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Fermín Castro
Reseñas
EL HOMBRE ESTOCÁSTICO
ROBERT SILVERBERG
CONTRAPORTADA
El Hombre Estocástico constituye una exploración a fondo y enormemente satisfactoria de uno de los conceptos básicos de la ciencia ficción. La trama de gran perfección, muestra a su autor, Robert Silverberg, en una de sus más brillantes facetas.
Título original: The Stochastic Man Año: 1975 Edición española: Editorial EDAF (1979) Colección Ciencia Ficción nº 24
Algunos datos biográficos. Robert Silverberg nace en 1935 en el populoso Brooklyn, en Nueva York. Uno de los escritores más galardonados de la ciencia ficción: Premio Hugo (1956) al escritor novel. Premio Hugo (1969) por Alas nocturnas Premio Nébula (1971) por Tiempo de cambios Gran Maestro de 2004 por toda su trayectoria. SINOPSIS: «Nichols predecía el futuro, pero no podía verlo, hasta que este don le fue enseñado…Entonces vivó el horror de su propia muerte». Esta es un resumen de la sinopsis que aparece en el libro. La verdad es que el libro ofrece mucho más de lo que esta promete. La historia es contada en primera persona por Lew Nichols, un hombre que se gana la vida con una empresa dedicada a la predicción de tendencias, un hombre brillante que utilizando fórmulas probabilísticas y potentes ordenadores es capaz de predecir las tendencias del mercado, de los votantes, de los deseos futuros de la población, de lo que está por venir. No es magia, es ciencia, además aunque su capacidad de acierto pueda parecer mágica no es infalible y se basa en los datos y fórmulas matemáticas. Lew Nichols es un maestro de la estocástica. Un día EL FUTURO NO ES UN REINO INACCESIBLE. su amigo Mardikian le invita a una fiesta, le Carvajal recomienda que conozca a un desconocido político que se encuentra en pleno auge, un hombre que puede llegar lejos. Aquella fiesta cambió la vida de Nichols: «…y conocía a Paul Quinn. Sí, Quinn. Algunas veces me despierto tembloroso y cubierto de sudor por la repetición en sueños de aquella fiesta, en la que me veo arrastrado por una corriente irresistible a través de un mar de estruendosas celebridades hacia la dorada y sonriente figura de Paul Quinn, quien me espera como Caribdis, con los ojos brillantes y las fauces abiertas»1. Aquella misma noche interpelado por su amigo realiza una de sus predicciones. Quinn tiene abierto el camino por etapas a la Casa Blanca, primero la alcaldía de Nueva York, después la presidencia. Y Nichols se deja seducir para entrar a formar parte del equipo de campaña de Quinn. En la lucha por lograr ascender en el escalafón político Nichols conoce a Martín Carvajal, un español afincado en Nueva York, un hombre rico, un gurú de la bolsa y uno de los donantes para la campaña de Quinn. Carvajal consigue 1
El hombre estocástico. Robert Silverberg. Editorial Edaf (1979), página 27
acertar en todo, no utiliza un procedimiento estocástico como el de Nichols, simplemente tiene la capacidad de ver el futuro, para él el presente es el visionado de un acontecimiento ya vivido, presenciado miles de veces. Y es una cualidad que es posible enseñar a algunas personas. Nichols se convierte en su discípulo. El presente se transforma en un guion férreo que hay que seguir.
Personajes: Una vez más, una de los grandes puntos a favor de Silverberg son sus personajes variopintos y siempre originales. Lew Nichols: un tipo arribista, amante de la buena vida y emborrachado por la droga más poderosa que existe: el poder. Toda su potencialidad, sus sueños de grandeza chocarán con la fragilidad de su ser, con la férrea. Sundara: Un personaje extraño, un contrapunto de locura y extravagancia en el metódico orden matemático de Lew. El gran amor de la vida de Lew. Y por lo tanto el Gran Dolor. Carvajal: Un hombre con un gran poder, pero esa posesión no le otorga un valor especial como persona, de hecho todo el personaje resuma abandono, tristeza, desesperación, es un personaje silvergberiano al cien por cien.
Ambiente: La novela se desarrolla en gran parte el último año del milenio, en 1999 (ya sé, ya sé, en realidad el último año del milenio sería el 2000), es interesante constatar lo que Silverberg vislumbra de la vida cotidiana en Nueva York de 1999, una sociedad de guetos (negros, puertorriqueños, irlandeses, armenios), hasta cierto punto pesimista y por momentos muy violenta. Es interesante algún que otro invento de Silverberg como el medio de transporte mediante cápsulas.
Temas: Aparecen los temas obsesivos de Silverberg: la religión, el poder, la libertad (o ausencia de la misma), las drogas, etc. El Credo del Tránsito. Es una de las religiones en alza en ese 1999 vislumbrado por Silverberg. Es una religión de la eterna evolución, del eterno cambio de la persona para alcanzar un grado supremo. Era una religión cargada con todo el misticismo de las religiones orientales, una mezcla de «budismo y fascismo, un estofado compuesto de zen, tantra, platonismo y teoría del Gestalt, y sazonado con teorías económicas poundianas. Naturalmente había nacido en California y era un producto de los locos años noventa»2 Sundara, la esposa de Lew Nichols, se deja atrapar por el Credo del Tránsito, se transforma en acolita de esa religión que pregona el cambio radical y constante de la persona y la personalidad, el desapego al mundo. La religión es uno de los temas preferido de Silverberg, es curioso porque no suele ser uno de los temas más tratados por los escritores de Ci-Fi. El sexo. Las relaciones sexuales son libres, los protagonistas practican con total libertad el cambio de parejas. Ciertos pasajes son muy eróticos, otro de los puntos fuertes de Silverberg que nunca sintió aprensión por describir las relaciones sexuales de sus personajes, tema tabú y de desarrollo impensable en otros grandes escritores del género. El Poder. Es el gran tema, junto con el determinismo, de la novela. Interesantísimo la descripción de las cloacas del poder, de la lucha de partidos, de la gestación del Candidato. Aquí tiene la receta para cocinar a un presidente: « (…) Paul Quinn, que resultaba presidencialmente plausible debido a su aire kenediano. También es importante hablar como un presidente. El aspirante a candidato debe resultar firme, serio, enérgico, pero al mismo tiempo caritativo y flexible, con un tono de voz que logre transmitir el calor humano y la sabiduría de Lincoln, el valor de
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ibídem, 106.
Truman, la serenidad de Franklin D. Roosevelt, ingenio de John F. Kennedy…Y Quinn reunía todas aquellas cualidades, Pero el hombre que desee alcanzar la presidencia debe contar con el siguiente equipo: alguien que allegue fondos (Lombroso), alguien que seduzca a los medios de comunicación de masas (Missakian), alguien que analice las tendencias y sugiera las medidas más adecuadas (yo), alguien que coordina una alianza a escala nacional de gerifaltes políticos (Ephrikian), y alguien que coordina y dirija la estrategia (Mardikian). (…) y va imbuyendo en las mentes de la gran masa la idea de que se trata del Hombre Justo para el Cargo…».3
Opinión: El Hombre Estocástico no es una novela que recomendaría para un lector que se inicia en la ciencia ficción, para ese menester le propondría alguna buen obra de Asimov, o de Clark, por citar alguno de los grandes. Tengo mis serias dudas de que esta novela sea de ciencia ficción, es verdad que se desarrolla en el futuro (del autor, escrita en 1975 nos describe el Nueva York de 1999), es cierto que hay algunos elementos de tecnología futurista, pero no nos explica nada de esos adelantos, son mero atrezo para contar la historia. Incluso el título del libro, es a mi modo de entender, fallido. Estocástico presupone una idea de ciencia, de probabilidad matemática, de tendencia predecible; pero el protagonista realmente se transforma en un brujo, en un vidente, en una persona que alcanza un grado de perfeccionamiento en la visión del futuro. La explicación de cómo se logra ese poder es débil, la exposición científica para explicar la posibilidad de ver el futuro, es interesante, ingeniosa, pero no profundiza en ella, nuevamente es de cartón maché. La novela navega entre las procelosas aguas de una continua verborrea sobre el destino del hombre, s y filosóficas sobre el futuro, sobre si el hombre tiene o no el destino prefijado e inmutable. A los que nos gusta Silverberg, esta novela nos resultará entretenida porque aparecen sus temas y personajes clásicos, porque una vez más lo importante es el viaje iniciático del protagonista, su evolución, su madurez; a los que no os gusta especialmente Silverberg, quizás esta novela os resulte indigesta.
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Ibídem, 76-77.