diana Carolina Daza

Fidelina Obrera de la tierra partera de becerros y cosechas de fruta dama de hierro fundido en néctar de flores y leche perfume de hierba y leña.

Cargas en el vientre las heridas de los hijos enfermos los hijos que no volvieron los hijos de los hijos que no engendraste pero vieron la luz en tus manos.

Tú, un nombre escrito con sudor en los árboles, eres la huella del trabajo de la mujer en el campo heroína invisible de los pueblos.

115

Selección de poemas

Fiesta de muñecas A Andrea Carolina

Hay muñecas de madera que crujen cuando suena un tango muñecas de trapo que cosen ventanas muñecas nostalgia de marimba tabaco de tristeza muñecas terciopelo de montaña que desatan nudos para bordar jardines de espejos.

No importa el material del que están hechas al caer de la repisa pierden brazos piernas 116

Diana Carolina Daza

ojos valentía y así, con la mano que les queda alzan la copa y cantan en grupo cuando el temblor esconde su gesto de victoria.

Es derecho de las muñecas caerse quebrarse liberarse de la incómoda costumbre de la forma correcta.

117

Selección de poemas

Rilke

Tenías razón, para el amor y la poesía siempre seremos jóvenes. Los amantes aún son esa ola que golpea, moja y sacude para después lanzarnos a la orilla como un zapato que pierde su par en el viaje.

La soledad es la misma, lo dijo Julio: —Somos islas, estamos solos—; lo dijo Paba: —Tu casa será la soledad, allí aprenderás a amar—; lo dice el tiempo, lo dice la casa de los abuelos.

Somos hijos del abandono, abrazamos cuerpos para luego abrazar la nada. Volvemos a los amantes como a los libros, buscando un poco de libertad o infierno.

Amor y poesía, jaula y conjuro, esa pregunta que nos invita a saltar siempre al vacío.

118

Diana nació en Bogotá en 1980. Es publicista de la Universidad Central.

Directora del proyecto editorial Piedra de Toque, promotora cultural y tallerista de creación literaria. Trabaja como artista formadora en el proyecto crea de Idartes. Ha publicado El abrazo de los días grises (2003), Domingo vendedor de globos (2010) y El nacimiento de la Gargoleana (2013).

Sus textos han aparecido en otras publicaciones de Colombia y algunos lugares de Latinoamérica. Colabora con la Fundación Trilce, el Colectivo Seminaré y el espacio cultural La Galería 4-19.

Escrituras de mujeres

Selección de poemas María Stella Higuera

Del libro Fábrica de asombros (2005)

A un hueso Cuando tiré la presa el perro olió la sombra la mordió no tenía nada y el hambre se alargó.

Sorpresa No encuentras el derecho lo pones al revés ¡Sorpresa!

Se ve mejor torcido.

Así en la vida un solo giro basta para cruzar los cables. ¡Eureka!

Empieza lo mejor.

123

Selección de poemas

Del libro Puñado de nueces (2018)

Pequeñas dichas 1.

En el balde recogí una gota sonrieron las siemprevivas.

2.

En el papel dibujo una gota que riega la palabra: así crece el poema.

3.

Es una herida transparente el lente por el que miro correr la tarde a gotas.

124

María Stella Higuera

El abrazo Ese apretón que junta los pedazos, que reconstruye la memoria, que suelda los huesos fracturados.

En medio del tsunami: esa aguja que cose el pecho, esa soga que ancla la felicidad.

Lluvia Me enseña a caer A deslizarme en paz A volver a la esencia A lo elemental.

Me convida a danzar Me advierte que soy una gota.

125

Selección de poemas

Del libro inédito El huerto de la higuera (2020)

A veces ella pasa

Si muero dejad el balcón abierto. federico garcía lorca

Por tu mente o por tu cuerpo a veces ella pasa.

No le temas, escúchala.

Ella solo se detiene cuando sufre de sed.

No le temas, ni la apresures.

Sigue atando aros de luz entre tus dedos.

Deja que el corazón te guíe.

Como la rueca hila sin descanso, el tiempo tejerá guirnaldas en tus manos.

126

María Stella Higuera

En un rincón del mapa Justo en un rincón de este viejo mapa hay un país que añoro.

El país de los espejismos en los cafetales, los pájaros que danzan su gracioso bambuco entre las ramas, los ciclistas que transitan entre desfiladeros y urapanes.

Pero también un país donde el hambre nunca duerme, los cerros arden por manos invisibles, y a las mujeres violentan su piedra más preciosa.

Por los parques de ese país los hombres desean pasear tranquilos a sus hijos, y en los dispensarios los ancianos anhelan no caer muertos.

Así es en aquel rincón del mapa: todos clamamos que al son de una flauta encantada se ahoguen las ratas.

127

Selección de poemas

Transmutación [Diálogo con Nikiforos Vretakos]

Me vuelvo poesía, pero no huyo del mundo, lo siento más árbol, más compasión, más Dios.

Vago por la espesura de la soledad y la música.

Me torno cordero para entender y amar la caída del sol y el rostro del niño con hambre.

Junto a los alegres y afligidos hermanos, me voy cantando.

128

María Stella Higuera

De la sección Diario de una sobreviviente [Mayo, tercera parte] 01.05. Esperar se ha vuelto un estado de sitio, de ausencia, de sorpresa. Sin embargo, la impiedad y el lucro son los verdaderos virus, que nos arrojan la última palada de tierra.

15.05. Me rebelo y escapo por la rendija. Atravieso la alameda por el camino que conduce a la Quinta de Bolívar. Paseo la mirada entre saucos, acacias y cipreses. Converso con los árboles que degustan la sal del paisaje. Me seducen y corro a abrazarlos.

17.05. El sauco está colmado de flores que me hacen desear su nitidez. El ciprés me acerca a la mujer que me habita. Los retoños amarillos de las acacias fortifican mi resistencia. Tierra prometida. Los árboles confabulan para ayudarme a respirar. Soy un brote tocado por la luz.

28.05. Miro el cielo y no veo ninguna estrella. Imito a la luna. Le robo gramos de luz a las tinieblas.

31.05. «Busco mis dos manos en la oscuridad y me las llevo a la cara». Por mis dedos se deslizan gotas de claridad. Imagino otro mundo, otro país. Despedazo las rejas, derroto mis derrotas.

129

Selección de poemas

[Octubre, octava parte] 19.10. (Palabras en estado de coma) Estos días soportamos la histeria de algunas palabras que, fugadas del diccionario del diablo, recorren todos los caminos. La más antipática es pandemia y la más imprudente transmisión. Son bien impertinentes alcohol y tapabocas. Y, sin lugar a dudas, la más contagiosa es la palabra miedo. Es necesario fregar la palabra manos, refugiarse bajo el techo de la palabra casa, para huir de ese lugar común que es la muerte. Por esquivas y prohibidas, extraño las palabras beso y abrazo. ¿Llegará el fin de este diccionario?

21.10. Llueve y escampa. Es domingo o lunes, no importa. Que brote el día o decline en la oscuridad. Por los caminos avanzan ríos de resistencia.

En el ciprés un turpial canta: Es demasiado tarde para vivir, demasiado temprano para morir.

130

Stella nació en Zapatoca, Santander, en 1951. Es poeta, gestora e investigadora cultural. Ha publicado los libros de poesía Puñado de nueces (Editorial Domingo Atrasado, 2018) y Fábrica de asombros (2005).

Coautora de las investigaciones Del maíz, la chicha, la vida y la dicha (2008), Impresiones y expresiones del hip hop (2010) y Mi ciudad en tus ojos (2011). Ha participado en talleres de poesía en Colombia, coordinados por escritores como Henry Luque Muñoz, Jaime García Maffla y Fredy Yezzed. Es cofundadora de la Corporación Kosmo-Arte, con los escritores Blanca García Ramírez y César Augusto Duque.

Selección de poemas Estefania Almonacid Velosa

Corazón niño

Cambié de corazón cuando dejé la niñez.

Ser adulta somete un universo insostenible en un cuerpo grande y complicado.

A mi madre le dejé un caracol de mar desenvuelto sobre periódico para que no madure pronto.

A mi padre un televisor hecho en cartón para que viera la medianoche de mi tercer beso.

Desde entonces no he vuelto a ver mi primer corazón no querrá verme no quiero que se asuste.

El corazón adulto no sé a quién dejárselo podría ser a Silvina que necesitó uno al morirse.

Entregarlo con peras y duraznos.

Luego marcharme a esperar que nazca el viejo latido.

133

Selección de poemas

El Bogotazo íntimo

El polvo aún no marchita el carmín de la abuela.

Nueve de abril del cuarenta y ocho.

En un cuarto de la Jiménez un tocador refleja dos cuerpos.

Pincelada en sedas abrigos que se atreven al abismo.

El liguero que acaricia el camafeo estruendos adentro una corona de flores otra de espinas.

Desgracias que se pierden en corredores.

Ella cerró los ojos y juró una descendencia de ropas abiertas.

134

Estefania Almonacid Velosa

Lista para dejar sobre la almohada

El olor de las arepas amasadas por Cristina comer pescado y patacón frente al mar el arrebato en la salsa los libros amantes sumergir la piel en el sol los dedos abriendo la blusa el café con Luz Aurora la respiración del gato Bartolo mientras duerme las películas románticas de los 80 y 90 las canciones de los sábados con la abuela frente a frente a las esculturas de San Agustín llegar a la cama después de un día lluvioso ver el trozo de tartaleta de agraz en su boca.

Eso es lo único que importa.

135

136

Estefania nació en Bogotá, en 1991. Es periodista y magister en Estudios Literarios. Sus poemas han sido publicados en Antología poética colombiana (Zamora, Michoacán, México; Universidad Libre, 2020), Bogotá cuenta. Una ciudad entre líneas (Idartes, 2020), Diez mujeres cantan a la tierra (Uniagraria, 2014), Antología XVI Encuentro Internacional de Poetas (Instituto de las Mujeres del Estado de San Luis Potosí, México, 2011) y en Piedras en el trópico (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2011). Su trabajo cronístico ha aparecido en el periódico el Informativo del Tundama, en el Grupo Nacional de Medios, en BibloRed, en el Instituto de Patrimonio Cultural, en la revista femenina Amaryi, en la antología española Deja que todo el mundo te cuente lo que pasó (Lo que no existe, 2020) y en su blog de periodismo literario Los desvelados literarios

Una canción y unas coplas Eugenia Mur

Ser lo que siento

Hay tantas formas de habitar la vida Cuando el mundo es pura posibilidad Ya no quiero estar presa en la guarida Un amanecer va a comenzar Hay tantas formas de sentirse viva El amor como elemento esencial Pa no dar ya más vuelta a la deriva Todos los colores aceptar Trinchera de poetas hay de ser El lugar en donde quiero estar Porque quien transforma su tiempo Quien escribe su propio cuento Es poeta de su realidad

139

Una canción y unas coplas

Ser lo que siento libre y al viento Ando buscando el mundo, el abrazo La diversidad Construyo forma, destruyo norma Soy todo aquello que no se amolda A la rutina de este patriarca’o Escúchala en: https://www.youtube.com/watch?v=JP-zNWRf3F8&feature=youtu.be

140

Eugenia Mur

Coplas feministas (Fragmentos) Las coplas son un canto de resistencia de los pueblos andinos. En sus melodías vivenciamos el precipicio de la montaña, la espesura de los valles, la aridez de la llanura. Las coplas dialogan con nuestro presente y son un canto libre de revolución. Estas son las coplas feministas escritas entre 2018 y 2019, inundadas de las luchas de mujeres e identidades disidentes por la emancipación de nuestras vidas. […]

Arriba, arriba Se escucha un mensaje Mujeres rompen cadenas Con amor, fuerza y coraje.

A la moda a la moda No le haga caso señora Nos quiere altas y flacas La libertad le incomoda.

Dicen que somos bien brujas Y no se han de equivocar Si voy a usar una escoba Solo va a ser pa volar. […]

Yo quiero chayar mi cuerpo Con vino y serpentina 141

Una canción y unas coplas

Bailando yo lo libero De la mirada asesina.

Una más uno no es uno Una más uno son dos No soy tu media naranja Solita soy un melón.

Revélese mi comadre Que el mundo está hecho pa andar Que a todo nudo machista Juntas vamo’ a desatar. […]

Meta, meta, mueva Hojita en el viento Niñas, jóvenes y abuelas Sembrando un nuevo tiempo. […]

142

Hartas de tanta violencia En manos de los cobardes Estas calles hoy son nuestras Porque nuestras vidas valen. […]

Nos matan por ser mujeres Este es un grito de urgencia Le exigimos al estado Que declaren la emergencia Quiero ver a las mujeres Colmando los escenarios Que el arte nos empodere De los machos mercenarios.

Eugenia es cantautora, gestora cultural y licenciada en Artes Musicales de la Universidad de Buenos Aires. Nacida en Jujuy y de sangre boliviana, la joven compositora dialoga permanentemente con sus raíces folklóricas.

En 2016 presentó su primer disco, Tallmakuy. Eugenia representa a Jujuy en el Movimiento Nacional Mujertrova y en el Grupo Artístico Itinerante del Noa «Ibatina». Además, sostiene su militancia musical desde la Comunidad de Músicas de Jujuy ñañakunay y la Red Truena. Junto a Bibi Allegreti en la trompeta y Rut Alonso en el charango conforma el Trío Mutante.

Las disidencias sexuales

Selección de poemas Leonardo Cano

Uno no puede discutir Con las arañas Simplemente porque ellas Tejen en todas direcciones Decirle al viento que no pase por la sala Asegurarle al sofá una permanencia que se desconoce Por más que se ame a la arrocera Uno no puede derramarse en dolor cuando se daña Hay que aprender de las heridas, remendarse Sacar la basura para que no invadan las moscas Ni se escurran por debajo de la bolsa sus líquidos vitales Hay que tocarse las rodillas, lamerse los pezones Dejar que te penetre algún amigo Para darte cuenta que los cambios Están a la vuelta de la esquina Deje que le pique la mano 149

Selección de poemas

No pregunte cómo ni cuándo Uno no puede ir por ahí Llevándose los postes por delante totiándose con todo Como si no pudiéramos Afrontar los dilemas Sin que se nos rompa Mínimamente una uña O prácticamente la vida

150

Leonardo Cano

Primero te lanzan al vacío Te tajan el ombligo El líquido amniótico en tus pulmones Te abandona No era tuyo Te haces un niño temeroso Te exponen a la nada Te llenan de carencias Si eres valiente te mandan a luchar Si eres pobre te ponen de novia a la miseria Te toca bailar con la más fea Usar ropa de segunda Vender los riñones Abrazar un semáforo Hasta que su sombra su vuelva tu casa Después dirán que las oportunidades Estaban a tus pies Que la pereza te hacía cosquillas Mientras te fumabas los dedos ¡Insensible!

151

Selección de poemas

Quién puede ayudarte ahora que estás sola Si eres débil como una palabra lesionada Si pudieras vivir de vigilar vocales Cocinar tanta nube que te trae boca abajo Es una vida difícil aquella que se lleva en desventaja Has hecho de escribir una montaña La única ilusión al estar despierta Qué tonto fue desear Una casa que no se fuera a caer Hasta los bombillos que son cosas comunes Acá florecen

152

Leonardo Cano

De la huida a la espera Yo quisiera escapar a mi destino Repetir algunos días y así Entender a dónde lleva este canto Vestido de mi animal favorito Voy hablándole a la piedra Le chupo el culo a los escarabajos Y en silencio Repito nombres de plantas Que dicen curan Al pasar por las venas Yo quisiera volver a los días azules Recostarme en la cama Con mis cinco hermanitos Juntar leña en el fogón 153

Selección de poemas

Y escuchar a mi abuelo Recitar un poema Mientras en el fuego crepitan Las horas perdidas Ahora es invierno Voy camino a Gádor Le fui fiel a la noche Me pagó con sudor

154

Leonardo Cano

Poema de uno que estaba en la sombra De niño me tocó ver cómo los muertos bajaban por el caño Le tirábamos piedras con la esperanza de que alguno saludara Pero por su boca solo salían sapos que buscaban la orilla Éramos todos pobres, vestíamos harapos y caminábamos descalzos Las carreteras eran destapadas hechas de polvo y barro No sabíamos que íbamos a morir a manos del estado Que algunos atravesarían el océano llevando su intestino repleto de una coca blanca Como lo sueños que se querían alcanzar Que las niñas hermosas serían escogidas y repartidas por los putiaderos O algunos con suerte obtendrían las llaves de los mejores lugares del cementerio Éramos todo eso que lleva el polvo cuando pasan las llantas Lo que flota por encima del agua en las inundaciones Las sobras de un banquete al que no nos invitaron Carne de cañón en una guerra de otro Floreciendo por debajo de la mesa

155

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Leonardo nació en Cali. Es escritor, poeta y dramaturgo. Reside en Madrid. Su trilogía Isidra y las demás condenadas es esencial en la dramaturgia lgbti. Es autor de la novela El movimiento Ambirosh, publicada por la editorial Ápeiron de Madrid. Autor incluido en la antología bilingüe Palabras andantes de Editacuja Transmedia, en la revista digital La Raíz Invertida, y en numerosas antologías y revistas de Colombia.

Manifiesto Fepo Dolx

Coro Somos tu saliva y tu discurso somos las ideas que caminan somos tu saliva y tu discurso y somos disidentes que caminan Verso i El manifiesto de mi vida, habla de ideas combativas combinando melodías actuamos en la lucha contra el que discrimina razones me sobran somos fuertes, el estigma no nos gana la zozobra mi alma grita en este tu viento soy las frases de León que va rugiendo por el tiempo

Manifiesto

La disidencia sexual que habla por nuestra «igualdad» una rima en poesía que formula libertad mi gente entiende de las luchas que nos tocan soy Urrego y otros miles a quien tus palabras botan en pleno Santa Fe, una Wanda que camina prefiero morir despierta antes que morir dormida en estas mis noches de entes sin cansancio mi gente se levanta aunque nos estén matando Lloramos nuestros muertos porque significan lucha hablamos de derechos porque la carencia es mucha marchamos y gritamos porque nadie nos escucha ¿a esa gente qué le pasa?, los armados nos expulsan territorios invadidos por actores militares algunos mutilados y de otros nadie sabe ocultos en la tierra generando resistencia la historia de guerrerxs que con canciones se cuenta Coro

160

Fepo Dolx

Verso ii Quienes nacimos siendo opuestos a tantas normas sexuales vivimos nuestra vida como mejor nos satisface si te molesta el sonido al caminar de mi tacón yo te presto unos regios o tal vez mayas y short que a mí nadie me señale si se me sale una pluma tengo derecho a ser libre eso usted no lo discuta transitamos entre el sexo y el género en disputa con cuerpos fabulosos construidos a las duras La marica, la machorra, camionera o la puta, traveca, transvestida la ignorancia siempre es mucha no intente acomodarnos en parámetros sociales ni intente ofendernos diciéndonos anormales anormales quienes nos niegan el respeto a sabiendas que nos odian y vulneran los derechos derecho, a vivir libres y en democracia, trabajo seguridad y salud cosas que faltan Coro final Paz quiero paz, es mi paz con igualdad paz quiero paz, es mi paz dignidad 161

Manifiesto

toda la gente cantando, siente nuestra lucha, hablamos de derechos porque la carencia es mucha.

Paz quiero paz, es mi paz con igualdad paz quiero paz, es mi paz equidad toda la gente cantando con mucha emoción, que viva lo diverso y que haya paz y amor.

162

Fepo es músico cantautor, activista social y sexual, cannábico defensor y cultivador. «Así como el arte, solo somos semilla, nacemos para crecer y existimos para enriquecer la tierra. La voz entonces se convierte en memoria viva y la memoria en resistencia. Mucho gusto, me presento; mi nombre es Feppo y en el universo solo represento un verso. rap Positivo (Resistencia Accion Popular +)».

Mundo sonido (Selección de textos) Danilo

Sirena empetrolada Los motores de este mundo comen muerte y dejan muerte.

Hay cantos que son primigenios, anteriores a los cantos ancestrales, que existen como ríos en el aire.

Son hilitos de plata que resuenan con las melodías que existían desde antes de la vida.

La sirena empetrolada, agotada de luchar contra todo el pegote, esa miseria humana que todo lo destruye, lanza sus últimos cantos al aire.

Es una invocación lo que ella hace, una memoria para la vida que vendrá después de la destrucción.

Su garganta es un pájaro que no necesita del tiempo para existir, y que en cada apocalipsis libera sus alas, que son cuerdas, que han de conectar mediante la música el fin con el principio. apocalipsis y génesis en un mismo canto.

Hoy busco ese canto, que ha de darnos la memoria de cómo morir y renacer en cada acto que rescate, que cuide y que mime.

No hay futuro, hay mutación. Apocalipsis significa revelación, quitar el velo.

165

Mundo sonido

*

Sacar de todo esto una canción que sea otro mundo.

Es hiper pretensioso mi deseo, y sin embargo no hay nada mas elocuente para mi, hoy, que esa pretensión de lo que no existe aún.

Yo lo siento, siempre lo sentí. El mundo está quebrado por dentro.

Hay grietas del lado interno de nuestra piel, y se nos enseñó a seguir como si nada.

Quiero sembrarlo todo con flores, acariciarlo todo con pétalos y pinceles, y cantarle a mi escucha para que entienda sobre lo que viene de adentro.

Yo soy un sonido que existe cuando el río, el árbol y el viento me oyen.

La humanidad me cuesta, pero los árboles no clavan puñales.

Yo oigo el silbido que tiene el monte cuando el silencio lo toma todo.

Está ahí, y sabe que lo oigo.

Quiero vivir y morir en ese sonido.

El resto es un tránsito para llegar a esa simpleza, dejándolo todo: la ciudad con su mentira, la burla de mi sed de monte y la ignorancia de los seres que aún pudiendo oír, no oyen nada.

166

© Juancho de Fighiera

«Nací y crecí en el valle de Traslasierra en Córdoba (Argentina).

Me llamo Danilo, a veces me dicen Danila o Danil. Uso todos los pronombres según cómo me siento, pero no tengo preferencias con cómo me nombren o qué pronombres usen conmigo. Cantar es, para mí, entrar en el intento. Intentar la fuerza que crea los puentes que nos acercan. Yo estudié carreras que no terminé, pero aprendí y aprendo, de los cantos de otras personas y de sus soplos. También de los pájaros, los aleteos, el viento, los ríos, el monte y los viajes. Mi canto es marica, por eso construye puentes distintos. Un distinto que busca acariciar entre tanta crueldad».

Escrituras de infancias y juventudes

Las 7 paradas del tren Laura Bernal

Irene es una chica de 18 años muy risueña, pero que también tiene un carácter bastante fuerte; los opuestos de las risas y gruñidos se complementaron formando a esta mujer. Recorrer el mundo siempre ha sido uno de los pasatiempos de esta joven. Al terminar su semestre en la universidad decide realizar un viaje inesperado; esta vez su destino será la ciudad de La Paz, lugar hermoso, dicen, muy distinto a nuestro entorno. Para llegar a esta realidad imaginaria se necesitaba viajar en tren, aproximadamente unas dos horas; el costo del pasaje es excesivamente barato. La curiosidad de Irene y la pregunta: «¿Si es tan maravillosa como dicen y tan barato por qué no todas las personas visitan esta ciudad?» se apoderaban de su mente.

Su madre intentó evitar que la curiosidad de su hija lograra llevarla a la famosa ciudad; de hecho, no solo su madre, sino muchos conocidos, incluso la señora que le vendió la boleta a la «desgracia más hermosa», como decían algunos. Ninguna de estas personas logró su cometido, Irene siguió con la idea del viaje.

Llegó el tan anhelado día. Con una maleta pequeña Irene partió a la estación de tren. Claramente antes de hacerlo se despidió de su madre; ella estaba muy preocupada, aunque intentaba esconder su preocupación detrás de una sonrisa.

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Justo al entrar al tren le pidieron su boleto; ella lo entregó y al hacerlo le dieron siete diamantes preciosos. Un poco confundida, preguntó: «¿Para qué son estos diamantes?». A lo cual le respondieron que era una recompensa por viajar y que más adelante le serían de gran ayuda. Irene se dirigió a su asiento y comenzó a contemplar los preciosos diamantes que tenía en sus manos, y que curiosamente al verlos le traían demasiada paz.

Veinte minutos, veinte minutos pasaron cuando de repente paró el tren; pasó un buen tiempo y el tren no retomaba su camino. El estrés empezó a llegar a todos los pasajeros, especialmente a Irene. De repente, en un insignificante parpadeo, la joven se encontraba en un cuarto oscuro; ella estaba con los ojos húmedos y con un nudo en la garganta, cuando en un instante un reflector se encendió y logró observar a un hombre, hombre responsable de la tormenta que tuvo que explorar en su pasado. En el 2012 ocurrió una atroz muerte; un hombre mató cruelmente a un señor padre de familia al frente de su hija de 10 años, y sí, esa niña dulce e inocente era Irene. De repente en el cuarto apareció una mesa llena de armas; la vulnerabilidad se inclinaba hacia el señor responsable de todo el dolor de Irene. Ella, desesperada, con el deseo de venganza en su sangre, decidió tomar un arma y, justo antes de cometer tal vez el peor error, se iluminó uno de los diamantes que se encontraba en su bolsillo; lo tomó y estaba la frase: «El perdón es la manera de borrar todo lo que el tiempo no ha borrado, libérate de tanto sufrimiento». Se le 172

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vinieron a la mente las consecuencias que podría llevar el camino más fácil, la venganza. Dejó el arma en la mesa y, mirando a los ojos a la persona que más odiaba, le dijo: «Lo perdono y me libero de tanta tristeza». De repente, volvió al tren.

Aunque se sentía mucho mejor, muy desconcertada se encontraba Irene por todo lo que había ocurrido; a pesar de eso, decidió seguir con el viaje.

Veinte minutos, veinte minutos pasaron y en un pequeño momento Irene se encontraba en un mundo de caramelo, lleno de colores. Al mirar al frente vio a una niña muy alegre y feliz, que disfrutaba de los pequeños detalles que nos da la vida; cuando se percató bien de quién era, se dio cuenta de que era ella misma pero como una niña pequeña. De repente todo se volvió gris y ahora, en vez de ver a esa niña risueña y feliz, volvieron los momentos responsables del peso de la culpa que sentía Irene; la idea de que no hizo nada para ayudar a su padre la atormentaba, ese peso no la dejaba vivir en paz. Al estar en el borde del abismo de su desesperación y dolor, una luz salió de su bolsillo, era el segundo diamante que mientras resplandecía mostraba la frase: «La fortaleza es una de tus virtudes, si lograste perdonar a los demás ¿qué tanto cuesta perdonarte a ti misma?». «Pensar que el daño venía de mí misma», exclamó Irene. En ese momento decidió perdonarse y comprender que todo lo que pasó fue por algo y para algo; el perdón trajo de nuevo el color a su mundo, volvió a ver a la niña de su pasado que se encontraba más presente que nunca.

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La joven volvió al tren. Otros veinte minutos pasaron para llegar a la tercera parada, un lugar escalofriante, lleno de rocas con el cielo rojo. Lo extraño es que no estaba sola, se encontraba con los demás pasajeros. No hubo tiempo de analizar la situación, ya que un estruendo vino del norte; un monstruo gigante, negro, con miles de dientes puntiagudos, y que aproximadamente medía 3 metros de altura, estaba lleno de un líquido baboso y tenía tres ojos del tamaño de una pelota de baloncesto cada uno. Todos estaban espantados y a máxima velocidad corrieron en diferentes direcciones. En medio de la persecución, el tercer diamante de todos los pasajeros brilló; al sacar el diamante vieron que tenía la frase: «No puedes salir de esta tormenta sin la ayuda de los demás». La mayoría de personas se percataron de que si no trabajaban en equipo era imposible salir de ese lugar bien librados. La gran parte de pasajeros se encontraron detrás de una roca muy grande, idearon un plan en pocos segundos; consistía en que ocho personas le iban a tirar rocas al monstruo para desestabilizarlo, mientras los demás se dirigían al frente de una caverna. Después de unos minutos lograron llevar a la creatura a la caverna y las personas que estaban esperando taparon la entrada con una roca gigante, de manera que el monstro no pudiera salir.

Regresaron al tren. Todos se encontraban muy felices, ya que la dicha los había premiado; lograron escapar del monstruo.

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Veinte minutos pasaron hasta que, en un segundo, Irene ya no se encontraba en su asiento blando y cómodo, sino en un lugar con una pantalla gigante acompañada de hologramas de distintos colores; las paredes eran de colores en tonalidades neón. Esa pantalla gigante mostraba los porcentajes de las emociones más utilizadas en la vida de Irene; gran sorpresa se llevó al observar que la tristeza, el miedo y la ira eran las que correspondían a los porcentajes más altos. Observaba la pantalla cuando, en un abrir y cerrar de ojos, se iluminó el cuarto diamante, y esta vez la frase era: «Tus adversarios jamás podrán hacerte tanto daño como tu tristeza». La pantalla mostraba recuerdos que lograron lo que muchos no habían logrado: sacarle una sonrisa verdadera a Irene; porque ella era muy risueña, sin embargo muchas veces las sonrisas son la máscara perfecta para ocultar el dolor. La felicidad tocó de nuevo a su puerta y ella con gusto la dejó entrar de regreso a su vida.

Nuevamente volvió al tren, pero se percató de algo: cada vez había menos pasajeros. Confundida estaba, pero no le prestó mucha atención: «Tal vez en las paradas se bajaron del tren», suponía, aunque su pensamiento se encontraba muy alejado de lo que realmente pasaba.

Otros veinte minutos y ya como de costumbre Irene se encontraba en la siguiente parada. Era una caverna llena de cristales de distintos tamaños, resplandecientes como el sol; cada uno de ellos reflejaba la vida de todas las

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personas de su entorno, a todos los reconocía. Quiso acercarse para contemplar los especiosos cristales, quería tocar uno; inmediatamente, al colocar la delicada palma de su mano derecha en la superficie del cristal, se dirigió a una casa amplia y moderna. Había un espejo al lado izquierdo; hizo que se diera cuenta de que estaba en el cuerpo de otra persona, una compañera de universidad. Escuchaba gritos y golpes que venían de la sala, eran los padres de su compañera universitaria que discutían. Al terminar la pelea, se desquitaron con ella, pegándole y diciéndole miles de cosas que pondrían depresiva a cualquier persona. Irene vivió en carne y hueso uno de los problemas que tenía su compañera; volvió a la caverna y el diamante correspondiente a la quinta parada brilló mostrando la frase: «Cuando se logre comprender la importancia de colocarse en los zapatos del otro, se demostrará el grado de inteligencia y madurez que tiene el ser humano». Irene estaba segura de que alguna vez les había hecho daño a los demás cuando lo que necesitaban era alguien que les diera la mano; se arrepintió mucho, pidió perdón y se dio cuenta de la importancia que tiene colocarse en los zapatos de las otras personas.

Ya falta muy poco para llegar a la maravillosa ciudad de La Paz. De nuevo los veinte minutos pasaron y en otro mundo se encontraba Irene. Esta vez estaba en un cuarto completamente oscuro con un espejo; sus ojos puestos en el reflejo solo lograban ver a una mujer llena de rencor, tristeza, odio y depresión. El sexto diamante brilló y decía: «¿De veras quieres ser esa persona?».

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Inmediatamente, portales rodearon a Irene, cada uno de ellos mostraba las 5 paradas que había tenido que pasar durante todo el viaje (perdonar a los demás, perdonarse a sí misma, trabajar en equipo, manejar las emociones y colocarse en los zapatos de los demás). Una voz misteriosa pero a la vez relajante le dijo: «Ya has pasado todas estas pruebas, ya es hora del cambio».

Irene, un poco asustada, respondió: «¿Quién está ahí?». A lo cual, la voz le respondió: «Yo no importo, la que está realizando este viaje eres tú. Si quieres cambiar, volver a ser la de antes solo presiona el botón rojo que se encuentra en el centro de la habitación; ya has hecho el trabajo más complicado, ahora solo presiona ese botón». Pensativa se encontraba Irene; la reflexión le susurró en el oído y decidió completar la última prueba que le había puesto su destino.

Presionó el botón, y cuando lo presionó volvió al tren.

La joven notó algo muy extraño; se encontraba sola en el tren, no se aguantó la intriga y decidió preguntarle al conductor: «¿Dónde se encuentran los demás?». Él le respondió: «A la ciudad de La Paz no puede entrar cualquier persona; solo tú lograste completar todas las pruebas». Irene se asustó y le preguntó: «Pero ¿dónde están? ¿Volverán?». A lo cual el conductor le respondió: «Volverán, cuando logren completar las pruebas en las que fallaron».

Los últimos veinte minutos pasaron. Llegaron a la séptima y última parada del tren, la ciudad de La Paz. Irene había llegado; se bajó del tren muy emocionada. La famosa ciudad era aún mejor de lo que le habían contado.

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Colores vivos por todas partes, casas grandes llenas de animalitos que le daban vida a cada hogar, personas alegres y felices caminando por las calles, niños jugando. No había ningún temor. La música alegre de fondo acompañaba a las personas, mientras charlaban un rato con sus vecinos. Era el paraíso soñado por miles de personas. El séptimo y último diamante resplandecía mientras en él se encontraba la frase: «Felicitaciones, has llegado a tu destino».

No todos lograron llegar. Irene ya comprendía por qué no muchas personas se arriesgaban a viajar a esa bella ciudad. Entendió que el perdón es un acto de liberación para vivir tranquila y feliz. Aprendió que si no trabajamos en equipo no lograremos nuestras metas, que debemos manejar nuestras emociones, que lo mejor es cambiar nuestra tristeza por felicidad, que comprender a los demás y colocarnos en los zapatos del otro es la clave para un mundo mejor, y ser capaz de cambiar por nuestro futuro y el de todos es de valientes. Lograr la paz no es fácil; el camino nos coloca las pruebas y nosotros nos negamos a pasarlas. Sin embargo, Irene lo logró y recordará este como el mejor viaje de su vida.

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«Mi nombre es Laura Bernal. Tengro 13 años. Nací el 20 de octubre de 2007. Estoy en el grado octavo. Me gusta el arte en general, como el canto, el baile y el dibujo. Amo los animales. Mi libro favorito es Si decido quedarme, de Gayle Foreman».

El Castillo de La Paz Simón David Linares

Estaba feliz, su objetivo había llegado al punto final. El lugar que prometía tener la paz que tanto buscaba, aquel espacio donde los demás no pudieran molestarla. Visitar aquella tierra prometida la llenaba de entusiasmo, vivir ahí era algo que había soñado toda su vida. Pero, al llegar, se dio cuenta de que no era lo que esperaba; tenía frente a sus ojos una ciudad vacía, sin señales de vida; la soledad era aterradora. Había llegado allí atraída por los páramos que la rodeaban y las flores carmesíes que había a la entrada. Perdida en el silencio, se sentía decepcionada de que en aquel lugar no tuviera nada que hacer; solo podía sentarse en una silla a esperar que el tiempo pasara.

Se sentía extraña, la promesa que se había hecho a sí misma fue desperdiciada, su ego creía que el lugar de la paz debía ser mejor de lo que estaba viendo; no había ruido, ni personas, solo niebla y desesperación.

Extrañaba los ruidos de la calle; la única señal de vida eran ella y las flores.

Se sentó a cavilar sobre el error que había cometido. Estaba perdida y no podía volver atrás, pero tampoco podía avanzar porque estaba frente al final de su camino.

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El Castillo de La Paz

Ahora debía acostumbrarse a vivir entre las plantas y la soledad. Se levantó para verse en un espejo, con la sorpresa de encontrar en el reflejo algo que la aterró; estaba vieja y frágil, no como se recordaba. Quedó helada al ver aquella figura y más confundida aún, pues desde su llegada al Castillo de La Paz solo habían transcurrido unos minutos.

De pronto, cayó frágilmente en un suelo cubierto de flores de diferentes colores. Vio cómo sus brazos se arrugaban cada vez más, hasta que entró en un profundo sueño. Las flores comenzaron a rodearla cada vez más como si estuvieran creando un refugio para ella, otras flores se convirtieron en trozos de madera y crecieron hasta convertirse en un majestuoso árbol del cual miles de mariposas salieron formando un corazón con sus alas.

Y aunque aquello la hacía sentir feliz y en paz, seguía añorando la compañía de sus seres amados; extrañaba los habituales ruidos a los que estaba acostumbrada. En ese momento entendió que la paz no era un lugar en especial; el Castillo de La Paz estaba dentro de ella. Entendió que aprender a respetar las diferencias y gustos de aquellos que nos rodean, nos da la paz que necesitamos para vivir felices.

En ese momento se despertó y al tratar de levantarse se dio cuenta de que sobre su cama había manojos de flores carmesí rodeándola; su perfume le daba tranquilidad. Estaba en casa, rodeada de aquellos que la amaban.

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«Tengo 13 años. Nací el 6 de noviembre de 2007. Me encantan la escritura y la lectura, y sus diferentes formas de expresión. Me gusta conocer sobre las culturas mundiales, las cuales me encantaría conocer personalmente». Me encanta todo tipo de comida, pero mi favorita es la oriental. Voy a estudiar derecho y ciencias políticas. Para mí escribir es la manera que tengo para sacar todas las ideas que tengo en mi cerebro, me ayuda a expresar todo lo que tengo en el interior».

Hotel Paraná Giovanni Clavijo Castillo

Después de cuatro horas de vuelo, aterrizamos en una pequeña pista en medio de la selva. La noche roncaba fuerte, un Chevrolet de los tiempos de la dictadura nos esperaba para llevarnos a un pequeño hotel de la zona roja: Hotel Paraná, a su servicio desde 1967. A medianoche el sonido de un trombón nos despertó, Olga se dio media vuelta y se apretó contra mí. ¿Qué canción era esa? Sonaba a algo conocido, a algo que quizás alguna vez había bailado con ella.

Una semana después, las picaduras de zancudos y las cucarachas tamaño familiar nos aconsejan que lo mejor es volver a la ciudad. Olga no ha escrito mucho en este tiempo, apenas un par de párrafos para su columna sobre cine bizarro; por mi parte, mis intentos con la pintura al óleo, la escritura automática y una fotonovela hecha a partir de viejas revistas encontradas en la recepción del hotel, no han funcionado.

La avioneta sobrevuela la selva. Abajo, en el zaguán del Hotel Paraná, un hombre negro toca un trombón.

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Giovanni es diseñador gráfico zurdo, chaparro y sureño. Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Autor de la novela Oficina de objetos perdidos (Editorial Planeta, colección Planeta Lector).

La tierra

Tengri: el libro de los misterios (Selección de poemas) Íkaro Valderrama

Los amigos muertos Considera, te dice el muerto, lo que ha sido de mí.

Eclesiástico xxxviii. 23

Entrega el silencio que baila verde faisán en las manos del aire, los amigos muertos vendrán esta noche a incendiar conmigo las últimas flores.

Que las flautas vuelen como loros de arcoíris, que la noche caiga con latidos de tambor: vendrán del misterio los amigos muertos a cantar conmigo su eterno diluvio.

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Tengri: el libro de los misterios

(Para los amigos muertos que siempre regresan, humilde cuerpo, cementerio soy.

Para los amigos muertos que a los vivos entierran, humilde cuerpo, tierra fértil, agua y sidra, cementerio soy) Que las flautas vuelen como loros de arcoíris, que la noche caiga con latidos de tambor: vendrán del misterio los amigos muertos a cantar conmigo su eterno diluvio.

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Íkaro Valderrama

Temblores del origen La verdad indefectible. ¿Qué es la verdad indefectible?

Corán. 69, 1

Un libro inexistente también afirma que quien camina por la senda de los Budas debe aprender a callar.

«La voz iluminada —dice el libro inexistente— es un loto bajo el agua».

Este pensamiento (como sutil venado) se hace tinta en los tejidos musicales del gran poeta místico, Al-Turayek quien, según los biógrafos de Arabia, nunca existió:

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Tengri: el libro de los misterios

«cascarones del sonido

las creaturas bajo el cielo aguardamos los temblores del origen.

Aquí —en mis aguas más profundas— florecen los poemas».

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Íkaro Valderrama

Devi … con la mente en equilibrio, me adoran.

Bhagavad Gita. ix, 13

Sembraste tus serpientes en mi pecho, para que mi voz de hombre, mi voz oscura, se alimente de pájaros azules.

Aunque tiemblen las mujeres o me busquen los espectros, solo le entrego a tus jardines, a las selvas en tu ombligo, mi canto mi sonido mi existencia.

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Tengri: el libro de los misterios

El origen … Y vio Dios que la luz era buena.

Génesis i. 4 Mi falo, árbol de fuego, está sembrado en la boca de Dios.

Su fruta es semen y palabra, tempestad de los volcanes, principio de todas las cosas.

Mi falo dijo en su lengua de serpiente: «Penetraré con furia los ombligos de la noche, para que su sangre oscura ilumine la tierra».

Dios dijo en su lengua de hombre: «¡Hágase la luz!». Y la luz —sangre virgen de tiniebla— brotó como una flor en el vacío.

La luz se hizo.

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Íkaro Valderrama

Bailarina ¿Y quién es vuestro Señor, Musa?

Corán. 20, 48

La bailarina duerme

a lomo de pájaro (cruza

la noche) Satélite del viento

luciérnaga gitana, danza danza el ojo negro

bailan bailan las visiones, y un enjambre de canciones

que sacuden su pañuelo. ¡Arriba el telón, la nube, las trompetas! ¡Arriba sueños de liviana bailarina!

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Tengri: el libro de los misterios

Esto dicen las Sagradas partituras, los antiguos testamentos del Sonido:

«si aplauden los Dioses, llueve tu danza,

si canta un grillo, llueve tu danza,

si ladra un perro, llueve tu danza.

Es preciso traspasar las manecillas,

las murallas silenciosas de la aurora».

Duerme aérea bailarina de los sueños, duerme aérea en tu flotante habitación.

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Íkaro es un escritor y cantautor colombiano con influencias de las músicas de Siberia y Mongolia, la poesía y la canción social. Su proyecto se perfila como uno de los más originales y conceptualmente interesantes de la escena latinoamericana actual. De acuerdo con la revista mexicana Letras Libres, su antología Cuentos de minicuentos lo consagra como uno de los maestros del género breve en la literatura colombiana reciente.

Ha publicado con Lobo Blanco Editores las obras Tengri: el libro de los misterios y Kotodama: el Espíritu de la Palabra (Colección Vientre), así como el álbum Íkaro (2020) en la división L. B. Records.

Escrituras y oralituras de los pueblos originarios

Selección de poemas Pedro Ortiz

Samai

Sóplame, que te respiro; sopla más, y haz que arda mi espíritu.

Crea la música, y llámame al oído.

Crea la música, y llámame al oído.

Sopla, y no te detengas.

Sopla tanto como puedas; pero enseña a mis raíces a aferrarse fuerte de la tierra.

Si en un descuido me pierdo, y se extingue en mí el fuego, no dejes de golpear, una contra otra, las piedras, inventa luces y luciérnagas que me sirvan de señales en medio de las tinieblas.

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Selección de poemas

Reanuda en mí la magia, y háblame del relámpago, del Hijo del Trueno, del rayo que provocará el incendio.

En esta hora, no apartes de mí tu boca; y sopla, y aviva mis llamas, y sálvame con tus palabras; tráeme alivio con tu waira, y quédate conmigo, y más nunca te vayas.

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Pedro Ortiz

Tiempos modernos

Para conquistar la montaña, habría que ser amigo del agua.

Para posar las manos sobre la hierba, antes hay que caminar sobre las primeras huellas.

Para escuchar la quena, se debe compartir el silencio de la floresta.

Para descubrir el amor, hacía falta respirar en Vichoy.

Húmeda la tierra, tiene olor a granadilla este poema.

Las manos de mi abuela aún me peinan, y las manos de mi bisabuela aún siembran.

Nuestras semillas son eternas, cada uno viaja con ellas.

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Selección de poemas

Así lo enseñaron los ancestros, y aquí nunca la comida faltó.

Por eso a Monsanto dijimos No. Nos enfrentamos a nosotros mismos con el remedio, lloramos y reímos al perder el miedo.

Luego vino el arte y la paz, el taita Domingo pinta la vida y alivia con su aliento, al amanecer el inga le canta al universo.

No hay conflicto con la muerte, preparados estamos, la chagra está sembrada y la chicha fermentada.

Los sueños crecieron con el maíz, se aliaron con los animales y echaron raíces con los árboles, un ave gigante los arrastró hacia el centro del valle, fueron arcoíris y serpiente, truenos en septiembre, 206

Pedro Ortiz

lluvia y río que crece, bosque que florece.

Beso que envuelve, magia y misterio, viento en el tiempo.

No hay conflicto con la muerte, preparados estamos, la vida está sembrada y la chicha fermentada.

De nuestro pecho, lo nuevo.

De nuestra sangre, la savia, de nuestros huesos, las flautas.

De nuestras palabras el recuerdo, y de nuestra lucha, el ejemplo.

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Pedro es un poeta originario del Valle de Sibundoy, Putumayo. Cursó estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Nariño. Es fundador del Festival de Literatura de Putumayo. Ha sido invitado al 27 Festival Internacional de Poesía de Medellín, al Recital Internacional de Escritores de Facatativá 2013. En 2015 recorrió varias ciudades del país presentando su libro Samai. Ha participado como promotor de lectura y escritura en el Putumayo.

Selección de textos Xochi Bucurú Botache

Me pidieron escribir acerca delos pueblos originarios, honrar este día en su nombre y conmemorar sus presencias aquí y en otras dimensiones. ¿Qué es un pueblo originario?

Es el principio en el que yace la historia, en el que las memorias de cada lugar tomaron cuerpo y se fueron expresando una a una de distintas maneras, con identidad propia.

Tú, él, yo, provenimos de aquellos orígenes en los que un día se asentaron nuestras raíces.

Entretejidas están, entre los lazos que encuentran a la humanidad y que portan destellos del cosmos. ¿Cosmogonía?

Profunda manera de ver el cosmos y asociarlo con la vida.

Así vivieron un día nuestros pueblos, caminando en conciencia cada trazo del universo, reconociendo cada matiz y cada expresión de la existencia en la tierra.

Hoy quiero cantar a ellos, A esos seres que perviven y que en el silencio de la palabra y la voz de las sensaciones me invitan y me guían a volver la vista adentro, fluir en mi esencia y enlazarme en mi raíz.

A todas esas múltiples facetas y recónditos recuerdos que habitan en mi interior, dedico este espacio.

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Selección de textos

A los pies descalzos A esos pies que han caminado por el mundo dejando huella, que se atrevieron a surcar los ríos, los valles, las montañas, siempre sintiendo y grabando en la piel el rastro del camino.

Esos pies de piel gruesa, de percepción sensible y calidad de fuerza, que luchan al interior de un recóndito recuerdo por prevalecer y que su identidad no desaparezca.

Usurpados fueron un día, y arrebatado su contacto con la madre que los contenía.

Les entregaron zapatos y quisieron cambiar su vida.

Solo no percibieron algo aquellos verdugos, los pies descalzos escribían y guardaron tras sus pasos huellas por si un día esta forma de existencia se consideraba perdida.

Hoy recuerdo a los pies descalzos, coloco mi piel sobre la piel de la tierra y siento que me fundo en cada partícula y que soy uno con el todo, y el todo vive en mí.

Sonrío. Mis pies no solo escriben, saben leer profundamente.

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Xochi es médico tradicional, gestora cultural y comunicadora a través de medios visuales y escritos. Es proveniente de familia materna indígena. Su raíz indiomestiza la ha llevado a cultivar por herencia la medicina tradicional, la cual combina con el arte y la espiritualidad, lo que le proporciona un contacto más humano e íntegro con la salud.

Desde su juventud, la creación narrativa, la composición de cantos medicina y letras sencillas han decorado su vida y le han proporcionado una cercanía a la óptica y la sensibilidad artística.

Canciones Nazlly Martínez

Flor de maíz

Mujer de risa dulce, tu encanto, tu fortaleza Tus manos cubren al sol, y tu amor me curó (bis) Coro Luz de mi vida flor de maíz, Tejido dejas en mí (bis) Abuela, eres mi ejemplo, Tu fuerza es mi alimento, Tus manos cubren al sol Y tu amor me curó (bis) Coro

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Canciones

Un día más Hoy escuchan mi canto De ese encuentro hoy pensando La emoción de su abrazo.

Quiero volar El sentir lo divino Lo que pinta lo eterno Más allá de mis pasos Abuelos en mí.

Coro Y solo quiero que sepas Le pido al cielo un día más (bis) Para quererte, y protegerte Es nuestro mundo, sonríe un día más Ilumina mis días Purifica mi vida Significa familia Amor que hay en mí.

Lo que cantan las flores Lo que ha traído el viento Fuerza que hoy reclama shagro yo soy.

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Nazlly cursó estudios musicales en la Fundación Nueva Cultura y la Universidad Pedagógica Nacional. Es licenciada en Educación Física de la upn (2009) y magister en Musicoterapia de la Universidad Nacional de Colombia (2014). Hizo parte de agrupaciones musicales como Son del Alma, Mamba, Wiphalas—Cantos de Libertad y Kapary. En el 2011 crea la agrupación musical shagro, de la cual es directora; se desempeña como bajista, vocalista y compositora. Con la agrupación ha editado Cantares del Sol al Viento y Entre Amigos.

¿Por qué leer y escribir en Los Andes?

Selección de poemas Santiago López T.

Fragmentos de El día entero (Pie de Monte, 2017)

Se amanzana el aire Fulge Ríe Se sonroja Disgrégase en las cañas Se entuna dulce en la sequía Se encabrita Revienta la semilla Trayendo esta voz de cieno musgo De amor niño Verde erguida en un rincón del valle o la vendimia

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Selección de poemas

* Supongo que morir es como estar sentado al sol Por largo rato Sin que la luz inunde nuestros ojos o nos queme las pestañas/ Como estar pendiendo del viento Y ser al mismo tiempo una montaña

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Santiago López T.

De tendón (Pie de Monte, 2019)

despierto a la gloria fecunda florida de otra tarde el frío es sobre las palmas al viento y los inquietos precisos platanares el maíz también como cuchillo despoblar por un momento el aire

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Selección de poemas

* el aguacate es sombra u oquedad confirmación vehemente de tantos años juntos entre nosotros aguacate y yo hay sólo diferencia de intensidad al habitar el aire * ni una soledad siquiera exenta de significado ni la milpa el plátano o los rosales la maravilla bajo la sombra informe del lechero hecho cerco

* bastaría un solo golpe para cubrir el suelo de naranjas

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Santiago López T.

De ninguna parte (Inédito)

dioses muertos los volcanes enorme la extensión se cansa (entre las uñas) crece la tierra con los golpes el azadón levanta lentas piedras comestibles olvido de todo lo que pudo ser el mar (entonces) el hambre y sus canciones se levantan de las tripas

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Selección de poemas

caminan los niños sin memoria y una precisa manera de morir cobija sus contornos la multitud es desmemoria desmembrado rocío nada se debe a sí mismo

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Santiago López T.

recogerán sus mínimos dioses tutelares que habitan las paredes los distantes umbrales /falanges de niño muerto ante los muros de tierra crece el verano abandono es marchar hasta otra noche sin su guardia

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Selección de poemas

la extenuante condición del límite reconvenido a menos siempre /escaso y demasiado tarde incapaces de producir al otro en la materialidad de la espera el paraíso será todo cuanto vive fuera /ya en nosotros aprendizaje y torpe descubrimiento del deseo de estar juntos

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Santiago nació en Bogotá, en 1994. Ha publicado algunos libros de poesía. Hace de editor en Pie de Monte y participa desde hace varios años en la organización de la Feria del Libro Independiente y Autogestionada (flia). Vive de varios oficios artesanales.

Selección de poemas Sandra Uribe Pérez

Abismo sin nombre

Hay heridas que transitan en la sangre hasta derrumbar el aire, gritos tan hondos que desploman la luz.

Hay cuerpos que caen en la noche del mundo, carnes que se deshacen en el abismo sin nombre y multiplican el fervor de la agonía.

Hay silencios que se desnudan en la tierra y verdades que se oxidan en el lado terrible de la sombra.

Hay vacíos que crecen entre los huesos nunca hallados, tiempo que se acumula entre las descuidadas raíces, llantos lejanos que no dejan que resuene el olvido.

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Selección de poemas

Miedo de mí

Temo que los microbios de la ira invadan mi paciencia que las voces interiores insulten a mis silencios que las impurezas del viento ahuyenten mis palabras cargadas de delirio Temo que la ceguera me haga perder las apuestas que al ausentarme de mi sangre alguien pulse las cuerdas del llanto He caído en mis zapatos me he colocado la sombra con todos sus imperfectos he caído en mis garras me he destrozado por dentro

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Sandra Uribe Pérez

Sin tiempo

Férrea la luz que se asoma en los ojos de la muerte, férrea su dura caparazón, hecha de tiempo y limo, de ebrias palabras que se aprietan entre sí, en la hinchazón de la boca que se pudre.

No pude ver el mar, no supe.

Y ya no hay tregua para hundirse entre las olas, y es el agua la que cruje, la memoria de los huesos que se aplastan en la noche.

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Selección de poemas

Contemplación Tendrías que habituarte a mirar las palabras como ojos que te miran.

Edmond Jabès

Qué mirada punzante Cómo arde la lengua cuando las palabras me miran Y la aridez de la saliva Y el espeso río de la voz: la temida desembocadura del silencio

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Sandra Uribe Pérez

Lo que (no) dicen las palabras La voz, no el silencio, es la desnudez de las palabras.

Hugo Mujica

Las palabras dicen pero en realidad callan intentan imitar la eficacia del silencio pero sólo se quiebran las vocales hacen estruendo para ser notadas pero es el balbuceo lo único entendible buscan lo verdadero pero se ocultan detrás del artificio pretenden ser memoria pero su destino es el olvido Sólo dicen algo cuando lo que brota es el silencio

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© Freddy Yezzed

Sandra nació en Bogotá, en 1972. Es poeta, narradora, ensayista, periodista y arquitecta. Especialista en Entornos Virtuales de Aprendizaje y magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana. Editora y correctora de estilo. Ha publicado los libros de poesía Uno & Dios (1996), Catálogo de fantasmas en orden crono-ilógico (1997), Sola sin tilde (2003) y su edición bilingüe Sola sin tilde – Ortography of solitude (2008), Círculo de silencio (2012), Raíces de lo invisible (2018) y La casa, antología (2018).

He perdonado a Dios Nicolás Peña Posada

De una vez que arda el ojo del cielo que los cais se vuelvan bares de rocanrol y podamos ir los viernes a escuchar Led Zeppelin y tomar unos tragos entre los escombros en nombre de los amigos muertos que no haya ningún policía en la calle que las requisas sean declaradas inconstitucionales que las armas sean decomisadas y Doris Salcedo haga lo que quiera con ellas: un monumento al silencio un salón de víctimas del posconflicto 239

He perdonado a Dios

una gran estatua de niños elevando cometa en todo caso, que no volvamos a tener que pagar sobornos ni soportar las charlas morales a las 3:00 a. m. de por qué no se puede andar cantando por la ciudad gritando el nombre de la mujer que amamos nunca nadie se tendrá que volver a desnudar frente a los uniformados y los impuestos ciudadanos no se invertirán más en: 1. camionetas 2. motos 3. gorras verdes 4. teasers 5. uniformes del esmad sino que se usarán para comprar: 1. chaquetas de cuero 2. parches y pines de perros criollos 3. yoyos 4. piquis y cuatripotas 5. corotos de Cachaza 240

Nicolás Peña Posada

que la upj se vuelva un amanecedero de electrónica o que pongan Daddy Yankee los domingos en la madrugada y en playa baja se hagan exposiciones de arte conceptual o festivales de performance Queer cualquier cosa menos esos barrotes y esos muros y ese piso frío y ese tinto negro recalentado que un día salir al sol o al cine no cueste la vida y se pueda andar por ahí con marihuana los que quieran andar por ahí con marihuana y se pueda orinar en los árboles de los parques los que quieran orinar en los árboles de los parques y se puedan hacer conciertos de punk en la fiscalía los que quieran hacer conciertos de punk en la fiscalía ni un solo joven para la policía ni un solo joven para el ejército ni un solo joven falso positivo ni un solo joven en el Centro Democrático 241

He perdonado a Dios

que de una vez se quemen las estatuas así los académicos estén preocupados que de una vez las iglesias sean centros de reinserción así los curas y las monjas odien la paz que de una vez la Casa de Nariño sea un circo donde van los niños a comer algodón de azúcar y palomitas y ver a los malabaristas caminar sobre la cuerda floja mientras lanzan cuchillos al aire y abrazan a un tigre de peluche que de una vez dejen vivir a los que quieren vivir y desocupan los zoológicos y abran las cárceles y cierren las comisarías y regalen libros de Albalucía Ángel y prohíban dormirse y llegar tarde al senado y los alcaldes tengan que hacer un programa semanal de poesía —mentiras, qué pereza— pero sí que se vuelva el himno nacional «Canción de la vida profunda» o:

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Nicolás Peña Posada

Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida... y Barba Jacob reemplace a Bolívar en las plazas con su gran nariz y su corbata y su soy un marihuano y León de Greiff se enseñe en clase de ética y Luis Vidales tenga una gran casa con patio donde se pueda ir a contar chistes y Beatriz González esté en los billetes y las monedas y en las entradas de los corrientazos y en los colegios premien los últimos puestos para que les cuelguen soles en el pecho a los niños que no han aprendido todavía la tabla de multiplicar del cero que de una vez cierren los batallones y abran un centro de citas para excombatientes donde se juegue bingo los fines de semana

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He perdonado a Dios

y haya spa e hidromasajes al fin y al Cabo y al Sargento también les gusta la aromaterapia y el yoga en todo caso que al menos cierren los bancos porque ya no tengo cómo pagar mi tarjeta de crédito y este poema no me va a dar plata pero sí la satisfacción de pensar que no volveré a ver a mis amigos golpeados por las botas y los bolillos ni volveré a escuchar una patrulla en la noche mientras me bajo los pantalones y le grito al mundo que he perdonado a Dios por hacerme ateo.

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Nicolás nació en Bogotá, en 1991. Es literato y maestro en Arte de la Universidad de Los Andes. Magister en Creación Literaria de la Universidad Central. Docente en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, donde dirige la revista Suma Cultural. Ha publicado: Mi madre es la única que lee mis poemas, Cocinar no es para todos los poetas, y su tesis de maestría La abuela nunca llora cuando corta las cebollas.

Selección de textos Inés Púrpura

Aún te siento aquí entre el verano tu perfume y tu memoria enamorada de la belleza de las cosas el viento el ir y llevar de río.

Sos mi corazón mirando hacia el sur quería decírtelo solo con un gesto vos detenés el tiempo.

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Selección de poemas

Despierto de no querer dormir escribo una ciudad me atraviesa soy yo dentro del poema —donde hay un dónde— pienso en campesinas en medio de Vietnam o alguna otra isla pequeña —sí, tienen amor— irreconciliable a toda esta guerra cotidiana que me rodea que me fragmenta voy Las palabras chocan y abren Las palabras abren El poema es un hermoso pedazo de destrucción El poema es más El poema es una puerta En mi corazón hay un vendaval En mi corazón hay una flor de loto

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Inés Púrpura

Ella me recuerda a las clases de biología en el colegio todas las células, todas.

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Un niño llora en la noche escribo un poema Una mujer muere en las calles escribo un poema La policía mata a otro pibe escribo un poema El vecino llora sus hijos ya no reconocen su voz al trabajar doce horas escribo un poema Asesinan a otra piba por amar a otra piba escribo un poema Hay en esta lengua una traición que se parece tanto tanto a comer silencios en palabras.

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Inés es poeta. Dede el 2011 comparte su obra al público en diferentes festivales, centros culturales, encuentros nacionales, principalmente en Buenos Aires. Ha publicado: La belleza (2012), Todo lo que pude amar (2014), Amarillo ocaso (2014), Recién llegada (2016), Siempre fui un adiós (junto a Guillermo Villani, 2016), y en la placita / por el barrio (junto a Ioshua). Su último trabajo es el ep Catástrofe en plegarias (2020), junto al músico Luis Buamann.

La ilustradora

Silvina Cornaló, o Peperina, nació en Buenos Aires, en 1991. Es artista plástica, ilustradora y cantante. Radicada en Cundinamarca, esta bonaerense tiene la necesidad de garabatear, casi tanto como de respirar. Después de casi terminar su carrera como profesora de Artes Visuales, decide lanzarse a viajar por Argentina y descubre que con lo aprendido, más el apetito autodidacta, podría llegar a donde quisiera. Al regresar, junto a diferentes amigues, forma Entropía (2012; fanzine y pequeña editorial casera) y Brillando en el Caos (2014; colectivo muralista), que fusiona la pintura y la ilustración, junto a poetas y escritores. Se ha dedicado a pequeños talleres de expresión artística y, sobre todo, a seguir aprendiendo y conociendo.

Es una apasionada por la lectura, por cocinar y por la jardinería.

El ilustrador

Yefer Rey nació en1991, en Villa Pinzón, Cundinamarca; se crio y habita en el Sisga. Es un dibujante, artesano e ilustrador.

Ferviente amante de la naturaleza y la permacultura. Sus pinturas e ilustraciones tienen una carga de sentimientos y protesta contra la explotación de la tierra y en defensa de sus derechos. Yefer elaboró las ilustraciones que acompañan a los encuentros «Escrituras de mujeres» y «¿Por qué leer y escribir en Los Andes?».

El equipo de Escuchar Los Andes

© Tata Bautista

Jaibaná es una pedagoga, narradora y poeta. Dedicada a la gestión cultural y con experiencia en proyectos encaminados a la formación artística y política, y a la apropiación de la cultura escritura. Nació y vive actualmente en Bogotá. Disfruta mucho de viajar, de imaginar y contar historias, de las tardes soleadas, de las verduras y de los jugos de fruta.

Pablo nació en Bogotá. Es profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Es autor de cuento y poesía. Trabaja en el mundo editorial e investiga en las áreas de literatura y memoria.

Algunos de sus textos han obtenido premios locales e internacionales, y han sido incluidos en antologías.

Voces periféricas,

antología literaria de Escuchar Los Andes terminó de editarse entre abrazos, versos e historias, en Bogotá, esquinita de Los Andes, en marzo de 2021.

El viaje continúa contigo.

Voces periféricas es una antología del ciclo de lecturas de Escuchar Los Andes adelantado entre noviembre del 2020 y marzo del 2021, en el marco de la Beca para la Creación de Proyectos de Promoción de Lectura Digital (2020), concedida por el Instituto Distrital de las Artes (Idartes).

Aquí encontrarás poesía, cuento y crónica de autores colombianos y argentinos. Acompáñanos a recorrer esta hermosa cordillera de la mano de la imaginación y las palabras que estremecen y avivan los corazones. palabrandina@gmail.com

/ Palabra Andina

@palabra.andina