Escalando #25

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Editorial Regreso de un viaje soñado: escalada en el oeste Norteamericano. Una experiencia inolvidable, que nos condujo a las rojas areniscas fisuradas de Indian Creek, las curiosas formaciones columnares de Devil’s Tower, el granito interminable de Yosemite, las sinuosas escaladas de Smith Rock y, entre los salvajes bosques de Alberta, en Canadá, una diversidad de estilos de escalda sobre gigantes de caliza. De paso por Boulder, Colorado, en una reunión amistosa con José Yavari, miembro del directorio del Adventure Film Festival, con quien habíamos compartido esfuerzos en la difusión de documentales para la conservación de los ríos patagónicos, nos enteramos, muy a nuestro pesar, de la aprobación del mega proyecto Hydroaysén. En lo sucesivo, además de buenas escaladas, cada lugar se nos presentaba como una muestra de nuestra arrogancia como especie, insignificantes desde nuestra escala espacio-temporal, pero con la ambición suficiente para intervenirlo en función de nuestros intereses, sin importar las consecuencias. La sobre explotación de los recursos naturales ha alcanzado niveles irreversibles y sigue en su camino devastador, con el único fin de sostener la estabilidad de quienes, gracias a sus poderosas influencias, tienen acceso irrestricto a la carne, la sangre y los pulmones de nuestro planeta. Suena irónico decir “nuestro”. En sentido estricto, no nos pertenece ni a nosotros ni a quienes han obtenido un “derecho” sobre él. Pero si podemos y debemos sentirnos en una pertenencia mutua, para entender al planeta como un complejo sistema vivo, donde cada actividad humana afecta. No es algo nuevo, es el efecto global de siglos de expansión y búsqueda de un desarrollo económico basado en el libre uso del capital; una de tantas teorías, instalada como “verdad”, que surgió desde la imperfecta mente humana. Hoy, somos testigos de cómo ésta sucumbe tras bambalinas, dejando profundas huellas a su paso y una sociedad con rasgos cada vez más esquizoides. Afortunadamente, quienes hacemos de la montaña nuestro refugio espiritual, pertenecemos a una comunidad bastante más consciente, conectada y respetuosa con la tierra. Y así como vemos la grandeza y fragilidad de estos vastos territorios, también somos testigos de la intervención humana que, aprovechando las distancias físicas, opera en sus faenas con prioridades que distan mucho del respeto al entorno. Tenemos, entonces, una gran responsabilidad en nuestras manos y es nuestro deber proteger lo que creemos justo, difundir nuestra experiencia de respeto y transmitir nuestra visión y conexión entre nosotros mismos y este pequeño planeta que nos da la vida.

Erick Vigouroux Director

El Catalán Joan Solé llegando a la rimaya, antes de entrar en la gran canaleta de la cara este del Cerro Castillo, en la región de Aysén. Tras dos días de duro trabajo, junto al connotado montañista norteamericano Carlos Buhler, alcanzaron su cumbre en 2008, abriendo una exigente nueva ruta (600 m, VI, 5.9, WI4, M4) Carlos Buhler


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