Revista ProyectoAire nº 12 - "Pibes Chorros"

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Revista ProyectoAire | Aire 2.0

¿Qué es Proyecto Aire?

Es una revista digital que aborda la temática de la sustentabilidad socioambiental, creada con el objeto de difundir y promover ideas, acciones y productos con valor, de y para la comunidad. Este proyecto es realizado por un colectivo de trabajo compuesto por profesionales de distintas áreas, motivados por la necesidad de abordar las problemáticas inherentes al consumo y sus impactos políticos, culturales, sociales y ambientales. Los contenidos de ProyectoAire se producen partir de artículos periodísticos propios y de terceros (publicados por Webs y Blogs, principalmente), divulgando investigaciones científicas, debatiendo y promoviendo mediante entrevistas y publicidad a los nuevos actores, productos y espacios afines.

¿Para qué ProyectoAire? Para desarrollar y promover acciones que permitan al lector acceder a nuevos conocimientos y prácticas. Difundiendo ideas, nuevos espacios de consumo y producciones alternativas a las imperantes. Para reflexionar, investigar y criticar aspectos de la realidad del consumo y el contexto de la producción material y simbólica. Para articular los proyectos y potenciar los mensajes de todos aquellos que proponemos y trabajamos en la construcción de un mundo mejor.

Correo de lectores www.revistaproyectoaire.blogspot.com.ar/p/contactanos.html Twitter @proyectoaire Facebook www.facebook.com/ProyectoAire Contacto contacto@revistaproyectoaire.com.ar

Hacemos RPA

► Dirección: José Muñiz

► Diseño: Antonella Bottegal

► Edición: Daniela Dimov

► Corrección: Vanesa Carcasona / Yanina Audisio / MDF Producciones

► Coordinación Periodística: Santiago Nogueira ► Colaboraron en este número: José Muñiz / Santiago Nogueira / Axel Springer / Alejandro Schachter / Carlos Diez / Giuliana Cervi / Daniela Dimov

► Arte de Tapa: María Inés Muñiz (foto) Antonella Bottegal (diseño)


índice temático 04. LA COLUMNA VERTEBRAL Mi mamá dice que soy súper.

contenidos.

06. AIRE 2.0 Pueblos fumigados: no muere la lucha El Siglo Del Individualismo No Solo En Cines

08. PIBES CHORROS

NOTA CENTRAL |

p.08 Arma de destrucción masiva es la exclusión social. p.10 Y tu policía, también. p.14 Seguridad a la carta p.16 La defensa no es una cuestión de fuerzas sino de derechos. p.20 El desafío de gestionar el conflicto. p. 22 Inseguridades: un breve recorrido socioeconómico p.24 ¡Viva el héroe colectivo!

28. PROYECTO AIRE p.28 Corte y convicción p.32 La Matera p.34 El arte de empoderar p.36 Ser banda en 2014: Panchita la pistolera


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Revista ProyectoAire | La columna vertebral

► La columna vertebral de Santiago Nogueira | twitter: @santingr

Hoy presentamos:

Mi mamá dice que soy súper. Había escrito otra cosa. Pero me escribió mamá y nada puede ser igual. Perdón a los editores por este cambio de último momento. Redactó un correo más. Comunicando, avisando, alentando un evento. Como siempre, buscando llegar al corazón. Todos, de alguna manera, lo hacemos. Pero mi vieja es de las que no esconden nunca ese propósito. Otras formas de hacer, otra generación. Entre tanto sentimentalismo fue inevitable la melancolía y se le escapó una pregunta por la que un psicólogo mataría. “¿Para qué me jubilé?”. Te jubilaste para vivir, ma. Para escapar de la siniestra lógica de la reproducción del capital que aun en tu arte logra inmiscuirse. Pero hay algo que llevás en vos, que nunca se podría escapar… porque uno nunca puede escapar de sí mismo. Aunque quiera. Se puede engañar, sí, pero eso es distinto. Ese algo es el amor por las cosas que hacés. Para que tu vida rebalse de amor. Para eso te jubilaste. Siempre tuviste amor, ahora vas a poder tener todavía más. Mucho más. Infinito. Todo el tiempo. Ahora solo queda lugar para el amor, que es lo único que vale, lo único que importa. El amor es un aporte del que no esperamos ni pretendemos algún tipo de devolución futura. El amor por el amor mismo. Lo que siempre está en vos es tu necesidad de ser libre, de seguir tu corazón. Eso nunca pasará a retiro. A mí mucho no me gustan, a vos tampoco. Nosotros somos más de los Beatles; pero una canción de los Rolling Stones dice: “No le preguntes por qué debe ser tan libre, te dirá que es la única manera de ser”. Y es así Alicia, es como vos me enseñaste.


La columna vertebral | Revista ProyectoAire

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PUEBLOS FUMIGADOS: NO MUERE LA LUCHA Falleció Andrés Carrasco, el científico que confirmó los efectos devastadores del glifosato, acompañó con su investigación a los pueblos fumigados y cuestionó que la ciencia esté al servicio de las corporaciones.

► Leer más en www.lavaca.org

EL SIGLO DEL INDIVIDUALISMO

Serie de cuatro documentales de la BBC realizados en 2002 por Adam Curtis que se centra en cómo el trabajo de Sigmund Freud, Anna Freud y Edward Bernays han influenciado en las corporaciones y gobiernos para poder analizar y controlar a las personas a través de la psicología de masas y la creación de la sociedad de consumo.

► Leer más en asambleademajaras.com

NO SOLO EN CINES

Proyecto colectivo que surge ante la problemática de exhibición que afecta a los realizadores nacionales. Por eso ha conformado un circuito alternativo que se articula con centros culturales, teatros y cines de barrios de la Capital Federal, Conurbano e interior del país, para acercar, con excelente calidad de imagen y sonido, estas películas a distintos públicos. ► Leer más en www.nosoloencines.com.ar



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ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA ES LA EXCLUSIÓN SOCIAL. ► por JOSÉ MUÑIZ / SANTIAGO NOGUEIRA Circula por los aires de la ciudad un discurso excluyente respecto a la seguridad. De la misma manera en que gritamos durante una discusión, cuando perdemos la razón y solo nos importa imponer a toda costa nuestra voz por encima de alguna otra, la sociedad grita y exige seguridad. ¿Pero qué quieren cuando quieren seguridad? No lo saben; como tampoco saben que hacen caldo de cultivo para que otras voces, sin necesidad de gritos, puedan acallar todas las demás y hacerse hegemónicas. La seguridad actualmente consiste en excluir. Se materializa en la ejecución y/u omisión de acciones, por parte de ciertas organizaciones sociales, que buscan incidir sobre el marco político del ser y hacer democrático y soberano de las comunidades. Es un concepto clasista, una expresión ideológica que glorifica la defensa inalienable de los bienes materiales individuales y/o de grupos de interés. Debe ser ejercida sobre el hecho social del robo y su naturalizada fuente original: los marginados sociales. Son ellos a quienes se debe sofocar mediante el despliegue de los dispositivos de seguridad sancionados: los sectores históricamente postergados, históricamente estigmatizados, los desafiliados sociales. O sencillamente, los pobres. Dividir es, de alguna manera, distribuir. El Rey Lear divide sus territorios, distribuye sus terrenos a sus hijas y, con ellos, las riquezas que contienen. Divide y reinarás. El concepto de seguridad que construyen e imponen los sectores dominantes y representantes del capital alienta la fragmentación social: fragmenta y oprimirás (aun más). Fragmentación territorial y simbólica que se consolida en la emergencia de “zonas francas” del Estado, en las cuales la cuestión social es desatendida, no se ejerce poder alguno. La vida desprotegida, marginados y desprotegidos. Es el Estado de la Des-socialización. Lazo social fragmentado, las instituciones de so-

cialización quebradas y des-configuradas. La pérdida de sentido del ser y hacer es un síntoma de moda en los tiempos que nos toca vivir. En este contexto, las nuevas narrativas políticas, que empiezan a emerger y a mutar constantemente desde la crisis de 2001, encuentran nuevas posibilidades lingüísticas y simbólicas para sus relatos, mitos y prácticas; y al capitalismo se le ofrecen nuevos impulsos para su mercado y la generación de más (y nuevos) deseos consumistas. ¿Y el Estado del Derecho (humano)? El Estado argentino, durante la última década, planteó innovaciones y pequeñas revoluciones en materia de seguridad humanitaria. La clave radica en la reglamentación de Defensa Nacional, sancionada en 1988, reglamentada en los primeros meses de gestión de Néstor Kirchner: las Fuerzas Armadas retiradas del ámbito civil; creación del Ministerio de Seguridad; democratización de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal; inicio, desarrollo e intensificación de los juicios contra los crímenes cívicos-militares registrados durante la última dictadura cívico-militar. Y además -al menos-, la intención política de construir un país con más y mejor inclusión social.


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Al proceso de institucionalización de las prácticas sancionadas para el hacer de la seguridad, le corresponde una fuente de nutrición discursiva, simbólica, material y de praxis. Entendemos que existen dos bandos en pugna. Por un lado, el hegemónico y estigmatizador. Se trata del que representa a los actuales sectores dominantes que pregonan la fragmentación social y el casi irremediable enfrentamiento social. Si lo caracterizáramos como desestabilizador del orden democrático, no estaríamos tan errados. Por otro lado, el discurso que busca atender y compensar las “fallas” del legado neoliberal, pero que convive con un Estado ausente para generar las transformaciones estructurales, culturales, políticas y económicas imprescindibles en la construcción de un nuevo orden social más justo y equitativo. Nos referimos al discurso gubernamental. En términos y estrofas populares, “…ensayo general para la farsa actual, teatro anti-disturbio…”. La situación es sensible. Observamos instituciones sociales, grupos de poder económico y simbólico monopólicos que exhiben además poder político de hecho, sin necesidad de participación política en espacios formales donde las prácticas puedan ser institucionalizadas, legales y legítimas. Están en la clandestinidad política, armados hasta los dientes, atacan sin disparar balas, sin usar siquiera pólvora. Utilizan discursos y símbolos de destrucción masiva. Entendemos que la seguridad es otra lucha de clases en desarrollo. Protagonizada por sectores que excluyen y sectores excluidos. Es una lucha de clases velada, donde las operaciones ideológicas son constantes, desviando la mirada de donde debe ser puesta, de donde se generan las raíces que deben cuidarse para que germine y florezca una seguridad social que incluya; no lo contrario. Las operaciones ideológicas en curso reclaman la libertad de comercio y el cuidado y conservación de sus propias lógicas. De la amenaza a esos principios es que se trata la inseguridad según el discurso hegemónico, solo que lo dicen de otra manera, solo que lo muestran de otras maneras. La seguridad será colectiva, será social o no será nada. No habrá seguridad sin integración social. No habrá seguridad sino hasta que los esfuerzos, centrados en la producción y consumo de mercancías, sean reemplazados por acciones en pos del desarrollo humano y social de los hombres y mujeres.

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Y TU POLICÍA, TAMBIÉN. ► por SANTIAGO NOGUEIRA / AXEL SPRINGER Entrevistamos a José Garriga, antropólogo e investigador del CONICET. Nos confió adelantos de su investigación con las fuerzas policiales, anécdotas de patrullaje y nos dejó una tarea para el futuro: impulsar la democratización de los uniformados de azul. La realidad social no puede dejar de ser percibida como un complejo sistema de expectativas interdependientes. El capitalismo ha forjado y consolidado sociedades expectantes e inanimadas, demandantes y consumidoras incansables de bienes y servicios. Una de las materializaciones más recientes de aquellos impulsos es la que va detrás de la seguridad. La sociedad busca en el mercado de valores lo más superfluo y banal de la existencia, mientras que desprecia y minimiza los procesos políticos de los cuales se nutre la historia social. Pero a la hora de mantener a raya y sometidos a los grupos humanos que el mercado mismo genera y oprime, siempre se exigen el Estado y su brazo armado. El principal receptor de esa demanda es la policía. José Garriga, luego de una vida “anti-yuta”, forjada en los pasillos de Sociales, Filo y conciertos de rock, se interesó en entender qué interpretan los policías por “violencia” y cómo piensan su trabajo. Su primera reflexión fue que la policía, institución abocada al cumplimiento de la ley y el mantenimiento del status quo, “actua sobre los prejuicios que construye la sociedad”. La investigación a la que actualmente dedica su tiempo, lo llevó a compartir horas y horas de tareas junto a los uniformados. Fue allí que se le reveló la idea del “olfato policial”. Una suerte de instinto que “los hace estar siempre atentos porque tienen la idea de que todo el mundo puede ser un peligro. Y eso, al fin y al cabo, les sirve para salvarse. Funciona en términos de prevención de su propia integridad física. Ellos dicen, y es verdad, que desde que son policias están mucho más atentos: desde que ingresaban a la Escuela de Policía y empezaban a hacer calle, estaban

todo el tiempo mirando, observando. Uno antes iba por la calle caminando distraídamente y ahora son actores que están sumamente atentos. Eso los protege más. Tiene un sentido. Sirve para que no mueran tantos policías. Está bueno, aunque también es cierto que genera un montón de prejuicios. Esos prejuicios no los inventa la policía sino que los pone en escena. Los prejuicios los inventa la sociedad, los reproducimos todos, muchas veces sin querer”. El sentido adscrito al rol de las instituciones es un campo de disputa y construcción permanente. La seguridad basada, únicamente, en las acciones represivas frente a las desigualdades sociales deriva en cualquier cosa menos en seguridad. Coincidimos con Garriga cuando afirma que la sociedad exige a la policía una guerra contra la delincuencia; desconociendo que las funciones de la primera van mucho más allá. Más importante es el hecho de que se le exige la represión de un tipo de delincuencia particular que se vincula a prejuicios socialmente (re)producidos. Los imaginarios de la delincuencia y la seguridad vigentes responden a los intereses dominantes y hegemónicos que se comunican (bombardean) permanentemente desde sus Aparatos Ideológicos Dominantes: televisión, radio, medios gráficos y digitales… lo que se pretende configurar mediante la circulación masiva y amplificada de esos prejuicios:“Es lo que pasa siempre, cuando hay un tipo de delincuente, se olvidan de los otros delitos que, al fin y al cabo, son los más importantes para pensar la sociedad: todos los que tienen que ver con cuellos blancos y la corrupción…esos nunca aparecen en el imaginario social como delito. El delincuente es siempre el pibe que te roba la billetera en la esquina, entonces, la sociedad crea (entre todos creamos) esas dos imágenes: hay que luchar contra la delincuencia, y hay un tipo particular de delincuente”. Nuestro antropólogo favorito nos cuenta que un atractivo esencial del trabajo policial es justamente su estabilidad en un mundo inestable. Más allá de la herencia vocacional mayoritaria, mu-


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chos sectores vulnerables, de perfil anti-policial, ven con buenos ojos el ingreso a la fuerza: síndrome de Estocolmo, quizás. Entre todos los policías se extiende una convicción incuestionable, favorecida por aquel “olfato”: no trabajan de policías, son policías. Se produce una diferenciación de tipo ontológica frente a otras profesiones sociales. No se trata de trabajar de, sino de ser policía. La profesión invadiendo la vida privada. ¿Ya no hay vida privada? ¿La subjetividad policial monopolizando sus conciencias? Dice Garriga: “Creo que es uno de los esquemas de percepción del mundo más fuertemente arraigados, entonces es más difícil que dejen de ser policías. Pero creo que son varias cosas al mismo tiempo: por más que las Escuelas de Policía tienen como objeto la instrucción policial, también tienen como objeto disociarlos del resto del mundo social, los tipos siguen llevando sus hijos al mismo colegio que vos llevás a tus hijos, siguen practicando deportes, siguen siendo hinchas de Boca, de River… esa forma de vivir la sociedad no cambia. Entonces, los otros esquemas de percepción del mundo los compartimos: ciertas formas de ver la masculinidad, ciertas formas de pensar o no pensar el país…tal vez en una cuestión política podemos estar más lejos, pero…”. Y aun en el interior dela organización, las diferencias afloran: “…en la primera comisaría donde trabajé había dos músicos, uno de ellos tocaba en una banda de rock, súper rockero. Había un pibe que había empezado, después lo dejó y empezó a militar en el Partido Obrero: imaginate el quilombo que tenía en la cabeza ese muchacho…porque estaba estudiando en la universidad. Un pibe que era profesor de física y enseñaba en un secundario. Obviamente, no les decía a sus alumnos que era policía; ocultan su otra cara, casi siempre. Sobre todo los que estudian en la universidad. Esa diversidad me resultó muy atrayente. Romper con el prejuicio de que son todos iguales. No son todos iguales, hay un montón de cosas

diferentes. Y no todos actúan de la misma forma ante la misma situación. Hay un caso testigo para todos, que es del borracho: ¿cómo actuar ante un borracho molesto? Algunos dicen “si rompe mucho los huevos, le doy un ubicate”. Hay otros que no, que dicen “llego hasta el extremo”. Después, la situación depende mucho de lo que te dice: “yo intento convencerlo de que está equivocado” y le da el ubicate. Pero lo interesante para reflexionar es cómo la institución misma crea la forma de hacer legal esos abusos. Eso sí es un punto sumamente interesante, para modificar, ¿no?”. Los policías entrevistados reclaman reconocimiento social por su tarea. Se sienten menospreciados y, permanentemente, expuestos a la crítica de los medios y, por extensión, de la ciudadanía. En ese sentido, Garriga nos cita a un oficial que afirma: “Acá un policía comete un error y toda la policía es corrupta. Si un médico mata a alguien no hablan de la Medicina, sino de tal médico”. Se hace una generalización muy rápido pero la verdad es que el espíritu corporativo de la policía la genera, protege a ese que es corrupto, al que comete un abuso, de tal forma que termina justificando esa generalización que hace la sociedad con la policía.” La descripción que nuestro entrevistado nos hace de la institución policial contribuye a esa noción de una fuerza anómica, donde los valores y las prácticas que circulan se contradicen continuamente, generando una crisis de sentido respecto a la consolidación de una identidad acorde a las expectativas que de ella tiene la sociedad. Garriga nos cuenta la preocupación que emerge en los cursos instructivos respecto al uso racional de la fuerza, pero sucede que ese compromiso en la formación muchas veces se diluye después por las aberraciones laborales que ya están institucionalizadas: “Acá se hace de esta forma”. Tal vez se están formando buenos policías pero cuando van a la comisaría hacen otra cosa. De hecho, eso contribuye de

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forma muy negativa a la imagen de la policía que dice que el verdadero policía aprende a ser policía en la calle. Vos llegás de la escuela y te dicen “lo que vos aprendiste, no sirve de nada, acá te vamos a enseñar todo”. Eso contribuye a la idea “bueno, a vos te enseñaron a esposar sin lastimar, pero en la calle no te va a pasar nunca: en la calle tenés que dar primero.” Si se pregona desde la propia policía la idea de “primero dispará y después preguntá”, en fin, esa sensibilidad puede adecuarse sin dudas a la voluntad social de la guerra a la delincuencia. El análisis de Garriga nos alienta a decir que, sin pretensiones de ocultarlo, los sectores dominantes de la sociedad piden a la policía una guerra contra quienes representan una amenaza a sus bienes materiales y simbólicos. Eso es inseguridad para la burguesía. “No queda muy claro lo que plantea la sociedad cuando dice ‘queremos seguridad’. O al revés: “el problema es la inseguridad”. ¿Qué inseguridad? Qué se toma por inseguridad no queda muy claro. Y creo que va modificándose a través del tiempo. Pero me parece que es interesante que la inestabilidad en el mundo laboral no se considera inseguridad… para mí es una de las inseguridades más grandes. Pero no está pensada como una inseguridad”. No está claro, o no está explícitamente manifiesto qué se reclama con más seguridad. No pasa lo mismo con la respuesta del Estado: expansión del aparato represivo. No importan los signos políticos, progresistas o liberales; mayor policía es la respuesta. Sucede que en ese desplazamiento y ejecución de la fuerza sobre quienes representan los prejuicios, ya no queda margen para asumir que el ejercicio de la violencia responde a los intereses de la clase dominante. La lucha por la definición de violencia -creemos que Garriga coincidiría con esto- es otra lucha de clases en curso. Si cortar la calle es violencia, si el hambre se naturaliza y no es reconocida como forma de violencia, la historia no va a cambiar. Le preguntamos a Garriga por la función de la violencia y nos retrucó fuerte: “Yo, la pregunta la haría al revés. No entiendo por qué la gente no se mata más. No por qué se mata, por qué no se mata más. No puedo creer que haya tan poca violencia. En realidad en nuestra sociedad, la pacificación del individuo y de la sociedad, es efectiva. Si no, ante el primer encontronazo, ‘no me gustó tu cara, PUM’, a otra cosa. ‘¿Por qué me tratás mal? Tomá’. Entonces para mí la

pregunta es al revés: por qué hay estos grados de violencia, más, menos, que tienen que ver con los grados de internalización de vergüenza, culpa, de cada uno, respecto de actuar de una forma que es moralmente rechazada, y la forma de control social que es la policía y otras organizaciones. En esos dos lugares se puede pensar por qué hay menos o más violencia. Si las formas de control social, entre ellas la policía, tienen prácticas violentas, si de la misma forma los que tienen que controlar, pacificar la sociedad, tienen prácticas violentas, ¿qué queda? Hasta la misma sociedad la define como violenta, algo está fallando.” ¿La policía es violenta porque la sociedad es violenta? ¿Al revés? Nuestro entrevistado señala una situación claramente ignorada por los medios y fuera de la agenda de los gobiernos de turno. La policía es la expresión más inmediata del aparato represivo del Estado en la vida cotidiana de los individuos. No parece ser razón suficiente para evidenciar que “uno de los grandes problemas de los policías es que no son controlados. Tienen mucho margen de autonomía. Entonces, ante un hecho de abuso o corrupción, ¿quién lo juzga?: ellos mismos. Entonces, por todo un espíritu de cuerpo, al fin y al cabo, no van a ser duros con sus pares. El espíritu de cuerpo es perverso con la propia policía en este caso. Es sumamente perverso porque termina reproduciendo una lógica de corrupción dentro del propio cuerpo de la misma institución. Lo que nos ha faltado en estos años, a la sociedad argentina, construir un espacio de intervención de la sociedad civil, sobre todo del mundo político, en la policía. Vos fijate, desde la vuelta de la democracia hasta ahora, la sociedad política ha sido muy efectiva en intervenir a las Fuerzas Militares: las FFAA están hoy en día manejadas por políticos. Las Fuerzas Policiales han sido autónomas, han sido muy reacias a ser intervenidas políticamente. Las pocas intervenciones han sido sumamente rechazadas por las Fuerzas de Seguridad, y hasta por el mundo político.”. Creo que la investigación de José nos sitúa frente a un deber ciudadano pendiente: involucrarnos democráticamente en la organización de la policía. Impulsar su intervención política y demandar nuestro rol de trabajo para ese ámbito. Necesitamos una policía de la democracia. Si no, las noches seguirán en control de las patrullas del terror.


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SEGURIDAD A LA CARTA ► por AXEL SPRINGER La seguridad compone uno de los escalones de la pirámide de bienestar de cualquier individuo; en consecuencia es lógico esperar que su ausencia -la inseguridad- genere la necesidad de salir en búsqueda de los recursos para cubrir esa carencia. Hoy en día, las empresas de seguridad ofrecen sus servicios en diferentes formatos (personal de vigilancia, cámaras, sistemas de monitoreo, alarmas, etc.) que son la materialización de esta necesidad devenida en una pujante industria. RPA entrevistó a Aquiles Gorini, presidente de C.A.E.S.I. -Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación-, entidad que nuclea a las empresas del sector. El crecimiento de la seguridad privada, ¿tiene relación con el crecimiento del delito y con los índices de desempleo? Esta pregunta es muy buena y engloba varias posibilidades de respuesta. Eligiendo la más concreta, diría que el crecimiento de la actividad no siempre tiene relación con dichos parámetros. De hecho, no hay estadísticas fehacientes acerca del crecimiento delictivo y, en todo caso, suelen ser dudosas las del desempleo, provengan tanto de los organismos oficiales como de ONGs o consultoras. La seguridad privada en Centro y Sudamérica crece en promedio de un 3% a un 5%, habiendo llegado algunos años al 8 % anual. Argentina está dentro de ese porcentaje, excepción hecha al sector de la seguridad electrónica, cuyo desarrollo es muy superior. Y digo desarrollo y no precisamente crecimiento, porque ese tipo de equipamiento en todo caso suele reemplazar a otros anteriores, lo cual más que un crecimiento es una forma de venta de equipos y allí suelen confundirse los porcentajes reales. Sería procedente recordar que en la crisis de 2001, el sector absorbió mucha mano de obra no genuina como una salida laboral de coyuntura que luego se fue reintegrando a sus oficios originales.

¿Qué tipo de servicio de seguridad es el más contratado? Si hablamos de seguridad física, las actividades sobre grandes superficies o de alta concentración son las que más contrataciones generan. Esto incluye a los supermercados, plantas, industrias, bancos, shoppings y countries, por mencionar algunos. Si hablamos de seguridad electrónica creo que la mayor contratación pasa por las instalaciones urbanas de los municipios, edificios inteligentes, grandes espacios comerciales y en general desarrollos que puedan cubrir estructuras críticas o espacios de posible saturación pública. ¿Qué tipo de inseguridad se presenta en los sectores de mayor poder adquisitivo y en los marginales? No creo que pueda trazarse una línea determinante de ello. No obstante sí se podría decir que a mayor pobreza o indigencia, mayor vulnerabilidad. El delito encuentra allí un importante desarrollo, tanto como factor activo como pasivo. Por otra parte, cada uno de esos segmentos tiene sus propios modus operandi. Voy a reiterar algo que dije anteriormente: si algo está globalizado en la materia es la inseguridad. A partir de allí, el delito que se sufre va desarrollándose con mayor o menor violencia según se degradan los valores humanos, que es lo que además termina vulnerando los DDHH. Esta consideración exime la necesidad de enumerar qué figura delictiva del código penal alcanza más a unos que a otros. ¿Cuáles son los pasos que se debería dar en materia social y política para solucionar al estigma de la inseguridad? Planteado en forma tan taxativa, diría que la inseguridad no encontrará solución sin una decisión política que no repare en costos de ese tipo. A partir de allí, se impone elaborar un plan estratégico de seguridad, con coincidencias sectoriales previas de los verdaderos jugadores colectivos. Esto debe implicar objetividad y justicia social, pero no ideologías ni prejuicios. Para instrumentar medidas en este sentido, su aplicación debe ser sustentable y, para ello, cual política de Estado,


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debe tener compromiso de sucesivas autoridades de gobierno. Concretado este paso debería avanzarse en el eje de ejecución que no puede ser otro que una policía capacitada, despolitizada, bien remunerada y supervisada por el poder político responsable del plan. El otro eje es el judicial, que también deberá reordenar su idoneidad y unificar criterios de aplicación dentro de doctrinas penales modernas que piensen globalmente y actúen localmente. Finalmente, el eje penitenciario que deberá, presupuestos mediante como dije, mejorar sus estructuras, capacitar sus cuadros y aplicar planes de estudio y trabajo a los internos condenados. El resto lo hará el tiempo, que en términos sociales hoy en la Argentina no será menos de cinco a diez años si esta decisión se aplicara sin intermitencias ni desvíos de ninguna naturaleza. De lo contrario, sobran ejemplos. ¿Cuál es el modelo de país a seguir en políticas de seguridad? Esta pregunta suelen hacérmela en prácticamente todos los países a los que me toca asistir por cuestiones académicas, congresos, etc. La seguridad no es patrimonio de ningún país del mundo, salvo escasísimas excepciones y, en todo caso, por cuestiones muy puntuales que no hacen a la generalidad. Digamos Suiza o Suecia, por caso. No tengo dudas de que el atentado del 11 de Setiembre de 2001 cambió todo paradigma de seguridad. Pero como la pregunta se presenta como concreta debería imaginar como escenario a Centro y Sudamérica y en el continente aparecen dos países que de alguna manera marcan una diferencia, que de hecho no es ni total ni absoluta: Colombia, porque hasta no hace muchos años convivía con una inseguridad descontrolada, sea por el narcotráfico, las FARC o lo que fuere. Una sustentable política en la materia, con una fuerte inversión en presupuestos de seguridad e instrumentando alianzas estratégicas, fue revirtiendo la situación y los índices van demostrando efectos concretos de recuperación. Chile, a su vez, si bien mantiene permanentes niveles de delito común, no genera un quiebre con violencia delictiva ni ha desarrollado carteles de narcotráfico, ni impactos de delitos complejos, ni grupos de crimen organizado. Aquí creo que el alto nivel profesional y prestigio de su policía –los carabineros- tienen mucho que ver en este cuadro de situación. El resto de los países creo que, en mayor o menor medida, están dentro de la inseguridad globalizada, que intercambia delitos y delincuentes.

Sobre la cárcel, formulo tres preguntas: ¿Sirve? ¿En qué países funciona? ¿Cómo se podría mejorar? Si bien no es un tema estrictamente de la C.A.E.S.I., debo decirle que el mundo no conoce otro sistema legítimo de privación de la libertad que legalice la propia justicia. La pregunta es si alcanza y, si así fuera, qué régimen de internación se aplica y dentro de ello con qué presupuesto cuenta. Este circuito es irreversible. Lo demás pasa por capacitar a los funcionarios penitenciarios y tener claro que si el trabajo dignifica, cuánto más lo hace en un detenido procesalmente condenado. Es decir, el trabajo también forma parte de la readaptación. Países como Suecia, Finlandia, Suiza y otros, suelen ser ejemplo de estos modelos. La antítesis son las cárceles en África, ciertos países de Medio Oriente y Centroamérica. Latinoamérica lamentablemente está más cerca de esto último que de aquéllos, aunque creo que es un proceso reversible. De hecho Brasil, Colombia y algún otro país del continente, tienen ciertos establecimientos mejorados que incluyen servicios privados de seguridad. ¿Qué relación hay entre inclusión social y seguridad? Sí, efectivamente la hay, pero el término inclusión es de cuidado. A dónde queremos incluir o a dónde estamos incluyendo. La inserción social requiere de esfuerzo y compromiso por parte de los actores. Seriedad en la aplicación de los beneficios, pero también respuestas evolutivas del beneficiario. No será solo a través de planes de asistencia social. El trabajo, aun el social, dignifica al ser humano y allí debe estar focalizado el sistema inclusivo. No todo es masivo como pareciera observarse. No es igual la inclusión de una persona con capacidades diferentes, ancianos o niños, que la inclusión de desempleados, recuperados de determinados vicios como la drogadicción, etc. Los planes no pueden masificarse porque allí es donde se dilapidan esfuerzos y recursos tanto humanos como económicos. Creo que un serio estudio profesional de sociólogos, psicólogos o profesionales del área podrá determinar muy bien los caminos a seguir. Pero, como siempre sostengo, no es politizando todo como se alcanzan los objetivos. Estos los debe delinear el poder político, pero deben ejecutarlos los profesionales de cada actividad. La seguridad no admite milagros.

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LA DEFENSA NO ES UNA CUESTIÓN DE FUERZAS SINO DE DERECHOS. ► por JOSÉ MUÑIZ Sonia Winer es investigadora del CONICET, Doctora en Ciencias Sociales (summa cum laude), Políticas Públicas de Seguridad y Defensa, y la entrevistamos para que nos brinde una visión del contexto local e internacional en la temática de la seguridad. Su gran experiencia en la materia nos posibilitó el acceso a un entendimiento más acertado sobre la complejidad de la temática. Damos paso a su testimonio, a su sapiencia, donde sin gambetas a la lógica digital de lo binario, nos plantea el relato dominante del terrorismo, los carteles y los superman; y el correlato, el de la realidad, el de la seguridad supeditada a los derechos humanos. Es decir dos crónicas: una, de búsqueda de paz y otra, que en nombre de la paz, hace la guerra. Cuando hablamos de seguridad, de sus patrones estructurales, lo primero que puede vislumbrarse es lo que está en la superficie: el anfetamínico efecto del discurso mediático-político dominante y el meta discurso, un escalofriante relato del consumo crudo y descarnado, selectivo, excluyente, el que promueve la óptica del estigma y la acción punitiva por compulsión. En esta búsqueda del sentido y el contrasentido en el que marchan, las distintas configuraciones que se importan a nuestras mentes bajo el concepto de Seguridad y la Inseguridad, accedimos a lo que pareciera ser la configuración que resuelve la lectura de este complejo pentagrama del terror: “la seguridad en el marco internacional es una puja entre discursos que pueden reforzar o hacer tambalear la soberanía política de las naciones. Es decir, comprender este aspecto en el marco internacional es un equivalente análogo al dime con quién andas y te diré quién eres”. En este contexto, quien tiene el ejercicio de la lectura política, sabrá que el mismo no es más que una obviedad; no obstante ello, para quienes el acceso a esta lectura no es tal, podría abandonar la lectura aquí bajo la sospecha de una conspiración o paranoia más.

LA DEFENSA GLOBAL De acuerdo con la entrevistada, “existe en la actualidad, una disputa entre poderes hegemónicos a nivel global de los considerados ‘Estados imperialistas’, los cuales se encuentran dominados por los intereses de las grandes corporaciones o agencias que buscan, en definitiva, debilitar el poder político. Éstos han comprobado que si se construye un poder político hegemónico que imponga una visión global de la seguridad internacional, la cual busque potenciar el consumo de mercancías y esa alienación que genera el consumo de mercancías, y que es funcional a la ganancia y a los grandes intereses del capital, al sostén de la tasa de ganancia”. Por otro lado, “buscan instalar una concepción global de inseguridad internacional, ya que al hablar de defensa, habilitan el actuar de acuerdo a su injerencia, pasando así por encima de los derechos soberanos de cualquier ciudadano de la nación en cuestión, atravesando así los derechos humanos que le corresponden.” “Es dable considerar que una de las características de los DDHH es que éstos son internacionales. Esta premisa iría en contra de la restricción de los derechos ciudadanos nacionales, ya que los poderes globales tienen el objetivo de ‘desciudadanizar’ a la población debilitándola en el uso de sus facultades ciudadanas, habida cuenta que la definición de ‘ciudadano’ puede variar de una nación a otra de acuerdo a quiénes considere, esa nación, parte de la ciudadanía.” Para ampliar estas nociones, Argentina, por ejemplo, suscribe al concepto de Seguridad de-


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finido por la ONU: el concepto de SEGURIDAD INTEGRAL basado en garantizar los derechos humanos básicos como todo principio de seguridad. “Es por ello, que en nuestro país, desde el Ministerio del Interior, la intención de la gestión se centró en abordar las cuestiones de seguridad desde una concepción integral de seguridad, tomando como eje, la propuesta de la Naciones Unidas. El contrapunto de esta concepción de la seguridad es que existe en América Latina la convicción “que quiere imponer el comando sur en todos los países de la región: seguridad y narcotráfico utilizados como una excusa para habilitar la injerencia de Estados Unidos bajo el supuesto argumento de que nosotros tenemos estados fallidos, porosos, bajo ciertas zonas o áreas territoriales en las cuales el Estado no logra garantizar su control”, expresó Sonia Winer, en base a los testimonios que resultan de sus investigaciones. Siguiendo esta línea de exposición, “el argumento que utiliza Estados Unidos para financiar una serie de planes y programas de seguridad ciudadana y el argumento que declaran para instalar bases de la DEA en distintas ciudades que consideran estratégicas, es el de controlar los flujos legales e ilegales de mercancías (drogas, personas e información) generando una cierta percepción de la sensación de inseguridad entre la población local, lo cual se ve potenciado mediante relatos de académicos y medios de comunicación. Esta percepción de la sensación de inseguridad, no quiere decir que no existan delitos penales, sino que lo que, desde su visión, buscan estas naciones, es evitar la intervención de la justicia local, generando así zonas de “no derecho”, similares a territorios como Guantánamo”.

LOS GOLPES DEL SIGLO XXI Gene Sharp es un actor clave en la configuración del mapa de conquistas actuales del imperio. Albergado en el Albert Einstein Institute (facultad de ingeniería de la perversión y el cinismo del mundo actual) investigó la resistencia pacífica como manifestación frente al monopolio de la violencia durante las dictaduras latinoamericanas, las cuales en la década de 1970 inundaron de sangre y horror sus respectivos países. Sharp, de tendencia neoliberalista, centró sus estudios en los movimientos sociales (como el de las “Madres de Plaza de Mayo”, Argentina) y volcó los resultados en una tesis titulada “La teoría de la resistencia no violenta”. Actualmente apoyado por la CIA,

dicta cursos a los lazarillos dispuestos a librar batalla en aquellos países en los que Estados Unidos no es un aliado. Su obra puede verse ejecutada en Honduras (derrocamiento de Zelaya), Paraguay (derrocamiento de Lugo) y en la actual intentona golpista en la República Bolivariana de Venezuela de la mano del socio local Henrique Capriles. La estrategia se centra en romper el tejido social por medio de la instalación del miedo: “El sistema tiene 138 formas de hacer un golpe de Estado, una de ellas es la guerra de calles, tomar la calle para

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destruir un gobierno que no es afín (a través de la conducción de movilizaciones, pero que están avaladas y montadas por agentes de Estados Unidos). Por otro lado, buscan evitar la organización de los grupos generando una organización ilegítima, para lo cual es necesario sembrar pánico social, elevar los niveles de estrés y angustia que le impida al individuo proyectar, y pensar en un proyecto de vida, y hasta en un proyecto político. Se busca que los individuos solamente consideren las cosas instantáneas, para que desplace el estrés, el deseo, hacia la adquisición de cosas y hacia la inmediatez. Rompen con el eje conectivo de las personas, lo llevan a una permanente instantaneidad, generan un nivel de más consumo y se potencia entonces la venta de mercancías. Por un lado, se desactiva la potencial insurgencia que podría ocurrir entre algunos sectores de la población y al mismo tiempo, se fortalece el mercado, en virtud del aumento de la adquisición de mercancías. Estas afirmaciones se encuentran basadas en estudios psicológicos realizados por el Pentágono, donde además se investiga la cultura estratégica de cada pueblo y se arman las campañas en torno a alguno de esos elementos características, para luego montar sobre esto la subjetividad del miedo.” No tardan en llegar las contextualizaciones y de ellas emerge un aliciente racional a tanta irracionalidad televisiva y cultural: “la sensación de inseguridad” donde el aparato mediático trabaja para infundir miedo, habilitando así la construcción de una subjetividad que moviliza y descontrola, que incrementa el estrés, y a su vez eleva el consumo. En el marco de esta situación, Winer afirma que “cuando una persona ve en la televisión siempre

lo mismo, y luego experimenta algún tipo de delito, piensa ‘ahora que me paso a mí hay que solucionarlo, hay que subir las penas, matar a los delincuentes, no respetar los DDHH, etc’. De alguna manera, entre la influencia de los medios y su propia experiencia tiene el diagnóstico de un conflicto, y por ende, la solución. De esta manera, al utilizar aspectos de la vida cotidiana de cada país, que cualquier individuo pueda vivenciar, se va construyendo una subjetividad afín a las convicciones iniciales.” Así, en esta compilación de sucesos que parecieran salidos de un libro de ciencia ficción política, se puede empezar a desprender alguna conclusión a los fines de esclarecer el panorama. Los delitos y homicidios en el arco mediático son preeminentes, la cobertura y la alta y explícita rotación del mensaje devuelven al espectador el denominado fenómeno de la “sensación de inseguridad”. Es decir que si bien la inseguridad existe, la sensibilización que transitan las individuos orbita en la construcción subjetiva que desarrollan los medios de comunicación. ¿Quiénes digitan esta estructura del miedo? Son los grupos económicos globales a través de sus sociedades, políticos y otras organizaciones sociales que tienen fines comerciales y políticos, en tanto los gobiernos no acaten los lineamientos impuestos desde el concentrado poder imperial de los Estados Unidos. Es necesario destacar que atentar contra lo más sensible de una nación, solo puede forzar a ceder el paso en las vicisitudes que el poder dominante exige y detenta. En este sentido, Winer apunta: “El futuro que se prevé seguir en esta línea, es tener una red mafiosa infiltrada en rutas estratégicas y en zonas estratégicas del mundo, de modo


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que si surge un gobierno que no es afín a sus convicciones, lo puedan desestabilizar y golpear, gestionando el desorden, los territorios, las poblaciones y las rutas estratégicas y los recursos. No solo piensan en función de países, sino en función de territorios.” Colombia y Paraguay, en ese orden, han sido reflejos de la implementación de esta estrategia. Panamá lo fue mucho antes y Bolivia logró despojarse parcialmente de los distintos intentos norteamericanos de someter esos territorios a la voluntad de la DEA y posteriormentela CIA, de poseer el control de los cultivos y así volver permeables, lentamente, las instituciones de la democracia, que podrían representar un inconveniente en el avance hacia el dominio de los recursos que los Estados Unidos entienden como estratégicos para el sostenimiento de su andamiaje Político y Económico. “La tendencia jurídica argentina es contraria a la que se quiere imponer en el resto de la región. Aunque no sea un objetivo de la doctrina jurídica ser anti-hegemónico, en los hechos y en la práctica lo es y molesta, porque va exactamente en contra de lo que buscan imponer.

Esto mismo ocurre en materia legislativa, ya que justamente habla de defensa nacional y delimita la política exterior de la interior, y la reglamentación de la ley de defensa nacional que además inhabilita a las Fuerzas Armadas a luchar contra las nuevas amenazas transnacionales: el terrorismo y el narcotráfico.” En conclusión, lo que se busca es generar escenarios para el gobierno nacional en los cuales se desarrolle un clima a partir de instalar un tema como el narcotráfico, intensificando estas figuras, por ejemplo con las series de televisión, donde los personajes principales son narcotraficantes, dirigentes políticos que salen a hablar del tema de la ley de derribo del narcotráfico. El camino que se recorre se inicia instalando en la agenda nacional un tema, para luego después llevar al gobierno a considerar su legitimidad política y que éste en definitiva se vea obligado a dar por tierra con estos instrumentos que llevaron tanto años construir. Hay una búsqueda de una imposición de una doctrina global y espacios de resistencia, que pueden ser nacionales o internacionales, pero que en este momento más que a la ofensiva, están a la defensiva.”

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EL DESAFÍO DE GESTIONAR EL CONFLICTO. ► por JOSÉ MUÑIZ - ALEJANDRO SCHACHTER Lo que usualmente ofrecen los discursos más altisonantes con respecto a la “seguridad” o a la “inseguridad” tiene una gran parte de diatriba orientada al encarcelamiento masivo y al incremento de las penas, además de traer consigo una visión acotada y estigmatizante de esta problemática social. Una buena parte de este tema queda invisibilizada, ya que prácticamente no es abordada desde el análisis tradicional y los medios masivos de comunicación. Es por ello que surge la necesidad de pensar el problema en un sentido amplio, que deje de lado lugares comunes y preconceptos, no sólo aquellos vinculados a la “mano dura”, sino también los que emanan de sectores progresistas: “Durante mucho tiempo, a las demandas de seguridad, tanto desde los sectores intelectuales como de algunos sectores políticos, se les contestó diciendo ´bueno, es un reclamo de fachos´ o ´es un reclamo de gente de clase media que no tiene nada que hacer´. Pero la forma que asume la demanda no invalida su contenido. En todo caso, hay que trabajar para combatir una forma de pensar el problema. Es un trabajo de carácter político-cultural, empezar a pensar estas cuestiones de manera más compleja”, señala Gabriela Rodríguez, antropóloga e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. Precisamente, evaluar estas cuestiones desde la complejidad requiere, en primer lugar, pensar en aquellas instancias en las cuales la seguridad no tiene que ver con el delito o con las fuerzas policiales, sino con la presencia o ausencia del Estado en lo que refiere a garantizar derechos como vivienda digna, educación o salud. Los sectores que quedan al margen de estos derechos esenciales son víctimas de una situación de extrema violencia y exclusión. Al respecto, Rodríguez menciona a Loic Wacquant, un autor francés que en el libro Las cárceles de la miseria señala que los sectores populares, sobre todo durante el neoliberalismo, se enfrentaron a tres tipos de violencia: la violencia estructural del desempleo, la violencia interper-

sonal en los barrios y la violencia intermitente del Estado, que cuando aparecía lo hacía con “la mano de hierro del Estado”, es decir, el sistema penal. No obstante, Rodríguez advierte sobre el peligro de estigmatizar a estos sectores sociales: “Quien habla de inseguridad y sectores populares o de exclusión tiene que pensar que esos discursos son válidos siempre y cuando no terminen estableciendo una relación de causalidad -que es bien problemática- entre delito, violencia y pobreza. Porque si no, lo que uno termina haciendo, a veces sin darse cuenta, es fomentar esta mirada estigmatizante sobre los sectores populares”, afirma la investigadora, que también es coautora del libro “A la inseguridad la hacemos entre todos”. La visión multidimensional de la seguridad bien puede asociarse al concepto de seguridad humana, el cual fue acuñado por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) en su Informe sobre Desarrollo Humano de 1994, y que se define a partir de dos aspectos centrales: en primer lugar, seguridad contra amenazas crónicas como el hambre, la enfermedad y la represión; en segundo lugar, protección contra alteraciones súbitas y dolorosas de la vida cotidiana, ya sea en el hogar, en el empleo o en la comunidad. De este modo es posible conformar una visión con elementos complejos, que no apele al facilismo ni a soluciones que provengan exclusivamente del sistema penal. “El modelo tradicional apela al pa-


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radigma del orden”, sostiene Rodríguez. “Se centra en la policía y en el sistema penal como el recurso más eficaz para acabar con el problema… ese paradigma del orden implica pensar la seguridad como el orden (…) En realidad, lo que hace falta es gestionar la conflictividad, no lograr mantener un orden”. Considera que el concepto de “gestionar la conflictividad”, que es acuñado por la perspectiva de la seguridad ciudadana, abre una discusión mucho más amplia sobre las formas de abordar el problema. Se asume que la conflictividad social es un elemento necesario en la vida de cualquier sociedad democrática y, por lo tanto, esta conflictividad debe ser gestionada y, específicamente, se debe intervenir contra la violencia. “Hay que tratar de conducir esa conflictividad de manera tal de minimizar los efectos violentos de esas confrontaciones que son propias de la vida de una sociedad democrática”, señala la investigadora. Esta gestión no puede realizarse con la sola intervención de las fuerzas policiales o de un ministerio, sino que requiere instancias de participación comunitaria que permitan abordar situaciones relativas a la seguridad en cada barrio. Rodríguez indica que en los últimos años se han llevado a cabo experiencias como el Plan Nacional de Participación Comunitaria lanzado en 2011 por el Ministerio de Seguridad de la Nación, aunque estas prácticas aún requieren de un mayor desarrollo. “Uno de los grandes desafíos de estos espacios es que no se conviertan en espacios de demanda. Que las organizaciones, o que los ciudadanos que las fundan piensen en términos de posesión, no en términos de ´yo vengo a reclamar que me pongan un policía en la puerta o un patrullero en la esquina´, que muchas veces es lo que pasa”, concluye la investigadora.

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INSEGURIDADES: Un breve recorrido socioeconómico ► por ALEJANDRO SCHACHTER La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría (Karl Marx). El análisis del término “seguridad” (o “inseguridad”) desde una perspectiva económica requeriría, en primer lugar, contar con algunas precisiones sobre su significado y sus motivaciones. Habitualmente se nos presentan noticias sobre sucesos tan disímiles como secuestros, linchamientos, entraderas, homicidios o narcotráfico sin pensar en los distintos “niveles” en que se manifiesta la inseguridad y las circunstancias que originan la comisión de delitos. De este modo, se van construyendo discursos monolíticos que proveen anteojeras al lector, oyente o televidente. Estos discursos se nutren de argumentos simplistas: por un lado, quienes entienden a la inseguridad como una consecuencia automática y directa de la pobreza y la marginalidad, asumiendo que la única política de seguridad posible y deseable se corresponde con una reforma de la sociedad. En el otro extremo se ubican los representantes de la demagogia punitiva, quienes cuentan policías de a miles para terminar con el “flagelo” y reclaman medidas como la baja en la edad de imputabilidad y un accionar estatal fuertemente represivo, planteando estas proposiciones como presuntas “soluciones mágicas”. Sin pretensiones de poner en un pie de igualdad a ambos argumentos, la mera contraposición entre ellos puede conducir a conclusiones totalizadoras que truncan el debate y terminan siendo vías para evadir una discusión sobre los determinantes históricos, sociales y culturales de esta problemática. Entendemos que estos determinantes nos pueden permitir, por medio de una conjunción entre visiones y objetivos de corto y largo plazo, indagar en las motivaciones del delito en sus distintos niveles y construir una posición alternativa a la que proponen las fuerzas políticas de centroderecha, las cuales gozan de una amplia difusión de sus enfoques y, especialmente en momentos de agitación

social, “marcan la cancha” en el debate público con fórmulas tan conocidas como ineficaces. En este sentido, nos interesa explorar qué es lo que se hizo (y lo que no se hizo) desde la política económica, social y de seguridad ciudadana en nuestro país para contribuir (o no hacerlo) a la configuración de un orden social que, regido por los principios del sistema capitalista, se ha caracterizado por el deterioro de los lazos entre la ciudadanía. Las políticas públicas de inclusión, desarrollo y bienestar han tenido, a partir de la última dictadura cívico-militar, un menor espacio en la agenda pública. La puesta en práctica de las estrategias neoliberales ocurrió de la mano de la preponderancia del “pensamiento único” que fue plasmado en el Consenso de Washington: apertura irrestricta de mercados (con un efecto devastador para la industria nacional), desregulación financiera y achicamiento del Estado. En líneas generales, se propició un continuo empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares, cuyo poder adquisitivo descendía varios escalones a medida que se sucedían las crisis económicas. Este esquema económico estuvo acompañado, entre 1976 y 1983, de la irrupción del terrorismo de Estado, el cual provocó la desaparición de 30.000 personas, torturas sistemáticas y robo de bebés, entre otros crímenes de lesa humanidad. Fundamentalmente, este accionar estuvo orientado a desmembrar los lazos ciudadanos y generar un fuerte disciplinamiento político y social; de este modo, muchas prácticas sociales como la pertenencia a un partido político o a una asociación gremial, o la simple reunión para debate de ideas, pasaron a ser actividades sospechosas frente al Estado. Por otra parte, las políticas económicas y sociales neoliberales, impulsadas desde el comienzo de la dictadura, tuvieron su apogeo en nuestro país en


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los años 90. Esto fue acompañado de una profunda transformación del papel del Estado, no solo por la privatización de servicios y empresas públicas sino fundamentalmente por un rol mucho más modesto en cuanto a políticas sociales: las mismas se limitaban, en el mejor de los casos, a algún tipo de compensación o asistencia social ante el creciente desempleo. Un ejemplo fue el “Plan Barrios Bonaerenses” lanzado por Duhalde durante su gobernación provincial; estos programas se distribuían a través de intendentes y punteros, lo cual restringía fuertemente la accesibilidad. Estas medidas ratificaban y legitimaban el orden social surgido a partir de las políticas implementadas, que se caracterizaba por las altas tasas de desempleo y la creciente exclusividad en el acceso a servicios públicos esenciales. De este modo, se configuraba un escenario de nula seguridad de los derechos esenciales (al trabajo, a la educación, a la salud) generado por el desmantelamiento de las funciones del Estado y con evidentes consecuencias para la seguridad pública. El recorrido histórico de nuestro país, que brevemente expusimos, nos sirve para poner de relieve la concurrencia de una problemática compleja para entender la cuestión de la seguridad, que no solo abarca el deterioro de las condiciones de vida de la población en términos materiales sino también, y de manera fundamental, el resquebrajamiento de los lazos de ciudadanía. En este sentido, consideramos que las circunstancias descriptas han representado un obstáculo para trabajar seriamente en una articulación entre la política económica y social (que, en general, opera sobre la inclusión en términos materiales) y la política de seguridad, lo cual dificulta la intervención sobre los modos de convivencia y la calidad de los lazos sociales. El contexto de las últimas décadas genera serias dificultades para la puesta en marcha de prácticas que, en su faz más general, contribuyan a la resolución pacífica de conflictos sociales que, de otra manera, pueden derivar en una acción violenta, ya sea entre ciudadanos o con intervención estatal. De un modo más específico, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) (http://www.cels.org) señala la importancia de promover mecanismos participativos para la resolución de conflictos en barrios con altos índices de violencia, exponiendo el caso de los Foros de Convivencia (desarrollados en el marco del Proyecto Comunidades Justas y Seguras de la Universidad de Rosario y la Universidad de Toronto), que se constituyeron en

barrios marginales de la ciudad de Rosario y luego se extendieron a Neuquén y la Provincia de Buenos Aires. Esta experiencia ha brindado un modelo monitoreado para el abordaje de conflictos interpersonales entre poblaciones excluidas del acceso a esta alternativa, restituyendo capacidades de autogobierno dentro de la ciudadanía. Los Foros son estructuras micro-barriales estables, en las cuales participan de 5 a 20 miembros de la comunidad que previamente reciben una capacitación sobre principios y procedimientos. Estos miembros son especialmente convocados para tratar conflictos locales concretos, escuchando a las partes y estableciendo cursos de acción para evitar que los problemas se repitan o agraven. En la práctica, esta experiencia ha permitido tratar algunas situaciones problemáticas, como violencia intrafamiliar, consumo de drogas en el espacio público y riñas callejeras, entre otras. Se destaca, en esta línea, la importancia de darles intervención a los representantes de las propias comunidades, dado que conocen las problemáticas y pueden contribuir a establecer lineamientos en cuanto a políticas de seguridad. No obstante, aún queda un largo camino por recorrer en lo que concierne a la participación ciudadana en asuntos de seguridad pública. El proceso histórico de fragmentación y marginalización de numerosos sectores de la sociedad representa en sí mismo el mayor obstáculo para el desarrollo de este tipo de mecanismos. Por lo tanto, resulta esencial promover, desde el ámbito estatal (tanto nacional como provincial y municipal), la participación comunitaria por medio de un armado institucional que incluya una intervención conjunta y explícita de representantes del Estado, fuerzas policiales y ciudadanos; de este modo se evita que los espacios de participación queden acotados a meros espacios de reclamo y denuncia. Es deseable que este modelo de participación se lleve a cabo en espacios geográficos reducidos (la organización por comuna en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires puede resultar un parámetro razonable), de forma tal de poder monitorear en mejor medida las situaciones problemáticas y analizar con mayor detenimiento los potenciales focos de conflicto para actuar preventivamente.

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¡VIVA EL HÉROE COLECTIVO! ► por AXEL SPRINGER Conversar con Lucas Manjon de la Red Antimafia nos permite creer como mínimo en tres cosas: que no todo está perdido; que hay personas que quieren ayudar a otras; y, por último, si estas acciones se organizan el resultado es aun más fructífero.

La Red antimafia es un conglomerado de trabajo de distintas organizaciones políticas, sindicales y de la sociedad civil en conjunto que tienen alguna experiencia en infancia robada, familiares de la tragedia de Once, familiares de Cromañón, etc. Como un montón de personas de la sociedad civil sin representación partidaria, ni política, ni sindical, que decidieron unirse para conformar esta Red y establecer 33 puntos del programa para erradicar las mafias en el país. ¿Cuál es el origen del problema de la inseguridad? Obviamente, son la desigualdad y la corrupción. A medida que se incrementan los niveles de desigualdad, se incrementan las brechas en otros sectores. Es muy complicado llevar una política de seguridad, luego de 30 años de democracia, en que solo hay 2 condenados por corrupción. Hoy en día, al ver los ejemplos que recibimos desde arriba violando las leyes, muchos creen que las leyes pueden ser vulneradas. Hoy tenés personas públicas enriquecidas de manera corrupta. Por otro lado, también hay casos de personas ho-

nestas que han trabajado individualmente. La red nace y crece para unir transversalmente a esas personas honestas que quieren trabajar sobre los valores más básicos de derecho a la vida, la libertad y la desigualdad, ante el crimen organizado. ¿Qué es el mapa de la inseguridad? Es un trabajo que venimos haciendo junto a distintos barrios de Capital Federal, pero nosotros lo llamamos mapa del crimen organizado. Reuniéndonos en sinagogas, clubes de barrio y parroquias, cada vecino aporta hechos de inseguridad o delitos que sucedan, tales como robos, cocinas de cocaína, desarmaderos, puestos donde se cobran coimas. Todo eso se vuelca en un mapa para tener una estadistica de la información cabal de lo que sucede en forma directa y no por trascendidos. A partir de esta información reunida, se hace un análisis y se lo brindamos a las autoridades que creemos que son competentes y pueden trabajar, organismos nacionales y de la ciudad. En Rosario se lo entregamos a las autoridades federales y provinciales, para que se anoticien de lo que pasa en los barrios.


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A partir de ahí, esperamos un tiempo prudencial para que empiecen a trabajar y comiencen a desactivar, por ejemplo, los puntos de venta de droga, las zonas liberadas para los asaltos, desarmaderos, prostíbulos. Si las autoridades actúan de manera coordinada, al cabo de un mes se empiezan a ver resultados cabales en la calle. Por una cuestión de procedimiento, nosotros les entregamos la información a las máximas autoridades (Ministerio de Seguridad nacional y porteño, AFIP, AGIP, Subsecretaria de Trabajo, Ministerio de Trabajo). Es el Ministerio de Seguridad quien tiene competencia y debe derivarlo a las comisarías. Nosotros ponemos a su servicio todos los datos, si vemos que no hay resultados, muchas veces hemos tenido que marchar. Hace unos días en Rosario se hizo un operativo muy importante y algunos puntos fueron elegidos como consecuencia del mapa entregado por la Red Antimafia de Rosario. ¿Cómo se puede mejorar la policía actual? Nosotros creemos que tiene que haber una policía judicial, para que se especialice en delitos complejos y puedan actuar. Lo más importante es descabezar las estructuras mafiosas que hoy existen dentro de la policía, y luego cambiar la formación de estas estructuras.

Hoy hay instructores que tienen sumarios o que han formado parte de las fuerzas armadas de la dictadura militar. Actualmente, a los policías corruptos se los descubre, se los sumaría y pasan a retiro con una jubilación de privilegio y, además, manteniendo sus negocios armados. Así nada va a cambiar en lo más mínimo. ¿Qué opinión te merece la actual reforma al Código Penal? Lo estamos evaluando, en algunos puntos no estamos de acuerdo, como la eliminación de la figura del proxeneta, donde se baja la pena por delitos de trata de personas. Para nosotros y para La Alameda significa un retroceso. En 2008 se sancionó una ley que sigue vigente, donde la pena por secuestrar una persona y explotarla sexualmente es menor a traficar una vaca. Nosotros denunciamos al juez de la Corte Suprema Zaffaroni por tener una red de 11 prostíbulos en 6 de sus departamentos. Hubo una sentencia y su apoderado pagó una multa, reconociéndose como proxeneta. Esta persona participó de esta reforma del Código Penal. En el año 1979 escribió el Código de Derecho Penal Militar donde habla del estado de excepción y justifica la pena de muerte sin juicio previo. La discusión debería haber sido más amplia.

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CORTE Y CONVICCIÓN Producción textil ética y sustentable ► por DANIELA DIMOV La Costurera es una empresa social cuyo objetivo es articular redes de talleres textiles libres de trabajo esclavo, bajo los valores del comercio justo. Roi Benitez, una de sus fundadoras, nos cuenta cómo es posible desarrollar modelos productivos alternativos que fomenten la inclusión social, sin perder la rentabilidad ni el respeto por la dignidad de las personas. ¿Cómo nació el proyecto? La Costurera nace de la mano de Leticia (mi madre), una obrera costurera que perdió la audición a los 25 años, luego de trabajar durante años en una importante fábrica textil sin regulación ni control del ruido generado por las máquinas de coser que utilizaba. Junto a ella decidimos crear una empresa social para nuclear a personas que sufrían la misma problemática. Al equipo se sumó Ayelén, mi hermana menor, que es estudiante de Sociología; Daniel, que coordina toda la logística de los pedidos; y Rosana, que colabora en la parte comercial. La Costurera surge como atenuador del manejo desconsiderado del segmento textil, actuando como interfaz entre los distintos actores del proceso productivo. Se propone mejorar los espacios de trabajo y el desempeño de los colaboradores costureros que la componen, con capacitación y fortalecimiento de sus habilidades, contribuyendo a su formalización y crecimiento. Propone desarrollar nuevos espacios de inclusión social, en articulación con organizaciones que comparten su misión social. La Costurera es un proyecto que amplía libertades desde la creación de oportunidades concretas, reales, integradoras. Si ampliamos libertad, ampliamos desarrollo como indica Amartya Sen. ¿De dónde provienen los trabajadores que integran los talleres? Actualmente La Costurera articula trabajo con microem-

prendimientos textiles. Buscamos espacios de trabajo que entiendan nuestro concepto y permitan el trabajo conjunto. El dar trabajo es solo un eslabón de todo el proceso, ya que lo que se busca es empoderar a estos sectores, con capacitación y fortalecimiento de sus habilidades individuales y colectivas, trabajando la problemática de cada espacio, buscando que estos espacios salgan de la singularidad para trabajar en un proyecto colectivo, integrador. Hoy nuestra red integra a 4 talleres que agrupan a más de 50 personas y empieza a suceder que son las propias cooperativas las que nos escriben y buscan sumarse a la red. Es señal de un aire de cambio.

¿Qué significa ser una empresa denominada “del Cuarto Sector”? Definimos el Cuarto Sector como un “mash-up” entre una empresa privada y una ONG. Buscamos resolver una problemática social y ambiental, utilizando mecanismos de mercado, aportando a una economía distinta, integradora y multidimensional, una economía en la que prima la otredad y construye en y desde la otredad. El cuarto sector propone crear productos y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas y el planeta, contribuyan al desarrollo de una economía distinta, una “etieconomía” (J.Melé), que favorezca el consumo responsable y maximice el beneficio para todos los involucrados en el proceso.


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¿Cómo se sostiene económicamente el proyecto? Las fuentes de ingreso de La Costurera están conformadas por los siguientes productos y servicios: Una línea productiva, a través de la cual ofrecemos servicios integrales de confección textil mediante el trabajo gestionado en talleres libres y periféricos de producción en red. Ofrecemos una solución integral a empresas medianas y grandes que necesitan canalizar su línea productiva, enfatizando la trazabilidad ética de ese proceso. Planeamos desarrollar una herramienta digital que permita que nuestros clientes puedan comunicar la transparencia de su proceso productivo y generar, de esta manera, conciencia colectiva sobre la importancia de conocer la historia que llevan detrás los productos textiles. También ofrecemos un servicio de consultoría, por el cual brindamos asesoramiento integral en materia de desarrollo de productos y cadenas productivas éticas y sustentables. Trabajamos este espacio con organizaciones referentes en materia de Responsabilidad Social Empresarial para que toda empresa textil pueda reformular sus procesos en pos de enaltecer su compromiso social y ambiental. Además, estamos desarrollado una línea de objetos de diseño en base a remanentes textiles en articulación con emprendedores que comparten nuestra iniciativa.

un marco de referencia real. Si se compara una confección realizada en un taller libre, en donde el valor-hora es justo, claramente y por supuesto será más caro que si la confección es realizada en un taller clandestino, en condiciones deplorables, infrahumanas, en donde el costo-hora es ínfimo. Ahí tenemos que rever qué elegimos, qué “votamos” cuando compramos; es un proceso de sensibilización que nos compete a todos. La producción sustentable es sostenible y es rentable. Desde La Costurera acortamos la brecha de intermediación, que es lo que generalmente suma costo al producto final, todo el proceso es totalmente transparente para el cliente y para el taller. Somos competitivos en precio-calidad con la sumatoria de que agregamos valor social a la cadena de valor productiva. ¿En qué consiste el trabajo en red que llevan a cabo? La red de La Costurera está integrada por talleres libres auto gestionados que se encuentran localizados en Capital Federal y Gran Buenos Aires, son espacios que están legitimados en su territorio/comunidad. La Costurera actúa como interfaz, conectando los servicios generados en estos espacios con medianas y grandes empresas. Se trata de servicios que los talleres no pueden dar desde su singularidad, entonces lo articulamos en red, juntos y nos beneficiamos todos.

Existe el prejuicio de que la producción sustentable resulta más cara o menos rentable económicamente, ¿qué opinás de esto?

¿Cómo logran llevar a cabo la trazabilidad ética de los productos?

Bueno, habría que ver desde qué punto nace este prejuicio y cuál es el punto de comparación. En la industria textil el precio de “mercado” está viciado porque no hay

Tenemos una estrecha relación con nuestros proveedores, una relación de confianza mutua y creemos en los espacios en donde elegimos trabajar.

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De todos modos, al iniciar la relación comercial con cada taller se firman distintos documentos que dejan asentado los compromisos de cada parte. Contamos con un manual de buenas prácticas con cláusulas como “Cumplimiento de Leyes”, “Medioambiente”, “Derechos humanos”, “Diversidad e Inclusión”, “Salud”, “Seguridad y Ética”. Todos estos documentos están disponibles para todo cliente que lo requiera. ¿Qué productos ya están participando en el mercado con estas características? ¿Cómo los reconocemos y dónde se consiguen? Estamos confeccionando para empresas medianas y grandes, como por ejemplo Swiss Medical Group para quienes hacemos reparación de prendas; también confeccionamos porta-notebooks y porta-tablets de Monoblock; indumentaria para CottonPompom; hicimos algunas producciones de remeras para Onda Orgánica; bolsitos para Pimp My Bike; bolsas ecológicas para Totebag y bolsas de packaging para Pe Marroquineria, entre otros clientes. Los pueden reconocer por un tarjetón colgante que indica que fue confeccionado por la red de La Costurera. La apuesta a futuro es la asignación de un código único por producto en donde el usuario final pueda validar el perfil ético de la prenda. En cuanto a las ventas, el desafío de este año es apuntar a grandes empresas; comenzamos el año cotizando a multinacionales y empresas de Chile y Uruguay. ¿En qué aspectos consideran ser ambientalmente sustentables? La industria textil tiene serias problemáticas: las altas tasas de trabajo esclavo e informal, por un lado, y la alta cantidad de desechos textiles, producto de los procesos productivos, por el otro, que, según un informe de 2012 de la CEAMSE, representó el 4,6% del total de la basura enterrada en ese relleno anitario. La Costurera atiende ambos focos problemáticos, gestiona conocimiento en pos de las buenas prácticas sociales, empodera al sector textil y desarrolla productos en donde la materia prima se compone de sus propios desechos textiles, convirtiendo basura en objetos únicos de diseño. ► FB: https://www.facebook.com/LaCostureraArg ► Twitter: @LaCostureraArg ► Web: http://www.lacosturera.org ► Mail: info@lacosturera.org



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L@s Mater@s son unos personajes muy particulares. Poseen todas las edades y provienen de todos los barrios del mundo. Se caracterizan por ser altos y bajos, medianos e intermedios. Algunos hablan el idioma mater@, otros lo escriben, lo actúan, lo pintan, lo musicalizan, lo dibujan... Cuando l@s Mater@s se juntan se divierten, aunque a veces, también se entristecen, se ríen, lloran, festejan, aplauden, bailan. Pero lo seguro es que siempre, siempre materean, es lo que más les importa, la razón por la que se encuentran, sus ganas de materear tod@s juntos... ¿Qué es La Matera? La Matera es una Asociación Civil sin Fines de Lucro. Desde el 2001 venimos trabajado como educadores de calle con la población infanto juvenil buscando ser un puente entre sus vivencias y necesidades, y las alternativas de la comunidad. La evolución y evaluación del proyecto nos llevó a la decisión de conformarnos, nosotros también, como una alternativa comunitaria acogedora y promotora de derechos. Así, desde el mes de julio de 2006, La Matera es un espacio de encuentro para niños, niñas y adolescentes en su sede de Santiago del Estero 648 del barrio de Monserrat, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde hace algunos años que la sede se constituye como el espacio en donde nos encontramos no solo para ofrecer y participar de los talleres sino que es el punto de referencia que tienen los niños/as y jóvenes si necesitan encontrarnos. Pero La Matera no funciona solamente en la sede, muchas veces nos encontramos en la plaza del barrio para compartir con los chicos/as alguna tarde, pintar murales, reconstruir la gárgola (proyecto del taller de Pintura durante el 2012) o simplemente tomar unos mates con ellos/as ¿Quiénes son los materos? Los materos somos todos los que podemos sostener este espacio: los chicos/as, los grandes, las familias. Los adultos que sostenemos este proyecto somos todos voluntarios con múltiples formaciones y recorridos. Así se va construyendo una mirada interdisciplinaria. Todos los talleres se ofrecen de manera gratuita y son abiertos a la comunidad infanto juvenil. En este sentido, entendemos que la gratuidad en el acceso a estos bienes culturales no es un favor sino un derecho. Así como el acceso a materiales de buena calidad, un gran estímulo para los chicos y chicas que se refleja en sus dibujos, pinturas, creaciones artísticas y en la alegría que expresan en esos procesos de producción.

El hecho de contar con una sede propia nos permite brindar un espacio que los niños, niñas y adolescentes que participan y transitan La Matera sienten como propio. Dan cuenta de ello las producciones que visten sus paredes y los gestos de apropiación que llevan al afuera. Una vez un materito nos contó que por su mudanza “se fue a otra matera”. Eso habla de la significación que toma el espacio en las vidas de los chicos. Es más que la sede, que los talleres. Ser Matero es formar parte de un grupo, de un colectivo que se forma por todos nosotros. Todos hacemos La Matera aquí y afuera. ¿Qué actividades se realizan? La Matera propone, ante todo, espacios de encuentro para niños, niñas y adolescentes en el barrio de Monserrat. Estos espacios habilitan que quienes forman parte (niños y adultos) puedan desarrollar su espíritu artístico y su creatividad, participando de un movimiento respetuoso de sus derechos. Estos pueden tomar forma de talleres artísticos culturales (pintura, música, percusión corporal, comunicación, teatro), espacios de capacitación, asambleas y ciclos de cine-debate que se realizan tanto en la sede como en la plaza barrial. Desde allí se propone alentar la participación protagónica, la organización social, el conocimiento y el ejercicio efectivo de sus derechos. Sobre estos basamentos se conforman la filosofía y la mística de La Matera, unidas a la creencia de que las alternativas para el crecimiento personal y social de los niños, niñas y adolescentes tiene que contar con espacios artísticos y culturales que promuevan la expresión y reflexión de sus opiniones, emociones, actitudes y acciones. Muchas veces se traducen en proyectos que atraviesan los distintos espacios, como el libro que estamos terminando de editar, las muraleadas, los encuentros de fin de año en donde compartimos lo realizado por todos los talleres, la celebración de los cumples, etc.


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¿Cómo podemos colaborar? Todo este trabajo que se viene realizando desde hace años, con todas sus transformaciones y acciones, es apoyado económicamente por los socios-amigos y sociasamigas de La Matera. Son ellos y ellas quienes hacen aun más posible que los deseos y sueños sean realidades. Los aportes se destinan al alquiler del local, al pago de servicios e impuestos, a la compra de material para potenciar los trabajos en los talleres y al mantenimiento de la sede para que los chicos y chicas sepan que su lugar es un hermoso espacio para estar, crear y disfrutar En este momento, necesitamos ante todo aportes económicos y/o donaciones de distinto tipo (a saber: materiales de librería, electrodomésticos, artículos de limpieza, muebles, computadoras, etc.) pero siempre están abiertas las puertas a quienes se quieran sumar al proyecto, que vamos construyendo día a día con todos los niños y niñas del barrio y sus familias.

Quienes puedan y quieran colaborar económicamente con La Matera pueden hacerlo acercándose a la sede, escribiendo a socios@lamatera.org o través de un depósito bancario en la siguiente cuenta: Banco Ciudad de Buenos Aires Sucursal Nro2, Bernardo de Irigoyen 320 Cuenta corriente Nro. 3164/8 CBU: 02900025 00000000316482 Contacto: ► Mail: info@lamatera.org ► Web: www.lamatera.org ► Facebook: www.facebook.com/groups/lamatera

¿Eso es Materear? Eso es materear. Mientras escribimos algo pintamos y dibujamos historias en el aire. Alguien las pesca y las continúa. A veces las dejamos por la mitad, pero eso no importa, se sabe que no es un fin. Es el comienzo de una nueva actividad. Mateamos mientras matereamos y, de paso, hacemos una canción… “Matear mateando en la Matera, esta canción es una fiesta, matear mateando todo el día, esta canción nos da alegría”

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EL ARTE DE EMPODERAR ► por DANIELA DIMOV En Merlo, provincia de Buenos Aires, funciona Gráfica Artesanal, una cooperativa de trabajo que busca empoderar a mujeres en situación de vulnerabilidad social y económica. RPA entrevistó a Paco Siquot, quien dirige el emprendimiento desde el año 2006.

Confeccionan agendas y cuadernos artesanales, que además incluyen papel reciclado del programa Ciclo Papel, del Hospital Borda; y de Papel Quequén, que produce papel 100% reciclado. La encuadernación es hecha a mano por Maricel, Romina y Fernanda, las primeras mujeres que se sumaron a la cooperativa. ¿Cómo surgió la idea del proyecto? Yo siempre trabajé en la industria gráfica, pero me cansó su alienación e impersonalización, si esa palabra existe. También tenía ganas de hacer trabajo social desde hacía mucho tiempo. Ustedes plantean que Gráfica Artesanal tiene como primer objetivo empoderar a mujeres en situación de vulnerabilidad social ¿Qué situaciones han detectado y definido como factores de vulnerabilidad? ¿Cómo convocan a las personas que trabajan en la confección de los productos?

Las chicas con las que trabajamos son habituales víctimas de violencia de género, llegando a veces al plano físico. Si esto no sucede, de todos modos son tratadas como un bien, que pertenece a su pareja o, incluso a un ex. A Maricel, Fernanda y Romina, las conocí en la parroquia San Pablo de Agustín Ferrari, dentro de propuestas de capacitación en artes gráficas. ¿Qué lugar le asignan al trabajo en el objetivo de empoderamiento? El trabajo es la herramienta principal, ya que siendo ellas sostén de sus familias, no dependen de otro para su sustento. Tenemos claro que trabajar genera un movimiento anímico de consolidación de la persona. Además, cuando el cliente se encuentra con nuestro producto y lo valora, de alguna manera está valorizando a la artesana que lo produjo. Esto es una parte importante del proyecto, por eso también generamos ferias propias, para reunir a las chicas con los clientes.


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¿Qué mejoras han visto en la vida de estas mujeres que hoy trabajan en la gráfica? Este proyecto viene creciendo lentamente. Por ahora, lo que hemos conseguido es mejorar notablemente la casa de Maricel y ayudar a su sustento. Como también el de Romina y Fernanda. El desafío es el de transformar significativamente sus vidas, cosa que todavía no podemos decir que sucedió completamente. En este momento estamos enfocados en construir una casa para Fernanda, quien acaba de tener un bebé. Si logramos vender todas nuestras agendas 2014, lo lograremos. ¿Cuáles son las otras organizaciones con las que trabajan? Estamos en varios programas del Ministerio de Desarrollo Social de La Nación (Subsecretaría de Responsabilidad Social), ellos nos ayudan mucho. La Fundación Bertrand Russel nos brinda un espacio físico de trabajo fundamental para nosotros. Compramos el papel de los excelentes artesanos que hay trabajando en el programa de salud mental Ciclo Papel del Hospital Borda. También estamos conectados con Hecho en Buenos Aires; Amadora, Madres Voladoras y la Agencia de Protección Ambiental (GCBA), que nos brinda un espacio de venta en la Feria de Consumo Responsable de Diagonal Sur al 500 (domingos). ¿Qué otras actividades realizan? Brindamos cursos de encuadernación gratuitos en el Barrio Samoré (el último se hizo hace ya tiempo). También damos cursos de encuadernación para solventar gastos en Colegiales y Vicente López. Además, realizamos una muestra anual con trabajos de más de 100 artistas que donan sus obras para embellecer las tapas de nuestros cuadernos. Mostramos más de 400

cuadernos pintados a mano. El papel es 100% reciclado (parte en el Borda). ¿Dónde se consiguen los productos? Actualmente se pueden conseguir en Aguilar 2852 (previa cita, llamando al 15-5638-3311), y en La Buena Tierra (Agüero 1608), ambas en Capital Federal. También hay agendas en Corrientes 1145 loc. 17. ¿Cuál es el máximo objetivo que aspiran alcanzar como organización? Queremos consolidarnos como un camino a seguir, generando siempre nuevos puestos de trabajo. Transformar la mirada del consumo ciego anterior hacia un consumo responsable. Nos gustaría llevar este modelo a toda Latinoamérica. Fundamentalmente, transformar la vida de las mujeres que trabajan en el proyecto, cumpliendo sus más altos sueños. ¿Qué mensaje les gustaría dejarle a los que lean esta nota? ¿De qué forma se puede colaborar con ustedes? Que nos ayuden a vender todas nuestras agendas, incluso tenemos precio para revendedores. También estamos necesitando una prensa de encuadernación. Los invitamos a que vengan a hacer nuestros cursos, compren nuestros cuadernos y publiciten nuestro Facebook/GraficaArtesanal y a que comiencen a comprar con conciencia!!

► Web: www.graficaartesanal.com.ar ► Contacto: info@graficaartesanal.com.ar ► Paco Siquot 15 56383311 ► FB: facebook.com/GraficaArtesanal

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SER BANDA EN 2014: Panchita la Pistolera ► por CARLOS DIEZ

Panchita la Pistolera, heredera lúcida de una vieja tradición progresiva y psicodélica, es una de las bandas con mayor proyección en el círculo artístico de la ciudad de Buenos Aires, con miembros de tan solo 19 años de edad. Argentina 2014 y a más de nueve años de la tragedia sucedida en la discoteca República Cromañón, que conllevó 194 muertes y la clausura de gran parte de los espacios culturales que funcionaban por esa época. Se puede observar un quiebre generacional que distingue entre aquellos que vivenciaron un vínculo más precario con los espacios de difusión cultural y de recreación y las generaciones más jóvenes que tienen sus primeros acercamientos a dichos espacios y a la nueva normativa para locales bailables. Dante Sultani, guitarrista de Panchita la Pistolera, se encontraba terminando 4to grado aquel 30 de diciembre de 2004. Perteneciente a la generación post Cromañón, nos cuenta sobre los nuevos espacios en donde tocar, la seguridad y cuáles son las perspectivas de una banda joven en la actualidad.

¿A qué edad empezaron a tocar en vivo?¿Cómo fue su comienzo dentro del circuito de la música? Nosotros empezamos a tocar en vivo a los 17 años, hace 2 años ya. Tuvimos la suerte de tener amigos músicos a los que les gustaba lo que hacíamos y que nos fueron guiando para no caer en las trampas del circuito. El problema de empezar a tocar en vivo es que querés salir a tocar sea como sea. Hay pibes que por eso terminan pagándole al lugar o asegurándoles anticipadas, cuando obviamente todavía no tienen un público propio (nosotros, por suerte -e insisto en esto de que fue suerte- no vivimos esas desventuras). Por ahí es porque hay una visión equívoca acerca del ‘músico’. Que nos guste lo que hacemos no quiere decir que no implique muchísimo esfuerzo y trabajo. Cuando hay que llevar todos los instrumentos y equipos, somos nosotros los que armamos, los que nos ocupamos de llevar todo (lo cual implica un dinero si usamos flete), armar, probar sonido, y esto solo después de conseguir un lugar en donde tocar, de hacer los flyers, de


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publicitar la fecha. Una banda que arranca tiene todas las ganas, pero también tiene que hacerlo todo sola. ¿Cuál es su relación con los espacios donde tocan? Depende del espacio. En los bares, que suelen tener un arreglo socialmente aceptado pero no por eso justo de un 70% (para la banda) - 30% (para el lugar), hay una especie de relación de explotación aceptada. Digo, nosotros llevamos a toda la gente que toma y come en sus lugares, hacemos un esfuerzo sobrehumano para lograrlo y en general lo conseguimos... de ahí ya están ganando más que la banda. Pero bueno, el que genera la ganancia nunca es el que se la lleva. Y aun así te piden un 30% de las entradas. Por otro lado, están los centros culturales con los cuales tenemos una relación mucho más amena, porque su intención no es hacer dinero, sino difundir cultura. Destaco los locales del Gleyzer, o Casa del Pueblo, que siempre nos trataron muy bien y nos dieron espacio. Pero es importante destacar que estos lugares son excepciones y no la regla general. ¿Qué recuerdo tienen de la tragedia sucedida en el boliche Republica de Cromañón el 30 de diciembre de 2004? Eso lo viví de muy chico, estaba en 4to grado y me estaba yendo de vacaciones. Me acuerdo de la tristeza y del odio de mi familia cuando lo vimos en la tele. De más grande, ya cruzándome a mucha gente que tenía remeras de ‘Callejeros inocente’ (como al boludo de León Gieco) y habiendo entrado en el circuito de la música, empecé a formar mi opinión al respecto. Dicen ‘la música no mata’, pero nadie dijo que fuera la música, es el movimiento pelotudo del ‘rock chabón’ que fomenta esto de tirar bengalas. Me acuerdo que mi primo (que también tiene una banda) me dijo que su sueño de pibe era que tiren bengalas en un show suyo. ¿Es eso a lo que apuntás con tu música? Cuando uno hace una actividad y tiene gente que lo sigue (ya sea escribir, hacer política, pintar un cuadro) tiene que asumir la responsabilidad de la influencia que tiene. Y ese es un lugar desde el que se pueden hacer millones de cosas piolas, tener la posibilidad de llegarle a las personas, que la gente se cuestione algunas cosas, reflexione algunas otras. ¿Y lo que vas a hacer con ese lugar es decirle a la gente que tire bengalas? De todas maneras, la pienso como tragedia para todos, no lo creo un acto hecho con mala leche, pero sus consecuencias lo exceden. Cuando la idiotez genera estas cosas, tiene que ser ajusticiada (aunque no creo en el sistema de cárceles). ¿Realizan algún chequeo de las normas de seguridad cuando van a un lugar a tocar? De eso se encarga nuestro manager.

¿Qué les viene a la mente respecto a las palabras inseguridad y boliches o bares? La inseguridad es la consecuencia directa del obrar de los imbéciles, más que de los delincuentes. ¿Consideran que existen suficientes espacios donde tocar? La Capital Federal, para nuestra suerte, es una ciudad muy cultural, pero eso no quiere decir que los espacios que hay no sean o una mierda o explotadores. La mayoría de los lugares tienen arreglos bochornosos con las bandas. Y si las bandas no dejamos de alimentar a los giles, esto no se va a acabar nunca.

► www.panchitalapistolera.com.ar ►www.submarinoatomico.com/artista/70panchita-lapistolera

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Revista ProyectoAire | MĂşsica



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