Noto mis ojos vacíos, ando de espaldas hacia atrás.
No veo los muros, choco contra ellos y otra vez volver a empezar.
Negro encadenado a blanco, fugitivo de mi mismo, náufrago en isla perdida, borrosa la tierra y el mar.
Sangre que hierve en mis venas, nervios que agitan mis brazos, la piel a punto de estallar.
Siempre que quiero ir adelante, mis piernas se niegan a avanzar.
Noto los ojos vacíos, camino de espaldas hacia atrás.
Es verdad, no hay peor ciego
que el que no quiere mirar.