Arriba, la intimidante figura del Alto de Los Leones desde el valle del Juncal. A la derecha, desde algún pinto en el Alto de los Leones Dorly Marmillod y Carlos Piderit contemplan un paisaje andino inigualable con el Monte Aconcagua de fondo. Frédéric Marmillod - www.marmillod.info
Su arquitectura asemeja a la de una almena de un inmenso castillo en el aire, enorme fortaleza que no tiene ninguna cara que permita llegar a su cima de a pie. Todas entregan más de dos mil metros de desnivel de escalada, con rutas difíciles, incluyendo la clásica que involucra fuertes pendientes en el glaciar, rimayas, cruce de grietas y escalada de tercer y cuarto grado. Hasta el momento, las caras conquistadas son la Sureste, Suroeste, Norte y Noreste, la cual fue precisamente por donde fue ascendido por vez primera en 1939. Con respecto a los accesos, la Cara norte se realiza por el valle del Juncal, cuya entrada se encuentra en el Parque Andino Juncal, ubicado en el camino al centro de esquí Portillo, camino internacional a Mendoza. En cuanto a los otros, lamentablemente el Alto de los Leones es una de las principales víctimas del problema de acceso a las montañas de Chile, pues cuatro de sus caras son imposibles de alcanzar (Sur, Sureste, Suroeste y Oeste) debido a que están en terrenos de la minera Andina (Codelco). Primera ascensión (1939) El Alto los Leones fue considerado imposible de escalar. Así lo describe Frederick Reichert: En forma de paredes lisas e inaccesibles, se levanta esta magnífica montaña, dominando como obelisco gigantesco todo el valle Juncal chileno. Acorazado por todas partes por paredones casi verticales de más de 1.100 metros de altura, el Cerro Los Leones, que puede figurar como símbolo de las llanuras chilenas precordilleranas, nunca perderá su virginidad, pues la accesibilidad de su cumbre nos parece quedar fuera del límite de lo posible”. (“Auf Berges und Lebenshöhe”, pag 252) También para las cordadas Italianas de la expedición del Conde Bonacossa de 1934, fue una ruta fuera del alcance técnico, por lo que lo cambiaron como objetivo y optaron por realizar la segunda ascensión del Nevado de Juncal.
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El primer intento concreto registrado ocurrió en marzo de 1939, por su cara Suroeste. Se organizó una expedición desde Santiago con siete escaladores, dentro de los cuales se encontraban el chileno Carlos Piderit y el joven matrimonio suizo constituido por Frédéric (Frédy) y Dorly Marmillod. Éstos habían crecido en el entorno de los Alpes; eran escaladores y además cordada y pareja, el sueño de todo montañista. Habían llegado a Chile en 1938 cuando Frédy fue transferido a nuestro país por el laboratorio Sandoz, a la Compañía Química y Farmacéutica Suiza, donde se sorprendieron de las montañas de nuestro país y llegaron a opinar que “Santiago es una ciudad de excelente montañistas activos”. Estando en nuestra ciudad fue como conocieron a Carlos Piderit, parte de este grupo al que hacían referencia y también pionero instructor de esquí e instructor de montaña y roca. Piderit había sido uno de los primeros en dar cursos de escalada en roca en las Torrecillas del Manzano e instruyó a muchos en el manejo de cuerda, progresión glaciar y uso técnico del piolet sobre hielo. Fue uno de los mejores escaladores de su época. El asalto propiamente tal al Alto de los Leones se inició tras resolver una logística complicada y con una semana de trabajo sólo para establecer el campamento base. Tras los primeros metros se devolvieron todos, menos Piderit y los Marmillod, quienes se sintieron tan afiatados y fluidos que llegaron hasta por sobre los 5.000 metros. Aquí, sin provisiones para otro vivac, y enfrentándose a las máximas dificultades técnicas, terminarían por abandonar el intento, al menos momentáneamente. El éxito relativo los convence a realizar otro, pero esta vez por una ruta distinta, en la Cara Norte, desde el Valle del Juncal (estero Monos de Agüa). No se sabe a ciencia cierta por qué; probablemente debido a que la aproximación era más directa; o que quizás querían enfrentar menores dificultades técnicas.